Me
estoy refiriendo a Hugo Gernsback (1884-1967), un emigrante luxemburgués que pisa
tierra de los Estados Unidos en 1904. Fue un pionero escritor de ciencia ficción
y en nuevas tecnologías. En 1908 funda la primera revista de electrónica Modern Electrics. En 1913 fundó Amazing
Stories, una revista similar en la cual empezó a incluir historias de ciencia
ficción, incluyendo su propia novela, Ralph 124C41, una lectura que seguramente han hecho con deleite
y admiración Isaac Asimov y Steven Spielberg. Se le considera el “padre de la ciencia
ficción moderna”, pero es un género que tiene antecedentes muy remotos en Mary Shelley,
autora de Frankenstein, el moderno Prometeo, novela publicada en 1818. Pero
quien escribe va mucho más atrás, pues considero que la primera novela de ciencia
ficción la escribe en el siglo XVII el astrónomo alemán Johannes Kepler: El Somnium, considerada por Carl Sagan
y Asimov primera novela de ciencia ficción moderna y sobre lo cual escribí una crónica
para el diario El Impulso, de Venezuela, en marzo de 2018.
Pero como género de masas nace indiscutiblemente la
ciencia ficción en los Estados Unidos a principios del siglo que nos quedó atrás.
Ese país estaba entonces a la vanguardia con Alemania de los avances científico
técnicos. Se admite que la fecha está alrededor del emblemático año 1920, poco antes
del crack de la bolsa de New York de 1929. Su base narrativa deviene de las ciencias
de la física, química, biología y la sociología. Nunca se va a lo metafísico o sobrenatural,
crea una nueva realidad desde el conocimiento científico de su autor. No le podemos
pedir armas atómicas a las ficciones de Julio Verne.
Este año emblemático de 1926 ve nacer el pulp (revistas
basura, revistas baratas de pulpa reciclada) conteniendo ciencia ficción, unas encuadernaciones
rústicas, de bajo costo, de gusto del gran público, hogaño hasta se habla de una
literatura pulp para gente de bajos recursos o semianalfabetas. En Francia eran
llamadas Biblioteca Azul y en Alemania Volksbüchlein. La película de Quentin Tarantino Pulp Fiction
(1994) se refiere a estas cartillas baratas.
Tenían los pulps como ejes temáticos los westerns, detectives,
aventuras de piratas, historias de terror. La Revista Argosy, editada en 1882, se
considera la primera pulp estadounidense.
Las historias que se publicaban en esta y otras muy
exitosas revistas pulp (Weird Tales o Cuentos extraños, Black Mask o Máscara negra),
no gozaban del aval de la crítica seria, que en su mayoría las consideraban sensacionalismo
literario, sin embargo fue en estas revistas, que mezclaban a partes iguales la
fantasía científica con el terror, donde empezaron a brillar algunos de los grandes
nombres del género, como Howard Phillips Lovecraft, Friz Leiber, Robert Bloch, Robert
E. Howard, verdaderos genios del terror y la ciencia ficción. Todo ello atrajo a
muchos lectores a las historias de especulación científica propiamente dicha.
Echemos un vistazo a la portada del
primer número de la revista Amazing Stories,
aparecida en New York, Estados Unidos, en abril de 1926 (La última aparecerá en
2005) bajo la casa editorial Experimenter Publishing. Aparece el nombre de su creador
y editor: Hugo Gernsback, al precio de 25 centavos de dólar cada ejemplar. Ofrece
historias del autor britanico de La guerra
de los mundos, H. C. Wells; Jules Verne, quizás De la Tierra a la Luna; y
Edgar Allen (sic) Poe, que podría ser Revelación
mesmérica (doctrina de Franz Mesmer que sostiene que imanes y animales curan
enfermedades)
En primer plano de la portada descuellan
la inscripcion Amazing Stories colocadas
como en líneas de fuga,como si volaran; más abajo el muy colorido planeta Saturno
y sus imponentes anillos, astro que se halla muy cercano a lo que se supone sea
la Tierra, nuestro planeta. Sobre dos prominencias casi piramidales de hielo, provocadas
por el enorme campo gravitatorio de Saturno, y violando la lógica, se hallan dos
embarcaciones de propulsion mixta, viento y vapor, que no exhiben nacionalidad alguna.
Del bote de la izquierda descienden, auxiliados de cuerdas unos exploradores. Otros
avanzan hacia nosotros los lectores en patines sobre hielo y parecen disfrutarlo.
Dejan marcas visibles en la superficie de un lago congelado. Usan ropas protectoras
que parecen de pieles de animales, lo que los hace parecer un tanto primitivos.
No aparecen allí animales como aves, osos polares o pinguinos. Ninguna vegetación.
Este primer ejemplar tiene una dedicatoria
manuscrita de H. Gernsback a un amigo, tiene por fecha 1° de agosto de 1965, lo
cual le da un valor adicional a este primer número de Amazing que debe costar una fortuna entre los coleccionistas.
Sorprende que haya sido un emigrante
de un pequeño país, Luxemburgo, de lengua germánica, quien le haya dado nombre a
este genero literario que ha ido con gran éxito al cine y la televisión. Perdidos
en el espacio, El túnel del tiempo, Blade Runner y La guerra de las galaxias tienen
en Gernsback al genio que le da nombre definitivo y un gran impulso a esta literatura.
La historieta o cómic de ciencia ficción constituye uno de los géneros más importantes
en los que puede dividirse la producción historietística. Según los españoles Ricardo
Aguilera y Lorenzo Díaz, éstas popularizaron el género y fijaron su imagen en la
retina de millones de lectores. Antes que cualquier otro medio ofrecieron las escenas
más acertadas de la navegación interestelar, de los alunizajes, de las bombas atómicas
o de las sociedades hiperindustrializadas. Una muy fértil imaginación.
LUIS EDUARDO CORTÉS RIERA (Venezuela, 1952). Ensayista, doctor en Historia, docente del Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, UPEL, Barquisimeto. Ganador Bienal Nacional de Literatura, 2014, con el ensayo “Psiquiatría y literatura modernista”. Cronista Oficial del Municipio Torres, Carora, Venezuela. Autor de Ocho pecados capitales del historiador, Del Colegio La Esperanza al Colegio Federal Carora, 1890-1937. Sor Juana y Goethe: del barroco al romanticismo. Miembro de la Fundación Buría.
Nossa artista convidada nesta edição da Agulha Revista de Cultura é a fotógrafa francesa Agnès Geoffray. Uma valiosa leitura crítica de Eva Wittocx situa sua obra como um ideal equilíbrio entre realidade e ficção, entre situações cotidianas e impensáveis. Suas fotografias, instalações e vídeos combinam o desconhecido com o aterrorizante, como nos contos de fadas populares. Um fascínio pelos vestígios visíveis e invisíveis de desordem, ou mesmo desastre, em situações e eventos cotidianos está subjacente aos textos, fotografias, vídeos e apresentações de slides em STUK. Em fotografias quase inteiramente brancas, composições horríveis inspiradas em imagens da mídia, ou composições com as quais estamos familiarizados da iconografia tradicional, escapam aos olhos do público. Outra importante voz crítica, a da curadora belga Katerina Gregos, destaca que todas as fotografias de Geoffray podem ser vistas como lugares latentes de devir e equivalentes espaciais que representam nossos medos infantis ou nossos piores pesadelos adultos. Mas, além de seu impacto visual sinistro e imersivo, as fotografias de Geoffray acabam abrindo um espaço para a imaginação e para a ficção e, nesse espaço, as possibilidades de interpretação são ilimitadas. Agradecemos à fotógrafa sua imediata aceitação de participar da presente edição.
Agulha Revista de Cultura
Número 216 | setembro de 2022
Artista convidada: Agnès Geoffray (França, 1973)
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