LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
CZ | Tengo la sospecha de que va por
el lado de la percepción, pero si algo no tengo en la vida son certezas. Sí me obsesiona
intentar –infructuosamente– desentrañar el funcionamiento de la creación y de la
mente. Como lectora, pero también escribiendo los diez libros que al momento tengo
publicados, fundamentalmente aprendí que el mecanismo de la palabra escrita es un
anzuelo para mantener viva la memoria, para lo que de sensible tiene la experiencia
humana. Percepción y razón, al menos de la forma que intuyo funciona mi cerebro,
caótico o muy ordenado, de acuerdo al momento y a la tarea, son indisolubles.
FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu creación hace
parte de ella?
CZ | Por algún motivo que desconozco, siempre, desde muy pequeña, tuve una relación
muy natural con la muerte; todos los días, en cada respiración, coqueteamos con
ella, la ponemos a prueba. Le vamos ganando casi siempre al mantenernos alertas
y sabernos vivos, hasta que no. En un último libro inédito de poesía en prosa que
tengo terminado incluyo un verso que dice algo así como que “la única verdad en
la que creo es en la de los poetas que ya son árboles”. Quizá esa sea mi idea de
esperanza de vida ideal, de trascendencia, que afortunadamente en muchos escritores
se da.
FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo que pretendías crear y lo que realmente
creas? ¿Te molesta este abismo sutil de vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso
desaparecido) con el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?
CZ | Me molesta muy a menudo ese abismo,
tal vez siempre. Finalmente, a la vida y a la búsqueda de la obra hay que entrar
sin ambiciones de perfección, sin pretensiones, con lo mejor que uno tiene para
dar en cada instante vital. Afortunadamente, alguna que otra vez, también, encuentro
algo escrito en un poema o un ensayo, una reseña, que aprecio como si fuera de otro.
Y lo celebro. La perspectiva suficiente suele ser una gran aliada en esto de crear.
Igual que en la existencia misma.
FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo Calvino descubre que el fuego
real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego de la creación en tu escritura?
¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?
CZ | Más que un rito, siento que el
lugar indicado del poeta, del escritor, de cualquier artista, es una forma de estar
en el mundo. Y, más allá del lugar común, esta es una característica muy personal
que cada uno debe buscar y cultivar. Con el tiempo descubrí y acepté que el equilibrio
es tan importante como el desborde y en mi caso, además, inevitables: desborde por
acción, fruición creativa, desvelos por acabar un libro, corregirlo, leerlo, releer,
oírlo. O los límites también hondos de la soledad, principalmente los de silencio.
Hay que aquietar, o al menos intentarlo, los ruidos del mundo para llegar a uno
y de allí sacar la esencia que nos hace únicos, aunque torpemente humanos.
FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el mundo y que hay una especie de mal
uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente nuevas ideas o lo que falta
en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?
CZ | Ojalá fuera exceso de ideas. En
este momento del mundo que nos toca transitar, siento, y no soy original, seguramente
hay exceso de repetición, pseudo información o modelos de todo lo existente que
se repiten sin ninguna conciencia de ello. Andamos automatizados o, peor aún, anestesiados.
En el arte, posiblemente del orden no salga nunca nada trascendente. Por caso, que
no te importe nada de la política o de ciertas instituciones es de por sí una postura
política, pero el modelo reinante es estar a favor o en contra siempre de algo.
No hay lugar para abstenerse, permanecer al margen o en silencio.
FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?
CZ | No creo estar en condiciones de
afirmar algo semejante. En todo caso, voy por intentar cada día el camino de la
honestidad, la libertad y la transparencia. Por elección u oportunidades por eso
de los ciclos vitales o laborales, llegué a la maternidad bastante tarde, como así
también a publicar poesía y ejercerla, digamos, profesionalmente. Y fue cuando sentí
que había un lugar de respeto hacia ambas. La maternidad y la escritura se parecen
bastante en ese sentido, nadie nos obliga (o no debería) a hacerlo. El respeto y
la honestidad cuestan a menudo bastante caro y, lamentablemente, son ‘bienes’ cada
vez más escasos.
FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o el conjunto de sus 19 países aún
no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales para la acción conjunta?
¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada y a veces imposible?
CZ | Existen grandes falacias sobre
las que se construyeron grandes fraudes colectivos. Estamos hastiados de nosotros
mismos, a nivel global, y cada vez somos menos particulares, menos únicos. Sistemas
corruptos de solapan o azuzan entre sí. Es un gran misterio la humanidad, ni un
gran sociólogo, investigador e historiador como Yuval Noah Harari pudo desentrañarlo;
en casi lo único que acertó es en que el hambre sigue siendo el gran flagelo. Mantener
la postura de no opinar es un acto revolucionario que en tiempos en que cualquiera
opina de cualquier cosa sin fundamento está muy mal visto. No soy al momento una
intelectual –quizá pueda serlo de viejita, si llego–, sino apenas una mujer que
escribe, lee todo lo que puede, guía a sus hijas tanto como aprende de ellas, e
intenta mantenerse cerca de buenos amigos y grandes maestros, que no necesariamente
son gente formada académicamente. No obstante, considero que los países de América
latina son tan jóvenes que, igual que lo que pasa hoy con las personas, están anclados
en una adolescencia extendida. Europa se derrumba y todavía nuestras sociedades
la miran como el padre proveedor –pobre– que debe resolver sus problemas.
FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me refiero sólo a la literatura, porque
aquí me interesa evocar tu entorno de lectura. ¿O crees que leer poetas es el único
material imprescindible para tu creación?
CZ | Cada vez más, por momentos leo
poesía como los abogados deben estar al tanto de las leyes. Y lo lamento, pero así
es. Porque también el camino siempre desafiante de encontrar la propia voz requiere
de alejarse de la tradición o las tendencias, y descubrir por una reseña que se
tiene mucho en común con un poeta al que casi no visitamos. Entonces, o los críticos
necesitan encasillar y colocarnos a todos en un linaje o nadie en realidad es tan
original. Seguramente ambos. De vez en cuando, también, me deslumbro con alguna
poética, y vivo un amor intenso y fugaz. O eterno: con Orozco o Merini, por caso,
aunque mañana puede cambiar. Soy tan curiosa como dispersa y me falta tiempo para
hacer todo lo que quisiera. Lucho por dejar de hacer para ser y también allí entra
la lectura. Aun así, leo principalmente narrativa y ensayo, o lo que me llame la
atención en su momento. Dejo de leer muchos más libros de los que quisiera, porque
si no me tocan una fibra vital, casi erótica, los abandono sin que me dé pena alguna.
Leo sobre neurociencia y me apasiona, sobre tradición o religiones orientales y
aunque seguramente logre –desde mi cultura de nacimiento y capacidad– captar un
porcentaje ínfimo de ese universo, de todos modos, picoteando, lo siento movilizador.
Leo sobre botánica, biografía, filosofía, correspondencia, psicología. Leo. Y oigo
audiolibros mientras tejo a crochet, conduzco, camino o me tomo un trago de noche
mientras chateo con amigos de mi círculo de confianza de la tribu poética. Leo.
Leo con lápiz e intervengo a veces cada página de un libro intercalando ideas, dudas,
disparadores. Lo importante, considero, es mantener el hambre y el asombro, respetando
nuestro propio ritmo y atajo particular de cada ciclo.
FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?
CZ | Creo en la gente. Y creo que hay
una sobrevaloración de las personas en tanto seres gregarios. Eso produjo grandes
desgracias, junto con la ignorancia que es la mayor injusticia social. Esta es una
época de un falso valor de lo social, lo sensorial cuasi vacío, la exposición vacua.
Un like no es un abrazo, nada como mirar
a alguien sostenidamente a los ojos; cada fin de año no acaba el mundo, cierta gente
pasa fugazmente por nuestras vidas y parte del camino de crecimiento es aceptarlo.
Es conveniente de vez en cuando quedarse en una habitación a oscuras o en medio
de un bosque en soledad, dejando de oír incluso los propios pensamientos. Organizarse
una fiesta personal del silencio.
FM | ¿Quién eres de todos modos?
CZ | Una mujer con conciencia de haber
venido al mundo a aprender.
FM | ¿Qué te parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo
que motivó su creación?
LETANÍA DEL SAUCE
Aquí vive un sauce llorón
que ha inventado un río,
el jardín quiere renacer
a las seis de la tarde
cuando los habitantes
pisan la casa vacía.
Aquí abunda el abrigo de un vergel
rosas, madreselvas y un tero
que inaugura en paso y duda
nuevo comienzo.
Partido en tres colores
vibrante late el cielo,
aroma de abuelos evoca el jazmín,
estoicas las tunas rompen
la perfección del agua.
Aquí el mundo es inmenso,
tiene la dulzura curva
de las pestañas de una niña,
la enredadera ya no vive
enamorada del muro,
la quietud y el silencio
bailan melodía antigua,
las almas temblorosas
de las plantas secas
recuerdan caricias de agua,
la huerta otras manos
sueñan y esperan.
Aquí algo tenue baja
marejada y redil,
es de tarde lo saben
los relojes, las ramas.
Los recién llegados salen
tenacidos, podría decirse
en ronda, a celebrar
la caída del día.
Van camino de la corriente
ellos mismos son el río.
Este es el primer poema que escribí al llegar a la
casa en la que vivo ahora en Uruguay, hace seis años, luego de haber residido y
trabajado antes, en unos pocos años, en cuatro países y tres continentes. Es muy
especial para mí por eso: es la foto de un momento que se intuye y se desea para
siempre, una búsqueda de enraizarse a algo, a un sitio, a sabiendas también de que
todo es finalmente transitorio y hay que permanecer siempre ligeros de equipaje,
como a punto de irse.
CAROLINA ZAMUDIO (Argentina, 1973). Poeta y ensayis ta argentina (1973). Es una de las referentes de la poesía argentina de su generación en el mundo. Publicó: «Seguir al viento», 2013 (Argentina); «La oscuridad de lo que brilla», español/inglés 2015 (Estados Unidos); antología «Doble fondo XII», 2016 (Colombia); «Rituales del azar», español/francés, 2017 (Francia); «Teoría sobre la belleza», 2017 (Argentina); «La timidez de los árboles», 2018/2022 (Colombia/Uruguay); «Vértice», 2020, español/italiano (Italia); «Las certezas son del sol», summa poética, 2021 (España) y «El propio río», 2022 (Ecuador). Incluida en más de una veintena de antologías en diversos países. Magíster en Comunicación Institucional y Asuntos Públicos, y Periodista. Creó y dirige la Fundación Cultural Esteros, la Revista y el Encuentro Esteros. www.esteros.org.
CONEXÃO HISPÂNICA 2021-2023
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