En términos de arte, la sociedad actual acepta
sin duda la más variada gama de puntos de vista, incluso de posiciones estéticas,
pero previa revisión asociada a la crisis general del sistema. Los puntos de vista
y las posiciones estéticas suelen ser tratadas como supervivencias del siglo anterior
frente a” nociones” tales como postverdad y otras posturas teñidas de apariencia
eidética en el presente siglo, particularmente en el campo de la crítica de arte.
En poesía, muy especialmente, pero también
en otras formas de poiesis, hay una clara
división entre poetas del siglo XXI y los del siglo XX que continuamos escribiendo
en este siglo. Se trata esencialmente de la tradición poética, por una parte, y
por la otra, la modernidad cuya fecha de defunción en el siglo XX es el único tema
que mueve a discusión a los exégetas de la poesía del siglo XXI. La tradición poética
universal fue revisada cuidadosamente en el siglo anterior por poetas de la talla
de Eliot, y la modernidad fue considerada mucho más que un “recurso”, fue y es una
visión espiritual de la poesía. A caballo entre tradición y modernidad, escribieron
notables poetas del siglo XX, y hablo de poetas en las más diversas lenguas. Con
franqueza no veo sino este camino para escribir poesía en el siglo XXI.
1 | La tradición poética ofrece al
autor del siglo XXI, lo mismo que ofrecía en el siglo anterior: la continuidad de
las obras centrales escritas a lo largo de siglos y milenios. Esto quiere decir,
modelos básicamente formales cuyos cambios son necesarios de cuando en cuando, en
nombre de la lengua en la cual se escribe. Uno de los cambios más notables fue,
en inglés y en francés, a fines del siglo diez y nueve, el verso libre, cuyas dos
variantes, el verso libre total y el verso polimétrico no estrófico que puede ir
rimando a lo largo del poema sin seguir un metro fijo. El español y el portugués
adaptaron el verso libre con tanto éxito como si hubiera nacido en dichas lenguas.
Y bien, del heroísmo en la figura del poeta
a las desgracias políticas en la Francia de la segunda mitad del siglo 19, la modernidad
en poesía sigue caminos tan diferentes como los de Rimbaud y Mallarme. Dos de los
poetas que abrieron la puerta de la poesía moderna, tomando cada uno de ellos una
personal visión crítica de la modernidad en la sociedad. Esas formas de visión se
van perfeccionando con el paso de las generaciones en el siglo XX. A modo de rápido
ejemplo. En español, tenemos a Enrique Molina (que además traduce a Rimbaud) y en
portugués a Ledo Ivo, cuya poesía recibe el fuerte impulso de Rimbaud. Es útil recordar
a estos poetas rimbaudianos por el fuerte influjo que ambos han tenido y tienen
en la escritura poemática en sus respectivas lenguas.
La poesía de los autores jóvenes del siglo
XXI, que no escribieron nada en el siglo anterior, bueno, pues no sé, francamente,
si deben algo a poetas admirables como Enrique Molina y Ledo Ivo Suelo, ocasionalmente,
leer a los jóvenes poetas de hoy. Y no es frecuente encontrar en ellos textos de
algún valor, de alguna promesa, diría, en atención a su juventud.
Por otra parte, estos jovencísimos poetas,
creen que su naciente obra, ya no es moderna ni siquiera posmoderna. Demás está
decir que no tienen nada de tradición, ni siquiera una copla. ¿A quiénes siguen?
Me excuso de buscar una respuesta.
La modernidad, hoy por hoy, en lo que atañe
a los actuales críticos literarios, es un puro ayer. Pero el siglo XX es un puro
ayer también en dicho sentido aplicado a los sistemas económicos de concentración
de capital y desactualización de la tecnología económica del siglo XX.
2 A la escala de valores (individuales) sucede
la idea de promover los valores del grupo en la era de los ismos, que, francamente,
parece haber terminado en el siglo anterior. Así, se suele citar a innovadores más
bien pobres junto con otros de considerable valor. De hecho, la idea (y la práctica
clasificatoria de los autores en juego) abandona el criterio social de clase o casta
autoral privilegiada para democratizarse en los ismos (notablemente, muchos de sus
mejores representantes, abandonaron a estos ismos y regresaron a una clasificación
basada en los méritos (Tanto de la modernidad como de la tradición).
En el siglo XXI se practica una clara libertad
en la organización de grupos. El criterio, el único dominante, es en realidad una
condición práctica: lingüística o geográfica. Se producen antologías, exhibiciones
colectivas etc., donde la tónica es la variedad expresiva (o quizá estilística).
La tendencia es sustituir el criterio de selección por aceptación de la crítica
(ya casi inexistente salvo en los casos de textos de apoyo) o del público, por la
libre asociación de artistas y por la autogestión. Asistimos, en estas primeras
décadas del siglo XXI al desmoronamiento de la crítica de arte y literatura, entre
otras cosas porque el pensamiento crítico también se ha debilitado grandemente en
campos tan diversos como la política y la institucionalidad de valores sociales.
Pensemos ahora en el mercado de las artes
y de la literatura artística (no en cualquier otro tipo). Los circuitos, incluso
internacionales, existen en nuestra época. Los medios de distribución son obviamente
más pequeños que los grandes circuitos comerciales, pero satisfacen, de manera mínima,
a los creadores, los productores de obras de arte. Ello nos lleva a esperar que,
al menos, circuitos semejantes a estos seguirán existiendo a lo largo del siglo
XXI, y es también legítimo esperar que aumenten. Las capitales ricas en producción
artística, se van enriqueciendo más, aunque la imitación de los procedimientos comerciales
de los grandes comerciantes por parte de los pequeños no ayude a estos últimos.
Poco a poco, hay que ir separando a los intermediarios realmente artísticos de los
puros comerciantes. Hay que pensar en un futuro sustentable para muchas pequeñas
galerías y librerías si queremos ver un camino para las artes en el siglo XXI.
3 El elevado número de personas interesadas
en la poesía se opone en nuestros días al decreciente número de cultores de la poesía
que han merecido sobradamente el título de poetas, pero el número de los que se
llaman a sí mismo poetas es muchísimo más alto que el de los poetastros de antaño
o el de los aficionados con poco o ningún adiestramiento en el arte de escribir.
Esta realidad es posiblemente planetaria, pero, al menos, es una realidad bien conocida
en Europa y América. En cuanto a la pintura (la no desplazada por el arte conceptual
o por variantes de la performance), la situación es la misma que tenemos para la
poesía. Sin embargo, todo esto, es también historia y no proyección al futuro. Si
hablamos de cómo podríamos imaginar la obra de arte (especialmente la pintura y
la poesía) en el futuro, en este siglo a partir de ahora, será cuestión de hacernos
la pregunta fundamental: ¿Avanzar o retroceder para buscar la fuerza necesaria que
nos permita avanzar en la dirección que deseamos? El siglo XX tiene en ese sentido
ejemplos ilustres. Tomemos el caso de Borges, que luego de su temprana adhesión
al ultraísmo, regresa a las formas clásicas en busca del estilo que será finalmente
el suyo.
Un problema central para que la obra de arte
resulte verdaderamente contemporánea en estos días está en relación con la obra
como tal y la crítica de la recepción. La nuestra, la de este siglo, ha dejado de
ser una crítica apoyada en los juicios que nacen con la recepción de la obra nueva
para centrarse en aspectos de una abstracción del “deber ser” vinculado a veces
con la filosofía de la historia y abandonado a la historia del arte como especificidad.
Nos referimos aquí a la especificidad que hace que una determinada pintura reconozca
su origen en tal o tales obras del pasado y tal poema contemporáneo ofrezca todos
los datos necesarios para una filiación histórica propia de la historia de la poesía.
Adónde irá la crítica actual, lo poco que
aún queda de crítica literaria sobre todo y no la crítica de recepción de las letras
en el circuito universitario. Esta pregunta adquiere valor universal en el mismo
acto de ser formulada. La vulgarización de la crítica literaria tradicional en programas
de difusión masiva no sustituye en absoluto a la recepción social de la obra según
el crítico. En cuanto a la crítica universitaria actual, ella no abandona, ni aún
en los casos ilustres, el lastre del “deber ser” como imposición. En el mejor de
los casos, los catedráticos eminentes producen un pensamiento de valoración, creando
o resucitando valores universales. No es este un pensamiento crítico, porque no
está dirigido a la obra sino a un cierto tipo de lector académico.
Más sobre el punto precedente. La crítica
de arte, entendida como desmontar y juzgar la resultante deconstrucción, no emite
un juicio sobre la obra tal cual. Es, obviamente, un pensamiento sobre la obra deconstruida.
Este pensamiento es, o mejor, podría ser de gran utilidad para el creador en cuestión,
y tendría que asistirlo en descubrir cosas que él ignoraba mientras se encontraba
en el proceso de la creación. Sin embargo, no creo que su práctica alcance al destinatario
de la obra. Si en lo que resta de este todavía largo siglo XXI tiene lugar una búsqueda
de un camino nuevo para la crítica de arte, habrá que buscarlo fuera de la deconstrucción.
En términos de poesía, la crítica podría buscar un nuevo camino para la valoración
de los actos descriptivos de la crítica frente al poema a partir de las oposiciones
fundamentales que el texto presenta, que es la mejor muestra de crítica literaria
en Francia en el siglo XIX.
A esta altura de mi breve ensayo, debería enfatizar aún más mi convencimiento de que lo mejor que pudiera ocurrir con el destino de la obra de arte, incluyendo naturalmente al poema, en este siglo, es la revisión de las líneas tradicionales a la luz de una actitud comunitaria sobre la obra de arte, que, naturalmente, daría al pensamiento crítico una dimensión histórica que hoy, en estos dos decenio iniciales del siglo XXI, no podemos tener sino como continuación del mundo del arte ofrecido por el siglo anterior.
JACOBO RAUSKIN (Paraguay, 1941). Ha escrito numerosos libros de poesía. Entre ellos, La noche del viaje, Alegría de un hombre que vuelve, Espantadiablos, Las manos vacías y El refugiado. Su recientemente publicada Obra poética abarca dos tomos con más de cuarenta libros que vieron su primera edición entre 1963 y 2019.Referente habitual de la poesía paraguaya de la segunda mitad del siglo veinte y de lo que va del presente siglo, Jacobo Rauskin es autor de una obra renovadora, enmarcada en la vertiente humanista de la tradición latinoamericana. Es miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2007, en Asunción, y en 2012, recibió en Buenos Aires el Premio” Rosa de Cobre” a la trayectoria literaria, instituido por la Biblioteca Nacional Argentina. Una parte considerable de su obra se editó en Argentina. México y España.
JEAN GOURMELIN (Francia, 1920-2011). Magnífico diseñador cuya línea abarcó desde el absurdo y el humor negro hasta un enfoque metafísico. En todo momento, sin embargo, su obra se caracterizó por un intenso espíritu rebelde. Trabajó con dibujos animados, historietas, vestuario y escenografías, además de embarcarse incansablemente en el grabado, el dibujo técnico, la escultura, los vitrales, el diseño de papel tapiz, en cualquiera de estas motivaciones por el brillo de su inquietud creativa siempre encontró un lugar para el reconocimiento, y cerca de su muerte, fue honrado con una gran retrospectiva de su obra en la Biblioteca del Centro Pompidou de París en 2008, titulada “Los mundos de los dibujos de Jean Gourmelin”. Y de eso se trataba, pues de su pluma saltaban a la realidad infinidad de personajes, formando un mundo único propio de su visión fantástica, sin que en modo alguno pudiera enmarcarse en una línea plástica determinada. Entre lo erótico y lo bizarro, el surrealismo visionario y lo fantástico, especialmente en su dibujo en blanco y negro, Gourmelin fue un auténtico artista del siglo XX cuya obra evoca un universo personal donde se mezclan el horror y la belleza, en cuyas formas a veces imágenes distorsionadas interpelan conceptos de tiempo y espacio. Tenerlo como nuestro artista invitado, siguiendo la hermosa sugerencia del periodista João Antonio Buhrer, trae a Agulha Revista de Cultura una grandeza que ilumina mucho esta primera edición de 2023.
Agulha Revista de Cultura
Número 221 | janeiro de 2023
Artista convidado: Jean Gourmelin (França, 1920-2011)
editor | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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