sábado, 25 de março de 2023

MARCELO NOVOA | El nudo que perturba el hilo de la memoria, entrevista a Enrique Gómez-Correa

 

Le ubicábamos de antes, por supuesto, aunque vagamente, más por referente histórico (¿quién no ha oído hablar de los surrealistas?), que como poeta. Quien se interese por leer sus libros dará con el primer obstáculo, no existen o están a la venta en casas de anticuarios, como raras piezas de colección. Luego, buscará en antologías y allí sólo aparece con uno o dos textos, cuando le incluyen. Como él mismo me diría en el curso de estas conversaciones, siempre terminan poniendo el poema de la viuda, como si no hubiera otros… Ese fino humor negro, la más clara impronta surrealista, le ha permitido la ventajosa posición de estar ausente-presente, por más de cincuenta años, en medio de modas y modismos literarios. Estado que se volvió permanente a raíz de una cruel enfermedad que le tiene postrado hace más de una década. Allí, en el antiguo barrio residencial de Providencia, vive junto a Wally Bravo y un abigarrado museo producto de sus viajes por el mundo. Allí le visitan los jóvenes poetas que ven en él al último vidente de la secreta poesía chilena.

Hoy, tras fluidas horas de evocación y comentarios plenos de lucidez, sé que a Enrique Gómez-Correa (Talca, 1915-Santiago, 1995) se le estudia y conoce más en el extranjero, de hecho Octavio Paz le señaló en Los hijos del limo al momento de situar los más importantes poetas de la vanguardia latinoamericana. También me enteré que siempre le han estado publicando, tanto en inglés, alemán o francés, amigos desconocidos y conocidos lejanos que le estiman por igual. Sus 22 títulos lucen las portadas de los más connotados pintores del movimiento surrealista como Granell, Mayo, Herold, Magritte etc. A propósito, cuando le visité la última sesión, le encontré muy alterado, pero de indignación. Su texto más reciente (Las cosas al parecer perdidas) esperaba su publicación para este año en Editorial Universitaria, allí había señalado hasta la portada –un cuadro de Magritte titulado “La memoria perdida”– el cual fue utilizado como portada de otro libro por los mismos editores. ¡Y que esto pase en una de las editoriales más serias del país! Es para indignar a cualquiera… Provocadores, visionarios e incansablemente lúdicos, detonaron su poesía que retumbó en medio de la siesta talquina. Allí, Gómez-Correa fundó la fracción chilena del surrealismo en los años 30, junto a Braulio Arenas y Teófilo Cid –hoy, los tres fallecidos– manteniéndose fiel a su ideario estético-vital para siempre. Amigo cercano de Huidobro, colaborador de Pablo de Rokha, contrincante declarado de Neruda, fue un testigo privilegiado de uno de los períodos más bullentes de la literatura nacional: la Generación del 38. Entre escritores socialistas, nazis, un emergente Parra y un Gonzalo Rojas que no les perdía pisada, estos tres adelantados intentaron llevar la poesía hasta las últimas consecuencias, hasta donde el sueño y la vida cotidiana dejen de oponerse contradictoriamente, como declarara Braulio Arenas, interrogado sobre la impronta de La Mandrágora. Dejo constancia que sólo el tema de su penosa enfermedad –que él declarara enigmáticamente como producto de un contagio cósmico– y que aquí nos hemos reservado para obviar cualquier sensacionalismo, no aparecen transcritas en la presente entrevista, concedida por el poeta, un mes antes de su fallecimiento. Algún día se desatará el nudo que perturba el hilo de la memoria Algún día no habrán los extremos de sueño y vigilia y tú bella desconocida podrás tenderte libremente sobre la yerba del placer… (“Alicia en el país de las maravillas”)

 

MN | ¿Desde cuándo comenzó la poesía a habitar en usted?

 

EGC | Empecé a escribir desde muy joven, muchos poemas que después boté, porque antes del 40 tengo una gran actividad literaria y cantidad de material publicado en los diarios y un gran contacto con los poetas de Talca. Mire usted, siendo cabro chico, con no más de doce años, le escribí una carta a Jorge González Bastías, el poeta de las tierras pobres, de Infiernillo. Me responde que desea conversar conmigo y me invita que vaya a su casa. Me encuentro con un comedor típico de casa campesina, allí bajo el parrón, muchos invitados que no conozco esperan mi llegada. Él se sentó en la cabecera y a mí, todavía con pantalones cortos, me hace sentar en la otra, de poeta a poeta, me dice. ¡Y nos pusimos a conversar de lo lindo!

 

MN | ¿Cómo era la actividad literaria en el Talca de los años 30?

 

EGC | Todavía no existía una Sociedad de Escritores, pero los poetas se reunían en torno a los diarios como La Mañana, que sacaba un suplemento dominical, donde nos publicaban. También estaba el Liceo de Talca, con excelentes profesores. Así llegó el hermano de Braulio Arenas, quien había sido compañero con Neruda en el 10 Pedagógico, también escribía sus poemas, pero muy parecidos al otro, (yonecaraburlesca). Yo creo que desde allí me empezó a cabrear esa poesía para enamorar a la novia … (risas). Por ejemplo, este profesor Arenas nos hacía clases de Castellano y Filosofía, le digo que quiero hablar del Teatro español, pero que ¡necesito dos horas! ¡Y me las dio! Por otro lado, Braulio daba conferencias sobre Goethe, y Teófilo Cid estaba más cargado hacia Ortega y Gasset.

 

MN | ¿Cómo se conocieron los tres? ¿Estudiaban juntos desde antes?

 

EGC | Braulio llegó con su hermano desde La Serena, Teófilo lo expulsaron por mala conducta de Concepción. Hicimos muchas cosas, una adaptación moderna de Romeo y Julieta, tradujimos poemas de Goethe y Hölderlin. Empezamos a producir una irradiación muy grande en el liceo. Teófilo era un orador encendido y llegó pidiendo que lincháramos al rector, claro que después se retractó …

 

MN | ¿Qué autores les motivaban en ese entonces?

 

EGC | Ahí surgió el nombre de la Mandrágora. Leímos un libro de Heine que le contaba a Madame Stael quiénes eran los románticos alemanes. Le describía a Novalis y Arnim que nosotros después buscábamos y leíamos. Sobre todo libros raros. El libro más canallesco que se conoce, Degeneración de Max Lordau, me sirvió mucho. Allí el planteaba quiénes eran los poetas degenerados. ¡Y así conocí a Baudelaire, Mallarmé, Wilde, Verlaine! ¡Pero a todos los grandes! Los conocí como dicen los que juegan cacho, pidiendo poto, donde afirmaba él lo contrario, yo leía con más interés … (risas) Me acuerdo que Teófilo con Braulio estaban en la biblioteca cuando pedí un libro de Mallarmé, Teófilo se largó a reír: Ja! Ja! Ja! … Después se lo recordé, pero le echó su arreglada, se justificó diciendo que se reía porque era un soñador si pensaba encontrar a Mallarmé en la biblioteca de Talca.

 

MN | Por lo que usted me cuenta, eran excelentes lectores desde temprano…

 

EGC | Teófilo era un gran lector de la literatura española, mientras que Braulio y yo leíamos mucha literatura de los románticos ingleses y alemanes, después los franceses y así sin parar. Nuestra formación era sólida. En Santiago, nos permitieron bajar a la sección prohibida de la biblioteca Nacional, al infierno, allí nos pasamos tardes enteras leyendo de todo…

 

MN | Y los románticos españoles, ¿no entraban en esas lecturas? ¿Espronceda, Cadalso, Bécquer?

 

EGC | ¡Es que eran muy malos! Eran simples rimadores, como Bécquer, que mataba entre las niñitas enamoradas, pero de contenido, no había mucho. De los libros españoles, me interesaron los libros de caballerías, esos de antes del Quijote, que es el último libro de caballería contra la caballería. Me acuerdo de El caballero Invisible. Allí escarbábamos para encontrar la magia. Incluso, practicamos las ciencias ocultas por nuestra cuenta.

 

MN | ¿No fueron acusados de satanismo, como hoy que está tan de moda?

 

EGC | Imagínese que Talca era una ciudad feudal. Cualquiera que fuese distinto se lo señalaba con el dedo. Nosotros hicimos época, sacudimos Talca. Teófilo coronó una reina, Arenas a otra y yo, para no ser menos, me coroné a la reina del portón, porque su padre tenía una casa con un portón grande … (sonríe pícaro). Todas estas niñitas eran muy de sociedad y nosotros nos reíamos de todo eso. Pero era difícil la cosa. Dividían la calle por donde podían pasar los rotos, los de medio pelo y los seudo aristócratas. Y si alguno invadía ese terreno, el caballazo que le daban, tú no eres de aquí, eres de otro lado … Contra eso nos rebelábamos. 12

 

MN | ¿Cómo fue ese primer encuentro de los futuros mandragóricos?

 

EGC | Teófilo y Braulio iban un curso antes, en quinto humanidades. Yo sacaba una revista que era muy característica. Para poder colaborar en ella tenían que demostrar que habíanleído a Nietzclie y Schopenhauer … ¡De lo contrario, no entraban! Ellos sacaron otra, tirada más hacia la Revista de Occidente. Y cada uno costeaba su edición. Entonces el rector nos dijo que los esfuerzos se estaban perdiendo y nos propuso sacar una sola revista que el Liceo financiaría. Nunca nos pusimos de acuerdo. Ahí comenzamos a ser amigos, realizamos un sin fin de actividades. Nos tocó el Centenario de Goethe, tradujimos textos, los declamábamos. Braulio escribió un ensayo sobre el poeta que lo leía muy a la Espinoza (sesea imitándolo y uno tiende a imaginar al Braulio mozalbete, con grandes ojos saltones y el cabello al rape, en una reconcentrada pose romántica) … Cuando terminamos las humanidades en Talca, viajamos a Santiago. Arenas siguió Leyes, Teófilo se fue al Pedagógico y después me vine yo. ¿Sabe usted cuánto duró Braulio en la universidad? ¡Una hora! Porque le preguntaron en la clase de economía que hablara de los fisiócratas, que es una escuela que fundamenta los principios de economía en la naturaleza. Braulio tomó su sombrero y no volvió nunca más…

 

MN | ¿Ahí apareció el nombre de la Mandrágora?

 

EGC | Ah, gran discusión sobre el nombre. Descubrí en un libro de románticos alemanes a la mandrágora. También, cuando hice la adaptación de Romeo y Julieta, allí aparece. Julieta va a tomar el narcótico entre las tumbas y dice: ¡si yo me muero y encuentro a todos mis antepasados y escucho los terribles aullidos de la mandrágora! (se entusiasma y eleva su índice hacia el cielo raso). Después la encontré en las partes más inusitadas, en la Biblia, en el Cantar de los Cantares, donde dice: ya se sienten los olores de la mandrágora … En esa misma época, exhibieron un film alemán titulado El Golem, que trataba de la mandrágora. Entonces les dije que hiciéramos una revista con ese nombre, de grandes connotaciones mágicas, pero Braulio se obstinó en que le llamáramos en alemán… ¿Pero, por qué, si la revista está escrita en castellano porfiaba yo? (se pasa la mano por los escasos cabellos, como si volviese a estar en medio de la intrincada discusión). Nadie cedía un ápice. Llevamos la discusión donde Huidobro. Este miró a Braulio, ¡su perfil era de diaguita puro! (se sonríe burlón) y le dijo, ¡señor Arenas, por qué se quiere hacer el alemán? … y salió la discusión (risas)

 

MN | Pero la idea de la Mandrágora, el germen surrealista lo traían desde antes, ¿no?

 

EGC | En Talca se produce una reunión alquímica. Allí donde nací, con ese olor de los viñedos, el orujo que va quedando, nace el alcohol. Y llegaba del norte Arenas que eran los metales. Y del Sur, Teófilo que era el agua. Allí se conforma la mandrágora, esta cosa alquímica muy fundamental, de creación pura … (su voz se torna misteriosa, bajando hasta casi el susurro inaudible). También me fascinaba subir a la cordillera y encontrarme con peces petrificados, fósiles antiquísimos. Había allí un estero con aguas calcáreas, uno metía un zapato de mujer y se convertía en piedra, ¡era la transformación, la creación total desde las mismas entrañas de la tierra!

 

MN | ¿Qué escritores o pintores de ese primer minuto podemos rescatar aquí?

 

EGC | Eugenio Ivaudurrazaga, pintor que se quedó en Talca. Estaba Fernando Onfré que después se perdió. Estuvo Rosemblat, que nunca fue surrealista, pero presenció muchos actos nuestros. Juan Sánchez Peláez, un venezolano. Y por supuesto, Jorge Cáceres. En ese entonces tenía quince años y se integró de inmediato con nosotros. Omar Cáceres que era un excelente poeta, pero muy trágico. Lo encontraron muerto, botado junto al Mapocho, parece que lo asesinaron. Se juntaba con gente muy peligrosa, vivía el lado oscuro de la vida. Carlos de Rokha nos adoraba, mientras su padre nos renegaba diciéndole (imita la voz aguardentosa y tronante del poeta de Licantén) ¡No seai guebón, tú coi mucho más grande que esos mandrigora que son unos canallas! (risas). Y eso que él escribía una poesía muy fina, llena de adjetivos, a diferencia de De Rokha que sacó su nombre de un poeta llamado Almafuerte, donde todo tenía que ser grande, colosal. Nos decía, ¡tráiganse un poema bueno, pero que sea largo!

 

MN | Es sabido que ustedes eran más cercanos a Huidobro, ¿qué relación sostenían con De Rokha?

 

EGC | Nos convidaba a comer a su casa que quedaba por La Cisterna. El pan no se traía en panera, no, se traía en uno de esos canastos de lavandera y se dejaba caer en medio de la mesa, ¡una piráinidedepaii! Asíalo grandioso … Y el vino lo tenía en un chuico debajo de la mesa entre sus piernas … Una vez convidó a Braulio y a mí a una comilona y empezamos a imaginar qué iría a pasar, así nos fuimos hablando y riéndonos, desde la estación Mapocho hasta La Cisterna, ¡pero no sabíamos que detrás de nosotros venía Carlitos de Rokha! Al llegar donde Pablo, que estaba sentado al medio, le dice, este parcito se ha venido mofando de usted todo el camino… Se hizo un silencio, eso que la casa estaba repleta y una cabrita chica con una de esas primeras radios portátiles metía una bulla (risas), Pablo se empezó a curvar como araña y nos dice: ¡angelitos, gusanos, ustedes son unos gusanos, yo soy un genio! ¡Usted lo dice y nadie más! le contestamos y empezamos a agarrarle para el chuleteo, porque Pablo era muy lento para contestar. Estaba Julio Barrenechea que dijo: ¿por qué no hay paz y serenidad (imitándolo con la misma voz nasal de Neruda)?, y nosotros contestábamos, ¡qué habla usted que se ha pasado toda la vida entre Pablos y medianoche! Gran carcajada y silencio del aludido. Pablo de Rokha entonces me dice, ¡usted es un insolente, lo desafío a un duelo!¡ y si no tiene pistola, yo se la presto! Conteste: para que sea un verdadero duelo, hay que hacerlo al amanecer y entonces De Roba dijo, voy al matadero, no se mueva nadie. Volvió con un cordero, lo asaron y seguimos comiendo … Nadie se acordó del famoso duelo.

 

MN | Más famosas fueron sus disputas con Neruda. ¿Hicieron alguna vez las paces?

 

EGC | Nunca. Nosotros nunca quisimos acercarnos, mandó muchos emisarios. Hasta ahora, Jorge Edwards niega que fue uno de esos correos… Una vez me invitó con ocasión de la visita del novelista brasilero Jorge Amado, que iba a cocinar unos platos típicos y me aseguró que no iba a ver nada de chimuchina, que así llamaba a los obreros. Le dije que no, porque se va a prestar para habladurías. Si grabáramos, estaría de acuerdo. No, me dijo, por ningún motivo. Y no fui.

 

MN | ¿Cuál era la principal diferencia con Neruda?

 

EGC | Mire, en primer lugar, su calidad de plagiario. Desde chico fue bueno para copiar, desde la escuela en Temuco cuando se sentaba al lado de Juvencio Valle. A él le pregunté después si le copiaba allá y me dijo que no tanto como yo le inventaba… (risas). Empezó copiándole a Sabat del Casi (?) en El Hondero Entusiasta (Desconozco la referencia, pero no quiero interrumpir su entusiasmo), después a Tagore lo copia a rajatabla, en Rangún traduce a Blake y saca versos para Residencia en la Tierra, lee Piedra y Cielo del poeta argentino Rainponi y sale con Alturas de Machu-Pichu. ¡Buenazo para el plagio! Lautréamont dice que el plagio es necesario, pero no hay que abusar… (se ríe largamente, celebrando su ocurrencia). Por otro lado, también fueron sus concesiones al partido comunista, desde Canto General en adelante, le pedían un poema sobre los chinos y lo hacía, después se peleaban con Mao y tenía que escribir uno en contra. Mucho cambio de escenario… no era bueno para el poeta, menos para su poesía.

 

MN | En ese sentido, los surrealistas franceses también.

 

EGC | Hay una parte marxista del movimiento y algunos quedaron, como Aragon o Soupault, para siempre dentro. Magritte que era del movimiento surrealista belga y comunista de toda la vida, nunca trancó su pintura con los dictámenes de la pintura socialista, esa del puño levantado. Aquí en Chile, Arenas partió siendo marxista-leninista-stalinista ¡todo junto! (risas) y después terminó escribiendo para los militares… Recuerdo que después de un Primero de Mayo, Huidobro se hizo coronar en su casa. Esto coincidía con que Santos Chocano se había hecho coronar por el presidente peruano en un acto carnavalesco. Llegué a su departamento y estaba todo arreglado con las banderas del partido, con la hoz y el martillo por todos lados. Entonces veo avanzar a Volodia Teitelboim con unas coronas de laureles hacia Vicente y coronarle como gran poeta revolucionario, libertario y no sé cuántas huifas más. No lo podía creer, estuvieron cerca de los comunistas …

 

MN | En cambio, su postura política ha sido siempre la…

 

EGC | Exacto. Siempre fui y sigo siendo independiente. Estuve con los radicales en el 46, pero como independiente. Fui Presidente del Comité Nacional de Profesionales. Entonces, todos trataban de obtener un puesto con González Videla. Pero yo participé en una sesión del Congreso y ataqué duramente las medidas tomadas por el gobierno. Ahí también estaba Arturo Alessandri, como presidente de la Papelera. Y me gané la enemistad de los radicales, pero aún así, Jorge Alessandri –a quien me había enfrentado– apoyó mi entrada al Ministerio de Relaciones Exteriores. Allí comenzó mi carrera consular, primero en Yugoeslavia, luego en Ginebra, después el Medio Oriente y finalmente, Guatemala. Entonces llegaron los militares que después me echarían a patadas … Al final, ellos pensaban que me habían castimisma… gado con enviarme a Guatemala … ¡Pero si allí estaban todas las ruinas mayas! Dejé al general con cara de lagartija, que me habían puesto como superior, haciendo y deshaciendo, no veía una el pobre… Y visité todas las ruinas, conocí a descendientes de brujos mayas, asistí a sus rituales y sacrificios. Salí ganando ¿no cree usted?

 

MN | ¿Cómo se conocieron con Huidobro? ¿Por separado o como agrupación surrealista?

 

EGC | Le conocíamos ya corno escritor. En el año 35, después de un acto en la Universidad de Chile, nos fuimos para su casa y allí empezamos una larga amistad. Él siempre fue contrario al surrealismo. En Vientos Contrarios dedica como cuatro páginas a hablar mal y por eso en París nunca le aceptaron. Ahora la familia inventa que poco menos que Francia le bendijo. Ninguno de los que están en la Fundación le conoció directamente, incluso, se va a reír usted, los nietos no conocieron a Huidobro … Una vez, frente al Crillon, iba entrando Vicente a tomar un aperitivo, cuando le mostraron un niño y le dijeron que ese era uno de sus nietos. Era la oveja negra de la familia. Conocí a sus hermanos, a Domingo que tenía una plantación de claveles que él misino cuidaba como maniático, nadie le podía tocar sus flores. Entonces fuimos con Vicente a visitarle, mientras le iba hablando, yo iba escondiendo los claveles que él me iba pasando. ¡Robando flores como niños! Sus hermanos le estimaban, le visitaban, pero no le tomaban muy en serio.

 

MN | ¿Y los surrealistas franceses, qué opinión tenían de Huidobro?

 

EGC | Los franceses no lo tragaban, porque se inventó un autosecuestro para llamar la atención, pero se supo que era un embuste y nunca se lo perdonaron. Por eso mismo, después se portó mal con ellos. Los intelectuales franceses durante la ocupación nazi se fueron a Marsella, pensando en emigrar a Chile. Le escribieron a Huidobro y él pudiendo ayudarles, pues su primo era el Ministro de Relaciones Exteriores, dijo que no, que ya teníamos suficientes judíos en nuestro país. Imagínese usted lo que habría sido este país, cómo estaría Santiago ahora. (Indignado) ¿No ve que se fueron a Nueva York, con Duchamp y los demás! (Se pone más serio). Él pensó que le iban a hacer sombra. Pues era megalómano, había batido los records en todo orden de cosas. No lo hubiera resistido. La Mandrágora proclamó los fueros del mal Y lo negro invadió sus habitaciones Donde la magia reinaba a sus anchas La Mandrágora fue desinteresada hasta las lágrimas Ahora lo recuerdo Había demasiado mal en el mundo Para seguir insistiendo Y nos recluimos en el silencio… (“El peso de los años”, fragmento VIII)

 

MN | De los poetas fundadores de la Mandrágora, Teófilo Cid resultó ser la figura trágica, admirado por los poetas más jóvenes. ¿Podría contarnos algo acerca de él?

 

EGC | Era un chorro de agua, siempre fluyendo, siempre llamando a la revuelta. Pero, también, un gran sentimental. Cierta vez fue expulsado de La Mandrágora, me siguió en tren y pidió de rodillas que lo dejáramos volver. Era exaltado, pero no tenía el valor para seguir hasta las últimas consecuencias.

 

MN | ¿Y su transformación tan radical de dandy a mendigo, usted la vivió?

 

EGC | Cuando hablé en su funeral, allí quedó subrayada mi frase, Teófilo Cid, máster de la noche, en el doble sentido de maestro y profesor de la bohemia. (Su voz suena melancólica) Se le encontraba en los bares, viviendo en forma arrastrada y así fue como terminó en la inopia. Durmiendo en las escalinatas del Club de la Unión, las cuales antes subía como Jefe del Protocolo. ¿Puchas! Cada vez que lo recogían, había incluso que despiojarlo y volvía a la misma vida. En Estados Unidos iba a visitar a Rosamel del Valle y pasaba lo mismo… Tenía una inclinación masoquista. Algunos dicen que terminó así por culpa de un gran amor, la famosa Flor, que se murió. La llamábamos la flor azul de los románticos y parece que quedó para siempre con ese amor perdido, no realizado.

 

MN | ¿El renegó públicamente del surrealismo?

 

EGC | Teófilo renegó más por conveniencia que por convicción. El surrealismo no le daba para vivir, no le producía dividendos. Ahora, él nunca nos atacó directamente. En “Hasta Mapocho, no más”, él roza a la Mandrágora. Nos trata bien, pero desabridamente. Acomodado por el lado oficialista, de Ibañez del Campo. Se dejó estar, pero casi desde joven. Se farreó toda su herencia. Mientras estuve en Francia, desde el 49 al 51, en esos tres años, Teófilo se gastó una pequeña fortuna que le había dejado SLI padre, incluso con una isla, la cual quería yo que la transformáramos en la isla-mandrágora. ¿Se imagina usted? Íbamos a sacar su traducción del Marqués de Sade, hasta hice el prefacio. Pero ahí quedó y se perdió para siempre. Mientras estábamos con él, lo aconsejábamos, pero nos alejábamos y se echaba para atrás. ¡Se arrepentía de todo! … Entonces empezó a declinar. Le rogaban para que le hiciera los discursos a los ministros, como me oye, le rogaban que fuera a firmar siquiera, hasta que lo echaron del consulado. Se curaba y vendía todo, el abrigo por un trago de vino … Hasta el último estuve con él, pero siempre estaba cayendo.

 

MN | ¿Él era el aristócrata de la Mandrágora?

 

EGC | No, quizás el que tenía más plata. Su papá que fue funcionario de ferrocarriles, le dejó propiedades y bastante dinero. Recuerdo que el año 49 se encachó con la hermana de Pablo de Rokha [se ríe de mi cara de asombro] y ambos se gastaron todo ese plata1 y después cuando quedó en cero, para más remate, ¡ella lo pateó!

 

MN | ¿Y Braulio Arenas?

 

EGC | Nos unió una gran amistad. ¿Sabe? Hacia el final, cuando anduvo en todo eso tan vergonzoso, ¡él mismo con los papeles del premio nacional a cuestas! [Se nota que el tema es doloroso, aún de recordar siquiera]. Vino a mi casa y me dijo: Enrique, tú tienes tu profesión, familia, tus hijos, casa, todo … ¡Yo no tengo nada! … Le tenía horror a la pobreza … [Se interrumpe y ya no quiere hablar del tema].

 

MN | “Una vez el azar se llamó Jorge Cáceres”, escribió Gonzalo Rojas. Háblenos de él …

 

EGC | Él se nos acercó después de una conferencia y nos dijo, estoy totalmente de acuerdo con ustedes, quiero que lean mis textos y si quieren los publican. Él nos había visto antes, en un momento en que nosotros estábamos en la Universidad de Chile insultando a Neruda, en el año 39. Ahí armamos esa pelotera y él se unió a nosotros sin restricciones. ¡Y era casi un niño! Jorge Cáceres estaba interno en el Barros Arana, donde era inspector Gonzalo Rojas, el inspector Rojas le decía, porque lo odiaba, no lo podía ver … Un jovencito extremadamente fino y elegante. Paralelamente era bailarín, lo vinimos a descubrir en el Teatro Municipal bailando en el ballet de Uthof. ¡Como primera figura! … Su padre, nos enteramos después, porque su vida era un misterio, tenía una gran sastrería. Entonces él aprovechó mucho para sus collages los maniquís y los moldes, todo ese ambiente, lo mismo que el primer surrealismo de Chirico, Ernst y muchos otros. Después en el 48 realizó un viaje a Francia y tuvo gran aceptación, incluso la portada de ese número de la Revista Surrealista la hizo él. Regalón de Breton, todos le querían mucho, le llamaban ¡el gran Jorge Cáceres! Al año siguiente, yo estaba en París y me enteré de su muerte por un cable de Arenas. En su escritorio se encontró una carta que me estaba escribiendo, donde me preguntaba por París, por sus calles, lo que estaba viviendo…

 

MN | Su muerte aún sigue siendo un misterio…

 

EGC | Totalmente. Vivía solo en un departamento y lo encontraron apuñalado. Nunca se supo si lo asesinaron para robarle o fue una venganza entre homosexuales. Busqué en todos los archivos, durante meses, apenas volví a Chile y no encontré ningún proceso en ningún juzgado del crimen. Misterio absoluto. Gran pesar por su pérdida, aquí y en París.

 

MN | ¿Otros poetas que estaban cercanos al surrealismo, como Rosamel del Valle y Díaz-Casanueva, mantenían ustedes vinculaciones literarias con ellos?

 

EGC | Por supuesto. Nosotros gestionamos con Juan Sánchez Pelaez, que fue editor de Monte Avila, la edición de unas antologías de los poemas de Rosamel y Humberto en Venezuela. No olvide que también estaba Carlos de Rokha. Fue la primera víctima de la Mandrágora (se sonríe). ¡Porque se arrojó de un segundo piso siguiendo los consejos que dábamos en el primer número de la revista! (risas). Winett siempre nos lo sacaba en cara. Luego se suicidó, estaba desesperado por su alcoholismo. Pero nosotros éramos extremadamente difíciles, no se crea … En el número 7 de La Mandrágora atacamos a todo el mundo, ¡todos sin excepción!, incluidos Teófilo, Gonzalo Rojas, Díaz-Casanueva … Excepto Rosamel, quien hubiera sido un excelente aliado. Lúdico, siempre disfrazándose, con una hermosa poesía con fuerte carga onírica. Lo que es y lo que no es Como en el juego de la margarita que se deshoja Y traza los designios del amor Del amor que te hace perder la razón Y que te hace disparar tu revólver al cielo En la creencia que las estrellas son pájaros Pero si bien te fijaras y recobraras la razón Verías que son peces Con el brillo de las estrellas Y el vuelo de los pájaros… (“El nombre de pila”, fragmento XLVIII).

 

MN | Pasando a su poesía, en ella predomina lo visual. Háblenos de este aspecto.

 

EGC | Existe una gran correspondencia entre el pintor y el poeta. Lo que él va viendo, el otro lo va trasponiendo a la palabra. Mi texto sobre Magritte (Me obliga a buscarlo entre sus papeles. Me entusiasmo con títulos de surrealistas franceses y latinoamericanos inencontrables. Pero no quiere que me distraiga, me apura. Da indicaciones certeras, parece conocer de memoria su biblioteca). “El espectro” de René Magritte (1948) aparece como bibliografía obligada para entender su obra pictórica y va comentando cada pintura a través de un poema. Ce van reflejando las equivalencias entre lo visual y el lenguaje, como en la arquitectura del poema, el ritmo y la imagen.

 

MN | Otra vertiente de su escritura es más bien fantasmagórica, con apariciones y desapariciones, ¿de dónde proviene esta imaginería?

 

EGC | Proviene directamente del inconsciente. A veces quería escribir una cosa y se me iba para otros lados. Casi toda mi escritura proviene del automatismo psíquico. Es una coherencia interior. Si uno lee en voz alta, carece de sentido, pero si los va juntando, aparecen relaciones totalmente insólitas. Y este proceso no es único de mi poesía, también está en Braulio Arenas. Aunque, por supuesto, lo recorren los grandes autores de la poesía romántica como una influencia constante.

 

MN | El tema del amor, en todas sus variantes, desde el erotismo a la alquimia, está siempre presente en su obra. Recordemos algunos títulos suyos: La noche al desnudo (1945), El calor animal y Zonas eróticas (1973), La pareja real’ (1985). ¿No es ésta una traición a la vanguardia al usar un tema tan trillado?

 

EGC | El amor es uno de los grandes temas de la metafísica occidental. Están las bodas alquímicas. Todos los elementos reuniéndose. Primero estaba el uno que era la perfección, luego la dualidad que es el amor, pero con la trinidad aparece la energía intangible, que yo llamo la potencia poética, esa que es representada por una llama sobre las cabezas. Algo intangible pero que existe, es real …

 

MN | ¿Usted consumó el amor alquímico?

 

EGC | Yo no sé si lo consumé. Pero en el fondo creo que así fue … Porque uno intenta, intenta alcanzar el límite del ser. Siempre más cercano al amor místico. Por ahí va la cosa ¿no?

 

MN | ¿Cómo Enrique Gómez-Correa compatibilizó la poesía con las leyes?

 

EGC | Siempre ha habido casos de poetas-abogados. Goethe, sin ir más lejos. §Y era buen abogado! (risas). Traté de poetizar lo árido. Porque el poeta todo lo que toca lo transforma en oro filosofal, al igual que los alquimistas. Siempre la intención es acercarse más y más al misterio. ¡Acuérdese que mi memoria de titulación fue sobre la locura! Yo llevé una duplicidad de vida. Los otros abogados me preguntaban sobre esos poemas tan raros, les decía que los escribía mi hijo, que se llama igual que yo y se quedaban muy tranquilos …

 

MN | ¿Luego, con la diplomacia pasó lo mismo?

 

EGC | Recuerde que Saint-John Perse era diplomático de carrera. Y claro que viajé, también. Durante mis quince años siendo funcionario consular, no conocí tanto inundo como en mis anteriores viajes particulares. Desde el Extremo Oriente hasta el África. (Recuerdo haber visto fotos suyas vestido de monje Zen, luego, junto a la Mezquita de Darnasco, siempre como viajero incansable, siempre a punto de partir…). Y cuando me quedaba sin dinero, volvía a ejercer, reunía lo suficiente y vuelta a partir. ¡En un día, ganaba más como abogado que con el mes de sueldo del Ministerio de Relaciones! … Tenía un abrigo negro elegantísimo y cuando entraba a alegar a la Corte, me veía impresionante, como un príncipe (risas) y eso provocaba un gran efecto teatral. Ganaba al tiro los pleitos. ¿Sabe? Me di la gran vida, ¡pero la gran vida! No me arrepiento de nada …

 

MN | ¿Qué le diría Enrique Gómez-Correa a aquellos que piensan que el surrealismo ha muerto?

 

EGC | Siguen existiendo poetas surrealistas, incluso en Chile hay nuevas generaciones interesadas en la experiencia límite del surrealismo. Mire usted, el surrealismo es la libertad extrema. Es la revuelta permanente. Ahora que han caído todas las utopías, que el hombre se quedó sin misterios. Y recuerde que el acto surrealista por excelencia fue desatar a la imaginación ¿me comprende usted? Allí donde sea que se esté gestando un cambio radical, las futuras revoluciones, seguirá siendo necesario el surrealismo. Santiago, 10, 13 y 22 de junio de 1995.

 

  


MARCELO NOVOA (Chile, 1964). Poeta. Estudió Licenciatura y Pedagogía en Literatura. Ha publicado Minorías (1988) y Arte Cortante (2002). Se ha desempeñado como professor, crítico literário y produtor de programas culturales.

 

 



CHRISTINE BOUMEESTER (Indonésia, 1904-1971). Nossa artista convidada se expressou através de colagens, óleos, litografias, desenhos, aquarelas. O ritmo de sua plástica define a presença de modulações sugestivas, delicadas passagens de cores e formas, em atmosfera quase onírica. Casada com o gravador Henri Goetz – que ela conheceu em Paris, para onde se mudou, em meados dos anos 1930, após residência em Amsterdã, cidade onde realizou sua primeira individual–, o casal descobre no Surrealismo uma significativa afinidade que definiria sua linguagem. As relações resplandeciam: Picasso, Breton, Éluard, Wilfredo Lam, Hans Arp. Com a chegada da 2ª Guerra Mundial, Christine e Henri se recolhem na pequena Carcassonne, ao sul da França, e ali se encontram com alguns integrantes do grupo surrealista belga (Raoul Ubac, René Magritte, Louis Scutenaire) e, juntos, fundam a revista La main à plume, que resistirá de 1941 a 1944. Após este período Christine realiza uma série de exposições e é celebrada pela crítica como uma relevante artista abstrata, embora essa abstração seja fruto não de uma evasão de sentido, mas antes do recorte de uma paisagem onírica onde a artista busca precisar novos valores imaginários.




Agulha Revista de Cultura

Número 226 | março de 2023

Artista convidada: Christiane Boumeester (Indonésia, 1904-1971)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023

 


∞ contatos

Rua Reinhold Schroeder, 3545 Indaial SC 89086-370 BRASIL

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

 

 

Nenhum comentário:

Postar um comentário