Sin
embargo, antes de hablar un poco más sobre el Expresionismo Alemán, me gustaría
recordar que la Historia del Arte del siglo XX se centró sobre todo en analizar
y mostrar, una y otra vez, el arte del Renacimiento italiano; por lo cual
muchos otros movimientos han sido poco difundidos. Es el caso específico de Las
Puertas de Ghiberti (1378-1455), conocidas por todas aquellas personas que se
hayan interesado, poco o mucho, por el arte florentino. No obstante, el trabajo
en bronce de Las Puertas de Bernward (1015) y de La Columna de Cristo (1020),
de la Catedral de Hildesheim, denotan un florecimiento extraordinario en las
artes alemanas del Medioevo; siendo prácticamente desconocidas no sólo para los
neófitos sino para muchas personas que se precian de conocer un poco el arte
occidental.
Gabriele
Münter, junto con Paula Modershon-Becker (Alemania, 1876-1907), es uno de los
íconos de la pintura expresionista. Compañera sentimental de Kandisky por
espacio de varios años, incursionó en la pintura abstracta desde muy temprano.
Después de la II Guerra Mundial se dedicó en cuerpo y alma a la difusión de Der
Blaue Reiter. Consciente de su genialidad decidió donarle su obra a la ciudad
de Munich.
En
cuanto a Natalia Sergejewna Goncharova, de espíritu autónomo, rebelde,
contestaria, desde muy joven se vio envuelta en persecuciones moralistas que la
acusaban de moverse en círculos de pornografía. Su talento sobrepasaba el
interés por la pintura, ya que siempre le interesó trabajar como decoradora de
compañías de ballet clásico; habiéndose desarrollando plenamente en este campo
cuando decidió instalarse definitivamente en París.
Así
que en 1905 retoma nuevamente las riendas de su vida y con ella los pinceles.
En 1909 crea, junto con Kandisky y Franz Marc, La Nueva Asociación de Artistas
de Munich, en 1912 la abandona y participa en la primera exposición de Der
Blaue Reiter, organizada por la Galería Sturm de Berlín y además se convierte
en una de sus principales teóricas. Muchos de los postulados artísticos que se
le atribuyen a Kandinsky son En realidad, postulados de Marianne von Werefkin.
Kandinsky la respetaba y admiraba; era consciente de su gran capacidad
analítica y crítica y de su gran visión artística; no en vano había dirigido
con gran éxito la galería de arte que exhibía la obra de Von Jawlensky. Un año
después Marianne von Werefkin forma parte del Primer Salón del Otoño Alemán,
que acoge la vanguardia artística europea. En 1917 conoce a Rilke, y en 1918 se
instala en Ascona. En 1924 funda Der Grösse Bar, en el cual participan los
pintores Walter Helbig, Ernst Frick, Albert Kohlen, Gordon McCouch, Otto
Niemayer y Otto van Rees.
Ni
la maestra ni las niñas tienen rostros definidos, llevan una máscara que las
hace iguales, carecen de futuro, son ovejas que van por su propia decisión
rumbo al sacrificio. Un sacrificio por lo demás inútil, puesto que la sociedad
que lo exige lo considera incluos fútil; como si la profesora y las niñas no
tuviesen otra escapatoria distinta a la muerte; En realidad, son cadáveres que
se pasean antes de quitarse el disfraz que oculta su terrible soledad.
Nadie
mejor que ella para entender el dolor humano, y lo plasmaba, incluso, en una
extraña mezcla de “realismo onírico”. Cuando hago esta aseveración es
básicamente al observar el cuadro que se titula “La Mujer de la Linterna”,
1910. En él se representa a una mujer, que puede también ser un monje medieval,
paseándose por un paisaje invernal, desolado; es una persona abatida por la
vida, su joroba habla de una vida ruda y un ambiente inhóspito. Al observar la
obra pictórica siento el frío corroerme los huesos y el viento helado me pega
en la cara. Sin embargo, el color rojo, caro a los fauvistas, está presente en
toda la pintura; en ella, dos cerdos duermen plácidamente, como si no les
esperara un triste fin, ajenos al drama de la mujer que se aproxima con la
linterna.
BERTA LUCÍA ESTRADA (Colombia, 1955). Es escritora, poeta, dramaturga, crítica literaria y de arte, autora del blog El Hilo de Ariadna del diario El Espectador (Colombia). Integrante y del PEN Internacional/Colombia. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado trece libros, entre ellos La route du miroir, poesía (2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético (2012), y ¡Cuidado! Escritoras a la vista…; Todo lo demás lo barrió el viento, La Trilogía de la agonía que comprende las siguientes obras: El museo del Visionario (obra de teatro patafísica), Naufragios del Tiempo y Las sombras suspensas (Trilogía escrita al alimón con Floriano Martins). (2021). Y con el sello de ARC Edições y Editora Cintra fueron publicados los dos tomos que conforman El oficio de escribir (Ensayos críticos, 2020). Ha recibido cinco premios de poesía.
DORIS SALCEDO (Colombia, 1958). La obra de Doris Salcedo parte de la memoria de la violencia política. Da forma al dolor, el trauma y la pérdida, creando un espacio para el duelo individual y colectivo. Se trata del insoportable vacío que deja la desaparición. En él, la presencia de los objetos suele representar ausencias. Aunque su trabajo se desvía de las convenciones de los lenguajes artísticos, se puede decir que es escultora: crea espacialidades y objetos que transmiten historias y condensan experiencias humanas. La obra está impregnada de una urgencia que dice no poder contener: ante la tragedia, la muerte sin sentido y la violencia desmedida. Son obras sobre la muerte y humillación de los emigrantes, sobre la guerra y la muerte violenta de jóvenes colombianos a manos de mercenarios. En 2003 participó en la Bienal de Estambul y apiló 1600 sillas que recogió de diferentes lugares. Una pieza, de volumen y escala similar a los edificios circundantes, que pretendía crear una topografía del terror de las migraciones en el mundo global. Cuando, en 2007, realizó “Shibbolett” para la sala de turbinas de la Tate Gallery de Londres, abrió una rendija de 167 metros que recorría todo el suelo del espacio. Era como si hubiera ocurrido un terremoto allí. Todavía se pueden encontrar rastros de este trabajo en el piso del museo de Londres y Doris habla de su permanencia como una cicatriz permanente.
Agulha Revista de Cultura
Número 227 | abril de 2023
Artista convidado: Doris Salcedo (Colombia, 1958)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
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