Obra impar que desde
lo regional trasciende a lo universal, en lo temático, y de la tradición a la ruptura,
en el tratamiento del lenguaje, a tal punto que al profesor Ricardo Nervi le ha
hecho preguntarse: ¿podría constituirse Bustriazo
Ortiz en una de las voces más íntegras, auténticas y originales de la Argentina?
y al poeta Cristian Aliaga decir de su poética: Su relación de hondura metafísica con el paisaje, su empatía con los habitantes
del campo y los arrabales —y en definitiva su precisión verbal para revelar realidades
profundas a través de un lenguaje de efecto chamánico o encantatorio—, sitúan su
obra en un lugar impar dentro de la de sus contemporáneos.
Bustriazo Ortiz nació
en Santa Rosa, provincia de La Pampa, en 1929. Su padre era oficial de policía y
como lo destinaban con frecuencia a distintos pueblos, la familia entera se trasladaba
y vivía en variopintos lugares de la región. Esto tal vez signó el carácter itinerante
que iba a colorear la vida posterior del poeta.
A los diecinueve años
se incorpora a la Policía del Territorio como radiotelegrafista y lo hace durante
once años, al término de los cuales renuncia para realizar diferentes oficios: es
aprendiz de tipógrafo y linotipista en el diario Arena de Santa Rosa, y más tarde
corrector de pruebas, en ese mismo diario y en el diario Río Negro. Fue también
minero e integró grupos de trabajo en campamentos durante labores topográficas.
Por esa misma época abrazó la vocación arqueológica y recorría los médanos de Santa
Rosa buscando restos indígenas, piedras y elementos de alfarería utilizados por
los nativos en otros tiempos.
Entre tanto escribe
poemas, va a peñas y conoce artistas, muchos de los cuales musicalizan varias de
sus composiciones. Bustriazo Ortiz se hace peregrino nocturno y ese peregrinaje
lo lleva a conocer muchos de los personajes e historias que formarían gran parte
del material de su obra. Él mismo lo dice así: Recuerdo que andaba yo por la noche, recorriendo las peñas. Y después me
iba solo por ahí a buscar inspiración. Y ahí nacían los libros… La inspiración bajaba
del cielo… Era algo que me venía de arriba, como si Dios me la mandara. Yo sentía
que me dictaba los poemas. Venía todo en orden perfecto: título del libro y los
poemas.
Elegías de la piedra que canta
Sus primeros escritos
datan de mediados de los 50. Además de los libros publicados: Elegías de la piedra que canta (1969), Aura del
estilo (1970), Unca Bermeja (1984), Los poemas puelches y quetrales (1991) y El
libro del Ghempin (2004), muchos de sus poemas fueron reunidos en dos volúmenes
diferentes.
A mediados de 2008,
Ediciones en danza publica Herejía Bermeja,
que reúne textos de sus libros publicados y también inéditos como Las Yescas. Canciones del enterrado, Canción
rupestre, Caja amarilla etc. Por su parte, la editorial Amerindia se propone
iniciar la edición sistemática de su obra completa, tal cual ha sido definida y
ordenada por el autor. Así, a fines de 2008 aparece el tomo I de Canto Quetral que reúne los primeros seis
volúmenes de su obra.
Durante el tiempo que
Bustriazo Ortiz estuvo internado en un hospital psiquiátrico su obra estuvo custodiada
por la doctora en letras Dora Battistón. Al tiempo de salir del hospital el poeta
se casa con Lidia Hernández y se suceden varios años de litigio sobre los derechos
de su obra que finalmente recaen en su esposa después de la muerte del poeta, ocurrida
en 2010. Solucionado el litigio, en 2017 se publica el segundo tomo que reúne otros
cinco poemarios y dos años más tarde el tercer tomo que incluye otros seis poemarios,
ambos editados por la Secretaría de Cultura del Gobierno de La Pampa. Es esperable
que en los años que sigan todo Canto Quetral
esté publicado para el goce de todos nosotros.
El mundo poético de
Bustriazo Ortiz se construye como una cosmovisión en torno a un territorio central
en el que las cosas y los seres establecen una comunicación vital que los entrelaza
y los reúne bajo un mismo aliento sagrado. Ese territorio es La Pampa, la vasta
llanura que el autor recorrió buscando historias y paisajes que le proveyeran el
material de sus poemas. Todo un conjunto compuesto de piedras, plantas, animales,
astros, vientos, nieblas, hombres y mujeres que el poeta invoca para que encarnen
su mundo poético. Así, a lo largo de su obra son convocados diferentes elementos
como la pifulca, instrumento musical hecho
de hueso, piedra o madera o el chamal, antigua prenda mapuche, plantas y arbustos
propios de la región como el tamarisco y la chilca, animales como el jote —ave similar
al cuervo— o el puma, el más grande de los carnívoros de la región y por supuesto
el humano, no el humano abstracto, el humano conceptual; lo que la voz poética de
Bustriazo Ortiz presenta es la mujer y el hombre con nombre y apellido, a través
de pequeñas historias que los sitúan en su vida cotidiana, personal, para revelarnos
sus goces y sufrimientos, sus misterios y humillaciones. No faltarán tampoco, el
compañero de peña, el músico amigo, la mujer amada y el machi, autoridad religiosa
entre los mapuches, cuyo concepto es equivalente al de brujo o chamán.
Así, la poética de Bustriazo
Ortiz avanza por un camino que comporta un creciente y profundo trabajo de recreación
idiomática, en donde lo semántico, lo sonoro, lo simbólico se relacionan y fusionan
para refundar un sistema de singular significación. Toda una variedad de tratamiento
lúdico de la palabra se manifiesta en novedosas formas mediante neologismos, condensación
de vocablos, yuxtaposiciones, entre otros. Aquí se adjetiva un sustantivo, allá
un adjetivo se verbaliza. Pero ninguno de estos recursos para operar en la lengua
es gratuito ni vano juego verbal. La novedad y la refundación del lenguaje están
al servicio de la revelación del sentido último de lo que en el poema se presenta.
Bustriazo Ortiz es mago, no prestidigitador. No manipula, más bien invoca lo sagrado
desde de su rol de machi de la palabra.
Este lenguaje de ruptura
va a hacer aparición con máximo fulgor a partir de Elegías de la piedra que canta, no obstante, ya en sus primeros poemarios,
como Últimas zambas del Piedra Juan o
Canciones del campamento, donde se manifiestan
de pleno composiciones poéticas que guardan formas tradicionales del lenguaje asociadas
a ritmos y técnicas propias del folclore popular y cercanas a la canción, también
vamos a encontrar las primeras manifestaciones de ese ‘otro’ lenguaje que haría
eclosión en obras posteriores.
EL REGRESO
Para Ulloa y Monsálvez, peleando con
La pala bajo el solazo bárbaro.
I
Allá vienen regresando
hacia la sombra y el
pan;
el agua ya se desnuda
para poderlos calmar.
Las carpas verdes verdean
y el humo quiere contar
el aroma que lo envuelve
con su azul diafanidad.
Hay ojos que los esperan
por costumbre de esperar.
Pero yo me digo cuándo
será el día de llegar?
II
El toldo del tamarisco
se entretiene en perfumar;
ellos vienen regresando,
pero qué lejos están!
Ya no sé cuál es la
mano
y el cabo del hacha,
cuál:
son de una misma madera,
una misma eternidad.
Hay ojos que los esperan
por costumbre de esperar.
Pero yo me digo cuándo
será el día de llegar?
Vemos que esta composición
guarda la forma tradicional. En rigor es una copla compuesta de dos partes, y en
ambas se repite la última estrofa a modo de estribillo. Este tipo de composición
es el empleado por Bustriazo Ortiz en sus primeras obras, como Canciones del campamento, Zambas del Piedra Juan
o Últimas zambas del Piedra Juan,
donde también abundan voces mapuches: puelche (gente del Este), quetral (fuego),
aucache (gente rebelde), etc., y elementos, plantas y animales propios de la región
como jagüel (abrevadero), quincha (reparo de cañas o de ramas), jume (arbusto de
suelos salinos), paico (planta herbácea de uso medicinal), jote (ave parecida al
cuervo), tricao (loro) etc.
Ahí viene don Benavídez
del rancho del bajo verde;
la nochecita lo encuentra
pensando en el agua puelche.
o
Hilacha del cielo puelche,
arena loca,
la copla se me hace de agua
cuando te nombra.
Pero también este sustantivo
es utilizado, simbólicamente, como nombre propio, tal como aparece en el siguiente
estribillo:
Ay, Rosa Puelches, perdida,
tajamar de mi canción!
El agua canta y no tengo,
ay, Rosa, tu corazón!
Esta utilización de
un sustantivo como nombre propio se observa también en algunos títulos de las obras
del autor como en Zambas del Piedra Juan y
Ultimas zambas del Piedra Juan. Pero el
autor sorprende más aún cuando de un adjetivo crea una forma verbal:
Caminito bayo,
greda, vieja flor…
Overea el cuero
de tu corazón…
Aquí, overea es la forma
verbal que el autor emplea, derivada del adjetivo overo (color parecido al del melocotón
que aparece en algunos caballos). Y por último una forma singular de adjetivación
mediante el uso de sustantivos en oposición:
Las miradas de mi copla
tocan tu tiempo mojado,
y un viento puma te ronda
por los adobes amargos
Esta construcción, viento puma, que carga la significación o
el acento regional, y determina el valor de la expresión, es muy utilizada por el
autor y ejemplos de ello abundan en sus primeras obras: soles mahuidas (sierras), luna
huinca (extranjero), tarde pifulca (instrumento
musical), cielo machi (brujo, chamán).
Todas estas novedosas
apariciones del lenguaje en sus primeras obras son el anticipo de ese «otro lenguaje»
que, como ya dijimos, hará eclosión a partir de Elegías de la piedra que canta, publicado en 1969 y donde se reunirán
lo ancestral y la vanguardia, lo sagrado y lo encantantorio dando forma a una poética
inaugural que se irá consolidando y acrecentando en las obras posteriores, hasta
alcanzar su máximo punto de ruptura en El
libro del Ghempin, en 2004. Veamos dos ejemplos:
Tan huesolita que te ibas
tan envidiada de qué sombras la tierra ardía huesolita
la siesta ardía melodiosa tan como ibas tu sonrisa era
una piedra arrobadora y era otra piedra mi costilla
dulcequeamarga solasola cuajada de alta pedrería eran
tus voces tan palomas eran tus manos piedras finas
guitarra tan azuladiosa eras la piedra que acaricia piedra
te ibas quién te roba última brisa de la brisa o
flauta mía o leja y rota tan huesolita que te ibas tan
de la gracia mucha y poca si cuando vuelvas ves mis
días oh piedra llena llaga
hermosa!
De este relato de Bustriazo
Ortiz se desprende que su necesidad de una nueva palabra estaba al servicio del
decir y no al de la mera búsqueda de efecto. El punto máximo de ruptura con el tratamiento
tradicional del lenguaje se observa en El
libro del Ghempin. Aquí, además de los recursos ya descriptos y de los neologismos,
aparecen otros tratamientos diferenciales: en algunos poemas se emplea la mayúscula
al final de las palabras o de los versos, en otros las palabras no están separadas
por un espacio o están escritos todo en mayúscula y en otros se enlazan varias palabras
mediante guiones, semejando a cuentas enlazadas de un collar que forma un producto
de significación.
Cuadragésima Tercera Palabra
Adónde vas, poeta nochernícola,
de austera sal, de halo melancólico?
Y el primo amor, o bien, el tu penúltimo?
Y el vaso azul? Erótico y arqueólogo,
te sientes bien, mi vate, muy católico?
Eres o no el juglar, el archimítico,
el facedor maniático, elegíaco
de tu canción? O estrilas
de neurótico
talante, o vas de túnica, de báculo
por la vastura de la noche eólica?
Ay semoviente, austral humano mágico,
nómade Juan, desnudo en lo fonético!
(Ruta 5, divagando bajo el pánfilo viento).
Todos estos recursos
son modos de adentrarse en un decir que, paradójicamente, va más allá de lo formal
y apuesta, mediante la fusión del sentido con lo fónico, a alcanzar la hondura de
lo mágico y sagrado. Singular decir que hace de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, juglar
noctámbulo, arqueólogo de la palabra futura, el hacedor de una poética fundacional.
CARLOS DARIEL (Argentina, 1956). Poeta. Integró el grupo literario Ludens dedicado a la lectura crítica de autores de diversas corrientes poéticas y a editar la gacetilla Literaturra de aparición aleatoria que se distribuía gratuitamente en bares y sitios de interés cultural. Entrevistó y difundió a poetas del oeste del Gran Buenos Aires en una columna mensual del programa Tierra de poesía de Radio Gráfica conducido por los poetas Ramón Fanelli y Marion Berguenfeld. Y luego en el programa Moebius de Radio Arinfo, conducido por el poeta Gerardo Curiá. Después tuvo él mismo una columna en el ciclo de poesía y trova con formato de radio El Precio de la localidad de Haedo, donde presentaba textos de poetas actuales de Latinoamérica y de España. Entre sus libros publicados: Según el fuego, Nostromo editores (2004), Cuestión de lugar, de la misma editorial (2007), y Donde la sed, Macedonia Ediciones (2010).
XUL SOLAR (Argentina, 1887-1963). Su pintura visionaria traspasa los límites de la pura abstracción, al ver surgir de ella el mito transfigurado, figura esencial de su interpretación del mundo. Es una pintura en la que se produce la fusión de narración y espejismo. Xul Solar también fue músico, místico y astrólogo. En su pasión por la invención, nos trajo ejemplos insólitos, como un teatro de marionetas con personajes sacados de los signos del zodiaco, la creación de un lenguaje artificial y un intrigante piano de 28 notas. En gran parte, la originalidad de la obra de Xul Solar proviene precisamente de su permanente debate entre tradición y modernidad.
Agulha Revista de Cultura
Número 229 | maio de 2023
Artista convidado: Xul Solar (Argentina, 1887-1963)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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