quarta-feira, 24 de maio de 2023

MARÍA ELENA PÉREZ | Hilda Riveros: un recuerdo imborrable tras una década

 

Han transcurrido diez años desde que un 2 de abril de 2013 nos despertara la triste noticia de la partida de Hilda Riveros, figura indiscutible de la danza latinoamericana. No solamente como la destacada bailarina que fue. También su imagen como creadora incansable de una amplia obra coreográfica para los amantes de la danza, dentro y fuera de su país, permanecerán imborrables. 

El mundo danzario y diarios de Chile, Cuba y otros países latinoamericanos expresaron su pesar por el fallecimiento de la destacada artista. Publicaciones especializadas se hacían eco de la lamentable noticia. Desde Europa mensajes de pesar se unían a todos los que circulaban en la red. No era extraño, pues la huella de Hilda Riveros se había hecho universal.

Tal vez, las circunstancias de la vida han hecho que su legado artístico sea mucho más apreciado en el extranjero que en el Chile actual, en donde los debates acerca de los estilos parecen matizados por el rechazo a criterios relacionados con la utilización de técnicas danzarías.

¿Acaso su trabajo en el Ballet Nacional de Cuba o el Ballet de Santiago convirtieron a Hilda en una coreógrafa clásica o neoclásica como algunos en Chile piensan? Enfáticamente digo que no. No podía además suceder, porque ella tenía una fuerte personalidad y muy definidos sus criterios creativos. Más bien y como muchos han señalado, esas experiencias fueron mutuamente enriquecedoras, dejando dividendos para la danza, que en definitiva era el comienzo y el fin de su obra creadora.

En ellas se apreciaba la interacción entre el lenguaje expresionista, que fue la base de la formación como bailarina y coreógrafa de Hilda y la apropiación que como coreógrafa hacía del excelentísimo dominio del lenguaje y la técnica tradicional del ballet clásico, característica de los integrantes del Ballet Nacional de Cuba. De todo ello se desprendía un nuevo lenguaje, muy propio, que además de fundir lo expresionista y lo técnico, traslucía ese enorme mestizaje latinoamericano, lleno de matices andinos, entrelazados con elementos africanos e hispanos. El lenguaje coreográfico de Hilda, profundamente chileno y latinoamericano, era el reflejo de la percepción íntima que ella tenía de su identidad cultural y eso lo hacía representativo no solamente de Chile, sino de esas tierras que José Martí denominó Nuestra América. Ella trataba de insertar lo universal en su obra, pero partiendo siempre de un fuerte sentimiento latinoamericano, en lo general y, profundamente chileno en lo particular.

Recuerdo cuando la vi bailar por primera vez, en Cuba. En el escenario del Teatro García Lorca, testigo mudo de prodigiosas interpretaciones de ballet clásico, irrumpía Canción de cuna para despertar, interpretado por una bailarina, sin puntas y con otro estilo danzario, pero de gran carisma escénico, cuyos movimientos fuertes y expresivos, transmitían toda su alegría al bailar y su franca percepción de la hermandad latinoamericana. Igualmente tuve la suerte de ver las nuevas coreografías que le inspiraron su integración al Ballet Nacional de Cuba. Más tarde, al retornar a Chile, el Ballet de Santiago sirvió de marco para otras creaciones en las que la fusión entre técnica académica y expresionismo, se matizaban con elementos propios del mestizaje cultural latinoamericano.

Más de cincuenta años de su vida fueron dedicados a la danza.

Tras concluir su formación dancística en la Escuela de Danza de la Universidad de Chile, se incorporó al Ballet Nacional Chileno en 1955, donde pronto sus cualidades interpretativas la acreditaron como una de las más distinguidas artistas del conjunto, categorizada como Primera Solista. Los premios y distinciones no se hicieron esperar: en 1964 la crítica chilena la destacaba como la mejor bailarina de ese año, por su interpretación en Capicúa, con coreografía de Patricio Bunster. Más tarde, en 1969 volvió a ser elegida como mejor bailarina del año, además de ser premiada por el Círculo de Críticos de Arte de Santiago, en reconocimiento a toda su carrera. Su actuación como La mujer de rojo, en Carmina Burana, de E. Uthoff le valió, nuevamente, en 1972, ser calificada como mejor solista.

Paralelamente, desde 1969 había comenzado a desarrollar su actividad coreográfica. Entre esa fecha y 1973 crea unas veinte obras, entre las que destaca Acuso (música de Fernando García), por cuya interpretación recibió también el elogio de la crítica. Sus coreografías más importantes de esa época son: "Acuso" con música de Fernando García; Trío con música de Gustavo Becerra; Duerme, duerme Negrito y Paloma para el Ballet Popular; Urania con música de Fernando García; Te recuerdo Amanda, con música de Víctor Jara; con el Teatro de la Universidad de Chile estrena la comedia musical Degenéresis, luego crea Ritmo fiesta, No hay perdón, con música de Carlos Surinach y la Escuela de Danza de la Universidad de Chile estrena Estudio N° 1 Estudio N° 2.

Luego del golpe militar de 1973, se radica temporalmente en Lima, donde el Instituto Nacional de Cultura de Perú le encargó, en 1974, la formación y dirección del Ballet Moderno de Cámara. En esa agrupación también asumió funciones como bailarina, maestra de danza y coreógrafa. La mayoría de las obras que integraban el repertorio de la nueva compañía eran creaciones de Hilda, algunas de ellas reposiciones de sus coreografías nacidas en Chile y otras inspiradas por el contexto peruano. Ejemplos de éstas son las piezas Elegía, con música de Quilapayún, concebida como un llamado a reconstruir la zona afectada por el terremoto del 3 de octubre de 1974 y En mi mano va tu mano, con música de Pablo Moncayo, dedicada a la solidaridad del pueblo peruano hacia quienes tuvieron que abandonar su país, como en su propio caso.

Durante su labor como directora de esa agrupación fue muy cuidadosa en el repertorio elegido, en el cual se apreciaba una notable diversidad temática y musical. Los aires barrocos de un Vivaldi alternaban con los andinos de Violeta Parra, los sonidos electroacústicos de Celso Garrido-Lecca o diversas expresiones musicales contemporáneas. Hilda Riveros llevó a Lima un lenguaje contemporáneo con influencia de la danza teatro y el expresionismo alemán, con una base técnica propia del ballet.

 En su método de trabajo, la creación no partía de una estructura o un lenguaje previamente establecido, sino que se desarrollaba a partir de las cualidades naturales de los bailarines. Fue eso lo que se empezó a destacar, lo que se veía en los espectáculos y lo que supuso un salto importante para la danza en Lima en ese momento. Y ese estilo de abordar su obra coreográfica fue una característica permanente a lo largo de su trayectoria creativa, en la cual la técnica era una herramienta para que la personalidad y la expresividad de los bailarines aflorara de manera espontánea y convincente.

La prensa limeña elogió enfáticamente la labor de la nueva agrupación y de su directora, destacando de ella su madura creatividad, la rica gama de su expresión gestual y su dominio de la técnica.


En su trabajo Hilda Riveros desde el pueblo y hacia él, dedicado a la labor de Hilda Riveros en Perú, Pedro Simón, director de la Revista Cuba en el Ballet, menciona que, Ana María Portugal, escribió en La Nueva Crónica "Hemos visto a una extraordinaria artista, a una profesional de la danza moderna, comprometida con su arte y con una sociedad, capaz de transformar cualquier escenario por más precario que sea, y convertirlo en un maremágnum envolvente de colores, formas, sonidos y sensaciones, de una riqueza tan expresiva y tan vasta al mismo tiempo, posibilitando así una perfecta síntesis de consumado arte."

 Y también se refiere a un comentario de Sergio Finisterre Morelli en La Prensa, que señala: Con una evidente raíz latinoamericana, (…) Hilda Riveros ha constituido un grupo de buen nivel, pero por sobre todo, de un resultado artístico muy encomiable,… 1

Por su parte, Ducelia Woll, creadora y directora de la Escuela Danza Viva de Perú, cuenta en una entrevista para el diario El Comercio, de Perú que las formas de la danza moderna, en las que el cuerpo es un medio de expresión de los sentimientos, eran algo nuevo en el país todavía en los años 50. “Fue la chilena Hilda Riveros quien trajo esta revolución en la danza a nuestro país. Siempre estuve con el tutú y las puntas y con ella descubrí otros ritmos”

Durante su estancia en Perú, participó como bailarina y coreógrafa en el V Festival Internacional de Ballet de La Habana y nuevamente lo haría en 1978, en la VI edición del propio Festival. Canción de cuna para despertar (Música Maruja Bromley), Acuso (música de Fernando García) y No hay perdón (música Carlos Surinach), fueron algunas de las obras con las cuales el público cubano comenzó a apreciar el talento artístico de Hilda Riveros.

Más tarde, en 1979, por invitación de Alicia Alonso, Hilda se incorporó de manera permanente al elenco del Ballet Nacional de Cuba como artista invitada, para desempeñarse como bailarina solista y coreógrafa. Allí permaneció hasta 1989, en que regresó a Chile.

Su fructífera relación con el Ballet Nacional de Cuba se tradujo en 46 coreografías incluidas en el repertorio de la compañía cubana. Mención especial merecen Evasión (Música Seneville-Toussaint), estrenada el 8 de noviembre de 1980; El reto (Música Vangelis), estrenada el 3 de noviembre de 1984 y Jardín, con collage musical e inspirada en la novela homónima de Dulce María Loynaz, creada para Alicia Alonso, el 29 de octubre de 1988. A continuación, la relación de las obras:

 

1978.

No hay perdón. Música de Carlos Surinach. Octubre 29.

Positrón No. 2. Musica de Lalo Schiffrin. 2 de noviembre.

La tierra combatiente. Música de Celso Garrido.11 de noviembre

Días y flores. Música de Silvio Rodríguez. Nov. 1

 

1979.

Desencuentros. Música Tom Scott. 15 de julio. Nosotros somos. Música de Astor Piazzola.3 de noviembre.

En tu mano va mi mano. Música de Pablo Moncayo. 29 de noviembre.

 

1980.

Canción de cuna para despertar. Música Maruja Bromley. Managua, Nicaragua, 9 de junio.

Obsesión. Música de Chucho Valdés. Fandango. 30 de octubre.

Fandango. Música Luigi Boccherini. 2 de noviembre.

Curva descendente. Música Witold Lutoslavski. 5 de noviembre

Larvas. Música Francisco Vergara. 7 de noviembre.

Evasión. Música Seneville-Toussaint. 8 de noviembre.

Pedestal para nadie. Música Miles Davis y collage. 15 de noviembre.

 

1981.

En el sitio de tu sombra. Música Astor Piazzola. 15 de mayo. Inspirada en texto de Cesar Vallejo.

Por vivir. Música Silvio Rodríguez. 10 de septiembre.

El original pecado. Música Pierre Henry. 27 de noviembre.

 

1982.

Gitana. Música del folclor eslovaco. 6 de mayo.

El deber de morir. Música S. Niculescu-M. Marbé. 14 de mayo.

El mandarín maravilloso. Música Bela Bartok. 3 de noviembre.

 

1983.

Positron Nn. Musica de Lalo Schiffrin. 27 de enero.

Danza de Zorba. (sobre original de Elena Gutiérrez) Música Teodorakis. 11 de febrero.

 

1984.

Enlace. Música Astor Piazzola. 1 de enero.

Girasol. Música José. M. Vitier. 6 de febrero.

Los orígenes. Música José. M. Vitier. 24 de marzo.

El hombre verdadero. Música José. M. Vitier.24 de marzo.

Nuestra fuerza es el pueblo. Música José. M. Vitier. 24 de marzo.

El eco y el viento. Música Uña Ramos. 3 de abril.

Do-Re-Mi. Música collage. 14 de junio.

El reto. Música Vangelis. 3 de noviembre.

Sin embargo, amanece. Música Martin Kratochvil. 4 de noviembre.

Novia fugitiva del océano. Música Reinhald Lakomy. 6 de noviembre.

 

1985.

Palomas. Música Collage. 5 de marzo.

Vencedor de la muerte. Música SvatoplukHavelka y textos de Mirta Aguirre. 26 de julio.

 

1986.

El camino recto. Música Bernhard Jobsky. 31 de octubre.

 

1987.

Paso por la vida. MúsicaK. Schulze. 10 de enero.

Rebelde con causa. Música Astor Piazzola. 13 de abril.

Yo te busco primavera.Música. Heitor Villa-Lobos. 7 de junio.

El ayer es mañana. Música Frederic D’Aman. 4 de julio.

Soy yo. Música Seneville-Toussaint. Nicaragua. 11 de diciembre.

 

1988.

El concursante desconcursado. Lima, Perú, 1ro de mayo.

Jardín (sobre texto de Dulce María Loynaz). Música collage. 29 de octubre.

La infanta. Música Guillermo Martínez-Esteban Pueba-Alejandro García. 9 de noviembre.

 

1989.

Paso a dos. Música Jean Michel Jarre. 15 de abril.

 

1990.

El estampido del truno. Música collage sobre Candalf y Kitaro. 3 de noviembre.

Llamado. Música Preux Manci-Camille Saint-Saëns. 6 de noviembre.

 

Con el Ballet de la Opera de Leipzig estrenó su ballet Encuentro y con el Ballet de Halle su creación Alegoría y resurrección, además de El eco y el viento, ballets que posteriormente repuso en la Escuela Nacional de Ballet de La Habana. Junto al Ballet Nacional de Cuba participó en el Festival internacional de Lodz, en Polonia, en 1981, tanto como bailarina que con sus ballets Canción de cuna para Despertar y Fandango; en Moscú, para el IV Concurso Internacional de Ballet, montó Evasión.

Pero el encuentro entre Hilda y el ballet cubano fue mucho más significativo que la mera inclusión de sus obras en el repertorio de la compañía. En su trabajo El Ballet Nacional de Cuba: algunos aspectos de su trayectoria, Pedro Simón señala:

 

Como producto implícito en sus creaciones, la coreógrafa realizó aportes a la fusión de la técnica del ballet y los modos expresivos de la danza-moderna, con indudable enriquecimiento para su lenguaje coreográfico. El trabajo con bailarines entrenados rigurosamente en la técnica clásica significó una experiencia mutua entre coreógrafo e intérpretes, en el que los beneficios fueron para la danza misma.

 

En 1989 regresó a Chile y el mismo año obtuvo el Premio APES como mejor coreógrafa. El Premio de la Crítica le fue otorgado en 1990.

Entre 1990 y 1995 trabajó para el Teatro Municipal de Santiago como coreógrafa residente y Maestra del Ballet de Santiago, dirigido por Marcia Haydée. Para esa compañía creó importantes obras coreográficas como Tiempo de percusión (música de Alejandro García), Scherezade (música Carlos Fregtman), Carmen (música G. Bizet, Premio APES 1994), Bienandanza (música Carlos Fariñas), Violeta’s (música Joakín Bello), Guitsara (música Carlos Ledermann) e Imágenes de Piaf (música con canciones de Edith Piaf y Utte Lemper).

Fue, además, coreógrafa estable de las temporadas de ópera en el Teatro Municipal y también coreógrafa invitada en distintas compañías nacionales y extranjeras como el Ballet Nacional Chileno, Ballet de Cali (Colombia), Ballet Clásico Moderno de Paraguay y el Ballet Ecuatoriano de Cámara. Sus creaciones forman parte del repertorio de compañías de Perú, Alemania, República Checa, Suiza, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile. Además, se han presentado en diversos festivales y galas internacionales entre los cuales destacan Moscú, Londres, Dresden, Budapest, La Habana, La Paz y Osaka (Japón).

Su labor y experiencia artística se extendieron hasta la docencia, impartiendo clases en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, los Cursos de Verano de la Palucca Schule en Dresden, el Ballet de Dresde, Seminario de Coreografía de la Theaterhochschule Hans Otto de Leipzig, todos en la República Democrática Alemana, así como en Danza Contemporánea de Cámara de Nicaragua y al Ballet Ecuatoriano de Cámara.

Esa amplia y destacada trayectoria artística fue el argumento principal para que, en el proyecto de creación del Taller Coreográfico Nuevo Milenio, el académico y ex Primer Bailarín del Ballet de Santiago, Vladimir Guelbet, propusiera a Hilda para dirigir artísticamente ese novel conjunto.

Al Taller Coreográfico Nuevo Milenio, que más tarde cambió su nombre a Ballet Juvenil Universitario, dedicó Hilda su creatividad desde 2000 hasta 2007, cuando la agrupación recesó sus actividades. De aquí y de allá (música Bare Foot), Iraila (música Lalo Schifrin) y Futura (música René Aubri) fueron algunas de las obras que concibió para la compañía juvenil, además de reposiciones de sus coreografías anteriores.

El 2001 fue invitada por el Ballet del MERCOSUR a montar “Canción de cuna para despertar” y “Llamado” para una gira internacional, mientras que el 2004 fue invitada a participar como coreógrafa en la primera experiencia de ballet virtual con bailarines de la ciudad de Miami y del Ballet Juvenil Universitario.

El 12  de  enero  de  2011 el Directorio de la Academia Chilena de Bellas Artes acordó, por unanimidad, otorgar un reconocimiento a la prestigiosa bailarina, profesora y coreógrafa Sra. Hilda Riveros por su aporte al desarrollo del ballet en el país, por la excelencia de sus coreografías, por su sobresaliente labor docente en el área de la danza y por su notable carrera internacional…

De sus últimas creaciones para el Ballet Juvenil Universitario, Iraila, estrenada en 2000, marcó un momento especial en su obra. En ella plasmaba todo el desgarro interior que tenía, desde que abandonó su país, a consecuencia de los sucesos de septiembre de 1973.

Tuvo en el entrañable Maestro Fernando García, un compañero de vida excepcional. Musicólogo y compositor de reconocido prestigio internacional y hombre de grandes conocimientos generales, fue desde el regreso a Chile académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y ostenta el Premio Nacional de Música. No pocas de las creaciones coreográficas de Hilda encontraban en la música compuesta por Fernando el marco adecuado. Eso se hizo extensivo a su hijo Alejandro, autor de la partitura de Tiempo de percusión, estrenada en el Teatro Municipal de Santiago, por el elenco del Ballet de dicho teatro, en 1993. Completaban su núcleo familiar su otro hijo, Leonardo, sus nietos y sus inseparables perros.

Sin la enfermedad mortal que consumió su fructífera vida, podía haber continuado sirviendo a la danza con su fervorosa pasión por ella. Pero su obra coreográfica seguirá vigente en el recuerdo de los bailarines y del público que la conocieron. Su nombre está inscrito en el catálogo de los coreógrafos más significativos de Chile y de Hispanoamérica. Es de desear que las nuevas generaciones de estudiantes y profesionales de la danza, más allá de prejuicios diversos y tendencias excluyentes, estudien y valoren su legado como corresponde, como parte del patrimonio cultural chileno y latinoamericano. Mucho de la historia, los anhelos, los pesares, sufrimientos y las esperanzas de esta América mestiza y romántica están presentes como sustrato de la obra coreográfica de esa inquieta y sensible mujer. Ella hizo de la danza su voz para contar al mundo el sentir del alma latinoamericana. No dejemos que esa voz se extinga. La obra artística tiene el potencial de sobrevivir a sus propios creadores. Hilda ha dejado un enorme legado, tal vez el más voluminoso de Chile.

¡A los jóvenes los invito a acudir a su rescate!

 

 


MARÍA ELENA PÉREZ (Cuba, 1949).
Realizó estudios de Ballet y Licenciado en Lengua Francesa. En diciembre de 2005 obtuvo el Grado de Doctor en Ciencias sobre Arte, en el Instituto Superior de Arte de Cuba. Con amplia experiencia docente como Profesora de Ballet e Historia de la danza, ha sido Académica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y de la Escuela de Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile, además de haber impartido cursos por invitación en la Universidad Nacional de Costa Rica. Igualmente ha participado en eventos organizados por la Universidad Veracruzana, el CIAD y el Instituto Superior de Arte de Cuba. Fundadora de la Revista Chile Danza, cuya dirección asumió hasta 2011 y en la cual ha publicado varios artículos.  

 


WEDGWOOD STEVENTON (Inglaterra, 1955) | Começou a fotografar em 1973 passando para pintura e colagem em 1995, posteriormente descobrindo o cinema. Colabora, sempre de forma independente, no círculo do Surrealismo desde 1995. Como ele próprio declara: O espírito e o mistério da natureza ligado à existência humana é um tema importante em todos os meus trabalhos. Em uma mostra realizada em 2020, Steventon observou, acerca de sua própria obra: Pinceladas repentinas, a mistura de cores a óleo e, às vezes, a adição de colagens se unem para formar o trabalho finalizado. Nenhum primeiro pensamento, mas a pintura da mente inconsciente. Regras do automatismo. A natureza e o mundo humano se unem para contar a história. Um mundo em fluxo. Uma jornada contínua para explicar uma existência na vida em que nos encontramos.

 

 


 

Agulha Revista de Cultura

Número 230 | maio de 2023

Artista convidado: Wedgwood Steventon (Inglaterra, 1955)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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