Cantón articula en sus poemas una construcción de
marcha y detención del ser, reproduce, reinventa universos, ordena en su propia
arquitectura la caosmia que nos rodea. Hay una transposición entre lo que
oscurece e ilumina en una propia autopoiesis. Singulariza territorios
existenciales con un abecedario médico, todo en él es un arte del curar, como
ejercicios del espíritu que indaga en una saga de movimiento de una misma llama,
la pasión por el otro y la vida justa y social. Es un escribir del reivindicar,
lo perdido o lo que puede perderse o escaparse sin ser notado, escrito como en
caligramas, a mensajes de golpe de dados que nunca podrá abolir el azar, pero
tal vez si el destino. Del poeta que escribe por tomos, tal como lo hiciera
Groppa en sus anuarios agrupando material que conforman muchos libros. De los
argentinos que llenaron las playas y olieron por primera vez el mar,
silenciosos con la mudez de la tierra que todo lo ocupa, como una canción que
sigue cantando Gardel. El que con chorros de semen escribe habiendo llegado a
grados extremos de soledad el que merecía estar acompañado. Por momentos manual
de las cosas y el espíritu como enseñándote a bañar en analogía a masturbarte
para limpiarte. En el centro de todas las cosas dice estar, eso que ilumina sus
días, como un oyente. Y dice esto no es poesía y rompe el imaginario, juega con
las palabras para encontrar la forma, porque el poema pide forma para que sea.
Rehaceres del mundo, códigos secretos, modelos describiendo el universo, lo
coprológico, el Eros, formas armónicas y el no lugar donde el hombre se reclina
cada día forjando una vida, un libro de hojas desencuadernadas. Crear un mundo
fijado en el papel y luego romperlo, tan largo como una semana por eso se
consume en un día, como quién se atiene a las reglas del juego nunca escritas.
No le tiene miedo a las brujas, al brujo sí, como decía Dalmiro Sáenz. Poemas
al son exclamatorio de la corrupción de la naranja la muerte ha terminado y los
cuerpos son repartidos entre los perros vigilantes y allí la memoria presente
desata el rayo.
2. Hector Viel Temperley
Las piletas, el mar, las plazas, el
hospital los espacios Viel Temperley con su nado y la pasión del poeta por
debajo de todo sobrenadando poniendo alas como un fósforo que se prende y
apaga: es el fuego que lo anima al poeta o tal vez sea oxígeno que aviva al
fuego o lo apaga si merma en esa oscilación de su escritura que va de un
extremo al otro. De una orilla a otra de la pileta, del río, del mar, el
registro de una voz “de días que no existen” “de agua sobre agua”. El papel del
agua vinculando al agua con caballos, la lluvia, el sol y su evaporación en la
anécdota del caballo que vio morir junto a su dueño y que él galopó donde todo
se unifica rompiendo con la separatividad, “el agua desde Dios se desliza”
cerrando sistemas que siempre cumplen con las expectativas de la gran poesía.
Sus poemas son
silenciosos cielos en que el niño le reza a Dios y adora a su madre, “el
nadador”, el que nada, que quiere ser aguada, beber sus lluvias. Se aúna con la
naturaleza en esa pulsión impresionista del mejor Van Gogh, esa fuerza que arde
y vibra con todo lo que se sostiene en el aire. Es una poesía con garra, fuerza
aguerrida de brazos tenaces que siempre avanzan, del nadador, del que se maneja
con destreza en su medio el libro, la página.
Con un manejo
sutil, convincente de la escritura casi rezo, ese tono confidencial o de relato
claro y profundo de cosas internas que saca de su cuerpo como en un estado de
guerra entre el amor y la pena, la tristeza que se mueve en el cuerpo y el alma
entre cielo y tierra las verdades fundamentales, imprimiéndole al verso la
cadencia de la emoción y la palabra justa, potente que no deja dudas. Su cuerpo
animal antiguo “a la caza de su casa”, ese ímpetu, impulso, cueva de fuego que
espera ser perdonado por los días que todavía le esperan.
El poema busca una
idea que siempre encuentra y tiene una intención de juego del que es muy
difícil quedarse afuera, con una llama que siempre llama en esa relación con el
lector.
MI CABALLO OSCURO
Voy,
ángel de mi tiempo, a más de ciento treinta,
camino
de un monasterio o a un lugar en la tierra.
Para
ir hacia la muerte, derecho y detonante
mi
caballo es oscuro como un buque de guerra.
( )
Como
hombre de mi tiempo yo le canto a esta máquina.
De
vuelta de nadar, ya encima de la tormenta,
la
he visto en lo más alto de mis días felices.
Tiene
ese gris oscuro de los buques de guerra
Legión
fragmento
Su
mano no conoce el peso del venablo/ pero sobre sus hombros ha cargado/ la nieve
de la mañana,/ la ha levantado de entre las zarzas.
Hospital
Británico
Pabellón
Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas mi madre vino al cielo
a visitarme.
Tengo
la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas. Soy feliz me
han sacado del mundo.
Mi
madre es la risa la libertad el verano.
A
veinte cuadras de aquí yace muriéndose.
Aquí
besa mi paz ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para comenzar de
nuevo.
Una atmósfera vida
muerte, milagro-realidad donde el poeta trasciende atravesando el muro y
observando siendo testigo de la mente, allí “en que camina hasta las areneras
del sur de la ciudad “en ese vacío ve.
“Vengo de comulgar
y estoy en éxtasis” verso con que comienza cada unidad o poema de su libro
“Crawl” con esa fuerza en esa intensidad de guardavidas “que abatían la sal de
sus cabezas con una damajuana muy pesada de agua dulce … que entre todos
cuidaban”, la vida cuidada por esos diestros en el nado de la vida de las
cosas, que para serlo necesitan sacar, limpiar sus cabezas, su mente de aquello
que guarda que conserva que es la sal del recuerdo, para poder ser. Viene de
comulgar y está en éxtasis, comulga como un ahogado en días con dos mares, en
confines de tinta se saca el odio con el rigor de la sabiduría del conocedor
del resucitar “Soñé que nos hundíamos y después nadábamos hacia la costa lentamente
y que de nuestras sombras de color verde claro huían los tiburones.” De
pabellón Rosetto.
3. Néstor Groppa, anuarios para siempre
Néstor Groppa marca una forma de
escritura diferente, su forma de describir la cotidianidad de su lugar en
relación a situaciones internas propias de la vida de cada uno. Su modo
literario “anuarios” donde publica sus poemas construyendo la obra, la
colección detallado el año, día y lugar y mes describe la atmósfera de su lugar
Jujuy y es pintada por las letras del poeta en una estética luz de cine con
imágenes frágiles y potentes utilizando
la paleta de colores en la gama de los ocres, los terracota, naranjas,
azules en ese ir y venir de río, de polvo luz de los mediodías y de los personajes
que atraviesan las calles, plazas, sus copas verdes de árboles entre los frutos
y las flores, los tamales, el humo de las humitas, los platos de empanadas su
olorcito que se percibe como una música de fondo.
La palabra dio su
leche y cada una empieza a estallar, cada una con su pequeña escena haciendo
silenciar todo llegando a su techo, a ese cielo Groppa con sirenas de río y
cerros de colores, ese canto de la puna, flautas de Tilcara y viento norte en
Pumamarca.
Hay algo de T.S
Elliot o tal vez W.C.Williams en su poesía en esa observación aguda de poeta en
las cosas en su lugar, en el revelar el secreto de Jujuy ciudad y pueblo, el
comerciante de almacén, el viajante, los obreros en las distintas zonas del
día, el amanecer, el almuerzo, el aire de la siesta, el anochecer.
No hay nada que
tocar en su obra -y por supuesto que en la de ningún artista- el poeta de Jujuy,
aunque de origen cordobés intercala propagandas, fechas de cita del poema,
algún comentario que funciona como parte estructural y vital de la obra y no
como añadido o anexo excluible sino como algo novedoso y de valor artístico que
ilumina no solo estéticamente su poesía sino como informe de situación de
época. Ya W.C.Williams había realizado una práctica similar en sus poemas en el
libro que escribió a lo largo de toda su vida el Paterson, intercalando poemas
con noticias y notas de actualidad del diario. No es un calendario el poemario
de Groppa, que está en el orden de una forma, escenografía peculiar y atractiva
tal vez como una manera de no descartar material y para que quedé registrado
como trabajo presentado en forma de archivo abierto o libro abierto de la mente
y el sensorio que atrae al ser mirado para ser observado, leído como una
energía en otra interactuando en el cuerpo de otro con esa información de las esencias
que capta y nos brinda Groppa en su escritura, que como el viento no se sabe de
dónde viene adónde va.
En cuál
pliegue del sueño de la sala, habrán quedado las imágenes? Las imágenes
estallan como flor del aire; como una filigrana fugaz de luminosa plata; como
brillo solamente brillo, fulgor….
Voy de
papel en papel. Tanteo el tiempo, esos tiempos siempre solitarios y arenosos en
remansos de fragancias. Regreso. Tal vez otra mariposa, puro tiempo dejando la
ceniza del número de sus alas….
AVISOS
NECESITO
MASITERO
pastelero, maestro amasador oficial panadero
PINTE
Su casa y
pague con muebles usados
El poeta no abre un
rectángulo de una ventana hacia lo que nos cuenta y ve, no, él está ahí in situ
en el lugar compartiendo ese aire, ese lenguaje, ese intercambio-transacción de
realidad en poema realidad del lugar, son cuerpos palabras con vida, las
palabras y las cosas como nos dice Foucault o mejor las palabras en las cosas
allí en el lugar o en esa translación a distancia en el momento de magia, del
cambio y el poeta esta allí esperando que se produzca.
Me olvidé
como llegaba la primavera a estas calles
de tierra
anchas y desiertas; la manera que tenía de otorgarnos las flores, ordenar
golondrinas y alegrar los espejos, los pasos los ecos por la casa.
Qué olvido
el mío no recuerdo los ojos de las niñas, su atisbar enamorado y reprimido; su
rubor al ver ángeles desnudos….
Pero también trata
de abrir grietas para ver qué hay detrás, es una escritura de realidad y de
trasfondo que se bate entre esas dos tensiones trasladando, no reconstruyendo,
ni restaurando, su mundo es más óptico y a partir de ese terreno intertextual
realidad-trasfondo crea el paisaje de la sensación, no solo en el aquí y ahora
sino en la universalidad en ese ir o solo ver en el estar más allá de lo que la
mente nos quiere mostrar.
Es una poesía de
contemplación activa como la de los pintores, ese movimiento de ir a la
invitación de la hoja en blanco en la intensidad de su escritura en un lenguaje
no creíble, sino verdadero que nos espeja en su agua, se explica solo y lo hace
a través del sensorio en que el poema nos alcanza.
Sé que los
barrios, son la segregación natural del rollo, de los legendarios tajos y
reveses y del monolito recordatorio de la plaza principal de la ciudad. Y,
también que yéndonos las luces de esas últimas casitas en los lindes del
descampado con sus túmulos de altamisas hinojos y fragante encalar, nos hacen
pensar en la incesante reproducción del barrio hasta que su núcleo se convierta
en ciudad formal, la que siempre quedará rodeada de una tenue neblina
arrabalera y campo como un chal de luciérnagas y fogatas adheridas a la
espaciosa y solitaria conversación del tiempo.
4. Zurita una velocidad de universo
La incertidumbre, la confusión que da su pique, sus
palabras, la enseñanza el signo que debemos entender para seguir.
Una velocidad Zurita donde vemos pasar las cosas como
en un formula 1 resucitando horizontes, con esa nitidez de aquello que decía:
estás muerto pero ahora estas vivo.
Es un regresar a la casa para contar de ese campo incorporal
donde se estuvo llenando el espejo de lo perdido y zumbó por dentro en su
umbral de lo neurotransmitido, un gemido entrecortado que se oye y no se oye.
Espacios alucinantes montañas, estrellas, flores, nieve, abismos, ese granizo
que no deja de caer. Todo se incendia cielo arriba, ese torbellino en la luz
que va y vuelve del campo de batalla. Todo lo consumado, todo fue consumido,
las calles blancas de los muros ahora son plástico, es el INRI de los muertos y
desaparecidos. Es la vida que vuelve de los que fuimos asesinados, rotos en
esta resurrección de los libres del mundo que responden “Oh juremos con gloria morir”. Si esta es su verdad, su canción, un
grito último.
La poesía de Zurita irrumpe, no pide permiso, entra se
apodera del espacio texto y hace su crónica de todos los amores muertos que
fuimos. Observa, pregunta, se pregunta, y profetiza o asegura un devenir. Él
oye, escucha como ver de nuevo. Y narra ese escenario que pone en el papel, un rostro es una flor en el desierto tal
como el desierto es una noche para las flores. Y se convence que las flores
nos aman con un amor que nuestra patria nunca nos dijo y a la vez que aún las
flores muertas nos aman. En un todo subiendo al cielo.
Se traslada en la universalidad del mar, cielo,
cordillera con su fuerza expansiva contraponiendo la soledad, el horror, el
terror del desaparecido muerto, creando un estilo poético de narrar con todo
eso que envenena el aire, en una suerte de Truman Capote o Rodolfo Walsh
poético.
El espacio del poema es la inmensidad y allí el
encuentro álmico. Los muertos y los vivos encuentran su paisaje inexistente
para el que no está atento y los poemas de Zurita son los signos y señales
significantes de esa noción, espacio del vacío que es llenado y así
sucesivamente en esa cadena, enlaces de poemas.
Sus poemas, como cuerpos arrojados, flores existentes
o inexistentes, ruta de la soledad surcando un océano, liberándonos de lo
encerrado, para que el tiempo de la vida no se nos pase deseando sin conocer.
Algo que perviva más allá de morir. Hay un todo Zurita buscándonos pedazo a pedazo, como un país desmembrado que volviera a
juntarse. Esa idea de totalidad de un todo que emerge de una virtual
ilusión de separatividad, como olas de un mar que ondula levantándonos de
nuestros cadáveres.
Algunos de sus poemas son volcánicos nos lleva en esa
erupción a flor de piel, en una invitación a una fiesta de los sentidos. Ese
“ser-ahí”.
Una voz que expande su universo, su real, la
reactualización de un antes, en un ahora, mezclado reterritorializando una
unidimensionalidad desde una polifonía estética, el sentido pleno de la máquina
sensible.
Poemas como ecosistemas que buscan el gusto por vivir,
un territorio existencial donde encontrarse, un presente que nos salva.
Un universo transpolado de líneas de fuga, en una
intensidad que va desde lo finito a lo infinito y así en círculos que avanzan
en las líneas del poema, en la caosmía del movimiento. El holograma entre ser y
no ser, en esa nada, vacío en que el poema arremete. Zurita es el testigo.
Instala un habitat de recomposición, una forma de ser, su matrix.
MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 232 | junho de 2023
Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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