quinta-feira, 22 de junho de 2023

PABLO QUERALT | La visión del mundo en cuatro poetas

 


1. Darío Cantón, operador de ritornelos

Cantón articula en sus poemas una construcción de marcha y detención del ser, reproduce, reinventa universos, ordena en su propia arquitectura la caosmia que nos rodea. Hay una transposición entre lo que oscurece e ilumina en una propia autopoiesis. Singulariza territorios existenciales con un abecedario médico, todo en él es un arte del curar, como ejercicios del espíritu que indaga en una saga de movimiento de una misma llama, la pasión por el otro y la vida justa y social. Es un escribir del reivindicar, lo perdido o lo que puede perderse o escaparse sin ser notado, escrito como en caligramas, a mensajes de golpe de dados que nunca podrá abolir el azar, pero tal vez si el destino. Del poeta que escribe por tomos, tal como lo hiciera Groppa en sus anuarios agrupando material que conforman muchos libros. De los argentinos que llenaron las playas y olieron por primera vez el mar, silenciosos con la mudez de la tierra que todo lo ocupa, como una canción que sigue cantando Gardel. El que con chorros de semen escribe habiendo llegado a grados extremos de soledad el que merecía estar acompañado. Por momentos manual de las cosas y el espíritu como enseñándote a bañar en analogía a masturbarte para limpiarte. En el centro de todas las cosas dice estar, eso que ilumina sus días, como un oyente. Y dice esto no es poesía y rompe el imaginario, juega con las palabras para encontrar la forma, porque el poema pide forma para que sea. Rehaceres del mundo, códigos secretos, modelos describiendo el universo, lo coprológico, el Eros, formas armónicas y el no lugar donde el hombre se reclina cada día forjando una vida, un libro de hojas desencuadernadas. Crear un mundo fijado en el papel y luego romperlo, tan largo como una semana por eso se consume en un día, como quién se atiene a las reglas del juego nunca escritas. No le tiene miedo a las brujas, al brujo sí, como decía Dalmiro Sáenz. Poemas al son exclamatorio de la corrupción de la naranja la muerte ha terminado y los cuerpos son repartidos entre los perros vigilantes y allí la memoria presente desata el rayo.   

Encuentros de la carne que los Dioses escultores de su obra miden en el constante embate y allí el detalle siempre lo escatológico, el pedo solo el pedo al morir, para terrenizar el vuelo. Siempre sabe del juego, es el gato que conoce también las tretas donde se agazapa el instante. Se vuelve a aquel que era como aquel que estuvo y sabe, y
sabe callar. Es un silencio del que vio el sueño desbocado y prescinde de la maquinaria engorrosa de enredarse en lo que no tiene gravedad ni incumbencia, como un testigo, un maestro en su quietud que habla largamente quieto en sus sentidos. Y el combate de los cuerpos se repite para que se advierta que no es el mismo, ni un simulacro, acción siempre acción escrita. Registro de las notas que le hubieran permitido llegar al Do agudo, ahora que mira el segundero esperando cambiar de alma, rostro por no estar solo. Son los latidos que le permiten completar su formación. No saber como volver a la normalidad siameses del sexo, del deseo cada vez más crecido fuera de toda proporción y ella gimiendo de dolor y placer, esa riqueza con la que estaban vestidos, ellos que ya nunca volvieron a ser los mismos. El relato descarnado de la pasión, objetividades- subjetividades encarnadas, encabalgadas unas a otras constituyendo entidades del erotismo, esa máquina flujo polifónico y rizómatico, encontrar en las formas la esencia y buscar esas formas, en las rutinas, los pequeños actos de cada día, lo que es indefinido en el rumbo del camino, lo que uno recorre, lo que el erotismo registra y termina por encontrar. Es un prestidigitador de las palabras. En un estado de equilibrio por debajo de si mismo que sabe cuando el trato entre dos seres es el pacto que se agota en el momento que no hay nada que pedir, agradecer. Cuando somos distintos y tenemos distintos caminos que transitar, cada uno con lo suyo sin poder compartirlo porque estamos hechos de distinta madera de amor. Y seguir, buscar al que en igualdad es lo que soy y lo que no, lo que tengo y me hace falta para llegar en vos, en mi a lo que somos. Para morir dignamente si hay que morir y no como quién baila sin gracia lo que jamás aprendió.     

 

2. Hector Viel Temperley

Las piletas, el mar, las plazas, el hospital los espacios Viel Temperley con su nado y la pasión del poeta por debajo de todo sobrenadando poniendo alas como un fósforo que se prende y apaga: es el fuego que lo anima al poeta o tal vez sea oxígeno que aviva al fuego o lo apaga si merma en esa oscilación de su escritura que va de un extremo al otro. De una orilla a otra de la pileta, del río, del mar, el registro de una voz “de días que no existen” “de agua sobre agua”. El papel del agua vinculando al agua con caballos, la lluvia, el sol y su evaporación en la anécdota del caballo que vio morir junto a su dueño y que él galopó donde todo se unifica rompiendo con la separatividad, “el agua desde Dios se desliza” cerrando sistemas que siempre cumplen con las expectativas de la gran poesía.

Sus poemas son silenciosos cielos en que el niño le reza a Dios y adora a su madre, “el nadador”, el que nada, que quiere ser aguada, beber sus lluvias. Se aúna con la naturaleza en esa pulsión impresionista del mejor Van Gogh, esa fuerza que arde y vibra con todo lo que se sostiene en el aire. Es una poesía con garra, fuerza aguerrida de brazos tenaces que siempre avanzan, del nadador, del que se maneja con destreza en su medio el libro, la página.

Con un manejo sutil, convincente de la escritura casi rezo, ese tono confidencial o de relato claro y profundo de cosas internas que saca de su cuerpo como en un estado de guerra entre el amor y la pena, la tristeza que se mueve en el cuerpo y el alma entre cielo y tierra las verdades fundamentales, imprimiéndole al verso la cadencia de la emoción y la palabra justa, potente que no deja dudas. Su cuerpo animal antiguo “a la caza de su casa”, ese ímpetu, impulso, cueva de fuego que espera ser perdonado por los días que todavía le esperan.

El poema busca una idea que siempre encuentra y tiene una intención de juego del que es muy difícil quedarse afuera, con una llama que siempre llama en esa relación con el lector.

 

MI CABALLO OSCURO

 

Voy, ángel de mi tiempo, a más de ciento treinta,

camino de un monasterio o a un lugar en la tierra.

Para ir hacia la muerte, derecho y detonante

mi caballo es oscuro como un buque de guerra.

 

(  )

Como hombre de mi tiempo yo le canto a esta máquina.

De vuelta de nadar, ya encima de la tormenta,

la he visto en lo más alto de mis días felices.

Tiene ese gris oscuro de los buques de guerra

 

 

Legión

fragmento

Su mano no conoce el peso del venablo/ pero sobre sus hombros ha cargado/ la nieve de la mañana,/ la ha levantado de entre las zarzas.

 

Hospital Británico

Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas mi madre vino al cielo a visitarme.

 

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas. Soy feliz me han sacado del mundo.

 

Mi madre es la risa la libertad el verano.

 

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

 

Aquí besa mi paz ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para comenzar de nuevo.

 


Como dice la poeta Tamara Kamenszain de esta “poesía samurai” con “el ángel vivo de un escritor” “estos versos condensan lo más certero de nuestra tradición, lo más extraño y familiar de nuestra lengua.”

Una atmósfera vida muerte, milagro-realidad donde el poeta trasciende atravesando el muro y observando siendo testigo de la mente, allí “en que camina hasta las areneras del sur de la ciudad “en ese vacío ve.

“Vengo de comulgar y estoy en éxtasis” verso con que comienza cada unidad o poema de su libro “Crawl” con esa fuerza en esa intensidad de guardavidas “que abatían la sal de sus cabezas con una damajuana muy pesada de agua dulce … que entre todos cuidaban”, la vida cuidada por esos diestros en el nado de la vida de las cosas, que para serlo necesitan sacar, limpiar sus cabezas, su mente de aquello que guarda que conserva que es la sal del recuerdo, para poder ser. Viene de comulgar y está en éxtasis, comulga como un ahogado en días con dos mares, en confines de tinta se saca el odio con el rigor de la sabiduría del conocedor del resucitar “Soñé que nos hundíamos y después nadábamos hacia la costa lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los tiburones.” De pabellón Rosetto.

 

3. Néstor Groppa, anuarios para siempre

Néstor Groppa marca una forma de escritura diferente, su forma de describir la cotidianidad de su lugar en relación a situaciones internas propias de la vida de cada uno. Su modo literario “anuarios” donde publica sus poemas construyendo la obra, la colección detallado el año, día y lugar y mes describe la atmósfera de su lugar Jujuy y es pintada por las letras del poeta en una estética luz de cine con imágenes frágiles y potentes utilizando  la paleta de colores en la gama de los ocres, los terracota, naranjas, azules en ese ir y venir de río, de polvo luz de los mediodías y de los personajes que atraviesan las calles, plazas, sus copas verdes de árboles entre los frutos y las flores, los tamales, el humo de las humitas, los platos de empanadas su olorcito que se percibe como una música de fondo. 

La palabra dio su leche y cada una empieza a estallar, cada una con su pequeña escena haciendo silenciar todo llegando a su techo, a ese cielo Groppa con sirenas de río y cerros de colores, ese canto de la puna, flautas de Tilcara y viento norte en Pumamarca.

Hay algo de T.S Elliot o tal vez W.C.Williams en su poesía en esa observación aguda de poeta en las cosas en su lugar, en el revelar el secreto de Jujuy ciudad y pueblo, el comerciante de almacén, el viajante, los obreros en las distintas zonas del día, el amanecer, el almuerzo, el aire de la siesta, el anochecer.

No hay nada que tocar en su obra -y por supuesto que en la de ningún artista- el poeta de Jujuy, aunque de origen cordobés intercala propagandas, fechas de cita del poema, algún comentario que funciona como parte estructural y vital de la obra y no como añadido o anexo excluible sino como algo novedoso y de valor artístico que ilumina no solo estéticamente su poesía sino como informe de situación de época. Ya W.C.Williams había realizado una práctica similar en sus poemas en el libro que escribió a lo largo de toda su vida el Paterson, intercalando poemas con noticias y notas de actualidad del diario. No es un calendario el poemario de Groppa, que está en el orden de una forma, escenografía peculiar y atractiva tal vez como una manera de no descartar material y para que quedé registrado como trabajo presentado en forma de archivo abierto o libro abierto de la mente y el sensorio que atrae al ser mirado para ser observado, leído como una energía en otra interactuando en el cuerpo de otro con esa información de las esencias que capta y nos brinda Groppa en su escritura, que como el viento no se sabe de dónde viene adónde va.

 

En cuál pliegue del sueño de la sala, habrán quedado las imágenes? Las imágenes estallan como flor del aire; como una filigrana fugaz de luminosa plata; como brillo solamente brillo, fulgor….

 

Voy de papel en papel. Tanteo el tiempo, esos tiempos siempre solitarios y arenosos en remansos de fragancias. Regreso. Tal vez otra mariposa, puro tiempo dejando la ceniza del número de sus alas….

  AVISOS 

NECESITO MASITERO

 pastelero, maestro amasador oficial panadero

PINTE

Su casa y pague con muebles usados

 

El poeta no abre un rectángulo de una ventana hacia lo que nos cuenta y ve, no, él está ahí in situ en el lugar compartiendo ese aire, ese lenguaje, ese intercambio-transacción de realidad en poema realidad del lugar, son cuerpos palabras con vida, las palabras y las cosas como nos dice Foucault o mejor las palabras en las cosas allí en el lugar o en esa translación a distancia en el momento de magia, del cambio y el poeta esta allí esperando que se produzca.

 

Me olvidé como llegaba la primavera a estas calles

de tierra anchas y desiertas; la manera que tenía de otorgarnos las flores, ordenar golondrinas y alegrar los espejos, los pasos los ecos por la casa.

 

Qué olvido el mío no recuerdo los ojos de las niñas, su atisbar enamorado y reprimido; su rubor al ver ángeles desnudos….

 

Pero también trata de abrir grietas para ver qué hay detrás, es una escritura de realidad y de trasfondo que se bate entre esas dos tensiones trasladando, no reconstruyendo, ni restaurando, su mundo es más óptico y a partir de ese terreno intertextual realidad-trasfondo crea el paisaje de la sensación, no solo en el aquí y ahora sino en la universalidad en ese ir o solo ver en el estar más allá de lo que la mente nos quiere mostrar. 

Es una poesía de contemplación activa como la de los pintores, ese movimiento de ir a la invitación de la hoja en blanco en la intensidad de su escritura en un lenguaje no creíble, sino verdadero que nos espeja en su agua, se explica solo y lo hace a través del sensorio en que el poema nos alcanza.

 

Sé que los barrios, son la segregación natural del rollo, de los legendarios tajos y reveses y del monolito recordatorio de la plaza principal de la ciudad. Y, también que yéndonos las luces de esas últimas casitas en los lindes del descampado con sus túmulos de altamisas hinojos y fragante encalar, nos hacen pensar en la incesante reproducción del barrio hasta que su núcleo se convierta en ciudad formal, la que siempre quedará rodeada de una tenue neblina arrabalera y campo como un chal de luciérnagas y fogatas adheridas a la espaciosa y solitaria conversación del tiempo.

 

4. Zurita una velocidad de universo

Un montaje supersónico de imágenes, ideas, sentidos que van en direcciones diversas, paisajes por donde el
sufrimiento pasó. Esa es la translación que propone Zurita en sus poemas escena-acción. Estética de los nadies, aquello desaparecido que en los parpados del cielo se hacen nuestro un sueño donde nadie muere ese es su canto.  Rescata lo que hay vivo, aquello que se mantuvo aun muerto, desaparecido, vigente en ese espacio de tiempo que nunca dejó de mirarnos.

La incertidumbre, la confusión que da su pique, sus palabras, la enseñanza el signo que debemos entender para seguir.

Una velocidad Zurita donde vemos pasar las cosas como en un formula 1 resucitando horizontes, con esa nitidez de aquello que decía: estás muerto pero ahora estas vivo.

Es un regresar a la casa para contar de ese campo incorporal donde se estuvo llenando el espejo de lo perdido y zumbó por dentro en su umbral de lo neurotransmitido, un gemido entrecortado que se oye y no se oye. Espacios alucinantes montañas, estrellas, flores, nieve, abismos, ese granizo que no deja de caer. Todo se incendia cielo arriba, ese torbellino en la luz que va y vuelve del campo de batalla. Todo lo consumado, todo fue consumido, las calles blancas de los muros ahora son plástico, es el INRI de los muertos y desaparecidos. Es la vida que vuelve de los que fuimos asesinados, rotos en esta resurrección de los libres del mundo que responden “Oh juremos con gloria morir”. Si esta es su verdad, su canción, un grito último.

La poesía de Zurita irrumpe, no pide permiso, entra se apodera del espacio texto y hace su crónica de todos los amores muertos que fuimos. Observa, pregunta, se pregunta, y profetiza o asegura un devenir. Él oye, escucha como ver de nuevo. Y narra ese escenario que pone en el papel, un rostro es una flor en el desierto tal como el desierto es una noche para las flores. Y se convence que las flores nos aman con un amor que nuestra patria nunca nos dijo y a la vez que aún las flores muertas nos aman. En un todo subiendo al cielo.  

Se traslada en la universalidad del mar, cielo, cordillera con su fuerza expansiva contraponiendo la soledad, el horror, el terror del desaparecido muerto, creando un estilo poético de narrar con todo eso que envenena el aire, en una suerte de Truman Capote o Rodolfo Walsh poético.

El espacio del poema es la inmensidad y allí el encuentro álmico. Los muertos y los vivos encuentran su paisaje inexistente para el que no está atento y los poemas de Zurita son los signos y señales significantes de esa noción, espacio del vacío que es llenado y así sucesivamente en esa cadena, enlaces de poemas.

Sus poemas, como cuerpos arrojados, flores existentes o inexistentes, ruta de la soledad surcando un océano, liberándonos de lo encerrado, para que el tiempo de la vida no se nos pase deseando sin conocer. Algo que perviva más allá de morir. Hay un todo Zurita buscándonos pedazo a pedazo, como un país desmembrado que volviera a juntarse. Esa idea de totalidad de un todo que emerge de una virtual ilusión de separatividad, como olas de un mar que ondula levantándonos de nuestros cadáveres.    

Algunos de sus poemas son volcánicos nos lleva en esa erupción a flor de piel, en una invitación a una fiesta de los sentidos. Ese “ser-ahí”.

Una voz que expande su universo, su real, la reactualización de un antes, en un ahora, mezclado reterritorializando una unidimensionalidad desde una polifonía estética, el sentido pleno de la máquina sensible.

Poemas como ecosistemas que buscan el gusto por vivir, un territorio existencial donde encontrarse, un presente que nos salva.

Un universo transpolado de líneas de fuga, en una intensidad que va desde lo finito a lo infinito y así en círculos que avanzan en las líneas del poema, en la caosmía del movimiento. El holograma entre ser y no ser, en esa nada, vacío en que el poema arremete. Zurita es el testigo. Instala un habitat de recomposición, una forma de ser, su matrix.

 

 


 

 


PABLO QUERALT (Argentina, 1955). Poeta y médico. Es curador de poesía y organizador del Ciclo de Poesía en la Biblioteca en San isidro y creador y curador del Festival de Poesía de San isidro, fue colaborador del suplemento cultural del diario El pregón de Jujuy y diario punto uno de Salta, en el diario digital Jujuy al momento, en la revista digital merece una reseña y administra yvespoetryclub. blogspot.com. Publicó los libros de poesía : Cansancio de lo escrito, Un seductor mañana, La flecha de Agustín, Primer paso, Reescritos infinitos, Pueblo de agua, Crack, Escribí mi nombre, Late, 89Golpes y un whisky, El Padre, Pájaros en palabras, Pavarotti, Laleblan, aves del paraíso, Poema de la nieve, Jazz, Perfume animal, Cocineros, Coca, La piscina, Ser y ser visto, Nací en el cine, Ópera, Biosfera del amateur, Partes de la escena. Raros sentidos, su Obra Reunida 2001/21 y Mi casa siempre fue la poesía. Sus poemas integran la antología Federal de poetas de la provincia de Buenos aires. Tradujó a Yves Bonnefoy, a Alice Oswald, a Thomas Hardy, a D.H.Lawrence, a Amy Lowell, Christophe Mannon, Charles Reznikoff y a Thom Gunn.





MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.



 



Agulha Revista de Cultura

Número 232 | junho de 2023

Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


∞ contatos

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

 



 

Nenhum comentário:

Postar um comentário