Acto seguido, el rey de Feras, logra satisfacer su deseo muchas veces
encaramado sobre Alcestes, la bella. Apolo insiste en desafiar a Zeus y hace
que la diosa Artemisa, su hermana gemela, le prometa al rey Admeto que, a la
hora de su muerte, podrá seguir viviendo, si encuentra a un familiar que acepte
morir en su lugar. (Robert Graves, 1955, tomo I, p. 277) Quería equipararse con
los dioses, porque lo único que hace diferente a los dioses de los hombres
en Grecia es la inmortalidad (Walter Otto,1970, p. 216). Zeus, para contrariar a Apolo, envió a Hermes,
su mensajero con la noticia de la prematura muerte de Admeto. Apolo emborracha a las Parcas para que no le corten
el hilo de la vida de inmediato, a su protegido mientras el rey trata de convencer
a algún familiar para que muera por él. Pero nadie acepta, todos querían morir
su propia muerte. ni siquiera sus padres, ancianos y moribundos aceptaron morir
por él. Solo su esposa, Alcestes por amor está dispuesta a morir por él.
Admeto, acepta y ella se envenena para que el amado siga viviendo. Pero el
héroe Heracles, encargado de arreglar los errores de los dioses, al ver la
injusticia, baja al infierno y rescata a la desdichada, sacrificada por amor a
un esposo que no la quiere. En el relato mítico los dioses del Averno le
permiten volver a la vida porque murió por amor. Pero cuando regresa, ella no
es la misma. Tiene el rostro velado; está cubierto para que nadie la reconozca
porque es otra persona, o tiene otra conciencia. De esta manera Admeto consigue
eludir la muerte, porque su esposa por amor se sacrifica por él. De esta manera
Apolo sigue desafiando a Zeus. Pero en toda la mitología los dioses no pueden
salvar a los hombres de la muerte.
Una de las primeras interpretaciones del mito, la encontramos en la
tragedia de Eurípides, Alcestes (438 a. C) (Alcestes, 2014, p. 40-41). El Poeta trágico presenta las razones de la sinrazón
del amor, como tragedia. Ella muere por amor, y las razones de la sinrazón de
él: confronta a su padre y a su madre por no haber querido morir por él, pero
no confronta a su esposa por hacerlo. Promete guardar fidelidad eterna a su mujer
por morir por él. Eurípides lo hace para decirnos que la tragedia de la mujer
es casarse con alguien que no la ama. Luciano de Crescenzo. (p. 171) resume la
tragedia de Eurípides porque esta interpretación literaria sea más descriptiva
añadiendo, otros factores a la “falta sagrada” de Admeto, como violación al
amor paterno, violación al amor a la tierra de sus padres, al solicitar a los
soldados moribundos para que acepten morir por él. Uno de ellos revive porque
ya viene la ayuda médica. Admeto, creyendo que su amigo la trae a otra mujer corre
dispuesto a romper su promesa. El dramaturgo describe
a Alcestes resucitada como una zombi cubierta con un velo, desconocida de sí
misma, muda, muerta en vida. Su castigo es vivir con ella, lo que la convierte
en una tragicomedia.
El mitologema del sacrificio es uno de los aspectos del mito recordado
por Platón en sus diálogos sobre el amor en El Banquete; (Platón, Obras
Completas Ediciones Aguilar, 1969, p. 568) “Por la vergüenza del mal y la
emulación del bien los amantes saben morir el uno por el otro”. La única diferencia es que Platón equipara el
sacrificio por amor la muerte de Aquiles y Patroclo. En el Mito Apolo guía la
flecha para que le dé en el talón a Aquiles y en el combate de la Ilíada, Apolo
ayuda a Héctor a asesinar a Patroclo. El mito tiene varios mitologemas: el de
la falta sagrada. Aristóteles la llama hamartia falta que genera una culpa sagrada
(p. 9-51) el mitologema de la culpa sagrada genera el mitologema de la transformación.
En el relato mítico de Alcestes tenemos el tema del sacrificio por amor y el de
la transformación. Otro mitologema surge cuando Alcestes regresa de la muerte.
En la versión de Eurípides cuando Heracles la rescata, regresa cubierta por un velo,
pero ahora es muda, ya no es la misma.
¡Qué verdad contiene este mito? La mujer regresa transformada. Eurípides en su Alcestes cambia el mito y
proclama que Admeto, deberá vivir una vida sin amor y por eso hipócritamente le
reclama a los dioses la muerte de su mujer, pues ahora está condenado a la
fidelidad como duelo por su esposa muerta. Alcestes es una primera tragicomedia
escrita para recalcar que la tragedia de la mujer será casarse con alguien que
no la ama y la del hombre, condenado a ser fiel a su mujer resucitada.
De esta manera el mito crea una relación entre el amor y la muerte, a
través del olvido de sí. Alcestes cae en el olvido de sí misma, muere porque
ama. Por eso entrega su vida por el ser amado, pero el mito describe una falta
porque el hombre no corresponde a su amor como suele suceder. Y debido a su
entrega por amor Heracles la salva. Heracles la salva para arreglar un error de
Apolo. En la versión de la tragedia Heracles la salva para ayudar a un amigo.
Aunque Admeto no quiera que la salve, pero en todas las versiones regresa siendo
otra. El mitologema muerte por mor también significa vida. Ella viene trasformada en otra persona. El
dios Dionisio bajo al infierno a rescatar a su madre Semele, muerta por un rayo
de Zeus tras un engaño de Hera, y la trajo de vuelta como otra persona Tione. El
dios tonante, convirtió al rey de los lapitas, Ixion, quien, siendo huésped en
su casa, pretendió acotarse con su mujer la feroz Hera, pero en realidad lo
hizo con una esclava llamada Nefele. Y por divulgar algo falso como no poder
matarlo para no violar la ley de la hospitalidad lo convirtió en mendigo. Esto
no impidió a que el dios tuviera un nuevo epíteto, Zeus, el cornudo.
Atenea convirtió en Arcne en araña por tejer de forma irónica las
aventuras sexuales de Zeus. Venus por envidia por la belleza de Mirra hace que
se acueste con su padre, y como castigo la convierte en árbol de mirra. De su tronco nació Adonis. Atenea convierte en
medusa por hacer el amor con poseidon en su templo. (Cadona, p.51-70, 94-122)
Dionisio transforma a las hijas de Orcome, en ratón, lechuza y búho por no
participar en sus fiestas. Joseph Cambell (p. 206-207) describe los peligros
que hay en el umbral del regreso, en varias mitologías. El regreso es un tabú
con muchos rituales, ende en el mito de Alcestes el peligro del regreso es que
pudo regresar, pero no pudo regresar a sí misma. El Tabú se zanjó con el cambio
de personalidad. El mito de Orfeo y
Eurídice representa a los amantes que no lograron superar los peligros que hay
en el umbral del regreso.
Frederick Nietzsche (1870, p. 25) introduce un nuevo mitologema en la
interpretación de los mitos. El considera que el arquetipo de la transformación
amorosa caracteriza a los mitos debido a la transformación. Por eso, para él hay
dos tipos de mitos: los apolíneos y los dionisiacos. Lo apolíneos implican la
muerte con transformación negativa y los dionisiacos implica regreso a la vida.
De acuerdo a esta caracterización, Alcestes es un mito dionisiaco. No ha
cometido una falta sagrada.
Ahora haremos un paseo inferencial sobre la mitología amorosa, usando
los mitologemas, de la hamartia o falta sagrada de Aristóteles. Y el mitologema
de Nietzsche, sobre el carácter apolíneo y dionisiaco de los mitos para
interpretar la transformación postulada por la relación mítica amor / muerte.
La hipótesis es que es una constante en la mitología griega, de forma negativa
para los mitos apolíneos porque la muerte como castigo para la falta sagrada,
incluye pérdida de la humanidad, y positiva para los mitos dionisiacos porque
ganan humanidad y divinidad. También podemos inferir una tipología inicial
sobre las faltas sagradas relativas al amor.
Como vemos en los mitos apolíneos, el amor incorrecto, coludido por una hamartia
(falta sagrada) implica muerte de la persona y se manifiesta por medio de una
transformación con pérdida de la humanidad como castigo. Lo contrario ocurre en
los mitos dionisiacos como el de Alcestes y Admeto. La transformación por amor
es positiva, aunque implique la muerte síquica y esté involucrado Apolo. (Versión
de Eurípides en la tragedia Alcestes, Apolodoro [1.9.15] no hace énfasis en la
transformación). Para comprender el relato mítico, hay que recordar el mitologema de
la culpa sagrada, pues si hay culpa hay castigo, muerte y transformación.
Walter Otto (p. 148-149) considera que es implacable. “Ningún
arrepentimiento, ninguna humillación, ningún acto de bondad impide la
aniquilación y el castigo”.
Otro mito dionisiaco sucede cuando la hermosa Psiquis se enamoró de Eros,
sus envidiosas hermanas la hacen desconfiar de Eros porque no quiere que
enteren de que el dios del amor está enamorado de una hija de los mortales
porque como paradoja ha sido víctima de su propio dardo. Este, al ser
descubierto por las indiscretas hermanas, abandona a Psiquis. Ella trata de
suicidarse, pero el Dios Pan le dice que siga buscando al ser amado, porque su
amor es verdadero, ella eligió amarlo en secreto, incluso sin saber que era un
dios. Ella recorre el mundo en busca de Eros. Incluso va hasta el infierno a
buscarlo, de tal forma que Afrodita, la madre del esquivo y artero dios, al ver
la vehemencia de su amor la transformó en diosa inmortal para que pudiera vivir
con Eros en el Olimpo.
De tal manera que el mito de
Psiquis y Eros es dionisiaco, porque la pasión es domesticada por el amor, ella
sufre una transformación trascendente, que va de mortal a inmortal para que se
realice su amor en pareja. Eros se convierte en marido. La felicidad amorosa se diviniza. Esta es una forma de representar que el amor
verdadero, es un amor que aspira a la divinidad por medio de la pareja.
Por tanto, para estos mitos, la verdadera naturaleza del amor se
manifiesta por el mitologema de la transformación trascendente en la pareja.
Este ideal mitológico lo tergiversa Platón en El Banquete. En otro mito,
el voyerista Acteón espía a la diosa Artemisa y la ve desnuda, como castigo es
convertido en ciervo y es devorado por sus propios perros. El voyerismo era considerado
una falta sagrada porque era una perversión violar la desnudez en la intimidad
de otro. Lo mismo sucede con las 50 hijas de Danao, conocidas como las
Danaidas, 49 fueron condenadas a llenar un tonel sin fondo por la eternidad
para purgar el asesinato de sus 49 esposos, a quienes asesinaron por orden de
su padre, pues el oráculo le había vaticinado que uno de ellos le arrebataría
el trono; paradójicamente, fue el hijo de la única hija que no asesinó a su
marido, quien lo destrona. Certificando la verdad del oráculo.
Lo que significa que las hijas deben sustituir el amor del padre por el
amor de su marido, y como poner el amor al padre por encima del amor a su
esposo, era una perversión, el complejo de Electra, por eso las princesas eran
transformadas en esclavas para hacer un trabajo estéril por toda la eternidad.
En otro de los mitos Ares, celoso de Adonis, quien es amado por Afrodita, lo
convirtió en jabalí y lo asesinó, pero Venus, lo transforma otra vez en ser
humano y logra que pase seis meses en la tierra y seis en el infierno. Lo mismo
ocurre en el mito donde Hera por celos transforma a la ninfa Menta en una planta.
Ende los celos son peligrosos porque hasta los mismos dioses matan por ellos.
Sileno, desesperado por la infidelidad de la ninfa Agira, es transformado en
río por Afrodita, para que no sufra, además, le ofrece como consuelo un don:
quien tome de sus aguas olvidará las penas del amor. Lo que indica que el
tiempo era la mejor cura para la agonía de la separación. Cuando la ninfa Eco
no puede lograr que Narciso la ame, porque se amaba más a sí mismo, ella se
dejó morir de dolor por lo que se fue secando hasta quedar solo el eco de su
voz. Sufre una transformación inverosímil hacia la nada, ser eco de sí misma.
Significa que las frustraciones amorosas también transforman la conciencia, al
igual que los sentimientos sobre el amor no correspondido. No sé porque me
suena conocida esta historia. (Swarthy, p. 74-83)
Como vemos la diferencia pensada por Nietzsche, entre lo apolíneo y lo
dionisiaco en los mitos, es correcta. La mayoría de los mitos son apolíneos
porque las faltas sagradas sobre el amor implican muerte y transformación
negativa del ser como castigo. Una falta sagrada puede ser la soberbia, los
celos y muerte por rivalidades familiares, faltas relativas al amor a los
padres, el amor a ti mismo, el incesto. Considerados hamartia violando alguna
ley del amor, como evitar que sus hijas se casen, por temor a la muerte por
parto, o demasiada protección incestuosa. Esto dio origen a la mayoría de
los hijos de Zeus y Poseidón. La intransigente Hera, esposa de Zeus, persiguió
a los hijos de su marido, que se convierten dioses benéficos, en héroes; en
cambio la permisiva Anfitrite, no se interesó en los hijos del todo poderosos
del mar, los cuales resultaron seres monstruosos. Dos de ellos trataron de
violar a su madre. Muy pocos mitos son dionisiacos, como el mito de Psiquis, o
el de Alcestes. En ellos el amor produce una transformación trascendente de la
conciencia. La pareja diviniza, la separación te permite renacer. Hay más mitos
apolíneos porque había más situaciones conflictivas en el amor, las cuales
debían ser condenadas con el ejemplo moral del mito apolíneo. En cambio, los
mitos dionisiacos representan una sola situación afectiva: el amor verdadero y
por tanto es menor la cantidad de relatos. En la mitología griega el amor
humaniza a los dioses y diviniza a los hombres. Los mitologemas falta sagrada,
castigo y transformación indica que estos mitos pretendían regular relaciones
amorosas en la ida social y familiar, las que deberían estar exentas de sexo,
del influjo de eros.
Esto nos enseña que la soberbia un irrespeto al amor a los dioses. Que
los dioses aman a las mujeres. Que es un deber moral luchar por el amor
verdadero, como también, una madre debe renunciar a sus prejuicios para lograr
la felicidad de su hijo. El mito nos dice también que tener a la persona amada es
una forma de felicidad y de realización de la personalidad.
Por eso en la mitología se incluye el anteros (el anti eros), el
sufrimiento por las penas de amor, y que la cura es el olvido, el renacimiento.
También hay una extraña forma de amor realizada por Afrodita; renunciar al ser
amado para que este logre su felicidad.
Si observamos bien los mitos del amor, no hay una valoración del perdón
como un acto amoroso entre los hombres, pero si entre los dioses. Los dioses no
perdonan la falta amorosa, pero si se perdonan entre sí. Lo que le da al perdón
un carácter sagrado porque no existía para los hombres, porque en Grecia solo
había culpables y castigados. Artemisa castiga a los que violan la castidad sin
tener edad para la vida sexual; Afrodita castiga a los que teniendo la edad
para el sexo no se casaban o amaban, mito de Hipólito; Zeus y Poseidón castigan
con la pérdida del linaje a los padres que impiden que sus hijas se casen.
Según Agnes Heller hay tres tipos de perdón relativos al amor: el perdón
con bondad; el perdón lleno de triunfo; y el perdón con resignación. (Fenomenología
de los sentimientos, 1978, p. 189). El perdón con bondad es el perdón de
Afrodita, a Psiquis a quien le otorga la inmortalidad para que esté con su
hijo. El perdón con resignación es el perdón de Zeus a Niobe por medio de la
transformación de Niobe en roca para que no sufra. En este caso el arquetipo
del amor es correcto. Lo que le da un gran valor humanista a la mitología
griega como instrumento para humanizar al hombre. El amor trascendente lo
representado por Psiquis y Eros es el paradigma de las relaciones de pareja. No
hay perdón para el que pierda el amor verdadero. En ellos se cumple el
vaticinio de El Destino a Zeus, (Swarty, p. 65) los dioses deben lograr su
cometido con ayuda de un mortal. Por eso en el mito los dioses del amor Apolo,
Artemisa y Afrodita están como medida de lo humano para limitar a Eros y condenar
o promover un valor moral para darle al amor un sentido trascendente como parte
del destino humano.
Los hombres no se perdonan entre
sí porque el mito representa la cultura de la culpa. No hay perdón para los
hombres, tampoco hay arrepentidos, solo hay culpa, castigo y muerte. Por eso el
arrepentimiento no es una virtud como dice Baruch Spinoza (citado por Heller,
p. 179) simplemente porque el arrepentido no sirve de modelo moral.
El ejemplo moral es el castigo. El arrepentimiento como como expiación
de la culpa, es lo que vemos en personaje Creonte, en Antígona de Sófocles, se
arrepiente, pero la duda lo hace reaccionar tarde, y ya no puede evitar la
tragedia de sus familiares, tampoco la suya. Por eso el dicho popular dice que
de arrepentidos está lleno el infierno es moralmente correcto.
En el caso del Mito de Admeto y Alcestes, asumir su lección moral no es
fácil. Thomas Moore (1992, p. 130–131) escribe: “la moral del amor no es fácil.
Podemos ser como los padres de Admeto cuando se nos aparece la muerte y
encontramos excelentes excusas (…) También podemos volvernos heroicos y, como
Heracles, luchar por rescatar lo que queremos de las garras de la muerte. Todos
somos Alcestes cuando le decimos si al amor y lo acompañamos gustosamente en su
aspecto de muerte”. Significa que el amor siempre produce la transformación de
nuestra conciencia; se deja de ser hija
para ser esposa; ser hijo para ser padre; se deja de ser individuo para ser
pareja, para ser familia, el amor exige el cambio y el abandono de la vieja
personalidad para ponerla al servicio de la pareja o del amor a los otros seres amados, porque la relación
amorosa engendra una responsabilidad nueva, ahora no solo se es hombre, sino
que se es padre, la mujer, se transforma en madre porque el amor está más allá
de uno mismo, más allá de nuestra propia individualidad. Esto es así porque el
único sentido de la existencia es la trascendencia, y por eso una persona es
capaz de sacrificarse por amor como lo hace Alcestes.
Por eso, para los griegos de la cultura clásica, el amor transforma al
ser por medio de la existencia. En la tragedia Alcestes, Eurípides representa
los peligros del amor no correspondido, la tragedia de la mujer cuya pareja no
la ama o simula amarla.
Agnes, Heller (1978, p. 120), nos recuerda que “el enamorado no
necesita ninguna indicación especial para vivir sentimientos acordes con su
disposición sentimental de entrega”. En efecto, esta verdad psicológica
sistematizada en la modernidad ya estaba planteada en el mito representado en
Alcestes; su disposición es vivir de acuerdo a su amor, porque el amor como
sentimiento mutuo crea vínculos, pero en este caso, la belleza de la mujer hace
que el hombre la tome como pareja por el deseo y no por el amor; generando
relaciones desiguales, denunciadas por Eurípides, como la tragedia de la mujer,
debido a la muerte por amor. La tragedia de sus hijos al faltarle el amor de su
madre o al no poder amar a su madre, pero ella si vivió su amor a plenitud como
entrega de su ser. El mito también indica el rechazo al sacrificio inútil por
amor a una persona que no te ama, por eso plantea el renacimiento del ser. En
cambio, Admeto se quedó sin coartada ante la muerte.
Por eso Agnes Heller en postula
que el amor es el único de los sentimientos humanos que puede transformarse en
su contrario, el odio productor de muerte. Esto está representado en los mitos
apolíneos. Es el mito de Anteros, anti eros. Apolo asesina, atravesándole el corazón, a
Coronis por infidelidad (Swarthy p.75) Arrepentido la convierte en corneja. Al
cuervo que le dio el soplo, hace que sus plumas blancas, fuesen negras desde entonces.
Artemisa denunció ante Hera a la ninfa Calisto por dejarse seducir por Zeus,
fue transformada en osa. La diosa Artemisa, celosa del cazador Orión lo asesina
y arrepentida le pide a Zeus que lo convierta en constelación.
Joseph Cambell (1959, p. 173) subraya en sus estudios la idea del amor
como sacrificio en la mitología. Por amor, Dios sacrificó a su hijo para salvar
a la humanidad, tal como se sacrificó Alcestes por Admeto y Prometeo por la
humanidad. Por amor, uno sacrifica su independencia. Por eso los griegos no
olvidaron la disfunción de la pareja y representaron los peligros de la
relación amor/ muerte por medio de Anteros (lo contrario a Eros), dios de la
venganza amorosa, que los romanos convierten en Himeneo, para subrayar los
peligros de la violencia en el matrimonio. Porque como dice San Pablo: “el amor
lo soporta todo”, hasta el crimen. Por eso Hegel (1985, p. 201) describe el
amor como los mitos griegos, como el grado más elevado del abandono de sí
mismo, esta renuncia de sí mismo sirve para identificarse con otra persona,
paradójicamente en este abandono el individuo alcanza la plenitud de su ser.
El efecto principal del amor es la transformación de la persona por
medio del cambio de la conciencia como regresión o como avance espiritual. De
esta manera, el mito del amor se relaciona con la muerte; no solo real sino
síquica; describe los parámetros de la naturaleza, humana, ya que el amor
genera una demolición de los instintos, mete a Eros dentro de la cultura,
orienta los contactos humanos en una comunidad y estructura la cultura con la
moral; y como somos seres finitos en el tiempo, la dinámica amorosa le da
sentido a nuestra existencia transitoria. En otras palabras, el mito nos
advierte que el amor tiene implícita una hipoteca de muerte y transformación
física y sicológica como parte de un principio de realidad. En la sociedad
moderna donde la violencia contra la mujer produce el crimen pasional o el
asesinato conyugal es un buen ejemplo de esto. Lo significativo es que la
mitología amorosa de los griegos, una vez más está en lo correcto
psicológicamente hablando.
Según Anges Heller (Teoría, p. 54), el sexo está asociado con flujos de
deseos negativos como los celos, la sospecha, el desmoronamiento, el
sentimiento de inseguridad y el de ofensa, la dependencia sicológica de la
identidad prefigurada por una relación amorosa, por tanto, el amor verdadero es
la diferencia que le da sentido a la existencia. Toda la simbología del
arquetipo amor/ muerte sirve para establecer una relación del amor con sus
consecuencias morales, como lo vimos el amor no correspondido de la ninfa Eco y
Narciso; la relación cuestionada entre la Ninfa Calipso y Zeus, lo cual encarna
los peligros emocionales de una pareja desigual; en Acteón, los peligros de
violar los interdictos de la privacidad o de amar a personas idealizadas;
Sileno nos enseña que el olvido es el mejor consuelo para la separación amorosa
o que la experiencia del amor no acaba con la ruptura amorosa. Por eso hoy día
se escriben manuales para el reciclaje amoroso. Tersites representa los
peligros de la denegación de la propia autoestima, su culpa es negar el principio
de auto realización personal, el amor a sí mismo; su contrario es Narciso,
amarse a sí mismo en demasía o la ninfa Eco, amar en demasía a otro que no la
ama ni la quiere como taco de escopeta; esos arquetipos del amor regulan la
preservación emocional del sujeto, por medio del saber promoviendo los poderes
coercitivos del mito: el cual promueve el miedo, la autodisciplina, el
autocontrol, la marginación del deseo fuera de la cultura como el incesto en
asesinato conyugal, los celos, el conocimiento de sí mismo y el freno a los
sentimientos de indignación negativos generados por la separación amorosa.
Tenemos entonces que los arquetipos del amor en la mitología griega representan
la transformación de la persona frente a sentimientos situacionales / cognoscitivos,
tal como los describe Agnes Heller (op cit p. 56).
En síntesis, los arquetipos del amor/ muerte siguen reguladores de los
sentimientos como transformadores de la psicología de la persona. Y lo que está
detrás de ellos no es solo un ideal moral; es un modelo de comportamiento
psicológico, un prototipo de cultura expuesta para hacer evocar y destacar los
sentimientos amorosos para que se articulen como tejido familiar y cultural al
reprimir los instintos y las pulsiones negativas. Hay una enseñanza fundamental
en el arquetipo amoroso y es que nadie puede adquirir sentimientos morales, sin
antes tener un modelo social de valores relacionados con el amor. Y esta es una
lección de la mitología griega que no podemos olvidar o que hemos olvidado con
trágicas consecuencias.
Entonces podemos decir, como el sicólogo Carl Gustav Jung, que los
arquetipos son residuos de las experiencias recurrentes de la humanidad y
constituyen unidades vivientes de la sique inconscientes de conocimiento
intuitivo (Jung, p. 229) y con ese conocimiento sobre el sentimiento amoroso,
se construyó una experiencia moral fundamental para la cultura, tal como lo
vemos en los relatos del humanismo
trágico de la mitología griega, sometida a la marca de la tragedia, la
transformación y la culpa.
No podemos terminar este paseo inferencial sobre la relación que hay
entre el amor y la muerte en la mitología griega sin recordar los versos del
poeta Persa Djalal Ud Dimn Rumi. (1207–1273)
quien escribió para referirse al amor:
“Yo no soy yo mismo, tú no
eres tú y tú eres yo:
y sin embargo, yo soy yo, tú eres tú, y tú eres yo. El estado al que me
ha llevado, es tal, oh ídolo de koatán, que no sé si yo soy tú o si tú eres yo”. (p.17)
Es una forma de decirnos que en el amor, nos transforma, nos liberara del
yo, ese sombrío déspota.
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MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 232 | junho de 2023
Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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