quinta-feira, 22 de junho de 2023

RAFAEL RUILOBA | La antigua relación mitológica entre el amor y la muerte

 


Hades el señor de los infiernos, se quejó ante Zeus porque el hijo de Apolo, el médico Asclepio curaba la muerte por lo que Zeus lo fulminó con un rayo.  Apolo, mientras lloraba amargamente la muerte de su hijo, exterminó a los Cíclopes que habían forjado el rayo de Zeus. Como castigo el señor del Olimpo le ordenó trabajar durante un año bajo las órdenes de un mortal. El elegido fue Admeto, rey de Feras, quien, por ayudar a Apolo a sobrellevar su castigo, obtiene algunas dádivas divinas como el amor de la mujer más bella de Grecia y la vida eterna. Para el primer cometido, Apolo le domestica a un león y un jabalí, prueba exigida por Pelias, para consentir el matrimonio de su hija Alcestes, la más bella con Admeto. Pero el héroe, apurado por consumar el connubio, se olvida de la ofrenda requerida por la diosa Artemisa, por haber sido protectora de la virginidad de la dama, y por olvidadizo en vez de encontrar a la mujer más bella de Grecia bajo las cobijas de lana, encuentra un nudo de serpientes sibilantes enrolladas sobre la cama. (Apolodoro, p. 25) Interviene Apolo, aplaca a su hermana. La diosa ofendida retira su acojonante amasijo de serpientes cuando Admeto se reconcilia con la diosa haciendo la ofrenda debida.

Acto seguido, el rey de Feras, logra satisfacer su deseo muchas veces encaramado sobre Alcestes, la bella. Apolo insiste en desafiar a Zeus y hace que la diosa Artemisa, su hermana gemela, le prometa al rey Admeto que, a la hora de su muerte, podrá seguir viviendo, si encuentra a un familiar que acepte morir en su lugar. (Robert Graves, 1955, tomo I, p. 277) Quería equipararse con los dioses, porque lo único que hace diferente a los dioses de los hombres en Grecia es la inmortalidad (Walter Otto,1970, p. 216).  Zeus, para contrariar a Apolo, envió a Hermes, su mensajero con la noticia de la prematura muerte de Admeto.  Apolo emborracha a las Parcas para que no le corten el hilo de la vida de inmediato, a su protegido mientras el rey trata de convencer a algún familiar para que muera por él. Pero nadie acepta, todos querían morir su propia muerte. ni siquiera sus padres, ancianos y moribundos aceptaron morir por él. Solo su esposa, Alcestes por amor está dispuesta a morir por él. Admeto, acepta y ella se envenena para que el amado siga viviendo. Pero el héroe Heracles, encargado de arreglar los errores de los dioses, al ver la injusticia, baja al infierno y rescata a la desdichada, sacrificada por amor a un esposo que no la quiere. En el relato mítico los dioses del Averno le permiten volver a la vida porque murió por amor. Pero cuando regresa, ella no es la misma. Tiene el rostro velado; está cubierto para que nadie la reconozca porque es otra persona, o tiene otra conciencia. De esta manera Admeto consigue eludir la muerte, porque su esposa por amor se sacrifica por él. De esta manera Apolo sigue desafiando a Zeus. Pero en toda la mitología los dioses no pueden salvar a los hombres de la muerte.

¿Cuál es su mensaje? Que por amor se es capaz de morir
por la persona amada. Si. ¿Que la muerte está ligada al amor porque hay una entrega de sí mismo sin garantía de ser amado? Si. También pude significar que el amor es ciego o es una forma de decirnos que el verdadero amor es mutuo e implica la muerte del yo egoísta, ese sombrío déspota. De esta manera, el relato mítico crea una relación entre el amor y la muerte, física o psicológica. Alcestes al someterse a las demandas del amor, ha dejado de ser ella misma, pero de forma adicional, sufre una transformación por su muerte.  Estando en el infierno descubre que no la han amado como ella lo ha hecho, por tanto, la pena de amor destruye su antigua personalidad. Por eso cuando regresa cubre su rostro con un velo. 

Una de las primeras interpretaciones del mito, la encontramos en la tragedia de Eurípides, Alcestes (438 a. C) (Alcestes, 2014, p. 40-41). El Poeta trágico presenta las razones de la sinrazón del amor, como tragedia. Ella muere por amor, y las razones de la sinrazón de él: confronta a su padre y a su madre por no haber querido morir por él, pero no confronta a su esposa por hacerlo. Promete guardar fidelidad eterna a su mujer por morir por él. Eurípides lo hace para decirnos que la tragedia de la mujer es casarse con alguien que no la ama. Luciano de Crescenzo. (p. 171) resume la tragedia de Eurípides porque esta interpretación literaria sea más descriptiva añadiendo, otros factores a la “falta sagrada” de Admeto, como violación al amor paterno, violación al amor a la tierra de sus padres, al solicitar a los soldados moribundos para que acepten morir por él. Uno de ellos revive porque ya viene la ayuda médica. Admeto, creyendo que su amigo la trae a otra mujer corre dispuesto a romper su promesa. El dramaturgo   describe a Alcestes resucitada como una zombi cubierta con un velo, desconocida de sí misma, muda, muerta en vida. Su castigo es vivir con ella, lo que la convierte en una tragicomedia.

El mitologema del sacrificio es uno de los aspectos del mito recordado por Platón en sus diálogos sobre el amor en El Banquete; (Platón, Obras Completas Ediciones Aguilar, 1969, p. 568) “Por la vergüenza del mal y la emulación del bien los amantes saben morir el uno por el otro”.  La única diferencia es que Platón equipara el sacrificio por amor la muerte de Aquiles y Patroclo. En el Mito Apolo guía la flecha para que le dé en el talón a Aquiles y en el combate de la Ilíada, Apolo ayuda a Héctor a asesinar a Patroclo. El mito tiene varios mitologemas: el de la falta sagrada. Aristóteles la llama hamartia falta que genera una culpa sagrada (p. 9-51) el mitologema de la culpa sagrada genera el mitologema de la transformación. En el relato mítico de Alcestes tenemos el tema del sacrificio por amor y el de la transformación. Otro mitologema surge cuando Alcestes regresa de la muerte. En la versión de Eurípides cuando Heracles la rescata, regresa cubierta por un velo, pero ahora es muda, ya no es la misma.

¡Qué verdad contiene este mito? La mujer regresa transformada.  Eurípides en su Alcestes cambia el mito y proclama que Admeto, deberá vivir una vida sin amor y por eso hipócritamente le reclama a los dioses la muerte de su mujer, pues ahora está condenado a la fidelidad como duelo por su esposa muerta. Alcestes es una primera tragicomedia escrita para recalcar que la tragedia de la mujer será casarse con alguien que no la ama y la del hombre, condenado a ser fiel a su mujer resucitada.  

De esta manera el mito crea una relación entre el amor y la muerte, a través del olvido de sí. Alcestes cae en el olvido de sí misma, muere porque ama. Por eso entrega su vida por el ser amado, pero el mito describe una falta porque el hombre no corresponde a su amor como suele suceder. Y debido a su entrega por amor Heracles la salva. Heracles la salva para arreglar un error de Apolo. En la versión de la tragedia Heracles la salva para ayudar a un amigo. Aunque Admeto no quiera que la salve, pero en todas las versiones regresa siendo otra. El mitologema muerte por mor también significa vida.  Ella viene trasformada en otra persona. El dios Dionisio bajo al infierno a rescatar a su madre Semele, muerta por un rayo de Zeus tras un engaño de Hera, y la trajo de vuelta como otra persona Tione. El dios tonante, convirtió al rey de los lapitas, Ixion, quien, siendo huésped en su casa, pretendió acotarse con su mujer la feroz Hera, pero en realidad lo hizo con una esclava llamada Nefele. Y por divulgar algo falso como no poder matarlo para no violar la ley de la hospitalidad lo convirtió en mendigo. Esto no impidió a que el dios tuviera un nuevo epíteto, Zeus, el cornudo.

Atenea convirtió en Arcne en araña por tejer de forma irónica las aventuras sexuales de Zeus. Venus por envidia por la belleza de Mirra hace que se acueste con su padre, y como castigo la convierte en árbol de mirra.  De su tronco nació Adonis. Atenea convierte en medusa por hacer el amor con poseidon en su templo. (Cadona, p.51-70, 94-122) Dionisio transforma a las hijas de Orcome, en ratón, lechuza y búho por no participar en sus fiestas. Joseph Cambell (p. 206-207) describe los peligros que hay en el umbral del regreso, en varias mitologías. El regreso es un tabú con muchos rituales, ende en el mito de Alcestes el peligro del regreso es que pudo regresar, pero no pudo regresar a sí misma. El Tabú se zanjó con el cambio de personalidad.  El mito de Orfeo y Eurídice representa a los amantes que no lograron superar los peligros que hay en el umbral del regreso.  

Frederick Nietzsche (1870, p. 25) introduce un nuevo mitologema en la interpretación de los mitos. El considera que el arquetipo de la transformación amorosa caracteriza a los mitos debido a la transformación. Por eso, para él hay dos tipos de mitos: los apolíneos y los dionisiacos. Lo apolíneos implican la muerte con transformación negativa y los dionisiacos implica regreso a la vida. De acuerdo a esta caracterización, Alcestes es un mito dionisiaco. No ha cometido una falta sagrada.   

Ahora haremos un paseo inferencial sobre la mitología amorosa, usando los mitologemas, de la hamartia o falta sagrada de Aristóteles. Y el mitologema de Nietzsche, sobre el carácter apolíneo y dionisiaco de los mitos para interpretar la transformación postulada por la relación mítica amor / muerte. La hipótesis es que es una constante en la mitología griega, de forma negativa para los mitos apolíneos porque la muerte como castigo para la falta sagrada, incluye pérdida de la humanidad, y positiva para los mitos dionisiacos porque ganan humanidad y divinidad. También podemos inferir una tipología inicial sobre las faltas sagradas relativas al amor.


  Apolo sorprendido por la belleza de Clicia la seduce; después vio a su hermana Leucotea, y también la seduce, por lo que la celosa Clicia acusó a su hermana de traición, pero en la disputa con su padre, Leucotea fue enterrada viva, pero como Apolo no pudo devolverle la vida, la transformó en un árbol de incienso; a su amigo Jacinto, Apolo lo mata con un disco, de forma accidental, el cual fue desviado por los celos de El Viento, por lo que Apolo al no poder devolverla la vida, lo convierte el flor; a su amigo Ciprasio, quien se suicidó, por no poder amarlo, Apolo lo convierte en ciprés, el árbol del luto. De esta manera todo amor inconveniente, todo amor que genera anti eros, (celos, venganza odio, crímenes pasionales consideradas hamartias o faltas sagradas para el relato mítico.) termina en la muerte, y como consuelo el personaje sufre una trasformación, donde se expía la falta, como un árbol o una planta. En estos casos para la mitología griega la transformación implica perdida de la humanidad porque no era una relación trascendente. En cambio, Alcestes su muerte por amor y su regreso a la vida contiene una lección sobre el amor verdadero. En el mito de Niobe ella fue transformada en roca al ser castigada por burlarse de Leto, madre de Apolo y Artemisa, por decir que Apolo era afeminado, y que Artemisa, hombruna por eso a Niobe los dioses para castigar su soberbia, hamartia o falta sagrada, le asesinan a doce hijos, y le dejan dos, la niña hombruna y al hijo afeminado, y como el amor de una madre por sus hijos muertos no tiene consuelo, Zeus por compasión la transforma en peñasco para que no sufriera más por la muerte de su hijos; pero a pesar de ello, de la roca nace una fuerte para representar el dolor que conlleva para una madre, la muerte de sus hijos. El mito nos dice que los dioses castigan al inocente. Otro caso es de la Ninfa Calipso, quien sucumbe ante el empuje amoroso de Zeus, ende Juno, la esposa engañada, la convierte en Osa, pero Zeus por consuelo la envía al cielo como la constelación de la Osa Mayor. Atenea convierte a Aracne en una araña por haberle ganado un certamen de tejido.

Como vemos en los mitos apolíneos, el amor incorrecto, coludido por una hamartia (falta sagrada) implica muerte de la persona y se manifiesta por medio de una transformación con pérdida de la humanidad como castigo. Lo contrario ocurre en los mitos dionisiacos como el de Alcestes y Admeto. La transformación por amor es positiva, aunque implique la muerte síquica y esté involucrado Apolo. (Versión de Eurípides en la tragedia Alcestes, Apolodoro [1.9.15] no hace énfasis en la transformación). Para comprender el relato mítico, hay que recordar el mitologema de la culpa sagrada, pues si hay culpa hay castigo, muerte y transformación. Walter Otto (p. 148-149) considera que es implacable. “Ningún arrepentimiento, ninguna humillación, ningún acto de bondad impide la aniquilación y el castigo”.

Otro mito dionisiaco sucede cuando la hermosa Psiquis se enamoró de Eros, sus envidiosas hermanas la hacen desconfiar de Eros porque no quiere que enteren de que el dios del amor está enamorado de una hija de los mortales porque como paradoja ha sido víctima de su propio dardo. Este, al ser descubierto por las indiscretas hermanas, abandona a Psiquis. Ella trata de suicidarse, pero el Dios Pan le dice que siga buscando al ser amado, porque su amor es verdadero, ella eligió amarlo en secreto, incluso sin saber que era un dios. Ella recorre el mundo en busca de Eros. Incluso va hasta el infierno a buscarlo, de tal forma que Afrodita, la madre del esquivo y artero dios, al ver la vehemencia de su amor la transformó en diosa inmortal para que pudiera vivir con Eros en el Olimpo.

 De tal manera que el mito de Psiquis y Eros es dionisiaco, porque la pasión es domesticada por el amor, ella sufre una transformación trascendente, que va de mortal a inmortal para que se realice su amor en pareja. Eros se convierte en marido.  La felicidad amorosa se diviniza.  Esta es una forma de representar que el amor verdadero, es un amor que aspira a la divinidad por medio de la pareja.

Por tanto, para estos mitos, la verdadera naturaleza del amor se manifiesta por el mitologema de la transformación trascendente en la pareja. Este ideal mitológico lo tergiversa Platón en El Banquete. En otro mito, el voyerista Acteón espía a la diosa Artemisa y la ve desnuda, como castigo es convertido en ciervo y es devorado por sus propios perros. El voyerismo era considerado una falta sagrada porque era una perversión violar la desnudez en la intimidad de otro. Lo mismo sucede con las 50 hijas de Danao, conocidas como las Danaidas, 49 fueron condenadas a llenar un tonel sin fondo por la eternidad para purgar el asesinato de sus 49 esposos, a quienes asesinaron por orden de su padre, pues el oráculo le había vaticinado que uno de ellos le arrebataría el trono; paradójicamente, fue el hijo de la única hija que no asesinó a su marido, quien lo destrona. Certificando la verdad del oráculo.

Lo que significa que las hijas deben sustituir el amor del padre por el amor de su marido, y como poner el amor al padre por encima del amor a su esposo, era una perversión, el complejo de Electra, por eso las princesas eran transformadas en esclavas para hacer un trabajo estéril por toda la eternidad. En otro de los mitos Ares, celoso de Adonis, quien es amado por Afrodita, lo convirtió en jabalí y lo asesinó, pero Venus, lo transforma otra vez en ser humano y logra que pase seis meses en la tierra y seis en el infierno. Lo mismo ocurre en el mito donde Hera por celos transforma a la ninfa Menta en una planta. Ende los celos son peligrosos porque hasta los mismos dioses matan por ellos. Sileno, desesperado por la infidelidad de la ninfa Agira, es transformado en río por Afrodita, para que no sufra, además, le ofrece como consuelo un don: quien tome de sus aguas olvidará las penas del amor. Lo que indica que el tiempo era la mejor cura para la agonía de la separación. Cuando la ninfa Eco no puede lograr que Narciso la ame, porque se amaba más a sí mismo, ella se dejó morir de dolor por lo que se fue secando hasta quedar solo el eco de su voz. Sufre una transformación inverosímil hacia la nada, ser eco de sí misma. Significa que las frustraciones amorosas también transforman la conciencia, al igual que los sentimientos sobre el amor no correspondido. No sé porque me suena conocida esta historia. (Swarthy, p. 74-83)

Como vemos la diferencia pensada por Nietzsche, entre lo apolíneo y lo dionisiaco en los mitos, es correcta. La mayoría de los mitos son apolíneos porque las faltas sagradas sobre el amor implican muerte y transformación negativa del ser como castigo. Una falta sagrada puede ser la soberbia, los celos y muerte por rivalidades familiares, faltas relativas al amor a los padres, el amor a ti mismo, el incesto. Considerados hamartia violando alguna ley del amor, como evitar que sus hijas se casen, por temor a la muerte por parto, o demasiada protección   incestuosa. Esto dio origen a la mayoría de los hijos de Zeus y Poseidón. La intransigente Hera, esposa de Zeus, persiguió a los hijos de su marido, que se convierten dioses benéficos, en héroes; en cambio la permisiva Anfitrite, no se interesó en los hijos del todo poderosos del mar, los cuales resultaron seres monstruosos. Dos de ellos trataron de violar a su madre. Muy pocos mitos son dionisiacos, como el mito de Psiquis, o el de Alcestes. En ellos el amor produce una transformación trascendente de la conciencia. La pareja diviniza, la separación te permite renacer. Hay más mitos apolíneos porque había más situaciones conflictivas en el amor, las cuales debían ser condenadas con el ejemplo moral del mito apolíneo. En cambio, los mitos dionisiacos representan una sola situación afectiva: el amor verdadero y por tanto es menor la cantidad de relatos. En la mitología griega el amor humaniza a los dioses y diviniza a los hombres. Los mitologemas falta sagrada, castigo y transformación indica que estos mitos pretendían regular relaciones amorosas en la ida social y familiar, las que deberían estar exentas de sexo, del influjo de eros.  

Esto nos enseña que la soberbia un irrespeto al amor a los dioses. Que los dioses aman a las mujeres. Que es un deber moral luchar por el amor verdadero, como también, una madre debe renunciar a sus prejuicios para lograr la felicidad de su hijo. El mito nos dice también que tener a la persona amada es una forma de felicidad y de realización de la personalidad.

Por eso en la mitología se incluye el anteros (el anti eros), el sufrimiento por las penas de amor, y que la cura es el olvido, el renacimiento. También hay una extraña forma de amor realizada por Afrodita; renunciar al ser amado para que este logre su felicidad.

Si observamos bien los mitos del amor, no hay una valoración del perdón como un acto amoroso entre los hombres, pero si entre los dioses. Los dioses no perdonan la falta amorosa, pero si se perdonan entre sí. Lo que le da al perdón un carácter sagrado porque no existía para los hombres, porque en Grecia solo había culpables y castigados. Artemisa castiga a los que violan la castidad sin tener edad para la vida sexual; Afrodita castiga a los que teniendo la edad para el sexo no se casaban o amaban, mito de Hipólito; Zeus y Poseidón castigan con la pérdida del linaje a los padres que impiden que sus hijas se casen.

Según Agnes Heller hay tres tipos de perdón relativos al amor: el perdón con bondad; el perdón lleno de triunfo; y el perdón con resignación. (Fenomenología de los sentimientos, 1978, p. 189). El perdón con bondad es el perdón de Afrodita, a Psiquis a quien le otorga la inmortalidad para que esté con su hijo. El perdón con resignación es el perdón de Zeus a Niobe por medio de la transformación de Niobe en roca para que no sufra. En este caso el arquetipo del amor es correcto. Lo que le da un gran valor humanista a la mitología griega como instrumento para humanizar al hombre. El amor trascendente lo representado por Psiquis y Eros es el paradigma de las relaciones de pareja. No hay perdón para el que pierda el amor verdadero. En ellos se cumple el vaticinio de El Destino a Zeus, (Swarty, p. 65) los dioses deben lograr su cometido con ayuda de un mortal. Por eso en el mito los dioses del amor Apolo, Artemisa y Afrodita están como medida de lo humano para limitar a Eros y condenar o promover un valor moral para darle al amor un sentido trascendente como parte del destino humano.

 Los hombres no se perdonan entre sí porque el mito representa la cultura de la culpa. No hay perdón para los hombres, tampoco hay arrepentidos, solo hay culpa, castigo y muerte. Por eso el arrepentimiento no es una virtud como dice Baruch Spinoza (citado por Heller, p. 179) simplemente porque el arrepentido no sirve de modelo moral.

El ejemplo moral es el castigo. El arrepentimiento como como expiación de la culpa, es lo que vemos en personaje Creonte, en Antígona de Sófocles, se arrepiente, pero la duda lo hace reaccionar tarde, y ya no puede evitar la tragedia de sus familiares, tampoco la suya. Por eso el dicho popular dice que de arrepentidos está lleno el infierno es moralmente correcto.

Tenemos entonces, que con la relación amor / muerte, el mito crea un arquetipo a través de un conjunto de mitos que funcionan moralmente para representar sentimientos relativos al amor como fuerza productora de cambios en la conciencia, como modelo social de relaciones amorosas sin sexo, usando la relación amor muerte, en los relatos para indicar los peligros de muerte en las relaciones amorosas. En particular las muertes por parto (Mito de Ariadna y Teseo), comunes en esa época, y la muerte síquica como efecto cultural porque el amor siempre implica una entrega de si, en todas sus facetas y por eso nadie debe olvidar el poder de transformación del amor, ni siquiera los dioses.

En el caso del Mito de Admeto y Alcestes, asumir su lección moral no es fácil. Thomas Moore (1992, p. 130–131) escribe: “la moral del amor no es fácil. Podemos ser como los padres de Admeto cuando se nos aparece la muerte y encontramos excelentes excusas (…) También podemos volvernos heroicos y, como Heracles, luchar por rescatar lo que queremos de las garras de la muerte. Todos somos Alcestes cuando le decimos si al amor y lo acompañamos gustosamente en su aspecto de muerte”. Significa que el amor siempre produce la transformación de nuestra conciencia;  se deja de ser hija para ser esposa; ser hijo para ser padre; se deja de ser individuo para ser pareja, para ser familia, el amor exige el cambio y el abandono de la vieja personalidad para ponerla al servicio de la pareja o del amor a  los otros seres amados, porque la relación amorosa engendra una responsabilidad nueva, ahora no solo se es hombre, sino que se es padre, la mujer, se transforma en madre porque el amor está más allá de uno mismo, más allá de nuestra propia individualidad. Esto es así porque el único sentido de la existencia es la trascendencia, y por eso una persona es capaz de sacrificarse por amor como lo hace Alcestes.

Por eso, para los griegos de la cultura clásica, el amor transforma al ser por medio de la existencia. En la tragedia Alcestes, Eurípides representa los peligros del amor no correspondido, la tragedia de la mujer cuya pareja no la ama o simula amarla.  

Agnes, Heller (1978, p. 120), nos recuerda que “el enamorado no necesita ninguna indicación especial para vivir sentimientos acordes con su disposición sentimental de entrega”. En efecto, esta verdad psicológica sistematizada en la modernidad ya estaba planteada en el mito representado en Alcestes; su disposición es vivir de acuerdo a su amor, porque el amor como sentimiento mutuo crea vínculos, pero en este caso, la belleza de la mujer hace que el hombre la tome como pareja por el deseo y no por el amor; generando relaciones desiguales, denunciadas por Eurípides, como la tragedia de la mujer, debido a la muerte por amor. La tragedia de sus hijos al faltarle el amor de su madre o al no poder amar a su madre, pero ella si vivió su amor a plenitud como entrega de su ser. El mito también indica el rechazo al sacrificio inútil por amor a una persona que no te ama, por eso plantea el renacimiento del ser. En cambio, Admeto se quedó sin coartada ante la muerte.

Por eso Agnes Heller en   postula que el amor es el único de los sentimientos humanos que puede transformarse en su contrario, el odio productor de muerte. Esto está representado en los mitos apolíneos. Es el mito de Anteros, anti eros.  Apolo asesina, atravesándole el corazón, a Coronis por infidelidad (Swarthy p.75) Arrepentido la convierte en corneja. Al cuervo que le dio el soplo, hace que sus plumas blancas, fuesen negras desde entonces. Artemisa denunció ante Hera a la ninfa Calisto por dejarse seducir por Zeus, fue transformada en osa. La diosa Artemisa, celosa del cazador Orión lo asesina y arrepentida le pide a Zeus que lo convierta en constelación.         

Joseph Cambell (1959, p. 173) subraya en sus estudios la idea del amor como sacrificio en la mitología. Por amor, Dios sacrificó a su hijo para salvar a la humanidad, tal como se sacrificó Alcestes por Admeto y Prometeo por la humanidad. Por amor, uno sacrifica su independencia. Por eso los griegos no olvidaron la disfunción de la pareja y representaron los peligros de la relación amor/ muerte por medio de Anteros (lo contrario a Eros), dios de la venganza amorosa, que los romanos convierten en Himeneo, para subrayar los peligros de la violencia en el matrimonio. Porque como dice San Pablo: “el amor lo soporta todo”, hasta el crimen. Por eso Hegel (1985, p. 201) describe el amor como los mitos griegos, como el grado más elevado del abandono de sí mismo, esta renuncia de sí mismo sirve para identificarse con otra persona, paradójicamente en este abandono el individuo alcanza la plenitud de su ser.

El efecto principal del amor es la transformación de la persona por medio del cambio de la conciencia como regresión o como avance espiritual. De esta manera, el mito del amor se relaciona con la muerte; no solo real sino síquica; describe los parámetros de la naturaleza, humana, ya que el amor genera una demolición de los instintos, mete a Eros dentro de la cultura, orienta los contactos humanos en una comunidad y estructura la cultura con la moral; y como somos seres finitos en el tiempo, la dinámica amorosa le da sentido a nuestra existencia transitoria. En otras palabras, el mito nos advierte que el amor tiene implícita una hipoteca de muerte y transformación física y sicológica como parte de un principio de realidad. En la sociedad moderna donde la violencia contra la mujer produce el crimen pasional o el asesinato conyugal es un buen ejemplo de esto. Lo significativo es que la mitología amorosa de los griegos, una vez más está en lo correcto psicológicamente hablando.

Según Anges Heller (Teoría, p. 54), el sexo está asociado con flujos de deseos negativos como los celos, la sospecha, el desmoronamiento, el sentimiento de inseguridad y el de ofensa, la dependencia sicológica de la identidad prefigurada por una relación amorosa, por tanto, el amor verdadero es la diferencia que le da sentido a la existencia. Toda la simbología del arquetipo amor/ muerte sirve para establecer una relación del amor con sus consecuencias morales, como lo vimos el amor no correspondido de la ninfa Eco y Narciso; la relación cuestionada entre la Ninfa Calipso y Zeus, lo cual encarna los peligros emocionales de una pareja desigual; en Acteón, los peligros de violar los interdictos de la privacidad o de amar a personas idealizadas; Sileno nos enseña que el olvido es el mejor consuelo para la separación amorosa o que la experiencia del amor no acaba con la ruptura amorosa. Por eso hoy día se escriben manuales para el reciclaje amoroso. Tersites representa los peligros de la denegación de la propia autoestima, su culpa es negar el principio de auto realización personal, el amor a sí mismo; su contrario es Narciso, amarse a sí mismo en demasía o la ninfa Eco, amar en demasía a otro que no la ama ni la quiere como taco de escopeta; esos arquetipos del amor regulan la preservación emocional del sujeto, por medio del saber promoviendo los poderes coercitivos del mito: el cual promueve el miedo, la autodisciplina, el autocontrol, la marginación del deseo fuera de la cultura como el incesto en asesinato conyugal, los celos, el conocimiento de sí mismo y el freno a los sentimientos de indignación negativos generados por la separación amorosa. Tenemos entonces que los arquetipos del amor en la mitología griega representan la transformación de la persona frente a sentimientos situacionales / cognoscitivos, tal como los describe Agnes Heller (op cit p. 56).

En síntesis, los arquetipos del amor/ muerte siguen reguladores de los sentimientos como transformadores de la psicología de la persona. Y lo que está detrás de ellos no es solo un ideal moral; es un modelo de comportamiento psicológico, un prototipo de cultura expuesta para hacer evocar y destacar los sentimientos amorosos para que se articulen como tejido familiar y cultural al reprimir los instintos y las pulsiones negativas. Hay una enseñanza fundamental en el arquetipo amoroso y es que nadie puede adquirir sentimientos morales, sin antes tener un modelo social de valores relacionados con el amor. Y esta es una lección de la mitología griega que no podemos olvidar o que hemos olvidado con trágicas consecuencias.

Entonces podemos decir, como el sicólogo Carl Gustav Jung, que los arquetipos son residuos de las experiencias recurrentes de la humanidad y constituyen unidades vivientes de la sique inconscientes de conocimiento intuitivo (Jung, p. 229) y con ese conocimiento sobre el sentimiento amoroso, se construyó una experiencia moral fundamental para la cultura, tal como lo vemos en los relatos del  humanismo trágico de la mitología griega, sometida a la marca de la tragedia, la transformación y la culpa.

No podemos terminar este paseo inferencial sobre la relación que hay entre el amor y la muerte en la mitología griega sin recordar los versos del poeta Persa Djalal Ud Dimn Rumi.  (1207–1273) quien escribió para referirse al amor:           

 

 Yo no soy yo mismo, tú no eres tú y tú eres yo:

y sin embargo, yo soy yo, tú eres tú, y tú eres yo. El estado al que me ha llevado, es tal, oh ídolo de koatán, que no sé si yo soy tú o si tú eres yo”.  (p.17)

Es una forma de decirnos que en el amor, nos transforma, nos liberara del yo, ese sombrío déspota. 

 

 

Bibliografia

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Otto, Walter. (1961) Los dioses griegos, Editorial universitaria de Buenos Aires.   

 


 


RAFAEL RUILOBA (Panamá, 1955). Poeta, narrador, ensaísta e crítico literário. Página ilustrada com obras de Wolfgang Paalen (Suíça, 1905-1959), 

 







MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.




Agulha Revista de Cultura

Número 232 | junho de 2023

Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

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