Desde muy joven (años setenta),
se trasladó junto a su familia: los artistas Ludwig Zeller y Susana Wald, y sus
hermanos, a la ciudad de Toronto.
Desde entonces
su vida transcurre en esa metrópoli norteamericana. Desde adolescente fue persuadida
y “contaminada” por el tráfago poético y artístico que sus padres llevaban a cabo:
exposiciones, traducciones, ediciones de libros y revistas, e intercambios y complicidades
con muchos artistas surrealistas.
Pronto se engarzó –desde su hogar– a las conversaciones,
experiencias y rituales para compaginar, abordar, vislumbrar la magia desde una
dimensión cotidiana y poética en el amplio prisma azaroso, onírico, maravilloso.
El repertorio de Hausner es cuantioso: transita por
la organización de eventos literarios, escribe su poesía rica y distinguida y lidia
en el destacadísimo segmento de la traducción. En este contexto Beatriz despliega
un trabajo infatigable; durante muchos años vertió al idioma inglés poemarios capitales
y textos de autores trascendentes como Rosamel del Valle, Enrique Gómez-Correa,
Aldo Pellegrini, Ludwig Zeller, o César Moro, entre una brillante lista de referentes
latinoamericanos… En este campo de acción la poeta configuró diálogos efervescentes,
y poco a poco edificó un lenguaje preciso y diáfano… Fue como un alumbramiento encarar
poetas como Jorge Cáceres o la magia erótica y llameante de César Moro… A propósito
de lo señalado, recordamos la sentencia de Aldo Pellegrini: “La indiscriminación
entre lo real y lo imaginario crea el pensamiento mágico…”.
La mayor parte de la poesía de Beatriz está escrita
y editada en inglés. Sin embargo, su antología bilingüe La costurera y el muñeco
viviente (The seamstrress and the Living Doll), fue editada en México
por el prestigioso sello Mantis Editores (2012).
Al pasar revista al volumen nos encontramos con una
creación llena de destellos preciosos. Sus palabras, igual que sus imágenes poéticas
son cultas y refinadas. Por momentos percibimos una luz particular, la alquimia
sobresale, lo mismo que los tintes primigenios. Como la Beatriz de Dante, la nuestra
desciende a los “cenotes” y de súbito emerge en un manto bordado mágico y surreal:
Mi hermano gemelo hecho
de piel hecho de lujuria
hecho de lengua.
AP | Parafraseando
al poeta Enrique Gómez-Correa: “Nuestra posición frente al surrealismo está determinada:
incorporamos a nuestro favor todas sus conquistas admirables, no obstante, la Mandrágora
no cierra puertas ni ventanas. Las deja abiertas para que entre la luz de otros
astros, quizá, los soles negros, malditos, sin embargo, al fin y al cabo utilizables
en la captación de lo real, en el conocimiento, en el profundo conocimiento de la
realidad escabrosa”. Beatriz, vos te iniciás en el surrealismo desde muy joven, ¿cómo asimilaste
este concepto del poeta Gómez-Correa desde los albores de tu creación?
BH | Desde un
principio el surrealismo chileno mantuvo una posición independiente, lo que le permitió
tanto a los integrantes de Mandrágora, como a los artistas y poetas surrealistas
de la generación siguiente, explorar a su manera, a menudo hasta sus últimas consecuencias,
los preceptos que propusieron Breton y el primer grupo de París. Creo que a eso
se refiere Enrique Gómez-Correa. Yo de alguna forma heredé esa actitud hacia la
creación. Para mí no existen barreras, ni límites en la creación poética, ya sea
a través del verbo, o en los hechos de la vida cotidiana misma. Tampoco me aferro
a una u otra interpretación estricta de sus ideas fundamentales. El surrealismo
propone la posibilidad de libertad total. Es un enfoque que siempre me ha permitido
explorar la realidad en su verdadera dimensión: todo está a mi disposición.
Al principio, cuando empezada
a familiarizarme con la estupenda obra de Gómez-Correa me preguntaba cual sería
ese “sol negro”, ¿qué forma tendría? Lo entiendo ahora, tras haber indagado más
allá de los referentes modernos, al adentrarme un poco en los textos antiguos, ciertos
clásicos latinos, y posteriormente a textos que hacen referencia a la alquimia.
A veces me pregunto: ¿si ese “sol negro” al que se refiere EGC no era esa piedra
negra y brillante que trajera Heliogábalo consigo a Roma? ¿Quizás fuera la piedra
alquímica de la alquimista María, judía de Alejandría, quien inventara el “baño
María”? Lo que me preocupa en este momento es poder entrar y salir, volver a entrar,
volver a salir por esas ventanas a las que alude Enrique Gómez-Correa para tocar
ese sol negro, que de fondo no es sino lo maravilloso insondable que emite energía
e ilumina. Es una fuerza transformadora a la que me aferro porque mi existencia
depende de ella.
BH | Yo llegué
a Toronto como inmigrante con mi familia en 1971. El cambio de país, el destierro,
la desconexión con lo conocido, causó que yo buscara raíces dentro del mundo familiar,
el mundo de mis padres (mi madre es Susana Wald, mi padrastro, Ludwig Zeller), mis
hermanos. Mis padres llevaban una actividad artística y literaria febril, organizaban
exposiciones para sus colaboradores dentro y fuera del movimiento Phases,
publicaban libros, catálogos y la revista El huevo filosófico, todo alrededor
del surrealismo, idea central que ellos iban definiendo con sus actividades, y sus
descubrimientos a través de la creación artística y poética, intercambios con otros
surrealistas, conversaciones entre sí. Mucha gente dentro de ese mundo iba y venía
a nuestra casa en Toronto. Yo acepté ese ambiente y aprendí mucho de esa vivencia,
un poco inusual para una joven adolescente en Norteamérica.
Toronto nunca fue un centro
cultural equivalente a Nueva York, o París. Fue y sigue siendo, a pesar de ser increíblemente
cosmopolita, una ciudad provinciana en cuanto a las artes se refiere. De ahí la
urgencia que yo siempre sentí de crear un entorno que se aproximara a esa imagen
que yo tenía de otros lugares. Al igual que la creación literaria/artística, que
es una forma de transformar el mundo, el organizar eventos, publicar libros, abogar
por los derechos de los artistas, son actividades hasta cierto punto creativas.
Es decir, tanto el quehacer poético, que en mi caso es una actividad solitaria,
como el generar actividades colectivas funcionan como los dos lados de un mismo
espejo: son intentos de activar la realidad, darle una forma más dinámica al medio
de que formo parte. En mi opinión, es una extensión de la idea de la familia, tal
como la siento yo, que no es la idea tradicional cristiana de la familia, sino la
idea de una comunidad centrada en el amor por los seres que a una la rodean.
Entendí de muy joven que mi
modo de expresión sería literario y no la plástica. Siempre me gustó escribir poemas,
y publiqué en la editorial de mis padres, Oasis Publications, una pequeña
plaquette en español (Poetisa con balcón y vista al mar). Durante
mi juventud publiqué traducciones y poesías usando el apellido Zeller. Con el paso
de los años volví a mi apellido Hausner, por ser mi origen (mi padre, José Hausner
es el único en su familia que sobrevivió el horror nazi).
Resulta un poco raro hacer
surrealismo en Toronto, incluso ahora que hay mayor apertura hacia el arte que produjera
el movimiento surrealista de entre-guerras. Hasta hace muy poco aquí se consideraba
el surrealismo como una especie de afectación. El surrealismo es quizás demasiado
subversivo para la cultura anglosajona que domina esta ciudad.
AP | A la par
de tu poesía vos haces una labor espléndida en el campo de la traducción. ¿Cómo
te sentís haciendo traducciones de poetas como César Moro, Gómez-Correa, Aldo Pellegrini,
Ludwig Zeller, Rosamel del Valle, Álvaro Mutis?, solo para citar unos cuántos.
BH | Empecé traduciendo
a poetas surrealistas como Aldo Pellegrini, Ludwig Zeller, Enrique Gómez-Correa,
porque sentía que era imprescindible que se dieran a conocer en lengua inglesa,
en el mundo al que me integré, los grandes valores de la literatura surrealista
en lengua hispana.
Para mí traducir a los escritores
que tu mencionas significó una educación literaria de primera clase. Siento que
me formé como artista y como persona a través de la traducción (lo primero que publiqué
fue una traducción al inglés de un ensayo de Pellegrini, “Poesía es todo aquello
que cierra la puerta a los imbéciles”). Traducir implica entregarse a la realidad
del creador del texto que uno traduce, vivir con él/ella y su imaginario durante
el tiempo que te dedicas a traducirlos. Traducir a Rosamel del Valle, por ejemplo,
me significó adentrarme en un mundo órfico, un mundo poético puro. Enrique Gómez-Correa
me enseñó a ver la realidad con pasión libertaria, y al mismo tiempo amorosa; he
descubierto una especial afinidad con Jorge Cáceres, a quien considero un genio,
una especie de Rimbaud: fue como una llama que súbitamente se apaga. A César Moro
lo traduje ya bastante adulta. Siento una hermandad profunda con su obra y el ejemplo
de su persona. Me encanta su forma de expresar lo sexual, a la vez cósmico y enteramente
material.
Curiosamente, durante los años que dediqué a traducir a los poetas del surrealismo
hispanoamericano, que conforman la antología The Invisible Presence: Sixteen
Poets of Spanish America 1925-1995, no pude escribir poesía propia. Sentía que
lo mío no podía compararse a los poetas que yo iba traduciendo y quizás por eso,
por un sentido de respeto y modestia, no me lancé a publicar mi propia poesía hasta
ya pasados los cuarenta años. Fue para mí liberador poder explorar lo poético a
mi manera, sentir que podía inventar una realidad que me calza perfectamente, una
realidad donde nadie ni nada me limita, ni me fuerza a hacer nada que yo no quiera
hacer.
AP | Algunos
escritores y poetas no quedan muy conformes con las traducciones de sus obras; Borges,
siempre categórico, tenía sus propias opiniones:
No soy de aquellos que juzgan que
místicamente toda traducción es inferior al original. Muchas veces he sospechado,
o he podido comprobar, lo contrario. (...) Así también, las prolijas versiones literales
de las 1001 noches (Lane, Burtoun, Mardrus, Littmann) insinúan e imponen la sospecha
de que el resumen de Galland es harto superior al texto árabe. No nos asombren tales
hechos; presuponer que toda recombinación de elementos es necesariamente inferior
a un arreglo previo es presuponer que el borrador 9 es necesariamente inferior al
borrador H ya que no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo
no corresponde sino a la superstición o al cansancio. (...) Joyce dilata y reforma
el idioma inglés; su traductor tiene el deber de ensayar libertades congéneres.
¿Tu apreciación?
BH | ¡Concuerdo
enteramente con Borges! Que me perdonen los traductores y los editores de literatura
en traducción: yo juzgo la traducción literaria tal como juzgo un texto original,
por su calidad. Hay buenas y hay malas traducciones. Hay textos importantes que
merecen ser traducidos, y hay textos malos que no debieran ser publicados en ningún
idioma. Al igual que Borges, yo considero que un texto, ya sea en el original, o
en traducción es algo inconcluso mientras está en vida su autor, por la simple razón
que el texto es algo vivo, maleable, algo que se puede seguir trabajando. Considero
también, y en esto agradezco que cites esas frases de Borges, que el traductor es
el autor del texto en el idioma al que traduce. Esa autoría implica grados de creatividad
e invención que todo buen traductor puede asumir.
AP | Precisamente
hace poco tiempo se festejaron los 100 años del nacimiento de Enrique Gómez Correa.
Conforme transcurre el tiempo, se reafirma la importancia del grupo La mandrágora,
timoneada por el poeta chileno, para vos ¿cuál es el alcance de su legado?
BH | No existió
antes de La Mandrágora nada igual, por lo menos no en Chile. Ese primer acto
en julio de 1938, en el Salón de Honor de la Universidad de Chile significó un sacudón
sin precedente en la cultura chilena, causando un cambio profundo y duradero. Y
es que Gómez-Correa, Arenas, Cid, y a partir de ese día, Cáceres, pudieron articular
una visión del mundo completamente transformadora: todo lo que tocaron, la política,
las artes, incluso el sistema jurídico, pudo cambiar. Ese cambio lo hicieron por
medio de la poesía como útil de indagación y compromiso con la filosofía surrealista.
A mi parecer los integrantes del grupo Mandrágora pudieron llevar ideas y preocupaciones claves del surrealismo muy lejos, en ciertos casos más allá de lo que pudieran lograr en su momento Breton y el grupo de París. Me refiero en particular a las indagaciones sobre la locura (tema que informa la tesis doctoral de Gómez Correa, Sociología de la locura) que llevaran a cabo Enrique Gómez-Correa y Braulio Arenas en el antiguo manicomio de Santiago. De esas investigaciones salen dos poemas extraordinarios: “A las bellas alucinadas” de Arenas y “Las perezosas” de Gómez-Correa. Los mandragóricos se entregaron enteramente a la aventura surrealista, asumiendo de manera muy libre y abierta los preceptos que propone el surrealismo. Experimentaron con las formas poéticas, hicieron collages, pintura, fotografía, danza, organizaron actos y exposiciones (inclusive una de las grandes exposiciones surrealistas internacionales, en 1948), tradujeron obras importantes dentro del desarrollo de la vanguardia latinoamericana, publicaron tres revistas extraordinarias (Mandrágora, Leitmotiv, Ximena) y fueron grandes editores. Son una gran inspiración para mí. Curiosamente, y a pesar de que me encanta la poesía de Gómez-Correa y la de Braulio Arenas, es en Jorge Cáceres donde he descubierto una gran afinidad poética.
AP | Vayamos a tu poesía, que en su mayor parte está publicada en inglés. Conversemos de tu libro en edición bilingüe: inglés/español: La costurera y el muñeco viviente, Mantis Editores, Puebla, 2012. Es un libro de gran factura, mixto, con poemas llenos de vértigo, intertextual, homenajes y prosas poéticas. ¿Su gestación, su recorrido y la conexión con los interlocutores?
BH | Esta es la parte
difícil de esta conversa, Alfonso, porque me cuesta hablar de mi obra… La costurera
y el muñeco viviente fue concebida como antología. La tradujo Julio César Aguilar
a pedido del gran editor Luis Armenta Malpica. Seleccioné poemas de mi primer libro,
The Wardrobe Mistress (2003), y del segundo, Sew Him Up (2010), además
de un par de poemas inéditos que corresponden en ánimo al segundo libro.
Los poemas de The Wardrobe Mistress (“La amante
del ropero”, sería la traducción literal) se gestaron al terminar yo la traducción
de los poetas que conforman The Invisible Presence. Hay referencias conscientes
de muchos poetas, pero la gran influencia en ese primer libro es la música popular
norteamericana. Ese libro se concentra en la idea del quehacer diario, el trabajo
remunerado, la vida doméstica. Me sentía yo prisionera y deprimida en mi trabajo.
Y es un libro en el que empecé a explorar el tema del ser amado, el otro, a través
de un sistema metafórico relacionado a la costura, la ropa. Para expresar todos
esos aspectos me vino la idea de adentrarme en la terminología técnica, tanto de
la costura, como de la biblioteconomía, pero lo hice en forma muy experimental.
A lo largo del libro prevalece mi preocupación por la relación entre los seres y
las máquinas, la tecnología. Hay varios poemas que tratan de eso. Llevé el asunto
a su conclusión obvia, que es la idea de seres mecánicos, construcciones a partir
de elementos artificiales. En “Copelius y su muñeca” es el hombre el que construye
a su amante, es decir me interesaba adentrarme en el concepto de que una no es sino
la construcción, el invento de un hombre, pero que cobra vida: la muñeca se convierte
en un ser de carne y hueso.
Sew Him Up es una ampliación
de The Ideal Man Poems (“Los poemas del hombre ideal”), un librito de poemas
que escribí después de publicarse The Wardrobe Mistress, y que apareció en
una edición limitada de 25 ejemplares. (Esa plaquette la tradujo posteriormente
Laurens Vancrevel al holandés y la publicó en Brumes Blondes.)
Las prosas a las que te refieres, hasta ahora inéditas
en el original inglés, se originan en un proyecto que me propusieron Rik Lina y
Miguel de Carvalho en 2008, cuando asistí al festival y exposición “O reverso de
olhar” en Coimbra. Es una obra en colaboración donde yo escribo un texto basado
en imágenes de Rik Lina, una serie de dibujos automáticos muy bellos que el tituló
“The Secret Life of Plants”. Yo me entregué a ese proyecto en forma muy libre, improvisando,
aplicando la técnica que usan los músicos de jazz, “riffing”. De un modo natural
se dio la idea de una narración, los sucesos, la magia, las transformaciones que
se dan en una casa: se trata de un domicilio en París donde vivieron varios artistas
y escritores surrealistas entre 1928 y 1935 (Tanguy, los hermanos Prévert) en la
calle du Chateau. Está maravillosamente descrita en un libro que yo leí siendo muy
joven, Révolutionnaries sans révolution, de André Thirion.
AP | Cito a Jean Cocteau:
“La poesía es como una casa que recibe a pocos, y a veces a nadie…” En tu poesía,
podemos reafirmar la cita de Cocteau: es culta, llena de incógnitas, al abordarla
se puede transitar por zonas ocultas, subterráneos llenos de resquicios, balcones
surrealistas, dosis de humor negro y erotismo… Es un espeso brebaje:
“Se montó en el muñeco incompleto./
Puso cuidadosamente su sexo sobre/el vacío donde el de él estaba/sin forma y empezó
a conjurar./ Cual vestal adoradora de verga/ pujó hasta que/lo sintió surgir/ creando
vasta tierra. /Gimió en lo profundo de sí./Irguiéndose de dolor/y exhausta cayó/en
momentáneo sueño.”
BH | Siempre
me pareció curioso a lo que aludiera Enrique Molina cuando hablaba de la insatisfacción
inherente que existe en la creación. Para mi escribir poesía significa vivir en
un estado liminal. En ese sentido es como el sexo: hay en el acto poético en sí
un perpetuo intento de llegar a la satisfacción. Más que el cumplirse de la satisfacción,
lo que me interesa y me motiva es el proceso mismo de la escritura, que no es sino
una aproximación a la satisfacción. Es una sensación que a menudo se parece
a la felicidad total.
El poema que tu citas y que
le da título al libro en traducción española, es el poema central del libro Sew
Him Up (2010), y lo concebí como el reverso de “Coppelius y su muñeca”. Se trata
de crear un hombre ideal, construirse para sí un amante. En ese poema, así como
en “Cache-coeur” (que es un tipo de corsé) amplié el uso de terminología relacionada
a la confección y costura. A diferencia de “Coppelius y su muñeca”, sin embargo,
aquí hay referencias a textos antiguos, griegos y latinos, como Teogonía
de Hesíodo, que trata de la creación del mundo. En suma, ese “brebaje” al que tú
te refieres no es más que un intento de inventar una realidad plena, completa.
AP | En La costurera
y el muñeco viviente, hay varias prosas poéticas; una escrita a la manera de Rosamel
del Valle (Se percibe como un homenaje) y otra provocadora y que hace “clic” en
la figura del poeta peruano César Moro: “Mi gemelo poético”. ¿Flechazo y sugerencia?
BH | Efectivamente,
en La costurera hay varios homenajes: A Rosamel del Valle que escribiera
poemas en prosa como “Visita”, “Nacimiento”, “Escritura” en un libro espléndido
suyo que se titula Fuegos y ceremonias. A Olga Orozco le rendí homenaje con
un poema en Sew Him Up (no lo incluí en La costurera) titulado “From
This Heart”. No sólo tengo deudas con los surrealistas. La lectura de Vallejo para
mí ha sido fundamental: en La costurera incluyo “Louis Riel anda por aquí”,
poema en el que hago una equivalencia, una especie de hermandad entre César Vallejo
y el gran antihéroe de la historia canadiense, Louis Riel, líder del pueblo mestizo
canadiense y aliado de la nación Cree y otros pueblos indígenas, vencidos y victimizados
en forma brutal a finales del Siglo XIX.
Con la imagen y la obra de
César Moro, mi relación es aún más profunda. Traducir su “Lettre d’amour”, “El fuego
la poesía” y otros poemas de La tortuga ecuestre fue una revelación para
mí. Pero no fue hasta que traduje las cartas a Antonio, que informan “Lettre d’amour”
que comprobé hasta que punto su poesía, su sensibilidad, la forma en que expresa
el amor erótico significan una afinidad sin igual para mí.
AP | Simbólicamente
los muñecos (los maniquíes, las marionetas etc.) son vistos como “objetos” inanimados
pero con matices mágicos, con destellos maravillosos… En tu poemario encontramos
sueño, vértigo, alquimia... ¿Forman “ellos” parte de tu inconsciente…?
BH | En el quehacer
poético hay un constante verterse de lo real y lo imaginario, la consciencia y el
inconsciente. Los objetos inanimados adquieren vida para mí, existen enteramente,
los veo, me acompañan. Es algo que he podido comprobar y trabajar con mucha eficacia
en mi último libro Enter the Raccoon (2012), en el cual un mapache con las
dimensiones y características de un amante humano, lleva una relación erótica con
la protagonista. Al mismo tiempo el mapache tiene elementos mecánicos cuyo fin es
satisfacer las exigencias eróticas de su amante. Tienes razón, se da una especie
de alquimia en que elementos contrarios, estáticos y artificiales cobran vida en
seres mágicos que voy inventando…
AP | Tus poemas tienen
mucho de la transgresión del lenguaje: “Cuando el hombre se acerca a la máquina/imagina
a la mujer hecha de cuadrados/y dígitos, su boca silenciosa y húmeda/ o “Una vida
de gritos oscuros dentro del tambor/donde alguien coloca a diario la soga alrededor/de
tu cuello. Zumba en frío el canto fúnebre/a la hora del trigo y el dolor/. ¿Me parece
que para el lector inteligente y sensible supone un mirar “entre líneas”… Viaje
a otra dimensión… Como una esfera…?
BH | Si, reconozco
que me interesa y me motiva el usar el lenguaje como instrumento de transgresión.
Quizás sin transgresión no me sería posible conseguir la expresión deseada. Digo
“deseada” porque siento que toda escritura no es más que una aproximación a lo que
se quiere expresar. Tienes razón, es un mirar “entre líneas”. Aún más, es la expresión
(no consciente) de imágenes, sensaciones, ideas que se van dando simultáneamente
en un poema.
AP | ¿Cuál es la tarea
del surrealismo en el mundo actual, caótico, lleno de crueles migraciones, al borde
del colapso total…?
BH | La tarea
del surrealismo sigue siendo la misma que propusieran Breton y sus contemporáneos:
lograr que los seres humanos vivan la realidad en todas sus dimensiones, para así
transformarla, y crear un mundo libre, justo, feliz.
ALFONSO PEÑA | (Costa Rica, 1950-2022). Fue narrador, ensayista y editor. Autor de libros como Noches de celofán (1996), La novena generación (1991) y Labios pintados de azul (2004). Fundó y dirigió Ediciones Andrómeda y la revista Matérika. Junto a su compañera Amirah Gazel produjo “Las llaves del deseo”, 2016, la primera exposición surrealista internacional realizada en Centroamérica, que reunió 350 obras de 107 artistas representando a 26 países. Alfonso es el homenajeado de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
MAX LEIVA (Guatemala, 1966). Es un artista contemporáneo conocido por sus expresivas esculturas figurativas. Estudió durante tres años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla, y luego se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ha participado en importantes simposios de escultura en diferentes partes del mundo y con el apoyo de empresas organizó el 1er y 2do Festival Internacional de Escultura “Guatemala Inmortal”. Es participante de exposiciones colectivas y Ferias Internacionales de Arte en Miami, California, Colorado; entre otros. Sus últimas exposiciones individuales, Museo de Arte del Salvador en 2016, “Pernexus” Ciudad de Guatemala en 2018, “Sinopsis” Palm Springs, California en 2019 y “Relieves” en Ciudad de Guatemala en noviembre de 2022. Creador de varios monumentos públicos como el Monumento a Miguel Ángel Asturias en la Avenida Reforma, Ciudad de Guatemala en 1999. De acuerdo con el crítico Noël Coret, Max Leiva nos muestra que la escultura puede fusionar refinamiento y expresividad, fuerza creativa y contraste, elegancia en la forma y la sinceridad de su creador. En cada una de sus piezas plasma una imaginación inquieta, elaborando poemas visuales concebidos para reencantar nuestros sueños, sueños en un mundo donde todo es ternura y voluptuosidad. Max Leiva es nuestro artista invitado para esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 235 | agosto de 2023
Artista convidado: Max Leiva (Guatemala, 1966)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
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