Fue así que se dio la edición de A nona
geração (Fortaleza: Edições Resto do Mundo, 2000). Y luego estaría yo en camino
de San José, para la presentación de este libro mágico, tal vez el momento más fuerte
de la narrativa de su autor. Este libro fue originalmente publicado en Costa Rica
en 1997. Abajo reproducimos el prólogo:
Una galería marginal de tipos [1]
¿Cuántos personajes
jalonan nuestra existencia con la lucidez fantasiosa de sus influencias? ¿Cuántas
veces nos sentimos protagonistas de la ficción más absurda? Creo que nos identificamos
más con la supuesta irrealidad de la ficción de lo que nos reconocemos en uno u
otro personaje, lo cual me parece este último, casi siempre, una lectura meramente
intelectualizada del tema. De hecho, de lo que consideramos real la ficción. La
medida de la realidad sería entonces el grado de relación del hombre consigo mismo.
Preguntarse: ¿cómo se hace una historia?
es equivalente a buscar un patrón de realidad.
Las narraciones a veces se esfuerzan por capturar un diálogo real, a veces se
definen precisamente por su enmascaramiento. Se observa un comportamiento diferente
entre países, períodos y autores. Y detrás de las distinciones siempre hay defensores
de su ineludible verdad. Se crea entonces el dogma del así se hace, una risible figura retórica que tanto malentendido ha dejado
en la lectura de las obras. Nada en nuestra vida cotidiana interrumpe, retrasa o
pisotea la convivencia del artista con los diferentes tiempos que componen su experiencia
creativa. No por fatalismo, antes de sugerir otro error común. Ningún diálogo se
interrumpe en absoluto. Transformar, transformar. Solo los grandes escritores pueden
tocar ese aliento irreductible y darle una forma inmutable.
Lo que tenemos en Alfonso Peña es una comprensión refinada de esta artimaña
que fantasea la disensión entre el arte y la vida. Max Ernst decía que el arte es
producto de un intercambio de ideas. Y
ahí radica su intrínseca relación con la vida: ser todos y ninguno a la vez. No
tengas miedo de mezclarte con el mundo, porque solo a partir de ahí te realizarás
a ti mismo. Vale la pena, por tanto, recordar algunas palabras de Michel Leiris,
cuando subraya la importancia esencial del arte para sensibilizar el misterio de los elementos que pone en juego. Y
lo que ponemos en juego es nuestra propia existencia, sus focos obsesivos. La angustia
de A, la pasión aterradora de B, el capricho mundano de C. Un mundo de anónimos.
Quizá tengamos más que ver con los extras de una narración que con el arquetipo
que encarnan sus protagonistas.
Cuando leemos los relatos que componen La
novena generación, no importa tanto el nombre de esos personajes, sino que nos
alienta el hecho de percibirnos entre ellos. Son miserables que cuestionan su propia
existencia o están tan embelesados por su bajeza que apenas se dan cuenta. Son absurdamente reales.
Inaceptables, de tan patéticos. No hay carisma ni aire angelical. Son simplemente patéticos.
Es en esa metáfora de la existencia humana donde reside la originalidad estética
de Alfonso Peña.
Al depurar personajes que en su mayoría funcionan como contra-personajes, gente
sin glamour alguno, sin ninguna lección de vida sublime que mostrar, estaba tejiendo
una galería marginal de tipos, el común de los mortales, que están ahí por ser,
como en su propia vida. Una subversión de nuestra precaria idea de trascendencia.
El enano fantaseando con una genealogía, los chicos avergonzando una sesión de cine,
la mujer engañando a su marido con un amigo suyo, los dos hermanos viviendo atrincherados
en su ilusión de realidad, músicos de bar, boxeadores, poetas frustrados. Los recovecos
de la existencia humana allí están impregnados de la realidad más común. Son simplemente
lo que son y no por lo que deberían ser.
Sin embargo, al narrar historias de innumerables pobres diablos, Alfonso Peña
no se desvincula de que son historias escritas. Y aquí volvemos a ese cuidado al
que nos referimos inicialmente en relación con el plano estético. Al subvertir un
tratamiento modelo, lo hace a su manera, recortando tiempos, tipos y referencias
simbólicas, mezclando innumerables formas de narración, frecuentando la intertextualidad
con un peculiar sarcasmo, pero, sobre todo, sobresaliendo en la definición estructural
del propio libro. Alfonso Peña no escribió un libro de cuentos, en el sentido habitual
de una colección de relatos. Supo darle a su galería de temas una ambientación única,
estructurando el libro como una pieza única, que sin duda cautivará al lector precisamente
por esa afinidad con su vida mundana. Al mismo tiempo somos todos y ninguno.
∞
Antes de La novena generación, Alfonso Peña había
publicado Noches de celofán (1987), otro
libro de cuentos en que el lenguaje es subvertido y en que la mirada con que traza
las características de sus personajes vuelve a ambientar un juego de máscaras en
que una tras otra, en la medida en que nos desnudamos el rostro en su lectura, confía
nuevos secretos al lector, que son las señas para seguir el viaje. Sobre este libro
publicamos una reseña en Agulha Revista de
Cultura firmada por Guillermo Fernández [2] en que señala:
Y a continuación
sigue revelando Fernández: [3]
Se puede decir que Peña fue un
innovador silencioso con Noches de celofán
y que probablemente es uno de los autores que inauguran el underground literario de Costa Rica, ya
que su vertiente se opone por completo al canon delineado por la literatura de denuncia
social y de enfoque político que ha primado en muchos de los escritores dominantes.
Quiere decir que Peña no se suscribió a ese plan de escritura. Más bien, a la par
de su obra se deben alinear todos los autores experimentales que persiguen nuevas
formas de escribir en Costa Rica.
En Noches de celofán hallamos una prosa semejante al divagar onírico,
a la rememoración lenta y morosa, a la confesión susurrante del que expone influido
por una confusión de los sentidos. El autor no condesciende a guiarnos por una gama
de sucesos organizados. Solo recibimos el embate de las ornamentadas descripciones,
auténticos lupanares barrocos, y el zangoloteo de las voces que nos parecen provenir
de una sola queja a lo largo de todo el libro: “Pepe no es capaz de interceder,
de seguro que es una broma, una chanza, se quieren divertir, al rato les hablaré
de fútbol, de casas de citas… ¿pero si no es así?, entonces va a ser horrible… (“La
media naranja”).
Leer a Alfonso Peña, la tinta mágica de sus relatos, es como barajar las tempestades
dentro de nosotros, hasta alcanzar un momento de calma en que nos decimos: esta es la dimensión exacta de nuestro abismo.
¿Cuál? La que nos hace siempre indagar sobre otros modos de ser. Después de Noches de celofán, Alfonso da otro salto
en el tiempo y resurge en 2006 con Labios
pintados de azul. Una vez más su galería de misterios retirados de los puntos
más mundanos de realidad. Como observa esta vez Aglae Margalli, [4] quien firma el prólogo del libro, Alfonso:
Nos aporta su visión
del universo social que le ha tocado vivir desde una perspectiva contemporánea que
aglutina los diversos quehaceres donde ha fincado su compromiso de artista, como
un protagonista más, que desea formar conciencia insertándose en esa otra conciencia
colectiva que comparte como habitante de una ciudad que habita y que lo habita con
múltiples voces, dentro de una cotidianidad que lo acicatea y que le es propia,
la que comparte con todos los demás compañeros de viaje y que lo colocan frente
al espejo de un solo personaje, alguien llamado: Alfonso Peña.
Es muy feliz el modo como Aglae señala que los tipos de su narrativa llevan
todos ellos el mismo nombre de su autor, un nombre disfrazado que es otro, pero
en verdad es lo mismo. Aquí el camino de los
senderos que se bifurcan se encuentran definidos por la arquitectura existencial,
los trazos de vida de cada uno de sus personajes y sus planes abisales en el interior
de su creador, no Borges, sino Alfonso Peña. Cabe aquí recordar unas palabras del
mismo Alfonso, de 2009: [5]
En mi vida la poesía
siempre está presente por medio de trazos gestuales, de escritura automática, de
sueños convertidos en collages. La poesía emerge como una revelación con sonido
de tambor. Posee tentáculos cromáticos, formas equidistantes, organismos vivientes.
Ella –que debe ser escrita por todos– me conduce a viajes sensoriales, a vivir en
el pétalo rojo de una flor, en el estribo de una motoneta. Esplendor de pirámide
maya, de faisán, de jade primogénito.
De este libro, Labios pintados de azul,
tengo que decir algunas cosas. Primero recordar la verdadera pasión que Alfonso
Peña tenía por el idioma portugués. Desde cuando me pide para traducir La novena generación que observo esa intimidad
amorosa que busca con la lengua. Labios pintados de azul es un libro bilingüe,
y se encuentra traducido al portugués por Eva Schnell y Ana Damasceno. Este es un
dato muy fascinante en medio de un verdadero abismo existente entre los dos idiomas;
en especial de la parte de los brasileños en relación con el español. Alfonso me
invitó para firmar la portada de su libro, juntamente con una muestra en colores
de doce obras fotográficas, oportunidad que me llevó una vez más a San José, donde
se presentó una muestra en el espacio de la Embajada de Brasil en Costa Rica. El
libro gozó de la curaduría gráfica de Amirah Gazel –inmensa artista y productora,
quien vivió los últimos años con Alfonso–, la Fundación CamaleonArt y las Ediciones
Andrómeda. La pareja ha trabajado en muchas cosas, pero lo más destacado es la producción
que hicieron de una Exposición Internacional del Surrealismo, la primera en Centroamérica
y Caribe. Todavía a la vuelta de este libro estuvimos reunidos muchos de sus amigos,
yo tuve la fortuna de conocer a Aglae Margalli y Amirah Gazel al mismo tiempo en
que reencontraba a mi tan querida Susana Wald. Fueron días de la más absoluta felicidad
y esta fue también la última vez en que estuvimos juntos Alfonso y yo.
En una colección que dirigí de libros virtuales reeditamos La novena generación (2017), así como Conversas (2018) –este libro, originalmente
publicado en 2014, una reunión de entrevistas a cargo de Alfonso Peña–, Barajar la poesía (2018), Opra sfola (2019, una historieta-collage
firmada por Alfonso Peña y el brasileño Zuca Sardan), y sobre ella observa en su
prólogo Luis Fernando Cuartas: [6]
Luego, en A toda máquina (2020), donde reunimos 19 de
las principales entrevistas hechas por Alfonso para Agulha Revista de Cultura, digo yo
en la entrada: [7]
Alfonso Peña es
uno de los cómplices más longevos de Agulha
Revista de Cultura. Y nuestra trayectoria de acciones culturales es anterior
a la creación de la revista. Este libro celebra la edad consistente de nuestros
proyectos comunes a lo largo de los 100 primeros números de la misma. Dejamos por
fuera solamente tres artículos, para mantener el perfil de diálogos que ha caracterizado
la visceralidad de sus colaboraciones. Alfonso Peña, narrador, artista plástico
y editor, es un maestro de las entrevistas, que cuenta ya incluso con otros libros
publicados en ese género de la más profunda alteridad. Su mirada lúcida configura
una madeja de perfiles singulares y rupturistas de la creación costarricense y de
un modo firme los ha presentado en las páginas virtuales de Agulha Revista de Cultura, por sus ediciones
circulan las líneas principales de la creación artística en Costa Rica, sea
en la música, la literatura, la plástica, conformando una lectura crítica que es
la prueba de la riqueza cultural de este país centroamericano. La publicación de
este libro es un imperativo natural, y su prólogo lo decidimos que encontraría mejor
cuerpo como un diálogo nuestro, narrativa de nuestra amistad sumamente productiva.
Así que vamos, y como siempre, a toda máquina…
De la introducción a Barajar la poesía,
destaco un fragmento del prólogo firmado por Manuel Iris [8] al decir que el libro:
…es una rara criatura
de catorce cabezas y voces, de muchos ritmos vitales. Su cuerpo múltiple, sin embargo,
ha sido inventado por Alfonso Peña, artista y narrador-poeta costarricense que se
descubre ante el lector no solamente como un surrealista, sino como un hombre fundamentalmente
surreal. La función de este animal transparente que da sombra, de este libro, es
ser una cartografía del surrealismo en Latinoamérica, pero ojo: no estamos frente
a un recuento histórico de las vanguardias, ni frente a un estudio académico de
esos que suelen atrapar el animal para disecarlo y hablar, entonces, de cómo solía
moverse, no: este libro está hecho de conversaciones con el surrealismo vivo y activo
de Latinoamérica. No es un recuento elaborado por un analista, sino un conjunto
de conversaciones entre un surrealista, Peña, y catorce creadores (muchos de ellos
se dedican a más de una forma del arte) que, a veces intencionalmente y a veces
como dictado de su genética creadora, devienen en el surrealismo actual, que tiene
algunas diferencias fundamentales con el surrealismo de Bretón, e incluso con otros
surrealismos más cercanos como el de Mandrágora, en Chile.
Sigo conversando con su viuda, mi querida Amirah Gazel, que incluso ha enviado
algunas fotos para este homenaje. Ayer me ha enviado un poema, titulado “La vida
se alarga” (inédito), que ha escrito hace pocos días, recordando a su amor. Aquí
lo reproduzco:
El asfalto desciende bajo la lluvia
se refresca la memoria
Memoria afectiva
Ni pasos, ni paseos
El sabor de un nuevo azul permanece, espero
Duerme el espejo en las montañas colgantes,
mientras
tus ojos dorados viven para siempre entre
páginas, Tigre en tu año
Nadie tendrá miedo
La vida es larga, se mide en horas de vuelo
Los pájaros han podido saciar su sed más
allá de la noche
y el vapor asciende por los sentidos encantados
por los cantos
Entre nosotros un fino hilo cortante
espada de hierro
derrumbó el puente
Tú no estabas
Igual reproduzco unas palabras de otro amigo, el brasileño Fernando Freitas
Fuão, que estuvo con nosotros en la exposición Surrealista [9] en San José (2016):
Aquí está una parte
muy significativa de este espíritu combativo que ha singularizado la vida de este
amigo entrañable de la poesía. Por supuesto hay mucho más, sus ediciones, las revistas
y los libros, siempre un incansable editor; su generosidad perenne, siempre cuidando
muy bien de los lazos de amistad entre nosotros; sus collages que son como un verdadero
nido de relámpagos… Un poco más de su historia lo podemos encontrar en seguida,
en este diálogo (el último nuestro) en que recordamos tantas cosas que hicimos juntos.
Conversación entre
Alfonso Peña y Floriano Martins [10]
FM: Hace muchas décadas
que venimos trabajando, siempre con un “espantoso” grado de intensidad. Es parte
de nuestra naturaleza, por cierto, considero que habernos conocido fue una joya
del azar objetivo, una fortuna cósmica. Recuerdo que siempre lidiábamos con la edición,
el periodismo cultural, y gracias a esta búsqueda del otro fue que nos conocimos.
Ya platicaremos sobre los primeros pasos, pero hoy pienso en el conjunto de cosas
que juntos realizamos y es algo increíble: ediciones de libros y revistas, producciones
de muestras de grabados y fotografías, traducciones, una bienal del libro, una exposición
del surrealismo – todo eso en una dimensión internacional, logrando una red de complicidad
cada vez más amplia. El surrealismo tiene su tríada definida por el amor, la poesía
y la libertad. Hay una fuerza que es capaz de sumar las tres piezas de la magia
surrealista, que es la fraternidad. Esta me parece ser el poder absoluto de nuestras
realizaciones. Aquí podemos hablar del “mobiliario” de nuestro espíritu. Inicio
con la curiosidad de que me cuentes cómo te mueves dentro de tu vida, en los espacios
oníricos y pragmáticos que conforman tu existencia.
Después de citar la prehistoria, me parece que la “coincidencia amistosa” es
un As surreal dentro de toda la baraja existencial. Si me siento en el diván, te
cuento que me leí a Allan Poe, con poca edad. Era un intercambio “inverosímil” que
mantenía con un amigo de infancia y fíjate que aún en la actualidad conservamos
esa “rara costumbre”. Esas lecturas “góticas”, llenas de “psicosis”, inmersiones
a la “ventana desconocida” me abrieron con los años la imaginación, lo hermético,
lo maravilloso. Luego se sumarían otras lecturas de sello semejante que me reafirmaron
en la concepción de mi escogencia artística… No nombro ninguna referencia porque
la lista es abundante, sin ser presuntuoso, te lo digo. Quizás soy un soñador…
Mi filosofía (el modo de conducirme en la realidad), no ha cambiado mucho, sigo
creyendo en la magia, en lo sorpresivo, mi fuente es entre otros el inconsciente.
Cada segundo, cada minuto que transcurre dentro de la realidad trivial, cruel e
histriónica está concatenado a la imagen poética. Por eso es que acumulo datos,
experiencias, visiones, sueños, alucinaciones que posteriormente se conformarán
en “un mosaico”: collage visual poético… Es probable que por medio de esos elementos
guiados se configuren los proyectos, las propuestas, los embriones de las ediciones,
los libros, lo automático. No puedo obviar “los obstáculos”, “los desencantos”,
con que la realidad repele a nuestra cosmovisión onírica, no obstante, soy de la
idea que hay que responder como “guerrero cósmico” para sobreponernos a las adversidades
y cortapisas que el sistema establece.
Coincido con vos: sin la “triada” con la que está conformado el surrealismo
no es posible que “dos locos” como nosotros podamos coincidir en la misma esquina
de la alfombra mágica…
FM: Sí, recuerdo ahora que fue algo fascinante la experiencia
de realización del tabloide Resto do Mundo.
Yo había trabajado en una impresora gráfica, de ese modo aprendí el oficio de diseñador,
lo necesario para montar en mi casa la matriz de cada número del periódico. Era
la aventura total: elegir los textos, traducir, revisar, montar… y luego llevar
todo eso a las máquinas de impresión. Lo mejor: las máquinas eran de un amigo, Lauro
Maciel, editor y gráfico, allí sacábamos cada edición sin costo, mientras tomábamos
buena cerveza. Hasta hoy no sé por qué he dejado de publicar Resto do Mundo. Creo que la muerte de Sérgio
Campos –el otro editor– fue decisiva. No recuerdo el tiraje de cada número, pero
yo mismo me hacía cargo de su distribución, por correo común. Y llegaban cartas
de todas partes, efecto mágico.
En esa época tú editabas Andrómeda,
y desde Costa Rica me llegaba otro mundo mágico, fascinante, con su plástica renovadora,
recuerdo que de inmediato tratamos de intercambiar materiales artísticos y literarios,
algo que seguimos haciendo hasta el día de hoy. Creo que lo primero que me publicó
Andrómeda, fue una entrevista que trabajé
con el crítico español Jorge Rodríguez Padrón. Ese fue un nombre fundamental en
mi vida, un tipo de maestro improvisado por el azar, que me ha enseñado muchas cosas
respecto a la tradición lírica en lengua española. Después que intensificamos nuestras
afinidades, Alfos, tratamos de realizar la edición maravillosa de tu novela La novena generación, traducida por mí, publicada justamente por Edições Resto do Mundo. El artista Eduardo
Eloy creó una serie de monotipias en papel artesanal especialmente para esta edición.
Era el año 2000 y de pronto me encontré en San José, para la presentación del libro,
que fue como la primera consagración de nuestra complicidad. De inmediato agendamos
una muy buena fiesta para la presentación del libro, con una muestra de las obras
de Eloy.
La presencia de Eloy fue decisiva para que nosotros tratásemos de ampliar nuestra
confabulación por el mundo plástico, algo que ahora te toca recordar.
AP: La génesis de la revista Andrómeda fue un hecho que linda con lo maravilloso. Algunos amigos
nos reuníamos a tomar cerveza en un bar en los alrededores de la Universidad de
Costa Rica. Recuerdo al poeta Rodolfo Cerdeño, a los vates hondureños José Luis
Quesada y Fausto Maradiaga, el grabador cuscatleco José David. Por esos años era
muy común que los escritores y artistas “no oficiales” no tuviéramos espacios para
publicar nuestros textos y exponer los dibujos y grabados. Otros amigos, de igual
modo se “lamentaban” de la misma circunstancia. Una tarde, como una especie de “dardo”
tirado al azar, murmuramos: “editemos una revista”; una voz señaló “se llamará Andrómeda”. Juntamos poemas, cuentos, grabados
y circulamos la primera entrega. La edición se agotó rápidamente, y teníamos el
compromiso “moral” de editar un segundo número. No recuerdo cómo brotó esa edición,
de dónde salió el dinero para financiarlo, sin embargo, los materiales eran cuidados
y de primera mano. Fue tanto el impacto que el poeta nicaragüense Pablo Antonio
Cuadra nos dedicó un par de páginas en el suplemento La Prensa Literaria. A partir de ese momento nos percatamos que teníamos
una herramienta muy eficaz para difundir literatura, poesía, gráfica etc. Y aquello
fue increíble, se sumaron los poetas de muchas latitudes, a la redacción de la revista
llegaban colaboraciones de mucho calibre, comenzó el canje de publicaciones con
otras revistas y un largo etcétera… Fueron 33 números que navegaron con propiedad
y una fundamentada identidad… Igual que vos, tengo muchos amigos que con frecuencia
citan, preguntan, rememoran, la revista Andrómeda…
De vez en cuando, en algunas ocasiones hojeamos de un modo fragmentario las ediciones
y nos “asombramos” del equipo de colaboradores, de las temáticas, del perfil vanguardista
de Andrómeda… y también, de uno que otro
“yerro”…
Cuando escribí La novena generación,
más o menos llevé a la “página en blanco” el propósito inicial, escribir un libro
con la sensibilidad de la poesía y el collage: retazos de canciones, intertextualidad,
azar, lenguaje poético y jazz sincopado… Conforme el libro se deslizó entre los
diferentes ámbitos, obtuvo algunas buenas críticas… Un día de tantos, sin previo
aviso me llegó tu traducción y eso fue muy emotivo. Recuerdo que vos me hiciste
preguntas sobre algunos términos de invención y juegos del lenguaje. En agosto del
2000, me parece, vos llegaste a San José, después de un itinerario galopante por
tierras panameñas. Venías en compañía de la entusiasta poeta panameña Consuelo Tomás,
y un fardo de aventuras donde diste charlas, recitales… y abundante “cerveja”.
La complicidad con Eduardo Eloy fue muy especial. Él trabajó los diversos textos
al recrear la temática en espontáneas monotipias, en un bello papel reciclado. Mantuvo
el lenguaje gráfico de los grabadores brasileños, o de algunos nordestinos. El libro
quedó como una bella pieza de arte y literatura. Y fue como el “conejillo de indias”
para ponerlo en práctica en futuras ediciones. El lanzamiento del libro fue una
gran fiesta, con amigos, poetas, pintores. Posteriormente la expo de Eloy la llevamos
a ciudad de Panamá y estuvo expuesta en forma itinerante por seis ciudades.
A partir de esa complicidad, comenzamos a trabajar en conjunto y las colaboraciones
iban en ambas direcciones. Tanto en Agulha
Revista de Cultura (1999), como en Matérika (2000), incluimos desde la apertura de las publicaciones: muestras poéticas
brasileñas, grabadores costarricenses, entrevistas y textos emblemáticos a compositores
y músicos, cito a Ray Tico, Compay Segundo, Jovino Santos Neto. La sana práctica
de la inclusión de artistas visuales les daba a las ediciones un alto punto de creatividad,
imaginación, ángulo, abstracción, color…
En tu “roteiro” vivencial en San José, La Fortuna, Naranjo, Zarcero, Volcán
Arenal, y ciudad de Alajuela, de pronto fuimos invitados a “unos guaros” donde el
escultor Edgar Zúñiga. Considero que a los lectores les encantará escuchar lo que
sucedió en esa reunión y su posterior desenlace y materialización…
FM: El proyecto de conversaciones con Jorge Rodríguez Padrón creció
mucho, se ha desarrollado en tres largos diálogos precedidos de una presentación
que luego he tratado de publicar en su totalidad en la revista de la Universidad
de La Laguna en Canarias. Todavía tengo deseos de sacar un librito con esas charlas
que sí reflejen el pensamiento de un crítico español y un poeta brasileño acerca
de la tradición lírica hispanoamericana. Luego editamos en una colección de libros
virtuales de Agulha Revista de Cultura
una antología de los libros de Rodríguez Padrón: Puerta lateral. Y recientemente dedicamos a este crítico una edición
especial de la revista, en nuestra serie titulada O rio da memória, donde se reproducen los tres diálogos.
Recuerdo, por supuesto, la tarde/noche maravillosa que disfrutamos en el “atelier”
de Edgar Zúñiga, donde incluso he conocido a Francisco Proaño Arnadi, entonces embajador
de Ecuador en Costa Rica. Con él he realizado, tiempo después, una larga entrevista
acerca de varios aspectos fundamentales de la cultura en su país. Por último, Proaño
ha participado, al lado de otro destacado crítico ecuatoriano, Raúl Serrano Sánchez,
en mi proyecto sobre las vanguardias en Hispanoamérica: Vanguardias en el siglo XX. Esta remembranza es como un valor agregado
de esa tarde maravillosa. El valor principal fue haber conocido al maestro y sus
fascinantes esculturas. Recuerdo que fue inmediata nuestra afinidad desde la noche
de presentación de La novena generación
en la Galería Andrómeda. El estar allí, con más tiempo libre para el desarrollo
de nuestras afinidades y en medio de sus obras, eso fue algo mágico, sobre todo
cuando tú te acercaste a nosotros y propusiste que editemos un libro, juntos, poeta
y escultor.
Así nació la idea de una edición en tres idiomas de mi poemario Cenizas del sol, de inmediato traducido al
español y al inglés. Los poemas, igual que las esculturas, eran piezas algo insólitas
en el mundo de la lírica y la plástica. Mis poemas eran en prosa, relatos imaginarios
de una vieja señora en su lecho de muerte. Las esculturas, una serie de rostros
tallados en maderos antiguos, de construcciones demolidas, en general viejas iglesias,
otro tipo de relatos de la población de un sitio ya inexistente. En los dos casos,
el alto voltaje humanista de dos creadores que, como el mismo Zúñiga afirma, creamos
una obra personal que refleja nuestra visión de la realidad. El libro es también
un encuentro de nuestras reflexiones, pues, además de la prosa poética y las esculturas,
al final se reproducen dos entrevistas, en que cada uno de nosotros interroga al
otro acerca de sus conceptos y expectativas. Es un libro muy rico, muy bien diseñado,
por supuesto, un raro encuentro entre un poeta y un escultor. Las traducciones fueron
realizadas por Margaret Jull Costa, Benjamin Valdivia y Saúl Ibargoyen, además de
la presencia de Guillermo Fernández quien firma la presentación. Sin embargo, tú
fuiste el conductor de todo con el equipo de Ediciones Andrómeda, el volumen es espléndido y sería muy oportuno hacer
una segunda edición.
AP: Es muy cierto lo que decís de tu relación con Jorge Rodríguez
Padrón, recuerdo una complicidad que hicimos con el periódico Graphiti que dirigía el poeta Rodolfo Cerdeño
y donde publicamos otra de tus extensas conversaciones con el crítico canario. Coincido
en que una edición impresa será un gran beneficio para los lectores iberoamericanos.
El resultado del encuentro con Edgar Zúñiga fue muy beneficioso. El taller de
Zúñiga está configurado de piezas en madera, horcones y columnas, bronces, y creo
que también de piezas de imaginero religioso. Él es hermanastro del maestro Paco
Zúñiga que realizó una carrera muy exitosa y brillante en México. Incluso en su
familia hay una antigua tradición por la imagen
religiosa y entre los diferentes miembros hay varios escultores e imagineros.
En ese tiempo yo tenía una buena relación con Edgar. Cuando estuvimos en su taller
hubo un clima cálido y amigable entre los diferentes cofrades y artistas que asistimos
a aquella velada. El embajador de Ecuador era bastante amigo de Edgar, de ese modo
fue que lo conocimos. Francisco Proaño nos propuso algunos eventos e intercambios
que la verdad quedaron a medias e inconclusos.
La edición de Cinzas do sol, en tres
idiomas, adicionado de reproducciones de columnas de madera e intervenidas, se constituyó
en un desafío. La edición es muy cuidada, con una bella estructura gráfica entre
los diferentes segmentos; destaca la distribución y diagramación entre el poema
enfrentado a una columna escultórica de Edgar. Toda la página con fondos negros,
grises y blancos. El epílogo del poemario está armado a base de preguntas y respuestas
entre un poeta brasileño y un escultor costarricense. El volumen tuvo una gran aceptación
entre los lectores y las personas que buscan y coleccionan estos libros de “arte”.
No era una edición sencilla, tenía su riesgo pues la impresión en negro, gris y
blanco de esos volúmenes tan complicados, no es un asunto fácil. Sin embargo, trabajamos
con un equipo de diseño e impresión de alta calidad y lúcido. Meses antes Ediciones
Andrómeda había editado y publicado un catálogo muy bello y exquisito de “las maderas
y horcones” de Edgar Zúñiga. La experiencia cuenta, por eso tu libro tuvo una producción
que la llevamos a buen término. Creo que sería excelente si se realiza una segunda
edición.
Me permito recordar la producción de un volumen emblemático. Tu antología surrealista
Un nuevo continente, antología del surrealismo
en la poesía de Nuestra América. La edición fue un trabajo exhaustivo, ya que
el volumen, además de los “grandes nombres del surrealismo en América”, está conformado
con la colección de los retratos de los poetas surrealistas latinoamericanos que
realizó el artista costarricense Fabio Herrera. Considero que es un volumen de una
importancia capital. En ese momento prácticamente no existía un documento impreso
con esta información valiosa y actualizada. En esta edición de la antología surrealista
intervinieron un nutrido grupo de amigos: editores, traductores, investigadores,
poetas, colaboradores, etc. El volumen incluyó la edición de una carpeta de obra
gráfica con los retratos de Herrera. Aquellas fueron unas jornadas maravillosas,
comenzábamos a trabajar en El taller de la Imaginación, en la impresión de las serigrafías
desde las 5 de la mañana. Esa carpeta surrealista es todo un logro. Y se ha divulgado
y expuesto en diferentes ciudades y ámbitos. La antología tuvo una gran acogida
entre los lectores avezados del continente. El libro se vendía por correo electrónico,
en las principales librerías del país. Participamos en diferentes ferias del libro
en México, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú, San José, en la Feria de la Frontera en
Baja California. La noche del lanzamiento invitamos al hijo de Max Jiménez, ya que
vos le dedicaste el volumen a Max. Ese lanzamiento fue muy emocionante puesto que
en la presentación estuvimos compartiendo con el maestro Felo García, el escritor
Tomás Saraví y el hijo de Max, Roberto Jiménez, que era un ameno conversador y narró
historias y pasajes inéditos de nuestro artista. ¡Una noche de candilejas!
La concepción del artefacto gráfico/poético Manija, no lo tengo claro del todo. Creo que fue en un viaje por Suramérica,
en un avión, tomando un “drink” de whisky. En mi asiento de la aeronave encontré
una plaquette poética y después de leerla,
divagué un rato y pensé en por qué no editar un artefacto poético. A los días le
expuse la idea al editor y cómplice Tomás Saraví y él estuvo totalmente de acuerdo.
Le confiamos al diseñador de origen uruguayo Fernando Francia, un boceto: le dimos
poesía+gráfica y a los pocos días teníamos el primer ejemplar: Manija: comunica, abre puertas, es un puente
continental… La primera edición fue impresa en los talleres gráficos del TEC, con
la colaboración del poeta Adriano Corrales, para acompañar la presentación en San
José del poeta cubano Félix Contreras, que desdichadamente no logró eludir las aduanas
cubanas. La primera edición muestra poemas del poeta insular y gráfica del artista
bogotano Carlos Penagos. Desde el embrión nuestra idea fue una edición bimensual,
con una publicación doble de ediciones, por ejemplo: 1 y 2; 3 y 4. Muy pronto la
respuesta fue gratificante, lúdica, mágica… Se distribuía gratuita y de mano en
mano, en Ferias de Arte, Ferias del Libro, en parques y avenidas; por correo postal
y con el tiempo enviábamos una cantidad considerable de ejemplares a diferentes
contactos en algunas capitales de Latinoamérica que se encargaban de distribuirlas.
En Manija, dimos a conocer poetas relegados,
activos, y algunos noveles. Por sus páginas en miniatura desfilaron poetas como
Carlos Martínez Rivas, Eunice Odio, José Ángel Leyva, Jacobo Fijman, Lêdo Ivo, Claudio
Willer, María Baranda, Rodolfo Alonso, Paco Amighetti, Carlos Barbarito, Alfonso
Chase, Floriano Martins, Sila Chanto, Rodolfo Hasler… ¡Un festejo, una celebración
de la palabra escrita y la imagen visual…! Recuerdo una mañana que me encontraba
con vos y otros poetas en la Feria de la Poesía en Granada, Nicaragua, y de súbito
se acercó un reconocido poeta nicaragüense y nos dijo –Manija en mano–: “Ustedes no son poetas, son guerrilleros de la imaginación”.
Fueron cincuenta y cuatro ediciones, y la misma cantidad de poetas y artistas visuales.
Algunas veces me sorprende la llegada de un correo electrónico de lejana geografía,
que tanto tiempo después de haber publicado la última edición, solicita información
sobre Manija y la opción de publicar poemas,
dibujos… o ¿Cómo se consigue? ¿Cuánto cuesta la colección?
Costa Rica tiene una fructífera tradición en la disciplina del grabado en sus
diferentes manifestaciones: xilografía, cromoxilografía, serigrafía, grabado en
metal, punta seca. Desde los años treinta del siglo XX, destacaron algunos artistas
que crearon en 1934: “El álbum de grabados”, era una “colección de xilografías”
donde participaron distinguidos artistas: Francisco Amighetti, Manuel de la Cruz
González, Francisco Zúñiga, Teodorico Quirós, entre otros. De igual modo, Max Jiménez
ilustraba sus poemarios con sus xilografías, la estrategia consistía en la estampación
con el “taco original” en las páginas del libro, se puede considerar que esas “mixturas”
de Max son verdaderas joyitas surrealistas… y quizás, se adelantó a las ediciones
contemporáneas artesanales, numeradas y firmadas por los artistas, donde interactúan
la poesía con el grabado…
La expo “El surco de la gubia” fue la muestra a la que vos te referís. Estuvo
conformada por los grabadores Sila Chanto, Fabio Herrera, Eduardo Brenes, Alberto
Murillo, Hernán Arévalo, Rudy Espinoza. En los noventa, estos artistas tuvieron
mucha vigencia. En la actualidad algunos de ellos continúan llenos de vigor creativo
(Herrera, Arévalo, Murillo); Sila Chanto falleció prematuramente el año pasado, y Brenes
desertó y se dedica a labores económicamente más rentables; y el que era considerado
el “maestro”: Rudy Espinoza, no dio el salto esperado, en calidad, rigor y proyección
latinoamericana, como sí lo hizo en su tiempo Francisco “Paco” Amighetti. El proyecto
fue interactivo y audaz: proyectamos y publicamos un catálogo muy expresivo, como
bien decís, y editamos una carpeta de obra gráfica de los seis grabadores con sus
diferentes temáticas en la técnica de la serigrafía, la colección lleva el título
homónimo de la expo. En estos grabados destacan los diversos símbolos y rasgos temáticos:
figuración, abstracción, animalística, mixturas geométricas y gráfica experimental…
La expo fue promocionada en los suplementos de los periódicos más importantes del
país y creo que contribuimos en lo posible con el desarrollo del grabado en Costa
Rica. Antes de finalizar y pasar a otro recodo de la conversa, quisiera agregar
que el grabado en Costa Rica y en Mesoamérica tiene sus orígenes en las culturas
primigenias. Nuestros ancestros fueron artistas del “grabado” con una gran solvencia,
sensibilidad, y fueron insignes comunicadores dese hace miles de años. En reiteradas
ocasiones conversé sobre este tema con maestros como Francisco Amighetti, Harold
Fonseca, Carmen Santos, Felo García y Juan Bernal Ponce. Es una alegría que el Museo
del Jade, con sus excelentes instalaciones, haya organizado la muestra Diseño simbólico sobre la roca. En las diversas
estancias se exhiben y presenta un recorrido por los petrograbados (inscripciones sobre
rocas), pictografías (pintura rupestre),
realizadas por artistas indígenas prehispánicos, en diversas zonas del país. Parafraseando
a Sergio García, curador de la exposición: “Estas manifestaciones eran un medio para comunicar su cosmovisión, sus actividades
cotidianas, sus creencias y rituales. Ellos crearon un sistema de símbolos aceptados
socialmente para transmitir una gran cantidad de información”. Las rúbricas las
llevaban a cabo, tanto en rocas individuales (paredes de río y esferas), como en
gigantescos muros y farallones de piedra. Destacan las propuestas plurales: líneas,
óvalos, círculos, cruces, curvas, soles y representaciones “mágicas” de animales
prehispánicos. La exhibición muestra las diversas técnicas que recrearon los artistas
indígenas costarricenses para realizar las inscripciones o como apuntamos en la
actualidad “estampaciones”: raspado, incisión, golpeteo, picado y perforación. Las
herramientas (martillo y cinceles) también eran de piedra. Uno de los ejemplos más
sorprendentes es el sitio El farallón, que se localiza en una finca en Cañas,
Guanacaste. Subraya el arqueólogo Sergio García: “Ubicado en el cañón del río Cabuyo,
podría decirse que era como una especie de Facebook precolombino: un muro de piedra
de 50 metros de largo por 30 metros de alto en el que los pobladores precolombinos
dejaron testimonio gráfico de su vida cotidiana. Los grabados abarcan una superficie
de 17 metros de largo por 7,2 metros de alto”.
FM: Bueno, aquí hay temas para toda una vida… Me gustaría primero
recordar el marco de lo que fue la publicación de Un nuevo continente, antología del surrealismo en la poesía de Nuestra América.
Tu relato de la producción del mismo en Costa Rica es brillante, el libro ha seguido
el viaje de muchas formas. Luego de la publicación de la antología por Andrómeda me llegó una invitación para ampliar
la edición para la editorial venezolana Monte Ávila. Fue todo un logro y yo estaba
muy contento con los viajes, críticas, presentaciones; sin embargo, algo me seguía
faltando. La idea de mi trabajo de investigación acerca del surrealismo tenía por
blanco el ámbito brasileño… Y aquí el tema no despertaba la menor atención. Continué
laborando y luego finalicé un libro que hace poco publicó la Editorial de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México: Un poco más
de surrealismo no hará ningún daño a la realidad. En esta ocasión no se trata
de una antología de poemas, sino de un extenso volumen de ensayos. Una vez más,
buena recepción, presentación en la Feria del Palacio de Minería en la capital mexicana,
pero nada de Brasil. ¿Por qué un libro de esta naturaleza no interesa al mercado
editorial brasileño? Unos años antes se presentó una edición especial de la revista
Atalaya Intermundos en Lisboa, Portugal,
edición dedicada al surrealismo y preparada por mí y Maria Estela Guedes, que dirige
el portal TriploV, hace casi 20 años,
sitio en que se dispone hasta hoy de un dossier sobre el surrealismo internacional.
En Brasil, del mismo modo, salió un voluminoso tomo dedicado al surrealismo, por
la editorial Perspectiva, volumen en que participo con tres ensayos. La antología
que salió por Andrómeda y que fue ampliada
para Monte Ávila tuvo nueva revisión y edición; no obstante, en Brasil es imposible
la edición de la antología. Ese fue un trabajo infernal, hubo que preparar todo,
contar con la solidaridad de amigos traductores, la complicidad de parientes y editores
de los poetas muertos, etc. Nadie piensa en esas cosas, el tortuoso camino que hay
que recorrer hasta que un libro llegue a las manos del lector. Ahora, he decidido
tomar un riesgo casi suicida: editar yo mismo, por mi sello ARC Edições, un amplio
registro crítico del surrealismo en todo el continente americano: Um novo continente – Poesia e Surrealismo na
América, son alrededor de 600 páginas, es el estudio más completo sobre el surrealismo
en nuestro continente, es el resultado de la aventura iniciada en Andrómeda. Vamos a ver qué logramos ahora,
en Brasil, aunque este es el más misterioso de todos los países del mundo.
Alfos, hablas de nuestra pasión por la imagen. Es un tema fascinante, porque
nosotros venimos de matrices que algunas veces son consideradas diferentes: la narrativa
y la lírica. Con el paso del tiempo, por la fuerza conjunta de la necesidad y el
talento, encaramos el periodismo, el mundo aventurero de la producción cultural,
los matices entre gastos y olvidados de la crítica etc., pero en verdad lo que somos,
en esencia, es otra cosa. Somos creadores. Recuerdo mi alegría al convivir con los
personajes de tu libro que traduje. Y tus cuentos, construidos allí, eran la configuración
de algo mayor, igual como yo pensaba respecto a la creación de mis poemas. Es como
si tus piezas narrativas pudieran crear un tipo distinto de expectativa, en mí,
por supuesto, como su primer lector, y, luego, en los demás. ¿Qué tipo de desafío
puedo imponerme que me transporte en el descubrimiento de otros mundos, de otras
perspectivas de la mirada? Yo traducía tus relatos mientras pensaba en eso. Porque
la creación no es un reflejo de los obstáculos del tiempo en que vivimos, sino de
nuestra exigencia de la vida, en su ambiente ético y estético. Cuando decimos que
Da Vinci, por ejemplo, es la cara del Renacimiento, hay un error clásico, porque,
en verdad, es todo el contrario, el Renacimiento tiene la cara de Da Vinci. Creo
que fue Joseph Goebbels quien percibió la necesidad, para el poder, del cambio de
ángulo. No fue la iglesia, sino el hombre principal de Hitler. Hay que pensar en
cuanto el ambiente nazi ha distorsionado nuestra visión del mundo. Yo creo que el
tema, Alfos, tiene mucho que ver con la manera como, tú y yo, estamos presentes
en nuestras creaciones. ¿Qué piensas?
AP: Con respecto a Da Vinci, que más se puede agregar al millón
y resto de volúmenes dedicados a sus inventos, a sus genialidades, a sus propuestas
y teorías, a sus deleites vedados y esotéricos, al menos para mí minúsculo mortal…
Y si se habla de Gobbels, Hitler, el Nacional Socialismo, las SS, son campos minados,
ciénagas, ahí está entubada “la estética del mal…”, y lamento muchísimo que últimamente
escucho muchas citas de personas sensibles e inteligentes que les hacen la coba
a estos personajes enfermizos, infames, denigradores del arte, y la naturaleza digna
del ser humano…
Efectivamente, podemos emprender un viaje al fondo de nosotros mismos (viaje
al fondo de la noche); son muchos los temas, las ideas, las imágenes, que flotan
y conforman recovecos e intersticios en este tapete. Cuando te hablo de la imagen
gráfica y poética, pienso en tus poemas, tus fotografías, tus ensambles, nuestras
propuestas gráfico poéticas, en las fusiones literarias que yo realizo, solo y en
compañía, de un modo musical y espontáneo. Hay que admitir que en la actualidad
muchas de estas expresiones mixturadas y reinventadas son totalmente válidas y genuinas.
Fíjate que desde hace aproximadamente medio siglo se discute sobre la muerte de
la poesía, se arguye que la novela murió… Más bien considero que en los últimos
tiempos, hay una gran conexión de medios que hacen más interesante el panorama de
la literatura y la poesía, lo mismo que la gráfica, la música, la pintura. Podemos
considerar que una servilleta escrita por ambos lados y que circula en la mesa de
un restaurante es poesía, una partitura musical es literatura, lo mismo que las
letras de las canciones… Incluso la ópera, el rock, se pueden considerar literatura,
o subproductos literarios. Los géneros tradicionales impregnados de humedad fenecieron
hace mucho tiempo… Se puede hacer una fotografía, se procesa en un programa artesanal
en un ordenador y se le da otro matiz, se desvirtúa y se reconstruye, luego se imprime
en papel y se interviene con lápices de colores, marcadores y una dosis de tijera,
¿cuál es el resultado de toda esta fusión? Pero no nos detengamos ahí, esa matriz
se puede procesar de nuevo y se le proporciona otro lenguaje y se lleva a la impresión
artesanal, el grabado en metal o la serigrafía artística, quizás hasta la cerámica…
De igual modo, o en alguna variante podemos hacerlo con la poesía, la narrativa,
el ensayo, los textos creativos.
Más allá de las especulaciones con nombres fastuosos y rimbombantes que nos
proporciona la historia universal, lo que vos hacés, Floriano, con tus poemas llenos
de virtualidad, verticalidad, y una alta dosis de juego (el componente lúdico es
muy importante en tus textos, en tus complicidades poéticas, rupturistas, con otros
poetas y artistas, como recién lo has hecho con Manuel Iris, Zuca Zardan, Leila
Ferraz), eso para mí representa la creación auténtica realizada con imaginación,
con lenguaje esencial, y por supuesto subversiva… En algunas áreas del proceso creativo
coincidimos, por ejemplo, “la galería marginal de tipos” con que vos bautizaste
a los personajes de La novena generación,
tiene muchos ingredientes de lo que te he citado… Son personajes-fusionados, construidos-deconstruidos,
inventados e imaginados en diversas circunstancias, puedo partir de un sueño y de
repente llevarlo por senderos inasibles, peligrosos, más allá de un lenguaje precioso
y preciso, el mismo lenguaje opta por la respuesta, por la defensa de la escritura.
No comulgo con ciertas frases anquilosadas de ciertos escritores ordenados, pulcros,
sin máculas, antisépticos (¡me alarman!) donde se trata de dar cátedra sobre la
claridad del lenguaje, del mensaje, de la forma, mejor, ¡metamos el dedo en el ventilador!
∞
Por último, considero
de rigor dedicarle unas líneas a la expo surrealista Las llaves del deseo, (Costa Rica, Cartago, marzo, 2016). Es un evento
impresionante como casi todo lo que está enlazado con el surrealismo. Un día de
tantos coincidí en una actividad cultural con la artista Amirah Gazel. Creo que
era la segunda vez que hablaba con ella. Conversamos unos minutos y de súbito, en
medio de su sonrisa, me propuso: “Nosotros tenemos
que organizar una exposición del Surrealismo en Centroamérica”. No pasó mucho tiempo
para que esa frase se hiciera realidad. ¡Pregúntame cómo, de qué modo! La respuesta
se la endosamos a la tríada surrealista. Como en toda organización, se sabe que
hay que vencer obstáculos, que hay que armarse de valor y trabajo para sacar adelante
un compromiso, una tarea de este fuste… Fue emocionante vivir milímetro a milímetro
la conformación de la expo: el abordaje de las obras, los correos electrónicos,
la red de amigos, los contactos… la solidaridad… la confraternidad… Por eso anotamos
que el surrealismo se mueve dentro de los parámetros de la realidad paralela… No
es gratuito y sencillo “manejar”, “mover”, “coordinar” con 107 artistas, 350 obras,
27 países… Durante todo este tiempo la expo y su background ha sido un éxito a todas luces… Los medios respondieron a
las mil maravillas, los espectadores que asistieron quedaron asombrados al ver obras
de relieve internacional… Sin embargo, la expo aún no tiene término, el 1° de setiembre
se inaugurará en la capital del país, en un espacio emblemático como lo es La Biblioteca
Nacional. Nos interesa el diálogo con los niños y jóvenes, además de los adultos.
Queremos que se acerquen, que conozcan a los artistas y la filosofía surrealista,
que valoren que hay otras realidades y no la idea estática de que solo hay un mundo
posible… De continuo será exhibida en Panamá, y te adelanto que hay solicitudes
para llevarla a Lima, Madrid, México… ¡Es como una gran marejada! Hace unos días,
entre broma y serio, tomando una copa de vino tinto, Amirah apuntó: “En el 2024
se cumplirá el centenario del “Primer Manifiesto Surrealista, ¿dónde lo celebraremos?”.
NOTAS
1. Floriano Martins
“Vinte anos da nona geração no Brasil. Prólogo e tradução de Floriano Martins. Notas
de acceso (uma galeria marginal de tipos)” Revista
Athena (Portugal),
http://athena.pt/2020/05/17/vinte-anos-da-nona-geracao-no-brasil/ (consultada el 28 de abril de 2022).
2. Guillermo Fernández
“¿Qué es una noche de celofán? ¿Quién es Alfonso Peña?” Agulha Revista de Cultura,
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2016/11/guillermo-fernandez-que-es-una-noche-de.html (consultada el
28 de abril de 2022).
3. Fernández, ¿Qué
es una noche de celofán?...
4. Aglae Margalli,
“Prólogo”, en Labios pintados de azul,
Alfonso Peña (San José, Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2006).
5. Alfonso Peña
“Labios pintados de azul” (bilíngue), Blog Abraxas i loja, http://abraxasloja.blogspot.com/2016/03/labios-pintados-de-azul-bilingue.html
(consultada el 28 de abril de 2022).
6. Luis Fernando
Cuartas, “Prólogo”, en Opra sfola, Zuca
Sardan y Alfonso Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2019).
7. Floriano Martins,
“Prólogo”, en A toda máquina, Alfonso
Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2020).
8. Manuel Iris,
“Prólogo”, en Barajar la poesía, Alfonso
Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2018).
9. Alfonso Peña,
“Surrealismo en Centroamérica: Un manojo de llaves mágicas...” Agulha Revista de Cultura, http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2017/05/alfonso-pena-surrealismo-en.html
(consultada el 28 de abril de 2022).
10. Floriano Martins,
“Las rutas paralelas I. Tributo”, Revista
Triplov, https://triplov.com/revistaTriplov/las-rutas-paralelas-1/ (consultada
el 28 de abril de 2022).
FLORIANO MARTINS (Fortaleza, 1957). Poeta, editor, dramaturgo, ensayista, artista visual y traductor. En 1999 creó la Agulha Revista de Cultura. Coordinó (2005-2010) la colección “Ponte Velha” de autores portugueses de Escritura Editora (São Paulo). Curador del proyecto “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, para la revista Acrobata. Estuvo presente en festivales de poesía realizados en países como Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, España, México, Nicaragua, Panamá, Portugal y Venezuela. Curador de la Bienal Internacional del Libro de Ceará (Brasil, 2008), y miembro del jurado del Premio Casa das Américas (Cuba, 2009), fue profesor invitado en la Universidad de Cincinnati (Ohio, Estados Unidos, 2010). Traductor de libros de César Moro, Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Vicente Huidobro, Hans Arp, Juan Calzadilla, Enrique Molina, Jorge Luis Borges, Aldo Pellegrini y Pablo Antonio Cuadra. Entre sus libros más recientes se encuentran Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad (ensayo, México, 2015), Un nuevo continente – Poesía y surrealismo en América (ensayo, Brasil, 2016), El iluminismo es una ballena (teatro, Brasil, en colaboración con Zuca Sardan, 2016), Antes de que se cierre el árbol (Poesía completa, Brasil, 2020), 120 Noches de Eros – Mujeres surrealistas (ensayo, Brasil, 2020), Naufragios del tiempo (novela, con Berta Lucía Estrada, 2020), y Las mujeres desaparecidas (poesía, Chile, 2022).
MAX LEIVA (Guatemala, 1966). Es un artista contemporáneo conocido por sus expresivas esculturas figurativas. Estudió durante tres años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla, y luego se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ha participado en importantes simposios de escultura en diferentes partes del mundo y con el apoyo de empresas organizó el 1er y 2do Festival Internacional de Escultura “Guatemala Inmortal”. Es participante de exposiciones colectivas y Ferias Internacionales de Arte en Miami, California, Colorado; entre otros. Sus últimas exposiciones individuales, Museo de Arte del Salvador en 2016, “Pernexus” Ciudad de Guatemala en 2018, “Sinopsis” Palm Springs, California en 2019 y “Relieves” en Ciudad de Guatemala en noviembre de 2022. Creador de varios monumentos públicos como el Monumento a Miguel Ángel Asturias en la Avenida Reforma, Ciudad de Guatemala en 1999. De acuerdo con el crítico Noël Coret, Max Leiva nos muestra que la escultura puede fusionar refinamiento y expresividad, fuerza creativa y contraste, elegancia en la forma y la sinceridad de su creador. En cada una de sus piezas plasma una imaginación inquieta, elaborando poemas visuales concebidos para reencantar nuestros sueños, sueños en un mundo donde todo es ternura y voluptuosidad. Max Leiva es nuestro artista invitado para esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 235 | agosto de 2023
Artista convidado: Max Leiva (Guatemala, 1966)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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