quinta-feira, 10 de agosto de 2023

FLORIANO MARTINS | Alfonso Peña y los hilos encantados de la memoria

 


El nombre Alfonso está definido por su espíritu combativo, lo que muy bien se aplica a Alfonso Peña (Costa Rica, 1950-2022) y su naturaleza al mismo tiempo fuerte y refinada. Fue así que lo recibí desde nuestro primer encuentro, un cambio intenso de correos impresos, la forma de comunicación antes de la invención de Internet. Era el año 1989 y allí preparamos, mientras nos publicábamos en los dos países, una cita tangible y la realización de nueva complicidad, la edición de un libro de Alfonso Peña, traducido y prologado por mí.

Fue así que se dio la edición de A nona geração (Fortaleza: Edições Resto do Mundo, 2000). Y luego estaría yo en camino de San José, para la presentación de este libro mágico, tal vez el momento más fuerte de la narrativa de su autor. Este libro fue originalmente publicado en Costa Rica en 1997. Abajo reproducimos el prólogo:

 

Una galería marginal de tipos [1]

¿Cuántos personajes jalonan nuestra existencia con la lucidez fantasiosa de sus influencias? ¿Cuántas veces nos sentimos protagonistas de la ficción más absurda? Creo que nos identificamos más con la supuesta irrealidad de la ficción de lo que nos reconocemos en uno u otro personaje, lo cual me parece este último, casi siempre, una lectura meramente intelectualizada del tema. De hecho, de lo que consideramos real la ficción. La medida de la realidad sería entonces el grado de relación del hombre consigo mismo. Preguntarse: ¿cómo se hace una historia? es equivalente a buscar un patrón de realidad.

Las narraciones a veces se esfuerzan por capturar un diálogo real, a veces se definen precisamente por su enmascaramiento. Se observa un comportamiento diferente entre países, períodos y autores. Y detrás de las distinciones siempre hay defensores de su ineludible verdad. Se crea entonces el dogma del así se hace, una risible figura retórica que tanto malentendido ha dejado en la lectura de las obras. Nada en nuestra vida cotidiana interrumpe, retrasa o pisotea la convivencia del artista con los diferentes tiempos que componen su experiencia creativa. No por fatalismo, antes de sugerir otro error común. Ningún diálogo se interrumpe en absoluto. Transformar, transformar. Solo los grandes escritores pueden tocar ese aliento irreductible y darle una forma inmutable.

Lo que tenemos en Alfonso Peña es una comprensión refinada de esta artimaña que fantasea la disensión entre el arte y la vida. Max Ernst decía que el arte es producto de un intercambio de ideas. Y ahí radica su intrínseca relación con la vida: ser todos y ninguno a la vez. No tengas miedo de mezclarte con el mundo, porque solo a partir de ahí te realizarás a ti mismo. Vale la pena, por tanto, recordar algunas palabras de Michel Leiris, cuando subraya la importancia esencial del arte para sensibilizar el misterio de los elementos que pone en juego. Y lo que ponemos en juego es nuestra propia existencia, sus focos obsesivos. La angustia de A, la pasión aterradora de B, el capricho mundano de C. Un mundo de anónimos. Quizá tengamos más que ver con los extras de una narración que con el arquetipo que encarnan sus protagonistas.

Cuando leemos los relatos que componen La novena generación, no importa tanto el nombre de esos personajes, sino que nos alienta el hecho de percibirnos entre ellos. Son miserables que cuestionan su propia existencia o están tan embelesados ​​por su bajeza que apenas se dan cuenta. Son absurdamente reales. Inaceptables, de tan patéticos. No hay carisma ni aire angelical. Son simplemente patéticos. Es en esa metáfora de la existencia humana donde reside la originalidad estética de Alfonso Peña.

Al depurar personajes que en su mayoría funcionan como contra-personajes, gente sin glamour alguno, sin ninguna lección de vida sublime que mostrar, estaba tejiendo una galería marginal de tipos, el común de los mortales, que están ahí por ser, como en su propia vida. Una subversión de nuestra precaria idea de trascendencia. El enano fantaseando con una genealogía, los chicos avergonzando una sesión de cine, la mujer engañando a su marido con un amigo suyo, los dos hermanos viviendo atrincherados en su ilusión de realidad, músicos de bar, boxeadores, poetas frustrados. Los recovecos de la existencia humana allí están impregnados de la realidad más común. Son simplemente lo que son y no por lo que deberían ser.

Sin embargo, al narrar historias de innumerables pobres diablos, Alfonso Peña no se desvincula de que son historias escritas. Y aquí volvemos a ese cuidado al que nos referimos inicialmente en relación con el plano estético. Al subvertir un tratamiento modelo, lo hace a su manera, recortando tiempos, tipos y referencias simbólicas, mezclando innumerables formas de narración, frecuentando la intertextualidad con un peculiar sarcasmo, pero, sobre todo, sobresaliendo en la definición estructural del propio libro. Alfonso Peña no escribió un libro de cuentos, en el sentido habitual de una colección de relatos. Supo darle a su galería de temas una ambientación única, estructurando el libro como una pieza única, que sin duda cautivará al lector precisamente por esa afinidad con su vida mundana. Al mismo tiempo somos todos y ninguno.

 

 

Antes de La novena generación, Alfonso Peña había publicado Noches de celofán (1987), otro libro de cuentos en que el lenguaje es subvertido y en que la mirada con que traza las características de sus personajes vuelve a ambientar un juego de máscaras en que una tras otra, en la medida en que nos desnudamos el rostro en su lectura, confía nuevos secretos al lector, que son las señas para seguir el viaje. Sobre este libro publicamos una reseña en Agulha Revista de Cultura firmada por Guillermo Fernández [2] en que señala:

 


…este libro de Alfonso Peña tiene once ejercicios escriturales. Conforman realmente un solo tema entreverado por un lenguaje citadino y poético a la vez. Aludimos a su construcción lingüística como un logro de la narrativa costarricense de los años ochenta, que aún no había logrado concretarse en la presentación de temas relativos a los tormentos del hombre moderno, sin que caigamos en el cliché de decir que era actual por urbana. En las universidades se seguía enseñando el costumbrismo nacional y el realismo mágico latinoamericano, baúl este último donde se han mezclado a autores tan disímiles como Borges y Gabriel García Márquez.

 

Y a continuación sigue revelando Fernández: [3]

 

Se puede decir que Peña fue un innovador silencioso con Noches de celofán y que probablemente es uno de los autores que inauguran el underground literario de Costa Rica, ya que su vertiente se opone por completo al canon delineado por la literatura de denuncia social y de enfoque político que ha primado en muchos de los escritores dominantes. Quiere decir que Peña no se suscribió a ese plan de escritura. Más bien, a la par de su obra se deben alinear todos los autores experimentales que persiguen nuevas formas de escribir en Costa Rica.

En Noches de celofán hallamos una prosa semejante al divagar onírico, a la rememoración lenta y morosa, a la confesión susurrante del que expone influido por una confusión de los sentidos. El autor no condesciende a guiarnos por una gama de sucesos organizados. Solo recibimos el embate de las ornamentadas descripciones, auténticos lupanares barrocos, y el zangoloteo de las voces que nos parecen provenir de una sola queja a lo largo de todo el libro: “Pepe no es capaz de interceder, de seguro que es una broma, una chanza, se quieren divertir, al rato les hablaré de fútbol, de casas de citas… ¿pero si no es así?, entonces va a ser horrible… (“La media naranja”).

 

Leer a Alfonso Peña, la tinta mágica de sus relatos, es como barajar las tempestades dentro de nosotros, hasta alcanzar un momento de calma en que nos decimos: esta es la dimensión exacta de nuestro abismo. ¿Cuál? La que nos hace siempre indagar sobre otros modos de ser. Después de Noches de celofán, Alfonso da otro salto en el tiempo y resurge en 2006 con Labios pintados de azul. Una vez más su galería de misterios retirados de los puntos más mundanos de realidad. Como observa esta vez Aglae Margalli, [4] quien firma el prólogo del libro, Alfonso:

 

Nos aporta su visión del universo social que le ha tocado vivir desde una perspectiva contemporánea que aglutina los diversos quehaceres donde ha fincado su compromiso de artista, como un protagonista más, que desea formar conciencia insertándose en esa otra conciencia colectiva que comparte como habitante de una ciudad que habita y que lo habita con múltiples voces, dentro de una cotidianidad que lo acicatea y que le es propia, la que comparte con todos los demás compañeros de viaje y que lo colocan frente al espejo de un solo personaje, alguien llamado: Alfonso Peña.

 

Es muy feliz el modo como Aglae señala que los tipos de su narrativa llevan todos ellos el mismo nombre de su autor, un nombre disfrazado que es otro, pero en verdad es lo mismo. Aquí el camino de los senderos que se bifurcan se encuentran definidos por la arquitectura existencial, los trazos de vida de cada uno de sus personajes y sus planes abisales en el interior de su creador, no Borges, sino Alfonso Peña. Cabe aquí recordar unas palabras del mismo Alfonso, de 2009: [5]

 

En mi vida la poesía siempre está presente por medio de trazos gestuales, de escritura automática, de sueños convertidos en collages. La poesía emerge como una revelación con sonido de tambor. Posee tentáculos cromáticos, formas equidistantes, organismos vivientes. Ella –que debe ser escrita por todos– me conduce a viajes sensoriales, a vivir en el pétalo rojo de una flor, en el estribo de una motoneta. Esplendor de pirámide maya, de faisán, de jade primogénito.

 

De este libro, Labios pintados de azul, tengo que decir algunas cosas. Primero recordar la verdadera pasión que Alfonso Peña tenía por el idioma portugués. Desde cuando me pide para traducir La novena generación que observo esa intimidad amorosa que busca con la lengua. Labios pintados de azul es un libro bilingüe, y se encuentra traducido al portugués por Eva Schnell y Ana Damasceno. Este es un dato muy fascinante en medio de un verdadero abismo existente entre los dos idiomas; en especial de la parte de los brasileños en relación con el español. Alfonso me invitó para firmar la portada de su libro, juntamente con una muestra en colores de doce obras fotográficas, oportunidad que me llevó una vez más a San José, donde se presentó una muestra en el espacio de la Embajada de Brasil en Costa Rica. El libro gozó de la curaduría gráfica de Amirah Gazel –inmensa artista y productora, quien vivió los últimos años con Alfonso–, la Fundación CamaleonArt y las Ediciones Andrómeda. La pareja ha trabajado en muchas cosas, pero lo más destacado es la producción que hicieron de una Exposición Internacional del Surrealismo, la primera en Centroamérica y Caribe. Todavía a la vuelta de este libro estuvimos reunidos muchos de sus amigos, yo tuve la fortuna de conocer a Aglae Margalli y Amirah Gazel al mismo tiempo en que reencontraba a mi tan querida Susana Wald. Fueron días de la más absoluta felicidad y esta fue también la última vez en que estuvimos juntos Alfonso y yo.

En una colección que dirigí de libros virtuales reeditamos La novena generación (2017), así como Conversas (2018) –este libro, originalmente publicado en 2014, una reunión de entrevistas a cargo de Alfonso Peña–, Barajar la poesía (2018), Opra sfola (2019, una historieta-collage firmada por Alfonso Peña y el brasileño Zuca Sardan), y sobre ella observa en su prólogo Luis Fernando Cuartas: [6]

 


Las metáforas y el humor de Zuca, con las cenefas delirantes de Alfonso, se juntan y se insertan como una obra collage. […] La obra en sí es una ballena, un ser anclado en una arena de ojos que miran, luego se escapa, todo vuelve a fluir. Como en el arte rupestre, no lo dice todo, sólo toca aquí y allá, cada mancha es arte sagrado en medio del asombro y de la risa).

 

Luego, en A toda máquina (2020), donde reunimos 19 de las principales entrevistas hechas por Alfonso para Agulha Revista de Cultura, digo yo en la entrada: [7]

 

Alfonso Peña es uno de los cómplices más longevos de Agulha Revista de Cultura. Y nuestra trayectoria de acciones culturales es anterior a la creación de la revista. Este libro celebra la edad consistente de nuestros proyectos comunes a lo largo de los 100 primeros números de la misma. Dejamos por fuera solamente tres artículos, para mantener el perfil de diálogos que ha caracterizado la visceralidad de sus colaboraciones. Alfonso Peña, narrador, artista plástico y editor, es un maestro de las entrevistas, que cuenta ya incluso con otros libros publicados en ese género de la más profunda alteridad. Su mirada lúcida configura una madeja de perfiles singulares y rupturistas de la creación costarricense y de un modo firme los ha presentado en las páginas virtuales de Agulha Revista de Cultura, por sus ediciones circulan las líneas principales de la creación artística en Costa Rica, sea en la música, la literatura, la plástica, conformando una lectura crítica que es la prueba de la riqueza cultural de este país centroamericano. La publicación de este libro es un imperativo natural, y su prólogo lo decidimos que encontraría mejor cuerpo como un diálogo nuestro, narrativa de nuestra amistad sumamente productiva. Así que vamos, y como siempre, a toda máquina

 

De la introducción a Barajar la poesía, destaco un fragmento del prólogo firmado por Manuel Iris [8] al decir que el libro:

 

…es una rara criatura de catorce cabezas y voces, de muchos ritmos vitales. Su cuerpo múltiple, sin embargo, ha sido inventado por Alfonso Peña, artista y narrador-poeta costarricense que se descubre ante el lector no solamente como un surrealista, sino como un hombre fundamentalmente surreal. La función de este animal transparente que da sombra, de este libro, es ser una cartografía del surrealismo en Latinoamérica, pero ojo: no estamos frente a un recuento histórico de las vanguardias, ni frente a un estudio académico de esos que suelen atrapar el animal para disecarlo y hablar, entonces, de cómo solía moverse, no: este libro está hecho de conversaciones con el surrealismo vivo y activo de Latinoamérica. No es un recuento elaborado por un analista, sino un conjunto de conversaciones entre un surrealista, Peña, y catorce creadores (muchos de ellos se dedican a más de una forma del arte) que, a veces intencionalmente y a veces como dictado de su genética creadora, devienen en el surrealismo actual, que tiene algunas diferencias fundamentales con el surrealismo de Bretón, e incluso con otros surrealismos más cercanos como el de Mandrágora, en Chile.

 

Sigo conversando con su viuda, mi querida Amirah Gazel, que incluso ha enviado algunas fotos para este homenaje. Ayer me ha enviado un poema, titulado “La vida se alarga” (inédito), que ha escrito hace pocos días, recordando a su amor. Aquí lo reproduzco:

 

El asfalto desciende bajo la lluvia

se refresca la memoria

Memoria afectiva

 

Ni pasos, ni paseos

El sabor de un nuevo azul permanece, espero

 

Duerme el espejo en las montañas colgantes, mientras

tus ojos dorados viven para siempre entre páginas, Tigre en tu año

Nadie tendrá miedo

 

La vida es larga, se mide en horas de vuelo

 

Los pájaros han podido saciar su sed más allá de la noche

y el vapor asciende por los sentidos encantados por los cantos

 

Entre nosotros un fino hilo cortante

espada de hierro

derrumbó el puente

Tú no estabas

 

Igual reproduzco unas palabras de otro amigo, el brasileño Fernando Freitas Fuão, que estuvo con nosotros en la exposición Surrealista [9] en San José (2016):

 

Aquí está una parte muy significativa de este espíritu combativo que ha singularizado la vida de este amigo entrañable de la poesía. Por supuesto hay mucho más, sus ediciones, las revistas y los libros, siempre un incansable editor; su generosidad perenne, siempre cuidando muy bien de los lazos de amistad entre nosotros; sus collages que son como un verdadero nido de relámpagos… Un poco más de su historia lo podemos encontrar en seguida, en este diálogo (el último nuestro) en que recordamos tantas cosas que hicimos juntos.

 

Conversación entre Alfonso Peña y Floriano Martins [10]

FM: Hace muchas décadas que venimos trabajando, siempre con un “espantoso” grado de intensidad. Es parte de nuestra naturaleza, por cierto, considero que habernos conocido fue una joya del azar objetivo, una fortuna cósmica. Recuerdo que siempre lidiábamos con la edición, el periodismo cultural, y gracias a esta búsqueda del otro fue que nos conocimos. Ya platicaremos sobre los primeros pasos, pero hoy pienso en el conjunto de cosas que juntos realizamos y es algo increíble: ediciones de libros y revistas, producciones de muestras de grabados y fotografías, traducciones, una bienal del libro, una exposición del surrealismo – todo eso en una dimensión internacional, logrando una red de complicidad cada vez más amplia. El surrealismo tiene su tríada definida por el amor, la poesía y la libertad. Hay una fuerza que es capaz de sumar las tres piezas de la magia surrealista, que es la fraternidad. Esta me parece ser el poder absoluto de nuestras realizaciones. Aquí podemos hablar del “mobiliario” de nuestro espíritu. Inicio con la curiosidad de que me cuentes cómo te mueves dentro de tu vida, en los espacios oníricos y pragmáticos que conforman tu existencia.

 


AP: Floriano, si bien sostienes que más adelante platicaremos sobre nuestra estupenda relación, voy a tomar un momento para viajar al comienzo de nuestro encuentro, ya que considero que es un tema importante. Recuerdo cuando llegó el primer ejemplar de Resto do Mundo, el tabloide que vos editabas en Fortaleza, para mí eso fue estimulante, pues en esa edición se le daba un lugar destacado al Surrealismo y si mal no recuerdo se hablaba de “Mundo mágico”… Antes de esa coincidencia contigo, yo tenía un fluido intercambio y amistad con los poetas de Punto Seguido de Medellín: Jhon Sosa, Luis Fernando Cuartas, Óscar González, con algunos escritores y pintores argentinos surrealistas: cito a Carlos Barbarito, merced al canje de publicaciones había entrado en contacto con la creación luminosa de Ludwig Zeller y tenía vínculos y complicidades con el artista Juan Bernal Ponce, chileno exiliado en Costa Rica y que era surrealista. Y por supuesto, la presencia del escritor y editor Tomás Saraví, que sin ser un surrealista dogmático, era practicante… En esos años (1983) yo estaba totalmente “encendido”, “impregnado” por la realidad paralela, y todo lo que tuviese que ver con lo maravilloso, con los sueños, con la poesía y el collage como un camino para abordar realidades distintas a las convencionales… Desde años atrás había experimentado con “la tijera” y la poesía; creaba unas cajas de madera (encontradas en las calles y posteriormente modificadas) y algunos “ensambles” sobre viejas paredes y muros con fotocopias de periódicos amarillentos que en forma automática y gestual interveníamos… Con el colectivo informal del “Lobo Púrpura” realizamos un collage en la pared principal del antro (de 300 cm x 220 cm) contestatario, iconoclasta… Era una gran efervescencia; de ahí que nuestro encuentro fortalece los enunciados creativos y amistosos; felizmente son totalizantes, impugnadores, que nos llevó por los caminos de la imaginación y la libertad creativa. Es increíble lo que vos acotás ¡y todo lo que no se dice!, lo que conforma el “corpus” de toda esta interacción…

Después de citar la prehistoria, me parece que la “coincidencia amistosa” es un As surreal dentro de toda la baraja existencial. Si me siento en el diván, te cuento que me leí a Allan Poe, con poca edad. Era un intercambio “inverosímil” que mantenía con un amigo de infancia y fíjate que aún en la actualidad conservamos esa “rara costumbre”. Esas lecturas “góticas”, llenas de “psicosis”, inmersiones a la “ventana desconocida” me abrieron con los años la imaginación, lo hermético, lo maravilloso. Luego se sumarían otras lecturas de sello semejante que me reafirmaron en la concepción de mi escogencia artística… No nombro ninguna referencia porque la lista es abundante, sin ser presuntuoso, te lo digo. Quizás soy un soñador…

Mi filosofía (el modo de conducirme en la realidad), no ha cambiado mucho, sigo creyendo en la magia, en lo sorpresivo, mi fuente es entre otros el inconsciente. Cada segundo, cada minuto que transcurre dentro de la realidad trivial, cruel e histriónica está concatenado a la imagen poética. Por eso es que acumulo datos, experiencias, visiones, sueños, alucinaciones que posteriormente se conformarán en “un mosaico”: collage visual poético… Es probable que por medio de esos elementos guiados se configuren los proyectos, las propuestas, los embriones de las ediciones, los libros, lo automático. No puedo obviar “los obstáculos”, “los desencantos”, con que la realidad repele a nuestra cosmovisión onírica, no obstante, soy de la idea que hay que responder como “guerrero cósmico” para sobreponernos a las adversidades y cortapisas que el sistema establece.

Coincido con vos: sin la “triada” con la que está conformado el surrealismo no es posible que “dos locos” como nosotros podamos coincidir en la misma esquina de la alfombra mágica…

 

FM: Sí, recuerdo ahora que fue algo fascinante la experiencia de realización del tabloide Resto do Mundo. Yo había trabajado en una impresora gráfica, de ese modo aprendí el oficio de diseñador, lo necesario para montar en mi casa la matriz de cada número del periódico. Era la aventura total: elegir los textos, traducir, revisar, montar… y luego llevar todo eso a las máquinas de impresión. Lo mejor: las máquinas eran de un amigo, Lauro Maciel, editor y gráfico, allí sacábamos cada edición sin costo, mientras tomábamos buena cerveza. Hasta hoy no sé por qué he dejado de publicar Resto do Mundo. Creo que la muerte de Sérgio Campos –el otro editor– fue decisiva. No recuerdo el tiraje de cada número, pero yo mismo me hacía cargo de su distribución, por correo común. Y llegaban cartas de todas partes, efecto mágico.

En esa época tú editabas Andrómeda, y desde Costa Rica me llegaba otro mundo mágico, fascinante, con su plástica renovadora, recuerdo que de inmediato tratamos de intercambiar materiales artísticos y literarios, algo que seguimos haciendo hasta el día de hoy. Creo que lo primero que me publicó Andrómeda, fue una entrevista que trabajé con el crítico español Jorge Rodríguez Padrón. Ese fue un nombre fundamental en mi vida, un tipo de maestro improvisado por el azar, que me ha enseñado muchas cosas respecto a la tradición lírica en lengua española. Después que intensificamos nuestras afinidades, Alfos, tratamos de realizar la edición maravillosa de tu novela La novena generación, traducida por mí, publicada justamente por Edições Resto do Mundo. El artista Eduardo Eloy creó una serie de monotipias en papel artesanal especialmente para esta edición. Era el año 2000 y de pronto me encontré en San José, para la presentación del libro, que fue como la primera consagración de nuestra complicidad. De inmediato agendamos una muy buena fiesta para la presentación del libro, con una muestra de las obras de Eloy.

La presencia de Eloy fue decisiva para que nosotros tratásemos de ampliar nuestra confabulación por el mundo plástico, algo que ahora te toca recordar.

 

AP: La génesis de la revista Andrómeda fue un hecho que linda con lo maravilloso. Algunos amigos nos reuníamos a tomar cerveza en un bar en los alrededores de la Universidad de Costa Rica. Recuerdo al poeta Rodolfo Cerdeño, a los vates hondureños José Luis Quesada y Fausto Maradiaga, el grabador cuscatleco José David. Por esos años era muy común que los escritores y artistas “no oficiales” no tuviéramos espacios para publicar nuestros textos y exponer los dibujos y grabados. Otros amigos, de igual modo se “lamentaban” de la misma circunstancia. Una tarde, como una especie de “dardo” tirado al azar, murmuramos: “editemos una revista”; una voz señaló “se llamará Andrómeda”. Juntamos poemas, cuentos, grabados y circulamos la primera entrega. La edición se agotó rápidamente, y teníamos el compromiso “moral” de editar un segundo número. No recuerdo cómo brotó esa edición, de dónde salió el dinero para financiarlo, sin embargo, los materiales eran cuidados y de primera mano. Fue tanto el impacto que el poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra nos dedicó un par de páginas en el suplemento La Prensa Literaria. A partir de ese momento nos percatamos que teníamos una herramienta muy eficaz para difundir literatura, poesía, gráfica etc. Y aquello fue increíble, se sumaron los poetas de muchas latitudes, a la redacción de la revista llegaban colaboraciones de mucho calibre, comenzó el canje de publicaciones con otras revistas y un largo etcétera… Fueron 33 números que navegaron con propiedad y una fundamentada identidad… Igual que vos, tengo muchos amigos que con frecuencia citan, preguntan, rememoran, la revista Andrómeda… De vez en cuando, en algunas ocasiones hojeamos de un modo fragmentario las ediciones y nos “asombramos” del equipo de colaboradores, de las temáticas, del perfil vanguardista de Andrómeda… y también, de uno que otro “yerro”…


No solo a nosotros nos condujo de un modo íntegro las “conversas” magistrales con Jorge Rodríguez Padrón, sostengo que muchos escritores, poetas, pintores y lectores, quedaban encandilados y sorprendidos de esas “cátedras” verbales donde vos y Jorge transitaban por la poesía hispanoamericana, la creación contemporánea, la filosofía y el surrealismo. Ese número fue extraordinario: dimos a conocer en Centroamérica la creación desenfadada de Charles Bukowski, con preámbulo y entrevista del escritor chileno Poli Délano, publicamos textos inéditos de Alfredo Cardona Peña, un ensayo de Luis Ferrero dedicado a Joaquín García Monge, entre otros colaboradores, y el número se veía fortalecido por el diseño gráfico que era contundente: Félix Arburola en acción… y para presumir, la “muestra gráfica” del número era del maestro catalán colombiano Juan Antonio Roda. Rodríguez Padrón ejercía su “crítica literaria” de un modo honesto, mesurado, con el ojo del conocedor sobre lo que apuntaba en sus propuestas. Sin embargo, mantenía el bajo perfil. Un día, en la correspondencia que sostuve con él, me expresó: “¡Por favor! No sé hasta dónde quieren llegar Floriano y tú, con esos despliegues para mis humildes reflexiones…”

Cuando escribí La novena generación, más o menos llevé a la “página en blanco” el propósito inicial, escribir un libro con la sensibilidad de la poesía y el collage: retazos de canciones, intertextualidad, azar, lenguaje poético y jazz sincopado… Conforme el libro se deslizó entre los diferentes ámbitos, obtuvo algunas buenas críticas… Un día de tantos, sin previo aviso me llegó tu traducción y eso fue muy emotivo. Recuerdo que vos me hiciste preguntas sobre algunos términos de invención y juegos del lenguaje. En agosto del 2000, me parece, vos llegaste a San José, después de un itinerario galopante por tierras panameñas. Venías en compañía de la entusiasta poeta panameña Consuelo Tomás, y un fardo de aventuras donde diste charlas, recitales… y abundante “cerveja”.

La complicidad con Eduardo Eloy fue muy especial. Él trabajó los diversos textos al recrear la temática en espontáneas monotipias, en un bello papel reciclado. Mantuvo el lenguaje gráfico de los grabadores brasileños, o de algunos nordestinos. El libro quedó como una bella pieza de arte y literatura. Y fue como el “conejillo de indias” para ponerlo en práctica en futuras ediciones. El lanzamiento del libro fue una gran fiesta, con amigos, poetas, pintores. Posteriormente la expo de Eloy la llevamos a ciudad de Panamá y estuvo expuesta en forma itinerante por seis ciudades.

A partir de esa complicidad, comenzamos a trabajar en conjunto y las colaboraciones iban en ambas direcciones. Tanto en Agulha Revista de Cultura (1999), como en Matérika (2000), incluimos desde la apertura de las publicaciones: muestras poéticas brasileñas, grabadores costarricenses, entrevistas y textos emblemáticos a compositores y músicos, cito a Ray Tico, Compay Segundo, Jovino Santos Neto. La sana práctica de la inclusión de artistas visuales les daba a las ediciones un alto punto de creatividad, imaginación, ángulo, abstracción, color…

En tu “roteiro” vivencial en San José, La Fortuna, Naranjo, Zarcero, Volcán Arenal, y ciudad de Alajuela, de pronto fuimos invitados a “unos guaros” donde el escultor Edgar Zúñiga. Considero que a los lectores les encantará escuchar lo que sucedió en esa reunión y su posterior desenlace y materialización…

 

FM: El proyecto de conversaciones con Jorge Rodríguez Padrón creció mucho, se ha desarrollado en tres largos diálogos precedidos de una presentación que luego he tratado de publicar en su totalidad en la revista de la Universidad de La Laguna en Canarias. Todavía tengo deseos de sacar un librito con esas charlas que sí reflejen el pensamiento de un crítico español y un poeta brasileño acerca de la tradición lírica hispanoamericana. Luego editamos en una colección de libros virtuales de Agulha Revista de Cultura una antología de los libros de Rodríguez Padrón: Puerta lateral. Y recientemente dedicamos a este crítico una edición especial de la revista, en nuestra serie titulada O rio da memória, donde se reproducen los tres diálogos.

Recuerdo, por supuesto, la tarde/noche maravillosa que disfrutamos en el “atelier” de Edgar Zúñiga, donde incluso he conocido a Francisco Proaño Arnadi, entonces embajador de Ecuador en Costa Rica. Con él he realizado, tiempo después, una larga entrevista acerca de varios aspectos fundamentales de la cultura en su país. Por último, Proaño ha participado, al lado de otro destacado crítico ecuatoriano, Raúl Serrano Sánchez, en mi proyecto sobre las vanguardias en Hispanoamérica: Vanguardias en el siglo XX. Esta remembranza es como un valor agregado de esa tarde maravillosa. El valor principal fue haber conocido al maestro y sus fascinantes esculturas. Recuerdo que fue inmediata nuestra afinidad desde la noche de presentación de La novena generación en la Galería Andrómeda. El estar allí, con más tiempo libre para el desarrollo de nuestras afinidades y en medio de sus obras, eso fue algo mágico, sobre todo cuando tú te acercaste a nosotros y propusiste que editemos un libro, juntos, poeta y escultor.

Así nació la idea de una edición en tres idiomas de mi poemario Cenizas del sol, de inmediato traducido al español y al inglés. Los poemas, igual que las esculturas, eran piezas algo insólitas en el mundo de la lírica y la plástica. Mis poemas eran en prosa, relatos imaginarios de una vieja señora en su lecho de muerte. Las esculturas, una serie de rostros tallados en maderos antiguos, de construcciones demolidas, en general viejas iglesias, otro tipo de relatos de la población de un sitio ya inexistente. En los dos casos, el alto voltaje humanista de dos creadores que, como el mismo Zúñiga afirma, creamos una obra personal que refleja nuestra visión de la realidad. El libro es también un encuentro de nuestras reflexiones, pues, además de la prosa poética y las esculturas, al final se reproducen dos entrevistas, en que cada uno de nosotros interroga al otro acerca de sus conceptos y expectativas. Es un libro muy rico, muy bien diseñado, por supuesto, un raro encuentro entre un poeta y un escultor. Las traducciones fueron realizadas por Margaret Jull Costa, Benjamin Valdivia y Saúl Ibargoyen, además de la presencia de Guillermo Fernández quien firma la presentación. Sin embargo, tú fuiste el conductor de todo con el equipo de Ediciones Andrómeda, el volumen es espléndido y sería muy oportuno hacer una segunda edición.


Posteriormente, empezaste con las ediciones del “desplegable” Manija, de larga circulación por todas partes, siempre con una pareja de artistas visuales y poetas. No obstante, uno de los puntos altos de nuestras colaboraciones comunes me parece haber sido la realización de una muestra de artistas del grabado, de Ceará y Costa Rica. Incluso se imprimió un catálogo bilingüe, muy preciso. Ceará siempre ha sido un centro de creación de grabados muy expresivo en el país, pero era la primera vez que los presentábamos al público. Y la conjunción con grabadores contemporáneos de Costa Rica fue un éxito en la utilización de este lenguaje. Y fue maravilloso cómo logramos agenciarnos una galería donde exponer los trabajos de seis artistas de Costa Rica, al lado de seis de Ceará. También tuvimos la presencia de dos de los grabadores de tu país, así que la muestra obtuvo excelente resultado. ¿Cómo se dio la muestra en San José?

 

AP: Es muy cierto lo que decís de tu relación con Jorge Rodríguez Padrón, recuerdo una complicidad que hicimos con el periódico Graphiti que dirigía el poeta Rodolfo Cerdeño y donde publicamos otra de tus extensas conversaciones con el crítico canario. Coincido en que una edición impresa será un gran beneficio para los lectores iberoamericanos.

El resultado del encuentro con Edgar Zúñiga fue muy beneficioso. El taller de Zúñiga está configurado de piezas en madera, horcones y columnas, bronces, y creo que también de piezas de imaginero religioso. Él es hermanastro del maestro Paco Zúñiga que realizó una carrera muy exitosa y brillante en México. Incluso en su familia hay una antigua tradición por la imagen religiosa y entre los diferentes miembros hay varios escultores e imagineros. En ese tiempo yo tenía una buena relación con Edgar. Cuando estuvimos en su taller hubo un clima cálido y amigable entre los diferentes cofrades y artistas que asistimos a aquella velada. El embajador de Ecuador era bastante amigo de Edgar, de ese modo fue que lo conocimos. Francisco Proaño nos propuso algunos eventos e intercambios que la verdad quedaron a medias e inconclusos.

La edición de Cinzas do sol, en tres idiomas, adicionado de reproducciones de columnas de madera e intervenidas, se constituyó en un desafío. La edición es muy cuidada, con una bella estructura gráfica entre los diferentes segmentos; destaca la distribución y diagramación entre el poema enfrentado a una columna escultórica de Edgar. Toda la página con fondos negros, grises y blancos. El epílogo del poemario está armado a base de preguntas y respuestas entre un poeta brasileño y un escultor costarricense. El volumen tuvo una gran aceptación entre los lectores y las personas que buscan y coleccionan estos libros de “arte”. No era una edición sencilla, tenía su riesgo pues la impresión en negro, gris y blanco de esos volúmenes tan complicados, no es un asunto fácil. Sin embargo, trabajamos con un equipo de diseño e impresión de alta calidad y lúcido. Meses antes Ediciones Andrómeda había editado y publicado un catálogo muy bello y exquisito de “las maderas y horcones” de Edgar Zúñiga. La experiencia cuenta, por eso tu libro tuvo una producción que la llevamos a buen término. Creo que sería excelente si se realiza una segunda edición.

Me permito recordar la producción de un volumen emblemático. Tu antología surrealista Un nuevo continente, antología del surrealismo en la poesía de Nuestra América. La edición fue un trabajo exhaustivo, ya que el volumen, además de los “grandes nombres del surrealismo en América”, está conformado con la colección de los retratos de los poetas surrealistas latinoamericanos que realizó el artista costarricense Fabio Herrera. Considero que es un volumen de una importancia capital. En ese momento prácticamente no existía un documento impreso con esta información valiosa y actualizada. En esta edición de la antología surrealista intervinieron un nutrido grupo de amigos: editores, traductores, investigadores, poetas, colaboradores, etc. El volumen incluyó la edición de una carpeta de obra gráfica con los retratos de Herrera. Aquellas fueron unas jornadas maravillosas, comenzábamos a trabajar en El taller de la Imaginación, en la impresión de las serigrafías desde las 5 de la mañana. Esa carpeta surrealista es todo un logro. Y se ha divulgado y expuesto en diferentes ciudades y ámbitos. La antología tuvo una gran acogida entre los lectores avezados del continente. El libro se vendía por correo electrónico, en las principales librerías del país. Participamos en diferentes ferias del libro en México, Colombia, Cuba, Ecuador, Perú, San José, en la Feria de la Frontera en Baja California. La noche del lanzamiento invitamos al hijo de Max Jiménez, ya que vos le dedicaste el volumen a Max. Ese lanzamiento fue muy emocionante puesto que en la presentación estuvimos compartiendo con el maestro Felo García, el escritor Tomás Saraví y el hijo de Max, Roberto Jiménez, que era un ameno conversador y narró historias y pasajes inéditos de nuestro artista. ¡Una noche de candilejas!

La concepción del artefacto gráfico/poético Manija, no lo tengo claro del todo. Creo que fue en un viaje por Suramérica, en un avión, tomando un “drink” de whisky. En mi asiento de la aeronave encontré una plaquette poética y después de leerla, divagué un rato y pensé en por qué no editar un artefacto poético. A los días le expuse la idea al editor y cómplice Tomás Saraví y él estuvo totalmente de acuerdo. Le confiamos al diseñador de origen uruguayo Fernando Francia, un boceto: le dimos poesía+gráfica y a los pocos días teníamos el primer ejemplar: Manija: comunica, abre puertas, es un puente continental… La primera edición fue impresa en los talleres gráficos del TEC, con la colaboración del poeta Adriano Corrales, para acompañar la presentación en San José del poeta cubano Félix Contreras, que desdichadamente no logró eludir las aduanas cubanas. La primera edición muestra poemas del poeta insular y gráfica del artista bogotano Carlos Penagos. Desde el embrión nuestra idea fue una edición bimensual, con una publicación doble de ediciones, por ejemplo: 1 y 2; 3 y 4. Muy pronto la respuesta fue gratificante, lúdica, mágica… Se distribuía gratuita y de mano en mano, en Ferias de Arte, Ferias del Libro, en parques y avenidas; por correo postal y con el tiempo enviábamos una cantidad considerable de ejemplares a diferentes contactos en algunas capitales de Latinoamérica que se encargaban de distribuirlas. En Manija, dimos a conocer poetas relegados, activos, y algunos noveles. Por sus páginas en miniatura desfilaron poetas como Carlos Martínez Rivas, Eunice Odio, José Ángel Leyva, Jacobo Fijman, Lêdo Ivo, Claudio Willer, María Baranda, Rodolfo Alonso, Paco Amighetti, Carlos Barbarito, Alfonso Chase, Floriano Martins, Sila Chanto, Rodolfo Hasler… ¡Un festejo, una celebración de la palabra escrita y la imagen visual…! Recuerdo una mañana que me encontraba con vos y otros poetas en la Feria de la Poesía en Granada, Nicaragua, y de súbito se acercó un reconocido poeta nicaragüense y nos dijo –Manija en mano–: “Ustedes no son poetas, son guerrilleros de la imaginación”. Fueron cincuenta y cuatro ediciones, y la misma cantidad de poetas y artistas visuales. Algunas veces me sorprende la llegada de un correo electrónico de lejana geografía, que tanto tiempo después de haber publicado la última edición, solicita información sobre Manija y la opción de publicar poemas, dibujos… o ¿Cómo se consigue? ¿Cuánto cuesta la colección?

Costa Rica tiene una fructífera tradición en la disciplina del grabado en sus diferentes manifestaciones: xilografía, cromoxilografía, serigrafía, grabado en metal, punta seca. Desde los años treinta del siglo XX, destacaron algunos artistas que crearon en 1934: “El álbum de grabados”, era una “colección de xilografías” donde participaron distinguidos artistas: Francisco Amighetti, Manuel de la Cruz González, Francisco Zúñiga, Teodorico Quirós, entre otros. De igual modo, Max Jiménez ilustraba sus poemarios con sus xilografías, la estrategia consistía en la estampación con el “taco original” en las páginas del libro, se puede considerar que esas “mixturas” de Max son verdaderas joyitas surrealistas… y quizás, se adelantó a las ediciones contemporáneas artesanales, numeradas y firmadas por los artistas, donde interactúan la poesía con el grabado…

La expo “El surco de la gubia” fue la muestra a la que vos te referís. Estuvo conformada por los grabadores Sila Chanto, Fabio Herrera, Eduardo Brenes, Alberto Murillo, Hernán Arévalo, Rudy Espinoza. En los noventa, estos artistas tuvieron mucha vigencia. En la actualidad algunos de ellos continúan llenos de vigor creativo (Herrera, Arévalo, Murillo); Sila Chanto falleció prematuramente el año pasado, y Brenes desertó y se dedica a labores económicamente más rentables; y el que era considerado el “maestro”: Rudy Espinoza, no dio el salto esperado, en calidad, rigor y proyección latinoamericana, como sí lo hizo en su tiempo Francisco “Paco” Amighetti. El proyecto fue interactivo y audaz: proyectamos y publicamos un catálogo muy expresivo, como bien decís, y editamos una carpeta de obra gráfica de los seis grabadores con sus diferentes temáticas en la técnica de la serigrafía, la colección lleva el título homónimo de la expo. En estos grabados destacan los diversos símbolos y rasgos temáticos: figuración, abstracción, animalística, mixturas geométricas y gráfica experimental… La expo fue promocionada en los suplementos de los periódicos más importantes del país y creo que contribuimos en lo posible con el desarrollo del grabado en Costa Rica. Antes de finalizar y pasar a otro recodo de la conversa, quisiera agregar que el grabado en Costa Rica y en Mesoamérica tiene sus orígenes en las culturas primigenias. Nuestros ancestros fueron artistas del “grabado” con una gran solvencia, sensibilidad, y fueron insignes comunicadores dese hace miles de años. En reiteradas ocasiones conversé sobre este tema con maestros como Francisco Amighetti, Harold Fonseca, Carmen Santos, Felo García y Juan Bernal Ponce. Es una alegría que el Museo del Jade, con sus excelentes instalaciones, haya organizado la muestra Diseño simbólico sobre la roca. En las diversas estancias se exhiben y presenta un recorrido por los petrograbados (inscripciones sobre rocas), pictografías (pintura rupestre), realizadas por artistas indígenas prehispánicos, en diversas zonas del país. Parafraseando a Sergio García, curador de la exposición: “Estas manifestaciones eran un medio para comunicar su cosmovisión, sus actividades cotidianas, sus creencias y rituales. Ellos crearon un sistema de símbolos aceptados socialmente para transmitir una gran cantidad de información”. Las rúbricas las llevaban a cabo, tanto en rocas individuales (paredes de río y esferas), como en gigantescos muros y farallones de piedra. Destacan las propuestas plurales: líneas, óvalos, círculos, cruces, curvas, soles y representaciones “mágicas” de animales prehispánicos. La exhibición muestra las diversas técnicas que recrearon los artistas indígenas costarricenses para realizar las inscripciones o como apuntamos en la actualidad “estampaciones”: raspado, incisión, golpeteo, picado y perforación. Las herramientas (martillo y cinceles) también eran de piedra. Uno de los ejemplos más sorprendentes es el sitio El farallón, que se localiza en una finca en Cañas, Guanacaste. Subraya el arqueólogo Sergio García: “Ubicado en el cañón del río Cabuyo, podría decirse que era como una especie de Facebook precolombino: un muro de piedra de 50 metros de largo por 30 metros de alto en el que los pobladores precolombinos dejaron testimonio gráfico de su vida cotidiana. Los grabados abarcan una superficie de 17 metros de largo por 7,2 metros de alto”.


Flor, para nosotros que somos apasionados de la imagen gráfica y poética, ¿­­no te parece un trabajo sobrenatural y sorprendente?

 

FM: Bueno, aquí hay temas para toda una vida… Me gustaría primero recordar el marco de lo que fue la publicación de Un nuevo continente, antología del surrealismo en la poesía de Nuestra América. Tu relato de la producción del mismo en Costa Rica es brillante, el libro ha seguido el viaje de muchas formas. Luego de la publicación de la antología por Andrómeda me llegó una invitación para ampliar la edición para la editorial venezolana Monte Ávila. Fue todo un logro y yo estaba muy contento con los viajes, críticas, presentaciones; sin embargo, algo me seguía faltando. La idea de mi trabajo de investigación acerca del surrealismo tenía por blanco el ámbito brasileño… Y aquí el tema no despertaba la menor atención. Continué laborando y luego finalicé un libro que hace poco publicó la Editorial de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México: Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad. En esta ocasión no se trata de una antología de poemas, sino de un extenso volumen de ensayos. Una vez más, buena recepción, presentación en la Feria del Palacio de Minería en la capital mexicana, pero nada de Brasil. ¿Por qué un libro de esta naturaleza no interesa al mercado editorial brasileño? Unos años antes se presentó una edición especial de la revista Atalaya Intermundos en Lisboa, Portugal, edición dedicada al surrealismo y preparada por mí y Maria Estela Guedes, que dirige el portal TriploV, hace casi 20 años, sitio en que se dispone hasta hoy de un dossier sobre el surrealismo internacional. En Brasil, del mismo modo, salió un voluminoso tomo dedicado al surrealismo, por la editorial Perspectiva, volumen en que participo con tres ensayos. La antología que salió por Andrómeda y que fue ampliada para Monte Ávila tuvo nueva revisión y edición; no obstante, en Brasil es imposible la edición de la antología. Ese fue un trabajo infernal, hubo que preparar todo, contar con la solidaridad de amigos traductores, la complicidad de parientes y editores de los poetas muertos, etc. Nadie piensa en esas cosas, el tortuoso camino que hay que recorrer hasta que un libro llegue a las manos del lector. Ahora, he decidido tomar un riesgo casi suicida: editar yo mismo, por mi sello ARC Edições, un amplio registro crítico del surrealismo en todo el continente americano: Um novo continente – Poesia e Surrealismo na América, son alrededor de 600 páginas, es el estudio más completo sobre el surrealismo en nuestro continente, es el resultado de la aventura iniciada en Andrómeda. Vamos a ver qué logramos ahora, en Brasil, aunque este es el más misterioso de todos los países del mundo.

Alfos, hablas de nuestra pasión por la imagen. Es un tema fascinante, porque nosotros venimos de matrices que algunas veces son consideradas diferentes: la narrativa y la lírica. Con el paso del tiempo, por la fuerza conjunta de la necesidad y el talento, encaramos el periodismo, el mundo aventurero de la producción cultural, los matices entre gastos y olvidados de la crítica etc., pero en verdad lo que somos, en esencia, es otra cosa. Somos creadores. Recuerdo mi alegría al convivir con los personajes de tu libro que traduje. Y tus cuentos, construidos allí, eran la configuración de algo mayor, igual como yo pensaba respecto a la creación de mis poemas. Es como si tus piezas narrativas pudieran crear un tipo distinto de expectativa, en mí, por supuesto, como su primer lector, y, luego, en los demás. ¿Qué tipo de desafío puedo imponerme que me transporte en el descubrimiento de otros mundos, de otras perspectivas de la mirada? Yo traducía tus relatos mientras pensaba en eso. Porque la creación no es un reflejo de los obstáculos del tiempo en que vivimos, sino de nuestra exigencia de la vida, en su ambiente ético y estético. Cuando decimos que Da Vinci, por ejemplo, es la cara del Renacimiento, hay un error clásico, porque, en verdad, es todo el contrario, el Renacimiento tiene la cara de Da Vinci. Creo que fue Joseph Goebbels quien percibió la necesidad, para el poder, del cambio de ángulo. No fue la iglesia, sino el hombre principal de Hitler. Hay que pensar en cuanto el ambiente nazi ha distorsionado nuestra visión del mundo. Yo creo que el tema, Alfos, tiene mucho que ver con la manera como, tú y yo, estamos presentes en nuestras creaciones. ¿Qué piensas?

 

AP: Con respecto a Da Vinci, que más se puede agregar al millón y resto de volúmenes dedicados a sus inventos, a sus genialidades, a sus propuestas y teorías, a sus deleites vedados y esotéricos, al menos para mí minúsculo mortal… Y si se habla de Gobbels, Hitler, el Nacional Socialismo, las SS, son campos minados, ciénagas, ahí está entubada “la estética del mal…”, y lamento muchísimo que últimamente escucho muchas citas de personas sensibles e inteligentes que les hacen la coba a estos personajes enfermizos, infames, denigradores del arte, y la naturaleza digna del ser humano…

Efectivamente, podemos emprender un viaje al fondo de nosotros mismos (viaje al fondo de la noche); son muchos los temas, las ideas, las imágenes, que flotan y conforman recovecos e intersticios en este tapete. Cuando te hablo de la imagen gráfica y poética, pienso en tus poemas, tus fotografías, tus ensambles, nuestras propuestas gráfico poéticas, en las fusiones literarias que yo realizo, solo y en compañía, de un modo musical y espontáneo. Hay que admitir que en la actualidad muchas de estas expresiones mixturadas y reinventadas son totalmente válidas y genuinas. Fíjate que desde hace aproximadamente medio siglo se discute sobre la muerte de la poesía, se arguye que la novela murió… Más bien considero que en los últimos tiempos, hay una gran conexión de medios que hacen más interesante el panorama de la literatura y la poesía, lo mismo que la gráfica, la música, la pintura. Podemos considerar que una servilleta escrita por ambos lados y que circula en la mesa de un restaurante es poesía, una partitura musical es literatura, lo mismo que las letras de las canciones… Incluso la ópera, el rock, se pueden considerar literatura, o subproductos literarios. Los géneros tradicionales impregnados de humedad fenecieron hace mucho tiempo… Se puede hacer una fotografía, se procesa en un programa artesanal en un ordenador y se le da otro matiz, se desvirtúa y se reconstruye, luego se imprime en papel y se interviene con lápices de colores, marcadores y una dosis de tijera, ¿cuál es el resultado de toda esta fusión? Pero no nos detengamos ahí, esa matriz se puede procesar de nuevo y se le proporciona otro lenguaje y se lleva a la impresión artesanal, el grabado en metal o la serigrafía artística, quizás hasta la cerámica… De igual modo, o en alguna variante podemos hacerlo con la poesía, la narrativa, el ensayo, los textos creativos.

Más allá de las especulaciones con nombres fastuosos y rimbombantes que nos proporciona la historia universal, lo que vos hacés, Floriano, con tus poemas llenos de virtualidad, verticalidad, y una alta dosis de juego (el componente lúdico es muy importante en tus textos, en tus complicidades poéticas, rupturistas, con otros poetas y artistas, como recién lo has hecho con Manuel Iris, Zuca Zardan, Leila Ferraz), eso para mí representa la creación auténtica realizada con imaginación, con lenguaje esencial, y por supuesto subversiva… En algunas áreas del proceso creativo coincidimos, por ejemplo, “la galería marginal de tipos” con que vos bautizaste a los personajes de La novena generación, tiene muchos ingredientes de lo que te he citado… Son personajes-fusionados, construidos-deconstruidos, inventados e imaginados en diversas circunstancias, puedo partir de un sueño y de repente llevarlo por senderos inasibles, peligrosos, más allá de un lenguaje precioso y preciso, el mismo lenguaje opta por la respuesta, por la defensa de la escritura. No comulgo con ciertas frases anquilosadas de ciertos escritores ordenados, pulcros, sin máculas, antisépticos (¡me alarman!) donde se trata de dar cátedra sobre la claridad del lenguaje, del mensaje, de la forma, mejor, ¡metamos el dedo en el ventilador!

 

 

Por último, considero de rigor dedicarle unas líneas a la expo surrealista Las llaves del deseo, (Costa Rica, Cartago, marzo, 2016). Es un evento impresionante como casi todo lo que está enlazado con el surrealismo. Un día de tantos coincidí en una actividad cultural con la artista Amirah Gazel. Creo que era la segunda vez que hablaba con ella. Conversamos unos minutos y de súbito, en medio de su sonrisa, me propuso: “Nosotros tenemos que organizar una exposición del Surrealismo en Centroamérica”. No pasó mucho tiempo para que esa frase se hiciera realidad. ¡Pregúntame cómo, de qué modo! La respuesta se la endosamos a la tríada surrealista. Como en toda organización, se sabe que hay que vencer obstáculos, que hay que armarse de valor y trabajo para sacar adelante un compromiso, una tarea de este fuste… Fue emocionante vivir milímetro a milímetro la conformación de la expo: el abordaje de las obras, los correos electrónicos, la red de amigos, los contactos… la solidaridad… la confraternidad… Por eso anotamos que el surrealismo se mueve dentro de los parámetros de la realidad paralela… No es gratuito y sencillo “manejar”, “mover”, “coordinar” con 107 artistas, 350 obras, 27 países… Durante todo este tiempo la expo y su background ha sido un éxito a todas luces… Los medios respondieron a las mil maravillas, los espectadores que asistieron quedaron asombrados al ver obras de relieve internacional… Sin embargo, la expo aún no tiene término, el 1° de setiembre se inaugurará en la capital del país, en un espacio emblemático como lo es La Biblioteca Nacional. Nos interesa el diálogo con los niños y jóvenes, además de los adultos. Queremos que se acerquen, que conozcan a los artistas y la filosofía surrealista, que valoren que hay otras realidades y no la idea estática de que solo hay un mundo posible… De continuo será exhibida en Panamá, y te adelanto que hay solicitudes para llevarla a Lima, Madrid, México… ¡Es como una gran marejada! Hace unos días, entre broma y serio, tomando una copa de vino tinto, Amirah apuntó: “En el 2024 se cumplirá el centenario del “Primer Manifiesto Surrealista, ¿dónde lo celebraremos?”.

 

NOTAS

1. Floriano Martins “Vinte anos da nona geração no Brasil. Prólogo e tradução de Floriano Martins. Notas de acceso (uma galeria marginal de tipos)” Revista Athena (Portugal),

http://athena.pt/2020/05/17/vinte-anos-da-nona-geracao-no-brasil/ (consultada el 28 de abril de 2022).

2. Guillermo Fernández “¿Qué es una noche de celofán? ¿Quién es Alfonso Peña?” Agulha Revista de Cultura,

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2016/11/guillermo-fernandez-que-es-una-noche-de.html (consultada el 28 de abril de 2022).

3. Fernández, ¿Qué es una noche de celofán?...

4. Aglae Margalli, “Prólogo”, en Labios pintados de azul, Alfonso Peña (San José, Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2006).

5. Alfonso Peña “Labios pintados de azul” (bilíngue), Blog Abraxas i loja, http://abraxasloja.blogspot.com/2016/03/labios-pintados-de-azul-bilingue.html (consultada el 28 de abril de 2022).

6. Luis Fernando Cuartas, “Prólogo”, en Opra sfola, Zuca Sardan y Alfonso Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2019).

7. Floriano Martins, “Prólogo”, en A toda máquina, Alfonso Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2020).

8. Manuel Iris, “Prólogo”, en Barajar la poesía, Alfonso Peña (Brasil: Editora Cintra & ARC Edições, 2018).

9. Alfonso Peña, “Surrealismo en Centroamérica: Un manojo de llaves mágicas...” Agulha Revista de Cultura, http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2017/05/alfonso-pena-surrealismo-en.html (consultada el 28 de abril de 2022).

10. Floriano Martins, “Las rutas paralelas I. Tributo”, Revista Triplov, https://triplov.com/revistaTriplov/las-rutas-paralelas-1/ (consultada el 28 de abril de 2022).

 

 


FLORIANO MARTINS (Fortaleza, 1957). Poeta, editor, dramaturgo, ensayista, artista visual y traductor. En 1999 creó la Agulha Revista de Cultura. Coordinó (2005-2010) la colección “Ponte Velha” de autores portugueses de Escritura Editora (São Paulo). Curador del proyecto “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, para la revista Acrobata. Estuvo presente en festivales de poesía realizados en países como Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Ecuador, España, México, Nicaragua, Panamá, Portugal y Venezuela. Curador de la Bienal Internacional del Libro de Ceará (Brasil, 2008), y miembro del jurado del Premio Casa das Américas (Cuba, 2009), fue profesor invitado en la Universidad de Cincinnati (Ohio, Estados Unidos, 2010). Traductor de libros de César Moro, Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Vicente Huidobro, Hans Arp, Juan Calzadilla, Enrique Molina, Jorge Luis Borges, Aldo Pellegrini y Pablo Antonio Cuadra. Entre sus libros más recientes se encuentran Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad (ensayo, México, 2015), Un nuevo continente – Poesía y surrealismo en América (ensayo, Brasil, 2016), El iluminismo es una ballena (teatro, Brasil, en colaboración con Zuca Sardan, 2016), Antes de que se cierre el árbol (Poesía completa, Brasil, 2020), 120 Noches de Eros – Mujeres surrealistas (ensayo, Brasil, 2020), Naufragios del tiempo (novela, con Berta Lucía Estrada, 2020), y Las mujeres desaparecidas (poesía, Chile, 2022).

 

 


MAX LEIVA (Guatemala, 1966). Es un artista contemporáneo conocido por sus expresivas esculturas figurativas. Estudió durante tres años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla, y luego se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ha participado en importantes simposios de escultura en diferentes partes del mundo y con el apoyo de empresas organizó el 1er y 2do Festival Internacional de Escultura “Guatemala Inmortal”. Es participante de exposiciones colectivas y Ferias Internacionales de Arte en Miami, California, Colorado; entre otros. Sus últimas exposiciones individuales, Museo de Arte del Salvador en 2016, “Pernexus” Ciudad de Guatemala en 2018, “Sinopsis” Palm Springs, California en 2019 y “Relieves” en Ciudad de Guatemala en noviembre de 2022. Creador de varios monumentos públicos como el Monumento a Miguel Ángel Asturias en la Avenida Reforma, Ciudad de Guatemala en 1999. De acuerdo con el crítico Noël Coret, Max Leiva nos muestra que la escultura puede fusionar refinamiento y expresividad, fuerza creativa y contraste, elegancia en la forma y la sinceridad de su creador. En cada una de sus piezas plasma una imaginación inquieta, elaborando poemas visuales concebidos para reencantar nuestros sueños, sueños en un mundo donde todo es ternura y voluptuosidad. Max Leiva es nuestro artista invitado para esta edición de Agulha Revista de Cultura.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 235 | agosto de 2023

Artista convidado: Max Leiva (Guatemala, 1966)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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