quinta-feira, 10 de agosto de 2023

FERNANDO CUARTAS ACOSTA | Alfonso Peña y un Azul tan bermejo como violeta

 


Los labios pintados de azul, un libro donde el surrealismo hace algo más que hablar, de alguna manera besa y deja sus marcas. Rara sensación debe dejarnos los labios pintados de aurora, la mancha azul del sol naciente entre los relámpagos y las luciérnagas de azul fosforescente.

De Alfonso Peña podemos esperar muchas cosas, sabrá siempre sorprendernos. Por mucho tiempo nos puso Andrómeda entre las constelaciones más cercanas, hasta la fascinante cifra de 33 ediciones. Luego nos concede sus Noches de Celofán, con una narrativa que se va volviendo cada vez más exigente, envolvente y que se la juega entre la ciudad y los mitos, entre una latinoamericanidad festiva y lujuriosa, violenta y hechizante. La novena generación, un libro de culto, entre la magia y lo cotidiano, pasando por libros de arte como El Surco de la Gubia, sobre 6 grabadores contemporáneos. Siempre nos llevará Desde el Centro, como en sus cuentos que llevan ese título. Como él mismo bien lo escribía “Entremos en Materika”, a esa acción de escribir con la filosofía como arma invisible y la literatura como un medio para sumergirse en la realidad blanda, oscura, indescifrable y enigmática de nuestra condición de Latinoamericanos. Vemos sus dedos untados de barro, de colores y papeles recortados asomados por muchas ventanas nuestras, en Agulha Revista de Cultura en Brasil, Tinta Seca en México, Vericuetos en Colombia, Maldoror en Argentina, masa tentacular, manos abiertas, cerebro como una hidra expandida. Cuando se concibe unos labios pintados de azul, sabe uno que no se trata de una coquetería de una muchacha minúscula, aquí debe existir el conjuro y la magia de una mujer noche y una ondulación de chamanes como mínimo.

El libro como objeto de arte, un escenario de alucinante realidad circundante, tal vez quede esa sensación de ver esa relación entre el cielo y el infierno como una mujer desnuda encadenada a una roca en medio del Caribe, furia de los mares, envidia de las diosas, acurrucada entre las olas y las tempestades, sale avante para embellecer el cielo convertida en galaxia, con sus manos abiertas en complicidad de Perseo hacen siete hijos, siete proyectos, siete escapes a la realidad aplastante, un surrealismo desde lo nuestro, como una Andrómeda múltiple entre el arte y la literatura. Un San José Oculto, mixtura entre arte y diseño, arte y juego, como debería ser siempre la literatura, descalza y desnuda, abierta y seductora. Como no pensar que Labios Azules siga ese juego que orbita sobre ese mundo que siempre nos propone otra puerta, otra versión subversiva y grata sobre nuestro mundo calcinado y endurecido por la fatiga diaria.

Labios azules que murmuran, que nos dicen al oído sus lascivas frases que nos hacen encomendar a Eros, tal vez transformado en una mitología más urbana, más metida entre las calles y su historia, entre el pantano y la lluvia, entre el mar embravecido y las cántigas de un mundo herido, pero no mancillado. Si Andrómeda, tuvo 33 puertas o ventana abiertas a la música, la poesía, la bohemia, los recitales y las charlas, es una mitología transformada en un mundo azul marino, entre lo que podría llamarse los labios susurrantes de una leyenda que se abre entre velos de olvidos y de ausencias, de seres que han permanecido en el tiempo y do otros que si están bajo las aguas profunda del océano o entre las grutas de las montañas cargadas de misterio, siguen vivos en laberinto de sonidos y vivencias.


Labios insurrectos, boca capaz de decir otras realidades, esa otra vuelta a la tuerca como esa bella frase que nos convoca a ver dónde todos han mirado y no han visto aún lo trascendente. El azul siempre me precipita aun pacto marino y a una alianza con el modernismo, más no algo quieto, no un Rubén Darío embalsamado, sino un azul con ojos rojos y boca de un dulce infierno tocándonos la puerta.

Todo está relacionado en una serie de ciclos y espirales, aunque aparentemente las cosas sean inconexas y aparenten una dispersión en medio de un caos, es posible que unos Labios pintados de Azul, se nos acerquen con las llaves del deseo en su boca, como el sentido profundo que nos invita a movernos, como la gran pulsión, los vectores que impulsan a la humanidad cargada de deseos. Así en esa relación calidoscópica, los labios serían parte de ese gran proceso, una pieza que encaja en esa atmosfera de deseantes chamánicos.

A no dudar el surrealismo en América Latina despierta otras connotaciones, es un conjunto de azares y de distorsiones, de maravillas y de seducciones, una explosión que nos arrastra, nos engulle, se impregna con el sólo deambular con los ojos abiertos al sentido deseoso de las cosas, de los sujetos y del paisaje mismo. Como nos haría sentir un chamán, aquí hay que hablar de la señora Piedra y del señor Viento, de la hermandad de la laguna y la confraternidad del fuego, de los gestos de acercamiento con la lluvia y el respeto misterioso con los ritos. Algo que posiblemente nos acerque a la cultura vasca antigua, a los aquelarres de los eusqueras, a los primitivos habitantes de las cuevas, a el sentido mítico de las mujeres que volaban en escobas y que cruzaban el continente con la mirada sanadora y sus manos tocando la herbolaria. Reminiscencias de antiguos rituales que se ven entre nuestros campesinos, en algunas comunidades indígenas vivas, pero que aún, siendo más insólito, perviven entre algunas personas de nuestros barrios en los cascos bulliciosos de nuestras ciudades. Podría decirse que el surrealismo es una puerta de acceso al pensamiento mágico, o algo más audaz. El surrealismo nos emparenta con ese pensamiento vital que es la magia cotidiana, donde están las vibraciones necesarias para entendernos más en un mundo agobiado por las crisis y desgastado en consumismos.

Tal vez, el mundo siempre ha estado en crisis, se ha desplazado en medio de la hecatombe de pueblos destruidos tras imperios, el saqueo, el hambre, la segregación, la estulticia mental, la injusticia en el reparto de cargas y ganancias, la enfermedad y la angustia, el desarraigo y la incertidumbre, el andar sin patria y sin estado, el vagabundeo de los que han sido separados de sus territorios, es algo que siempre ha ocurrido entre humanos desaforados y violentos, pero siempre ha existido el arte y la capacidad de hacerlo y sustentarlo. Aunque, a no dudarlo, estos dos últimos siglos se aceleró la maquinaria destructiva, se han talado más bosques y se han hecho destrucciones más masivas, que en muchos siglos atrás. Todavía se siente el trueno de la bomba, ese hacer invisible a Hiroshima y Nagasaki, denota un alto grado destructivo y que tal acto parte de alguna manera nuestra historia, en un antes y un después de tal tragedia. Henry Miller, en el Tiempo de los Asesinos, decía: “No llamo poetas a esos que hacen versos, rimados o no. Llamo poeta al hombre capaz de cambiar profundamente el mundo. ¡Si un poeta tal vive entre nosotros, que se manifieste! Pero debe ser la suya una voz capaz de ahogar el trueno de la bomba”. Es posible que ninguna exposición, ni ningún libro sean capaces de ahogar ni de impedir una guerra, pero si estamos seguros, que publicar, exponer, hacer eventos artísticos, en una dirección que exalte la imaginación, que cree nexos, que se convierta en una manera de vital de asumir el mundo, es una tarea que conlleva una acción bio-política, un acto de amor inusitado, necesario y bello


Labios pintados de azul debe ser una obra que se ha hecho con trazados de miles de manos anónimas, con las palabras de la calle y las injurias de los déspotas, con la guerra y sus desgracias, con la amistad y sus complicidades, con secretos y ternuras, escrita sobre una historia con sabor a leyenda maya y a bebedizos amatorios, con la palabra que sana y el conjuro que embriaga. Es un libro que me recuerda un bello título de una crónica sobre Cuba que hizo Sartre, “Huracán sobre el azúcar”, en este caso es un soplo de labios que hacen levantar antiguos rituales y ensayar otras tempestades sobre nuestras cotidianas falencias.

Labios pintados de Azul son tan violetas como naranjas, son un arco iris de voces, será que ahora todo es azul como una naranja, ¿cómo diría Paul Éluard?

Boca que besa y que habla, boca salvaje y etérea, boca que sangra y que grita, labios pintados de tierra y de sol, azules como un amanecer entre una calle de San Juan o un arenal en un desierto en la Guajira, tan cercano y lejanos como ser nica, o ser tico, como ser chicano o ser carioca, labios al fin y al principio de una hermandad poética.

Es de anotar que Alfonso Peña estivo en Medellín-Colombia en uno de los lanzamientos de la revista Punto Seguido, junto con Amirah Gazel su compañera y entrañable cómplice. En ese entonces visitamos comunidades rurales en el municipio de Amaga, estuvimos en San Pedro de los Milagros, un pequeño pueblo cercano a Medellín, en algunos talleres de literatura, en esa visita tan cordial nació la idea de hacer un blog dedicado a Haití, un mundo olvidado para muchos, pero rico en poetas, músicos, artistas plásticos, con la consigna Todos somos Haití, mostrando la inmensa solidaridad y afecto por todo el surrealismo latinoamericano.


Ahora que su memoria vuelve a ser tocada por invitación de Floriano Martins, siento aún esas conversas con nuestro amigo en común Alfonso Peña y la amistad que nos ha unido desde la creación plástica y literaria.

Alfonso Peña siempre será para nosotros un animador cultural, un creador de encuentros de artistas surrealistas en Costa rica, creador de collages, poeta, narrador y editor. Trabajo con video arte, edito catálogos de artistas, exposiciones, recitales, videos, performances, con un dinamismo imparable. Por eso creemos que él sigue entre nosotros.

Escritor e editor de Noches de Celofán, La novena generación, labios pintados de azul, Cartografía de la imaginación, conversas, ente dedicado a entrevistas a varios autores latinoamericanos. Paralelo/ centrifugo, dedicado a la poesía visual junto con Amirah Gazel, poeta, ensayista, artista plástica y gestora cultural. Recuerdo su micro publicación Manija, que causaba gran alborozo cuando nos llegaba a Colombia, con sus ediciones distribuidas de mano en mano. Antologías como Versos Comunicantes, participantes y creadoras de ferias del libro, hizo parte de la antología de narrativa San José Oculto.

Mucha de su obra ha sido traducida al portugués, inglés, francés, junto con ediciones bilingües. Su obra, Labios Pintados de Azul fue traducida al portugués por Eva Schnell y Ana Damasceno con proyecto gráfico de Floriano Martins. La obra de Alfonso Peña siempre ha sido en contra corriente, de un afecto increíble, un ser de brazos abiertos, solidario y amable como el que más. Hablar con Alfonso siempre fue un cofre abierto, siempre dispuesto a compartir sus conocimientos y siempre con una disposición enorme para nuevos proyectos. Alfonso es un ángel solitario que dejó su huella entre muchos, que nos marcó y aún lo hace con su obra, bueno siempre que se a posible hablar en su memoria, recordarlos es sentarlo en conversa con muchos artistas que aún lo sentimos cerca.

 

 


F
ERNANDO CUARTAS ACOSTA (Colombia, 1956). Como a este inmenso poeta le gusta presentarse, es un tallerista literario, caminante de naturaleza, promotor de eventos culturales tanto en Medellín como en varios municipios de Antioquia y de Colombia. Su actividad académica ha sido prestar asesoría en formas de investigación, como escritor y difundir la poesía y el cuento y la literatura sobre paisajismo. Ha desarrollo grupos de caminantes dedicados a la difusión de la obra y vida de escritores viajeros que han recorrido el país. También trabaja en la emisora Cuarta Estación con la dirección del programa Bermejo Mundo, para hablar de historias y patrimonio, junto con Berta Stella Bedoya Rojas. Fue creador del Taller literario Viajes por la Literatura. Cofundador de la revista Punto Seguido, de Poesía, en Medellín. Ha participado en varias de las ferias del libro como ponente sobre el patrimonio de las revistas culturales de la ciudad. Libros: En la Calle No calle, Muestra de poesía en Medellín 1950-2011. Es uno de los colaboradores más antiguos de Agulha Revista de Cultura. Diplomado en gestión Cultural con la Corporación Semiosfera, del municipio de Bello, con énfasis en proyectos comunitarios a nivel cultural.

 

 


MAX LEIVA (Guatemala, 1966). Es un artista contemporáneo conocido por sus expresivas esculturas figurativas. Estudió durante tres años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla, y luego se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Ha participado en importantes simposios de escultura en diferentes partes del mundo y con el apoyo de empresas organizó el 1er y 2do Festival Internacional de Escultura “Guatemala Inmortal”. Es participante de exposiciones colectivas y Ferias Internacionales de Arte en Miami, California, Colorado; entre otros. Sus últimas exposiciones individuales, Museo de Arte del Salvador en 2016, “Pernexus” Ciudad de Guatemala en 2018, “Sinopsis” Palm Springs, California en 2019 y “Relieves” en Ciudad de Guatemala en noviembre de 2022. Creador de varios monumentos públicos como el Monumento a Miguel Ángel Asturias en la Avenida Reforma, Ciudad de Guatemala en 1999. De acuerdo con el crítico Noël Coret, Max Leiva nos muestra que la escultura puede fusionar refinamiento y expresividad, fuerza creativa y contraste, elegancia en la forma y la sinceridad de su creador. En cada una de sus piezas plasma una imaginación inquieta, elaborando poemas visuales concebidos para reencantar nuestros sueños, sueños en un mundo donde todo es ternura y voluptuosidad. Max Leiva es nuestro artista invitado para esta edición de Agulha Revista de Cultura.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 235 | agosto de 2023

Artista convidado: Max Leiva (Guatemala, 1966)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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