domingo, 20 de agosto de 2023

GLADYS MENDÍA | La dimensión cósmica en Eugenio Montejo



El orfebre de las emociones

Eugenio Montejo (1938-2008) fue un destacado poeta y ensayista venezolano, considerado uno de los más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. En su obra, Montejo exploró temas como la identidad, la memoria, la naturaleza, la cotidianidad y la historia, con una voz poética caracterizada por su sensibilidad, sutileza y claridad.

Nacido en Caracas, Montejo comenzó su carrera literaria en los años 60, formando parte de un grupo de poetas que renovaron la poesía venezolana de la época. Sus poemarios: Élegos (1967), Muerte y memoria (1972), Algunas palabras (1976), Terredad (1978), Trópico absoluto (1982), Alfabeto del mundo (1987), Adiós al siglo XX (1992) y Partitura de la cigarra (1999), presentaron una poesía que exploraba la relación entre el ser humano y su entorno natural, con una sensibilidad que abarcaba desde la nostalgia por lo perdido hasta la celebración de lo cotidiano. Gustavo Guerrero, el escritor, poeta y editor venezolano, lo llamó “el orfebre de las emociones”.

Su obra se caracteriza por una fuerte sensibilidad hacia los elementos naturales, la nostalgia, la contemplación y el amor. En este ensayo, se explorará uno de los aspectos más destacados de la poética de Eugenio Montejo: su compromiso con la creación de una poesía que refleje la realidad de su entorno y que, al mismo tiempo, tenga un valor universal.

Montejo creía que la poesía debía ser un reflejo de la realidad en la que vivía. En sus poemas, se puede ver su preocupación por la situación social, política y cultural de Venezuela y de América Latina en general. Él entendía que la poesía no debía estar alejada de la realidad, sino que debía ser una herramienta para transformarla. En este sentido, la poesía de Montejo se puede considerar como una poesía comprometida.

Uno de los temas recurrentes en la poesía de Montejo es la naturaleza. El poeta sentía una profunda conexión con el mundo natural y utilizaba la naturaleza como una forma de explorar los temas más profundos de la existencia humana. En muchos de sus poemas, se puede ver una especie de diálogo entre el poeta y la naturaleza. Este diálogo es una forma de entender la relación del ser humano con el mundo que lo rodea, así como una forma de explorar su propia identidad.

Otro aspecto importante de la poética de Montejo es su interés por la memoria y la nostalgia. El poeta se preocupaba por el paso del tiempo y por la pérdida de los lugares y las personas que habían sido importantes en su vida. En su poesía, se puede ver una búsqueda constante de la memoria, una forma de volver al pasado para entender el presente y construir el futuro. En muchos de sus poemas, Montejo utiliza la nostalgia como una forma de conectarse con sus raíces y de comprender su propia identidad.

 

La dimensión cósmica en Eugenio Montejo

 

La poesía es la última religión que nos queda.

EUGENIO MONTEJO

 

La poesía de Montejo destaca por su valor universal. A pesar de que el poeta se preocupaba por la situación particular de su país, su obra trasciende las fronteras geográficas y culturales. Montejo creía que la poesía debía ser una forma de comunicación universal, capaz de unir a las personas más allá de las diferencias de idioma, cultura y nacionalidad. La poesía de Montejo es una poesía que habla de la condición humana en general, una poesía que busca la conexión entre los seres humanos. En su poema “La tierra giró para acercarnos”, [1] incluido en Alfabeto del mundo nos dice:

 

LA TIERRA giró para acercarnos,

giró sobre sí misma y en nosotros,

hasta juntarnos por fin en este sueño,

como fue escrito en el Simposio.

Pasaron noches, nieves y solsticios;

pasó el tiempo en minutos y milenios.

Una carreta que iba para Nínive

llegó a Nebraska.

Un gallo cantó lejos del mundo,

en la previda a merios mil de nuestros padres.

La tierra giró musicalmente

llevándonos a bordo;

no cesó de girar un solo instante,

como si tanto amor, tanto milagro

sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito

entre las partituras del Simposio.

 


A lo largo de su carrera, Montejo se destacó por su capacidad para explorar la dimensión histórica de la experiencia humana. En Terredad, publicado en 1978, Montejo logra una obra que ha dejado una huella imborrable en la poesía contemporánea, y que ha sido reconocido como un hito en la trayectoria del poeta. Dice Rafael Cadenas en el prólogo a este libro:

 

Terredad es además fiel a lo dicho por Eugenio con ocasión de una lectura en Carmona cuando se presentó el número 20 de la revista “Palimpsesto”, un día de febrero de 2005. Allí contó que él quería “nombrar la condición tan extraña del hombre en la tierra, de saberse aquí entre dos nadas, la que nos precede y la que nos sigue”. [2]

 

Emocionada, busqué en YouTube si existía la grabación de este evento y así fue como lo pude ver y escuchar de sus propios labios. Y continúa diciendo:

 

Entonces, se me ocurrió esta palabra (Terredad), la condición de efímeros para nosotros y al mismo tiempo el deber de esa efemeridad que nos impulsa naturalmente a la confraternidad, a la convivencia, a darnos y socorrernos unos a otros, pero de modo natural, como toda religión, todo principio ético lo dicta al hombre en todas las lenguas de la tierra.

 

Terredad es un libro que se caracteriza por su profundidad, por la sutileza de su lenguaje, por la sensibilidad de su poesía. Es un libro que nos lleva a reflexionar sobre la relación entre el ser humano y su entorno natural, sobre la historia y la memoria, sobre la identidad y la cultura. Es un libro que nos invita a descubrir la belleza y la complejidad del mundo que nos rodea, y que nos ayuda a comprender la dimensión más profunda de la existencia humana. En el poema “Sólo la tierra” [3] nos dice:

 

Siempre seré fiel a la noche

y al fuego de todas sus estrellas

pero miradas desde aquí,

no podría irme, no sé habitar otro paisaje.

Ni con la muerte dejaría

que mis cenizas salgan de sus campos.

La tierra es el único planeta

que prefiere los hombres a los ángeles.

 

En Terredad, Montejo nos muestra cómo la naturaleza es una fuente de sabiduría y de inspiración, y cómo nuestra relación con ella es fundamental para nuestra supervivencia como seres humanos. A través de sus poemas, nos lleva a descubrir la magia del entorno y los espacios naturales, y a conectarnos con la esencia más profunda de la vida. En el poema “Un samán” nos recuerda:

 

Crecí a la lenta luz del trópico

mirando las iguanas atar el arco iris

a mi corteza.

Con las últimas hojas me ilumino

levitando en el verde.

Quise ser lo que soy: un samán de estos campos,

que el leñador disponga de mis ramas

para su buena lumbre.

Ya no temo los fuegos.

 

Pero Terredad también es un libro que aborda temas cotidianos, que nos invita a reflexionar sobre la realidad que nos rodea y sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos. Dice el poeta en una entrevista que le hiciera Julio Ortegas para el libro El hacer poético (Universidad Veracruzana, México, 2008), dice Montejo:

 


Cada poeta se vale de sus palabras de todos los días, pero el verdadero hallazgo se encuentra al sintonizar, a través del vocabulario plural de las diversas lenguas, aquellas palabras secretas que componen las voces comunes a todos los hombres. Las palabras humanas de la tierra, de lo que me he atrevido a llamar la terredad.

 

En el poema “Una ciudad” [4] se refleja:

 

Escribo para fundar una ciudad

donde las piedras tengan nombres propios

y el sol las llame siempre

al alba, despertándolas.

Quiero elevarla junto al río

que llevo y que me lleva

para que a su rumor crezca el paisaje.

Mido planos, niveles, geometrías,

construyo andamios sólidos,

quiero que el odio sea convexo

y el amor cóncavo y exacto.

Una ciudad con el tacto de un cuerpo

de franco rostro y cabellos flotantes

con hoteles que bajen en gradas hasta el mar

y tabernas de antiguas guitarras.

Busco la arquitectura subjetiva

de puentes, columnas, catedrales

creada en palabras nuevas

con el abecedario de las formas fuertes.

Una ciudad poblada de deseos

donde encuentre su techo el que pase

y la recorra hasta la muerte

o más tarde tal vez entre el viento fantasma

sin que ya nada lo destierre.

 

Si hay un libro que nos invita a descubrir la riqueza y la complejidad de la existencia humana, y que nos muestra la capacidad de la poesía para transformar, es Terredad. Libro que nos recuerda que, a pesar de las dificultades y los obstáculos, siempre hay una luz de esperanza que nos guía y nos inspira:

 

VUELVE A TUS DIOSES PROFUNDOS

 

Vuelve a tus dioses profundos,

están intactos,

están dentro con sus llamas velando,

ningún soplo del tiempo los apaga.

Los silenciosos dioses prácticos

ocultos en la porosidad de las cosas.

Has rodado en el mundo más que ningún guijarro,

perdiste tu nombre, tu ciudad,

asido a visiones fragmentarias,

de tantas horas ¿qué retienes?

La música de ser es disonante

pero la vida continúa

y ciertos acordes prevalecen.

La tierra es redonda por deseo

de tanto gravitar,

la tierra redondeará todas las cosas

cada una a su término.

De tantos viajes por el mar,

de tantas noches al pie de tu lámpara,

sólo estas voces te circundan,

descifra en ellas el eco de tus dioses,

están intactos,

están cruzando mudos con sus ojos de peces

adentro de tu sangre. [5]

 


Quiero finalizar este breve ensayo con un poema de su libro Adios al Siglo XX titulado “Lo nuestro”, [6] aquí nos muestra la conciencia de lo transitorio, su profunda reflexión de la existencia humana en la dimensión del tiempo y lo que genera:

 

Tuyo es el tiempo cuando tu cuerpo pasa

 con el temblor del mundo,

 el tiempo, no tu cuerpo.

Tu cuerpo está aquí, tendido al sol, soñando,

 se despertó contigo una mañana

 cuando quiso la tierra.

 

Tuyo es el tacto de las manos, no las manos;

la luz llenándote los ojos, no los ojos;

acaso un árbol, un pájaro que mires,

 lo demás es ajeno.

Cuanto la tierra presta aquí se queda,

 es de la tierra.

 

Sólo trajimos el tiempo de estar vivos

entre el relámpago y el viento;

el tiempo en que tu cuerpo gira con el mundo,

el hoy, el grito delante del milagro;

la llama que arde con la vela, no la vela,

la nada de donde todo se suspende,

– eso es lo nuestro.

 

NOTAS

1. Eugenio Montejo: Alfabeto del mundo. FCE, 1988.

2. Eugenio Montejo: Terredad. Ediciones Actual, 2011.

3. Ibid.

4. Ibid.

5. Ibid.

6. Eugenio Montejo: Adiós al siglo XX. Ediciones Actual, 2013.

 

 


GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata.

 

 


CELINA PORTELLA (Brasil, 1977). Artista plástica invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura. Fue nominada a premios, como la Beca ICCO/SP-Arte 2016; EFG Bank & Art-Nexus Acquisition Award, en SP-Arte 2015 y Pipa Award 2013 y 2017. Fue premiada en Salón Acme/Casa Wabi Residence en Oaxaca, México (2020); en la XX Bienal Internacional de Artes Visuales de Santa Cruz, en Bolivia (2016), y también en el II Concurso de Videoarte Fundaj, en Recife (2008). Obtuvo la beca del Programa de Fomento a la Creación, Experimentación e Investigación Artística SEC+Faperj, en 2016; por el 1er Programa de Fomento de la Cultura Carioca en las Artes Visuales, en 2013; por la Beca de Apoyo a la Investigación y Creación Artística, de la Secretaría de Estado de Cultura, en 2012, y por la beca del Centro de Arte y Tecnología de la EAV Parque Lage, en Río de Janeiro, en 2010. Participó de residencias artísticas en Bag Factory Artists ‘Studios, en Johannesburgo, Sudáfrica; en el Centre International d'Accueil et d'Échanges des Récollets, en París; en LABMIS, en el Museo de Imagen y Sonido, en São Paulo; en Galeria Kiosko, en Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, entre otros. Desarrolló proyectos y expuso en varias instituciones y galerías de Brasil y del exterior, entre las que se encuentran: Sesc São Paulo, Centro Cultural Banco do Brasil, EAV Parque Lage, Caixa Cultural, Centro Municipal de Arte Hélio Oiticica, MAC Santiago de Chile, Uj Art Galería, Galería Cremallera, Galería Kiosko, A Gentil Carioca. De las participaciones en exposiciones colectivas, se destacan Histórias da Dança no MASP, São Paulo, 2020; Salón Acme 08 | Ciudad de México, 2020; Crestas Trienal de Artes, en Sesc Sorocaba, 2017; III Muestra del Programa de Exposiciones del Centro Cultural São Paulo, 2012 y “Nova arte nova”, en el Centro Cultural Banco do Brasil en Río de Janeiro y São Paulo, 2009. Como bailarina y co-creadora, trabajó con las coreógrafas Lia Rodrigues y Joao Saldanha. Celina es de Río de Janeiro y actualmente vive en São Paulo. Estudió Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y se graduó en Bellas Artes en la Université Paris VIII.

 



Agulha Revista de Cultura

Número 236 | agosto de 2023

Artista convidada: Celina Portella (Brasil, 1977)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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