Cabe preguntarse si uno de los efectos
más devastadores de la colonialidad en la historia latinoamericana ha sido el poder
omnímodo del eurocentrismo que ha llevado a los intelectuales latinoamericanos,
por una parte, a estar más informados que los propios europeos de las corrientes
filosóficas y literarias del norte global en desmedro del conocimiento de las producciones
de sus propios países y por otra, a ignorar o explícitamente desdeñar las producciones
de otras naciones del continente. Borges en “El escritor argentino y la tradición”
homologaba un tanto temerariamente a los escritores argentinos con los escritores
judíos ya que presentaban idéntica ventaja respecto de los propios europeos; dado
que ambos se situaban dentro y fuera de la tradición occidental de modo simultáneo.
Para Borges, este estar y no estar al mismo tiempo; otorgaba a los sudamericanos
cierta ventaja respecto de los europeos, condenados a la limitación de su propia
y provinciana conciencia nacional; así los argentinos podrían innovar dentro de
una tradición de la que participaban desde una posición periférica. Más allá del
idealismo borgeano, constituye un imposible ontológico estar en el centro y en la
periferia simultáneamente; excepto como bilocación que funcionara como motor de
la diégesis en alguno de sus cuentos; tampoco el sentir la pulsión de integrarse
en el centro suprime el ser periférico. Son pertinentes las palabras de Leopoldo
Zea para corregir los devaneos borgeanos: “(…) América vivía cómodamente a la sombra
de la cultura europea. Sin embargo, esta cultura se estremece en nuestros días,
parece haber desaparecido en todo el continente europeo. El hombre americano que
tan confiado había vivido se encuentra con que con que la cultura en la cual se
apoyaba le falla, se encuentra con un futuro vacío, con que las ideas a las cuales
había prestado su fe se transforman en artefactos inútiles, sin sentido, carentes
de valor para los autores de las mismas. Quien tan confiado había vivido a la sombra
de un árbol que no había plantado se encuentra en la intemperie cuando el plantador
lo corta y lo echa al fue por inútil. Ahora tiene que plantar su propio árbol cultural,
hacer sus propias ideas…” Quizás resignificar la periferia; es decir, resituarla
para convertirla en su propio centro sea una de las traducciones posibles de la
metáfora de Zea. Quimeras borgeanas aparte, en una entrevista, el plástico argentino
Daniel Santoro (Identidad, Cultura y Peronismo, Canal Encuentro, en youtube) señalaba
el consolidado liderazgo de la tradición pictórica mexicana por sobre cualquier
otra propuesta artística de otro país americano en la consideración internacional.
Según Santoro, la razón fundamental que sustenta el liderazgo de los artistas mexicanos
se fundamenta en una originalidad sin complejos que privilegia motivos propios frente
al aburrido mimetismo general practicado por el resto de artistas latinoamericanos
que copian sin pasión y con afectación al modo del aprendiz impaciente lo que otros
ya han realizado con maestría. Así por diversas razones que no viene al caso enumerar,
si examinamos de cerca el derrotero intelectual de América latina este asimilasionismo
a “la tradición occidental” pregonado por Borges se ha realizado en muchos casos
a costa del olvido o abolición del imperativo del árbol propio. Si la cultura y
la historia autóctonas no presentan ningún valor per se para quienes viven en ellas;
entonces tampoco lo evidencia la comunidad por ellas representada. De este modo,
“el malestar con la propia cultura” supone una de las consecuencias más ostensibles
de la alienada visión del colonizado. Reforzada por la imposición de una visión
particularísima designada con el eufemismo de “universal”. Puesto que la supresión
de las especificidades culturales ha sido un peaje que históricamente ha cobrado
la hegemonía imperial a los pueblos colonizados; ya que según Fanon el colonialismo
solo puede ser eficaz allí donde previamente ha promovido la aculturación; esto
es, la imposición de la artificial concepción que reorganiza los valores culturales
mediante la infravaloración de lo propio al tiempo que sobrevalora lo ajeno. En
la medida en que se consolida tal asimetría; se se consolida la dominación. O su
avatar travestido en el discurso del mestizaje; el que de acuerdo con Fanon es precisamente
un proceso de apropiación del colonizador de la cultura del colonizado; ya que el
anterior la descontextualiza y la hace suya; carnavalizándola; dado que quienes
promueven el mestizaje cultural son los mismos que suprimen una de las partes intervinientes
en el proceso. Una vez más, la referencia es ineludible, es el autor martiniqués,
quien nos da las claves psicológicas y lingüísticas del proceso anterior en su “Piel
negra Máscaras blancas”. Ahora bien, lo verdaderamente trágico de la instauración
y el despliegue de la colonialidad en América es que desde Tijuana a Punta Arenas
los americanos continuamos ignorando todo de los demás americanos. Por consiguiente,
nuestro americanismo se vuelve pobre; incompleto; si es que existe tal. En este
contexto, no solo ignoramos nuestras diferencias de por sí complementarias para
disimularlas mediante prejuicios, sino que desconocemos nuestra coincidencia, esto
es, la similitud tanto en la histórica postración colonial como los respectivos
procesos de subversión de la misma. No dejan de ser esta desafectación y desinterés
por la otredad americana un avatar de aquella balcanización política que atomizó
el proyecto de Bolívar. “América latina no se encuentra dividida porque es “subdesarrollada”
sino que es “subdesarrollada porque está dividida”. (Abelardo Ramos). Nihil novum
sub sole. No existen pecados nuevos sino pecadores reincidentes. Martí ya había
condenado en “Nuestra América” el autodesprecio: “A los sietemesinos sólo les faltará
valor. Los que no tienen fe en su tierra son seres de siete meses. Porque les falta
el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo
canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen
que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos,
que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños,
vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero,
que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que
se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan,
¡bribones!, de la madre enferma y la dejan sola en el lecho de las enfermedades!”
Sin embargo, no en pocos casos tal actitud se ha visto históricamente legitimada
por el discurso científico como si la ciencia no estuviese condicionada por fuerzas
socio-históricas que determinan su acción; este ha sido el caso, por ejemplo, de
la etnología decimonónica; condenada en su racismo por Manuel González Prada: “¿Cómoda
invención la Etnología en manos de algunos hombres! Admitida la división de la Humanidad
en razas superiores e inferiores, reconocida la superioridad de los blancos y por
consiguiente su derecho a monopolizar el gobierno del Planeta, nada más natural
que la supresión del negro de África, del piel-roja en Estados Unidos, del tágalo
en Filipinas, del indio en el Perú. Como en la selección o la eliminación de los
débiles e inadaptables se realiza la suprema ley de la vida, los eliminadores o
supresores violentos no hacen más que acelerar la obra lenta y perezosa de la Naturaleza:
abandonan la marcha de la tortuga por el galope del caballo. Muchos no lo escriben,
pero lo dejan leer entre líneas, como Pearson cuando se refiere a la solidaridad
entre los hombres civilizados de la raza europea frente a la Naturaleza y a la barbarie
humana. Donde se lee barbarie humana tradúzcase hombre sin pellejo
blanco.” (González Prada).
Por otra parte, la literatura
como la sociología que impugnaba González Prada ha sido históricamente un campo
de articulación y difusión de discursos ideológicos. Y en este sentido es menester
preguntarse: ¿cómo se define y cuál es la praxis propia de un abordaje de la literatura
decolonial? En primer lugar, puede decirse que una teoría literaria decolonial se
caracteriza por su posicionamiento hipercrítico respecto del fenómeno literario.
Su criticismo se define por la selección de su objeto de estudio; adoptando asimismo
una distancia debidamente crítica respecto de las obras integrantes del canon. Pero
asimismo por el análisis de las propiedades que constituyen el discurso literario/discurso
ideológico; en relación con su contexto histórico-social de producción para producir
una hermenéutica de los sentidos que el texto establece. De modo que, en resumen,
también un análisis literario decolonial debería enfatizar cuál es la vinculación
de la literatura con el discurso del poder de su época y como se plasma en las estrategias
de significación literaria. Tanto si configura un discurso crítico del mismo o en
caso contrario si evoca una concepción ya institucionalizada. Esto es lo que nos
proponemos realizar aquí.
Centroamérica ha sido
históricamente invisibilizada. Su historia y su cultura son desconocidas aún hoy;
reducida su literatura a una nómina breve que incluye a Darío o a Asturias y su
historia desconocida aun cuando durante breves períodos y por imperativos de la
geopolítica, imperativos del imperialismo yanqui había pasado repentinamente a la
consideración internacional: “La independencia de Panamá en 1903 y la inmediata
negociación de tratado canalero completaron los elementos básicos del nuevo dominio.
Cuando se inaugura el Canal de Panamá, en 1914, el Caribe es un verdadero Mare
nostrum de la marina norteamericana. En el siglo XX, la defensa del Canal y
la seguridad de ese punto tan estratégico en el comercio mundial pasaron a ser un
objetivo esencial y permanente de la política exterior de Estados Unidos. Desde
la época del Big Stick hasta los años de la Guerra Fría poco cambió en la
percepción norteamericana de Centroamérica: se trataba de una zona marginal, a menudo
turbulenta e inestable cuya “pacificación” se imponía a cualquier precio, dada la
proximidad estratégica del Canal y la posibilidad de construir una vía alternativa
en otra zona del istmo. La cuestión cubana desde 1959, y luego la revolución sandinista
en Nicaragua (1979-1990), complicaron notoriamente el panorama. La hegemonía de
Estados Unidos en el área fue desafiada abierta y seriamente, y eso llevó los asuntos
centroamericanos al primer plano de la actualidad mundial.” (Pérez Brignoli).
La figura de Alice Lardé
de Venturino constituye uno de los pilares de la cultura salvadoreña. Su talento
fue multidisciplinar; dado que la autora destacó en la ciencia, en la filosofía
y por supuesto en la poesía. Su obra se desarrolló durante la década del 20 del
siglo pasado. 1895 fue el año de su nacimiento en San Salvador, El Salvador. Sus
padres: el ingeniero Jorge Lardé Bourdon y la profesora Amelia Arthés Echeverría.
Su precocidad literaria fue conocida en la revista salvadoreña Espiral. Durante el año 1928 colaboró con
el periódico Patria desde Buenos Aires; además escribió en los diarios mexicanos
El Heraldo, Revistas de Revistas, La Revista de Yucatán, y Excelsior.
Su faceta científica también remarcable: desarrolló técnicas de ultramicroscopía
y procedimientos de investigación por el sistema ocular; además participó el Congresos
Internacional Femenino. Vinculada a organizaciones científicas y literarias, entre
las que se destacan: la Sociedad de Geología y Geografía de Francia; Academia de
Ciencia de Córdoba, España; Centro cultural de Ica, Perú, el Ateneo de El Salvador;
Mesa Redonda Panamericana, entre otras. Falleció en San Salvador en 1983. En su
obra literaria destacan: Pétalos del alma, poesía, San Salvador, 1921; Alma viril, poesía, Santiago de Chile, 1925;
Belleza salvaje, poesía, Madrid, 1927;
El Nuevo Mundo Polar, poesía, Barcelona,
1929. Entre sus obras científicas: ¿Es la
electricidad el origen de la vida y de la muerte?, ensayo, Santiago de Chile,
1943; La Electricidad, Alma Mater Universal;
Fenómenos Cosmológicos y Biopsicológicos,
ensayo, Barcelona, 1954; La Frigidez Sexual
en la Mujer, ensayo, México, 1967.
“Sangre del trópico” fue publicada en Chile en
1925. Constituye un texto heterogéneo; situado en términos formales entre la prosa
poética de influencia modernista (intimismo, adjetivación epitética, preciosismo
etc.) y el ensayo. Sin embargo, su título opera una crítica a la situación colonial
de la región: colonialismo y colonialidad que producen un efecto de muerte en la
población. Incluso el sintagma del título a priori vincula dos elementos que connotativamente
son antagónicos: la sangre y el trópico; porque Lardé de Venturino y en esto principalmente
radica el componente decolonial presente en el texto, se propone deconstruir tópicos,
prejuicios y lugares comunes sobre la región centroamericana y su gente. Dado que
la consolidación de los anteriores por supuesto no se afinca en el conocimiento
de la realidad y sus pormenores sino en una histórica incomprensión sobre el trópico:
Trópico incomprendido
Se juzga al Trópico
a través de sus guerras, revoluciones, paludismo y pauperismo, es decir, por lo
más vulgar y menos consciente: por lo que han sido en una u otra forma añejas e
incurables lacras de la humanidad.
Pueblos que han diezmado razas aborígenes enteras
con toda crueldad, que se han abrumado en la guerra del oro, guerra más educada
y diplomática, pero guerra al fin, se sobresaltan porque el dos o tres por ciento
de los tropicales se enfangan en la maldad estúpida de las revueltas…
Pueblos que no saben
y por lo mismo que ignoran, ven con lentes de aumento nuestros males, exagerando
los efectos de los encuentros, de las fiebres y del hambre.
Se vive acusando a los tropicales, de palúdicos,
revoltosos y paupérrimos y ante el improperio, me imagino que son una raza de bronce,
puesto que han sobrevivido a todo eso, aún hasta la devastación homicida de las
ametralladoras, de las balas y la pólvora que no son tropicales y todavía resisten
sin abatirse, los empujes suicidas de las cien mil plagas de los sanos, pacíficos
y satisfechos…” (Lardé de Venturino). Así, el lugar de enunciación de Lardé de Venturino
de su discurso se sitúa en el presente; sin mixtificaciones ni idealismos para denunciar
y criticar la desigualdad social que se expresa en la explotación del campesinado:
Esfuerzo perdido e inútil
Desde lo más hondo de
las desoladas montañas hondureñas, parten los nativos, que se asemejan a pingajos
humanos, en largas y tristes caravanas conduciendo sus cargas. En veinte o treinta
mulas llevan a la ciudad lejana y egoísta cuarenta o cincuenta mil huevos recogidos
en fatigosos mese, de sus gallineros, con penosos esfuerzos. Para llegar a estos
mercados tienen que caminar na semana entera, soportando los rigores de la lluvia
y del sol, durmiendo tirados en las piedras y alimentándose escasamente.” (Íbid).
Como en el ejemplo anterior, las viñetas de la autora narran compadeciendo. Su distancia
crítica del panorama social general del Trópico no le impide focalizar a “los condenados”
por un orden social injusto. En este caso; el lirismo subjetivo cede a un realismo
crítico.
Equilibrio
extraño
(…) Aún hasta las revueltas estériles para el
tropical, no le resultan de igual manera al mercader expoliador que vende y revende…balas,
pólvoras e instrumentos de matanzas… (Íbid).
Finalmente, los ejemplos anteriores constituyen
una muestra elocuente del componente decolonial en su discurso caracterizado por;
la deconstrucción de la estigmatización sobre el pueblo centroamericano, la denuncia
de la explotación del campesinado que se organiza mediante la contraposición ciudad/campo,
y por último el lucro que produce la esterilidad de las guerras civiles que destruyendo
el país enriquecen a empresarios sin escrúpulos.
FERNANDO LIMERES NOVOA (Argentina). Investigador
del Grupo de investigación O Itsmo centroamericano. Especialista en Hermenéutica
decolonial. Participante en congresos internacionales en América y Europa.
CELINA
PORTELLA (Brasil, 1977). Artista plástica invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura. Fue nominada
a premios, como la Beca ICCO/SP-Arte 2016; EFG Bank & Art-Nexus Acquisition
Award, en SP-Arte 2015 y Pipa Award 2013 y 2017. Fue premiada en Salón
Acme/Casa Wabi Residence en Oaxaca, México (2020); en la XX Bienal
Internacional de Artes Visuales de Santa Cruz, en Bolivia (2016), y también en
el II Concurso de Videoarte Fundaj, en Recife (2008). Obtuvo la beca del Programa
de Fomento a la Creación, Experimentación e Investigación Artística SEC+Faperj,
en 2016; por el 1er Programa de Fomento de la Cultura Carioca en las Artes
Visuales, en 2013; por la Beca de Apoyo a la Investigación y Creación
Artística, de la Secretaría de Estado de Cultura, en 2012, y por la beca del
Centro de Arte y Tecnología de la EAV Parque Lage, en Río de Janeiro, en 2010.
Participó de residencias artísticas en Bag Factory Artists ‘Studios, en
Johannesburgo, Sudáfrica; en el Centre International d'Accueil et d'Échanges
des Récollets, en París; en LABMIS, en el Museo de Imagen y Sonido, en São
Paulo; en Galeria Kiosko, en Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, entre otros.
Desarrolló proyectos y expuso en varias instituciones y galerías de Brasil y del
exterior, entre las que se encuentran: Sesc São Paulo, Centro Cultural Banco do
Brasil, EAV Parque Lage, Caixa Cultural, Centro Municipal de Arte Hélio
Oiticica, MAC Santiago de Chile, Uj Art Galería, Galería Cremallera, Galería
Kiosko, A Gentil Carioca. De las participaciones en exposiciones colectivas, se
destacan Histórias da Dança no MASP, São Paulo, 2020; Salón Acme 08 | Ciudad de
México, 2020; Crestas Trienal de Artes, en Sesc Sorocaba, 2017; III Muestra del
Programa de Exposiciones del Centro Cultural São Paulo, 2012 y “Nova arte
nova”, en el Centro Cultural Banco do Brasil en Río de Janeiro y São Paulo,
2009. Como bailarina y co-creadora, trabajó con las coreógrafas Lia Rodrigues y
Joao Saldanha. Celina es de Río de Janeiro y actualmente vive en São Paulo.
Estudió Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y se
graduó en Bellas Artes en la Université Paris VIII.
Agulha Revista de Cultura
Número 236 | agosto de 2023
Artista convidada: Celina Portella (Brasil, 1977)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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