La
primera biografía oficial suya es de la autoría de José Rafael Lantigua (1949) que
la redactó siendo un mozalbete, con el título de Domingo Moreno Jimenes Apóstol
de la Poesía. Críticas, semblanzas y comentarios aparecen en multitud de textos,
y en especial en las antologías principales y en Postumismo y vedrinismo, primeras vanguardias dominicanas, de nuestra
autoría, Editora Nacional, 2011, demostrando que el Postumismo, es nuestro primer
movimiento vanguardista, proclamado en marzo de 1921 en la revista La Cuna de América
No. 19, junto con Andrés Avelino (1900-1974), Rafael Augusto Zorrilla (1892-1937)
y otros en 1921.
La aventura poética
de Moreno Jimenes
Aunque algunos críticos de relevancia, han denostado
a Moreno, acusándolo de modernista y sin ninguna novedades en sus primeros dos libros,
lamentablemente, parece que no leyeron esos textos, como demostraremos más adelante.
Ya que fue rebelde y personalista desde su niñez, como lo señala Bárbara Moreno
García (1964), nieta del poeta, en su estudio: El recorrido poético de Domingo
Moreno Jimenes, tesis doctoral en la Universidad Paris VIII, 2001, Datdruck,
al dar noticias exclusivas de la familia, con datos inéditos, señalando en una cronología,
que apenas con siete años manifestaba deseos de ser sacerdote cuando fuera grande:
«Su madre le hizo una sotana que el pequeño Domingo usaba cada día, preparando
además una mesa con todos los objetos necesarios para celebrar una “misa” a la que
asistían todos sus amiguitos.» Y según ella, en 1909, cuando tiene 15 años,
había escrito sus primeros versos libres, sin mostrarlos.
Sospechamos que hay un lapsus familiar, pero anotamos
su precocidad para la época, cuando él afirma que sus primeros versos son de 1911,
con 17 años
En
pocas palabras resumiremos la aventura poética de Domingo Moreno Jimenes, para demostrar
que fue un poeta extraño desde sus primeros versos. Aunque él ha dejado algunas
confesiones, sus orígenes culturales son un misterio. No conocemos sus amistades,
salvo Francisco Ulises Domínguez (¿…?), su vecino y luego compañero de aventura
vanguardista. Para tener una idea, diremos que contrario a la mayoría de los poetas
de su tiempo, nunca anduvo a la moda y siempre fue abstemio. De sus dos primeros
libros Promesa mis primeras notas, 1916, (sin nombre de impresor), Vuelos
y duelos, Imp. y Librería de J. R. Vda. de García, 1916, sin que nunca se .le
hiciera comentario alguno al primero, y uno en el país y otro en Cuba, del segundo,
tienen 139 poemas de los cuales 59 no fueron incluidos en D. Moreno Jimenes Obras
Poéticas Del gemido a la fragua, Editora Taller, 1975, aunque si hay algunos
en Domingo Moreno Jimenes Antología, Flérida de Nolasco, Colección Pensamiento
Dominicano, 1959.
Con
la salvedad de que ninguno de ellos había sido publicado antes, como ha sido y era
tradición en el país. Lo que es indudablemente una rareza notable en cualquier lugar
del planeta a través de la historia desde que hay imprenta, revistas y periódicos.
Quizá de uno, pero la curiosidad son dos..
Indudablemente
esa otra cara de la poesía de Moreno no puede ser despachada pura y simplemente
como “obra de un novato”. Por lo que los seleccionadores de sus Obras Poéticas dejaron sin un aporte básico
a los futuros investigadores al privarlos de una fuente que explicaría la secuencia
de sus producciones y sus atrevimientos, sobre todo formales, aunque también temáticos,
amén de muchos otros poemas, que aparecieron en revistas que no son conocidos. Sus
dos primeros libros, por ser curiosidades bibliográficas, han provocado equívocos
sobre su creatividad. Todo lo que ha producido un poeta cualquiera es importante
y merece ser conocido y analizado, tanto más, tratándose de una especie de icono
nacional, como ha ocurrido con Moreno Jimenes. Sobre todo, cuando algunos de esos
poemas iniciáticos se han considerado como obras de su madurez y figuran entre la
más avanzadas, hasta considerarlas como postumistas, cuando él en esos años ni siquiera
había sido iniciado en el modernismo, que precisamente el año de la aparición de
estos dos volúmenes se consideraba finiquitado con la muerte de Rubén Darío (1867-1916).
Este hecho indica que, como la mayoría de los jóvenes
de su época, si bien algo de lo que había en el ambiente le llegaría por ósmosis,
hasta el último poema de Promesa fechado
en 1914, época que está en El Seibo, una de sus ciudades emblemáticas, que no solo
lo dedica A Rubén Darío, sino, que confiesa
en un epígrafe: Después de haber leído a Prosas
Profanas, con este primer verso: Aún no
te conocía, poeta de los cisnes.
Si no era modernista hasta entonces, la lectura
de este poema, que curiosamente nunca ha sido antologado, demuestra otro hecho más
extraño: Moreno manifiesta a sus veinte años, (en ese tiempo era todavía minoridad),
lo que sigue, que nos parece contundente para comprender lo que hizo más tarde y
las razones por las cuales lo hizo:
Y
no debe extrañarte, pues no conozco a nadie: / Entré solo en el Arte, y aquí solo
me tienes: / Alzándome en la cumbre mirífica del Arte. // Soy una fuente seca que
agua no vierte ahora. / Porque para verterla de extraños manantiales: / Prefiero
ser estéril toda mi larga vida. / Siempre que siga nívea la albura del plumaje.
Continúa
declarando que no seguiría la ruta modernista. Y no lo hace. En su segundo libro
no aparecen los elementos de ese movimiento. Pueden contarse con los dedos y sobran,
las veces que algún cisne, una musa, o algún dios grecolatino apareciera en toda
su extensa obra poética.
Este hecho contrasta con otros considerados vanguardistas
como Otilio Vigil Díaz (1880-1961), que siempre utilizaron recursos parnasianos,
hasta en sus poemas de vejez de 1952.
Antes de concluir sobre sus aportes en Promesa, diremos que en la página 61 aparece,
como insinuamos más arriba, Atardecer Campestre,
escrito posiblemente en 1913, que ha sido antologado como postumista. Para concluir sobre sus ocurrencias,
diremos que se trata de un soneto en alejandrinos, con versos pareados asonantes.
Algo no común.
Es más, en este libro, desde el primer poema, mide
constantemente sus versos; hasta los puramente “libres” son versos de verdad, bien
medidos, con algunos defectos de principiante, pero casi siempre asonantados, hasta
llegar, en su segundo libro a la eliminación de la rima.
Destacando que el cuarto poema de Promesa (4to de Las Obras Poéticas, páginas 17-18), es El vuelo de las horas con 7 estrofas irregulares con versos de 3 de
cuatro, 1 de 3, 2 de 2 y la última de 1, que indican cierto atrevimiento formal
por ese simple hecho: Sin embargo, ocurre algo que jamás repetiría: Todos los versos
riman entre sí y no son consonantes sino asonantados. Además la temática no es amorosa:
Trata en ellos de problemas del tiempo. Es decir que desde las primeras muestras
señala rebeldías y preocupaciones serias. Detalles que aparecerían en su larga vida
(92 años) como le dice a Rubén Darío en el poema que le dedica.
Quiero señalar una curiosidad que ningún crítico
ha tomado en cuenta. En su primer libro, en la página 95 y en las Obras Poéticas en las 33 y 34 aparece un
soneto curiosísimo con métrica de trece sílabas. No hemos encontrado el uso de esta
métrica ni siquiera en Rubén Darío y naturalmente, en ninguna poética se indica
que exista el de trece sílabas, que llamaríamos el tresidécimo verso. Si eso no
es audacia y experimentación que venga Dios y lo diga.
Vamos a copiarlo para no tener que agregar ningún
otro detalle a las muchas ocurrencias de ese cuasi desconocido primer libro de aquel
muchacho que entró solo en el Arte:
LENITIVO (Lenitivo y…? fue el título original en Promesa)
Llueve la esperanza
sus crisantemos de oro
compasivamente sobre
mi amor en ruinas
y en mi cielo triste
bórranse las neblinas,
y suspendo el llanto de mi laúd sonoro.
Yo no sé qué existe
dentro de mí que ignoro,
y hace que, cuando me
hieran las espinas
vierta en mis tristezas
las cármenes divinas
que en jardín convierten
el erial donde lloro.
¿Es mi fe sagrada, que
como de poeta
vive en mi espíritu
secreta, muy secreta,
siempre ocultándose
de los ojos del mundo?
¿O es un sol que existiendo
en un lejano oriente
en todos mis ocasos
me ilumina riente
el sol en cuyos rayos
mis ensueños hundo?
Ese muchacho que entró solo en el arte, está demostrando
su dominio del verso. Amén de que en sus primeros poemas hay ya atisbos del desenfado
posterior, en el uso de términos como en el otro soneto asonantado de ese primer
libro (página 66) titulado Flor de Hastío,
que comienza: Un vidrio de botella finge el
cristal del río, / También el cielo finge un empeñado vidrio, / Aunque algo más
oscuro, pues parece de plomo / Y de plomo ya sucio, ya sucio por el moho. Que
anuncian a un poeta meticuloso en los matices del color, aparte de la secuencia
perfecta de ese soneto irregular cuando dice: Ya las vacas, los asnos, los caballos, las ciguas / En los postreros áridos
y en las praderas frías / no mugen, no rebuznan, no relinchan, no trinan. Son
detalles que indican que el muchacho que ignora a Darío, tiene “algo”. Ahora pasaremos
a su segundo libro.
Moreno
Jimenes inventando el verso libre – Primeras críticas a Vuelos y duelos
Su rechazo a seguir la ruta modernista que,
por lo menos respecto al Darío de Prosas Profanas
declaró ignorar, ya los poemas que recoge en su segundo libro Vuelos y Duelos, aunque no tengan estos experimentos
formales inicia con algo que nadie más en nuestro país había hecho: No solo lo del
título de invitar a un huésped incómodo, sino que esa Invitación al Dolor (página 25 de Las Obras) no tiene rima. Son versos de verdad, medidos como debe ser,
pero ni las estrofas son regulares; hay hasta dos líneas con puntos suspensivos.
Así, sencillamente, inaugura una forma de decir poéticamente hablando, como en los
famosos versos libres de José Martí (1853-1895) que no se conocían en ese tiempo
y son bien medidos también.
En el otro poema libre hay un raro caso de imitación,
recordando no el verso medido, sino, la acentuación de los Nocturnos de José Asunción Silva (1865-1896). Nos referimos a Bajo unas nubes blancas (página 47 de Las Obras), que denotan que si no conocía
a Rubén, bien pudo conocer a los que se consideran modernistas como el caso de Martí,
a quien dedica un poema que tampoco ha sido antologado, ni siquiera citado.
Dicho eso, debemos señalar otro hecho que no ha
sido tomado en cuenta por nuestros críticos y comentaristas de la obra de Moreno
Jimenes. Fueron las críticas que le hicieron a este libro. Mientras que de Promesa no tenemos ninguna mención, como
si nunca hubiera existido, a pesar de las novedades y las audacias que hemos señalado,
por el contrario, Vuelos y Duelos tuvo
crítica criolla y extranjera, como señalamos arriba.
El
primero que hemos encontrado, apareció en la revista Letras, que dirigía el venezolano Horacio Blanco Fombona (1889-1950),
el cual en el No. 15 de mayo 20 de 1917 al comentar en sus Notas Breves a Vuelos y Duelos concluye diciendo: No es todavía
Moreno Jimenes un poeta personal, sino que va buscándose a través de los poetas
que caen en sus manos.
Sin
embargo, un mes después, en junio de ese año. Francisco Domínguez Pérez (1883-1954),
un escritor andaluz que al ser perseguido en su país por sus ideas políticas liberales
emigró a Cuba en 1902 (autor fecundo que dejó 9 libros publicados y 14 inéditos),
en la Revista Soñada, de Guantánamo, (reproducido en Crisantemos
No. 10 páginas 8 y 9), de la primera crítica internacional que se le hiciera a Moreno
Jimenes con un artículo crítico titulado simplemente Vuelos y Duelos, en
el cual llega a la siguiente conclusión sobre el libro y su autor:
Yo
que no puedo decir lo que no siento y que cuanto digo lleva el sello de mi sinceridad,
le auguro al poeta Moreno Jimenes, días de triunfo si en los demás libros pone el
sello de su originalidad y conserva pura esta lengua ibera en que escribió Cervantes
su famoso hidalgo.
Si bien esta
elogiosa crítica internacional fue publicada primero en Cuba, aquí no se conocía,
dadas las condiciones de la época para que llegaran las correspondencias; en la
misma revista citada, en la No. 8 del primero de dicho mes, había aparecido una
crítica con el título de Comentando a un poeta suscrita por quien entonces
era un literato joven cuyos trabajos aparecían en los medios de la época: Jacinto
T. Pérez (¿…?), nativo de San Cristóbal, donde ejerció como abogado al final de
su vida alejado de aquella pasión juvenil. En resumen, el joven comentarista criollo
dijo:
El
poeta Moreno Jimenes, llegará a ser un poeta de altos vuelos, pues su amor a la
poesía, a la que rinde un fervoroso culto, lo encanta y lo seduce apasionadamente.
No hay duda alguna de
que en su momento, especialmente por la crítica del español radicado en Cuba, por
aparecer en una revista extranjera, debió ser un acicate poderoso para que Moreno
Jimenes siguiera escribiendo. Aunque, esos dos libros con sus 139 poemas, algunas
extensos, eran más que los que otros poetas de más años en su comercio con las musas
hubieran redactado. Nadie había publicado dos libros poéticos de verdad, el primero
con 107 páginas y 61 poemas, el otro con 124 y 78. Nadie antes en nuestra historia
literaria había producido tanto. Estamos hablando de un poeta a tiempo completo
en plena juventud, todo esto del 1911 al 1916, cinco años no completos.
La crítica ha considerado
que su mayoría de edad literaria ocurre un lustro después, en 1921 con la publicación
de su tercer libro: Psalmos.
Psalmos en el origen del Postumismo
Es muy curioso. Hasta ahora no hemos encontrado
ninguna crítica directa sobre Psalmos,
el tercer libro de Moreno Jimenes, considerado junto a El poema de la hija reintegrada (1934) sus obras más importantes (digo
que es algo muy curioso, dado que muchos de los poemas que componen este texto (tiene
apenas 99 páginas y 60 poemas divididos por fecha de escritura: de 1916 a 1917,
del 17 al 18, del 18 al 19, del 19 al 20 y del 20 al 21; está completo en Las Obras Poéticas desde la página 92 con
Ocaso de un hombre hasta la 96 con Eternidad), que forman el corpus real del
postumismo. El libro trae una nota de
introducción del autor y al final dos entrevistas que le hicieron a Moreno que sintetizan
su forma de pensar, constituyendo una especie de Manifiesto personal de lo que se
llamaría el postumismo, publicado antes
que el Manifiesto de Avelino, pero el
mismo año de la nota de Rafael Augusto Zorrilla sobre el Origen del Postumismo aparecido en la proclama de la revista La Cuna de América de Marzo de 1921.
Señalamos este hecho, porque el libro de Vigil
Díaz de ese mismo año, Galeras de Pafos,
fue comentado con muchos elogios, aparte del prólogo consagrador de Ricardo Pérez
Alfonseca (1892-1950) el Benjamín del modernismo,
como lo llamara Rubén Darío.
Pero ni Moreno con el suyo ni Andrés Avelino que
publicó ese año sus Fantaseos, fueron
directamente comentados, hasta donde hemos revisado (es posible que existan y mucho
nos gustaría leerlos). Con ello significamos que al parecer lo de Moreno y Avelino
era realmente lo nuevo, y como tal no concitaba gracia alguna, siendo la mayoría
de nuestros escritores adictos al modernismo en esos años, como bien se documenta,
por los ataques que recibieron.
Es decir que hemos arribado al 1921 clave en la
historia de la literatura dominicana. Nada más y nada menos que el año en que nace,
documentado, con proclama pública en un medio de difusión nacional, con muestras,
críticas y comentarios y una buena partida de corifeos, entre los cuales, es curioso,
está Vigil Díaz, después de Moreno Jimenes como la segunda figura del postumismo,
el día de su proclama, aunque más tarde (cinco años después, en 1926, declararía
que “lo suyo era otra cosa”), el primer movimiento de vanguardia en la República
Dominicana. Aunque esa temática no es lo relevante, sin el postumismo no estaríamos hablando de Domingo Moreno Jimenes, como lo
hacemos.
Por haber sido el liberador
del verso, que comenzó en sus primeros libros, hasta culminar con su profusa publicación
desde 1917 hasta el mismo 1921 en la revista Letras, en la más copiosa colaboración poética en un mismo medio en
toda nuestra historia, que haya hecho poeta alguno, incluyendo a los propietarios
de periódicos y revistas.
No tenemos espacio para
tratar lo relacionado con el postumismo, solo consignaremos de su proclama los participantes
de ese acontecimiento histórico.
Por ahora, y 102 años
después, diremos algo de la poética de Moreno Jimenes en Psalmos.
La
poética de Moreno Jimenes en Psalmos
La primera advertencia sobre este libro clave,
es que no “es un libro de poesía” como lo fue El poema de la hija reintegrada y otros de Moreno Jimenes, sino como
los anteriores, una mezcla con un título arbitrario (salvo en Promesa, bajo el cual el poeta introduce
sus producciones). En el caso de los dos anteriores todos inéditos, contrasta con
este tercero, ya que la mayoría fueron publicados en la revista Letras y en otros medios, como La Cuna de América o el Listín Diario.
Precisamente, lo que menos hay es imitaciones de
la Biblia y mucho menos de los salmos. Se trata de poemas de tan diversa temática,
que explicarla con detalles, conllevaría más espacio que este que disponemos. Así
de varia y diversa es la misma.
Otro detalle, no solo en Psalmos, sino, en la obra completa de Moreno: Aunque nació en esta ciudad,
no hay en toda la literatura nuestra, poeta más trashumante. La diversidad del paisaje,
que en principio fue el mar, su vecino al nacer y desarrollarse en esta ciudad o
en Montecristi, donde pasó temporadas, por ser el feudo del abuelo, cede su puesto
al río o a los estanques. No solo vivió en El Seibo, sino, que Sabaneta fue el lugar
donde escribió los poemas que dieron origen al postumismo, según Zorrilla, que fue
su cómplice inicial junto a Andrés Avelino.
Como es fácil encontrar en una biblioteca cualquiera
que se respete el volumen de sus Obras Poéticas,
es fácil seguir su trayectoria. En este tercer volumen está toda la temática que
desarrollará en su obra.
Tuvo la extraña suerte de conocer su país cuando
había selvas, los ríos eran torrentosos, como no había carreteras, andárselo sobre
la mar, sobre las barcas y las canoas, para atravesar los torrentes. Además, las
cabeceras de provincias eran grandes aldeas. A sus 24 años, un poco tenorio, según
sus versos de adolescente y de primera juventud, es nombrado Director de la Escuela
Primaria Elemental de Sabaneta, cuando era, como lo dice gráficamente en uno de
sus libros (El diario de la aldea), un
pueblo pequeño metido en la Línea Noroeste, cuando aún el contacto con los vecinos
de Haití era tan frecuente, que él habla de las papeletas haitianas como dinero
circulante en la época. La experiencia que narraría más tarde, de ir hasta Sánchez
y de ahí en el tren hasta Santiago; de allí hasta Navarrete o Puerto Plata para
poder llegar a su destino, fue la materia lírica que necesitaba en su temprana madurez
para aspirar el aire puro, conociendo a las gentes no maleadas por el “progreso”.
De esos seres trata ese libro, de ese paisaje, de ese paisanaje. Basta hojear como
dijimos de la página 62 a la 96 de Las Obras,para
tener el corpus total de la poética de Moreno Jimenes, desde el uso de minúsculas
en los versos. (Las mayúsculas en los anteriores indicaban su adicción a viejos
moldes románticos).
Se inicia con un poema a un avaro; sigue con lo
que parece digno de un título como Psalmos:
Para un breviario, donde declara entre
otras cosas que ya trató en los libros anteriores, de su amor a la poesía: Mientras un soplo exista vital y triste / en
mi ser, ese soplo será primero / para el arte sublime que me subyuga. Más adelante
lo aclara: Si la dulce poesía que me conforta
/ abandonara el mundo, quedara muerto. Aclarando: Nada tan arrobante como las horas / pasadas en el dulce recogimiento /
de la armonía tenue de un verso raro, / de la cadencia núbil de un ritmo nuevo.
Ahí está condensada su poética, en su preocupación por la armonía rara, por un ritmo
nuevo.
Luego en Nostalgia.,
dirá entre otras cosas: Artista enamorado
de la forma impecable,,, / Y hoy vedme, solitario, sufriente este imposible…
Más adelante habla de Dios, de la Justicia. Ahí termina el 17. De ahí en adelante ya es mayor
de edad. Los títulos hablan: Lamento de la
arcilla, Huellas de la duda, Iba hacia el ocaso y volví la vista (otro de sus
grandes poemas de esa etapa), Viejas heridas,
Metamorfosis, Paisajes sórdidos, Melancolía, Paisaje, Ironía, Lumbre, hasta
llegar a Perseguido, un extraño texto
donde por primera vez rompe algo que ha respetado: La unidad del poema. Dividido
en tres partes, cada una habla de cosas diferentes. Incluso, hay detalles surrealistas
cuando este movimiento no se había proclamado: Sobre la paz de mi vida/ dejaron un rojo incendio, / y dejaron/ un hospital
de leprosos / y un río de sucias aguas. Refiriéndose a su conciencia.
El primer de esta etapa es Reminiscencia, comienza con una descripción:
Cabras. Humor hombruno. Voces de niño.
Sigue así describiendo hasta concluir con un paréntesis final que luego sería su
“marca de fábrica” o como él dijo: “que penumbra un paréntesis”, al decir de buenas
a primeras sin relación alguna con el resto del poema: (Dios mío: tú que todo lo ves
y todo lo escuchas, / no permitas que se me haga una injusticia).
A partir de Perseguido y de este poema, podríamos decir “que se soltó el loco”.
Ya no había fronteras ni divisiones, el poeta libre, libre de rimas, no de ritmos
(eso no lo pierde), pero sí de convenciones gramaticales o del orden que fuese.
Se sentía libre lejos de la ciudad, hablando con los árboles, bañándose en los arroyos,
recibiendo el amor puro de la que luego sería su compañera de siempre.
Por eso hemos dicho que en Sabaneta nació el postumismo,
que no es más que una manifestación absoluta de libertad.
Su compañero Zorrilla
lo dijo claramente:
Por
el año 1918 la revista «Letras» nos mostró una labor poética completamente extraña
a nuestra tradición literaria, esta labor, obra de un poeta personal, produjo entonces
entre los literatos de más fuste un ensordecedor escarceo; era natural que una lírica
como ésta, desprovista de toda traba métrica y desnuda de todo retórico amaneramiento,
no encontrara acogida a nuestro especial excepticismo por todo lo que trastorna
el pausado discurrir de las cosas. Sin embargo, en el ánimo del Director de la aludida
revista, escritor Horacio Blanco Fombona, y en el del esteta Vigil-Díaz se despertó
un entusiasmo a todas luces beneficioso para el atormentado autor.
Esta
labor, algo orientada en el campo de la evangelización nueva, tenía afinidad con
la de Moreno Jimenes, lo cual como consecuencia natural hizo que en muy breve tiempo,
el poeta Andrés Avelino fuese nuestro más cordial camarada y compartiese con nosotros
nuestras íntimas veladas, a veces bajo la arboleda empapada de aliento lunar.
Baste por el momento esta declaración. Solo agregamos que
las personas que aparecen junto a Moreno en la proclama ya indicada del movimiento
postumista fueron: Vigil Díaz, Andrés Avelino, Rafael Augusto Zorrilla, Francisco
Ulises Domínguez, Esteban Polanco Billini y R. M. Lora, con
los comentarios: Consideraciones sobre el Postumismo, de Luis Yépez,
Cónsul de Venezuela y modernista confeso, y El Postumismo por Ángel Rafael
Lamarche.
Si el lector desea
más detalles le recomendamos nuestro estudio: Postumismo y Vedrinismo primeras vanguardias dominicanas citado).
Domingo
Moreno Jimenes después de la proclama postumista
Sin entrar en enojosos detalles, diremos que
hubo de todo: Ataques, defensas, publicaciones a favor y en contra. El postumismo
se convirtió en un escándalo y en un debate. Eso es cuanto desea un vanguardista
en el mundo. Pero al margen de esto, que fue una marca indeleble que llevó hasta
su muerte llevando con orgullo ser postumista, no uno cualquiera, sino, el creador
del mismo (aunque el nombre se lo diera Andrés Avelino porque serían comprendidos
después de muertos), a través de su obra es dónde encontramos al poeta de cuerpo
presente. Él nos dijo una vez: Toda mi vida
está en mi poesía. Declaración de sinceridad que nunca es completa, porque el
arte, como él dijera en alguna parte, es producto del inconsciente, el lugar donde
la poesía espera al poeta para que la difunda al universo con palabras.
Aquí nos corresponde comentar algunas de las obras
y de los poemas más significativos de Moreno Jimenes para concluir nuestra misión
acercando al lector a este extraño y magnífico poeta. Aunque comentemos versos de
antes y después de 1934, indicando a qué libros pertenecen, dejaremos para concluir
al Poema de la hija reintegrada, el más
postumista de todos.
Recorriendo
las obras poéticas
A
partir de Psalmos los títulos tienen más
correspondencia con el contenido, sin ser parnasiano, como se declara Vigil Díaz
en Galeras de Pafos, a él como a muchos
otros, no le preocupaba mucho el nombre de su libro.
El que le sigue,
ya es un derrotero: Del anodismo al postumismo
de 1924. Su tránsito desde ser nadie,
un anodista, a ser alguien: un postumista. Le siguen al año siguiente: Mi vieja se muere y El diario
de la aldea, dos pequeños volúmenes.
A partir de ahí surge su cuarto libro como tal: Decrecer, de 1927, una obra que contiene muchos de sus poemas más antologados.
Este fue un año tormentoso para Moreno, incluye otro viaje al Seibo.
Después de dos plaquettes, en 1931, el inicio de la Era
de Trujillo, se atreve a publicar uno, con este título revelador: Días sin lumbre. Al siguiente año: Palabras sin tiempo. En 1934 Moderno Apocalipsis y El poema de la hija reintegrada. Volviendo
a los tres títulos emblemáticos de la realidad nacional, sin que se le señale como
poeta tendencioso en lo político, es mucha coincidencia que en Días sin lumbre haya Palabras sin tiempo y se acerque a un Moderno apocalipsis. Como realmente ocurrió.
De la extensa obra
de Moreno Jimenes, unos 37 títulos sin contar las rediciones, sería imposible hablar,
aunque fuesen unas líneas, de cada uno.
Por eso, en el recorrido
nos iremos deteniendo como quien viaja en el tiempo para hacer breves comentarios
hasta culminar con el consabido poema de la reintegrada.
La rara
ternura de Moreno Jimenes
De
su libro Decrecer escogemos dos poemas:
Mafalda y Beatriz, según nota del autor de 1918 y 1919. El segundo es más raro.
Moreno habla de un ambiente de alta clase media, algo muy extraño en su poesía,
casi siempre de ambiente modesto, sin pretensiones aristocráticas. Comienza diciendo
que servían helados, que las señoras hablaban de peregrinaciones a países lejanos,
describiendo unas consolas de mármol con flores, situado en el centro de una ciudad:
Hay palomas y un parque, donde unas muchachas sosas hablan tonterías pero: De improviso llegó una joven / que debió tener
luto fresco / pues hasta tenía húmedas las manos. // Parecía un personaje de novela
/ y era solo una virgen de veinte años, / que al decir de sus demás amigas, / nunca
había amado…
Esa extraña ternura
en la descripción de aquella inolvidable mujer joven llamada Beatriz, podría llevarnos
al Dante, pero esta que parecía un personaje
de novela… nunca había amado. Ese Moreno no aparecerá jamás de esa manera. El
mundo en el cual se desenvuelve su vida es mucho más gris.
Curiosamente, en
Días sin Lumbre de 1931 publica poemas
fechados en 1913, 14, 15, 16, 17, 18, hasta otro de sus grandes poemas: La apoteosis del ogro que se considera el
primer poema meditativo suyo. De este libro siempre se antologan La niña Pola de 1927 o El Haitiano de ese mismo año.
Sobre todo de este
último poema e en el que concluye diciendo que es: A su modo rico, / a su modo pobre. / ¡Benditos los hombres que maltrata
el hombre! / ¡Bienaventuradas las cosas humildes/ que se yerguen siempre sobre el
polvo frío de todas las cosas!...
Que nos pone a pensar.
También pertenece
a ese volumen pero de 1931 el elogio mayor que se le ha hecho a una puta en este
país: La Manceba. ¡Estas meretrices, / que se hastían, / que reciben
la befa de todo el mundo,/ que niegan la realidad del amor, / pero que tienen tan
alto sentido de la vida!
La heroicidad humilde de los pueblos
En
su libro La Religión de América de 1941
hay un extraño poema, algo que casi no esperábamos de tantos poemas raros como hemos
comentado y vamos a presentar. Lleva por título Trozo de Pueblo escrito en 1925. Sin duda alguna está describiendo a
un pueblo de esa región de la Línea Noroeste levantisca y heroica. Lo vamos a copiar
para poder comentarlo antes de entrar al final en la Hija reintegrada, lamentando no tener espacios para otros regocijos
líricos de Moreno.
Esas casas de cana / donde se respira felicidad.
./ Esos albergues tímidos / donde hasta la angustia es un silencio. / Esa jovialidad
de pecho joven / que hace brava a la gente. / Esas canas de anciano que al sol vigilan
vírgenes. / Esa tranquilidad de perspectivas. /Ese canturrear de la madrugada; ese
respeto de la tarde; / esa serenidad de la noche… / Esos pasos ignorados de los
héroes / por campos de ausencia y de muerte. / La tarde humeaba; / El horizonte
echaba chispas; / al frente, unas luces; / un poco distantes…/ (Ay Bartolina, si
yo volviera a verte / como en la época de tu fresca hermosura).
Que concluye con
uno de esos desconcertantes paréntesis
Al fin llegamos al Poema de la hija
reintegrada
Finalmente, tenemos
para los lectores y los interesados en la obra de Moreno Jimenes una especie de
postre crítico acerca de El poema de la hija
reintegrada.
Desgraciadamente no tenemos el nombre del autor
de una de las mejores y más hermosas críticas que se le han hecho a nuestro poeta.
Copiamos de un estudio inédito titulado El
Poema de la hija reintegrada (Metafísica y poesía de Moreno Jimenes), fechado
en Santiago de los Caballeros, año 1940, enero 2. En alguna parte el autor declara
que no conoce físicamente a Moreno, tratándose de un intelectual dominicano de altura,
como lo veremos en el fragmento que se copia suponemos casi con absoluta seguridad
que se trata de Rafael Díaz Niese (1897-1950) que había regresado de Francia y por
Decreto del 28 de octubre de ese año fue nombrado Director General de Bellas Artes.
He aquí el
poema, considerado lo mejor del postumismo y de Moreno Jimenes:
EL POEMA DE LA HIJA REINTEGRADA
AGONÍA
I
Hija, yo no sé decirte si la muerte es
buena
o si la vida es amarga;
solo te aconsejo que despiertes, adulta
de comprensiones más que tu padre.
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente
para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente
a frente me iluminará el porvenir.
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada de
lágrimas,
que me hace amainar la pulsación de la
tarde.
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los
otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera
poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes
hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmos
de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo
a los elementos
como si fuera en sustanciación un ser
increado.
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu inexistir, eterno.
VII
¡Hija, cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre
en el porvenir tu ruta!
VIII
Hija mía, para ti la mañana no será ni
clara ni fresca.
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un
largo crepúsculo.
IX
En este mundo donde solo se premia la
capacidad de fingir mejor
era justo que llegaras, y después de breves
instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y
con la mariposa con el carbón y con la piedra.
X
¡Cómo me alivianas la sombra al advertir
desde
que te dormiste que en mi rededor todo
es sombra!
XI
¡Oh tú que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema
alegría de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando
se desperezó el primer hombre.
Triste tiene que guardar la tierra cuando
se desentuma en su regazo el último hombre.
XII
¡Oh tú que desde que naciste pude decir:
boleta de la tumba!
¡Oh tú que ya crecida pude decir, por
tu desvalidez la preferida mía!
XIII
¡Por ti quise cambiar y que la fortuna
me sonriera;
y por ti no cambie
y la fortuna no me sonreirá nunca!
XIV
¡Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida:
una sombra entre dos crepúsculos!
XV
¡Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y en vez, reincidí, sin querer, entre
dos crepúsculos!
XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve
te debas parecer al crepúsculo?
XVII
¡Olvidaba que toda adjetivación es cruel
y ruda:
Dios desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, solo debe quedar desnudo
el verbo!
XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación,
¿verdad hija mía?
¡Ya te puedo buscar sin parcializaciones,
sin atributo contingente:
serás en mi incompleto nombrar, sencillamente
el vaho de las cosas!
XIX
¡No te puedo asir con una palabra,
y no puedo extrañarte recónditamente,
porque tú estás para mí más alta que la
región de las palabras!
XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones,
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la
vida!
XXI
¡Miserable del hombre que osa creer que
después de la sombra la vida es vida!
XXII
¡De imperfecciones se forjan nuestras
excelencias
y es toda la existencia del hombre un
brazo tendido hacia el turbio por qué de los enigmas!
XXIII
–Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte–.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento
y la miseria de la vida!
XXIV
¡Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas
palabras,
hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero,
perdona!
XXV
Compran caro el terreno donde colocan
a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que
los hombres que comercian con ellos.
XXVI
¡A través de los milenios los hombres
son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!
XVII
Hija, ya me han avisado que tus pies están
fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea
blanco y a que lo negro no sea negro.
XVIII
¡Hija, cuán crece el sol sobre la sombra
de los tilos,
como se agiganta la nada sobre la soledad
de tu aposento.
como nace y renace la esperanza por entre
los ámbitos de la vida!
XXIX
–Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela hasta que se vuelva esperma
como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento,
cemento de mi alma.
XXX
(¡Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la naturaleza toda!)
XXXI
–No seas padre, se Hombre,
sencillamente.
¡Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta “Humanidad”
no te haga olvidar de que eres Hombre!
LA MUERTE
1
Como quiera que las velas del ataúd estaban
menguadas,
cogí un tercer cirio
e hice trizas la niebla que levantaba
una penumbra gris sobre su rostro.
Oprimí en mi interior una “muñeca”
y quedé por largos instantes, con el cirio
pegado de una mano.
2
El tercer día de su nacimiento
tuve una clara conciencia de su cercano
fin:
ardía el ascua del aceite en la pieza
contigua;
las hojas de un libro abierto se abanicaban
leves
y un rumor de canto desvalido daba a la
soledad trasunto de incienso.
3
La chiquillería se agita en la acera,
las máscaras pasan;
tal o cual voz vocea “huevos” o “plátanos”,
y el día está igual como el día de su
nacimiento,
como el día de su muerte,
desde antes que presintiera que vaciera…
4
(Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar!
¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción
madrasta del hombre?
5
La risa se me congela en los labios
y quedo, por parco tiempo, con la vista perdida
[en las inmensidades presentes.
6
Un trazo de montaña al final de la calle,
un framboyant en su inmediación
y el hospital donde iba todas las mañanitas
a pedir una limosna de salud para mi hija.
7
El sol caldea las tablas de mi vecindario
modesto;
la brisa fragua un nidal sobre la testa
de los rapaces:
¡estamos a 23 de julio!
8
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer
polvoriento;
se inicia una noche invertida en el horizonte
de la calle,
concluye un amanecer preestablecido en
la clarividencia de la noche.
9
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el
café medio amoscado,
sobre el torrente de la sangre han caído
algunas mostazas ariscas.
¡El paisaje está inmóvil: todo está adherido
con agua y harina como para un retrato.
10
Llévenla a la falda de aquella colina,
el enterrador no es estéril y señalará
el sitio donde es más necesario regar la simiente.
11
¡Qué bella nube!
¡Qué empinada montaña!
¡Qué inimaginado marco de horizonte!
12
¡En este sitio hubiera querido haber morado
tu padre!
reposa en él,
y que las cuentas de tu destino no lo
culpen de haberte amado mucho.
13
Queda ahí;
tu madrina te arreglará las flores,
tu madre sigue en la casa, deshecha en
lágrimas.
14
¡Déjame volver
para ver si descubro en mi peregrinación
la estrella de tu existencia en alguna parte!
EPÍLOGO
1
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa
sin probar un bocado,
eran las diez de la mañana,
mis hijos no habían comido
y por el postigo de mi puerta runruneaba
un viento.
Sentí un temblor cuando ya repartido en
pedazos
hice la llamada acostumbrada a los que
me circundan.
“Ella está ahí,” dije a mis aspiraciones
de verla viva y grande,
“en el sitio en que no puede hacer que
los suyos se inquieten y delincan!
2
¡Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente
envanecerla,
ni un segundo pueda cambiarla!
3
La pradera ha empezado a reverdecer con
la reciente lluvia,
el “pío” de la tarde empieza a ponerse
triste con la noche que llega,
una piedra de niño rompe el cristal del
charco próximo,
una consumación de hombre deslíe su negror
en el silencio.
4
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,
en la aldea donde moró mi madre eterna
dos años:
he dejado hacer a los otros, algo que
concierne a mi vida, a mi obra y a los todos los míos;
no puedo avanzar que medito, pero tampoco
puedo confirmar que he dejado las horas en suspenso.
Tengo como Oriental, un párpado medio
cerrado,
y como Occidental, el pensamiento, en
la matriz, abierto.
5
¡Por el cielo veo asomarse, una, dos,
tres estrellas tétricas,
las cabañas tienen luz de gas humilde,
la sombra ha restañado la sombra del crepúsculo
y en mi pecho la paz se ha agitado en
la hora hasta zozobrar en el segundo.
MANUEL MORA SERANO (República Dominicana, 1933). Poeta, ensayista, narrador. Ofrece un resumen del Modernismo y las vanguardias en República Dominica en el siglo XIX y a principios del siglo XX, en forma de Memoria Académica dividida en dos partes. La primera: Modernismo y vanguardia hasta el Postumismo, desarrolla la forma en que a partir del futurismo en Latinoamérica y en especial en República Dominicana, pudo influir en la aparición de ese movimiento de vanguardia y la Segunda: narrando la increíble novela del Vedrinismo. Correspondiendo al Doctorado Honoris Causa Mención Humanidades, que le ha otorgado la Universidad Católica Nordestana (UCNE) de San Francisco de Macorís, mediante la Resolución de la Junta de Directores el 6 de octubre 2022, Nº 010/2022, está en sus ensayos: Modernismo y Criollismo en Santo Domingo, en el siglo XIX, Universidad INTEC, 2018, Postumismo y vedrinismo primeras vanguardias dominicanas, Editora Nacional, 2010, y en Antecedentes de las vanguardias dominicanas en el siglo XX, inédita, con ampliaciones del presentado en el Seminario sobre literatura celebrado el 31 de octubre 2017, en la Escuela de Letras de la Universidad de Santo Domingo (UASD).
CELINA PORTELLA (Brasil, 1977). Artista plástica invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura. Fue nominada a premios, como la Beca ICCO/SP-Arte 2016; EFG Bank & Art-Nexus Acquisition Award, en SP-Arte 2015 y Pipa Award 2013 y 2017. Fue premiada en Salón Acme/Casa Wabi Residence en Oaxaca, México (2020); en la XX Bienal Internacional de Artes Visuales de Santa Cruz, en Bolivia (2016), y también en el II Concurso de Videoarte Fundaj, en Recife (2008). Obtuvo la beca del Programa de Fomento a la Creación, Experimentación e Investigación Artística SEC+Faperj, en 2016; por el 1er Programa de Fomento de la Cultura Carioca en las Artes Visuales, en 2013; por la Beca de Apoyo a la Investigación y Creación Artística, de la Secretaría de Estado de Cultura, en 2012, y por la beca del Centro de Arte y Tecnología de la EAV Parque Lage, en Río de Janeiro, en 2010. Participó de residencias artísticas en Bag Factory Artists ‘Studios, en Johannesburgo, Sudáfrica; en el Centre International d'Accueil et d'Échanges des Récollets, en París; en LABMIS, en el Museo de Imagen y Sonido, en São Paulo; en Galeria Kiosko, en Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, entre otros. Desarrolló proyectos y expuso en varias instituciones y galerías de Brasil y del exterior, entre las que se encuentran: Sesc São Paulo, Centro Cultural Banco do Brasil, EAV Parque Lage, Caixa Cultural, Centro Municipal de Arte Hélio Oiticica, MAC Santiago de Chile, Uj Art Galería, Galería Cremallera, Galería Kiosko, A Gentil Carioca. De las participaciones en exposiciones colectivas, se destacan Histórias da Dança no MASP, São Paulo, 2020; Salón Acme 08 | Ciudad de México, 2020; Crestas Trienal de Artes, en Sesc Sorocaba, 2017; III Muestra del Programa de Exposiciones del Centro Cultural São Paulo, 2012 y “Nova arte nova”, en el Centro Cultural Banco do Brasil en Río de Janeiro y São Paulo, 2009. Como bailarina y co-creadora, trabajó con las coreógrafas Lia Rodrigues y Joao Saldanha. Celina es de Río de Janeiro y actualmente vive en São Paulo. Estudió Diseño en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y se graduó en Bellas Artes en la Université Paris VIII.
Agulha Revista de Cultura
Número 236 | agosto de 2023
Artista convidada: Celina Portella (Brasil, 1977)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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