Es importante destacar que, a lo largo de su vida, sufrió
de esquizofrenia, por lo que en más de una ocasión fue internado en el Hospital
Siquiátrico. Tal vez, esta manera de ser hizo que las personas lo vieran como un
poeta atormentado y de tono trágico. Se sabe que las personas con esquizofrenia
llevan una vida inmensamente atormentada, por lo cual tiene gran valor la creación
literaria y artística que realizó Carlos en semejantes circunstancias vitales.
Ha dicho el poeta Jorge Teillier respecto de Carlos de
Rokha:
Llevó una vida totalmente
amarga. Un poco también por su condición mortal. Carlos no era de este mundo. No
era un enfermo mental sino un visionario, estaba alejado de la realidad. Eso lo
refleja muy bien en su poesía que tal vez sea la mejor poesía surrealista chilena,
como decía Eduardo Anguita y como también lo decía Teófilo Cid, que era la primera
víctima de La Mandrágora, o sea del surrealismo. Carlos de Rokha a los 15 años escribía
poemas angélicos.
Lukó de Rokha, su hermana, recuerda a Carlos de la siguiente
manera:
Estaba todo el tiempo
leyendo y estudiando a los clásicos. Aprendió francés solo, y al final traducía
poemas y recitaba en ese idioma. A los trece años empezó a pintar y a los catorce
hizo una exposición que fue visitada por escritores y pintores que lo consideraron
un verdadero talento. Fue absolutamente autodidacta. Pocas veces he conocido un
hombre con más cultura que Carlos, quien habiendo vivido con una personalidad literaria
tan avasallante como la de mi padre y con otra muy pura y especial como la de mi
madre, nunca se sintió influido por ellos.
Publicó en vida Canto profético al Primer Mundo
(1944) y El orden visible (1956). De manera póstuma se publicó Memorial
y llaves (1964) y Pavana del gallo y el arlequín (1967).
Su poética se caracteriza por una riqueza del lenguaje,
profunda musicalidad, visiones alucinadas únicas de extrema belleza. El crítico
chileno Ignacio Valente, en un artículo aparecido en el diario El Mercurio (con
fecha 19 mayo de 1968) dijo sobre Pavana del gallo y el arlequín:
Quienes le conocieron dicen que emanaba un aire infantil,
casi irreal, pero eso se contrapone con sus potentes y cargados versos nutridos
de magnas visiones. Una complejidad extraña e inquietante. Me pregunto, ¿cómo experimenta
la vida una persona que guarda dentro de sí tan avasallante intensidad?, ¿cómo se
puede vivir teniendo esos atisbos de otros planos de existencia? Evidentemente,
Carlos de Rokha tenía una naturaleza única, neurodivergente, su constitución mental
le brindaba una forma de ser y estar en el mundo con una sensibilidad radical que
él supo canalizar en cada una de sus creaciones.
Encuentro en su poética un tono épico, un canto expansivo:
A LA LLEGADA DE LAS HORDAS
Mi
gran furor que os dará la medida de mi cólera.
En
fuga al centro de mí y hacia mi ser en lo profético desencadenado.
Mi
pasión por la noche, mi clarividencia.
De
poseso coronado por Orfeo y la Bella.
Me
hacen más libre, y a la vez, más dichoso y más múltiple.
Que
vosotros que todo lo tenéis.
Que
vosotros oh corsarios blancos.
Oh,
hijos de un cielo que habéis adquirido al menor precio.
A
quienes nunca he visto jugarse una última carta.
Como
quien juega su cabellera a las aguas envenenadas.
En
el supremo juego donde el que pierde es el gran victorioso.
¿No
os espanta mi lengua de animal solitario?
¿O
no es a vosotros a quienes ciega
mi
ojo centelleante como un vasto océano?
Temedme.
Alejaos de mí.
Soy
el monstruo sagrado, el asesino celestial y benigno.
Aquel
que jamás tuvo nada, pero aún así
Su
inaudita riqueza sobrepasa a la vuestra.
Porque
yo hice mío lo desconocido.
Yo
he tocado los límites del infinito.
Y,
por último, sabedlo!
Vosotros,
que alardeáis de santidad y pureza.
Nunca
estaréis tan cerca de Dios como yo.
Que
soy la otra cara de Él.
Que
soy la eternidad que revive en un hombre.
Que
soy una edad desconocida.
Avanzando
de himno en himno, de conjuro en conjuro.
Hacia
el centro de mi corazón.
Hacia
los mundos puros, los mundos malditos, los mundos negados.
Donde
he llegado a ser
Un
titán bronceado por los sueños
Y
que marcha, sí, que marcha.
Abrazado
a su abismo como a un postrer anhelo.
En otros textos, una inigualable ternura, como se evidencian
en los versos dedicados a su madre fallecida:
15
Y en las vastas ciudades
que se forman a su hondo conjuro.
Cuando el hombre quiere
ordenar su visión del abismo,
y todo nos ciega como
una luz que volviera de los más lejanos pasos:
porque entre ellos
retorna la madre con un infante muerto entre sus brazos.
He pensado en las
muchachas de otros días y en el vino de otras tardes,
que ahora me parece
más amargo, porque tus manos no lo sirven.
Y una lágrima seca
hiere el pan del héroe.
Mientras tus manos
se alzan y extienden un mantel sobre la mañana.
(El mantel cae en
la silla donde mi padre se ha sentado a esperar tu regreso).
Y también te digo
que el pan este año ha tenido otro sabor.
Porque tus manos no
cortaron la bíblica medida.
(Yo sé que tú rebanas
algún pan para “Dios”).
Porque tu muerte ha
despoblado el mundo.
No duermes: siembras,
sin embargo,
La tierra de los sueños.
Estás inmóvil, pero avanzas,
De pie como un sacro
río contra el muro del tiempo.
Destacan en sus poemas deslumbrantes imágenes surrealistas,
como por ejemplo:
RITO
En este cielo del
sueño te oigo cavar cerca de mí
el puro presagio de
una tierra de lámparas.
Este génesis dormido,
este ensayo en el agua.
Tu júbilo liberador,
identidad del asombro
A qué viajeros con
dulces óleos baña
Si los alquimistas
del mar cierran los libros,
Si niños vitrean conejos
de Viernes a Sábado y demás?
Yo veo a un malayo
asesinar en tus manos perlas líquidas
hojarascas de arpilleras
el follaje de un charco quemado por la luna
donde me lava el verde
aceite de tu noche bebido en el té de los deudos.
Donde te pido yo sino
un libro de sueños del mar?
Dame, te digo, un
puñal de alabastro para el viaje.
Te pido un paseo bajo
tus pestañas que imitan las ruedas de un molino
Que se cierran y se
abren según el movimiento de las hojas
Pero que se incendian
en el germinar de los dorados frutos.
Tus pestañas sombrean
las calles absurdas, abaten los acantilados.
Tállame, niña, en
el calendario de tus ojos egipcios
Espérame, duquesa,
a ese mudo presagio de la tierra de los pinos.
Carlos de Rokha falleció a los 41 años por una sobredosis
de fármacos y alcohol. Su muerte afectó profundamente a su padre, Pablo de Rokha,
quien nunca pudo recuperarse de la muerte de su hijo. En “Carta perdida a Carlos
de Rokha” escribió: “El sello del genio de Winétt te persiguió, como una gran águila
de fuego, desde la cuna a la tumba, pero no te influyó, porque no te influyó nadie,
encima del mundo. Perdóname el haberte dado la vida.”
Mahfúd Massís, cuñado de Carlos, se refirió a su muerte
de la siguiente forma:
Asimismo, Enrique Lihn le dedicó Elegía a Carlos de
Rokha en su libro La pieza oscura (1963).
Carlos de Rokha, un alma sin precedentes, un ser sintiente
extraordinario que siempre tendremos en nuestro corazón:
DE PROFUNDIS
Desde este amargo
té me vuelvo hacia el demonio
apenas entrevisto
por el insomne huésped
que soy cuando de
noche entro en mi ser visible
cansado de mi viaje
y de la larga
locura que hace tiempo
absorbe mis dos sienes.
Me vuelvo a la ceniza
y al vaso de mi sangre
con las venas ardiendo
y el rostro amortajado,
más la espalda llagada,
doliéndome el costado,
dando perdón al denodado
enemigo que soy de
mí mismo y de mi alma.
Solitario por dentro,
fatigado,
sin esperanzas como
un Cristo de abismal
perspectiva
sobre el madero de
mi columna vertebral crucificado
por los días que vivo
buscando una respuesta
a la angustia que
asalta mis ojos cuando duermo.
Oh deudo, oh desolado
centinela del tiempo,
vigía sumergido
en la sangre, en el
vino y la tierra: ese soy,
esa es mi sed, esa
mi hambre, esa mi soledad, esa mi angustia,
y en mí mismo me acabo
por dentro como un
viento que hacia el cielo se impulsa.
Desterrado por siempre,
solemne, vertical, desterrado
como un águila ebria
sobre una isla en llamas,
ya sin ansias de todo
lo vivido
me vuelvo a la vigilia
de mi cáliz,
y nada, nada espero
de los días que vienen,
sino una azul espada
que me destroce el alma.
GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata.
LAURA AIDAR (Brasil, 1984). Artista visual y fotógrafa. Licenciada en Educación Artística por la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y graduada en Fotografía por la Escola Panamericana de Arte e Design. Fue docente en las escuelas municipales y estatales de São Paulo durante 6 años. Trabaja en proyectos sociales y otras instituciones (como el Sesc) impartiendo cursos de arte y fotografía para jóvenes y adultos. Realiza investigaciones y trabajos artísticos de autor utilizando lenguajes híbridos. Crea contenidos online sobre temas relacionados con el arte, la cultura y la comunicación desde 2019. En 2021 realizó la exposición Linhas Imaginadas, en la Galeria Casa Lebre, en Bragança Paulista. Según ella, esta exposición se caracteriza por ser un manifiesto a favor de la autonomía femenina, la expresión genuina, la elección consciente, lúcida y desilusionada. Laura es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 243 | outubro de 2023
Artista convidada: Laura Aidar (Brasil, 1984)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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