La literatura chilena ha sido enriquecida a
lo largo de los años por una raudal de escritorxs cuyas obras han trascendido sus
fronteras. Entre estxs destacadxs autorxs se encuentra Pablo de Rokha, una figura
literaria controvertida y polifacética que desafió las convenciones establecidas
y que vive en el inconsciente colectivo de la cultura chilena. En Los gemidos
(1922) podemos leer:
Yo canto, canto sin querer, necesariamente,
irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe, o
anda y porque si; moriría si no cantase, moriría si no cantase; el acontecimiento
floreal del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso
en canciones, no puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas
me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar, cantar, cantar…
–he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha!
Pablo de Rokha, cuyo
nombre verdadero era Carlos Ignacio Díaz Loyola, nació en 1894 en Licantén, Chile.
Le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura en el año 1965, y nombrado Hijo
Ilustre de Licantén. Su obra literaria abarca diversos géneros, incluyendo poesía,
prosa, ensayos y se caracteriza por un estilo audaz, exuberante y su voz rebelde.
Aunque a menudo es eclipsado por otros escritores de la generación del 30, como
Pablo Neruda y Vicente Huidobro, la obra de Pablo de Rokha es un testimonio de su
compromiso con la exploración de nuevas formas de expresión artística y su lucha
constante por desafiar las normas literarias convencionales. Así lo podemos observar
en otro fragmento de Los gemidos:
Odio la fórmula social, estetica; odio lo previsto,
o lo sistemitico, la cerebral geometría; –toda generalización FALSA–; yo voy contra
LO establecido, por el HECHO de ser LO establecido; mi fatal actitud destruye y
crea destruyendo; –sois publicanos?. jal ja! ja!… ¿ácratas?… je! je! je!, je! je!
Jel…; yo, no soy nada, nada, nada más que hombre, nada más que hombre.
La obra de Pablo de
Rokha se destaca por su intensidad emocional y su estilo vanguardista. Su poesía
entreteje imágenes, metáforas y un lenguaje audaz que refleja su aguda sensibilidad
hacia los aspectos sociales, políticos y filosóficos de su época. Su colección de
poemas Los Gemidos (1922) es un ejemplo claro de su estilo único, en el que
combina lo social, lo político y lo místico en una marea visceral de palabras:
Encadenados al porvenir, los mitos épicos de
antaño nos agrandan la cara encegueciéndonos.
Canto mi llanto nacional sangrando entre soldados sin pabellón, contra las médulas
pisoteadas y comparo el futuro a una máquina de oro en las tinieblas.
Mi nombre es Chile y mi apellido lo infinito.
Solo entre solos, yo vengo saliendo de adentro de la multitud chilena, rememorando
la gran hazaña del porvenir…
Montañas de cobre levantan su telón comercial
a los mercados del mundo, sobre un escuadrón de traición burocrática, forjado por
tinterillos-mercaderes-cogoteros de la oligarquía nacional vendida al Imperialismo
y el salitre enarbola la gran paloma de la paz industrial gritando contra la especulación
monopolista el alto canto ancho de la riqueza ensamgrentada de traficantes de la
matanza mundial.
En una entrevista al diario La Nación en 1939 al ser consultado
con respecto a si el escritor debía interesarse en las luchas políticas, responde:
No solo lo pienso, sino que pienso que, si no
se interesa, es porque está enfermo, o porque no es un escritor, sino un badulaque
fabricante de palabras. La política es la expresión social del sentido del hombre.
El apolítico es un político reaccionario y desenchufado, que hace la política nefanda
que consiste en no hacer política, política de tonto, política de neutro y de enemigo
de la clase obrera. No interesarse por la política es declararse cadáver, declararse
un pobrecito deprimido. Y al ubicarse políticamente, hay que ubicarse en las sagradas
trincheras del pueblo, así, sin vacilaciones, sin subterfugios, sin tejemanejes,
con acento rotundo.
En otra entrevista,
tras recibir el Premio Nacional dice:
Usted quiere que yo le converse de mí mismo.
Pero si yo mismo soy eso. Toda la familia, Chile, los huasos, los rotos, porque
yo soy huaso y roto. Con orgullo de serlo. Los mineros, los pescadores, los arrieros,
el inquilinaje hambreado y pateado, proletariado y el campesinado nacional. Por
eso mis libros, como mis hijos, salieron de adentro de Chile. Mis libros, como mis
hijos, y yo.
Lukó de Rokha en sus
memorias Retrato de mi Padre recuerda este importante momento de la vida
de Pablo:
Cuando lo echaron de la universidad (era profesor
de Estética e Historia del Arte en la Universidad de Chile), llegó a casa a la hora
del almuerzo cargado de botellas de vino y una gran cantidad de alimentos exquisitos.
Dijo: –Vamos a tener una celebración–. Una vez terminado el almuerzo, contó que
lo habían sacado de la cátedra, y agregó: –Esto no significa nada. Ya he resuelto
lo que voy a hacer: fundaré una revista que se llamará Multitud, y el primer número
saldrá la próxima semana– Así, sin dinero y con la colaboración de mi madre, comenzó
una nueva etapa en nuestra vida que duraría muchos años.
En 1943 el
Presidente Juan Antonio Ríos le extiende a Pablo y a Winétt de Rokha una invitación
para iniciar una gira por el continente americano. La gira incluye más de veinte
países y termina en Argentina debido a que el presidente chileno Gabriel González
Videla prohibe el partido comunista y Pablo decide regresar.
En 1951,
la muerte de su esposa Winétt devasta a la familia y Pablo inicia su recorrido por
el territorio chileno vendiendo sus libros. Además de escribirlos, los publica y
vende. Un esfuerzo titánico y de mucho valor. En el año 1963 decide dejar de hacer
la revista.
El legado de Pablo de
Rokha también está marcado por su polémica personalidad y su tumultuosa vida personal.
Su activismo político, su lucha por los derechos de los trabajadores y su participación
en movimientos comunistas a menudo lo pusieron en conflicto con las autoridades
y con otros intelectuales de la época. A pesar de su impacto literario, su obra
a veces fue marginada y menospreciada debido a sus posiciones políticas y a su carácter
provocador, como por ejemplo en este fragmento de Los gemidos:
Es menester, obrero, mendigo, LACAYO, que dignifiquestu
actitud, y tornes heróicas tus labores sacratisimas, insuflándoles,insuflándoles
alma, alma, alma y corazón; ejerce tracendentalmente, sacerdotalmente, los vastos
misterios de tu oficio, aspirando a más, dignamente, dignamente y sin premura, aspirando
a más, aspirando a más; y si eres robado, azotado, vilipendiado, agarra el puñal
y las teas nocturnas e incendia, deguella, incendia, incendia 1os Congresos, las
Cámaras, las Iglesias, el palacio gris del Presidente, la ciudad y las granjas agrarias,
las vias públicas, el tin- glado venal y grotesco, grotesco y venal de la justicia;
obrero, mendigo, LACAYO, obrero, mendigo, LACAYO, deguella, deguella a los tiranos
decorativos que responden a tu voz augusta con el escupo y el desprecio, con el
escarnio y el soborno; mata trabajador, mata, porque más arriba, más arriba, más
arriba, mucho más arriba de los estados, los gobiernos, la moral y las leyes, la
sociedad, el sistema cosmográfico y sus ruidos, ruidos innumerables, estás tú, tú,
EL HOMBRE, la dignidad de aquel que gritare: “yo soy yo, y lo demás, qué importa!…,
qué importa?…?…”
Dice el crítico
y novelista chileno Eugenio Matus en una crónica que publicara en la revista Trilce # 14, en diciembre de 1968 a meses
del suicidio de Pablo de Rokha:
Don Pablo era un hombre fino, aunque parezca
ésta una declaración insólita a más de alguien, un hombre delicado de sentimientos,
delicado de conducta, que es lo que importa, y de una formación humanística que
ya quisieran poseer muchos de sus detractores. Había leído a los clásicos en latín,
conocía bien la filosofía idealista alemana, el marxismo, y se movía en el campo
de la literatura universal con la naturalidad de quien ha leído y entendido, y que
tiene frente a cada cosa una posición firme y responsable. No era, sin embargo,
un pedante. Lejos de eso. Era un hombre cordial, de gran simpatía humana, de un
notable sentido del humor, y que gozaba charlando con aquellas personas que le inspiraban
confianza y con quienes, generosamente, hacía muy pronto amistad. Tuve la fortuna
de encontrarme entre estos últimos.
Sus trabajos del período
1930-1950 están marcados por el activismo político, a través de textos que buscan
una dialéctica entre lo individual y lo social, como Canto de trinchera (1929-1933),
Imprecación a la bestia fascista (1937), Cinco cantos rojos (1938),
Morfología del espanto (1942), Arenga sobre el arte (1949) y Carta
magna de América (1948), que incluye la Epopeya de las bebidas y comidas
de Chile. En estos años De Rokha funda la ya mencionada revista, Multitud, que más tarde se convierte también
en editorial.
Durante sus últimas
dos décadas, se entretejen en la escritura rokhiana el optimismo revolucionario,
la protesta social y el amor desgarrado por la muerte de Winétt de Rokha, quien
lo expresa en el libro Fuego negro (1953). Su rivalidad con Pablo Neruda
se acentuó con la publicación de Neruda y yo (1955), ensayo en el que De
Rokha califica al poeta de "artista burgués" acusándolo de plagio. La
polémica continuó luego con la publicación de Genio del pueblo (1960), libro
donde dialogan 111 personajes de la cultura letrada y popular, entre los cuales
aparece Neruda bajo el nombre de Casiano Basualto. En 1961 publicó Acero de invierno,
libro en el que aparece su poema "Canto del macho anciano" y en 1967,
el que sería su último libro, Mundo a mundo. Un año después, el 10 de septiembre
y a los 73 años de edad, el poeta se quitó la vida. Luego de su muerte, se publicó
Mis grandes poemas: antología que amplía la primera recopilación poética
del autor, Pablo de Rokha. Antología: 1916-1953, publicada en 1954. Luego,
gracias a la Fundación de Rokha, dirigida por su nieta Patricia Tagle de Rokha,
se han podido re editar muchos de sus libros, así como también los libros del clan
de Rokha, como Carlos de Rokha y Winétt de Rokha.
Cierro este
breve ensayo con un fragmento de “Tonada a la posada de Don Lucho Contardo”:
Extraigo
mi idioma universal (como quien cosecha trigo o porotos)
del
subsuelo social y el reflejo vital de mi patria, y hago el lenguaje internacional
de
todos los pueblos de todos los tiempos,
estrujo
la costumbre a la manera de los limones, y escribo como testigo
y
juez, reo del pueblo y tribunal supremo del pueblo del pueblo,
las
visiones que emergen de las cosas, sobrepujando las cosas y su ímpetu,
la
dinámica colosal de la naturaleza,
el
sistema de las equivalencias y la contradicción dialéctica, la energética
que acumulamos, subquimérica, o cantando o llorando
aquella
problemática inmensa, y soy roto chileno que empuña
la
pluma como un corvo.
GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata.
GINA PELLÓN (Cuba, 1926-2014). Fue una artista muy conocida que vivió y trabajó en París, Francia, desde 1959 hasta su muerte. Fue precisamente en Europa donde conoció a los surrealistas parisinos y luego conectó con el grupo COBRA, uno de los principales movimientos de vanguardia e hitos del expresionismo abstracto europeo. Su carrera en Europa fue muy prolífica con amplias exposiciones en París, Lausana, Bruselas, Ámsterdam, Toulouse, Silkebour (Dinamarca) y Larvik (Noruega). También ha realizado exposiciones individuales y colectivas en otras ciudades como Miami, Nueva York y Caracas, entre otras. Su actitud incansable y entusiasta es una constante que marca la producción de toda su vida. En sus propias palabras, pinto todos los días… desde el amanecer hasta el atardecer. En este proceso tengo la necesidad de crear, de retratar emociones, y una vez que estoy a punto de terminar una obra, siento la necesidad de atacar otra. El estilo y la paleta de Pellón están marcados por una excelente espontaneidad y colores brillantes. Con pinceladas enérgicas y fluidas, crea composiciones vibrantes donde la mujer es el tema principal. Además de la pintura, la dilatada trayectoria de Gina Pellón también ha incluido el grabado y la poesía. La artista ha recibido numerosos premios y distinciones y su obra forma parte de numerosas colecciones públicas y privadas de todo el mundo.
Número 242 | outubro de 2023
Artista convidada: Gina Pellón (Cuba, 1926-2014)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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