terça-feira, 31 de outubro de 2023

MANUEL MARTÍNEZ MALDONADO | La reiteración del sexo en la poesía de Olga Nolla

 


Apenas comenzó a escribir –a los treinta años, según ella– Olga Nolla, estableció su misión como poeta y escritora. Quería “rebasar las circunstancias en las cuales le tocó nacer”, pero conservando su idealismo. Ese idealismo olganollano evolucionó, desde una manifestación inocente del deseo de escapar de las normas de la alta burguesía y afirmar sus derechos de mujer, hasta alcanzar una expresión, a toda voz, del amor libre y del sexo. Ya en sus poemas de El Sombrero de Plata (1974) describía Nolla sus íntimos secretos, y los de su clase, mientras, simultáneamente, declaraba su sintonía con la época de oro del poema confesionario:

 

Mis orgasmos, que siempre han sido débiles,

son cada vez menos frecuentes

 

Esta declaración es de vanguardia en la poesía contemporánea puertorriqueña, y contrasta con el lenguaje que le precedió, como el de Laura Gallego y Violeta López Suria, por mencionar dos significativas voces poéticas de generaciones anteriores, y, ciertamente, aún con el de sus contemporáneas como Marina Arzola y Ángela María Dávila. Estas últimas dos transmiten a sus lectores frustraciones que tienen una génesis externa, que vienen desde afuera de su ser y que están relacionadas al mundo que las rodeaba y con el desespero común imbuidos a nuestros espíritus por los acontecimientos mundiales de las décadas del 60 y 70 del pasado siglo. Mientras éstas la emprendían con los males inducidos por las marañas sociales y políticas que las circundaban, Nolla se miraba desde adentro y, luego, salida de su piel –nunca mirándose en un espejo, que presupone que uno se ve al revés: lo que se ve a la izquierda está a la derecha–. Era más fácil para Olga en su poesía temprana, salirse de sí, verse, y darnos sentimientos profundos, expresados claramente.

En el poema “Educación Sentimental”, las líneas que le siguen a las que cito arriba, encuentran una mujer abatida por su frustración sexual, en parte derivada de su situación alta burguesa y derrumbada por su clase social:

 

y el caminar me cuesta trabajo

Duermo mucho

No como casi nada

Noto que algunas de mis amigas beben mucho wiski.

Yo solo quiero que me dejen acostar

y quedarme muy quieta

y no mover más nunca

ni un solo músculo del cuerpo

Quedarme para siempre así,

mirando el vacío (sic)

 

Son versos pioneros que hacen otra realidad de la mítica noción de que los ricos puertorriqueños son (eran) invulnerables al sufrimiento. Sin mucho ruido ni esfuerzo, con la naturalidad que, sorprendentemente, más tarde en su madurez fue encontrando subterfugios expresivos, Nolla describe la depresión, el alcoholismo, y la anorexia (tal vez la bulimia) que persiguen a los ricos tanto o más que a los pobres o a los de clase media.

Por contraste, los poemas de Arzola y Dávila, dos mujeres provenientes de estratos sociales más bajos que los de Nolla, expresan más preocupación por la guerra y las desigualdades sociales como causas del sufrimiento de la humanidad, que por su satisfacción sexual. Nolla está más cerca de Anne Sexton, la gran poeta americana, quien también era rica y depresiva, y que murió el año en que Nolla comenzó a escribir.


No recuerdo que en mis muchas conversaciones con Olga saliera a relucir Sexton, y no tengo forma de saber ahora si la leyó. Sí está patente que el tema de la relación con sus amantes y la satisfacción de dicha relación es común a ambas. Pero la poesía de Sexton era erótica y de un sentimentalismo controlado y rudo: no tenía compasión con sí misma, y aunque diferente a Nolla, como voy a argumentar, reservaba alguna ternura para sus amantes. En cambio, la poesía olganollana es sexual (no erótica) y poco sentimental, y fue perdiendo la introspección hasta convertirse en una crónica de experiencias en las que la angustia burguesa de la autora fue transformándose en una audacia deseante e irreverente hacia la condición social y sexual del hombre codiciado.

Después de El Ojo de la Tormenta (1976) va desapareciendo la conversación entre el lector y la autora; ésta se convierte en una cámara cinematográfica o de video que nos lleva con ella a lugares en los que se limita a describir lo que ve sin mayor explicación que la reiteración de la pasión y el sexo. El sentimentalismo aflora en momentos inesperados, mas es un sentimentalismo cuyo eje es Olga: siempre gira a su alrededor, o sea, alrededor de la narradora-poeta. Y en muchas circunstancias en las que el sentimiento parece estar dirigido al amante, pierde esa dirección para súbitamente regresar a la pasión interna o sexual de la autora.

Esta reiteración sexual está patente en el poema “El Árbol de la Vida”, de Dafne en el Mes de Marzo (1989) que cito parcialmente a continuación.

 

Beso tu cuello, amor, beso tus brazos,

Tu boca y tus pestañas.

 [...........]

Beso tu vientre.

 [.............................

..........................y descubro

la dureza impecable de tu sexo.

Lo desnudo, lo beso, lo contemplo:

Conmovida.

Emocionada.

Temblando como una hoja de yerba

bajo la lluvia.

 

Lo que al principio parece ser un cántico juanaibarbouriano al amado, se convierte en un acercamiento puramente sexual de la autora ante un hombre. La palabra “amor” del primer verso está muy distante de la emoción expresada ante un falo erecto, y dista aún más de la acción de besar “tu boca y tus pestañas.”Lo que se suponía era el objeto de su amor, ha sido transformado en el objeto sexual de la autora, que subvierte así su antiguo papel de esposa frustrada de débiles orgasmos, al de mujer en control del acto sexual, por contemplativa y tímida que se sienta o quiera que pensemos que es.

Este control de la sexualidad y el descarte de lo sentimental referente al amante (Nolla retiene el sentimiento para sí misma: conmovida./emocionada./Temblando como una hoja de yerba/bajo la lluvia.) está brillantemente plasmado en lo que es para mi su mejor poema: “En un Hotel de Arecibo” del libro antes citado.

En este poema, luego de la autora ser nuestra cámara cinematográfica que va describiendo lo que es un hotelucho de mala muerte en la plaza de Arecibo, nos sorprende por su abdicación al sentimentalismo cursi de la memoria de un amante, que se transforma en orgulloso auto-sentimentalismo:

 

En ese hotel de la plaza de Arecibo

colchas polvorientas y desgarradas

altos techos enormes y vacíos

paredes agrietadas y pequeñas bombillas

amé desesperadamente a un hombre

que ya olvidé

 


Nuevamente, ella es la que está en control emocional y sexual de la relación hombre-mujer, o, como está patente en los versos ya citados, su evolución ha alcanzado una relación mujer-hombre, con la mujer arriba física y emocionalmente. El hombre no fue el que la amó desesperadamente, sino que, de no habérsenos hecho partícipes de su presencia, pudo haber sido un episodio de autoeroticismo. El único sentimiento en el poema es el desespero del amor que, queda diáfanamente claro, es sexual. Y la nostalgia en el recuerdo es del momento del desespero, del clímax sexual con un hombre que ya es una memoria innominada, sin rostro ni identidad.

Curiosamente, el poema “Me Encanta ser Objeto Sexual(Dulce Hombre Prohibido, 1994) comienza con una declaración de lo que dice el título, y uno piensa que Nolla va a establecer otro logro en su afán de liberación de la trampa burguesa en la que, según ella, estaba presa. Pero el aparente deseo de ser objeto sexual, sólo ocurre como y cuando quiere y con quien quiere; y, de paso y por si acaso, declara su heterosexualidad: escojo a Carlos y no escojo a Alicia, pero nos deja saber que, al menos, fue considerada por otra mujer como objeto del deseo y que ella también lo consideró. Este planteamiento marca de por sí un hito en la poética femenina puertorriqueña.

Ese dominio de la situación sexual que la autora profesa, no sólo la redime de los dictamines de la burguesía, que casi exige (o así pensábamos) frigidez de parte de la “esposa”, sino que le permite invertir los roles sociales que la tradición le ha impuesto a los géneros. Implícito en el hotel de Arecibo está el hecho de que el hombre fue el objeto sexual (es evidente que, she fucks’em and leaves’em) y el recuerdo que ella conserva, a pesar de su egoísmo, es lo que le da el tono poético a la breve y sórdida historia.

Para contrastar el sentimiento y el tono del poema olganollano, a una situación más desprendida de parte de una protagonista en una situación similar, baste con volver a Anne Sexton y su poema I Remember del libro All My Pretty Ones (1962). En ese extraordinario poema de la estadía de unos amantes en un hotel, Sexton evoca el recuerdo de un amor con firmeza y sin ñoñerías, pero con profunda ternura:

 

...some nights

we took our gin warm and neat

from old jelly glasses while

the sun blew out of sight

like a red picture hat and

one day I tied my hair back

with a ribbon and you said

that I looked almost like

a puritan lady and what

I remember best is that

the door to your room was

the door to mine. [énfasis mío]

 

El recuerdo que Sexton más atesora es el del amante. El ritmo y la métrica le otorgan al poema un sentido de agitación que le corta el aliento tanto al lector como al narrador, sensación que la poeta enfatiza a través de la ausencia de puntuación. Uno presiente el amante de Sexton en el poema mirándola y mimándola, y la alegría nostálgica del poema se queda con uno hasta convertirse en sonrisa en el rostro del lector, particularmente cuando la autora reitera que la mejor de sus memorias era haber compartido la misma habitación (y el mismo lecho) con el amado del momento. Lo más notable es que, aunque el lector deduce que fue un amor pasajero, la relación condujo a la autora a una celebración más allá del sexo implícito en la narrativa. Hay, además, en el poema una declaración de armonía y camaradería, que es casi innexistente en los poemas devastadores de Nolla. El delicioso verso we took our gin warm and neat (negritas mías), revela la amistad entre dos amantes que comparten y beben ginebra caliente en viejos vasos que estuvieron llenos de jalea (de dulce). La dulzura de la situación es inescapable en el poema de Sexton e inexistente en el de Nolla.

No que Nolla fuese inapaz de dulce ternura –para ella todos los hombres parecen haber sido prohibidos y dulces–. Sin embargo, hay en sus poemas una necesidad absoluta y automática de recurrir al aspecto concreto del “amor” que es la carnalidad sexual. Probablemente sea un ejemplo de este automatismo poético El Cuerpo del Misterio (Siempre había cierta clandestinidad en el sexo nollano, de modo que, pienso yo, ¿habrá querido decir después de todo...cuerpo del delito?.) de Dulce Hombre Prohibido que a continuación cito parcialmente:

 

Las palabras son polvo del olvido.

 [...]

Convoco el tiempo ido y el recuerdo

descarta las palabras; se despegan,

sólo retengo imágenes, en ellas

el cuerpo del amado aún está tibio.

Su piel se me ha grabado

con sangre y con semen en la memoria:

[...]

 


La reiteración del sexo en Nolla no se puede separar de su autodesignación como la controladora del acto sexual. El “polvo del olvido”, en el fragmento antes citado, tiene la función extraordinaria de conciente o inconscientemente suprimir al que “echó el polvo” y, como en el caso de “En un Hotel de Arecibo”, de sólo permitir recordar el cuerpo –pudiera ser uno cualquiera– que llevó a cabo la función de crear el momento de placer. Mas en este poema hay una revelación: aún las palabras son pasajeras y descartadas. El habla que intercambian los amantes es tan efímera como el recuerdo del hombre en un lecho en que definitivamente no es el amo. Lo que resta de este encuentro particular es únicamente el recuerdo del roce, tal vez el color (no sabemos) de la piel, y la mezcla del semen con la sangre (de ella). La imagen es primordial, y a la misma vez revela una copulación incapaz de la creación: una mujer menstruante no es fértil, de modo que el poema reitera el hecho de que esta unión es exclusivamente por placer y, ciertamente, no hay en ella ni amor ni ternura.

La infertilidad de la ya madura Olga Nolla se transforma en la mágia creadora de “Pigmalión” (El Caballero del Yip Colorado, 2000) quien, en una metamórfosis transsexual, crea una Galatea masculina con sus manos femeninas y, además, va creando al hombre en una multiplicidad de formas y lugares. Nuevamente, la creadora-Olga-Pigmalión es la que está en control, tanto así que el poema toma un giro en el que las tres personas del poema son una trinidad erótica que se convierte en un solo creador:

 

Me gusta este juego de crear con mis manos

el cuerpo que adoro

el olor que me inunda.

 

Es casi imposible ignorar la presencia contrapuntual de Julia de Burgos en la poesía nollana. Su primera producción poética le debe su sentimiento y su postura social a la trágica mujer que escribió “A Julia de Burgos”, un poema cuyo eco transita particularmente por El Sombrero de Plata, pero cuya voz está presente en casi todos los libros de Olga. En la queja insumisa que representa Tú eres dama casera, resignada, sumisa/atada a los prejuicios de los hombre; yo no;/que yo soy Rocinante corriendo desbocado/olfateando horizontes de justicia de Dios, Julia también sufre una metamórfosis no solo de sexo sino de especie, y una, el caballo, que ha representado a través de los tiempos la virilidad/fertilidad. Estas dos mujeres, Julia y Olga, tan opuestas en clase social y temperamento, comparten sin embargo el autoerotismo del sensualista que a pesar de todas sus aventuras sexuales permanece insatisfecho. Además, queda claro que ambas compartían una extrema preocupación por la fertilidad. El Río Grande de Loiza se llevó en sus aguas las formas de Julia en “espiga de sol recien abierto” y, según ella

 

¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo,

algún fauno en la playa me estará poseyendo!

 

Esa pérdida de la sustancia corpórea permite que el río se lleve la forma de Julia en “una espiga de sol recién abierto”. El vocablo “espiga”, un símbolo fálico, al estar contrapuesto a la frase “sol recién abierto”, transmite la sensación de la sutil entrada de la espiga en ese centro (el sol) abierto. Y esas formas, ahora lejanas en un remoto país, son poseídas sexualmente por el fauno, una copulación en la que queda descartada cualquier posibilidad de fertilización.

Olga repudia la idea de que se le compare con Julia de Burgos, sólo para acercarse más a ella:

 

No soy Julia de Burgos, me repito,

¡yo soy una mujer del siglo veintiuno!

No acabo de entender tanta pasión.

Total ellos fluían allá abajo

indiferentes a mi amor.

(El Caballero del Yip Colorado, 2000)

 

Dejando a un lado su enérgico clamor por ser del siglo veintiuno, no cabe duda que Olga era del mismo siglo de Julia, y que, como a ella, le faltó que su amor fuera reciprocado. Su deseo de no ser como Julia es tan vehemente que se convierte en un lamento en el que Nolla nos confiesa el porqué de su deseo de controlar el acto sexual, de ser autoexcitable, de ser creadora del hombre que “la ama”, de pensar que “el hule negro” de un Yip dijera “Te amo, Olga”. Ella quería ser libre y olvidar todo lo que revelara su debilidad en las relaciones con una larga ristra de amantes. Pero nunca olvidó ni pudo desprenderse de lo que, aparentemente, más despreciaba, que era ser un objeto sexual, algo que simultanea e inconscientemente deseaba ser de todos modos. Pienso que esta dualidad desgarrante era una razón poderosa y triste para la supresión de la ternura por Olga Nolla: en la reiteración del sexo como liberación de su ser, en esa queja del “fluir allá abajo” de hombres indiferentes a su amor, no importan sus reclamos, le iba la vida. 

 



MANUEL MARTÍNEZ MALDONADO (Puerto Rico, 1937). Primer premio de poesía José Gautier Benítez de la Facultad de Estudios Generales,1955; primera mención de poesía en el Festival de Navidad del Ateneo de Puerto Rico en 1956 y 1982. Primer premio de poesía del periódico del centro médico de la Universidad de Vanderbilt 1990. El segundo premio de poesía Juana Boergen de DePaul University, 2020. Mención de Honor, por el poema “Más que un recuerdo” Certamen Nacional de Poesía ‘Hiram Sánchez Barreto’, (2020). Es autor de los poemarios La Voz Sostenida (Mairena), 1984; Palm Beach Blues (Editorial Cultural), 1985; Por Amor al Arte (Playor), 1989; Hotel María, 1999, finalista del Premio Internacional Gastón Baquero (Verbum, Madrid); Novela de Mediodía (Editorial Cultural/ Verbum), 2003. Breve es el amor (Publicaciones Gaviota) 2019. Ha publicado las novelas, Isla Verde o el Chevy azul (Verbum) 1999; El vuelo del Dragón (Terranova) 2012 y Del color de la muerte (Publicaciones Gaviota) 2014. Solo la muerte tiene permanencia (Verbum) 2014. El imperialista ausente, Premio Nacional de Novela 2013 del Instituto de Cultura Puertorriqueña. El descubrimiento (Publicaciones Gaviota), Mención Honorífica en el certamen literario, PEN de Puerto Rico, 2020). Ausencia (Modelo para un mito) recibió el segundo premio como Mejor novela de misterio del Latino International Book Awards, 2021; y El vuelo del Dragón mención honorífica en Mejor Novela de ficción Histórica y Mejor novela de aventura o drama del Latino International Book Awards, 2021. Ambas de Publicaciones Gaviota.





LAURA AIDAR (Brasil, 1984). Artista visual y fotógrafa. Licenciada en Educación Artística por la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y graduada en Fotografía por la Escola Panamericana de Arte e Design. Fue docente en las escuelas municipales y estatales de São Paulo durante 6 años. Trabaja en proyectos sociales y otras instituciones (como el Sesc) impartiendo cursos de arte y fotografía para jóvenes y adultos. Realiza investigaciones y trabajos artísticos de autor utilizando lenguajes híbridos. Crea contenidos online sobre temas relacionados con el arte, la cultura y la comunicación desde 2019. En 2021 realizó la exposición Linhas Imaginadas, en la Galeria Casa Lebre, en Bragança Paulista. Según ella, esta exposición se caracteriza por ser un manifiesto a favor de la autonomía femenina, la expresión genuina, la elección consciente, lúcida y desilusionada. Laura es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.




Agulha Revista de Cultura

Número 243 | outubro de 2023

Artista convidada: Laura Aidar (Brasil, 1984)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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