Puente de la mirada y la memoria que enlaza y
une el animal terrestre y la piedra celeste. Erotismo incandescente que lo deslumbra
y lo hechiza. Poética de los desaparecidos y de las apariciones, que lo hacen
decir: Yo soy aquel que tiene los deseos del celo de la tierra y
que busca en toda la realidad Diamantes sobre el corazón de las
palabras. He aquí la palabra que nos lo acercó, y la otra palabra que aún
queda entre nosotros por decirse y decirnos. [O.G.]
OG | ¿Podría
Usted hablarnos de las primeras percepciones e impresiones que tuvo de la
realidad y del mundo en que él vivía, y que cómo estas y aquellas fueron
proporcionándole elementos a su palabra poética?
FM | Yo viví
desde que nací en la provincia de Corrientes hasta los catorce años, en medio a
lagunas, esteros y palmerales. Y los gauchos allí son los más antiguos, el
gaucho se ha mantenido y ha mantenido su tradición intacta. Corrientes es una
provincia muy ganadera y tiene cierta similitud con los Llanos Orientales de
ustedes. Mi padre era veterinario y ganadero, y tuvo adversarios políticos muy
fuertes y que han hecho de la lealtad una forma irrenunciable de estar en el
mundo. Los gauchos pertenecen a tres partidos políticos y los colores son el
celeste, el colorado y el verde. En política como en la vida son muy pasionales
y andan todavía con revólver en la cintura.
Mi padre estaba en la oposición y eso no le causaba
problemas, porque todos sus contradictores le respetaban mucho. A mí me
mandaron a Buenos Aires a estudiar, un poco tarde. En el viaje hacia Buenos
Aires, que son treinta y seis horas en tren, el tren paró en una estación y en
el patio de una casa yo que tenía doce años ví el busto de una mujer,
semidesnudo y mi madre me dice que esa era la Venus del Nilo. Escribí mi primer
poema en Buenos Aires. Estos hechos constituyeron mis primeras inquietudes y me
formaron.
OG | Fuera de
esas percepciones reales y fantásticas de la naturaleza que Usted tuvo y tiene
todavía, había también un mundo interior, que lo constituían sus primeras
lecturas y las de su formación escolar ¿cómo ocurre esto y cómo las fusiona
entre sí?
FM | Realmente
cuando entré al Colegio Superior empecé a leer de todo: Homero, Rilke, Rubén
Darío, los surrealistas. Todas estas lecturas eran muy mezcladas y
desordenadas. Fui haciendo relaciones con otros poetas y escritores; ellos me
documentaron mucho. Hasta que conocí a los surrealistas y también el mar
uruguayo. A los diez y siete años recibí dos golpes que me transformaron: uno
de ellos, el mar y el otro, el del surrealismo. Con esas dos experiencias
volvía a retomar el contacto con mi provincia. Poco a poco ese contacto con
nuestra naturaleza comenzó a hacérseme surreal, surrealista.
Nosotros teníamos ahí el surrealismo total. En
el fondo el gaucho es muy fabulador, son fabuladores con rasgos líricos unos y
otros con rasgos marcados por la memoria y realistas. El paisaje de por sí
surrealista, de extrema belleza y color: palmeras salvajes, aguas coloradas, el
trabajo rudo. Yo me quedaba tres meses allí, ya que como te he dicho, ya
vivíamos en Buenos Aires.
Cuando estaba en el Colegio, del que te hablo,
en el año de 1945, empecé a escribir muchos poemas. Dos profesoras de
literatura, que tenían una mentalidad muy evolucionada para aquel tiempo me
ayudaron a hacer una primera lectura pública. Había en mí ya una determinación
en ese sentido de que la poesía sería parte substancial de mi destino. Y he
sido fiel a eso.
OG | Para Usted
es muy fuerte e inextricable la relación entre la naturaleza y la ciudad. Eso
le da otra dimensión a su poesía. ¿Cuál es su primer libro publicado y a quién
o a quienes se los da a conocer? ¿Cómo conoce a Girondo y como se forman sus
otras relaciones entre surrealistas y quienes estaban en contra de la
obediencia a una ortodoxia surrealista?
FM | En 1954 ya
había salido mi primer libro de poemas: El pequeño patíbulo. Lo
conocieron Aldo Pellegrini y Carlos Latorre. Latorre me habló de Oliverio
Girondo y me dijo: vamos que va a estar en un café del Centro. Hablamos
con él y lo primero que me dice es: ha caray, que cara de comisario de campaña,
che, tiene usted compañero.
Girondo era un hombre de poder económico, de gran
cultura, no solo poética y literaria, sino también plástica. Tenía en su casa
una colección de arte precolombino, de oro del Perú, de los Incas. También
tenía cuadros de Figari y de artistas europeos. Él me hizo observaciones sobre
mi poesía que me sirvieron enormemente, me hacía observaciones de estilo y me
aconsejaba que tenía que manejar mejor el idioma. Las reuniones con él eran muy
hermosas. Iban allí personas de todas las corrientes estéticas y políticas:
Lorca, Neruda y Asturias.
En su casa se conversó sobre la iniciación de
dos revistas muy importantes: A partir de 0, y Letra y
Línea. Una era de cierta ortodoxia surrealista y la otra más dentro de lo
formal. Girondo no participó en la creación de A partir de 0,
porque él tenía diferencias con los surrealistas y con el surrealismo de París,
y allí con Enrique Molina, las diferencias eran estéticas. Yo nunca he sido
teórico. Participe sí en el último número. Letra y Línea nació
de un acuerdo al que llegaron todos los poetas, los artistas, los críticos y
los intelectuales de ese momento, con la orientación de Aldo Pellegrini.
Bayley y Pellegrini discutían sobre la vigencia
del surrealismo. Bayley con menos adhesión a la poesía surrealista y Pellegrini
mucho más estricto a una observancia surrealista. Indudablemente que estas
discusiones eran propiciadoras de cosas nuevas y no de odios y envidias.
Nosotros realmente estabamos en contra principalmente del oficialismo y en eso
centrábamos nuestra crítica.
FM | En ese
entonces había en Buenos Aires grupos muy poderosos como la Iglesia Católica,
el Partido Comunista, con buenos y retontos militantes y los miembros de la
revista Sur que muchos tildaban de conservadurismo ilustrado.
Todos ellos hicieron una labor importante y fue fundamental para nosotros; otra
cosa, era que no estuviéramos de acuerdo. Queda una fuerza que te menciono
ahora: era la constituida por los intelectuales del naciente peronismo, del
marxismo y del fascismo.
Quiero decirte, que no todos los intelectuales,
pero sí la mayoría. Y ahí, entre todos ellos estábamos nosotros: los de la
tierra de nadie. Nosotros no dependíamos de nadie y además no teníamos medios
económicos. No es que no tuviéramos una postura y una posición política, la
teníamos, pero eran políticas distintas. No estábamos ligados en este campo a
ninguna convicción, eso era insoportable para nosotros.
OG | Usted tuvo
una inmensa y fuerte amistad con Aldo Pellegrini y Enrique Molina apoyada más
que todo en la actividad creadora ¿Qué puede decirnos de ellos dos y de qué
manera ó no contribuyeron a ampliar su concepción de la poesía y del amor?
FM | Pellegrini
fue muy importante para mí tanto en lo afectivo y en lo intelectual.
Afectivamente nos tomamos un gran cariño e intelectualmente me proporcionó
elementos literarios que me han sido fundamentales. Era muy irritable contra lo
que consideraba una mentira y una impostura. Él decía lo que pensaba como
crítico. Yo lo conocí ya maduro, formado. Le gustaban las mujeres bellas, y era
un hombre rebelde y de rechazo. Eso se trasunta en su poesía. Escrito
para nadie es una visión de construcción-destrucción total. Éste libro
es la culminación de su postura de toda la vida.
Molina era un camarada para la aventura; fué muy
cariñoso, como buen campesino. Con él nunca aposté a una amistad total, porque
él era la soledad absoluta. Entre mi poesía y la de ellos dos, hay puntos de
contacto y aire de época. Molina exalta un erotismo que no es el mío; el mío
sino está muy sensibilizado y espiritualizado no funciona.
Para mí quedaban muertos el encantamiento y
todos los materiales del amor, cuando quise reducirlo al deseo. Fue y hubo
deseo, pero no me lleno. No es que no sea corporal, yo necesito de otro
encantamiento. Me enloquezco y corro peligro siempre de enamorarme. Ha habido
situaciones así en mi vida, pero yo soy fiel cuando amo. Cuando era lo sexual,
la necesidad, he preferido ir donde las putas, putas finas; que no significarán
para mí enamorarme. Bretón apuntaba al amor único -el amor loco-, como
tentativa de la belleza, está muy bien, pero como práctica se hace casi
imposible. Creo yo que fue él el único en practicar esa clase de amor con su
compañera chilena. Defendió esa postura hasta su muerte.
OG | Ha habido
ciertos críticos e historiadores que han incluido su poesía como parte de lo que
conocemos con el nombre de poesía gauchesca ¿Qué reflexión y consideración le
merecen estas apreciaciones?
FM | Niego
rotundamente haber pertenecido a la poesía gauchesca. Yo que me críe entre
gauchos no hice poesía gauchesca. La poesía gauchesca ha sido hecha inclusive
por quienes no son gauchos. Los gauchos tuvieron poetas en estado natural y que
conocían los secretos de la naturaleza y se asombraban ante ellos. La
naturaleza misma es ya una influencia, el haberla vivido, haber conocido y
amado las mujeres de allí, que son mezcla de guaraní y de españoles, y negros
con español e indio americano.
El universo del gaucho está poblado de mujeres y
de sus leyendas. Allí casi no hay inmigrantes y sólo hay árabes comerciantes.
Todos somos mestizos, y el gaucho es muy aindiado. La vida que yo hacía al lado
de mi padre, la vaquería, la política bravía, todo eso me hizo. Ahí habían
imágenes muy fuertes. Era el farwest en América. Yo fui escribiendo siempre con
disciplina, y ese es un nacimiento inefable, no puedo definirlo. Eran
repentinos, y yo nunca he corregido.
OG | Usted
intenta hacer su poesía y darle una forma entre esa naturaleza que lo
obsesiona, lo fascina y lo excede, y su también relación con textos poéticos
donde predomina el realismo y en otros donde el hilo del romanticismo y
surrealismo es visible ¿Cree que lo preserva de caer en uno y otro lado es el
poder de la inspiración? ¿Ordena Usted sus poemas o da vía libre a la
espontaneidad y la sorpresa?
FM | Creo que son
válidas las dos formas: si el poema sale redondo, no hay nada que cambiar.
Molina me contaba que escribía hasta siete veces un mismo poema. Yo los míos
los he escrito a caballo, en fondas del camino, en trenes, en vapores
fluviales, en aeropuertos. Hay poetas que tienen que mirar otra vez el poema y
darle forma, en mí la mayoría han sido de repente, son como una aparición.
Yo creo en la antiquísima concepción de la
inspiración. Pero, además, creo que a eso le hizo bien y no me da miedo
reconocerlo, el surrealismo. Una vez le preguntaron a Aragón qué opinión le
merecía la inspiración y contesto que la inspiración sí, pero aceptada
y practicada. En eso es fundamental el aporte del surrealismo.
Todo esto proviene también del romanticismo y
sobre todo para mí de Hölderlin. Aquí he hallado un libro de él, que hace mucho
tiempo quería leer: los Ensayos. A mí me atrae Hölderlin más que
Novalis. Yo me siento más afín con él, porque es el que está más libre de
filosofía. El poeta es filósofo solo si es como los presocráticos y los rishis
vedas: elementales y mentales. De esa manera sí se pueden unir la poesía y la
filosofía, pero de la manera moderna, no, porque la moderna es una filosofía
sistemática. A mí me quedan elementos como el sueño y la visión, no los he
forzado, creo que son un hecho natural. Sin duda que es fundamental para el
poeta leer a otros poetas, es fundamental la frecuentación, pero no lo es todo,
porque creo un poco en aquello que como decía Rimbaud: la poesía es un hilo de
oro en todos los tiempos. Nunca he puesto en duda el poder de la inspiración y
no creo que haya poder que pueda destruirla.
OG | ¿Hablando de
nuevo sobre la inspiración y la creación, y considerando la inspiración como un
método libre de las ataduras conceptuales, queramos saber ¿Cómo se revela en su
poética, lo que el surrealismo practicó como escritura automática?
FM | Yo creo que
así como escritura automática no se me ha dado. Porque para mí
ella es una irrupción de la antiquisima inspiración, que ha sufrido permanentes
transformaciones a través de los tiempos. Muchos poemas han quedado intactos y
sin control. Mi método si así podemos llamarlo, es dejarlos en el cajón y
después sacarlos es fundamental. Te hace revivirlo y puede aparecer ya
perfeccionado, tanto en su espíritu como en su dicción. Y después si hay que
hacer la corrección eso afina el espíritu ó puede que la corrección sea
inferior. Homero hablaba y defendía la inspiración.
OG | Esa relación
sincrética que hallamos en su poesía y que va de la tradición y de la historia
de la pampa hasta el romanticismo y el surrealismo ¿Es en Usted un proceso
intencional y deliberado?
FM | No ha sido
deliberado. Creo que surge de todo esto que Homero, el Arcipreste de Hita, Luis
de Góngora y Garcilaso de la Vega hicieron, y lo que ellos hicieron con la
poesía fue crearla de nuevo. Mi poesía es la eclosión de todas estas
experiencias contradictorias entre una campaña arcaica y la poesía de todos los
tiempos. Ya fuera urbana, ya fuera de campaña. Yo he mezclado todo eso, pero
sin proponérmelo, a eso es lo que llamas sincretismo.
OG | Hasta ahora
ha hablado del surrealismo como movimiento que provocó de nuevo un
re-conocimiento de la inspiración ¿Qué consideración le merece el hecho oscuro
e irresoluble al parecer de las relaciones del poeta con la política? ¿Qué
poeta del movimiento en este aspecto le interesó profundamente y por qué?
FM | Del
surrealismo, aparte de la diferencia, con relación al tratamiento de la imagen,
me intereso fundamentalmente la gran lucidez con que se plantaron en aquellos
años, en que había gran confusión. Y principalmente en lo que respecta a la
relación arte y sociedad, que costó la vida por autoinmolación de muchos de
ellos, para ser en todo caso consecuentes con lo que pensaban y hacían. La
política siempre ha confundido los roles. O se obedecen su línea ó no se puede
pertenecer políticamente a él. Esta contradicción los llenaba de culpa, porque
no podían liberarse de esa manera de crear, y menos podían escribir lo que les
ordenaba el partido.
Casos como los de Crevel, Maikovski, Essenin,
Mandelstam y Gumiliev. El surrealismo dió la posibilidad de que coexistieran la
política y la poesía, sin necesidad de abolirla, sin ponerla al servicio de
nadie y de nada. Crevel fué un tipo tan puro y de una impensable rebeldía. No
sé si fue el más bello de los poetas surrealistas.
Fundamentalmente me interesó el rumbo que tomó
con Aimé Césaire, algo como un milagro, ya que el surrealismo europeo por la
política olvido el paisaje y en Césaire se da el milagro porque en su poesía
hay la denuncia de la miseria y la opresión del pueblo, lo social y lo poético,
aparece el lujo del paisaje. Admiro de los poetas es su independencia, poetas
como Rilke, O.W. de Lubicz Milosz, Valéry, Perse.
OG | En ese orden
de sensibilidad y de sensaciones ¿Existe para Usted diferencia entre el paisaje
y la naturaleza? ¿Qué es para Usted el paisaje?
FM | El paisaje
no es el tratamiento naturalista del artista, es el paisaje. El paisaje se
transforma en persona.
OG | Ya que Usted
se halla en permanentemente contacto con la tierra y la región de Corrientes
¿Cómo ha sido su percepción de ellas y en qué forma participan de su poesía?
FM | Abrí los
ojos y me rodearon grandes ríos, grandes lagunas, inmensos esteros, más
profundos y tan impracticables que no puedes ir por ellos. Millones de flores
de todos los colores y todo eso bordeado por palmeras salvajes y árboles. Ya lo
he dicho en mi texto La acuarela inmóvil, como lo has dicho. No
acepto el nacionalismo doctoral, el nacionalismo de Estado y lo que es letra
muerta, que mata la poesía. La Región es la dadora, es la madre de la poesía y
que se halla en Homero, Virgilio, Cavalcanti, Yeats y Giono.
OG | ¿Cómo y en
qué forma es penetrada su poesía por el amor y el sueño? ¿Son elementos
subsidiarios a la naturaleza o por el contrario son fundamentales a la esencia
misma de su poesía?
FM | Sin la necesidad
de la búsqueda del amor, para mí, no puede haber poesía, y sueño como
consecuencia de eso y la noche también. Una noche es un desprendimiento de
estrellas gigantes que caen al suelo.
FM | Yo las he
vivido más en forma repentina y fragmentada. No la he vivido con la sabiduría
de un Rilke y no coincide con esa larga constancia que es característica en él.
La experiencia aparece cuando uno menos la recuerda. Hay una cosa que es
fundamental para mí y que la he conservado en los libros que hecho, es hallar
que el ser más desamparado, más a la intemperie, puede ser el ser más generoso
que todos los otros hombres, yo lo he comprobado. De repente, esos hombres
hasta le salvan la vida a uno. Esos que no tienen nada. Esto es casi
confidencial.
OG | Nosotros
podríamos decir que en su poesía encontramos un elemento que encanta por la
belleza imposible de su presencia permanente, y es el de la aparición y de las
apariciones ¿De dónde proviene esto?
FM | El sentido
de la aparición yo lo aprendí en mi infancia, en la campaña Correntina, que
está llena de leyendas, casi surrealistas y poco realistas, y esto está en la
belleza excepcional de la naturaleza y en una historia sangrienta. La guerra,
que le ha dado un venero de leyendas, de memoria de hechos de sangre: peleas
entre civiles y guerras civiles. Ahí sobre eso, el pueblo posterior ha
elaborado el sentido de las apariciones, que tienen dos vertientes: una, muy
concreta, en aquella época no había Bancos y los terratenientes tenían sus
joyas y libras esterlinas en botijas de terracota. Los entierros ocurrían
y los dueños iban con un peón o dos de confianza a enterrarlas.
Esas historias se transmitían oralmente. Y sí tu
sacabas El entierro sin ser el destinado para hacerlo, para
sacarlo, iban en tu persecución fantasmas de caballería con lanzas, de demonios
y brujas. Y la otra, me hablan las mulatas. Que después de la guerra sus
abuelas les contaban, que aparecían mujeres en balsas navegando por los ríos,
suplicando y clamando al cielo por su amor muerto en la guerra. Y con ellas iba
una mulata fuerte y armada que cuidaba a su niña. Nadie se podía acercar a esa
balsa porque la multa era muy bravía. Era el desconsuelo vagante.
OG | Todo esto
tiene que ver mucho con la tradición del correntino y Usted ha extraído de ella
y de su realidad múltiple y de sus historias de amor y muerte, de lucha y odio,
la parte más esencial de su poesía ¿Hablenos un poco sobre estos hechos tan
extraordinarios?
FM | El
Correntino es fatalista y no le da valor a la vida, aunque la adora. Yo he
temblado estando entre gauchos, porque por una tontería, o lo que a uno le
parece una tontería, ellos se podían matar. Este fue de los más conmovedores
momentos históricos del pueblo, lo fue en 1938 cuando un General Gobernador que
se llamó Belon de Astrada, se levantó solo contra el tirano Rosas. En la
batalla que dio no llegaron a tiempo las fuerzas uruguayas y perdió. Las
fuerzas del tirano le mandaron degollar a él y novecientos hombres más que se
rindieron. Laguna de sangre. De la espalda de Astrada sacó una tira de piel, la
trenzó e hizo una manea, que llevó hasta su muerte.
La mentalidad de guerrero popular, que quedo de
toda esa épica al mismo tiempo nos los hacen ver como románticos y guerreros:
que se enamoran, que cantan y que fabulan. Hay dos clases: unos que no hablan
una palabra y son los más valientes. Otro que es muy peligroso, por
traicionero. El otro es frontal y más fiel al amigo, al patrón. El traidor te
mata por la espalda: te alaba y alaba y te puede matar en cualquier instante.
Y allí en medio de todo esa violencia y muerte
están las mujeres, que son muy ardientes. Caminan descalzas, aún teniendo
zapatos; porque tienen unos pies hermosos y sensuales. Ellas van descalzas
porque saben, esto sí, que incitan a los hombres. Y cuando te aman, sabes cómo
te dicen en la cama: mi rey.
OG | La
modernidad se caracterizó por el poder que instituyó e institucionalizó de la
interpretación y de su teoría de la ciencia sobre la creación ¿Qué piensa Usted
al respecto?
FM | Pueden ser
muy dañinas, salvo la disciplina que te enseña lo que no conoces. Bachelard me
interesa porque él es un poeta, aunque no haya escrito poemas. Los otros no me
sirven ni siquiera Heidegger. Yo no siento la poesía como él, yo soy arcaico de
otra manera.
OG | Ya es común
que se hable de un poeta que se ha formado en una academia o un taller de
escritores, y es más: ha ido adquiriendo un cierto status en el medio cultural
y social ¿Cree usted que es necesario e importante que el poeta se forme en una
academia o un taller?
FM | Nunca he
tenido escritorio ni taller. El taller creo que es positivo sí lo orienta un
artista, que también este allí para preguntar y para interrogarse, así puede
funcionar, aunque parezca absurdo. Habría que volver a lo socrático, a la
mayéutica.
OG | Todavía se
habla del poeta oficial, calificativo con él cual se pretende disminuir el
poder de verdad y autenticidad que pueda ó no contener la poesía de un poeta
que se adhiere al poder y al establecimiento para defender un estado de cosas
moralmente inaceptables ¿Cómo ha experimentado Usted esta cuestión?
FM | Nunca he
militado contra nada y nunca he participado de esos poderes. No hice
estridencia con mi rechazo. Yo nunca he escrito un manifiesto: en mi escritura
se ve cual es mi actitud frente a esos poderes literarios.
OG | Hay poetas
que para crear necesitan del silencio y la soledad y hacen de ellas un hecho
absolutamente necesario y fundamental para acercarse a la poesía y para invocar
a la Musa ¿Usted necesita experimentar esa clase de silencio y de soledad para
crear?
FM | No conozco
la soledad. El silencio cuando lo capté enseguida se me escapo. La soledad en
mí apunta y se va, hasta ahora. Apunta y se va. Yo estoy con mi familia y todo
eso influye mucho. No solamente son la compañía sino la necesidad que siento de
hacerles conocer aspectos del mundo, que yo he tenido el privilegio de conocer:
hombres, tierras, lugares, paisajes y temas que van a desaparecer y que yo he conocido.
OSCAR GONZÁLEZ (Colombia, 1957). Poeta, ensayista, crítico de arte y literatura, conferenciante. Coordinador de la Ruta en Estudios Estéticos (EAFIT, Medellín). Realizó Estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Medellín y de Filosofía y Letras, en la Universidad Santo Tomás. Maestro en Historia del Arte, Facultad de Artes, Universidad de Antioquia; y miembro de los grupos de investigación Sociedad, Política e Historias Conectadas (SPHC), en la línea de Historia y Arte, del Departamento de Humanidades de EAFIT y de Filosofía y Literatura del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Miembro de la Redacción de la revista Punto Seguido. Ha publicado: La Ciudad Soñada (1999); Pincel de Hierba (2000); La Trompeta de Mercurio (2001); En causa propia, Ernesto Volkening –compilación– (2004), entre otros.
LAURA AIDAR (Brasil, 1984). Artista visual y fotógrafa. Licenciada en Educación Artística por la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y graduada en Fotografía por la Escola Panamericana de Arte e Design. Fue docente en las escuelas municipales y estatales de São Paulo durante 6 años. Trabaja en proyectos sociales y otras instituciones (como el Sesc) impartiendo cursos de arte y fotografía para jóvenes y adultos. Realiza investigaciones y trabajos artísticos de autor utilizando lenguajes híbridos. Crea contenidos online sobre temas relacionados con el arte, la cultura y la comunicación desde 2019. En 2021 realizó la exposición Linhas Imaginadas, en la Galeria Casa Lebre, en Bragança Paulista. Según ella, esta exposición se caracteriza por ser un manifiesto a favor de la autonomía femenina, la expresión genuina, la elección consciente, lúcida y desilusionada. Laura es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 243 | outubro de 2023
Artista convidada: Laura Aidar (Brasil, 1984)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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