terça-feira, 10 de outubro de 2023

RICARDO CUÉLLAR VALENCIA | Harold Alvarado Tenorio – Una invitación a las revelaciones del ser



1. La subversión desde el deseo

La crítica coincide en señalar que la poesía de Alvarado Tenorio es renovadora, rica en imaginación y conocimiento del oficio.

Desde su primer libro Pensamientos de un hombre llegado el invierno hasta A través del vidrio su poesía se mueve en un universo de hechos culturales, personajes, ciudades, lugares visitados de diversas épocas y civilizaciones, al tiempo que es revelación gozosa de las pasiones, el deseo y la nostalgia que señalan días de soledad y abandono, tedio y dolor.

En Alvarado Tenorio no hay solo evocación, recreación de lo vivido y leído, también en sus versos hay, de manera singular y profunda, una reflexión en torno al ser humano, a su existencia, y de manera muy personal, a la realidad íntima del individuo. La nostalgia y el goce siempre, de forma diversa recordando el deseo, se hace presente en el poema mismo gracias a esa secreta complicidad que instaura la escritura poética de Alvarado Tenorio con el lector.

Se trata de una poesía lírica y sentenciosa, tierna y agresiva elaborada con una cuidadosa economía del lenguaje. Hay un permanente olor a submundo, a sudor, sexo, moho, desechos, sangre, herrumbre, encuentros fortuitos, y paso a paso por los laberintos de nuestra civilización el poeta va descubriendo la continua degradación del ser. Y en medio de un sentimiento trágico de la vida, llama la atención sobre la urgencia de reivindicar el deseo como arma de combate, el goce como subversión de la moral, cualquiera que sea, para inventar nuevos principios.

El poeta no se limita a declarar el goce de la carne como un acto más del hombre, dado que el poema mismo, al exaltar las pasiones eróticas, nos hace partícipes del recuerdo que finalmente es nuestro (del lector) y pervive en la intemporalidad de la palabra del poeta, ligada a la mejor tradición europea y asiática, como es el caso de la poesía de Alvarado Tenorio.

La manera como este poeta dialoga consigo mismo, las cosas, los otros, o nombra la vida es irónica y cruel, clara y sobre todo sincera, auténtica y renovadora de nuestra poesía.

 

NOTA

Publicación original: Casa del Tiempo, n° 79, México, 1988.

 


2. Entre el sarcasmo y el amor

Conocí Alvarado Tenorio en el sur de Colombia, invitado para vincularme como profesor a la Universidad de Nariño. Allí residía Hernán Henao con su esposa, Dorita Tamayo, en cuya casa me hospedé con Gloria, madre, un año después, de mi hija María Victoria. Víctor y Hernán habían sido mis maestros en los dos últimos semestres de Sociología en la Universidad Autónoma de Medellín. Dorita, literata, me relacionó con Alvarado. Éramos académicos venidos del interior del país. Con ellos y los filósofos José Miguel Wilches y Álvaro Molina Mallarino, entre otros. Todos estudiosos, buenos lectores de literatura. Por iniciativa de Alvarado integramos un Centro de Estudios. Cada fin se semana teníamos sesiones de tres o cuatro horas. Cómo olvidar, además, las largas conversaciones en el Hotel Pacífico, donde disfrutábamos el exquisito vino Leche de la mujer amada. O las reuniones en una u otra casa, verdaderos encuentros literarios, entre música, festejos y disertaciones.

Con Alvarado desarrollé una relación muy entrañable. Leíamos, en su estudio, sobre todo poesía y en especial a Borges, Whitman, Eliot y los clásicos griegos, con un fervor tal que amanecíamos, cada vez, en una celebración inolvidable. Las reuniones con los otros amigos y sus esposas no faltaban; la camaradería era de plena fraternidad.

Apenas viví un semestre en esa fría ciudad. Me instalé en Manizales, en la Universidad de Caldas. Luego Alvarado se trasladó a Bogotá. Más tarde se fue a New York donde padeció dolencias cercanas a la locura y luego a China donde vivió casi cuatro años. Sin embargo, no faltaba ocasión para encontrarnos en alguna reunión de escritores realizada en Colombia y otros países. Llegaba yo a su departamento; las lecturas comunes y conversaciones siempre fueron largas jornadas. Nunca hemos dejado de comunicarnos.

Alvarado Tenorio fue de los primeros que escribió sobre mi poesía y publicó varios textos míos en distintas páginas en algún diario donde colaboraba, y en su revista de poesía Arquitrave. Ha ejercido el periodismo con impaciente dedicación esclarecedora. Inauguró en nuestro tiempo una manera de las catilinarias más demoledoras que se conocen, entre nosotros. Sus estudios sobre literatura son leídos con atención. Sabe tratar la ironía sin piedad, la burla mordaz, la denuncia implacable o la provocación con festivo sarcasmo. Siempre tuvo ese espíritu crítico y demoledor. No es producto reciente. Tiene raíces en su búsqueda por tratar de penetrar en las secretas sendas de la poesía. Quien piense lo contrario se equivoca.

Andando el tiempo se convirtió en uno de los más agudos lectores de la literatura hispanoamericana, con muy especial atención en torno a la poesía escrita por colombianos. Sus ideas de la poesía las fue delineando con finas pinzas críticas hasta llegar a dibujar una geografía de extremo rigor que lo ha conducido a ser uno de los mayores y más sagaces analistas de muchos de los poetas colombianos, con atención fervorosa a su generación. Esta radical postura les ha conducido a polémicas no sólo por sus planteamientos sobre ciertos poetas, sino por revelar la manera como estos se han relacionado con las burocracias de turno del país y de otros. Sus denuncias son múltiples y las confrontaciones numerosas. Muchas de ellas comparto. No asumo sus radicales lecturas contra el surrealismo y sobre algunos poetas como Álvaro Mutis. A pesar de que con este poeta se ocupe más de otros asuntos que de su poesía. De estos temas hemos tratado personalmente.


Varios de sus escritos, panfletos, catilinarias u otros buscan desfondar mitos literarios, diluir fantasmas milenarios de la cultura, desnudar figuras acartonadas o esclarecer situaciones o delatar complicidades contextualizándolas; rastrea genealogías literarias; se regodea, con humor, cáustico e insolente entre obsesiones y delirios; denuncia impostores; no deja de observar y evidenciar las maquinarias burocráticas que otorgan, sin pudor, premios literarios y otras prebendas. A veces es directamente provocador. Se sumerge en la historia social, política y cultural para entender realidades literarias y desentrañar la presencia de ciertos personajes y nefastos protagonistas de la cultura. Con autoridad intelectual se coloca del lado de la exigencia para cuestionar ciertos escritores. En fin. Este es apenas un retrato parcial del periodista donde aparece a veces el conservador, a veces el liberal, a veces el anarquista. Difícil, de verdad, clasificarlo.

Otro es el hombre solitario. El que sufre. Aquel doliente sumergido en una trenzada sensibilidad que desde el padecimiento físico, psicológico o espiritual pasa por los raptos de lucidez que sabiamente acata el poeta que lo posee. Es sobre todo un poeta.


Alvarado Tenorio es un poeta, un crítico y un periodista cultural de primera línea. No es necesario compartir todas sus ideas y posturas para reconocer sus aportes en varios sentidos. Su obra poética crece con el paso de los años, en los que toca esencias de la condición humana, partiendo, siempre, de los clásicos de todos los tiempos, con una fineza que se aloja en la nostalgia, la ironía y las revelaciones del amor y el erotismo como pocos. Ha llegado a distanciarse del poema largo. Lo seducen las líneas precisas, el verso clarividente, en la línea lírica tan antigua como moderna. Con Borges aprendió a leer los griegos y latinos. Sus estudios, comentarios y entrevistas con el argentino son excelentes, más allá de la pretensión del trabajo periodístico dado que rebasan las manidas y epidérmicas referencias al escritor. Sus traducciones al español, desde el griego y el inglés, de Kavafis siguen siendo una de las mejores por la manera como se apropia de un lenguaje poético donde los saberes del cuerpo dan vida a una poesía propia de nuestro tiempo. No puedo de dejar de mencionar sus sabias traducciones de Eliot y de otros que nos ha puesto en las manos en diferentes publicaciones. La antología de la poesía amorosa china es un aporte, no sólo por la novedad, sino por la manera como entra a ella, desde la historia de la misma en su memorable ensayo introductorio, hasta lograr comunicarnos con creadores tan distantes, diferentes en los lenguajes y culturas, pero al fin poetas que Alvarado, desde condiciones subjetivas muy personales pudo leer y acercarnos a ellos.

No hay poeta colombiano del siglo XX en que Alvarado Tenorio no se haya interesado por su lectura crítica, y ha aportado, en varios casos, antologías y estudios sociológicos y literarios de necesaria referencia, hoy en día. Además de sus exámenes críticos de los contemporáneos, los más polémicos, los que mayor reserva o encono han generado. Ha meditado sobre la historia de Colombia y otras naciones. Ha pensado en voz alta sobre la condición humana. Este hombre crítico y polémico, arrojado a las lecturas más audaces y siniestras de sus coetáneos, es un poeta que la poesía lo somete a sus más finas y agudas reflexiones y obvio a un trabajo de creación implacable.

 

NOTA

Publicación original: El Heraldo, Chiapas, 1 de agosto de 2012.




RICARDO CUÉLLAR VALENCIA (Colombia, 1946). Poeta, ensayista, editor y profesor universitario. Durante 35 años ha ejercido la cátedra universitaria en diversas universidades de México, España y Colombia. Su experiencia académica pasa por la regencia de cátedras en materias de Ciencias Sociales, Poética, Crítica literaria, Metodología de la Investigación Literaria e Historia de la Literatura Hispanoamericana. Ha ejercido el periodismo cultural como editor de suplementos, revistas y columnista en distintos diarios, en Colombia y México. Ha publicado los libros de poesía Fatiga de los cereales (1977), Sereno secreto de morir (1985), Pasos del sueño y el insomnio (1991), De los Mitos de Coyatoc (1992), Rosa del destino (2000), Los cielos de mi cuerpo y Ojos dorados del cuerpo (2002). Entre sus publicaciones ensayísticas se encuentran, entre otras: Simón Bolívar y las guerras de independencia en la Nueva Granada, Escritores chiapanecos del siglo XVII y Fray Matías de Córdoba o el pensamiento criollo en el siglo XVII en Guatemala. Ha sido director del Departamento de Literatura de la Universidad Autónoma de Chiapas, México, en el cual se editó la colección “Poesía no eres tú”, y director y editor de la revista cultural Boca de Polen, en la misma universidad. Cursó, en 2004, en la Universidad de Valladolid, los seminarios del doctorado “El Quijote y la novela moderna”.




KAREL DEMEL (República Checa, 1942). Diseñador gráfico e ilustrador, expone con frecuencia en países como Alemania, Bélgica y los Países Bajos. Su obra contempla un diálogo permanente con temas figurativos que el artista encuentra en ambientes teatrales, poéticos y musicales. Karel es el artista invitado de nuestra edición.







Agulha Revista de Cultura

Número 241 | outubro de 2023

Artista convidada: Karel Demel (República Checa, 1942)

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023 

 


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