Por todo eso, me encantó la
invitación de Aida para comentar su libro, pero aclaro al público lector que, a
pesar de que escribo no soy literata, por lo tanto, las ideas que compartiré, más
bien, surgen de esa frontera entre la sociología, el mundo del arte y los feminismos.
El límite
de lo que puede acariciarse
es un libro, sí lo es, un dispositivo llamado libro, pero a la vez es un
tributo, un homenaje a las mujeres que le abrieron brecha para lanzarse del
abismo y renacer, es también una femealogía, [1] una invitación, una bitácora, una crónica, un antídoto, una
receta para el alma.
En tanto dispositivo libro, está conformado
de tres partes y 34 poemas. Desde el título sabemos que es una invitación a lo sensorial
(la caricia), más bien a un umbral sensorial, a pararnos justo en el momento
que se asume que algo llegó a su fin. El libro, entonces, es una invitación de
la autora a ser parte de -ya que estamos hablando de sensaciones- su umbral
terminal, es decir ponerle un punto final a una sensación que, de sostenerla,
se volvería insoportable. El recorrido del libro es una bitácora del adiós.
Pero, no solo. Es además una crónica del renacer.
1.
Alejandra
Kollontai (1976), retomando la lógica marxista, propuso cuando perfiló a la mujer nueva, que no alcanza con tomar
conciencia de la opresión hay que actuar para transformar esa condición. Y la
traigo a esta reseña porque Aida presenta la primera parte como el relato de
ese proceso de toma de conciencia, en “Pequeño cuarto propio” – en alusión a la
obra homónima de Virginia Wolf de 1929– es el momento en el que escribe para
ella, para alimentar su toma de conciencia.
Proceso
Me
construyo/ Me armo/ Me leo y me transformo//Me doy identidad/me dibujo/ Me
bosquejo. Existo.
En el libro Aida le puso de título Proceso. Yo prefiero llamarlo Manifiesto
Un proceso del cual no se sale
indemne, hay dolor (¡vieras como duele!), supura, arde, hiere. Pero se
despierta
“Aprendí
que, para salvarme, había que despertar”.
Escribe para ella, lo recalco. Pero,
también es una bitácora, por lo tanto, mientras narra su recorrido va dejando
un rastro para las otras. Para nosotras. Traza una ruta que fue delineando
asida a los hilos que antes comenzaron a tejer nuestras ancestras. En la trenza femealógica hay memorias y
rastros de muchas que fueron convocadas al aquelarre, algunas están nombradas,
otras aludidas.
De hecho, de sustantivo se volvió
verbo y de Sojourner, Aida acuñó sojournear
para definir la acción de habitar un cuerpo y ser consciente de habitarlo, de renacer,
de luchar en las situaciones más adversas, de no darse por vencidas.
Sojurnear
es habitar el cuerpo que me permite ser la que firma el texto,
la que en libertad dice lo que
piensa,
o que siente,
lo que le molesta
y se coloca todos los días
críticamente
frente al mundo y la época que le tocó en
suerte!
Volviendo al fuego y a las
convocadas. Aparecen en el recorrido María Zambrano, Clarice Lispector, Rosario
Castellanos,
Anne
Sexton,
Silvia
Plath
Alejandra
Pizarnik
Ana
María Rodas
Rosalía
de Castro
Violeta
Parra
Sor Juana Inés de la Cruz
“Ellas/ todas dibujaron un mapa de
esos lugares a donde huir si se necesita, me legaron una permanente sensación
de vértigo que me hace, que me obliga, que me emplaza a lanzarme al vacío en
caso necesario”, explica Aida en Discípula
que es un tributo hermoso a cada una. Un homenaje a ellas, un legado para
nosotras.
2.
La
segunda parte nombrada como Torcer el
cuello del amado está escrita en clave de puente, para que otras lo
crucemos. Y tiene este título particular porque apela a asfixiar en nosotras el
amor romántico que nos han inculcado y que tanto daño nos ha causado, ahora, y
en la historia.
Torcerle el cuello es negar la
negación, es superar un estadío de esclavitud, codependencia, hastío. Torcerle
el cuello al amor romántico (y burgués, diremos algunas) es despojarse del
dolor, recuperar memorias ancestrales y comenzar el camino de la autonomía.
Autonomía que algunas encontraremos
en la palabra, en la militancia, en las artes, en la academia…. En el encuentro
con las otras.
“Harta de buscar la llave, de buscar
la puerta, de buscar la casa, de buscar al hombre,
pensó en un íngrimo punto transparente,
al final de la línea de un poema,
Un punto final invisible e
irreductible, se dijo y lo puso” dice Aida en Una Cronopia.
Y me quedé pensando cuando encontré
la evocación a Cortázar, ¿por qué fue invitado?
…
Lo supe al reflexionar sobre el punto
final del poema. Porque mientras Aida escribía ese invisible e irreductible
punto, se produjo un tránsito desde el final de la composición hacia el
principio de su auto-afirmación. Otro umbral, otro puente.
Cortázar (1962) definió a los
cronopios como seres que nunca terminan de ser completamente humanos, como
seres indefinidos que perviven en un constante aún no ser. Sin embargo, con
este poema la autora se proclama cronopia, no para perpetuar esa existencia/no
existencia de la subalternidad patriarcal, sino para ser, entera y
completamente, para sí misma, reclamando para sí la rebeldía, la algarabía, la
palabra, mas no la sujeción.
3.
La
última parte, Tumbas, está escrito
hacia el pasado, al tiempo que debe enterrarse para que la autonomía se encarne.
Está escrito para un él que “era un Dios” a quien le dice “hace años pensaba en
usted, sin pedir nada, era nada más y nada menos que un acto revolucionario.
Hoy puedo afirmar que darle a un hombre que no me amaba la cantidad de años que
le di a usted fue nada más y nada menos que un error irreparable”.
El libro en sus tres partes es irreverente,
desmitifica los lugares y los comportamientos que se espera de las mujeres,
pero, además le planta cara a la poesía delicada que se espera de ellas/nosotras
y usa un lenguaje más descarnado, sin eufemismos. Enfrenta y denuncia la realidad vivida como
género oprimido, por momentos es un grito ahogado y, por otros, uno estrepitoso,
apelando a palabras afiladas para entrarle con firmeza a los estereotipos.
Aida escribe este libro desde la incomodidad,
por ratos desde el vacío, la impotencia, la rabia. A veces desde la soledad y
el agotamiento. Sin embargo, no es un soliloquio, no es la desesperanza ni la
derrota la que nos ofrece. Escribe desde la certeza que las palabras son las herramientas
desde las que asume la responsabilidad de contribuir a liberar ataduras, a
romper los límites que otros han levantado, a derrumbar muros. En este momento
histórico donde los cuerpos de las mujeres son avasallados, mutilados, desechados
es un libro que nos ofrece recetas para desmontar clivajes, que nos invita a
acompañarla en el camino de la autonomía. Es, por lo menos, un hermoso regalo.
Un regalo que agradezco con estas
palabras con las que cierro
Querida animala de corazón salvaje, a vos que pensás y sentís, que buscás,
despertás, decidís. caminas, salís del lodo, atravesás el puente.
Querida animala triste que volvés sobre tu herida, la escarbás, sanás. A
vos que buscás y te buscas en el espejo, formulás preguntas incómodas como
aquella de “¿existe el quedarse para
siempre?” o “¿no está obsoleto ya ese final del beso?” A vos, la que escribe
como salvoconducto, la que sana con palabras, la que sigue escribiendo durante
el duelo y después también, la que reinterpreta la historia porque no quiere
asumir la que le impusieron. La que crea un verso y decide cual es y dónde debe
ir el punto final (en las oraciones y en las relaciones).
A ti, la mujer al borde de su
epitafio, la que lava sus culpas, entierra ilusiones de lo que nunca será, te
digo gracias por este regalo, porque es de ti de quien escribías, pero es de
todas también. Y estas letras son tuyas, pero ahora pasan a ser nuestras.
¡Gracias!
NOTA
1. Femealogía es un término que propuso Ana Silvia Monzón
(2015) para aludir a las genealogías femeninas, es “la elaboración de una
memoria histórica de las mujeres como una condición necesaria para construir
una identidad política que sustente su acción política” (p.11).
Referencias bibliográficas
bell
hooks. (2020). ¿Acaso no soy una mujer? Mujeres negras y feminismo.
consonni.
Cortázar,
J. (1962). Historias de Cronopios y de
Famas. Alfaguara.
Kollontai,
A. (1976). Marxismo y revolución sexual. Miguel
Castellote.
Monzón,
A. S. (2015). Las mujeres,
los feminismos y los movimientos sociales en Guatemala:
relaciones, articulaciones y desencuentros.
Cuaderno de Debate (4). Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede
Guatemala. www.puees.unam.mx/curso2021/materiales/Sesion13/Monzon_LasMujeresLosFeminismosYLosMovimientosSociales.pdf
SILVIA LILIAN TRUJILLO CORDOBES. Nació en Uruguay. Vive en la ciudad de Guatemala. Es socióloga por la Universidad de Buenos Aires y tiene maestría en “Derechos humanos, género y acceso a la Justicia” de la Universidad San Carlos de Guatemala. Es feminista y migrante. Se ha especializado en comunicación, género y derechos de las mujeres. Es docente en la Universidad Rafael Landívar, columnista e investigadora social.
DAMARIS CALDERÓN (Cuba, 1967). Poeta, narradora, pintora, docente y ensayista. Ha publicado más de dieciséis libros en varios países, entre ellos Cuba, Chile, Alemania, España y México. Participó en festivales internacionales de poesía en Holanda, Francia, Uruguay, Argentina, Perú, México, entre otros países. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, holandés, francés, alemán, noruego y serbocroata e incluida en numerosas antologías de poesía cubana y latinoamericana contemporánea. En esta edición de Agulha Revista de Cultura presentamos otro aspecto fundamental de su inquietud creativa, su obra plástica. En entrevista, Damaris revela: Para mí la cultura está ligada a la tierra, a sus orígenes, al hecho de escribir, de cribar, de labrar; la escritura en bustrófedon, que era la manera de los bueyes y el paisaje. Y eso es. Si uno mira la literatura latinoamericana se va haciendo conciencia de paisajes diferenciados; ustedes tienen esto, nosotros esto otro. Recuperar la conciencia de que somos un todo, de que el cuidado del ecosistema, de la planta, de cada árbol, es parte también del cuidado del ser humano, del planeta. Los árboles y el paisaje escriben su propia poética, su propia música. Una pintura con la que ningún pintor podría competir. En ese sentido, sentir que coexistimos, que nos nutrimos y debemos cuidarnos. Son palabras que encajan muy bien en su pintura, cuyas líneas, ángulos, colores, se mezclan en la búsqueda de un punto erótico en el que el hombre se revela parte de ese todo que ella también evoca en su poesía.
Agulha Revista de Cultura
Número 253 | julho de 2024
Artista convidada: Damaris Calderón (Cuba, 1967)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2024
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário