segunda-feira, 15 de julho de 2024

SILVIA TRUJILLO CORDOBES | Aida Toledo – El límite de lo que puede acariciarse

 


Antes de analizar la poesía de Aida Toledo, considero importante situar desde donde parto, en que cuerpo e historia se encarnan mis comentarios. Soy una mujer que escribe sobre lo que me conmueve, lo que me interpela, lo que me salva de la muerte. Escribo, en singular y a veces en plural, para que “la realidad” no me aniquile. La mayoría de las veces lo hago para vencer la incomodidad, la impotencia o la rabia. Me niego a escribir desde la derrota o desde la desesperanza porque sé que las palabras son mi trinchera y mi salvoconducto.

Por todo eso, me encantó la invitación de Aida para comentar su libro, pero aclaro al público lector que, a pesar de que escribo no soy literata, por lo tanto, las ideas que compartiré, más bien, surgen de esa frontera entre la sociología, el mundo del arte y los feminismos.

El límite de lo que puede acariciarse es un libro, sí lo es, un dispositivo llamado libro, pero a la vez es un tributo, un homenaje a las mujeres que le abrieron brecha para lanzarse del abismo y renacer, es también una femealogía, [1] una invitación, una bitácora, una crónica, un antídoto, una receta para el alma.

En tanto dispositivo libro, está conformado de tres partes y 34 poemas. Desde el título sabemos que es una invitación a lo sensorial (la caricia), más bien a un umbral sensorial, a pararnos justo en el momento que se asume que algo llegó a su fin. El libro, entonces, es una invitación de la autora a ser parte de -ya que estamos hablando de sensaciones- su umbral terminal, es decir ponerle un punto final a una sensación que, de sostenerla, se volvería insoportable. El recorrido del libro es una bitácora del adiós. Pero, no solo. Es además una crónica del renacer.  

 

1.

Alejandra Kollontai (1976), retomando la lógica marxista, propuso cuando perfiló a la mujer nueva, que no alcanza con tomar conciencia de la opresión hay que actuar para transformar esa condición. Y la traigo a esta reseña porque Aida presenta la primera parte como el relato de ese proceso de toma de conciencia, en “Pequeño cuarto propio” – en alusión a la obra homónima de Virginia Wolf de 1929– es el momento en el que escribe para ella, para alimentar su toma de conciencia.

Proceso

Me construyo/ Me armo/ Me leo y me transformo//Me doy identidad/me dibujo/ Me bosquejo. Existo.

En el libro Aida le puso de título Proceso. Yo prefiero llamarlo Manifiesto

Un proceso del cual no se sale indemne, hay dolor (¡vieras como duele!), supura, arde, hiere. Pero se despierta

“Aprendí que, para salvarme, había que despertar”.

Escribe para ella, lo recalco. Pero, también es una bitácora, por lo tanto, mientras narra su recorrido va dejando un rastro para las otras. Para nosotras. Traza una ruta que fue delineando asida a los hilos que antes comenzaron a tejer nuestras ancestras.  En la trenza femealógica hay memorias y rastros de muchas que fueron convocadas al aquelarre, algunas están nombradas, otras aludidas.


Entre ellas, la escritora, educadora y activista feminista y antirracista bell hooks, afroamericana que escribía su nombre en minúscula, combinando los nombres y apellidos de su madre y de su abuela, porque “mayúsculas han de ser las ideas” (2020); Sojourner Truth, (1797-1883) nacida con el nombre de Isabella Bomfree, una mujer que habiendo nacido esclava se liberó y le ganó el primer juicio a un esclavista en Estados Unidos y quien, en 1851, se animara a pronunciar una denuncia, conocida como ¿Acaso no soy una mujer? donde puso de manifiesto la doble opresión como mujer y como negra en la lucha por el sufragio femenino en EEUU.

De hecho, de sustantivo se volvió verbo y de Sojourner, Aida acuñó sojournear para definir la acción de habitar un cuerpo y ser consciente de habitarlo, de renacer, de luchar en las situaciones más adversas, de no darse por vencidas.

Sojurnear es habitar el cuerpo que me permite ser la que firma el texto,

la que en libertad dice lo que piensa,

o que siente,

lo que le molesta

y se coloca todos los días críticamente

 frente al mundo y la época que le tocó en suerte!

 

Volviendo al fuego y a las convocadas. Aparecen en el recorrido María Zambrano, Clarice Lispector, Rosario Castellanos,

Anne Sexton,

Silvia Plath

Alejandra Pizarnik 

Ana María Rodas

Rosalía de Castro

Violeta Parra

Sor Juana Inés de la Cruz

“Ellas/ todas dibujaron un mapa de esos lugares a donde huir si se necesita, me legaron una permanente sensación de vértigo que me hace, que me obliga, que me emplaza a lanzarme al vacío en caso necesario”, explica Aida en Discípula que es un tributo hermoso a cada una. Un homenaje a ellas, un legado para nosotras.

 

2.

La segunda parte nombrada como Torcer el cuello del amado está escrita en clave de puente, para que otras lo crucemos. Y tiene este título particular porque apela a asfixiar en nosotras el amor romántico que nos han inculcado y que tanto daño nos ha causado, ahora, y en la historia.

Torcerle el cuello es negar la negación, es superar un estadío de esclavitud, codependencia, hastío. Torcerle el cuello al amor romántico (y burgués, diremos algunas) es despojarse del dolor, recuperar memorias ancestrales y comenzar el camino de la autonomía.

Autonomía que algunas encontraremos en la palabra, en la militancia, en las artes, en la academia…. En el encuentro con las otras.

“Harta de buscar la llave, de buscar la puerta, de buscar la casa, de buscar al hombre,

pensó en un íngrimo punto transparente, al final de la línea de un poema,

Un punto final invisible e irreductible, se dijo y lo puso” dice Aida en Una Cronopia.

Y me quedé pensando cuando encontré la evocación a Cortázar, ¿por qué fue invitado?

Lo supe al reflexionar sobre el punto final del poema. Porque mientras Aida escribía ese invisible e irreductible punto, se produjo un tránsito desde el final de la composición hacia el principio de su auto-afirmación. Otro umbral, otro puente. 

Cortázar (1962) definió a los cronopios como seres que nunca terminan de ser completamente humanos, como seres indefinidos que perviven en un constante aún no ser. Sin embargo, con este poema la autora se proclama cronopia, no para perpetuar esa existencia/no existencia de la subalternidad patriarcal, sino para ser, entera y completamente, para sí misma, reclamando para sí la rebeldía, la algarabía, la palabra, mas no la sujeción.

 

3.

La última parte, Tumbas, está escrito hacia el pasado, al tiempo que debe enterrarse para que la autonomía se encarne. Está escrito para un él que “era un Dios” a quien le dice “hace años pensaba en usted, sin pedir nada, era nada más y nada menos que un acto revolucionario. Hoy puedo afirmar que darle a un hombre que no me amaba la cantidad de años que le di a usted fue nada más y nada menos que un error irreparable”.

El libro en sus tres partes es irreverente, desmitifica los lugares y los comportamientos que se espera de las mujeres, pero, además le planta cara a la poesía delicada que se espera de ellas/nosotras y usa un lenguaje más descarnado, sin eufemismos.  Enfrenta y denuncia la realidad vivida como género oprimido, por momentos es un grito ahogado y, por otros, uno estrepitoso, apelando a palabras afiladas para entrarle con firmeza a los estereotipos. 

Aida escribe este libro desde la incomodidad, por ratos desde el vacío, la impotencia, la rabia. A veces desde la soledad y el agotamiento. Sin embargo, no es un soliloquio, no es la desesperanza ni la derrota la que nos ofrece. Escribe desde la certeza que las palabras son las herramientas desde las que asume la responsabilidad de contribuir a liberar ataduras, a romper los límites que otros han levantado, a derrumbar muros. En este momento histórico donde los cuerpos de las mujeres son avasallados, mutilados, desechados es un libro que nos ofrece recetas para desmontar clivajes, que nos invita a acompañarla en el camino de la autonomía. Es, por lo menos, un hermoso regalo.

Un regalo que agradezco con estas palabras con las que cierro

Querida animala de corazón salvaje, a vos que pensás y sentís, que buscás, despertás, decidís. caminas, salís del lodo, atravesás el puente.

Querida animala triste que volvés sobre tu herida, la escarbás, sanás. A vos que buscás y te buscas en el espejo, formulás preguntas incómodas como aquella de “¿existe el quedarse para siempre?” o “¿no está obsoleto ya ese final del beso?” A vos, la que escribe como salvoconducto, la que sana con palabras, la que sigue escribiendo durante el duelo y después también, la que reinterpreta la historia porque no quiere asumir la que le impusieron. La que crea un verso y decide cual es y dónde debe ir el punto final (en las oraciones y en las relaciones).

A ti, la mujer al borde de su epitafio, la que lava sus culpas, entierra ilusiones de lo que nunca será, te digo gracias por este regalo, porque es de ti de quien escribías, pero es de todas también. Y estas letras son tuyas, pero ahora pasan a ser nuestras.

¡Gracias!

 

NOTA

1. Femealogía es un término que propuso Ana Silvia Monzón (2015) para aludir a las genealogías femeninas, es “la elaboración de una memoria histórica de las mujeres como una condición necesaria para construir una identidad política que sustente su acción política” (p.11).

 

Referencias bibliográficas

bell hooks. (2020). ¿Acaso no soy una mujer? Mujeres negras y feminismo. consonni.

Cortázar, J. (1962). Historias de Cronopios y de Famas. Alfaguara.

Kollontai, A. (1976). Marxismo y revolución sexual. Miguel Castellote.

Monzón, A. S. (2015). Las mujeres, los feminismos y los movimientos sociales en Guatemala:

relaciones, articulaciones y desencuentros. Cuaderno de Debate (4). Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Guatemala. www.puees.unam.mx/curso2021/materiales/Sesion13/Monzon_LasMujeresLosFeminismosYLosMovimientosSociales.pdf

 

 


SILVIA LILIAN TRUJILLO CORDOBES. Nació en Uruguay. Vive en la ciudad de Guatemala. Es socióloga por la Universidad de Buenos Aires y tiene maestría en “Derechos humanos, género y acceso a la Justicia” de la Universidad San Carlos de Guatemala. Es feminista y migrante. Se ha especializado en comunicación, género y derechos de las mujeres. Es docente en la Universidad Rafael Landívar, columnista e investigadora social. 

 

 

 


DAMARIS CALDERÓN (Cuba, 1967). Poeta, narradora, pintora, docente y ensayista. Ha publicado más de dieciséis libros en varios países, entre ellos Cuba, Chile, Alemania, España y México. Participó en festivales internacionales de poesía en Holanda, Francia, Uruguay, Argentina, Perú, México, entre otros países. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, holandés, francés, alemán, noruego y serbocroata e incluida en numerosas antologías de poesía cubana y latinoamericana contemporánea. En esta edición de Agulha Revista de Cultura presentamos otro aspecto fundamental de su inquietud creativa, su obra plástica. En entrevista, Damaris revela: Para mí la cultura está ligada a la tierra, a sus orígenes, al hecho de escribir, de cribar, de labrar; la escritura en bustrófedon, que era la manera de los bueyes y el paisaje. Y eso es. Si uno mira la literatura latinoamericana se va haciendo conciencia de paisajes diferenciados; ustedes tienen esto, nosotros esto otro. Recuperar la conciencia de que somos un todo, de que el cuidado del ecosistema, de la planta, de cada árbol, es parte también del cuidado del ser humano, del planeta. Los árboles y el paisaje escriben su propia poética, su propia música. Una pintura con la que ningún pintor podría competir. En ese sentido, sentir que coexistimos, que nos nutrimos y debemos cuidarnos. Son palabras que encajan muy bien en su pintura, cuyas líneas, ángulos, colores, se mezclan en la búsqueda de un punto erótico en el que el hombre se revela parte de ese todo que ella también evoca en su poesía.

 


Agulha Revista de Cultura

Número 253 | julho de 2024

Artista convidada: Damaris Calderón (Cuba, 1967)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


∞ contatos

https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/

http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

 






 

  

 

Nenhum comentário:

Postar um comentário