quinta-feira, 13 de fevereiro de 2025

GUILLERMO GARCÍA DOMINGO | Rafael Soler y las razones del hombre delgado

 


Morir para contarlo

No está en mi ánimo contradecir a Rafael Soler, que ha tenido a bien titular su obra poética completa, “Vivir es un asunto personal” (2021), pero el auténtico asunto inaplazable y personal que nos traemos entre manos los que tenemos la suerte de vivir es el de la muerte. Este es precisamente el tema abordado por este mismo autor en su poemario más reciente (incluido en la obra completa citada antes), “Las razones del hombre delgado” que, con acierto, ha sido publicado por separado en la editorial Nueva York Poetry Press de EE.UU. Soler siempre ha demostrado tener en gran estima a los lectores de habla hispana del otro lado del Atlántico, que a su vez le han brindado el apoyo que la excelencia literaria de este poeta merece.

No hay mejor prueba de ella que este libro. Desde la publicación de “Nada grave” de Ángel González, y con el permiso del libro póstumo de Francisco Brines, no había leído un libro que versara sobre este tema universal que me produjera tal conmoción.

En torno a la muerte los seres humanos hemos mantenido una conversación ininterrumpida (que probablemente iniciaron, con el beneplácito de Platón, Cebes, Simias y Sócrates unas horas antes de que este último muriera) hasta el advenimiento de este primer tercio del siglo XXI. La sociedad actual ha dado a entender que no quiere saber nada de la muerte. Ha enmudecido ante ella, o lo que es peor, ha decidido ignorarla como hacen los nuevos millonarios que calzan zapatillas deportivas, quienes albergan el sueño transhumanista de no tener que enfrentarse a ella en un futuro próximo. Rafael Soler, sin embargo, toma partido por Montaigne, para quien es necesario familiarizarse con la muerte, y da la palabra a los muertos (y a la muerte), que naturalmente están deseando hablar, condenados como están al silencio. No hay asomo de duda: “rasurada el alma/estoy aquí para contarlo”. No es de extrañar, ya que tienen muchas cosas provechosas que decirnos, puesto que los muertos, al parecer, en su nuevo estado, alcanzan certezas que la vida les escatimó, como le ocurre al “finado” que Soler nos muestra de cuerpo presente, quien, al tiempo que adelgaza, se vuelve más sabio.

Los que están “al otro lado” jamás se confesarían delante de alguien que no acreditara poseer el don de la poesía. Ya no tienen necesidad de engañar a nadie y hay palabras que están de más. El poeta insinúa que el fallecido se encuentra en una antesala de la muerte definitiva, una suerte de limbo, como les ocurre a los personajes inolvidables que habitan el “Bardo” en el libro titulado “Lincoln en el Bardo” de George Saunders, así que parece tener prisa por hacerse cargo de su situación antes de que acontezca la desaparición inapelable. Los versos, de pocas sílabas, que cierran los poemas, que nunca son prolijos, son extraordinarias sentencias, que en algunos casos suenan como lo haría la tapa de un ataúd antes de cerrarse para siempre, y en otras ocasiones reverberan en la mente del lector durante mucho tiempo.


La gravedad del tema agradece las intervenciones descaradamente divertidas de la mismísima Muerte, caracterizada como una anfitriona lisonjera y burlona, que da la bienvenida a un huésped que viene para quedarse. Ella o Él es uno de los vértices del triángulo de personajes que dibuja Soler, los otros dos son el que “pasa a mejor vida” y la viuda del ausente, que es una de las sorpresas más gratas de este libro. Los tres se asoman al interior del triángulo, donde reside el misterio, desde ángulos distintos. Al “hombre delgado” le cuesta hacerse a la idea, hay muchos poemas dedicados a la aceptación de su irreversible circunstancia, como él mismo dice, pasar de “habitar el cuerpo que te dieron a ser habitado por las sombras”, aunque también es verdad que “bastaría un hilo/un hilo de luz para volver/y volvería”. Mientras tanto, en el mundo de los vivos pasan dos años, y luego cinco, la esposa del fallecido no sabe “cómo habitar de nuevo lo perdido”, y nos dedica algunos de los mejores y más sentidos versos. Rafael Soler es consciente de ello: “a ver si ahora tan vestidita/la poeta poeta poeta resulta que soy yo”.

Antes de guardar silencio como un muerto, por respeto a la tarea que le corresponde al lector, me gustaría proponer a cualquiera que haya leído hasta aquí que encuentre ese pájaro que Rafael Soler ha escondido entre las páginas de su libro. Ya me contarán, si algún día nuestras vidas se cruzan. No se priven de la experiencia íntima y única de leer este libro inolvidable.

 

 

TRES POEMAS DE RAFAEL SOLER

 

Una mujer se observa cautelosa en el espejo

agoniza un anciano de espaldas a su banco

busca el poeta las sílabas precisas

 

busca el poeta las sílabas precisas

comienza a nevar y son las doce

 

comienza a nevar

 

suspira una mujer y son las doce

calla una mujer cuando repite

ahora soy la que dijeron

 

agoniza el alto mariscal del abandono

calla en su banco cuando dice

no fui el que pidieron

 

busca el poeta detrás de las cortinas

abre el poeta del sol los monederos

talla el poeta su impaciencia oscura

 

comienza a nevar

 

copos de a cinco uncidos por el viento

cumpliendo su destino

 

maldice el anciano mírate

sonríe la dama mírame

acecha el poeta mírales

 

comienza a nevar

desde la cuna al nicho.

 



***

 

El anciano que ha perdido la paciencia

aparta la urgencia de los tubos

 

deja al neón que palidezca

 

y en su butaca escucha

voces que mecen su blablá

 

corros cotorras en edad de merecer

severas advertencias del jugador de golf

 

final en soledad

que anuncia un negro pozo

 

el anciano que bien dijo

morir a los veinte pido

ser eterno

 

limpia de su nariz la sonda

tensa su arcabuz para el disparo

 

morir a los veinte pido

 

y así cierra los ojos

que un día fueron suyos

 

alboroto capilar de los pulmones

rumor con viento

 

ser eterno.

 



***

 

Y poco después

en un ritual falsamente alentador

ella se incorpora

 

un acercamiento podríamos decir

a cuanto fueron

casi tocando la inerte mano oscura

 

pero el cristal

 

movimiento de corto vuelo el suyo

pues nadie en sus cabales interrumpe

ese tránsito del alma

 

cuando cumplido el viaje

toca rendir cuentas a terceros

todos esperando con su hisopo

 

estoy aquí estoy aquí

 

estoy aquí estoy aquí

la inerte mano oscura.




GUILLERMO GARCÍA DOMINGO (España, 1975). Profesor de Filosofía en el IES Ana María Matute (Velilla de San Antonio, Madrid), y lleva ejerciendo la docencia desde hace más de 25 años. Es autor de La escuela de la aventura (2004), la biografía de Lorenzo Milani (2004) e It’s only Cartesiu, but I like it: con todos ustedes, otro Descartes (2016), dedicado al filósofo francés. Desde hace dos años colabora como redactor en la revista musical El Giradiscos.





MANOEL D’ALMEIDA E SOUSA (Portugal, 1947). Poeta e artista visual. Sua obra possui um acento valioso na esfera do humor. Fazedor de coisas (simples) e criador de canídeos. Passou por vários sítios incluindo a Escola Superior de Teatro e Cinema. É fundador do projeto associativo Mandrágora onde encenou e atuou como figurante. Já pintou, desenhou e fez revistas – entre elas a Bicicleta. A seu respeito escreveu Nicolau Saião: Almeida e Sousa acentua mais ou menos conscientemente o contraste entre a reposição parcial da antiga legibilidade e o exterior atmosférico a que usa chamar-se passado. É, obviamente, um exilado da tal pintura de tradição. Os seus quadros assemelham-se a violentas sacudidelas na sua vida de pessoa que intervém mediante os materiais, os traços, a cor ou a ausência de cor, na sequência do quotidiano. É o acaso que o motiva ou, pelo contrário, é uma deliberada atenção a tudo o que o rodeia? Que possui bons olhos de pintor e independência de espírito – e de razão conceptual – não sofre dúvida. Ele subverte – e nas suas colagens isso é muito perceptível – muito do tempo presente. Mas isso é evidentemente uma busca lúcida do futuro. Manoel d’Almeida e Sousa é o artista convidado da presente edição de Agulha Revista de Cultura.

 


Agulha Revista de Cultura

CODINOME ABRAXAS # 01 – REVISTA ALTAZOR (CHILE)

Artista convidado: Manoel d’Almeida e Sousa (Portugal, 1947)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2025



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