Morir para contarlo
No está
en mi ánimo contradecir a Rafael Soler, que ha tenido a bien titular su obra poética
completa, “Vivir es un asunto personal” (2021), pero el auténtico asunto inaplazable
y personal que nos traemos entre manos los que tenemos la suerte de vivir es el
de la muerte. Este es precisamente el tema abordado por este mismo autor en su poemario
más reciente (incluido en la obra completa citada antes), “Las razones del hombre
delgado” que, con acierto, ha sido publicado por separado en la editorial Nueva
York Poetry Press de EE.UU. Soler siempre ha demostrado tener en gran estima a los
lectores de habla hispana del otro lado del Atlántico, que a su vez le han brindado
el apoyo que la excelencia literaria de este poeta merece.
No hay mejor prueba de ella que este libro. Desde la publicación de “Nada
grave” de Ángel González, y con el permiso del libro póstumo de Francisco Brines,
no había leído un libro que versara sobre este tema universal que me produjera tal
conmoción.
En torno a la muerte los seres humanos hemos mantenido una conversación ininterrumpida
(que probablemente iniciaron, con el beneplácito de Platón, Cebes, Simias y Sócrates
unas horas antes de que este último muriera) hasta el advenimiento de este primer
tercio del siglo XXI. La sociedad actual ha dado a entender que no quiere saber
nada de la muerte. Ha enmudecido ante ella, o lo que es peor, ha decidido ignorarla
como hacen los nuevos millonarios que calzan zapatillas deportivas, quienes albergan
el sueño transhumanista de no tener que enfrentarse a ella en un futuro próximo.
Rafael Soler, sin embargo, toma partido por Montaigne, para quien es necesario familiarizarse
con la muerte, y da la palabra a los muertos (y a la muerte), que naturalmente están
deseando hablar, condenados como están al silencio. No hay asomo de duda: “rasurada
el alma/estoy aquí para contarlo”. No es de extrañar, ya que tienen muchas cosas
provechosas que decirnos, puesto que los muertos, al parecer, en su nuevo estado,
alcanzan certezas que la vida les escatimó, como le ocurre al “finado” que Soler
nos muestra de cuerpo presente, quien, al tiempo que adelgaza, se vuelve más sabio.
Los que están “al otro lado” jamás se confesarían delante de alguien que
no acreditara poseer el don de la poesía. Ya no tienen necesidad de engañar a nadie
y hay palabras que están de más. El poeta insinúa que el fallecido se encuentra
en una antesala de la muerte definitiva, una suerte de limbo, como les ocurre a
los personajes inolvidables que habitan el “Bardo” en el libro titulado “Lincoln
en el Bardo” de George Saunders, así que parece tener prisa por hacerse cargo de
su situación antes de que acontezca la desaparición inapelable. Los versos, de pocas
sílabas, que cierran los poemas, que nunca son prolijos, son extraordinarias sentencias,
que en algunos casos suenan como lo haría la tapa de un ataúd antes de cerrarse
para siempre, y en otras ocasiones reverberan en la mente del lector durante mucho
tiempo.
Antes de guardar silencio como un muerto, por respeto a la tarea que le corresponde
al lector, me gustaría proponer a cualquiera que haya leído hasta aquí que encuentre
ese pájaro que Rafael Soler ha escondido entre las páginas de su libro. Ya me contarán,
si algún día nuestras vidas se cruzan. No se priven de la experiencia íntima y única
de leer este libro inolvidable.
TRES POEMAS DE RAFAEL SOLER
Una mujer se observa cautelosa en el espejo
agoniza un anciano de espaldas a su banco
busca el poeta las sílabas precisas
busca el poeta las sílabas precisas
comienza a nevar y son las doce
comienza a nevar
suspira una mujer y son las doce
calla una mujer cuando repite
ahora soy la que dijeron
agoniza el alto mariscal del abandono
calla en su banco cuando dice
no fui el que pidieron
busca el poeta detrás de las cortinas
abre el poeta del sol los monederos
talla el poeta su impaciencia oscura
comienza a nevar
copos de a cinco uncidos por el viento
cumpliendo su destino
maldice el anciano mírate
sonríe la dama mírame
acecha el poeta mírales
comienza a nevar
desde la cuna al nicho.
***
El anciano que ha perdido la paciencia
aparta la urgencia de los tubos
deja al neón que palidezca
y en su butaca escucha
voces que mecen su blablá
corros cotorras en edad de merecer
severas advertencias del jugador de golf
final en soledad
que anuncia un negro pozo
el anciano que bien dijo
morir a los veinte pido
ser eterno
limpia de su nariz la sonda
tensa su arcabuz para el disparo
morir a los veinte pido
y así cierra los ojos
que un día fueron suyos
alboroto capilar de los pulmones
rumor con viento
ser eterno.
***
Y poco después
en un ritual falsamente alentador
ella se incorpora
un acercamiento podríamos decir
a cuanto fueron
casi tocando la inerte mano oscura
pero el cristal
movimiento de corto vuelo el suyo
pues nadie en sus cabales interrumpe
ese tránsito del alma
cuando cumplido el viaje
toca rendir cuentas a terceros
todos esperando con su hisopo
estoy aquí estoy aquí
estoy aquí estoy aquí
la inerte mano oscura.
GUILLERMO GARCÍA DOMINGO (España, 1975). Profesor de Filosofía en el IES Ana María Matute (Velilla de San Antonio, Madrid), y lleva ejerciendo la docencia desde hace más de 25 años. Es autor de La escuela de la aventura (2004), la biografía de Lorenzo Milani (2004) e It’s only Cartesiu, but I like it: con todos ustedes, otro Descartes (2016), dedicado al filósofo francés. Desde hace dos años colabora como redactor en la revista musical El Giradiscos.
MANOEL D’ALMEIDA E SOUSA (Portugal, 1947). Poeta e artista visual. Sua obra possui um acento valioso na esfera do humor. Fazedor de coisas (simples) e criador de canídeos. Passou por vários sítios incluindo a Escola Superior de Teatro e Cinema. É fundador do projeto associativo Mandrágora onde encenou e atuou como figurante. Já pintou, desenhou e fez revistas – entre elas a Bicicleta. A seu respeito escreveu Nicolau Saião: Almeida e Sousa acentua mais ou menos conscientemente o contraste entre a reposição parcial da antiga legibilidade e o exterior atmosférico a que usa chamar-se passado. É, obviamente, um exilado da tal pintura de tradição. Os seus quadros assemelham-se a violentas sacudidelas na sua vida de pessoa que intervém mediante os materiais, os traços, a cor ou a ausência de cor, na sequência do quotidiano. É o acaso que o motiva ou, pelo contrário, é uma deliberada atenção a tudo o que o rodeia? Que possui bons olhos de pintor e independência de espírito – e de razão conceptual – não sofre dúvida. Ele subverte – e nas suas colagens isso é muito perceptível – muito do tempo presente. Mas isso é evidentemente uma busca lúcida do futuro. Manoel d’Almeida e Sousa é o artista convidado da presente edição de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
CODINOME ABRAXAS # 01 – REVISTA ALTAZOR (CHILE)
Artista convidado: Manoel d’Almeida e Sousa (Portugal, 1947)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
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