Con esa sonrisa inconfundible, que cruje
como brote de burbujas en el agua mansa, Iván Tovar dice que “pintar es una
manera agradable de complicarse la vida”. Esa propuesta suena muy simple cuando
la escuchamos, pero luego empezamos a pensar en lo que significa, y la reflexión se elabora obsesivamente,
complicándonos entonces la vida, agradablemente por cierto, a partir de su
pintura… La propuesta se transmite, como es lógico, al espectador. El concepto
pasa del creador a quien se beneficia de la creación.
Sucede lo mismo cuando miramos la obra
terminada. Una primera visión global e inmediata recibe el impacto estético de
un organismo perfecto, de una combinación sofisticada de líneas, formas y
colores, de un lenguaje altamente misterioso y deleitable. Lo que disfrutamos
aquí, en esta nueva secuencia, no se refiere a un tema o un anatema (las
alusiones a Justine, desdichada heroína virtuosa de Sade, permitirían esa
aproximación), sino bellísimas estructuras que tenemos por delante. La alquimia
pictórica de Iván Tovar invita a la actividad interior, a una exploración
espiritual, a una valorización de lo irracional concreto o más bien de la
transformación del mundo objetivo, por ser culminación de un pensamiento
surrealista, de una transformación.
Recordamos lo que dijo Barthes acerca de la
fruición literaria: “El goce del texto no es precario, peor es precoz. No llega
a su tiempo, no depende de maduración alguna. Todo sucede de una vez. Ese mismo
apoderamiento es evidente en la pintura, la que se hace hoy”. ¿En la obra de
Iván Tovar, todo se juzgará así, a “primera vista”? Aquí, luego de una
seducción global, las lecturas son varias, del mismo modo el hacer pictórico
lento y preciso.
Es verdad que André Bretón había definido
el surrealismo un “dictado del pensamiento en ausencia de todo control ejercido
por la razón, fuera de otra preocupación estética o moral”.
Pero, era en 1924, parámetros y motivaciones han cambiado, el arte no busca ya
desafiar el ritmo del pensamiento. Por el contrario la libertad de Iván Tovar
consiste en inscribir líneas sobre un lienzo, que, lejos de ser un brote
instantáneo, son el punto de partida de un largo proceso. Al igual que su
realidad, son otra su gestualidad y su expresión síquica. En el papel, el tempo
cambia.
Si es pintura, el artista va emprendiendo,
en estadios sucesivos, un itinerario prolongado que conduce a la forma, una
organización que conduce al organismo, al orgasmo pictórico dirían algunos. Hay
una dimensión iniciática, ritual, sacralizante, que corresponde a la etapa
esencial de aplicación del color, infinitamente 'Si “es una trampa”.
Voluptuosa, vertiginosamente luminosa, dotada a la vez de una ligereza voluble
y de una densidad única en el arte dominicano. Si nos parece que el cuadro se
anima y respira, es que adquiere vida propia en base a modalidades personales
de la imagen y una producción de signos diferentes. Así las flores, ese Bouquet
“Snob” –es su primer título–, a pesar de ser identificables en términos de
realidad conocida, son sensuales, voluptuosas aún. Líricas, mas no delirantes,
viven extrañamente, como enraizadas en aquel florero escamoso, blanco sobre
fondo negro.
Han dicho que las formas no constituyen
explicaciones, sino piden ser explicadas: la propuesta se ajusta
particularmente a la obra de Iván Tovar. Las percibimos a manera de
formas/estructuras/objetos, o de asociaciones objetivas, trasmutando un mundo
completamente subjetivo… donde se convierte en deriva ignota cualquier punto de
referencia conocido, siempre exquisitamente representado. El desconcierto, como
de fascinación, aumenta cuando, de travesura, Iván Tovar pinta cuadro “sin
título”. Un seno redondo y perfecto, pintado en verdadero “trompe-lóeil”,
cristaliza la atención, signo y símbolo en medio de un antropo-formismo (¿?)
imaginario. Dice el que “las cosas del amor son complicadas”. Entendemos que,
en el cuadro el deseo se fracciona anatómica-junte y se fija sobre una de las
partes; un organismo pictórico, singular e irreal, como una intensificación
aislada del fantasma.
No es la única obra que, en esta serie de
nueve telas, invita a explorar e interrogar su territorio, desde un elemento
casi “normalmente” figurativo.
Hay dos pinturas estremecedoras, sugiriendo
el gesto y el grito: comunican a la imagen el “magnetismo ardiente” que. el
poeta y teatrista Antonin Artaud consideraba una terapéutica del alma…
Iván Tovar, evocando pues a Sade y Artaud',
nos apresa, masoquistas (ad)miradores, entre la crueldad y la locura. Una obra,
“A deux pas de la folie”, sangra profusamente, no se sabe si está agredida o
agrediendo. La otra, “A chacón sa folie”, amenaza y provoca con un personaje
tremebundo, el garrote en la mano, escenografía a la vez arbitraria y reconocible.
Notamos que, desde el título “folie”, se nos brinda la clave… de la locura. Y,
característica de siempre, en ambas telas, el equilibrio estructural, de un
balance compositivo insuperable, es perfecto, ¿fehaciente del “cadáver
exquisito” surrealista, no?
Los fondos son oscuros. Tanto la geometría
sensible de los soportes interiores -horizontales y/o verticales- como los
protagonistas, objetos o sujetos, se destacan tridimensionalmente sobre esos
espacios de misterio total, ciegos y videntes. El aspecto textural, el
“tactilismo” de esos organismos ambiguos, continuos o en ganchados, procrea una
liberación matérica con tejidos y epidermis, duros, carnosos y blandos, lisos,
porosos y escamosos, abiertos, elípticos o cerrados.
Las opciones son infinitas… y pueden
transformarse aún a medida que el cuadro avanza. La calidad de esa tez
policroma, intensificada por una iluminación dual, contigua, intensifica el
potencial de la iconografía y su comunicación hipnótica. La poética de la
paleta, entra como determinante fundamental y, presencia tan compleja como la
forma, el color es radiante, lancinante, sofisticado, e indisociable de la
magia lineal. En cada obra nueva de Iván -o que descubrimos-, su vocabulario
tonal parece más brillante, sutil e impactante.
Ahora bien, el retorno a la isla ha incrementado esa riqueza de tonos y de luces, y la época actual muestra un paroxismo en esa búsqueda del absoluto cromático. Habría que citar cada una de las pinturas, pero, como testimonio emblemático por el tema mismo, volveremos a aquellas flores voluptuosas con la ciencia del amarillo y de un verde insidioso. Sin que olvidemos mencionar la esterilla roja -un elemento imprescindible en cada cuadro, especie de signatura “tovariana”-. El fondo es negro, pero un negro-color profundo como lo quería Matisse.
Siendo Iván Tovar un extraordinario
dibujante, él agrega a las pinturas, una panoplia de dibujos maravillosos. Puro
trazo o mixtos con realces de pigmento, juego de líneas o de planos,
carboncillo, crayón u óleo, la virtuosidad se multiplica. Sentimos que el
“solista” se libera, con esos ejercicios y gamas, por rigurosos que sean, de la
tensión sigilosa e implacable de la pintura. El los goza, y una vez más el
hedonismo del creador es comunicativo.
Igualmente poeta con el verbo, intelectual
profundo que se burla del intelecto, autor de escrituras exactas e infinitas,
él expresó antes de ensenarnos sus telas: “La pintura empieza donde termina la
palabra”. Si “C'est un piége” -título del primer cuadro que vimos-, que viva la
trampa de Iván Tovar… Todo enamorado de la gran pintura no puede ni quiere
sustraerse a sus maleficios. La palabra efectivamente queda corta ante su
encantamiento.
***
IVÁN TOVAR | Nació el 28 de marzo de 1942 en San
Francisco de Macorís, República Dominicana y continuó sus
estudios en L'ecole de París, Francia.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES | 1959 Galería de la Alianza Francesa, Santo
Domingo • 1961
Galería del Ateneo, Puerto Rico • 1965 Museo de Bellas Artes, Santo Domingo •
1966 Galería André, Santo Domingo • 1969 Galería 3 + 2, París • 1971 Galería
Veranneman, Bruselas • 1972 Galería San Francisco, Lisboa • 1973 Galería
Galanis, París • 1974 Galería Harriet Griffin, Nueva York • 1974 Galería
Albert Loeb, París • 1977 Galería Bel'Art, Estocolmo • 1977 Galería Auffant,
Santo Domingo • 1979 Galería Auffant, Santo Domingo • 1981 Galería de Arte
Moderno • 1986 Galería de Arte Moderno • 1992 Galería de Arte Nader • 1995 La
Galería, Santo Domingo.
EXPOSICIONES COLECTIVAS | 1965 Exposición de Pintores Latinoamericanos
de París, Museo de Arte Moderno, París • 1968 Galería 3+2, París • 1969
Kunsthalle, Museo de Basilea 1970 Exposiciones “Surrealismo”, Estocolmo,
Goterbrg, Malmo y Sundsvall • 1970 Festival Arts Plastiques Mointargis (Loiret)
“1971 “El Espíritu del Surrealismo”, Beaukunst Colonia • 1972 Bienal de
Venecia • 1972 “25 Maneras de ser o no Surrealista”, París • 1972 Galería San
Francisco, Lisboa • 1974 Instituto Latinoamericano, Roma • 1975 Salón de
Grandes y Jóvenes de Hoy, Grand Palais, París • 1976 Salón de Grandes y Jóvenes
de Hoy, Grand Palais, París • 1976 Salón de Mayo, Museo de Arte Moderno, París
• 1977 Galería Trikséle, París 1978 Salón de Grandes y Jóvenes de Hoy, Grand
Palais, París • 1978 Salón de Mayo, La Defense, París • 1978 “L'Art Vivant a
París”, Mairie Annexe du 18éme, París • 1978 “Imagination 78”, Musee de Bochum,
Alemania • 1978 Galería Veranneman, Bruselas • 1978 Galería Nina Dausset,
Wozu/A quoi bon/WHY, París • 1979 Galería Minotauro, Caracas • 1979 Galería
Seine, París • 1980 Galería Verriere Lyon Mars • 1980 Museé de Cahors • 1981 Le
Musee Volé, Galerie Isy Brachot, et la Galerie Seine, París • 1981
Permanence du Regard Surrealiste, Elac Lyon • 1981
Centro Cultural Español • 1983
Colectiva de Pintura Dominicana, Banco Central • 1983
Pinacoteca Provinciale di Barí • 1986 Museo de Arte Alvar y Carmen T. de
Carrillo • 1986 Gallerie 1900-2000, París • 1987 Artistas
Magistrales de la Plástica Dominicana, ICDA • 1987 20 Artistas en la Galería
Sebelén, Santo Domingo • 1988 Gran Colectiva Expo Miramar III, Santo Domingo • 1997 Galerie Claude lemand,
París.
Las obras de Iván Tovar se encuentran
reproducidas en numerosas publicaciones editadas en Francia. También en Tokio,
México, Bruselas y República Dominicana.
*****
Marianne de Tolentino (França, 1930). Crítica
de arte. Preside a Associação
Dominicana de Críticos de Arte. Autora
de livros como Jorge Severino:
veinte años de pintura (1986), Elsa Núñez: de los mundos
interiores a los paisajes sin límites (1988),
e Juguemos a trabajar: doce
historias de niños dominicanos (1993).
Contato: ma.tolentino@codetel.net.do. Página ilustra com
obras de Iván Tovar (República Dominicana). Agulha Revista de Cultura
# 64. Agosto de 2008.
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