La persistencia de León de Greiff y la de los personajes que creó como
sustento de sus “Otros-yoes, Sosias o
Dobles” y a través de los cuales se
permitió exponer todo lo arbitrario y lúcido que cabía en su carácter, fue
suficiente para crear una obra única en sus contrastes expresivos, una obra de
iluminaciones y penumbras que no han dejado de parecer intimidantes en el
contexto literario del idioma español y con la que desde sus inicios y a lo
largo de su trayecto creativo, buscó esclarecer y ampliar los aportes del
Modernismo hispanoamericano, como también reconocerse en las búsquedas y logros
Vanguardistas. Por ello la suya es una obra cuyos inicios se nutren en los
nichos de la poética Modernista, al mismo tiempo que participa en la estampida
avisada por los creadores Vanguardistas, empero, y es necesario acentuarlo, su
obra es ante todo el resultado de una experiencia vivida en la magnitud de sus
aciertos y contradicciones, es la creación de un ser ahíto en los instantes
plenos y fugaces de su vida.
A León de Greiff no le han faltado lectores. Desde sus
primeros poemas, algunos se han mostrado extrañados, contrarios con lo raro de
su estilo, de su riqueza verbal y de sus conocimientos sobre literatura y
música, mientras en otros, el reconocimiento por lo envolvente e insólito de la
misma obra, los ha llevado a querer revelar las cifras donde surgen los
hallazgos del poeta. Y para muchos otros, sus versos producen un gusto que los
lleva a memorizar y repetir sus poemas.
Lo cierto es que lo arriscado de su universo creativo no ha impedido que su
presencia se mantenga en el ánimo de críticos y lectores.
Su poesía resulta desconcertante por su lenguaje, por la
manera como se traman en ella distintos periodos históricos en los que
aparecen, una y otra vez, personajes de leyendas e ideales veraces y ficticios,
por la música que deja salir a través de sus combinaciones y giros verbales,
por todo cuanto la hace antigua y moderna, única y diversa, simple y compleja.
Es la obra de un poeta de estirpe lírica a quien el lector no atento puede
confundir con un versificador de lo cursi, con un romántico sentimental.
Leer a León de Greiff es adentrarse por regiones que nos
permiten conocer la poesía escrita en Hispanoamérica y las raíces que la
integran con el presente y con la tradición española y europea. Es ir por la
literatura del siglo de oro español, por los símbolos escondidos en los poemas
de los trovadores, por los caminos y tabernas de los goliardos, por la llaneza
de la poesía latina y por el imaginario mítico de la griega, es aventurarse por
las sagas nuevas y antiguas de la poesía Occidental. Su lirismo es
contemporáneo y arcaico. Con su escritura el poeta se avecina por épocas
propias y extrañas, sin temer asumir el riesgo de aparecer cursi o extático,
pues así logra relatar, paleógrafo del habla itinerante, las venturas y vagares
del ser humano por su pasado o por la actualidad donde cree renovar sus
instintos, sus apetitos.
Sus poemas resultan una reinvención de mitos, hazañas,
leyendas y entuertos antiguos con momentos y vivencias de su cotidianidad, lo
que le permite producir correlatos que se mueven entre la antigüedad y la
modernidad, por eso no son raras en ellos tantas palabras cuyas acepciones casi
se han perdido, ni mucho menos encontrarlas acompañadas con otras de uso
coloquial, pues así el poeta consigue que su lenguaje penetre instantes
inéditos de la realidad y la ficción. Para esto también contribuyen sus
aliteraciones y ritornelos amparando sugerencias e invocaciones hacia ese
acervo fantástico que es la historia humana.
Lo particular de su escritura ha hecho que muchos se confundan
y lo vean como un poeta perdido en una maraña de épocas y movimientos
literarios ya superados, un epígono del Modernismo o un Vanguardista rezagado,
pegado de un lenguaje extravagante resultado de su extravío por arcaísmos
hueros, lo cual es un error cuando se trata de la obra de un poeta que se
decide por los recursos que el vigor de su idioma y el de su tradición permiten
a quien quiera asumir cuanto esta tiene para entregar.
En la poesía de León de Greiff es necesario detenerse en
la manera como él asume los periodos de tiempo que convoca en sus poemas y cómo
operan estos en sus tramas, en las atmósferas y en los ecos de su universo
escrito. Para ello resultan esclarecedores los aportes de la poética Modernista
cuando estableció un tiempo ideal en el que hacía converger distintos periodos
e historias. También es clave entender el tiempo de los poetas y artistas
Vanguardistas, pues ellos vivieron su tiempo como un vértigo al que se caía a
través de la estampida de la historia. Veamos.
Las tres últimas décadas del siglo XIX y la primera del
siglo XX son el escenario donde se producen las obras que muestran el ánimo de
los poetas Modernistas hispanoamericanos ante su presente y su historia. En
ellas se encuentran las maneras como percibían el tiempo, semejándolo con un
laberinto donde se mantienen los periodos históricos que la conciencia humana
puede hacer, suyos, un tiempo precioso, decorativo, de encuentros y
escapatorias voluptuosas, exóticas, empero acechado por miedos y sombras en
desazón, fugaces sombras desquiciando cualquier posible concertación integral.
Para su escritura, los Modernistas escenificaban estos periodos como un viaje
por el laberinto tiempo, donde ellos creían poder representar las míticas
máscaras necesarias para el descubrimiento de su propio rostro y el de su
carácter, el mismo que intuían ubicuo, ancestral, caótico y moderno. Los
Modernistas se creían parte de las historias contenidas en el laberinto
tiempo.
En las tres primeras décadas del siglo XX surgen los
grupos que hicieron posibles los movimientos de Vanguardia y su incidencia en
la cultura Occidental. En la eclosión histórica que les tocó vivir, los
creadores Vanguardistas asumen el tiempo como la libido a través de la cual el
vértigo del universo alcanza fugaces concreciones donde impacta el eco de su
estallido original. El suyo es un tiempo simultáneo en el decir del poema,
tiempo desmesurado, exasperando cualquier noción de escritura, tiempo acechado
por el desconcierto donde se mezclan contextos disímiles y asociaciones de
imágenes transgresoras con toda la disociación íntima y cultural puesta al
servicio de un drama verbal absurdo y alucinante. Para los Vanguardistas el
tiempo es candente, difícil de aprehender por la velocidad de su inmediatez
mimética y devoradora, es un tiempo de historias en un suceder delirante. Los
Vanguardistas se sabían viviendo una realidad en el vértigo y en el delirio que
cunde en el tiempo, de ahí el desasosiego que estimuló sus maneras y la
creación de sus obras, ese que aun dificulta la comprensión de tales obras y el
acto de haber sido creadas en la vivencia de un desequilibrio.
Heredero de los Modernistas y contemporáneo de los
Vanguardistas, León de Greiff presencia la sustancia del tiempo como fábula
verbal que se hace espejismo histórico, ubicuo y aberrante, el suyo es un
tiempo undívago donde las maneras y formas del pasado se mudan en los ecos de
palabras para proyectarse en otras acepciones, de ahí que su escritura opere en
el presente como un espejo deleznable donde son vaciados los pasadizos de un
laberinto tuquio de rostros y de velocidades que los desfiguran. El suyo es un
tiempo de asedios y de vértigo, de memorias surtidas en las palabras que dicen
relatarlo, tiempo fascinante por lo impredecible, por lo enrarecido de los periodos
que en este convergen.
Es necesario anotar que por la manera como el poeta
presencia y fabula, el tiempo en su obra se escapa de aquella noción referida
como vía eterna, idealización que en Occidente ha permitido acuñar una moral
compacta sobre lo humano en sus necesidades ontológicas y en sus soluciones
escatológicas. En su escritura, León de Greiff se sabe “caníbal de mí propio, de mí mismo antropófago” y es en esas
coyunturas donde realiza su crear. Su forma de presenciar y digerir lo antiguo
y lo nuevo lo convierten en el creador de una poética que impacta entre lo
tradicional y lo renovador. Él descubre el súbito insólito para sus poemas
escrutando lo antiguo y avisando lo nuevo, creando así lo excéntrico de su
anverso universo poético.
En la escritura de León de Greiff las palabras se abren y
ramifican como una escena verbal que llena al poema de motivos y caprichos
donde lo oculto y lo nítido se descubren en el abanico de sus significados. De
esta manera se evidencia la atracción del poeta por la dramaturgia verbal
propuesta por la poética Vanguardista en la que pedían representar en el poema
el monólogo exterior y el diálogo interior y, en ellos, la deconstrucción
vivida por el ser humano y el desasosiego del que parece no querer saber ni en su
realidad ni en su ficción.
En el libro Velero
paradójico, séptimo de sus mamotretos
publicado en 1957, se encuentra el “Relato de los oficios y mesteres de
Beremundo”, largo poema donde el poeta se da a una fabulosa travesía por
presencias y hechos que acontecen a Beremundo “el de los inúmeros oficios”, por una odisea de farsas, mañas e
imaginarios encabalgados en la narración de Beremundo el Lelo, convertido en
encantador de “panaceas, baratijas” y “fabricante
de celadas”, en recolector de hazañas y bisuterías, en aedo donde convergen
historias y mesteres, saga donde el Lelo oferta personajes, eventos, oficios y
decires en el espiral analógico de su habla ahíta. Este poema es una muestra de
cómo a través de uno de sus “Otros-yoes”
el poeta atrae distantes historias que vagan por el tiempo hasta urdir con
ellas una fábula única, la de su tiempo. El libro se cierra con el “Relato de
relatos derelictos”, poema donde “saltan
todos los sueños, uno tras otro” haciendo de sus avatares el correlato de
las “mil y una historias” en fuga por
el laberinto que cae en las manos del poeta buscando hacerse escritura.
En la obra de León de Greiff, sus libros Prosas de Gaspar, primera suite, 1918-1925,
cuarto mamotreto, 1937 y Bárbara
charanga, bajo el signo de Leo, primer lote, sesto mamotreto, 1957, tejen y
sueltan narraciones de encuentros en cafés y en polvorientos mesones con
personajes salidos de cuantos recovecos provee la vida, y en esas narraciones
teñidas por el humor y el deleite descriptivo y los guiños con que son
contenidos sus personajes y sus historias, puede el lector captar la escritura
en prosa del poeta, las maneras como se adentra en la ficcional realidad de los
signos del mundo, todo ello a través de las extravagancias de sus “Otros-yoes”.
La historia se deshace y se hace en la obra poética del “memoriógrafo” León de Greiff, quien la
traza por vastos estadios hasta impactarla en la fábula de su época, la trueca
en abracadabra de puertas que aproximan hechos e idearios en metáforas acosadas
por el cruce de leyendas donde se reúnen lo antiguo y lo reciente hasta hacerse
trama en la escritura del “memoriógrafo”,
pues como él mismo acota: “todo lo demás
pudo haber sido fantasía”. A lo que podría agregarse esa otra acotación
donde insinúa que las historias salen de “un
almacén de trucos, un bazar de retrucos, un zoco de embelecos, un silo de
gazapos, / y un acervo de frases hechas y de citas”.
En los ocho
mamotretos publicados por el poeta entre 1925 y 1973 se encuentra el
continuo de sus temas movilizándose entre lo arcaico y lo moderno, como si se
tratara de instantáneas sacadas de leyendas fabulosas. Se participa del
enmarañado mítico de sus “compañeros
Otros-yoes, Sosias o Dobles” hechos personajes de su elaborada poética. En
estos mamotretos sus poemas atraen al
lector hacia sus motivos y caprichos, hacia lo coruscante de las tramas que la
figuración del poeta hace posibles, pues en ellas consigue un espejo fascinante
donde la faz de la realidad se refleja, atrae y repele. En sus mamotretos queda cierto que el poeta se
sabe contemporáneo de su época y por ello se permite aparecer como un travieso
juguetón en sus saberes y atributos, un moderno ataviado de “anacrónico trovero”.
*****
OMAR CASTILLO (Colombia, 1958).
Poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros publicados son: Obra poética 2011-1980, (2011), Huella estampida, obra poética 2012-1980,
el cual se abre con el inédito Imposible
poema posible, y se adentra sobre los otros libros publicados por Omar
Castillo en sus más de 30 años de creación poética, (2012), el libro de ensayos:
En la escritura de otros, ensayos sobre
poesía hispanoamericana, (2014) y el libro de narraciones cortas Relatos instantáneos, (2010). De 1984 a
1988 dirigió la revista de poesía, cuento y ensayo Otras palabras, de la que se publicaron 12
números. Y de 1991 a 2010, dirigió la revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20 números. En 1985 fundó y
dirigió, hasta 2010, Ediciones otras
palabras. Ha sido incluido en antologías de poesía colombiana e
hispanoamericana. Poemas, ensayos,
narraciones y artículos suyos son publicados en revistas y periódicos de
Colombia y de otros países. Contacto: ocastillojg@hotmail.com. Página ilustrada con obras de Kenichi
Kaneko (Brasil), artista invitado de esta edición de ARC.
*****
Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 22 | Dezembro de 2016
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO
SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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