terça-feira, 6 de março de 2018

DAVID TORTOSA | La posibilidad fulminante de escribir de Caupolicán Ovalles


 

El profesor Rafael Castillo Zapata ha dictado, desde hace algún tiempo, cursos sobre las vanguardias en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. En uno de los últimos que impartió, “La belleza convulsa”, se dedicó a estudiar las vanguardias bajo la proclama de Bretón al final de Nadja, una de sus obras, que reza: “La belleza será convulsa o no será”.
¿Y cuál es la belleza convulsa? ¿O cómo es? ¿A qué se refería Bretón cuando soltó esa frase, casi como una visión, al final de Nadja? Dar una respuesta precisa a cualquiera de las preguntas formuladas anteriormente sería un atrevimiento, pero valdría la pena intentarlo. Lo primero que tendríamos que decir, que parece casi una obviedad, es que Bretón pretendía que el nuevo arte fuera vanguardista, que rompiera con las formas establecidas, que hiciera una nueva repartición de lo sensible, como diría el teórico Ranciere.
La exigencia, que terminó por convertirse en sentencia, de Bretón al final de Nadja llegó a muchos artistas de todas partes del mundo. En el campo cultural venezolano Caupolicán Ovalles es un ejemplo. Este ballenero es una de las figuras literarias más importantes de nuestro país y logra erigirse con ese título, en gran parte, gracias a su poesía, sobre la que se ha comentado mucho. Jesús Sanoja Hernández, por ejemplo, nos dice que “en la poesía de Ovalles la basura y el excremento fueron como el cemento, las azoteas, los burdeles”. También se han localizado pulsiones e influencias inherentes a movimientos como el dadaísta, el surrealismo e incluso la generación Beat.
Sin embargo, a cualquier lector no especialista en literatura, e incluso algún especialista, que intente abordar la obra de Caupolicán, se tropezará con la misma incapacidad que se encontró Rubén Darío al verse de frente con el Balzac de Rodin. El poeta nicaragüense, en una de sus crónicas, nos dejó las siguientes impresiones al reflexionar sobre la escultura: “Cultivador de la fealdad, incomprensible, excesivo, ultra-violento… un gran espíritu libre, cuyo director es la naturaleza”.  Más adelante nos dirá: “Miro de lado el abdomen elefantino y se obstina en no querer revelarme su secreto”.
¿Qué podemos pensar cuando nos encontramos con versos como los siguientes en la obra de Caupolicán?

EN USO DE RAZÓN UNA HORMIGA

En uso de razón una hormiga y se hace piz toda
la ciudad en todos sus aspectos
Ciudad-de-la-ballena-que-YODE ¡Caballero!
Una hormiga su sexo deslumbra el ojo de un mosquito
Su boca no se ha hecho para el beso de atrás
De la oreja
Su sentido del humor es perfecto
Sus aficiones inundan la guerra fría
De costo-sísimos riesgos
En uso de Razón una hormiga es todos sus aspectos





Al leer su poesía solo puede quedar en evidencia la incapacidad para describir el manejo del lenguaje que Caupolicán hace en toda su obra. Este parece estar al servicio del poeta y por él se mueve, a su antojo, a su conveniencia, a su pasión. Como dice Rodolfo Izaguirre: “Él enamoró y sedujo la palabra de tal manera que ella, fascinada, cayó rendida a sus pies”. Los criterios antológicos que concibieron En (DES) USO DE RAZÓN compilaron casi toda la poesía de Caupolicán y otros textos (entrevistas, memorias y semblanzas).
También encontraremos estudios de Miguel Chillida, Francisco Ardiles y Miguel Marcotrigiano. Además, tiene la novedad de ofrecer textos casi desconocidos del poeta, como Cuatro notas sobre una biografía, Nota introductoria a El Llanero y Espejos y archivos, y entrevistas, como la que le realizó Miyó Vestrini. También encontraremos semblanzas de varios personajes que pulularon alrededor de la vida de Ovalles, como su hijo, Manuel Ovalles, y Adriano González León.
Toda la configuración del libro, desde su poesía hasta el archivo fotográfico, nos invita, casi sin querer, a formar un retrato de Caupolicán Ovalles. Sin embargo, él siempre se resistirá a un encapsulamiento que pretenda caracterizarlo en cuatro o cinco banalidades. Su mejor retrato es el que nos deja su hijo, Manuel Ovalles, al decirnos que su padre “nunca aceptó el pasar de los años, a él la vejez no le llegaba, a él los años no le hacían mella, siempre fue un poeta hostia de 25 años de edad, sin ejercicio y andando en su caballo rojo temido y elegante”.


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Agradecimentos especiais a Manuel Ovalles, filho do poeta, que generosamente nos encaminhou todos os textos. Página ilustrada com obras de Nicolau Saião (Portugal), artista convidado desta edição.

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Agulha Revista de Cultura
Número 108 | Março de 2018
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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• ÍNDICE DESTA EDIÇÃO

ADRIANO GONZÁLEZ LEÓN |Investigación a las basuras. Prólogo de ¿Duerme usted, señor presidente?

DAVID TORTOSA | La posibilidad fulminante de escribir de Caupolicán Ovalles

ESTHER COVIELLA Y NELSON DÁVILA | Entrevista a Caupolicán Ovalles

FRANCISCO ARDILES | Caupolicán y la gente del Techo de la Ballena

GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN | Vanguardia y exaltación vital en Caupolicán Ovalles

J. J. ARMAS MARCELO |¡Qué grande eres, Caupolicán!

JUAN CARLOS SANTAELLA | Caupolican Ovalles y la rebelión silenciosa

LUIS LAYA | Rayar los muebles en (des) uso de razón

MANUEL OVALLES | Mi padre, Caupolicán Ovalles

MIYO VESTRINI | El acertijo de las dos máscaras






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