Como Medellín se convierte a partir de mañana en un solsticio poético de
ocho días con su XV Festival Internacional de Poesía, dialogué con uno de sus invitados:
Juan Manuel Roca, Capricornio como el niño Dios, devoto de Rimbaud, de la desobediencia y de la despreocupación, amigo personal de la
muerte digna y quien está de regreso de algunos espejismos.
— ¿Recuerda qué estaba haciendo el día de su nacimiento?
— Hibernando. Alguien interrumpió mi sueño, lo que se
volvió una pésima y reiterada costumbre a lo largo de mi vida.
— ¿Usted es más Roca o más Vidales?
— Soy Roca por lo terco. Vidales por lo muy terco.
— ¿Qué es ser antioqueño?
— Es, al contrario de lo que muchos piensan, aferrados
a un lugar y a unas costumbres, estar enamorado de la lejanía. Pregúntele a Barba
Jacob.
— En Antioquia la gente nace liberal o conservadora,
católica o católica. ¿Nunca se reveló contra ese esquema?
— Aunque soy antioqueño atípico,
sólo por el lado materno pues por el paterno soy nortesantandereano, esa pugna se
dio, pero no con ribetes de tragedia. Nací escéptico. El esquema del que hablamos
no fue una camisa de fuerza.
— ¿Qué es ser colombiano?
— El argentino más citado del planeta
dijo que «un acto de fe», aunque en muchos casos resulte un acto de mala fe. Somos
ciudadanos del país de Sísifo. Todas las mañanas subimos la piedra hasta la cima
para verla caer, una y otra vez. Los bíceps de la paciencia, que son los de Sísifo,
nos han hecho fuertes pero también nos han encallecido.
— ¿Está amañado con el signo que le tocó en reparto?
— Soy Capricornio, como el niño Dios, pero espero no
morir crucificado.
— ¿Se ha guiado por lo que dicen los astros de usted?
— Con el perdón de los astrólogos, los astros no me conocen.
— El mejor consejo que recibió de papá Roca
— Lo dijo en broma, pero me lo tomé en serio. Un domingo,
ante el dilema de hacer una tarea estudiantil o tomarme una cerveza, me dijo: «tómesela,
uno no se puede dejar vencer de la fuerza de voluntad». He tenido que luchar contra
esa divisa taoísta.
— ¿Y de mamá Vidales?
— ¿Si volviera a nacer repetiría el mismo libreto vital?
— Mi libreto no lo hizo Fellini. No me molesta ser actor
de un filme poco taquillero. Lo confieso: cuando dirigí el casting de la película
de mi vida me hice el ciego y pasé por alto mi falta de apostura para un rol protagónico.
En suma, haría más liviano el libreto y besaría a Jessica Lange antes de que cayera,
definitivamente, el telón.
— ¿Mientras más conoce a los hombres más quiere a sus
poemas?
— Más quiero los de Rimbaud. La poesía pone en duda la
estupidez humana.
— ¿De dónde nació su devoción por la poesía?
— De una insatisfacción con la realidad.
— ¿Qué es ser poeta?
— Lo estoy averiguando.
— Para un poeta, ¿dónde empieza y termina la ética?
— La ética no termina. Empieza en casa y continúa en
la vida colectiva.
— ¿Hay motivos para desconfiar de los poetas, esos mentirosos
que siempre dicen la verdad, al decir de Cocteau?
— «También la verdad se inventa», decía Antonio Machado.
Pero hay que merecer lo que se sueña.
— Por favor recuerde la primera parte del poema de amor
que más le guste.
— El último verso de Petrarca al morir su amada Laura
me resulta bello y contundente: «En su rostro la muerte se hizo bella».
— Me da miedo la postración. Estoy por el derecho a una
muerte digna. Llegado el caso, espero que me envíen sin dilación al otro toldo.
— ¿Ha sido feliz?
— Ver un cielo azul cobalto, una pintura que nos escudriña,
un gesto de amistad, oír a quien no guarda servidumbres o viajar a un planeta llamado
Nabokov son fisuras por las que he vislumbrado la felicidad.
— ¿Qué se le ha quedado dentro del tintero vital?
— Un lienzo bien pintado.
— ¿Es de los que dicen que están
de regreso de todo?
— Sólo de regreso de unos cuantos espejismos.
— ¿Qué hará en su próxima reencarnación?
— Como dijo Jim Morrison: «Cancelen mi suscripción a
la resurrección».
— ¿Tiene listo su epitafio?
— Algo que me gustaría aplicar en vida: NO ESTOY PARA
NADIE.
— ¿El pecado que más le gustaría cometer?
— El de la desobediencia.
— ¿Virtud que más admira en los demás?
— La despreocupación..
— ¿Defecto que más le gusta tener?
— El del olvido. Los lotófagos no sufren.
— ¿Quién le gustaría haber sido?
— El soldado desconocido.
— ¿Qué es un amigo?
— Los amigos son parte de nuestro yo atomizado.
— ¿Los enemigos para qué?
— Para darle el rostro a lo que
odiamos de nosotros mismos.
— ¿Persona que más ha influido en usted?
— Juan Manuel Roca, cuando era niño.
— ¿Qué lo saca de quicio?
— El arribismo. Lo dijo Michaux: «cuando los autos piensen,
los Rolls–Royces estarán más angustiados que los taxis».
— ¿De qué le gustaría morir?
— De risa, como Julián del Casal, que por lo demás era
un hombre grave.
— ¿Qué le gustaría olvidar?
— Esta entrevista.
Originalmente publicada en
el periódico El Colombiano, Medellín, junio de 2005.
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Agulha Revista de Cultura
Número 118 | Setembro de 2018
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