sexta-feira, 20 de novembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Olga Orozco

ASUNCIÓN HORNO-DELGADO | Olga Orozco: La poesía es un ejercicio de auto-humildad; ayuda a contemplar al otro, a acompañarlo

 


AHD | Olga, es difícil hablar con Ud. puesto que ya se han dicho tantas cosas.

 

OO | Bueno, no sé, tal vez, pero siempre hay algún nudo secreto o algún aspecto que no ha sido contemplado. Yo no sabría decirle cuán difícil nos puede resultar, puesto que no soy yo quien crea las preguntas.

 

AHD | Sin duda su obra es lo suficientemente extensa para que cada uno se plantee sus propios interrogantes al respecto. Suelo empezar mis entrevistas pidiendo a la persona que tengo enfrente que se identifique, pero no creo que ahora mismo sea procedente pedir una explicación de Olga Orozco.

 

OO | ¿Que se identifique cómo?

 

AHD | En cuanto a qué le movió a Ud. a ser poeta.

 

OO | Yo empecé a escribir –lo digo siempre– cuando aún no sabía escribir. En ese entonces creo que me movió a escribir la insatisfacción que sentía cuando era pequeña frente a las respuestas que me daban los mayores si los interrogaba acerca de algo que me inquietaba, o despertaba mi curiosidad, o tal vez mi temor, porque yo era una niña medrosa y llena de inquietudes. Terminé por contestarme yo misma. A veces con imágenes, por lo que he visto después. Más adelante empecé a desarrollar tal vez esas imágenes y, a los once, doce o trece años pasé a ser una niña que escribía con alguna autocrítica, y quizá no hablaba de lo que escribía como había hablado antes con mi madre. Mi madre había anotado las cosas que yo decía, y cuando tuve quince años me dio todos esos papeles, porque le parecían cosas interesantes y supuso que me podían servir. Yo destruí todo eso. Lo lamento, lo lamento o no: no recuerdo nada de eso. Tal vez mi memoria haya sido indulgente conmigo haciendo que lo olvidara todo. De modo que yo creo que empecé a escribir por cierta curiosidad. De todas maneras, en el fondo de mi poesía hay siempre una gran inquietud por un conocimiento mayor que supera el aquí, el ahora, o lo más inmediato que se nos presenta a los sentidos. En mi poesía verá que hay una especie de transgresión de esas barreras del tiempo, como si quisiera rasgar velos para ver lo que existe del otro lado. Claro, las respuestas que se me dan son por supuesto escasas, porque no creo que los misterios puedan ser develados de este lado del mundo: pero la tentativa existe siempre. Creo que por eso entre todas las definiciones que hay de poesía, que siempre son escasas porque la poesía siempre se escapa – y cuando uno encuentra una definición que parece precisa encuentra que no basta– decía, entre todas las definiciones, elegiría esa de Howard Nemerov que dice que la poesía es la tentativa de apremiar a Dios para que hable.

 

AHD | ¿Es decir que el poeta es un desafiante?

 

OO | No, no es un desafiante. Pienso que el poeta tiene un afán de conocimiento mayor que el que se le ha permitido. Es un desafiante a pesar de sí mismo, es un desafiante porque le parece que está recluido en su yo, en su tiempo, en un mundo limitado. Quiere traspasar la frontera, a menos que el poeta sea un poeta exclusivamente descriptivo.

 

AHD | Ud. ha hablado mucho de la duda: de cómo la duda es lo que permanentemente le interroga, permanentemente seduce su bolígrafo.

 

OO | Sí, sí, sí claro. Creo que casi toda mi poesía es una intromisión en el conocimiento, por lo tanto, es una pregunta, aunque tenga la apariencia de una aseveración. En cuanto tengo cierta remota seguridad de algo, inmediatamente se me presenta la parte contraria. La oscilación es permanente.

 

AHD | Es curioso que en general su manera de escribir poemas tiende hacia el poema largo.

 

OO | Sí, sobre todo, hacia la línea larga.

 

AHD | Ha dicho Ud. en algún momento que Ud. piensa que respira en endecasílabo ¿qué quiere decir con ello?

 

OO | Pienso que cada uno tiene un cierto ritmo interior. Mi ritmo es el del heptasílabo y el endecasílabo combinados. Mi ritmo es ése. A veces surgen versos de trece o doce sílabas, pero es raro que suceda. En cuanto al verso largo casi salmódico, tal vez provenga de la lectura de la biblia, de algunos libros sagrados, o no sé si también porque nací en la pampa donde la visión es infinita y el horizonte no se alcanza nunca.

 

AHD | ¿Se ha visto alguna vez escribiendo poemas en prosa?

 

OO | Poemas en prosa tengo algunos, sobre todo en Museo salvaje. Allí hay unos pocos. Además, he escrito en prosa dos libros: La oscuridad es otro sol, y También la luz es un abismo como contraposición aunque tal vez uno podría ser una continuación del otro, porque se refieren a la misma época: son recuerdos de infancia. Pienso siempre con Bachelard que la poesía es vertical, es decir, que escarba en los abismos y en las alturas. Y que en cambio la prosa es horizontal, que va paso a paso en una línea que puede abarcar lo cotidiano, lo de todos los días.

 

AHD | La poesía, en su caso, es una escritura de la duda, de lo inquisitorio, de lo que el poeta puede meditar sobre el misterio. Hay algunas figuras que aparecen recurrentemente en su poesía, que a veces son figuras de su propia biografía. ¿Hasta qué punto su escritura es autobiográfica?

 

OO | Casi siempre es autobiográfica. Claro que cuando yo escribo un yo no es un yo personal, exclusivamente mío, ni mucho menos. Mi yo es un tú. Creo que cuando empleo un tú tal vez ése sea mi yo.

 

AHD | ¿Y cuando habla de su padre y de su madre?

 

OO | Son mi padre y mi madre, como es mi abuela, como son mis hermanos quienes desfilan a veces por mi poesía, como desfila una gata que tuve, que se llamaba Berenice, a la que escribí un pequeño libro de diecisiete cantos, también. Son los seres inmediatos. Los de siempre. Mi infancia ha seguido creciendo conmigo y no se ha borrado nunca. Tal vez por eso la memoria y el tiempo son dos constantes en mi poesía. Creo que cada una alimenta permanentemente a la otra. Claro que la memoria es una memoria un poco actualizada porque no es una memoria estática, no es una memoria como la de una fotografía, sino que es una memoria que está cargada con todos los acontecimientos que se han ido sucediendo a lo largo de toda mi vida.

 

AHD | Lezama Lima ha señalado que uno de los atributos del poeta es convocar la imagen. ¿Podría señalar cúal es su propio proceso de creación de imágenes?

 

OO | Bueno, eso es difícil ¿no? Justamente le hablaba de que la poesía es vertical. Va hacia los abismos o hacia las alturas: está escarbando en mundos que no son los que habitualmente nos rodean. Es decir, trato de ver qué elementos me están solicitando desde una u otra dirección. Cuando me llega un poema, es como si llamara a una puerta. Abro: el comienzo puede ser suscitado por una música o por unas palabras o por algo absolutamente visual. Sé lo primero que va a llegar, pero es como si me encontrara frente a un corredor: veo el principio y el final. Ese largo camino entre los dos es el que tengo que recorrer. Es un camino que en gran parte está hecho por la inspiración del momento, por lo que va surgiendo de un paso a otro paso. Yo no escribo nunca una línea si la anterior no está absolutamente admitida, digamos. Construyo el poema como un arquitecto, tratando de que lo que digo en la línea 24 no se contradiga en la línea 42. Además, mi imaginación yo diría que podría ser restringida por lo rigurosa: no permito, por ejemplo, que una pestaña esté alzando a un elefante. Espero que la poesía toda tenga, si no veracidad, verosimilitud. Hablaba de los elementos o los signos que a uno lo solicitan. Hay palabras, hay imágenes que me van rodeando y a las que tengo que elegir, sacrificando muchas a veces para que no sea exhaustivo lo dicho. Cuesta hacerlo, por supuesto, pero el poema lo exige.

 

AHD | ¿Considera que la poesía tiene una relación directa con lo sagrado?

 

OO | Para lo que yo intento sí. No siempre, supongo, pero para lo que yo intento sí. Además, soy profundamente religiosa: aunque no tenga un dogma preciso, tengo fe. Naturalmente, si mi conocimiento se remite a lo que no está sólo de este lado, forzosamente tiene una proyección religiosa.

 

AHD | Ud. dijo que entre sus lecturas está la Biblia ¿qué otras lecturas podrían filtrarse en su proceso de escribir?

 

OO | No lo sé. No hablo nunca de influencias, porque eso es muy peligroso. En cuanto uno habla de influencias, inmediatamente hay un sello que dice que uno está hecho de esa persona. Alguna vez dije que mi preferido entre los españoles era Cernuda: inmediatamente se dijo que mi obra tenía influencia de Luis Cernuda, cosa que no es cierta; no hay nada más distante. En fin, le podría decir cuáles han sido mis lecturas más frecuentes desde mi primera juventud. Fueron Santa Teresa, San Juan de La Cruz, Quevedo, Garcilaso. Más adelante, tal vez los franceses: Rimbaud, Baudelaire, Nerval, Michaud después, Eliot más adelante. Milosz, siempre.

 

AHD | Hay una preocupación por el destino en sus poemas. Hay un confrontamiento del destino o mejor una meditación sobre él.

 

OO | Sí, claro que la hay. Pero más bien es un destino en forma de abanico, no un destino prefijado. Es como si se fuera formando a través de las elecciones de unas cuantas varillas. Uno elije una y ésa puede abrirse en dos caminos: la de la elección y la de la no elección, y así sucesivamente. Ahora tal vez la no elección tenga tanta influencia en la vida como la elección. Hay un abanico ahí: hay una serie de elecciones y no elecciones alternadas que tienen igual importancia en el destino de uno.

 

AHD | Hasta cierto punto Ud. es existencialista.

 

OO | Bueno, no sé, no me pongo rótulo.

 

AHD | ¿Qué piensa de la escritura femenina?

 

OO | Yo no creo en eso. Pienso que la escritura no tiene sexo, en primer lugar. Es una discriminación que hicieron los hombres. Los hombres hacen la poesía, la poesía a secas: la poesía que escriben las mujeres es poesía femenina. Me parece erróneo, porque yo creo que el acto creador no tiene sexo. Nunca he podido colaborar en lo que esté hecho casi exclusivamente por mujeres. No me he sentido tampoco discriminada por los hombres, ni excluida por los hombres. Creo que hay un tipo de elementos que podrían dominar más las mujeres: la casa, las telas, los adornos, las cosas que la rodean más cercanamente, los hijos...etc. Los hombres están tal vez en un mundo más bursátil, el de la calle o el de otros intereses. Pero eso no hace más que empobrecer o enriquecer un lenguaje. En cuanto a poesía femenina sería para mí la que escriben o escribían las mujeres que no ven la poesía como una misión, sino como entretenimiento o descarga o evasión, sin ningún rigor, ni apuesta total.

 

AHD | ¿Cómo ve el envejecimiento de la mujer? ¿Ha meditado sobre la vejez humana? ¿Se traduce esto en sus últimos escritos?

 

OO | Sí, por supuesto. Estoy muy enojada con el tiempo (risas). Siento que se ha portado conmigo como un perro rabioso. Claro que si no me hubiera tocado, sería totalmente anómala, pero de todos modos no puedo perdonárselo. Es un tema permanente en los últimos escritos. Es lógico, además uno va viendo el muro cada vez más cerca, casi rozando la nariz. Lo positivo de la edad es que uno va madurando en cuanto a la mentalidad, y le diría que hasta en los sentimientos, porque curiosamente hasta la indulgencia se hace más extensa, con los años: cada vez ocupa territorios más amplios, cosa que es favorable. Pero por otra parte la edad está hecha de puras pérdidas, por más que sea una ganancia la relativa sabiduría, la admisión de los propios errores, la flexibilidad. Pero las pérdidas son muchas. Hay que ir renunciando a los alcances de la vista, del oído, del tacto, del sexo, en fin, hay muchos empobrecimientos.

 

AHD | ¿La poesía es una conjura contra la pérdida?

 

OO | Sí, la poesía es un apoyo muy grande. La poesía y el humor son dos apoyos extraordinarios.

 

AHD | En algún momento Ud. ha afirmado que su poesía no tiene mucho humor.

 

OO | No, pero yo personalmente sí lo tengo. Mi poesía no tiene humor, mis libros de relatos sí lo tienen. Pero personalmente sí tengo humor, entonces puedo apoyarme en él también durante mis ocios, que son largos.

 

AHD | ¿Hay una posibilidad de que la poesía tenga algo que ver con la terapia?

 

OO | Creo que es una terapia en el fondo. Es siempre una catarsis, absolutamente. Yo me siento realmente muy mal en las temporadas en que no escribo, mis malestares aumentan. Supongo que se advierte a través de mi poesía misma que soy una persona con angustias, porque las expreso. Expresarlas es un poco ahuyentarlas, como ahuyentar a los fantasmas por su nombre.

 

AHD | Ha hablado en otras entrevistas sobre la necesidad de un orden, de una disciplina vital. ¿En qué se traduce esto en su vida cotidiana?

 

OO | Siento una gran necesidad de orden, porque me parece que el orden de fuera ayuda un poco al orden interno. Pero hay veces en que la realidad lo avasalla a uno en cuanto al orden, sobre todo cuando ya se tiene muchos años y, justamente, no tanta energía como para estar luchando con los elementos feroces que de pronto le presenta la realidad: que hay que contestar cartas, que hay que hacer documentos, que hay que responder a tal o cual cosa, en fin, compromisos cada vez mayores. Para mí se convierten en tigres, en fieras desatadas. De pronto me parece que la única solución es la huida o el incendio. Todo eso lo persigue a uno, como las cartas no contestadas. Tenía un sobre grande de cartas no contestadas que decía “urgente” ahora ya no es un sobre, es una caja.

 

AHD | Cuando Ud. medita sobre el tiempo y la muerte ¿en qué le ayuda Quevedo?

 

OO | Los Sueños de Quevedo tal vez me ayuden mucho en sus visiones y me ayuda además en su parte de humor. Me ayuda, sí. Claro que a veces mi temor sobrepasa ya el límite y ya no puedo recurrir al humor, porque le confieso que tengo miedo a la muerte a pesar de ser religiosa, y a pesar de tener fe en una existencia posterior a la vida. No pienso nunca que lo contrario de la vida sea la muerte. Creo que lo contrario de la vida sería la nada. Para mí la muerte es otra etapa, otra visión sin duda. Pero una continuidad. Ahora ¿a qué le puedo tener miedo, si soy religiosa? Tal vez le tenga miedo a una posible metamorfosis que puede ser tan dolorosa como la del nacimiento. Siento que realmente es eso. No, no quiero creer que sea una duda secreta.

 

AHD | ¿Qué es lo que palia la angustia? ¿La amistad, por ejemplo?

 

OO | Sí, la amistad, el amor, el arte en general, todas las cosas hermosas. El calor de la amistad es muy importante. Felizmente tengo muchos amigos muy próximos y muy queridos.

 

AHD | La angustia ¿hasta qué punto se circunscribe a la letra?

 

OO | No, no se circunscribe a la letra, la traspasa. Va más allá de la letra. La letra tal vez la atenúa al poder expresarla, pero hay cosas muy intransferibles en la angustia. Hay elementos que se tocan, que la angustia sugiere, que no pueden ser trasladados a la palabra. Por lo menos yo no he podido hacerlo nunca, todavía.

 

AHD | ¿Qué piensa de lo que dice Octavio Paz cuando afirma que la única libertad posible es la libertad bajo palabra?

 

OO | Estoy con eso sí, realmente. Pero hay muchas personas que están controladas en la palabra misma no sólo por los demás, sino por sí mismas, que son una especie de sus propios espías.

 

AHD | ¿Hasta qué punto cree Ud. en la escritura automática?

 

OO | Yo no creo en la escritura automática, ni la he practicado nunca por esa razón. Estoy con Eluard -si tengo que elegir a un surrealista-, porque corregía evidentemente. Le hablaba antes de no sostener un elefante con una pestaña y como eso muchas otras tonterías que pueden salir también del subconsciente y que uno tiene que relegarlas, que no puede admitirlas. Sé que puede haber un elemento de ayuda en lo automático, pero no creo en la permanencia y la continuidad de la escritura automática, en el murmullo ininterrumpido, sin corrección posterior. Inclusive pienso con Aragon que si uno es un tonto, con la escritura automática no va a resultar poesía, sino que resultarán pobres tonterías.

 

AHD | Alguien ha señalado que en la poesía hay una concatenación de poesía y sentir. ¿Estaría Ud. de acuerdo?

 

OO | Sí, estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo que van a la par, absolutamente a la par. Pero falta algo. Evidentemente yo voy a preferir la poesía lírica, tal vez, a una poesía exclusivamente conceptual. Pero una poesía conceptual puede ser también muy valiosa, si es también alta poesía. Creo que tiene que haber una dosis de equilibrio entre las dos cosas, entre el sentimiento y la mente.

 

AHD | Ud. dice que la realidad cancela el deseo en frecuentes momentos. ¿Cómo se puede vivir esta realidad fuera del deseo?

 

OO | Yo no creo que se pueda vivir fuera del deseo. Creo que la realidad está colmada de deseo; pero que en general la intensidad del deseo supera la respuesta de la realidad. Ahora si ponemos el deseo frente al amor opino que el deseo es una ausencia, y el amor una presencia. Justamente porque creo que el deseo es tender hacia lo que no está y el amor tiende a lo que está, a lo que sabe que está. Está hecho de los elementos del conocimiento muy próximo, muy inmediato. Pienso que el amor justamente es el único capaz de hacer el milagro de sobrepasar la realidad y conservar el deseo.

 

AHD | Sí, pero la ausencia quizá es lo más permanente.

 

OO | Sí, pero yo estaba hablando del deseo en presencia y el deseo en ausencia. El amor es deseo en presencia.

 

AHD | ¿Cómo combatir la soledad?

 

OO | Combato la soledad escribiendo, leyendo, interesándome por mi prójimo en gran medida, en gran medida. La combato con la amistad, con la frecuentación de todas las cosas hermosas, con la música, con la pintura, con el arte en general.

 

AHD | Dentro de las expresiones artísticas ¿cuál prefiere? ¿la pintura?

 

OO | Sí, la pintura es la que siento más cerca tal vez. La música también. Todo depende de determinados momentos. Es evidente que tengo una sensibilidad más visual que auditiva, creo que eso se ve en mi poesía misma a través de las imágenes que son casi exclusivamente visuales, ya que auditivas hay muchas menos.

 

AHD | Me recuerda una imagen suya que dice que Ud. puede aprender del oleaje.

 

OO | Permanentemente me estoy moviendo como en un vaivén. Será eso. Cada ola alimenta la siguiente. Hay algo que se expande, que sigue, continúa y la primera ola parece que trajera cosas de la última ola también y que no fuera a terminar nunca. A lo mejor la ola que está tocando ahora en una playa que vemos es la misma que vio Homero.

 

AHD | ¿Ha hecho Ud. alguna vez talleres de poesía?

 

OO | No, nunca.

 

AHD | ¿Considera que se puede enseñar a escribir?

 

OO | No. Considero que se puede enseñar a tener autocrítica y también a afinar la crítica hacia otras cosas. Equivale tal vez a poder aprender a corregir lo que ya se tiene. Pero creo que la poesía tiene que estar, que no se puede enseñar. Pero de todos modos considero que los talleres son útiles cuando están bien llevados. Hay gente muy tímida, inclusive, que no se animaría de todas maneras a mostrar lo que hace si no existiera tal vez el taller que lo estimula. Además, ayuda a ver cuáles son las flaquezas, cuáles son las partes de las que se puede extraer mayor calidad.

 

AHD | Estábamos hablando de la formulación de una poética desde la pérdida, desde la duda, algunos poetas afirman que desde la herida.

 

OO | Siento que el nacer mismo es como una herida justamente. Hablábamos antes acerca de todas esas limitaciones que tiene el mundo con el tiempo, con el yo, con el no poder ser otros, con el no poder alinear el tiempo de otra manera, poder hacerlo retroceder, etc. Todo eso constituye una herida, es la herida de ese yo restringido. Porque inclusive da la impresión de que cuando uno nació, nació por una especie de fisura que se abrió en el mundo para que uno pasara ¿verdad? Y esa es la propia herida tal vez, todo lo que quedó atrás ya no lo podemos ver, pero esa fisura es como si se nos hubiera marcado, como si se nos hubiera calcado en el cuerpo mismo.

 

AHD | A veces elige Ud. símbolos bíblicos como el de Jonás ¿qué le atrae de esta figura?

 

OO | El encierro en mí misma. Soy mi propia ballena. Tengo un poema que se llama Lamento de Jonás, que es el de uno mismo dentro de su propio cuerpo. El cuerpo, de todos modos, hace posible la vida, pero da la impresión de que la limita. Claro que es un buen intermediario: es el único que tenemos. No sé qué pasará con un alma suelta, sin cuerpo: ya lo sabremos.

 

AHD | Parece que en un momento dado algún crítico malinterpretó su concepto de cuerpo. ¿Cuál es su concepto de cuerpo?

 

OO | Es lo que acabo de decir: que permite la vida. Lo único que permite la vida, pero a la vez restringe las posibilidades de la imaginación: lo que uno querría conseguir de la vida misma. Hay quienes creen que a través de Museo salvaje que yo he hecho una especie de queja contra el cuerpo. No, no. Yo tengo asombro de mi propio cuerpo, eso es otra historia. Tengo un asombro de pronto hasta el enajenamiento si me pongo a mirar en detalle cómo veo, cómo son mis ojos, cómo camino en dos pies, cómo me sostengo en dos pies, que es una posición que inclusive me parece anómala. El cuerpo me parece asombroso, pero no es que lo deteste, al contrario, amo mi cuerpo. Pero hay momentos en que me parece un desconocido. Es una de mis angustias.

 

AHD | Quizá el conocimiento del cuerpo exige un distanciamiento en algunos momentos llegando a lo grotesco.

 

OO | Tal vez se necesite más ejercicio del que yo he practicado. Tal vez con más ejercicio uno pueda sentirse más dueño de un brazo, de una pierna. Tal vez con ejercicio, no sólo físico, sino con los ejercicios que practican los orientales más a fondo que nosotros, donde llegan a encontrar el centro de su propio yo, que es casi un nosotros, no un yo.

 

AHD | ¿Practica la meditación?

 

OO | Sí, la hago. Me ha servido para darme paz, para poder ayudar a otras personas también.

 

AHD | ¿Es lo mismo meditación que plegaria?

 

OO | La plegaria la practico a cada rato. Pueden unirse, pero pueden no estar unidas. La plegaria asciende siempre en cambio la meditación puede estar llevada al contorno.

 

AHD | ¿El silencio es una aspiración?

 

OO | El silencio es necesario, es imprescindible. No es que sea la contraparte de la palabra, sino que es la esencia de la palabra misma. Cuando la palabra se ha cargado y cargado de todo lo posible desembocará en el silencio, por fuerza. Ese silencio estará cargado de todo lo decible y lo indecible que se encontró por el camino.

 

AHD | ¿Se siente alguna vez muda?

 

OO | Sí, me siento muda a veces. Me siento muda cuando no puedo lograr decir lo que quiero decir, y es con mucha frecuencia que esto me sucede. La poesía es bastante huidiza, se escapa por una partícula, de pronto, por una nada, como los peces y los sueños. Se queda uno con dos o tres palabras: árbol, piedra, norte... Sin duda me he quedado muda muchas veces. Frente a algunas actitudes humanas uno se queda mudo también. No se queda mudo frente a la injusticia ni la violencia porque ahí resulta fácil el grito. Uno se queda mudo frente al ridículo, frente a la necedad, a la mentira piadosa.

 

AHD | ¿Piensa Ud. que la poesía contribuye a la paz?

 

OO | ¿A la paz del mundo? Eso sería mucho pedir. Sería un poco lo que querían los surrealistas: cambiar el mundo. Creo que sí, que si la gente la practicara, en general, le ayudaría mucho a mejorarse, le ayudaría muchísimo interiormente a ser más comprensivo y tolerante. Ricardo Molinari, un gran poeta nuestro que murió hace dos años, decía que la poesía es un ejercicio de pobreza. Yo creo que es un ejercicio de auto-humildad para el que se siente envalentonado o vanidoso con lo que hace. Ayuda a un mismo tiempo a vencer obstáculos y a ver las propias limitaciones, a contemplar al otro, a acompañarlo.

 

AHD | La poesía -como ya nos ha recordado Octavio Paz- es un cierto ejercicio oriental, un ejercicio de interiorización. Cuando le preguntaba acerca de la relación poesía-paz, no sólo se lo preguntaba a nivel de escritor sino de lector.

 

OO | Hay mucha gente que sólo lee poesía cuando se siente sola, o cuando piensa encontrar una resonancia semejante para su sufrimiento cualquiera que sea en el momento. El sentir un reflejo o un eco sublimado de lo que le sucede, le acompaña y le da paz.

 

AHD | Cuentan que Freud en uno de sus cuadernos practicaba un ejercicio que consistía en escribir todos los días al final del día dos palabras que resumieran el día.

 

OO | Dos palabras solas. Difícil ¿no? Muy difícil.

 

AHD | ¿Cree Ud. en la síntesis?

 

OO | Sí, creo, pero no la practico. Es una de mis aspiraciones. Admiro la síntesis. La tengo para mi vida, la tengo para contar un hecho, por ejemplo, pero por lo visto me parece que un poema nunca está completo, que no he dicho lo que tenía que decir. Entonces hay un intento tras otro posible.

 

[En su casa de Buenos Aires, el 3 de enero de 1998.]    


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