ASUNCIÓN HORNO-DELGADO | Olga Orozco: La poesía es un ejercicio de auto-humildad;
ayuda a contemplar al otro, a acompañarlo
OO | Bueno, no sé, tal vez, pero siempre hay algún nudo
secreto o algún aspecto que no ha sido contemplado. Yo no sabría decirle cuán
difícil nos puede resultar, puesto que no soy yo quien crea las preguntas.
AHD | Sin duda su obra es lo suficientemente extensa para que
cada uno se plantee sus propios interrogantes al respecto. Suelo empezar mis
entrevistas pidiendo a la persona que tengo enfrente que se identifique, pero
no creo que ahora mismo sea procedente pedir una explicación de Olga Orozco.
OO | ¿Que se identifique cómo?
AHD | En cuanto a qué le movió a Ud. a ser poeta.
OO | Yo empecé a escribir –lo digo siempre– cuando aún no
sabía escribir. En ese entonces creo que me movió a escribir la insatisfacción
que sentía cuando era pequeña frente a las respuestas que me daban los mayores
si los interrogaba acerca de algo que me inquietaba, o despertaba mi
curiosidad, o tal vez mi temor, porque yo era una niña medrosa y llena de
inquietudes. Terminé por contestarme yo misma. A veces con imágenes, por lo que
he visto después. Más adelante empecé a desarrollar tal vez esas imágenes y, a
los once, doce o trece años pasé a ser una niña que escribía con alguna
autocrítica, y quizá no hablaba de lo que escribía como había hablado antes con
mi madre. Mi madre había anotado las cosas que yo decía, y cuando tuve quince años
me dio todos esos papeles, porque le parecían cosas interesantes y supuso que
me podían servir. Yo destruí todo eso. Lo lamento, lo lamento o no: no recuerdo
nada de eso. Tal vez mi memoria haya sido indulgente conmigo haciendo que lo
olvidara todo. De modo que yo creo que empecé a escribir por cierta curiosidad.
De todas maneras, en el fondo de mi poesía hay siempre una gran inquietud por
un conocimiento mayor que supera el aquí, el ahora, o lo más inmediato que se
nos presenta a los sentidos. En mi poesía verá que hay una especie de
transgresión de esas barreras del tiempo, como si quisiera rasgar velos para
ver lo que existe del otro lado. Claro, las respuestas que se me dan son por
supuesto escasas, porque no creo que los misterios puedan ser develados de este
lado del mundo: pero la tentativa existe siempre. Creo que por eso entre todas
las definiciones que hay de poesía, que siempre son escasas porque la poesía
siempre se escapa – y cuando uno encuentra una definición que parece precisa
encuentra que no basta– decía, entre todas las definiciones, elegiría esa de
Howard Nemerov que dice que la poesía es la tentativa de apremiar a Dios para
que hable.
AHD | ¿Es decir que el poeta es un desafiante?
OO | No, no es un desafiante. Pienso que el poeta tiene un
afán de conocimiento mayor que el que se le ha permitido. Es un desafiante a
pesar de sí mismo, es un desafiante porque le parece que está recluido en su
yo, en su tiempo, en un mundo limitado. Quiere traspasar la frontera, a menos
que el poeta sea un poeta exclusivamente descriptivo.
AHD | Ud. ha hablado mucho de la duda: de cómo la duda es lo
que permanentemente le interroga, permanentemente seduce su bolígrafo.
OO | Sí, sí, sí claro. Creo que casi toda mi poesía es una
intromisión en el conocimiento, por lo tanto, es una pregunta, aunque tenga la
apariencia de una aseveración. En cuanto tengo cierta remota seguridad de algo,
inmediatamente se me presenta la parte contraria. La oscilación es permanente.
AHD | Es curioso que en general su manera de escribir poemas
tiende hacia el poema largo.
OO | Sí, sobre todo, hacia la línea larga.
AHD | Ha dicho Ud. en algún momento que Ud. piensa que respira
en endecasílabo ¿qué quiere decir con ello?
OO | Pienso que cada uno tiene un cierto ritmo interior. Mi
ritmo es el del heptasílabo y el endecasílabo combinados. Mi ritmo es ése. A
veces surgen versos de trece o doce sílabas, pero es raro que suceda. En cuanto
al verso largo casi salmódico, tal vez provenga de la lectura de la biblia, de
algunos libros sagrados, o no sé si también porque nací en la pampa donde la
visión es infinita y el horizonte no se alcanza nunca.
AHD | ¿Se ha visto alguna vez escribiendo poemas en prosa?
OO | Poemas en prosa tengo algunos, sobre todo en Museo
salvaje. Allí hay unos pocos. Además, he escrito en prosa dos libros: La
oscuridad es otro sol, y También la luz es un abismo como contraposición aunque
tal vez uno podría ser una continuación del otro, porque se refieren a la misma
época: son recuerdos de infancia. Pienso siempre con Bachelard que la poesía es
vertical, es decir, que escarba en los abismos y en las alturas. Y que en
cambio la prosa es horizontal, que va paso a paso en una línea que puede
abarcar lo cotidiano, lo de todos los días.
AHD | La poesía, en su caso, es una escritura de la duda, de lo
inquisitorio, de lo que el poeta puede meditar sobre el misterio. Hay algunas
figuras que aparecen recurrentemente en su poesía, que a veces son figuras de
su propia biografía. ¿Hasta qué punto su escritura es autobiográfica?
OO | Casi siempre es autobiográfica. Claro que cuando yo
escribo un yo no es un yo personal, exclusivamente mío, ni mucho menos. Mi yo
es un tú. Creo que cuando empleo un tú tal vez ése sea mi yo.
AHD | ¿Y cuando habla de su padre y de su madre?
OO | Son mi padre y mi madre, como es mi abuela, como son mis
hermanos quienes desfilan a veces por mi poesía, como desfila una gata que
tuve, que se llamaba Berenice, a la que escribí un pequeño libro de diecisiete
cantos, también. Son los seres inmediatos. Los de siempre. Mi infancia ha
seguido creciendo conmigo y no se ha borrado nunca. Tal vez por eso la memoria
y el tiempo son dos constantes en mi poesía. Creo que cada una alimenta
permanentemente a la otra. Claro que la memoria es una memoria un poco
actualizada porque no es una memoria estática, no es una memoria como la de una
fotografía, sino que es una memoria que está cargada con todos los
acontecimientos que se han ido sucediendo a lo largo de toda mi vida.
AHD | Lezama Lima ha señalado que uno de los atributos del
poeta es convocar la imagen. ¿Podría señalar cúal es su propio proceso de
creación de imágenes?
OO | Bueno, eso es difícil ¿no? Justamente le hablaba de que
la poesía es vertical. Va hacia los abismos o hacia las alturas: está
escarbando en mundos que no son los que habitualmente nos rodean. Es decir,
trato de ver qué elementos me están solicitando desde una u otra dirección.
Cuando me llega un poema, es como si llamara a una puerta. Abro: el comienzo
puede ser suscitado por una música o por unas palabras o por algo absolutamente
visual. Sé lo primero que va a llegar, pero es como si me encontrara frente a
un corredor: veo el principio y el final. Ese largo camino entre los dos es el
que tengo que recorrer. Es un camino que en gran parte está hecho por la
inspiración del momento, por lo que va surgiendo de un paso a otro paso. Yo no
escribo nunca una línea si la anterior no está absolutamente admitida, digamos.
Construyo el poema como un arquitecto, tratando de que lo que digo en la línea
24 no se contradiga en la línea 42. Además, mi imaginación yo diría que podría
ser restringida por lo rigurosa: no permito, por ejemplo, que una pestaña esté
alzando a un elefante. Espero que la poesía toda tenga, si no veracidad,
verosimilitud. Hablaba de los elementos o los signos que a uno lo solicitan.
Hay palabras, hay imágenes que me van rodeando y a las que tengo que elegir,
sacrificando muchas a veces para que no sea exhaustivo lo dicho. Cuesta hacerlo,
por supuesto, pero el poema lo exige.
AHD | ¿Considera que la poesía tiene una relación directa con
lo sagrado?
OO | Para lo que yo intento sí. No siempre, supongo, pero para
lo que yo intento sí. Además, soy profundamente religiosa: aunque no tenga un
dogma preciso, tengo fe. Naturalmente, si mi conocimiento se remite a lo que no
está sólo de este lado, forzosamente tiene una proyección religiosa.
AHD | Ud. dijo que entre sus lecturas está la Biblia ¿qué otras
lecturas podrían filtrarse en su proceso de escribir?
OO | No lo sé. No hablo nunca de influencias, porque eso es
muy peligroso. En cuanto uno habla de influencias, inmediatamente hay un sello
que dice que uno está hecho de esa persona. Alguna vez dije que mi preferido
entre los españoles era Cernuda: inmediatamente se dijo que mi obra tenía
influencia de Luis Cernuda, cosa que no es cierta; no hay nada más distante. En
fin, le podría decir cuáles han sido mis lecturas más frecuentes desde mi
primera juventud. Fueron Santa Teresa, San Juan de La Cruz, Quevedo, Garcilaso.
Más adelante, tal vez los franceses: Rimbaud, Baudelaire, Nerval, Michaud
después, Eliot más adelante. Milosz, siempre.
AHD | Hay una preocupación por el destino en sus poemas. Hay un
confrontamiento del destino o mejor una meditación sobre él.
OO | Sí, claro que la hay. Pero más bien es un destino en
forma de abanico, no un destino prefijado. Es como si se fuera formando a
través de las elecciones de unas cuantas varillas. Uno elije una y ésa puede
abrirse en dos caminos: la de la elección y la de la no elección, y así
sucesivamente. Ahora tal vez la no elección tenga tanta influencia en la vida
como la elección. Hay un abanico ahí: hay una serie de elecciones y no
elecciones alternadas que tienen igual importancia en el destino de uno.
AHD | Hasta cierto punto Ud. es existencialista.
OO | Bueno, no sé, no me pongo rótulo.
AHD | ¿Qué piensa de la escritura femenina?
OO | Yo no creo en eso. Pienso que la escritura no tiene sexo,
en primer lugar. Es una discriminación que hicieron los hombres. Los hombres
hacen la poesía, la poesía a secas: la poesía que escriben las mujeres es
poesía femenina. Me parece erróneo,
porque yo creo que el acto creador no tiene sexo. Nunca he podido colaborar en
lo que esté hecho casi exclusivamente por mujeres. No me he sentido tampoco
discriminada por los hombres, ni excluida por los hombres. Creo que hay un tipo
de elementos que podrían dominar más las mujeres: la casa, las telas, los
adornos, las cosas que la rodean más cercanamente, los hijos...etc. Los hombres
están tal vez en un mundo más bursátil, el de la calle o el de otros intereses.
Pero eso no hace más que empobrecer o enriquecer un lenguaje. En cuanto a
poesía femenina sería para mí la que
escriben o escribían las mujeres que no ven la poesía como una misión, sino
como entretenimiento o descarga o evasión, sin ningún rigor, ni apuesta total.
AHD | ¿Cómo ve el envejecimiento de la mujer? ¿Ha meditado
sobre la vejez humana? ¿Se traduce esto en sus últimos escritos?
OO | Sí, por supuesto. Estoy muy enojada con el tiempo
(risas). Siento que se ha portado conmigo como un perro rabioso. Claro que si
no me hubiera tocado, sería totalmente anómala, pero de todos modos no puedo
perdonárselo. Es un tema permanente en los últimos escritos. Es lógico, además
uno va viendo el muro cada vez más cerca, casi rozando la nariz. Lo positivo de
la edad es que uno va madurando en cuanto a la mentalidad, y le diría que hasta
en los sentimientos, porque curiosamente hasta la indulgencia se hace más
extensa, con los años: cada vez ocupa territorios más amplios, cosa que es
favorable. Pero por otra parte la edad está hecha de puras pérdidas, por más
que sea una ganancia la relativa sabiduría, la admisión de los propios errores,
la flexibilidad. Pero las pérdidas son muchas. Hay que ir renunciando a los
alcances de la vista, del oído, del tacto, del sexo, en fin, hay muchos
empobrecimientos.
AHD | ¿La poesía es una conjura contra la pérdida?
OO | Sí, la poesía es un apoyo muy grande. La poesía y el
humor son dos apoyos extraordinarios.
AHD | En algún momento Ud. ha afirmado que su poesía no tiene
mucho humor.
OO | No, pero yo personalmente sí lo tengo. Mi poesía no tiene
humor, mis libros de relatos sí lo tienen. Pero personalmente sí tengo humor,
entonces puedo apoyarme en él también durante mis ocios, que son largos.
AHD | ¿Hay una posibilidad de que la poesía tenga algo que ver
con la terapia?
OO | Creo que es una terapia en el fondo. Es siempre una
catarsis, absolutamente. Yo me siento realmente muy mal en las temporadas en
que no escribo, mis malestares aumentan. Supongo que se advierte a través de mi
poesía misma que soy una persona con angustias, porque las expreso. Expresarlas
es un poco ahuyentarlas, como ahuyentar a los fantasmas por su nombre.
AHD | Ha hablado en otras entrevistas sobre la necesidad de un
orden, de una disciplina vital. ¿En qué se traduce esto en su vida cotidiana?
OO | Siento una gran necesidad de orden, porque me parece que
el orden de fuera ayuda un poco al orden interno. Pero hay veces en que la
realidad lo avasalla a uno en cuanto al orden, sobre todo cuando ya se tiene
muchos años y, justamente, no tanta energía como para estar luchando con los
elementos feroces que de pronto le presenta la realidad: que hay que contestar
cartas, que hay que hacer documentos, que hay que responder a tal o cual cosa,
en fin, compromisos cada vez mayores. Para mí se convierten en tigres, en fieras
desatadas. De pronto me parece que la única solución es la huida o el incendio.
Todo eso lo persigue a uno, como las cartas no contestadas. Tenía un sobre
grande de cartas no contestadas que decía “urgente” ahora ya no es un sobre, es
una caja.
AHD | Cuando Ud. medita sobre el tiempo y la muerte ¿en qué le
ayuda Quevedo?
OO | Los Sueños de Quevedo tal vez me ayuden mucho en sus
visiones y me ayuda además en su parte de humor. Me ayuda, sí. Claro que a
veces mi temor sobrepasa ya el límite y ya no puedo recurrir al humor, porque
le confieso que tengo miedo a la muerte a pesar de ser religiosa, y a pesar de
tener fe en una existencia posterior a la vida. No pienso nunca que lo
contrario de la vida sea la muerte. Creo que lo contrario de la vida sería la nada.
Para mí la muerte es otra etapa, otra visión sin duda. Pero una continuidad.
Ahora ¿a qué le puedo tener miedo, si soy religiosa? Tal vez le tenga miedo a
una posible metamorfosis que puede ser tan dolorosa como la del nacimiento.
Siento que realmente es eso. No, no quiero creer que sea una duda secreta.
AHD | ¿Qué es lo que palia la angustia? ¿La amistad, por
ejemplo?
OO | Sí, la amistad, el amor, el arte en general, todas las
cosas hermosas. El calor de la amistad es muy importante. Felizmente tengo
muchos amigos muy próximos y muy queridos.
AHD | La angustia ¿hasta qué punto se circunscribe a la letra?
OO | No, no se circunscribe a la letra, la traspasa. Va más
allá de la letra. La letra tal vez la atenúa al poder expresarla, pero hay
cosas muy intransferibles en la angustia. Hay elementos que se tocan, que la
angustia sugiere, que no pueden ser trasladados a la palabra. Por lo menos yo
no he podido hacerlo nunca, todavía.
AHD | ¿Qué piensa de lo que dice Octavio Paz cuando afirma que
la única libertad posible es la libertad bajo palabra?
OO | Estoy con eso sí, realmente. Pero hay muchas personas que
están controladas en la palabra misma no sólo por los demás, sino por sí
mismas, que son una especie de sus propios espías.
AHD | ¿Hasta qué punto cree Ud. en la escritura automática?
OO | Yo no creo en la escritura automática, ni la he
practicado nunca por esa razón. Estoy con Eluard -si tengo que elegir a un
surrealista-, porque corregía evidentemente. Le hablaba antes de no sostener un
elefante con una pestaña y como eso muchas otras tonterías que pueden salir
también del subconsciente y que uno tiene que relegarlas, que no puede
admitirlas. Sé que puede haber un elemento de ayuda en lo automático, pero no
creo en la permanencia y la continuidad de la escritura automática, en el murmullo ininterrumpido, sin corrección
posterior. Inclusive pienso con Aragon que si uno es un tonto, con la escritura
automática no va a resultar poesía, sino que resultarán pobres tonterías.
AHD | Alguien ha señalado que en la poesía hay una
concatenación de poesía y sentir. ¿Estaría Ud. de acuerdo?
OO | Sí, estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo que van a la par,
absolutamente a la par. Pero falta algo. Evidentemente yo voy a preferir la
poesía lírica, tal vez, a una poesía exclusivamente conceptual. Pero una poesía
conceptual puede ser también muy valiosa, si es también alta poesía. Creo que
tiene que haber una dosis de equilibrio entre las dos cosas, entre el
sentimiento y la mente.
AHD | Ud. dice que la realidad cancela el deseo en frecuentes
momentos. ¿Cómo se puede vivir esta realidad fuera del deseo?
OO | Yo no creo que se pueda vivir fuera del deseo. Creo que
la realidad está colmada de deseo; pero que en general la intensidad del deseo
supera la respuesta de la realidad. Ahora si ponemos el deseo frente al amor
opino que el deseo es una ausencia, y el amor una presencia. Justamente porque
creo que el deseo es tender hacia lo que no está y el amor tiende a lo que
está, a lo que sabe que está. Está hecho de los elementos del conocimiento muy
próximo, muy inmediato. Pienso que el amor justamente es el único capaz de
hacer el milagro de sobrepasar la realidad y conservar el deseo.
AHD | Sí, pero la ausencia quizá es lo más permanente.
OO | Sí, pero yo estaba hablando del deseo en presencia y el
deseo en ausencia. El amor es deseo en presencia.
AHD | ¿Cómo combatir la soledad?
OO | Combato la soledad escribiendo, leyendo, interesándome
por mi prójimo en gran medida, en gran medida. La combato con la amistad, con
la frecuentación de todas las cosas hermosas, con la música, con la pintura,
con el arte en general.
AHD | Dentro de las expresiones artísticas ¿cuál prefiere? ¿la
pintura?
OO | Sí, la pintura es la que siento más cerca tal vez. La
música también. Todo depende de determinados momentos. Es evidente que tengo
una sensibilidad más visual que auditiva, creo que eso se ve en mi poesía misma
a través de las imágenes que son casi exclusivamente visuales, ya que auditivas
hay muchas menos.
AHD | Me recuerda una imagen suya que dice que Ud. puede
aprender del oleaje.
OO | Permanentemente me estoy moviendo como en un vaivén. Será
eso. Cada ola alimenta la siguiente. Hay algo que se expande, que sigue,
continúa y la primera ola parece que trajera cosas de la última ola también y
que no fuera a terminar nunca. A lo mejor la ola que está tocando ahora en una
playa que vemos es la misma que vio Homero.
AHD | ¿Ha hecho Ud. alguna vez talleres de poesía?
OO | No, nunca.
AHD | ¿Considera que se puede enseñar a escribir?
OO | No. Considero que se puede enseñar a tener autocrítica y
también a afinar la crítica hacia otras cosas. Equivale tal vez a poder
aprender a corregir lo que ya se tiene. Pero creo que la poesía tiene que
estar, que no se puede enseñar. Pero de todos modos considero que los talleres
son útiles cuando están bien llevados. Hay gente muy tímida, inclusive, que no
se animaría de todas maneras a mostrar lo que hace si no existiera tal vez el
taller que lo estimula. Además, ayuda a ver cuáles son las flaquezas, cuáles
son las partes de las que se puede extraer mayor calidad.
AHD | Estábamos hablando de la formulación de una poética desde
la pérdida, desde la duda, algunos poetas afirman que desde la herida.
OO | Siento que el nacer mismo es como una herida justamente.
Hablábamos antes acerca de todas esas limitaciones que tiene el mundo con el
tiempo, con el yo, con el no poder ser otros, con el no poder alinear el tiempo
de otra manera, poder hacerlo retroceder, etc. Todo eso constituye una herida,
es la herida de ese yo restringido. Porque inclusive da la impresión de que
cuando uno nació, nació por una especie de fisura que se abrió en el mundo para
que uno pasara ¿verdad? Y esa es la propia herida tal vez, todo lo que quedó
atrás ya no lo podemos ver, pero esa fisura es como si se nos hubiera marcado,
como si se nos hubiera calcado en el cuerpo mismo.
AHD | A veces elige Ud. símbolos bíblicos como el de Jonás ¿qué
le atrae de esta figura?
OO | El encierro en mí misma. Soy mi propia ballena. Tengo un
poema que se llama Lamento de Jonás,
que es el de uno mismo dentro de su propio cuerpo. El cuerpo, de todos modos,
hace posible la vida, pero da la impresión de que la limita. Claro que es un
buen intermediario: es el único que tenemos. No sé qué pasará con un alma
suelta, sin cuerpo: ya lo sabremos.
AHD | Parece que en un momento dado algún crítico malinterpretó
su concepto de cuerpo. ¿Cuál es su concepto de cuerpo?
OO | Es lo que acabo de decir: que permite la vida. Lo único
que permite la vida, pero a la vez restringe las posibilidades de la
imaginación: lo que uno querría conseguir de la vida misma. Hay quienes creen
que a través de Museo salvaje que yo he hecho una especie de queja contra el
cuerpo. No, no. Yo tengo asombro de mi propio cuerpo, eso es otra historia.
Tengo un asombro de pronto hasta el enajenamiento si me pongo a mirar en
detalle cómo veo, cómo son mis ojos, cómo camino en dos pies, cómo me sostengo
en dos pies, que es una posición que inclusive me parece anómala. El cuerpo me
parece asombroso, pero no es que lo deteste, al contrario, amo mi cuerpo. Pero
hay momentos en que me parece un desconocido. Es una de mis angustias.
AHD | Quizá el conocimiento del cuerpo exige un distanciamiento
en algunos momentos llegando a lo grotesco.
OO | Tal vez se necesite más ejercicio del que yo he
practicado. Tal vez con más ejercicio uno pueda sentirse más dueño de un brazo,
de una pierna. Tal vez con ejercicio, no sólo físico, sino con los ejercicios
que practican los orientales más a fondo que nosotros, donde llegan a encontrar
el centro de su propio yo, que es casi un nosotros, no un yo.
AHD | ¿Practica la meditación?
OO | Sí, la hago. Me ha servido para darme paz, para poder
ayudar a otras personas también.
AHD | ¿Es lo mismo meditación que plegaria?
OO | La plegaria la practico a cada rato. Pueden unirse, pero
pueden no estar unidas. La plegaria asciende siempre en cambio la meditación
puede estar llevada al contorno.
AHD | ¿El silencio es una aspiración?
OO | El silencio es necesario, es imprescindible. No es que
sea la contraparte de la palabra, sino que es la esencia de la palabra misma.
Cuando la palabra se ha cargado y cargado de todo lo posible desembocará en el
silencio, por fuerza. Ese silencio estará cargado de todo lo decible y lo
indecible que se encontró por el camino.
AHD | ¿Se siente alguna vez muda?
OO | Sí, me siento muda a veces. Me siento muda cuando no
puedo lograr decir lo que quiero decir, y es con mucha frecuencia que esto me
sucede. La poesía es bastante huidiza, se escapa por una partícula, de pronto,
por una nada, como los peces y los sueños. Se queda uno con dos o tres
palabras: árbol, piedra, norte... Sin duda me he quedado muda muchas veces.
Frente a algunas actitudes humanas uno se queda mudo también. No se queda mudo
frente a la injusticia ni la violencia porque ahí resulta fácil el grito. Uno
se queda mudo frente al ridículo, frente a la necedad, a la mentira piadosa.
AHD | ¿Piensa Ud. que la poesía contribuye a la paz?
OO | ¿A la paz del mundo? Eso sería mucho pedir. Sería un poco
lo que querían los surrealistas: cambiar el mundo. Creo que sí, que si la gente
la practicara, en general, le ayudaría mucho a mejorarse, le ayudaría muchísimo
interiormente a ser más comprensivo y tolerante. Ricardo Molinari, un gran
poeta nuestro que murió hace dos años, decía que la poesía es un ejercicio de
pobreza. Yo creo que es un ejercicio de auto-humildad para el que se siente
envalentonado o vanidoso con lo que hace. Ayuda a un mismo tiempo a vencer
obstáculos y a ver las propias limitaciones, a contemplar al otro, a acompañarlo.
AHD | La poesía -como ya nos ha recordado Octavio Paz- es un
cierto ejercicio oriental, un ejercicio de interiorización. Cuando le
preguntaba acerca de la relación poesía-paz, no sólo se lo preguntaba a nivel
de escritor sino de lector.
OO | Hay mucha gente que sólo lee poesía cuando se siente
sola, o cuando piensa encontrar una resonancia semejante para su sufrimiento
cualquiera que sea en el momento. El sentir un reflejo o un eco sublimado de lo
que le sucede, le acompaña y le da paz.
AHD | Cuentan que Freud en uno de sus cuadernos practicaba un
ejercicio que consistía en escribir todos los días al final del día dos
palabras que resumieran el día.
OO | Dos palabras solas. Difícil ¿no? Muy difícil.
AHD | ¿Cree Ud. en la síntesis?
OO | Sí, creo, pero no la practico. Es una de mis
aspiraciones. Admiro la síntesis. La tengo para mi vida, la tengo para contar
un hecho, por ejemplo, pero por lo visto me parece que un poema nunca está
completo, que no he dicho lo que tenía que decir. Entonces hay un intento tras
otro posible.
[En su casa de Buenos Aires, el 3 de enero de 1998.]
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