Casa de agua es el título de este poemario que convoca las imágenes
de la infancia perdida, de una casa y de un país arrasados por la furia del mar.
Una casa que otrora fue guarida, refugio -hogar visto como chimenea-fuego-calor-acogida-,
y que ahora solo existe en los recuerdos vagos de la poeta, léase elegida,
para que su imagen se conserve. La poeta la llama y se da cuenta que “ya no escucha”,
el agua la dejó sorda; por eso se sumerge en el mar donde encuentra “los
floreros de cristal de Bohemia” de la abuela; una hermosa forma de reencontrarse con los orígenes y al mismo
tiempo una estrategia para traer de vuelta a esa abuela sabia que tejía el alba,
la aurora; en otras palabras, unía los hilos de la luz y del comienzo.
En
el fondo del mar, en el Hadal,
entre
algas y corales encuentro los muebles de la casa
que
fueron arrastrados,
me
topo con los floreros de cristal de Bohemia
cucharas
de plata que traía la abuela
a
las nietas el día de su nacimiento,
la
abuela sabía de alquimia antes de la escarcha del amanecer. (Poema: Ha ido quedando sorda)
Y cuando el comienzo desapareció tras el exilio de los habitantes de la casa
ni siquiera los pescadores supieron cómo rescatar los muebles que hasta las gaviotas
rechazaban
La casa se fue
quedando sorda… se hundió en el mar… los pescadores no tienen idea / lo que pasa con esta casa,
y por consecuencia, /algunos muebles se ahogan. (Poema: La iniciación de la harina)
Y antes, mucho antes, que la casa se fuese
al fondo del mar, cuando sus habitantes se fueron por caminos de fango llevando
el olor de la casa en una flor y sintiendo el peso de las piedras en los zapatos
roídos por el tiempo, se dieron cuenta que siempre serían extranjeros como lo fueron
sus abuelos.
descansamos
de nuestro viaje de un país a otro
somos
extranjeras en todas partes
cada
paisaje es una inútil pared (El viaje
al país de los cangrejos)
El exilio es una segunda piel, es el alma del errante del que
perdió su casa y del que fracasó buscándola.
… Somos casa de
agua
somos territorios
falaces,
somos la ciudad
de agua, el instante somos el reflejo de la abuela, el almíbar de su dulce de higos,
de
guayaba, somos
sales
somos agua (Poema: Perejil)
En ese mismo poema leemos.
conocí mi primer
territorio de agua en tu vientre
Cuando la poeta se adentra en las profundidades del mar, en busca de su antigua
casa, se nos devela un gran enigma, el de un viaje iniciático que rastrea las huellas
de sus orígenes. Lo que me lleva a pensar en dos obras soberbias de la literatura
hispanoamericana: El viaje a la semilla de Alejo Carpentier e Informe
sobre ciegos; me refiero a esa nouvelle que está inmersa en la novela Sobre
Héroes y Tumbas de Ernesto Sábato. Ese viaje al que hago alusión lo vemos y
lo sentimos en el poema Antes del doblez:
El silencio se dispersa, el tigre agita la cola
la loba aúlla entre las paredes,
me acerco con cuidado
a la casa parturienta que me dio los ritos ambulatorios, viene hacia a mí,
llega con presagios de ladrillos
con viajes para los iniciados en la buhardilla de agua.
Casa de agua es, por lo tanto, un trabajo de arqueología ontológica que nos permite, muy posiblemente,
descubrir de dónde venimos y para dónde vamos.
entro a esa casa que teje su propia penumbra,
y voy avanzando hacia ti. Te veré en otro cuarto,
la eternidad no puede existir sin ti.
Me recibes sin asombro, en un día imparable
cierras las puertas, y entra la colmena oscura desde afuera
nada es verdadero cuando viene desde afuera.
Me encuentro resguardada dentro de cajones de lluvia para que
el poema sea la Ítaca
Y en El tétano converso duerme, Ítaca se hace presente,
no como sueño o evocación sino como ese faro que siempre está encendido a la espera
del hijo que se ha ido.
(El sol se disolvía en la isla de Ítaca
con sus casas blancas, y puertas azules) las miradas clandestinas de las
viudas se perdían al divisar
a través de ventanas el ruido del mar,
el viento soplaba en mis ojos
mientras los pasos de la luz de los faros navegantes se quedaba atrás
con rabia azul.
Y en el poema De manera inocente nos encontramos de nuevo con ese
amanecer como posibilidad de comienzo:
Con un paraguas empapado de agua averiguas tu origen,
juegas con todas las posibilidades en la ciudad de agua no quieres perder
la esperanza
que un día fuiste pez,
y que todas las ventanas de tus branquias se abrieron para abolir la soledad
de los humanos, y poder encender el amor en todas las bestias que buscan el agua
salada
en una cucharada de miel antes del amanecer.
El reencuentro con esa primera existencia, la del pez, es un láudano que
mitiga la pesadumbre de esta nueva existencia abocada a la soledad; incluso le permite
a la poeta abolir el tiempo y a hacer un trato con “la tejedora infiel”.
Y al mismo tiempo le permite respirar con sus branquias recuperadas de una existencia
asaz lejana; aunque eso la obligue a pagar un óbolo para hacer la travesía del Estigia
en la barca de Caronte.
La moneda aparece en la mano de la tejedora infiel, y como mortal codiciosa,
cruzo
en la barca de Caronte para ser perdonada
por los dioses
y volver a la casa contenida en el pecho …
Para volver a nacer
necesito escoger entre el olvido y la memoria
que se encuentran dentro de la melancolía de un pez. (Cruzar el suspiro)
También la obliga a escoger entre Leteo y Mnémosine:
Cruzo el río para volver a la ciudad de agua / debo pisar las huellas / y elegir entre Leteo y Mnemosine.
Al escoger a Mnémosine aprende a
…a no morir por nuestra propia boca,
Y descubre
…el huerto de manzanas de la inmortalidad,
estamos dentro y fuera del agua (Poema: Parque de perros)
Al escoger la inmortalidad la presencia de la abuela se hace tangible en
ella:
la abuela canta plegarias,
mientras con paciencia va lavando
la memoria de una condena. (Poema: El ascensor
del cielo)
Y en Claros de polvo se convierte en contemporánea de todas
Las madres y las abuelas (que ) conversan sobre el paso del tiempo …/donde
el polvo vuelve al polvo, donde las agujas de los huesos se rompen
La poeta asume el riesgo de sentarse con las tejedoras del tiempo; las mismas
que al tejer un hilo luego lo rompen y lo trituran. Hasta que “el mar () centellea
sin posibilidad de robo”.
Y en Geografía austral ejerce con ellas “la memoria del agua / después de cada rezo”.
En Acaso demasiado presta, y gracias a un epígrafe de Kavafis -“Ítaca te brindó tan hermoso viaje. /
Sin ella no habrías emprendido el camino”- recuerda una vez más la Ítaca
que la instó a emprender el camino hasta encontrarla. Aun así es consciente de la
inutilidad de su viaje:
Por qué obstinarse en algo que no existe, / el paso
del tiempo es invisible, / es un robo del fruto verde del mar.
Y en El dulce olor Ítaca es el espejo donde se
contempla a sí misma y donde se contempla su hermana, ese otro yo indivisible y
que permanece pegado a nuestros cuerpos como otra piel.
Fuimos juntas al mar a recoger estrellas de cuatro vientos
y cangrejos oscuros. Nos une el mar y el escándalo
de nuestros pies andinos
donde fuimos a la fiesta de la nada
donde bebimos el agua verde de la ceniza
que se escurre
porque tú eres tú, y yo soy yo
en nuestra imagen y semejanza
cruzamos el territorio del escándalo
en el otro rostro de Ítaca.
Nos une el escándalo del betún y del crepúsculo.
Lo que quiere decir que el viaje no fue en vano y que
bucear en las profundidades marinas y que luchar en contra de los monstruos que
lo habitan, blandiendo como una única arma un peán (Παιάν), finalmente deja
una leve sensación de victoria; pero victoria al fin y al cabo.
imagino
la divinidad
de las rosas acariciando el viento,
imagino
las rosas mirándonos,
…
mi vuelo
está envuelto en papel periódico
quiero ser discreta con el hechizo,
me llevo fugitivamente la palabra secreta en una servilleta blanca,
abrazo la cola de un delfín
para viajar al lugar donde se oculta el fuego.
La memoria es una invención.
Ha sido largo el viaje por errar un minuto,
nadie sabe si nací acaso,
o si es el tiempo de la nada.
Nadie sabe por donde he caminado, nadie sabe
de todas las muertes que he vivido,
todas las vidas que he inventado
de todas las memorias que he descreído
por la noche
cuando me olvidé de mi nombre,
cuando me olvidé de mis mayores, de mi sangre,
cuando me olvidé de todo
cuando inventé todo
entonces puedo en ese lugar invisible
declarar
nada, nunca nada, todavía nada
esa es la victoria de una casa ensimismada en el agua.
¿Acaso Mnémosine,
la diosa de la memoria, fracasó en su intento de recordar y de recordarnos el mundo
y la existencia? ¿Somos los seres humanos simples pesadillas de dioses fracasados?
¿Acaso seguimos condenados por Némesis a contemplarnos eternamente en un espejo
de agua por haber rechazado a la ninfa Eco que nos esperaba escondida detrás de
los olivares? Preguntas que Ivonne Gordon va posiblemente a elucidar en un próximo
poemario.
Chapeau, Ivonne Gordon!
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 194 | dezembro de 2021
Artista convidada:
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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