Principios de los años 1990 ya nos correspondíamos Ludwig Zeller (1927-2019)
y yo, aunque no recuerde a quien dar las gracias por nuestra presentación. De esta
época son mis correspondencias con dos otros poetas, Harold Alvarado Tenorio (Colombia,
1945) y Pedro Lastra (Chile, 1932). Lo que recuerdo es que los tres fueron inmensamente
importantes para mi conocimiento de la tradición lírica hispanoamericana y a través
de ellos me llegaron las direcciones mágicas de muchos poetas. Con casi todos ellos
he realizado entrevistas, posteriormente publicadas en las tres versiones de mi
libro Escritura conquistada (1998, 2009
y 2019).
Primeramente Tenorio
y Lastra hicieron posible la publicación de textos míos en revistas en México, Colombia,
Chile. En una de ellas –Prisma, de Colombia–
recuerdo haber publicado, en 1992, una entrevista con Ludwig Zeller, igual diálogo
que el año siguiente sería publicado en Portugal, en la edición # 100 de la revista
Letras & Letras, juntamente con un
artículo mío llamado “Datos insospechosos sobre Ludwig Zeller”.
La primera carta de Ludwig
que encuentro en mi caja de maravillas lleva la fecha de 5 de mayo de 1990. Allí
agradece mis palabras acerca de sus collages y la invitación que le hizo de participar
del proyecto de una Antología de poesía hispanoamericana
contemporánea, proyecto que no me fue posible realizar. La carta viene acompañada
de dos libros, 50 collages (1981) y A celebration (1987). El primero, según el
poeta, una especie de milagro hecho posible
por la buena voluntad de mucha gente y la participación de cien amigos. El volumen
precioso con los collages, por su vez, traía
la dedicatoria muy valiosa: “para el poeta Floriano Martins, estos restos del sueño
sin término”.
Aquí reproduzco el párrafo
final de esta carta:
Querido Floriano Martins, desde luego me encantaría participar
en tu otro proyecto sobre entrevistas a distintos poetas que participan en la Antología.
He visto con alegría en Resto do mundo una entrevista
concedida a Oscar H. Villordo por el poeta argentino Enrique Molina, a quien admiro
y quiero como a un viejo amigo. Te adjunto también una serie de críticas de: José
Miguel Oviedo,
Michael Bullock (escritor inglés residente en Canadá), Anna Balakian
(ex chair del Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Nueva York),
Javier Sologuren (peruano a quien seguramente tú conoces), y A. F. Moritz (profesor
de la Universidad de Toronto y Guggenheim Fellow). A. F. Moritz, aparte de ser un
amigo muy querido, es el traductor de la mayor parte de mi obra al inglés. Te envío
otro par de cuadernillos con poemas y aforismos, además de un video y una cinta
magnetofónica. Velos con calma y envíame las preguntas para tu libro.
Y así empezamos nuestra
amistad, basada en su entrañable generosidad, su capacidad envidiable de compartir
el mundo con toda la gente. Resto do mundo
era el nombre de un periódico que yo entonces editaba, una primera experiencia de
diálogo entre la cultura de Brasil y el resto del mundo, periódico que tubo no más
que cuatro ediciones, pero que fue el prototipo del proyecto editorial de Agulha Revista de Cultura. En esta primera
carta Ludwig me habla de Enrique Molina y el mismo año trata de enviarme las direcciones
de Humberto Díaz-Casanueva –es un espléndido
amigo y un gran poeta– y Enrique Gómez-Correa –último participante de la “Mandrágora” que aunque hace años padece de dolorosa
enfermedad escribe y contesta las cartas puntualmente–, entre otros.
Por sus manos he tomado
conocimiento de modo más sistemático de la presencia del Surrealismo en nuestro
continente. Nuestra amistad fue ampliándose cada vez más, así como la amistad con
su pareja Susana Wald, esa mujer increíble con quien tengo una afinidad cósmica.
Nuestros planes siguieron, siempre guardados por la distancia geográfica que separa
Canadá y Brasil. Una distancia también sacrificada por la lentitud de los correos,
por veces incluyendo la pérdida de algunos paquetes. La entrevista, por ejemplo,
Ludwig tuvo que enviarme las respuestas dos veces, hasta que llegasen en mis manos
–en 1992 el poeta me dijo: yo pienso que los
correos tienen un especial alergía al surrealismo–. Ludwig y Susana se trasladan
de Canadá para México, nueva distancia, pero vencemos el espacio.
Sus libros fueron llegando,
unos planes se fueran realizando, ensayos, entrevistas, traducciones etc. Una vez
recibo una llamada al teléfono de una señora diciendo que está en mi ciudad Rolando
Toro (Chile, 1924-2010) y que desea hablar conmigo. Rolando acabara de llegar de
viaje y tenía en manos unos libros de Ludwig, que le había pedido para regalarme.
Seguro era otra la intención, o sea, de propiciar mi encuentro con Rolando, cita
mágica que se repitió por unos años más, siempre que el poeta de la Biodanza venía
a mi ciudad. Luego sale la primera edición de Escritura conquistada y unos años después finalmente tengo que ir a
México, para la presentación de un número especial de la revista Alforja dedicado a la poesía brasileña que
he preparado con gusto. Estaba con amigos en el hotel en la Ciudad de México cuando
me llega la pareja Ludwig & Susana, recién llegados de Oaxaca, que recurrieron
aquella distancia para encontrarme. Este es uno de los momentos altos de mi vida,
el abrazo que compartimos los tres. Con igual intensidad que en dos otros momentos.
El primero cuando me voy a la casa de ellos en Oaxaca por unos días en que trabajamos,
Susana y yo, en la preparación de un libro que he escrito sobre su pintura. Y otro,
cuando nos encontramos en San José para una exposición internacional del Surrealismo
de que participamos. Aunque en los dos casos el encuentro tenga sido solamente con
Susana, seguro Ludwig estaba presente.
Recuerdo aun la carta
que me envía Ludwig desde México en febrero de 1992: Ahora estoy con mi mujer, Susana Wald pasando dos meses y medio de vacaciones
relativas en Huayapan, un pueblo a pasos de Oaxaca, viviendo en una mansión que
nos ha facilitado un amigo italiano, ubicada 200m encima de la ciudad, lo que permite
ver la misma y una docena de pueblos a los alrededores. Aquí construiremos en el
próximo año una casa-taller donde pasaremos los meses fríos del año y donde nos
sería maravilloso recibir tu visita. Allí estuvo, sí, pero años después, en
2013.
Una vez estuvo en el
desierto de Atacama, en Chile, en Río Loa, el pueblo donde nació Ludwig y desde
allí he enviado una tarjeta para él. Mucho antes había leído su novela Río Loa, estación de los sueños (1994), una
experiencia increíble y que por alguna razón jamás he contado a Ludwig: por algunas
noches he soñado con unas cajas rellenas de fragmentos líquidos de un río y de una
de ellas salía el poeta Enrique Molina con un sombrero en la cabeza que recordaba
el loco personaje de la novela de Lewis Carroll. La muy breve secuencia de sueños
seguro fue el prenuncio de la edición de este libro que he publicado en mi editorial
en 2018.
Hasta aquí he hablado de la joya de nuestra amistad
y siempre estará de menos recordar la riqueza humana de este hombre. Lo siento en
mi vida como una de las más grandes fuerzas gravitacionales. He dicho en algún texto
que es imposible separar imagen poética e imagen plástica en la obra de Ludwig Zeller,
pero igual es imposible separar obra y vida. Son como gemas que se reproducen gracias
al fulgor de sus cuerpos pegados, de sus espíritus que pulsan materia adentro. Con
esas tres chispas se hace una de las voces más singulares de la riquísima tradición
lírica de Hispanoamérica. Una voz que amalgama los cinco elementos, además de su
tempestad creativa, sus labios siempre ávidos de misterio.
Este oasis mágico que
ha plantado en la lírica seguro es fruto del desierto que ha germinado en su infancia,
esa monstruosidad de espacio y tiempo que recurre las líneas de los horizontes,
y ha aprendido a libertar los huracanes del deseo. Con esta sed de vivir es posible
adentrar la poética de Ludwig Zeller, como ha dicho en un fragmento de su poema
“Sílaba incandescente del deseo”:
Vamos de puerta en puerta en puerta ecos de ese instrumento
Invisible que al pulsarnos ha mezclado los huesos
Y no tenemos piel sino plumas como el faisán que vuelve sus
ojos
A la flecha y la fija en su vuelo de centella que cae
Este fogón de paisajes
con que el poeta juega las cartas de su creación hace con que el lector se sienta
invitado – mejor: desafiado – a vivir en un estado de gracia orientado por Lautréamont
en su deseo de que la poesía sea escrita por todos. El tema de su creación es el
mundo todo, lo que llevamos adentro y afuera. El mundo desbordado de nuestra memoria
y del deseo. El prenuncio y el recuerdo. Cuando leemos sus collages o miramos sus
poemas, estamos seguros que los dos nacieron como una fruta, un mineral, una langosta.
Que la naturaleza cae sobre nosotros y empezamos a crear.
Esta es la fuerza imparable
de la creación en Ludwig Zeller. Una fuerza que abre los espejos del surrealismo
para que reciban señales de todos los espectros de la existencia. Una fuerza que
lleva Eros y Tanatos a pasear riéndose de las dudas que asombran la realidad. Una
fuerza que se llama la inmensa alegría de vivir.
En 15 de diciembre de
1995 Ludwig Zeller me envía de la Isla de Pascua una tarjeta postal, en que habla
de la isla más lejana y misteriosa del Pacífico,
la recordando como un lugar que siempre añoró
Breton. Bueno, aquí en mi ciudad, de algún modo igualmente lejana y misteriosa,
acabo de saber de la muerte de Ludwig. De inmediato recuerdo, antes que las lágrimas
encuentren algo que decirme, un poema suyo en que habla de los pájaros diciendo
que
no existe el tiempo en ellos.
¡Viven la eternidad, sólo son canto!
Es como me siento aquí,
cantando y escuchando el canto de Ludwig Zeller. La magia de nuestra amistad y el
encantamiento con que finaliza uno de sus poemas:
Los años no se cumplen, se celebra la vida
Cuando al azar la copa se penetra en el mosto,
Se baila en un alambre, se gira loco, loco de remate
No se besa, se muerde la fruta prohibida.
*****
EDIÇÃO COMEMORATIVA | CENTENÁRIO
DO SURREALISMO 1919-2019
Artista convidada: Rachel Baes
(Bélgica, 1912-1983)
Agulha Revista de Cultura
20 ANOS O MUNDO CONOSCO
Número 143 | Outubro de 2019
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO
MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2019
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