La producción artística de Ludwig Zeller gira en
torno a la técnica surrealista tanto en su poesía como en sus collages.
De esta manera, el lector puede visualizar la estructura del libro Arquitectura
del escritor (Santiago: Ediciones Cuarto Propio, 2009) compilado y dirigido
por Hernán Ortega Parada, como un collage en el que nos encontramos con
entrevistas, artículos acerca de la obra de Ludwig Zeller, ilustraciones y
poemas. El lector, a la hora de adentrarse en la lectura del libro observará
que se trata de un acercamiento muy adecuado a la obra de nuestro artista. Ludwig
Zeller (1927-2019), pasa gran parte de su vida en Chile donde entra en contacto
con poetas y artistas importantes a la vez que comienza su andadura por el
mundo surrealista de la poesía y del collage.
Por motivos políticos, en 1971 emigra a Toronto. Estando allí hace numerosos
viajes a Estados Unidos y Méjico donde establecerá su residencia definitiva en
Oaxaca hacia 1993.
El libro consta de seis partes bien diferenciadas,
pero no por eso menos interesantes precedidas de una introducción a cargo de
Albert Frank Moritz, ensayista y poeta estadounidense nacido en 1947, presenta
la vida y obra de Ludwig Zeller en conjunto dando una visión muy general de lo
que se presentará en los capítulos posteriores.
El capítulo primero “El escritor ante sí mismo”
consta de una extensa referencia a su vida desde sus inicios, en la que nos
adentramos a los “espejismos de su infancia”, sus creencias, sus viajes y su
relación más cercana a la literatura a través de revistas o editoriales. Se
hace referencia desde temas importantes para la obra del escritor, entre ellos
la muerte, la religión, sus viajes, hasta lo que entra en relación con el
proceso literario del poema y del collage, entre otros. Este capítulo
del libro está divido en subcapítulos que contienen, de una manera muy
organizada y útil, los temas que hemos mencionado más arriba: ‘algunas
referencias bibliográficas’; lo que se refiere a su ‘vocación y personalidad’;
contenidos acerca de su ‘obra literaria’; su relación con la obra literaria y
artística en ‘Oficio’; una ‘visión histórica y cultural complementaria’; la
información contenida bajo el epígrafe, ‘teoría’, donde se conoce de primera
mano lo que para Ludwig Zeller significa la literatura y el arte; y por último,
el apartado titulado ‘cuestiones finales varias’ que tiene, a modo de
conclusión observaciones sobre la entrevista realizada. Algunos comentarios
destacables, entre los muchos que se nombran, está su declaración de que el
escritor “nace” aunque defiende la idea de que “la creatividad se cultiva”. Es
importante señalar su concepto de la escritura tan ligado al Surrealismo, que se
define como en la sobrerrealidad. Él
se considera trabajando continuamente en este estado onírico. Esta idea se va a
repetir a lo largo de todo el libro ya que es el elemento que más caracteriza
la obra escrita y artística de Ludwig.
El capítulo segundo, “Origen y sentimientos de la
poesía de Ludwig Zeller” presenta una introducción a los apartados siguientes y
en el capítulo tercero, “Ludwig Zeller, el reloj sobre las nubes”, Hernán
Ortega Parada se centra en la obra de Zeller y el Surrealismo y las
interrelaciones entre otros poetas surrealistas del momento con los que
colaboró diseñando algunas portadas de libros como los de Braulio Arenas y
Enrique Gómez-Correa.
Hasta ahora se han oído las voces de Hernán Ortega
Parada y la del propio Ludwig Zeller acerca de su poesía, el surrealismo y los collages.
En “Figuras para el gran collage de Ludwig”, título dedicado al capítulo
cuarto de esta gran panorámica vital y artística de nuestro autor, estamos
expuestos a un segundo nivel, el de la otra cara de la literatura y el arte, esto
es, la crítica, por un lado y, la reacción de algunas personas muy cercanas a
Ludwig, por otro.
Entre la crítica tenemos a Adolfo Castañón (poeta y
ensayista mejicano), quien se refiere a la libertad de imaginación de su
producción artística, donde el sueño funciona como su única realidad (120). El
tema del sueño como otra dimensión de la realidad traída del Surrealismo servirá
como tema muy común por los críticos a la hora de hablar de su obra artística,
tanto poesía como en los collages.
Algunos de los trabajos presentados en este capítulo
del libro, son recreación artística dedicada al autor, como sucede con
Annabella Brüning (poeta
chilena). Ella relata, a manera de escritura creativa, la carta astral de
Zeller donde se predicen tanto sus características psicológicas y personales
como su andadura por el mundo.
Beatriz Hausner, la hija de Ludwig, le dedica
algunos recuerdos infantiles de lo que supuso crecer al lado de un hombre como
su padre en Canadá. Nos cuenta anécdotas que hacen muy ameno y cercano al poeta
sobre el que estamos leyendo. Ella nos comenta la importancia que ha tenido
Canadá para nuestro autor, el círculo artístico que se creó en torno a su padre,
la importancia de Rosamel del Valle (poeta chileno de gran influencia en la
obra de Zeller) y la traducción de Álvaro Mutis (poeta colombiano) por parte de
ella misma.
En esta línea se encuentra el texto dedicado a
Zeller por Susana Wald, su segunda esposa. En este corto relato cuenta lo que
ha significado conocer y trabajar con su esposo, cómo se conocieron y sus
proyectos en común. Las vidas de Susana Wald y Ludwig Zeller están muy ligadas
al arte, tanto que, desde el momento que se conocieron no se separaron y
sintieron una atracción artística muy fuerte. De hecho, fue él quien le animó a
Susana a continuar con su carrera artística cuando ella la tenía un poco
descuidada.
En otra línea, la de la expresión del Surrealismo y
el significado del sueño, está el artículo incluido de Carlos de los Ríos
Möller quien hace un estudio exhaustivo de la influencia del Surrealismo en
Zeller teniendo en cuenta que su mejor acierto ha sido intentar unir “los pares
aparentemente opuestos de inconsciente a la consciencia: Zeller logra esta
síntesis maravillosa con la creación magnífica de sus collages y mirages”.
Enrique Gómez-Correa, fundador de la Mandrágora de la que se
hablará más adelante, se refiere a este tema en su aportación afirmando que la
adhesión de Zeller al movimiento surrealista ha sido completamente natural. Del
mismo modo, Humberto Díaz-Casanueva (poeta chileno) hace alusión a algunas
obras concretas del escritor, “Cuando el animal de fondo…” donde el crítico
encuentra “la presencia de una memoria que va más allá de reminiscencias y de
olvidos, angustia ontológica, destrucciones, hallazgos de vetas escondidas en
el lenguaje, una constante génesis, y una irradiación de esperanza en la virtud
de la poesía considerada como misión.”
Floriano Martins (poeta, ensayista, traductor y
editor brasileño) entrevista a Ludwig Zeller en este capítulo. De la extensa
conversación en la que interviene Susana Wald también, hay un tema que es
relevante a la hora de entender de la obra de Zeller. Floriano Martins le
pregunta si está de acuerdo con la idea de el “Chile es Surrealismo por todos
lados” mientras que Zeller considera que “el Surrealismo es una condición
interior… y adónde vayas lo llevas como todo el resto de tu psique”. Este
ambiente surrealista se respira a lo largo de todo el libro y es lo que más
llama la atención a todos los colaboradores.
En el capítulo quinto del libro “Mnemotecnia crítica
sobre la obra de Ludwig Zeller y el surrealismo”, se presentan una serie de
ensayos de muy diversa índole en torno a su obra. Estos ensayos tienen un
carácter más de crítica literaria que los anteriores. A. F. Moritz dedica sus páginas a un estudio
de sus collages concluyendo que
nuestro artista “convierte la tradición de collage
de viejos grabados en mera precursora.” Nos deleita con unos versos de Zeller mientras
hace una comparación entre las imágenes en sus collages y las imágenes de su poesía.
Álvaro Mutis (poeta, narrador y ensayista
colombiano) y Ana Balakian (importante estudiosa del surrealismo) enfatizan en
sus ensayos la importancia del Surrealismo en su obra al inventando “a cada
instante la realidad”, apreciación de Mutis; y con un estudio del lenguaje en
algunas de sus obras como Mujer en sueño
por parte de Ana Balakian a cuyos poemas les dedica una especial importancia.
El lenguaje de nuestro autor llega a su perfección surrealista porque observó
el habla de los dementes en los asilos de Chile. Zeller considera que este modo
de expresión es en el que más se aproxima al lenguaje surrealista.
Más extenso y con un interés especial en el
recorrido artístico de Ludwig se sitúa el trabajo llevado a cabo por Rodrigo
Verdugo Pizarro (poeta chileno) y Rodrigo Hernández Piceros (poeta y periodista
chileno). Destacan que el objetivo del Surrealismo es la “liberación del
hombre, que encuentra en la
Poesía y en al Arte su justificación y expresión” cita sacada
de la Antología
de a Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini y su andadura por el continente
americano con la expresión del Surrealismo en Estados Unidos (donde se
reunieron André Breton y Marcel Duchamp entre otros), Méjico y Argentina. Más
adelante le dedica un pequeño apartado al Surrealismo en Chile y la Mandrágora “integrado
por los poetas Braulio Arenas, Enrique Gómez-Correa, Jorge Cáceres y Teófilo
Cid”. Los poetas de la
Mandrágora estuvieron en contacto con el grupo francés de
André Breton y otros participantes del movimiento surrealista, así como la
elaboración de manifiestos y escritos acerca del tema.
En el cuadro surrealista, se considera que, dentro
de los surrealistas vivos en el momento, Zeller es el más importante, aunque no
pertenezca a ningún grupo en particular. Cuando aparece nuestro escritor en el
escenario surrealista, el grupo Mandrágora no está en pleno auge. Por último,
señala que surge el Grupo Surrealista Derrame a cuyos integrantes considera
“Los nietos de la
Mandrágora ”.
Finalmente, Rolando Toro hace un estudio sobre los collages de Zeller. Hace algunas
alusiones a su obra y a su manera de hacer arte y al definir su arte emplea
versos de los poemas de Zeller utiliza son “la mano ordenadora del caos
originario” o “Cuando el animal de fondo sube la cabeza estalla” que considera
como lo que mejor define el caos. Es muy interesante observar cómo su poesía
puede definir su obra artística a través de la observación de Toro.
El capítulo sexto se presenta a modo de conclusión y
hasta el propio título nos lo dice, “Complementos necesarios” donde se hace una
cronología de Ludwig Zeller con sus viajes entre Chile, Toronto y Oaxaca
(Méjico).
Este trabajo, en el que se pretende hacer una Arquitectura del escritor, consigue dar
una panorámica de su vida, obra y representación artística a manera de collage como me he referido al inicio de
esta reseña. También se puede conocer de una manera muy compacta a Ludwig
Zeller ya que se le presenta muy cercano a nosotros al comienzo.
Las entrevistas presentadas en el libro en distintos
momentos (al inicio, la entrevista de Floriano Martins), así como las anécdotas
personales sobre encuentros o vivencias con el autor, lleva al artista y su
arte muy cerca del lector. A esto se puede añadir el hecho de que se estudie su
obra desde muchas perspectivas, teniendo en cuenta el momento histórico en el
que se encuentra inmerso, los diferentes lugares en los que se sitúa el autor y
la influencia del Surrealismo que le configura enteramente como poeta y creador
de collages.
Pero a pesar de ser un libro dedicado a la obra de
Ludwig Zeller, el lector se queda con la impresión de que tiene un conocimiento
muy amplio al terminar el libro. La importancia de su andadura por el mundo, la
creación de su arte y su propia visión del mismo va a darle al lector la
posibilidad de adentrarse a su obra con más profundidad.
Sin embargo, el libro se encuentra algo repetitivo
en el sentido de que muchos críticos se centran en el mismo tema sobre el autor
y lo afrontan de una manera muy similar. Por otro lado, hay partes en las que,
aunque se trata el tema del Surrealismo, se hace de una forma más amena o
interesante. Me gustaría señalar en este sentido, los momentos en las que se
trata su obra en conjunto, esto es, la poesía y los collages como un
todo sin que se puedan desligar.
Las anécdotas personales tanto de su hija, Beatriz
Hausner, como de su esposa Susana Wald, desnudad al artista a un nivel muy
humano y siempre ligado al arte, lo que enfatiza de nuevo la idea de que su
vida y su andadura por el mundo sean importantes.
En definitiva, el libro resulta muy interesante para
aquellos que quieran conocer a Ludwig Zeller desde un punto de vista personal
(en cuanto a lo que su vida está relacionada con su obra), y desde el punto de
vista intelectual. Creo que, después de leer el libro el lector estará de
acuerdo conmigo en que no podemos separar la vida de Ludwig Zeller de su obra,
así como no podemos separar los collages de sus poemas.
*****
Agulha Revista de
Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO
INTEIRO
Número 151 | Março de 2020
Artista convidado: Lia Testa
(Brasil, 1977)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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