FABRICIO ESTRADA | Entrevista a José Luis Quesada
FE | Pepe Luis, usted me decía hace unos meses que de acometer la tarea de escribir
sobre un río se debía hacer que el río suene en ese poema. ¿Esa forma y fondo la
mantuvo siempre en su poesía?
JLQ | Bueno, esa es una forma de decir que el poema debe ser
persuasivo, igual que el relato, debe convencernos de que aquel río es real, que
podamos sentirlo, captarlo por medio de imágenes, sentir el movimiento del agua,
es decir, mediante una cantidad de recursos estilísticos que van desde lo fonético
a lo estrictamente verbal podamos pasar de las imágenes visuales a imágenes sonoras,
al grado de usar todos los elementos que ayuden al lector a percibir ese río, comprender
lo que estamos diciendo.
FE | Desde que tenemos nociones de la existencia de su poesía, encontramos esa
particular insistencia en la sonoridad, y no sólo me refiero al fonema sino también
al hecho de hacer existir al ser humano en su urbanidad y en sus tensiones y resonancias
sociales ¿cómo percibe usted esa constante?
JLQ | Yo considero, y es la verdad que los poetas saben, que
la poesía no sólo es el hecho del elemento expresivo y de contenido, sino que tiene
una forma, que la relación justa entre ambas cosas es lo que produce un buen poema
o una buena prosa. El equilibrio entre el contenido y las formas verbales de manera
que el sonido, la musicalidad –la forma en que uno la emplee-, tienen también un
valor importante para la comprensión y para la transmisión de lo que nosotros queremos
expresar… porque hay un valor subconsciente en el lenguaje donde tienen mucho que
ver los sonidos… ciertos sonidos producen ciertas emociones, a veces inequívocas;
por igual, estas sensaciones pueden coadyuvar con el contenido enviando todo el
mensaje en una dirección única.
Volviendo a la imagen
del río tenés que tener un sonido entre las piedras, las hojas que puedan caer,
elementos rítmicos que contribuyan a lo que vos querés expresar, como lo vemos en
el cine porque en el cine es más evidente esto: estamos ante la banda sonora, vemos
las imágenes oscuras o claras. Pienso, como decía Roque Dalton, que con la poesía
contemporánea puede decirse todo y, también pienso que acepta tantos recursos que
no vale la pena desperdiciarlos: podés combinar prosa, versos, sería absurdo no
aprovecharlos. En algunos poemas yo estoy muy consciente de eso para combinar tanto
en el hecho poético, el efecto emocional, el sentimental, el conceptual. Definitivamente
todos los recursos estilísticos tienen que acudir para apoyar ese fin que es la
emoción poética.
FE | Hablemos un poco de la revelación de la poesía en usted ¿Cómo fue ese proceso?
¿Cómo eligió el formato?
JLQ | Comenzó en la escuela, con los poemas que hay en ciertos
libros, a algunos nos emocionan y a otros no, ese fue mi contacto, con los profesores
de literatura muy sensibles que se esforzaron en que uno pudiera valorar el significado
de la belleza en un poema. A mí me gustó la poesía desde que tuve contacto con ella,
me gustaba cómo sonaba, ese atractivo fuerte que son las rimas, los consonantes,
los asonantes, todas esas minucias de la poesía que vienen a nosotros a través del
sonido y que cuando uno es niño es lo que más nos impresiona.
FE | Cuando se habla de “trabajar un poema” hablamos del “oficio del poeta”. ¿Cuáles
son las herramientas reales para “trabajar un poema”?
JLQ | Para mí cuando alguien dice que está “trabajando un poema”
es que está en un proceso de corrección. La primera etapa -aunque el término no
esté tan de boga- es la inspiración, cuando el poema está en el aire como decía
un escritor que ahora no recuerdo; uno lo olfatea, uno siente cuando el poema viene.
Cuando por fin toma forma ese verso puede quedar en el comienzo, en el centro o
en el final. A mí me ocurre que me llega primero un verso y luego ese verso va arrastrando
a los demás como si ese algo que ya está hecho dentro de uno ocupara que uno sólo
encontrara un filón para seguir la veta. En ese momento yo no estoy trabajando,
en ese momento estoy recibiendo generosamente ese factor humano, espiritual, psicológico
como querrás llamarlo, es como replicar el interior de uno mismo. Uno ha ido recogiendo
experiencia, consciente o inconscientemente. Para mí uno tiene una capacidad que
nace con uno para escribir pero luego está el compromiso, la honestidad literaria
con la calidad del poema; por eso me refiero a honestidad y sinceridad, ya que tienes
que entregar un producto decente al público del cual no te vas a arrepentir el resto
de la vida, o por lo menos vas a decir: en el momento en que lo escribí es todo
lo que yo podía dar (risas), pero sí lo hiciste con las herramientas adecuadas,
echando mano de lecturas.
La poesía en la
que uno es el marco, tiene sus referencias, tiene sus autores, de manera que uno
se va comprometiendo con estos autores y poemas que ha leído. De tu lectura va a
nacer el estilo, va a nacer la voz, la entonación, vas a poder construir la atmósfera,
cosa que muy poco se trata de hablar en la poesía, lo que mucho nos enseñó Elliot
y yo siempre he hecho caso a eso… tiene más parecido con el cuento, pero en el poema
se puede crear atmósfera para producir el efecto adecuado, la suficiente transferencia
de contenido. Por ejemplo Darío en “Dichoso el árbol que es apenas sensitivo”, antes
del poema mismo te ha atraído la entonación, la curva melódica… Si el poema es de
tono mayor va en tono mayor… el poeta por eso tiene que tener cultura, no se debe
desaprovechar los recursos que han usado tantos poetas, los críticos lo mencionan,
pero muchos poetas se dejan arrastrar a veces por el poder imaginativo que puedan
tener o por el talento, y sí, hay que dejarse arrastrar pero luego –como decía Hemingway-
hay que ir con una buena tijera, o como decía Cortázar también, que el valor de
la literatura consiste en el valor de quitar lo malo, y eso cuesta mucho porque
quizá un verso está muy unido a nuestros sentimientos pero resulta que los sentimientos
también cambian. Yo les digo cuando hacemos un taller: nunca desechen la versión
original porque en esa versión original pueden estar las cosas verdaderas.
FE | La atmósfera de la que habla entonces, Pepe, es ese espacio simbólico que
requiere la estructura del poema y que, una vez lograda, contiene a la forma, a
la figura ¿cómo considera usted esa plasticidad? ¿Es transición hacia su pintura?
¿Cómo ve ese interludio?
JLQ | Si te fijás bien los cuentos y las novelas más convincentes
son aquellas que saben pintar una atmósfera, la capacidad descriptiva de las cosas,
pintar a sus personajes. La plasticidad está sumamente implicada en la literatura.
En El viejo y el mar de Hemingway vos olés el mar, escuchás el sonido de las aletas
del pez, cuando está agonizando… es un constante ver la novela, Quizá una de las
fallas de la narrativa actual sea que no se le preste demasiada atención en mostrar
las imágenes plásticas, las que nos sitúan en el lugar donde ocurre la acción. Entonces
yo voy de esa plasticidad en la novela y en la poesía hacia la pintura, si bien
yo tenía la vocación pictórica desde antes, desde niño.
FE | Cuando hablamos de precisar un poema estamos hablando de las formas técnicas,
pero en el caso de las búsquedas, del leiv motiv personalísimo suyo ¿qué
ha querido precisar?
JLQ | El problema está en que en la poesía, precisamente, buscamos
lo opuesto, la búsqueda de lo impreciso. Por eso es poesía, porque no es un lenguaje
denotativo, es pluri-significativo y por lo tanto queremos buscar lo impreciso:
el vuelo de un gorrión, de un colibrí. Eso es lo difícil: precisar lo impreciso.
Por eso es difícil determinar lo que queremos decir en un poema hasta que lo terminamos,
pero a lo largo del camino del poema es cuando vamos encontrando el motivo mismo
que nos hizo recrearlo. Es mejor que surja y después buscar los por qué, los cómo,
el cómo hacer que aquello impreciso dentro de vos pueda ser preciso sobre el papel,
para el lector, y esa es la función del poeta, validar la imprecisión como segunda
fase del poema y que, por cierto, muchos descuidan, y por eso el poema queda tieso,
marmóreo como una estatua, y eso a veces ocurre cuando elaborás mucho el poema…
y es que en el aparente defecto del poema es donde suele encontrarse el engarce.
Puede decirse entonces
que uno de los motivos de la poesía es la poesía misma, porque no es cierto que
uno quiera ser un poeta cuando se es niño. Ahora bien, de nada te sirve un motivo
si no tenés nada que decir: en el recorrido de la vida vos has tenido el deseo de
escribir pero es en ese recorrido donde te van llegando las situaciones, los motivos,
de manera que al final se terminan cumpliendo tus sueños en la poesía pero ya cuando
has encontrado los elementos para llenar ese vacío. Borges decía que con la madurez
había más que decir.
FE | Una de las preguntas que cabe hacerse, Pepe, es que en estos tiempos donde
la poesía ha tenido las plataformas suficientes como para expresar poetas en escenarios
–con masividad incluida como el caso de los festivales en Medellín, en Granada,
en la época de la Rusia soviética-, ¿por qué se sigue escuchando al poeta? ¿Por
qué es necesario?
JLQ | Al poeta siempre lo escucharemos porque el poeta es como
lo pájaros ¿verdad? Inevitablemente lo escuchamos aunque ni siquiera lo estemos
pensando. Lo que ocurre es que la poesía es para minorías, cuánto no quisiera yo
que fuera para mayorías, pero así tiene que ser… las cosas existen, la realidad
existe. Pero la poesía existe en esa realidad y como tal es escuchada, aunque el
interés personal no sea hacia ella, inevitablemente habrán escuchado a Neruda, inevitablemente
estuvieron enamorados y buscaron la poesía para decir algo mejor, inevitablemente
la gente aunque no sea poeta habla como poeta, inevitablemente el pueblo ha creado
un lenguaje poético, las formas de nombrar las cosas son poéticas queramos o no,
por ejemplo ¿no es poético decirle al follaje de un árbol la copa de un árbol?
Y eso no lo inventó ningún poeta, lo inventó el pueblo.
La poesía es inevitable,
está en la vida de la gente… pero la poesía escrita también tiene su público que
se identifica, porque como es un lenguaje especial hay quienes necesitan que se
les hable en ese lenguaje y para eso nosotros hablamos, para aquellos que necesitan…
y es mucha la gente que busca lo que Platón echó de la República, el lenguaje prohibido
para no enloquecerse con las imágenes y las sensaciones.
FE | Ya como cierre, Pepe ¿cuánto tiempo debe durar un canon o cuándo advierte
usted que se ha roto ese canon? ¿Cuál es exactamente el tiempo de duración de una
voz, de una corriente o de una visión de la palabra en la poesía?
JLQ | Eso que has preguntado es muy amplio. Creo que el canon
se rompe siempre por necesidad, cuando el canon se vuelve una prisión se reduce
y se convierte en una vuelta de tuerca más entonces hay necesidad de romperlo. Podría
decirse que el canon se rompe a sí mismo cuando se agota, entonces, inevitablemente
saltamos, rompemos la tradición. El caso de Vallejo, por ejemplo, el modernismo
ya había sido agotado y por lo tanto ya no valía la pena seguirse expresando de
la manera en que ellos lo hacían, el estilo de aquellas formas, pero en cierta manera
los modernistas habían incursionado muy lejos en asuntos de lenguaje, entonces viene
Vallejo y rompe con aquello para expresarse en una forma aparentemente absurda,
difícil, pero no era tal: había la necesidad de expresarse diferente y había los
hombres adecuados, nuevas emociones, nuevos sentimientos.
No es que el hombre
invente nada sino que en él se va formando la nueva forma necesaria para ciertos
hombres especiales… es lo mismo que hizo Darío que empezó a buscar palabras sobresdrújulas
para aumentar las sílabas de las palabras en español –que casi no se usaban- y crear
el alejandrino que viene del francés, y llevó el lenguaje hasta donde chilla –como
dijo Octavio Paz ¡chillen putas!-, el lenguaje debe llevarse hasta allí y
es por eso que cuando el lenguaje se vuelve opresión es necesario buscar nuevas
rutas… es una condición de la vida misma y por eso está Vallejo, están los grandes
poetas franceses, por eso está Whitman que fue de los primeros en romper con tradiciones
poéticas.
FE | Tengo la impresión que en la frontera de la ruptura se ha pasado demasiado
tiempo en las últimas décadas, ¿Cuál es su apreciación sobre esto?
JLQ | Lo que ocurre es que no debe de olvidarse que en el siglo
recién pasado hubo una cosecha extraordinaria de genios que todavía tienen –como
decirlo- dominio sobre las nuevas generaciones, entonces todavía no se ha agotado
esa veta como para que surjan voces que se emparejen a aquellas. Me parece a mí
que ahí lo que conviene es un delicado equilibrio entre esas grandes voces y las
nuevas, como quien dice “yo no me voy a lanzar a la modernidad de un solo sino que
también voy a tener en cuenta también los clásicos, porque si me tiro a lo contemporáneo
sin haber asimilado a los grandes me puede ir muy mal”, eso hablando en forma consciente.
Como decís vos, hay un afán por estar en la frontera y hay un afán por ser diferente
que se puede caer en lo ridículo, por ejemplo, algunos quieren valer en la poesía
lo urbano –como valor- y la lógica que se sigue es que metiendo elementos urbanos
su poesía se va a volver moderna: supermercados, buses, taxis, lo que fuere, pero
no se trata de eso, sino en realidad del cómo se expresa eso en tu poesía aún sin
mencionarlo o cómo ha logrado cimentarse en vos el logro de expresar el espíritu
urbano, sin necesidad de querer parecer contemporáneo porque cito una canción en
inglés o porque hablo de París o de Boston… por otro lado la ciudad y el campo siempre
han subsistido juntos y un poeta decía que en realidad en todo gran poeta existe
un campesino, queriendo decir que hay que llevar mucho de lo primero, de lo original.
Yo no creo en esas
separaciones que te dicen que vas a ser mejor poeta que otro o que te va a poner
delante de la modernidad. Vallejo creaba palabras venidas de las usuales cuyos sonidos
simplemente te producían conceptos sin decirlo, por lo menos llamar a la madre “tuberosa” ¿Qué es tuberosa? Pero
te sugiere tantas cosas… de modo que no es lo urbano en sí mismo, sino que es la
expresión eterna del ser en cualquier contexto que éste se encuentre.
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§ Conexão Hispânica §
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Fortaleza CE Brasil 2021
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