JAVIER ALVARADO | Rosa Elvira Álvarez o la lengua visible de un deseo
En el prólogo a El Alba Perdurable, publicado
por el Instituto Nacional de Cultura en la década de los setentas, Gloria Guardia
de Alfaro, confiesa, con temor y humildad, la difícil tarea de escribir sobre Rosa
Elvira Álvarez, cuando lo hicieron las proverbiales plumas de Ramón J. Sender, Arturo
Torres Rioseco y Pura del Prado. Ahora imagínense,
si una voz autorizada en nuestra literatura como Gloria Guardia, afirma, eso, para
mi resulta y lo confieso con humildad, un desafío. Lo hago, porque hay varios motivos
para ello. Hace casi una década, en ese afán
de escudriñar en nuestra historia y literatura, tuve noticias de que en cierto edificio
de El Carmen, vivía una anciana, hermana de Rosa Elvira Álvarez; luego de varias
indagaciones, logré visitar a esta dama, que me hablaba amorosamente y febrilmente
de su hermana. Ella era Elsa Álvarez de Del Castillo. Nostalgia, Prisión, El Romance
de la Montuna, entre otros poemas, adquirían un acento maravilloso, cuando ella
los declamaba. Visité a doña Elsa en muchas ocasiones y así pude enterarme de muchos
anécdotas y datos de la poeta; recuerdos de sus padres, la influencia de la geografía
chiricana, sus amores y desamores, sus hijos y hasta que nuestra poeta tuvo papeles
pequeños en Hollywood.
“De tanto extrañar a Panamá, ya tengo el
corazón en forma de istmo,” siempre decía Rosa Elvira, me contaba doña Elsa. Hizo
su vida en California, y en otras tierras, se dio aquel resplandor maravilloso en
la memoria, el cual la impulsó a escribir Nostalgia:
Tengo una
angustia en los ojos
y otra más
honda en el alma
por haber visto
estos cielos
y estos mares
verde plata
las manos
pálidas traigo
y largas por la
nostalgia
gaviotas de
picos rojos
sin un hogar ni
una patria.
A
nuestro Ricardo Miró, Barcelona, lo sumergió en un estado de nostalgia y escribió
Patria; la poeta chiricana asume su panameñidad desde otra geografía. Es digno de
encomio resaltar la labor de Rodrigo Miró, ese gran cronista de nuestra poesía panameña;
ahí integró los versos de esta poeta panameña radicada en California.
La obra de Rosa Elvira Álvarez se conduce
básicamente por tres ejes temáticos: el amor a la patria, el amor de pareja y el
amor a Dios. La patriota, la amante y la mística. Una mujer que se desdobla en tres
facetas y nos entrega tres caudales. Escoge los versos clásicos (sus lecturas básicas
en cuanto a estilo están tomadas del Siglo de oro español y de la generación del
27) el octosílabo y el endecasílabo. Su maestría y perfección en estos versos es
innegable dentro de la poesía panameña. Testimonio de su época, evocando quizás
a la famosa cantante brasileña Carmen Miranda, en el poema Prisión antepone la alegría
contra la tristeza y el ritmo contra el silencio. Toma de Santa Teresa, la gran
mística, la contraposición:
que triste es
quedarse en casa
si hay alegría
en el alma
y el corazón
pide a gritos
castañuelas y
maracas.
Los
acordes de un Romanticismo y Clasicismo, con elementos de vanguardia y del surrealismo
se muestran con intensidad en el poema Retrato:
Hombre de
mediana estatura,
en el alma
llevo estampada
tu figura.
si yo fuera
surrealista
te pintaría con
un solo ojo oblicuo
claro, profundo
y sadista.
En
otro de sus poemas, el amor confeso: Yo, así, ahora, contigo:
Escribo, ahora,
de amor por que lo siento,
porque te amo,
lo digo simplemente
te amo y tu
recuerdo me acompaña
como una llama
loca y un tormento.
En un homenaje realizado en la Academia Panameña
de la Lengua, con doña Elsa Álvarez leyendo y declamando los poemas de su hermana;
el poeta, Dr. José Guillermo Ros-Zanet, ofreció una aproximación filosófica al universo
de Rosa Elvira Álvarez:
Por el lenguaje Rosa Elvira no sólo habla para los otros,
sino que habla también para sí misma; en los otros, esencialmente. Por eso es necesario
acercarse a su existencia (a su vida) para comprender mejor las esencias de su ser
y de su quehacer poéticos.
…
Monologismo y dialogismo intensos y extensos, a lo largo,
ancho y profundo de una obra perdurable.
…
Con Rosa Elvira Alvarez se hace evidente que la poesía
no es sólo monólogo, sino profundo y extendido diálogo. La dialogía poética. Encuentro
con uno mismo y con mis semejantes, y con los objetos y los acontecimientos que
llenamos y que nos llenan de tiempo, de eternidad.
Y es, en esa eternidad, donde eleva
su poesía al aposento místico con el Señor.
La cumbre de la poesía de la poeta chiricana puede estar en los Sonetos al
Escorial, escritos con suma maestría. Cito uno de ellos:
SONETO A ABEL
–Caín, Caín
¿qué hiciste de tu hermano?
–El dolor es la
llave de la vida,
la puerta del
saber está en la herida
abierta siempre,
aunque abierta en vano.
La dicha es
como un éxtasis lejano,
una flor no del
todo florecida
cerca, muy
cerca y lejos escondida
detrás de un
dios confusamente humano.
Me das la vida
y me la das prestada,
me das la dicha
y tú la necesitas
y amándome te
amas a ti mismo.
Amándote yo a
ti, yo soy tu amada
y en estas
ecuaciones infinitas
por alturas de
amor yo soy tu abismo
La poesía mística no es simplemente colocar
la palabra Dios entre versos y hablar de unión espiritual y carnal. Va más allá
de eso. Gloria Guardia, distinguiendo los tres estadios del sitio místico, purgativo,
iluminativo y unitivo, sitúa a la creadora de los Sonetos al Escorial en el estadio
purgativo; es decir hay una intención comunicativa, buscando redimir la angustia
a través de la poesía y poder alcanzar alguna gracia.
El poeta no sólo contempla su estadio interior,
sino todo su alrededor de cierta forma es materia para la escritura. Emily Dickinson
salía en ocasiones a su jardín, pero logró traspasar las murallas de ese jardín
y creó su universo poderoso. Además, de amante, mística y patriota, encontramos
en algunos poemas, una poeta solidaria con el dolor ajeno, traspasada por la injusticia
social. Veamos La Oración del Limpiabotas:
Le escribe Juan
Rodríguez, limpiabotas,
hijo de Pedro
Hernández, zapatero.
Vivimos en un
istmo muy pequeño
pero es ésta la
tierra que más quiero,
verde
indeleble, fértil y tan larga
que su nombre
da vuelta al mundo entero.
…
Somos pobres,
Señor, somos muy pobres
yuca y plátano,
a veces ni eso almuerzo.
Mi padre
remendando los zapatos
y yo su hijo
con el pie en el suelo.
Otro poema de sesgo social, político y antirracista
es el denominado Chicano. Según la RAE, chicano
es: “Se dice del ciudadano de los Estados
Unidos de América perteneciente a la minoría de origen mexicano allí existente.”
Los hijos de Rosa Elvira Álvarez eran mitad mexicanos y quizás observando alguna
situación xenofóbica, escribió este texto, quizás vaticinando una minoría que se
ha hecho mayoría en los Estados Unidos, con una idiosincrasia, literatura e ideologías
particulares; que han sido objetos de estudios por parte de sociólogos y otros especialistas
afines. El poema es un hermoso testimonio en pro de las etnias amerindias:
CHICANO
La palabra chicano es un reproche,
una angustia con algo de esperanza.
semilla por la pena soterrada
flor ahora, tal vez árbol mañana.
Es un reto, quizás una bandera.
El estandarte terco de una raza
trasplantada a un oasis o a un
desierto.
Es un dolor moral hecho palabra.
Un silencio en voz alta y en voz
nueva.
sed de siglos le abrasa la
garganta.
brotó como las fuentes
subterráneas,
viene de lejos, llega del Anáhuac.´
¡Qué importa un nombre! Viaja por
la sangre,
Aymará, Arawák, Azteca, Arauca.
Es un largo silencio que hoy nos
habla
y al mundo clama en forma de
palabra.
La palabra chicano es una flecha
y el arco es el aliento de una
raza.
Remitiéndome
nuevamente a las palabras de Gloria Guardia en El Alba Perdurable:
La
publicación de estas Obras Completas es un hecho de justicia. Hacía rato que estábamos
en mora con Rosa Elvira Álvarez como con sus lectores.
Y
creo que aún estamos en mora con Rosa Elvira Álvarez. El Alba Perdurable merece reediciones. Tuvo como
designio crear una obra meticulosamente trabajada, ritmo y rima, ritmo y verso libre
y un espíritu que se movía sobre las aguas de un istmo, aunque lejos, ese corazón
en forma de istmo que habitaba su pecho y esa gran poesía, que como dijo Zoraida
Díaz de la poesía de Amelia Denis de Icaza, ese cerro Ancón cuyas aves se negaron
a cantar en inglés; la poesía de Rosa Elvira Álvarez, siguió emanando en español;
la lengua de Evelia, su madre, y de otros tantos hijos de El Valle de La Luna.
§§§§§
|
| |
|
|
|
§ Conexão Hispânica §
Curadoria & design: Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
Nenhum comentário:
Postar um comentário