terça-feira, 29 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Susy Delgado

LILIBETH ZAMBRANO | La poética de lo silente en Yvytu yma de Susy Delgado

 


Susy Delgado nos entrega su nuevo poemario titulado Yvytu yma / Viento viejo. En estos poemas nos encontramos con dos voces que alternan en guaraní y en castellano paraguayo, como expresión de la condición bilingüe de su autora. Se trata de una voz femenina que viaja a través del viento hacia momentos particulares de su existencia. En el vaivén del viento las palabras de la voz poética parten y regresan, van y vienen, llevan y traen los instantes vividos a los lugares habitados por ella: “[…] en algún pliegue del recuerdo / en algún agujero / de alguna nostalgia / desorientada y sola / suave suave / muy suavemente…” (2016: 24). Lo que le devuelve el viento lo regresa de muchas maneras. Algunas veces le trae alegrías otras veces amarguras. El viento cobra cuerpo y rasgos humanos. El viento arrastrándose, gimiendo “[…] ñaimo'ä oraháva / ipohýi rasáva / ijati'y ári – como si llevara / algo muy pesado / sobre sus espaldas […]”[1] El hablante poético padece por las víctimas de Curuguaty que “[…] oñembyasy / ojahe'o… / Kuruguaty / ipu asy / ñane kytï / ñande piro / ñande reity / ñande juka – se duele / y llora… / suena doliente / nos hiere / nos despelleja / nos echa / nos mata” [2] Asimismo, se conduele por los campesinos que sufren por las inclemencias del viento: “[…] oity tukumbo / nañaha'äroiva / tapichamimi / atúa piru ári / hymba mimi ári / ha upe hekoháre – echando ese látigo / nunca esperado / en la flaca espalda / de esa pobre gente / sobre sus animales / sobre su querencia […]”[3] De la misma manera acompaña al hombre en su desamparo: “[…] Hijo desheredado del sol, / tal vez añora, busca, sueña, araña, recrea sus reflejos inasibles desde su antigua, incurable orfandad…” Pero también se lamenta de su soberbia y su torpeza irremediable: “[…] Tovatavy, / omongaru ha omongarúgui tata / ohapypa potaité / yvy ape ári oïva… – Tonto / por alimentar y alimentar el fuego / está por quemar todo / lo que hay sobre la / tierra…” [4] También el viento la acerca a Aylan, el niño Sirio muerto a causa de la guerra. Se dirige a él y lo acoge en sus palabras. ¿Cómo transformar la triste realidad de los pueblos desplazados? Los desplazados son los sin rostros, los sin nombres. La voz poétca se niega a aceptar el horror del mundo, es sólo un mal sueño del que precisa despertarse:

 

[…] No hay nadie escapando

hacia ningún lugar

no hay niños muertos

en las playas del Mediterráneo

nadie ha naufragado

despedido de una balsa

atiborrada de orfandad

no hay nadie

muriendo en playas, estepas o desiertos

de Asia, África, Europa o América,

de hambre, sed, odio u olvido […]

 

       El viento es una presencia lejana, inasible e invisible: “[…] ha katu omomýi / orova oroha / omoambue / opaite mba'e. / Yma / ymaitéicha / oipeju / oipeju… – y sin embargo hamaca / mueve lleva / cambia / todo lo que hay. / Como antes / como en tiempos antiguos / sopla / sopla…” [5] Desde el primer poema Delgado emplea los dos puntos suspensivos tal y como lo vemos en los versos citados. A continuación, el sujeto poético se pregunta por lo que desde hace mucho tiempo aspira conseguir el viento a su paso. Así, nos dice que éste hurga en los “recovecos del mundo” con la intención de encontrarse con lo que se ha llevado y anhela llevarse consigo. En un diálogo consigo misma como si fuese otra, nos habla de “Ella”, la suspendida en el tiempo, en los recuerdos, como en el poema “Purahéi mombyrymi”:

 

Ella empezó a cantar

bajito, lentamente

como buscando

alguna vieja canción olvidada

tal vez alguna de esas

que cantaba la abuela.

Juntó las hojas secas

las migajas

los papeles

y limpió su mañana

como se limpia a una criatura

y sus manos rezaron

a los dioses que nunca existieron

al recuerdo lejano y perdido

de un regazo

por un pequeño espacio tibio

una mañana de jazmines dulces

una vieja canción olvidada

Che yvotymi mombyry

péina ndéve apurahéi… [6]

 

       Es significativo el empleo de los dos puntos suspensivos en el poemario Yvytu yma de Susy Delgado. Con esta puntuación queda expuesto lo que significa para ella aquello que permanece suspendido del lenguaje. Cada poema marca un ritmo de incisos y vacíos. La poeta mantiene en vilo las palabras eludidas. En el poema “Una canción pequeña” / “Peteï puraheimi” la voz poética toma distancia y se refiere a “Ella” como otra, la que,

 

[…] escuchaba a veces

una canción pequeña

sonando muy lejana

Era una canción

que arrastraba el rumor

de voces idas

y sembraba de ecos

el silencio.

Que susurraba ausencias

que lloraba…

 

La voz poética pone de manifiesto al final de cada estrofa la suspensión de toda señal de lo que no está ahí estando. Los puntos suspensivos son presuposiciones inferibles y estratégica discursiva de Susy Delgado, como una forma de inscripción del silencio. Nos hallamos ante la ausencia de contextos determinados. Se trata de la marca de una interrupción, el signo de una dilación, la espera interminable de la palabra que aún no llega o ha quedado resguardada dentro del sujeto poético. Los tres puntos suspensivos son la puntuación del silencio, la presencia puntual e intermitente de lo no materializable del habla. Lo silente aguarda suspendido en el viento que lleva y trae: hacia atrás (allá-pasado inexistente y añorado) y hacia adelante (acá-presente de la enunciación) “pore'ÿ ryakuängue ogueru – trayendo los aromas de la ausencia…” [7] La impuntualidad de la palabra se traduce en aquella que no llega en el preciso instante en que se enuncia. Lo que queda en el presente es lo aplazado temporal y espacialmente (la “puntualidad suspendida”), el advenimiento postergado de lo no manifiesto ahora y aquí.

Lo que permanece suspendido en el viento, lo que se extiende en la lejanía, resulta ser la presencia escamoteada de lo ido, la instancia proléctica, prorrogada a venir, instada por su “no… llegar”. En este sentido, los puntos suspensivos son la simbólica del lenguaje, de aquello que “está… no llegando”. La voz poética opta por callar como una forma de respuesta. Suspende la respuesta, aplazada y desplazada al ser del espacio no ocupado por la palabra silenciada. Esa palabra no dicha que promete y amenaza con salir de su silencio: expresión persuasiva de la ausencia, la huella de lo que se dice en silencio, la palabra reticente y acallada. Se trata de la expresión enmudecida de aquella palabra ausente, discurso interrupto de lo no dicho del y al otro. Estamos ante el silenciamiento impuntual e impersonal (“Ella”) del lenguaje del sujeto poético que se niega a decir al otro lo otro no dicho. El sentido dilatorio y disuasorio de la voz poética provoca y tensa el diálogo a partir de una respuesta impuntual, que no llega en el preciso momento en que se pronuncia el lenguaje. El aplazamiento del decir al otro y lo otro que aún no se comprende, supone el emplazamiento espacial y la instancia temporal de lo dialógico suspendido en la línea interrumpida del discurso del sujeto poético. Es así como se da la suspensión e impuntualidad del símbolo y el lenguaje.

La puntuación de los tres puntos suspensivos pone en evidencia lo pasajero, lo que “sobrepasa” al ser, sobre lo que llega, lo que adviene desvelamiento. El ser del sujeto poético llega ahí donde ya no está, estando en la medida en que vive su ocultamiento desencubriéndose. El ser del hablante poético de Yvytu yma se recluye en la palabra silente y vela por su venida interrumpida: “[…] Ajecha ko yvýpe / ha che retemíme / yvyku'umi / ni ndojekuaáiva / yvy timbomi / yvytu ohundíva…– Me veo en la tierra / y mi pequeño cuerpo / polvo de arenilla / que ni alcanza a verse / gris polvaredilla / que el viento diluye…” [8] La vida misma del sujeto poético permanece suspendida e inconclusa: “[…] Ne'íra ko che / añandu jepe / che äga ruguápe / hetaite mba'e / che roveremíva / chemopirïmi / ku yvytu kangýicha / ha ogue jey… – Que yo todavía / no llegué a sentir / en el fondo de mi alma / tantas tantas cosas / llamitas que apenas me lamieron / me dieron un leve escalofrío / como un viento muy suave / y se apagaron de nuevo…” [9] El sujeto poético no está ahí donde suponemos que está porque queda suspendido en y de todo, como el viento va y viene. Los puntos suspensivos se ponen sobre o en el lugar de algo silenciado, acallado. La palabra suspendida en Yvytu yma, es en cuanto que desplazamiento metafórico del ser diferente al experimentar una existencia paradójica: su ausencia-presencia.

 

NOTAS

1. “[…] como si llevara / algo muy pesado / sobre sus espaldas […]” (2016).

2. “[…] se duele / y llora… / Curuguaty / suena doliente / nos hiere / nos despelleja / nos echa / nos mata” (2016).

3. “[…] echando ese látigo / nunca esperado / en la flaca espalda / de esa pobre gente / sobre sus animales / sobre su querencia […]” (2006).

4. “[…] Tonto / por alimentar y alimentar / el fuego / está por quemar todo / lo que hay sobre la / tierra…” (2016).

5. “[…] y sin embargo hamaca / mueve lleva / cambia / todo lo que hay. / Como antes / como en tiempos antiguos / sopla / sopla…” (2016).

6. “Mi florecita lejana / aquí te canto” (2016).

7. “trayendo los aromas de la / ausencia…”

8. “[…] Me veo en la tierra / y mi pequeño cuerpo / polvo de arenilla / que ni alcanza a verse / gris polvaredilla / que el viento diluye…”

9. “[…] Que yo todavía / no llegué a sentir / en el fondo de mi alma / tantas tantas cosas / llamitas que apenas me lamieron / me dieron un leve escalofrío / como un viento muy suave / y se apagaron de nuevo…”

 



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§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

 

 

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