quarta-feira, 30 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Vladimir Amaya

MANUEL RAMOS DOCENTE | La carcajada de los dioses o la comedia de Vladimir Amaya

 


Hace ruido mi carromato cuando pasa por tu casa.

Llevo cielos para hombres borrachos,

arco iris para sus mujeres que duermen desnudas entre espinas.

 

Soy yo, payaso bien vestido, replica de su chiste mal contado;

domador proscrito de fangos carnívoros;

contorsionista en llamas atascado en las cañerías.

 

Cruje mi sangre desde el dolor de la esfera

(esfera la mía solo para ver el pasado).

 

Súbete a mi carromato de música triste y fraude de colores:

espectáculo de calamidades

y multitud reunida apuñalándose en las butacas.

 

Así empieza la función de este libro. Versos que nos anuncian el entretenimiento de nuestros días en debacle.

Vladimir Amaya es una de las voces más versátiles de la poesía salvadoreña más reciente. Sus poemarios son un cuidadoso registro de las más variadas emociones, de las distintas miradas que, como poeta, busca para llegar a la médula del mundo. Amaya es de los poetas que explora tonos, matices, no está conforme con un solo modo; averigua, indaga y extrae de la vida las voces que forman la existencia misma. La naturalidad, el rigor, su esencia como sello personal son los ingredientes finales para su trabajo.

En esa dinámica, ya son nueve poemarios los que conforman su universo creativo y personal: Los ángeles anémicos (2010), Agua inhóspita (2010), La ceremonia de estar solo (2013), El entierro de todas las novias (2013), Tufo (2014), Fin de Hombre (2016), La princesa de los ahorcados y otras creaturas aéreas (2015), Este quemarse de sangres entre lágrimas y excrementos (2017) y Sentado al revés (2019).

Para este 2020, Amaya regresa con una nueva placa lírica bajo el brazo: Pura guasa, el poemario número “nueve y medio”, como aclara su autor para señalar desde ahí que estamos ante algo “extraño” dentro del “Vladiverso” de su poesía.

La voz literaria que se presenta en este libro difiere a otras que el autor ha construido: en esta ocasión el sujeto lírico es chocarrero, sarcástico sin algún motivo ni aparente causa, que toma su propio desencanto, su propio nihilismo como otro chiste más. La desvergüenza parece ser natural en este mundo absurdo que es “Pura guasa”, y la voz una construcción de todo el sinsentido y vicios que parecen regirnos en la vida.

El libro se divide en once partes: “Agencia de distracción y divertimento “Tespis” S.A de C.V”, “Demasiado serio”, “Receta loca de la patria”, “La feria de los infelices”, “La venganza del novio punk”, “El pésimo invitado”, “El chiste se cuenta solo”, “Disfrazado de persona”, “Sea alegre, así puede ser serio”, “Cuentos del Ayuwoki” y “El payaso de la clase ha muerto”.

Variadas en temáticas y estilos, dichas partes están deliberadamente desiguales, algunas secciones constan de dos poemas, otras de cinco, e incluso, hay apartados con tan solo un poema. Desde el título de las partes y desde el nombre mismo del poemario, el lector puede intuir el sentido del humor y desenfado que imperarán en toda la obra.

Efectivamente, Pura guasa es un libro carnaval, monstruo irónico y sarcástico. La mofa, la guasa pura sobre la vida, sobre los males sociales, sobre los vicios culturales, incluso las emergencias sanitarias y sus respectivas cuarentanas desfilan de una manera grotesca, cómica y desfachatada por sus páginas. Los distintos niveles de humor que el poeta distribuye en su obra logran que el libro no canse. Y es que tratar temas “poco entrañables” y de “imaginarios reducidos”, siempre ha sido una trampa mortal para los poetas, pero en este caso, “la guasa” de Amaya sale bien librada.

Humor blanco, humor negro, ironías bien planteadas, bromas con referencias culturales e históricas bien digeridas, hacen de las situaciones jocosas una profunda radiografía que el lector entenderá de manera apabullante porque se verá reflejado.

“Pura guasa” tiene su fuente directa en la antipoesía, a la cual Amaya tributa de la mejor manera: en ningún momento caen en lo fácil ni en el desparpajo gratuito (timos de siempre para los que quieren adentrarse en esa estética), como Nicanor, Amaya sabe que sin inteligencia el chiste no prende. Y en esa dirección, el libro también usa muchos otros recursos relacionados con el lenguaje coloquial, giros y expresiones prosaicas con un deliberado exteriorismo sobre la cultura pop y tópicos de la era digital, todo fijado en una extraña combinación (pero no imposible) entre lirismo y sátira. Cabe señalar, que a nivel formal hay un acercamiento bastante notorio con la narrativa, por el elemento anecdótico que se presenta en varios momentos.

En otro orden, este libro puede ser uno de los pocos poemarios que son críticos con el mundillo literario salvadoreño, desde el mundo literario mismo y hacerlo bien. Los poemas a los que me refiero están en la parte titulada “El chiste se cuenta solo”. Nombre tan propicio por un autor como Amaya que sabe, por fundamento, que “poesía sobre poesía y poetas” siempre será nefasta y mal hecha, pero he aquí el punto de inflexión: los poemas de esta sección por su naturalidad, por su alto grado en el manejo de la tensión, por no perder la tónica del resto del poemario nos da una visión más fresca y caricaturesca del asunto. De mención especial son los poemas: “En el asqueroso tiempo de los cariñositos” y “Ahí vienen los poetas”.

Otra sección destacable es la denominada “Receta loca de la patria”, y debo admitirlo, es una mis partes favoritas. Aquí reina el humor negro, es la violencia nacional llevada a la dolorosa hilaridad. Un claro ejemplo es el poema “Dicen que llegaron…” (Que aborda el tema de la “confusa” muerte del hipopótamo “Gustavito” en el Zoológico Nacional), este texto llega a ser una dialéctica lúcida sobre nuestras distintas formas de violencia y odio sin sentido. Los textos que conforman esta parte nos ponen en el dilema de no saber si reír o llorar, o linchar a su autor de una vez por todas, porque nos desnuda ante lo que somos en tan cruda realidad.

De esto hay una curiosa anécdota: Cierta noche en un recital, Amaya dio lectura al poema “Disculpe, pero no se aceptan cambios ni devoluciones” (incluido en Pura guasa), al finalizarlo, hubo asistentes que se levantaron indignados y se fueron. Es un poema muy delicado, pero sin duda, uno de los mejores del libro. Su baluarte reside en que nos muestra una patria violenta, asesina y consumista, todo por el camino del humor negro, y ese tipo de humor no es para todos.

El elemento histórico también se vuelve humorístico en el disparatado poema “En la vieja historia”, donde el poeta retrata la idiosincrasia del salvadoreño común y corriente con un trasfondo prehispánico. Las referencias toponímicas y cosmogónicas no faltan, lo que agudiza el humor. El poema “Lo que me dijo un anciano en el bús” toca fibras sensibles, es tan crudo que hay momentos que no puede tolerarse; su forma prosaica hace más real su asunto, y qué decir de su final: toda una sorpresa.

Otro poema destacable de esta sección es “Receta para una sopa instantánea nacional”, donde el autor retrata de manera irónica la realidad de muchos países latinoamericanos que han tenido la desdicha de vivir bajo dictaduras y dinastías funestas. En el texto esto es llevado a la exageración y al burdo, para causar ese efecto cómico, chocante y reflexivo.

En general, Vladimir Amaya hace desfilar en este libro a los más extravagantes personajes, desde amigos invisibles, viajeros del futuro, hasta típicos antihéroes que recuerdan mucho a los de los cuadros de costumbre: “el profesor borracho”, “el párroco local”, “el político embustero”, y añade otros más actuales, incluso “memes” y agrega a otros como “El duende”, sacado directamente de la mitología popular y actualizado para nuestros días.

Para cerrar el libro nos encontramos con el texto “La carcajada de los dioses”, una cáustica escena que retrata la brutal y triste naturaleza del hombre actual. Sin duda, no hay mejor final para un libro como este, en donde la lección es que hasta los dioses se ríen… de nosotros.

Para el filósofo griego Platón, lo cómico produce un sentimiento híbrido en el alma, en el que se mezclan el placer y el dolor. “Pura guasa” es ese circo donde todos somos la triste y absurda función. No obstante, y quizás sin proponérselo, el libro también nos deja una bella admonición: nos recuerda que el hombre no puede avanzar si no tiene la capacidad de reírse de sí mismo, y augurarse así un mejor futuro, que es en sí la esencia de una vida que se toma en serio.

 


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§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

  

 

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