La poesía de Soledad Álvarez siempre está
marcada por su vida: es la obra de su autobiografía, la que escribe en duelo con
el silencio. Así pues, sus palabras dibujan un mapa sentimental, en un desarraigo
mortal, entre la memoria histórica y el olvido, la infancia y la madurez; sus palabras
expresan, en consecuencia, el conjuro de sus miedos y el deseo de olvidar y callar;
pero su destino es hablar en clave lírica. Su poesía no está escrita –o dicha– con
los ojos cerrados, sino con los ojos abiertos. Las suyas son miradas en soledad,
pero en un estado ontológico y festivo, y desde la celebración del cuerpo y la alegría
del placer de viajar, que es también su ética de vivir. Purgación de la memoria
visual, este poemario –Autobiografía en el
agua– es la manifestación de sus percepciones del deseo, en un rapto de recuerdos.
La experiencia poética es así resultado de la percepción empírica de Soledad Álvarez, que es transparente como el agua de su biografía, esa agua que vuela a cielo abierto. En su mundo poético no hay noche sino día: soles y “estaciones íntimas”, días eternos, y un sol perpetuo que sostiene las miradas de su ser poético; una poesía que nos hace abrir los ojos no para callar o hacer silencio, sino para cantarle a la soledad del mundo. Es poesía que se alimenta de miradas, de la contemplación lúdica, en que la realidad se hace memoria del deseo, reminiscencias de los placeres sensoriales. Canto de inocencia y de experiencia, entre juego de máscaras e identidades, pendulan los ecos de la desnudez y el paraíso perdido de la presencia. Elogio de los amantes y celebración de la potencia sensual del cuerpo, su poesía refleja un horror al envejecimiento y a la muerte. De ahí que su obra merodea entre los avatares de la angustia por perseverar en su ser vital, donde el cuerpo se consume con la eternidad.
La anécdota constituye la piedra angular en el universo poético de Soledad Álvarez; es la semilla de donde brotan no pocas fuentes originarias de muchos de sus poemas, y que logra trascender con el vuelo de la metáfora. Asimismo, se percibe la descripción de visiones cotidianas de una memoria a priori, que relata y canta, en claves metonímicas, las intuiciones poéticas de los instantes vividos.
Su universo poético es un constante diálogo
con su cuerpo, una autobiografía íntima, desnuda, despojada de miedo y desbordante
de pasión y gracia de vivir. Con Autobiografía
en el agua, Soledad Álvarez, le canta a su vida pasada y presente, y a la vida
de su generación, y continúa así su impronta sostenida y osada, lúdica y corpórea,
con la que ha conquistado un espacio en nuestra tradición literaria.
ORACIÓN DE LA MUJER SOLA
A Phileas
Señor,
la que hiciste a tu imagen está sola
Ha
perdido el rumbo y su boca que ha comido de tu cuerpo
tu
boca que ha bebido de tu sangre está muda
Tú
que la ungiste en el paraíso con palabras nuevas como el agua
palabras
amadas para espantar la muerte
niegas
la lumbre a sus ojos y desgarras sin piedad su corazón
La
vida es triste fuera de la muralla de tu pecho
Hay
traidores conquistando ciudades, mujeres que lastiman
héroes
con los bolsillos llenos de monedas, mentirosos
maniobreros
con olor de pulpo muerto
entre
la multitud sin otro destino que el destierro
Protégela
Señor. Toda la noche ahuyenta a los mercaderes de tu templo
apacienta
las ovejas del sueño y canta las delicias de tu memoria
Toda
la noche te espera. Las puertas cerradas, las lámparas encendidas como deseo
su
vientre como ofrenda
las
piernas que la arrastran como ahogada entre mendigos y piedras
Protéjela
Señor. Regrésala a tu reino de flores desnudas
tu
reino custodiado por hermosos guerreros desarmados
amplio
y azul como mar desde donde zarparon los barcos a todos los puertos
sin
las tormentas del odio
sin
las bestias que se alimentan de los despojos del amor
Dios
de humano corazón como vivir sin tu presencia lejana como todo lo que está
cerca
¿Es
que no oyes la súplica de quien escancia el vino y corta el pan
y
dispone la mesa para recibirte?
¿No
oyes el gorgor del agua que perfumo para lavarte los pies y besarlos luego
el
agua mi agua escapándose para lavarte los adentros?
Alégrense
las criaturas porque mi Señor ha vuelto
Bendito
el que viene para el amor
porque
hace manar jugos y savias de primavera
porque
incendia mis venas y resucita lo invisible
Metamorfosis
del ser indefenso que recibe tu luz
omnipotencia
en mí
imagen
de la pasión en mí
Esta
noche reclinará su cabeza en mi hombro
mañana caminaremos sobre las aguas.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 166 | fevereiro de 2021
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