Evodio estudió
Derecho en la Universidad Juárez de Durango, su estado natal, y la maestría en Letras
Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo el doctorado en
Letras Mexicanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 2001, con una
tesis sobre la poesía de José Gorostiza.
Su infancia
y juventud transcurrieron tranquilamente, entre libros y buena música, ya que sus
padres, aunque sin mucha educación, eran amantes de la cultura. Esa atmósfera lo
incitó a la vida artística y a la apreciación de las artes en general.
– ¿Cuál es
el papel del poeta y de la poesía en este mundo de mucha tecnología?
– Bueno, la
poesía quizá es como la filosofía, siempre ha tratado de presentar una alternativa
ante la historia real. Los acontecimientos de la vida cotidiana o los acontecimientos
históricos, siempre marchan con una cuota de sangre, de dolor, de sufrimiento, y
la literatura nos permite separarnos de ese mundo aciago y entrever otras posibilidades
de existencia. Creo que la música y la poesía, en ese sentido, nos enriquecen y
nos permiten ver con cierto extrañamiento, con cierta distancia, cosas que de otra
manera nos mantendrían como demasiado emboletados, ¿no?, demasiado impregnados de
una realidad que suele ser hostil, aunque no siempre al cien por ciento, tampoco
hay que quejarse tanto.
– ¿Qué poetas
mexicanos vivos son imprescindibles para ti?
– ¡Uf!, bueno…
¡Ah, mexicanos vivos!, ¡wow! No, pues está más difícil porque uno puede contestar:
Rubén Bonifaz Nuño, Alí Chumacero, Alfonso Reyes, José Gorostiza, Villaurrutia,
pero todos ellos ya pertenecen al panteón literario. Poetas mexicanos vivos… no
es tan fácil la contestación porque a veces requiere uno de más perspectiva. Bueno,
yo he ejercido la crítica literaria, pero también sé, con toda modestia, que el
verdadero crítico es el tiempo. Hay obras que en cierto momento deslumbran, regocijan
o apasionan a sus lectores y que luego van cayendo en el olvido, quizá son como
bellas de unos momentos y luego desaparecen, y hay otras obras que van perdurando
y solicitan nuevas lecturas y en esas nuevas lecturas siguen encontrando nuevos
sentidos, se van actualizando.
“De los poetas
vivos que yo podría mencionar están Efraín Bartolomé, Marco Antonio Campos, mi amigo
José Ángel Leyva; tengo un enorme aprecio, aunque personalmente no tengo el gusto
de conocerla, por Elisa Díaz Castelo, para mí ha sido una revelación, me da la impresión
que es de esas poetas que surge una de esa envergadura cada veinte, veinticinco
años, siento que es de una fuerza tremenda y sin ninguna restricción, sin ningún
impedimento; yo la podría comparar con Rosario Castellanos, siento que tiene madera
poética y que lo que ha escrito ya la colocan en un lugar envidiable. Pero he leído
también otras cosas, otro premio Aguascalientes, es un libro de Balam Rodrigo, Libro
centroamericano de los muertos, me pareció también una revelación. Bueno, está José
Javier Villarreal, que tiene una trayectoria muy sólida.
“En realidad,
yo no me quejaría, sí hay buenos poetas en México. Quizás no los hemos sabido leer
o aquilatar en su justa dimensión, pero yo siento que estamos en un buen momento
poético en México, que están surgiendo nuevas voces, nuevos valores. El libro más
reciente que leí, La muerte de la lengua inglesa de Myriam Moscona, también se me
hizo una aportación notable, muy original, incluso creo que ella misma, con este
libro, se está renovando, está ofreciendo una nueva perspectiva literaria para su
propio trabajo”.
– Hablando
un poquito de eso, ¿crees que los poetas nos leemos a nosotros mismos, que la poesía
mexicana es una poesía de autoconsumo?
– Yo creo
que es uno de los problemas o debilidades de la poesía, digo, en general se lee
poco, pero a veces un libro de cuentos o una novela, alcanzan públicos impresionantes,
y la poesía, sí, se lee poco, y tiene usted razón cuando dice que los poetas nos
leemos entre nosotros mismos, ¿no?, y sí es un campo muy reducido, pero pese a eso
se sigue escribiendo buena poesía; no creo en una decadencia actual, o en una aberración,
porque luego alguna gente dice que la modernidad o que la vanguardia ha descompuesto
todo, y no, yo creo que esa es una visión pesimista y que en realidad la experimentación
y la búsqueda es parte consustancial de una tradición, es decir, la tradición se
tiene que renovar, pero a partir de las búsquedas de sus propios herederos, pues.
– Me decía
Suárez Caamal que eso se podría modificar un poco si el sistema educativo enseñara
a los niños a leer poesía desde la primaria…
– (Risas)…
bueno, bueno, sí, este… todo va en contra de la poesía, el mercado mismo no lo favorece,
aunque me parece que la figura del poeta sigue teniendo una especie de magia o de
encantamiento, ¿no?, ya desde la época de Alfonso Reyes, que era buenísimo en el
ensayo, en el artículo, en la crónica, en el relato mismo, pero también escribía
poesía y él quería persistir o perdurar como poeta. Y yo creo que eso se continúa
hasta nuestros días. Bueno, ¿por qué fue tan celebrado Octavio Paz?, porque era
poeta; también era ensayista, por supuesto, pero digamos que el poeta tiene un trono
especial en la vida literaria del país, tiene un prestigio, una especie de aura
transcendental. El poeta eso contagia, digo, no lo digo para mal, me parece muy
bien que así sea, pero sí, la poesía tiene pocos lectores, se escribe para pocos.
– Eduardo
Milán me decía que ahora hay muchos poetas, mucha gente escribiendo poesía y eso
ha hecho que se pierdan los parámetros críticos.
– Yo no estoy
contra la abundancia porque creo que de esa abundancia pueden surgir verdaderos
valores. No me parece que la pérdida de los parámetros se deba a eso, quizá se deba
también a la debilidad de la cultura literaria en México, que se ha atenuado. Ya
en el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, hay grandes poetas que trabajan el
verso libre, vamos, es una conquista histórica, pero mal entendido, entonces ya
cualquiera puede hacer versos (risas)… La idea misma de verso libre es engañosa,
porque parece que yo tengo la libertad de poner las palabras como me dé la gana
y las desperdigo sobre la página como a mí me parezca y que ya eso es poesía de
vanguardia, y no, yo aquí repetiría lo que siempre dijo T. S. Eliot: “No hay nada
menos libre que el verso libre”.
“Para llegar
al verso libre”, explica Evodio, Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde
2009, “se requiere pasar por toda una serie de etapas, de adquisiciones, que consisten
en saber manejar los metros tradicionales, hay que asimilar la tradición primero,
asimilar el endecasílabo, el octosílabo, el dodecasílabo, el alejandrino, haberlos
incorporado al oído y a la sensibilidad para, en un segundo momento, poder liberarse
de eso que puede ser ya un poco una coerción, un esquema ya demasiado fijo, pero
hay que adquirir primero el esquema y luego liberarse de él. Entonces, mi sensación
es que muchos poetas jóvenes, y ya no tan jóvenes, a veces no entienden muy bien
ese procesamiento y hacen versos de cáscara, como diría López Velarde, porque les
falta un sustento rítmico y musical”.
– ¿Se podría
renovar el verso libre o de plano regresar a la rima?
– Se puede
regresar a la rima, yo creo que se sigue regresando a la rima, no es un recurso
que esté desechado del todo; vamos, Octavio Paz llegó a escribir sonetos; Eduardo
Lizalde, un poeta vivo… omití mencionar a Eduardo Lizalde, un enorme poeta, un poeta…
quizá es el poeta vivo mexicano más importante. El verso libre no significa, como
uno equivocadamente cree, que ya no hay rima, sí, lo que pasa es que la rima está
un poquitito disfrazada, o sea, está un poquito diluida, para que no sea tan cansina
o tan golpeadora, que sea una música más sutil, más envolvente.
Evodio analiza
y enuncia: “De pronto uno mismo se excede en las rimas, justamente ese es el trabajo
que uno emprende cuando trabaja, no necesariamente el verso libre, pero sí lo que
se llama el verso blanco; digamos, si se lee el poema de González Rojo, que se llama
Estudio en cristal se dará uno cuenta de que es un estudio o puede ser considerado
un estudio de lo que sería el verso blanco. El verso blanco sería un verso estrictamente
medido, en este caso son versos endecasilábicos, pero donde la musicalidad está
muy trabajada, evitando sonoridades excesivas, evitando la plaga de la rima, si
no, en dado caso, una insinuación agradable al oído y conforme a la temática de
lo que se está hablando”.
– Por ejemplo,
en este caso, ¿qué consideras que le podría faltar a la poesía mexicana?
– Bueno, lo
que falta siempre es crítica. Yo pienso que en realidad el concepto que tenemos
del poeta no excluye el concepto del crítico, de eso se da uno bien cuenta leyendo
los textos de López Velarde, algunos textos en prosa, explica muy bien que sin sentido
crítico no hay poesía, entonces nosotros tendemos a separar la figura del poeta
y la figura del crítico como dos instancias separadas, que va cada quien por su
lado, pero en realidad no, un buen poeta no puede ser buen poeta si no ejerce la
autocrítica; para decirlo en términos muy sencillos: el poeta, cuando está escribiendo
el borrador de su poema, la primera o la segunda versión, qué sé yo, cuando tacha
una palabra o cuando la sustituye por otra, pues es que ya está trabajando ahí como
crítico; no sé si me explico, o sea, el trabajo creador, es al mismo tiempo, de
manera inevitable, un trabajo crítico; entonces necesitamos que haya mucha crítica
literaria.
Discurre que,
desde otro punto de vista, estamos en un mal momento de la crítica literaria, porque
la tendencia actual de las revistas, de los suplementos culturales que semanalmente
aparecen en los periódicos, es que ya no hay espacio para la crítica. “Algo está
sucediendo, no hay espacio para la reseña”.
Ha escrito
muchos libros y se siente contento por ello, pero también ha escrito mucha reseña,
“este trabajo más periodístico, más inmediato, más humilde hasta cierto punto, porque
en una reseña, en dos o tres cuartillas, uno debe decir qué le pareció el libro
que acaba de leer, ¿no? Pero me parece que la reseña no desmerece frente al libro,
son dimensiones distintas y que el verdadero crítico literario, así lo he vivido
yo, comienza con la reseña y sigue escribiendo reseñas todos los días de su vida,
porque no se excluye que puedas escribir un libro sobre José Revueltas o sobre José
Gorostiza y que luego publiques un artículo sobre el libro que acaba de sacar Eduardo
Lizalde, por ejemplo. Además, el periodismo tiene la ventaja de la inmediatez, porque
das la reseña y la reseña aparece a la siguiente semana o a los quince días, y también
una posibilidad de más cercanía con el público, y el libro tiene otro tiempo. Por
supuesto, admiro al crítico que escribe libros, pero también admiro al crítico que
puede volver a la reseña sin ningún complejo de inferioridad”.
– ¿Puedes
hacer una reseña sobre un libro que no te gustó?
– Un aspecto
que me parece indicativo del temple del verdadero crítico es cuando tienes que decir
que el libro no te gustó. Digamos, por supuesto hay libros que te gustan y que te
fascinan y te maravillan, pero el peligro para el crítico no es decir que un libro
le gustó, porque todo mundo va a estar contento, para empezar el autor, “¡ah!, pues
qué bueno que escribieron sobre mi libro, que dicen que mi libro es una aportación
a la poesía mexicana”, qué sé yo. Pero lo más difícil es cuando tienes que decir
que el libro no te gustó, porque te echas de enemigo al reseñado…
– Y quién
sabe a cuánta gente más ¿no? (risas)…
– ¡A mí me
pasó! Una vez reseñé negativamente un libro de David Huerta, que me sigue pareciendo
infumable, ese libro titulado Incurable,
pues me parece un exceso; yo no conozco un solo ser humano que haya leído completo
ese libro (risas). Incluso una vez me encontré a una persona en un congreso y salió
al tema y me dijo: “A mí me gusta mucho Incurable”,
y le pregunté: “¿Y lo has leído completo?”, y me dice: “No, he leído pedacitos”.
Ah, bueno (risas)… entonces me da la razón de lo que yo decía en mi reseña”.
“Es que es un libro ilegible, no lo puedes leer,
tiene grandes momentos, ¿eh?, pero faltó un proceso crítico de edición, de decir:
“en lugar de hacer un libro de 300 páginas, voy a hacer uno de setenta, pero ya
depurado y lo demás, pues, ya es farrago, repetición, ya es paja. Vamos, yo elaboré
una reseña breve de ese libro. Por supuesto, de inmediato perdí la amistad de David,
pero, además, de todos los amigos de Huerta (risas)… es algo que se contagia…”
“Por eso digo
que la verdadera prueba de fuego de un crítico es cuando tiene que decir que algo
no le gustó. Porque además, la crítica también implica un principio de ética, no
basta con decir que el libro no te gustó, es decir, entre cuates basta con decir:
“No leas ese libro, está horrible”, pero si publicas una reseña, por breve que sea,
tienes que decir por qué y en ese porqué ya está implícito el principio de racionalidad,
o sea, hay una razón, me amparo en una razón para decir que este libro no me gustó,
no es nomás por mi capricho, pues, porque la subjetividad humana también está sujeta
a esas veleidades: “A mí me cae gordo este wey, voy a escribir contra su libro”,
¿no? La reseña tiene que dar una razón y esa razón tiene que parecer verosímil.
– Si tuvieras
que definir a la poesía mexicana como algo, como una cosa, ¿cómo la definirías?
– (Risas)…
no, ahí sí no sé… un molusco fosforescente (risas)…
– (Risas)…
está buena, está buena la idea… (risas)…
– (Risas)…
es una ocurrencia, ¿verdad?, pero, bueno, pues este… quizás porque el molusco como
que no tiene forma, pero sí tiene forma, y fosforece, me está iluminando.
– Sí, está
bien. ¿Qué proyectos tienes en puerta, en qué estás trabajando?
– A finales
del año pasado terminé un libro de poemas escrito un poco a la sombra de El cantar
de los cantares, es un poema de tipo amoroso, una especie de paráfrasis de puesta
al día, de recreación, de lo que es El cantar de los cantares. Según yo quedé contento,
ya veremos si en medio de esta pandemia le puedo encontrar un lugar para publicarlo,
que es el siguiente paso que me gustaría. Y bueno, me dio gusto escribirlo porque
pienso que es un libro que no pude haber escrito cuando estaba dando mis cursos
en la universidad, un poco el producto de mi jubilación que me permitió concentrarme.
También hice una traducción de los Cuatro cuartetos de Eliot, que ahí lo tengo archivado;
y ahorita ando papaloteando, no tengo algo muy claro de lo que estoy haciendo, tantito
de aquí, tantito de allá, y voy a ver que resulta de eso.
– Bueno, ya
para terminar, es una pregunta que les estamos haciendo a todos los poetas: ¿estás
satisfecho con el papel de la administración cultural de la 4T?
– ¿Usted tiene
una buena idea de Victoriano Huerta?
– No, pues
no, claro que no.
– ¿Quién cree
que era secretario de Educación en la época de Huerta? Nemesio García Naranjo, un
señor ya muy olvidado, pero el subsecretario era Enrique González Martínez, el poeta
más importante del Modernismo en ese momento. Si ese asesino y ese dictador puso
a García Naranjo y a González Martínez, ¡wow!, véase el nivel, había nivel en esa
época. Esa sería mi respuesta a su pregunta. Y espero que la poesía nos ayude a
ver otro horizonte…
– Sí, por
lo menos, ¿no? (risas)…
– (Risas)…
¿Usted escribe poesía?
– Sí, soy
poeta, bueno, es muy pretencioso decirlo así…
– Bueno, está
bien, pero, ¿cuánto tiempo lleva escribiendo poesía?
– Desde los
seis años, más o menos.
– Ah, mire,
es una auténtica vocación.
– Como que
se nace así, ¿no?, y hay otros que se forman, no sé.
– Pues sí.
No, yo también empecé escribiendo versos, no sé, cuando tendría diez, doce años.
La verdad, no tenía yo claro que me iba a ir por el camino de la poesía, porque
lo abandoné después, porque después quería ser músico, después quería ser sociólogo,
después me interesó la política, luego quería ser abogado de los pobres, en fin
(risas)… fui dando muchos bandazos en mi vida, y poco a poco reencontré el tema
de la literatura y ya, de manera tardía, pero me reencontré.
– Pues, qué
fortuna para nosotros.
– No, pues,
gracias.
Evodio Escalante ganó el VIII Premio de Crítica Literaria Gullermo Rousset Banda, otorgado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (2007). El Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde que le concedió el gobierno del Estado de Zacatecas en 2009. También ha sido docente visitante en universidades como Rice University en Houston, Texas y París XII, Cretèil, ubicada en la ciudad de París. Es crítico literario, poeta, ensayista, antologista e investigador.
§§§§§
|
| |
|
|
|
§ Conexão Hispânica §
Curadoria & design: Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
Nenhum comentário:
Postar um comentário