– ¿Cómo te
hiciste poeta?
– A mí me
afectó mucho el golpe de Estado en Chile, cuando mataron a Víctor Jara, y escribí
un poema malísimo sobre eso (risas). Igual ahora lo leo y me gusta. Hay un poema
de Jaime Gil de Biedma, el poeta español, que me gusta mucho porque explica un poco
de cómo se empieza a escribir: El juego de hacer versos/-que no es un juego– es
algo/parecido en principio/al placer solitario. Lo que a mí me pasó fue que me gustaba
mucho leer y me gustaba mucho jugar futbol. El futbol es algo que haces en equipo,
hay otros deportes como nadar, que haces tú solo, o como el tenis que haces contra
otra persona, pero el futbol sólo funciona si funciona el equipo y esa parte como
gregaria, social, comunitaria, siempre me ha gustado.
– Eres un
ser sociable.
– En un sentido,
sí, pero siempre me gustó también tener el espacio de la lectura que es un espacio
solitario, entonces ese equilibro para mí es perfecto. Yo me imagino que la escritura
significó un puente para esas dos cosas. Entonces vas como cogiendo hilos de un
lado y de otro, empezando a tejer una primera malla que está hecha de lecturas en
donde vas como enhebrando unos cuantos hilos a partir de esas cosas que lees y que
vives y que tratas de regresar un poco. Supongo que por ahí fue como empecé a escribir.
– ¿A los cuántos
años llegaste a México?
– Muy chiquito.
En realidad, crecí aquí, en la Ciudad de México. Lo que pasó fue que, terminando
la prepa, me fui en un barco de Coatzacoalcos a Hamburgo, estuve viajando por ahí,
estuve en París unos meses, luego en Madrid. Ambas experiencias fueron muy importantes,
desde la soledad, el conocimiento, el ver, el pensar otras cosas. Estando en Madrid
tenía la posibilidad de quedarme a vivir ahí, pero me acuerdo que fui a una lectura
de poetas jóvenes y dije: “la verdad, prefiero a mis amigos” (risas). Y regresé
y entré a la UNAM donde estudié Letras. Cuando terminé me fui a Inglaterra, luego
estuve en España, luego volví a Inglaterra, luego regresé a México, lo que pasa
es que no me había titulado, regresé y me titulé. Mientras estuve en la facultad
hicimos una revista que se llamó Cartapacios. Estaba Pablo Mora, que es el actual
director de la Biblioteca Nacional, estaba Ángel Mikel, Ana Castaño, Javier Sicilia,
Favio Morábito, es una revista por la cual pasó mucha gente, yo creo que fue muy
formativa en la época de la universidad. Después me volví a ir a Inglaterra e hice
el doctorado allá. Siempre he estado aquí, pero luego me vuelvo a ir. He vivido
también en Barcelona y he vivido en Washington.
– Me dijiste
que estás trabajando en la UNAM, ¿qué haces exactamente?
– Doy clases,
estoy en la Facultad de Filosofía y Letras. Más de diez años estuve haciendo el
“Periódico de Poesía”. Desde el 2018 ya no la hago. Todos esos son ciclos, diez
años consideraba que era tiempo suficiente. También doy clases en el Posgrado, cosas
sobre vanguardia y traducción.
– Fíjate que
más que elitismo, hay cierto amiguismo ligado con cierto conservadurismo, y a una
especie de pereza mental para pensar lo complejo. Es la escuela conservadora de
la poesía y de la cultura mexicana.
– ¿Qué es
la poesía mexicana?
– Es una poesía
muy diversa y cada vez más. Cuando hacíamos Cartapacios, por ejemplo, algo que era
muy interesante era que, estaba alguien como Javier Sicilia que es un poeta católico
y estaba un poeta de Tampico que se llama Gastón Martínez, que es cantautor y estaba
en el Partido Comunista, y hacíamos cosas juntos. Yo creo que, si una virtud tiene
la realidad poética mexicana, es su diversidad y su calidad en esa diversidad; luego
tienes grupos de poder, quienes están mejor acomodados.
“Esa construcción
de ciertos nombres es peligroso, bueno, no es que sea peligroso, hay como una hegemonía
en… El otro día estaba pensando en la antología que hizo este, ¿cómo se llama?,
una muy grandota, Domingo, se me fue el nombre. ¿Me estás preguntando de qué pasa
ahora o qué pasaba antes?”
– Ahora, actualmente.
– Bueno, entonces
espérame, déjame ver, porque aquí tengo el libro ese…
– ¿Juan Domingo
Argüelles?
– Juan Domingo
Argüelles. Bueno, Juan Domingo Argüelles sacó una antología muy grande donde incluye
a muchísima gente que es buenísima por la variedad, es una recopilación de nombres
de mucha gente y es muy variada y yo creo que es muy buena, pero luego sacó como
su selección, y su selección me parece a mí muy pobre, muy obvia y tampoco demasiado
interesante.
“Entonces,
lo que tú tienes en México es una realidad de una poesía muy fuerte y muy variada,
y luego un cauce hegemónico muy adocenado y repetitivo y conservador. Un ejemplo
de esto, para irnos más atrás, serían las figuras de Octavio Paz y Efraín Huerta.
Los dos se forman juntos y el cauce hegemónico de la poesía mexicana es el que marca
Paz. Los poemas de Efraín Huerta, muy interesantes, pero como no son parte de esta
corriente conservadora, es como si no existieran, lo cual no quita la calidad y
la validez de la obra de Paz, ¿eh?, lo que te estoy diciendo es que es ese cauce
conservador el que se queda marcando huella”.
“Otro ejemplo
sería… hay dos libros que salen casi al mismo tiempo, 1979, 1980, que son Peces
de piel fugaz de Coral Bracho y otro es El pobrecito señor X de Ricardo Castillo.
Los dos libros me parecen buenísimos y muy importantes, pero ¿qué es lo que sucede?
Coral está en todos lados, Coral ha tenido el Sistema de Creadores una y otra vez
y Ricardo Castillo no lo ha tenido nunca, y en su momento esos dos libros fueron
muy poderosos y muy influyentes”.
“Yo creo que
Coral es una gran poeta y que Ricardo Castillo también es un gran poeta. Pero si
tú ves, por ejemplo, la antología de Argüelles, yo estoy casi seguro que sale Coral,
porque es obvio que tiene que salir… por eso te digo que es una antología pobre,
porque publica lo obvio, y estoy casi seguro que no está Ricardo Castillo”.
– ¿Entonces
crees que hay cierto elitismo en la literatura mexicana?
– Fíjate que
más que elitismo, hay cierto amiguismo ligado con cierto conservadurismo, y a una
especie de pereza mental para pensar lo complejo. Es la escuela conservadora de
la poesía y de la cultura mexicana.
Pedro me dice
que en estos tiempos pandémicos se ha centrado mucho en sus alumnos y ha escrito
mucho ensayo: “Escribí algunas cosas para algo que estaba haciendo Jorge Fondebrider
en Argentina. Yo no escribo muchísimo, no soy prolífico, así es que escribir siete
poemas para mí es muy buen número”.
– Hablando
de traducciones, ¿qué tanto puede un traductor mejorar la obra del autor y qué tan
válido es eso?
– Si haces
eso estás haciendo otro poema. Una de las marcas de que un poema es bueno es que
se puede traducir.
– Mohsen Emadi,
el poeta iraní, decía que todo es traducible, porque todo se puede mejorar.
– Yo me he
dado cuenta de poemas que en principio me gustaron y que luego no eran buenos porque
a la hora de traducirlos se iban deshilachando, entonces, ¿para qué lo traduces?
¿Qué sentido tiene mejorar un poema que es malo? Bueno, quizá tiene sentido porque
entonces lo estás haciendo tuyo y estás haciendo otro poema, pero si te enfrentas
a un poema bueno, el poema está creando sus propias demandas y estás siendo el poeta
de ese poema en su traducción, pero no estás haciendo tu poema de ese poema, si
no que estás siendo el poeta de ese poema.
Serrano ha
impartido cursos y conferencias en la Universidad Autónoma de Colombia, Universidad
Autónoma de Barcelona, Complutense de Madrid, Alcalá de Henares, Universidad de
Oxford, Glasgow, Universidad Libre de Berlín, entre otras. Fue editor de la colección
Material de Lectura, Serie Poesía Moderna; jefe de redacción de la revista México
en el Arte y miembro fundador de la revista Fractal. Participa en la redacción de
la revista Létrangère (Bélgica).
– ¿Cómo ves
la nueva poesía, a los jóvenes poetas?
– Yo creo
que se están haciendo cosas muy interesantes y que se están haciendo cosas en todo
el país. Antes todo se tenía que venir a la Ciudad de México, ahora ya no. ¿Tú dónde
estás?
– Yo estoy
en la Ciudad de México, pero soy de Sonora.
– En Sonora
también están pasando cosas. Fíjate, a mediados de los ochenta, era jefe de redacción
de una revista que hacía Bellas Artes que se llamaba México en el Arte, y en ese
momento… es lo que yo creía, puedo estar equivocado, pero según yo, la única ciudad
de este país que generaba cultura era Tijuana. Ni Monterrey ni Guadalajara, aparte
de la Ciudad de México. Y la gente de Monterrey y Guadalajara se venían a México
y así pasó durante todo el siglo XX y sólo Tijuana estaba haciendo cosas sin pedirle
autorización a la Ciudad de México para hacerlas; y yo creo que ahora nadie está
pidiendo autorización, lo cual me parece buenísimo.
– Siguiendo
con los jóvenes, estás nuevas herramientas, como stickers, emojis, ¿los consideras
válidos para crear poesía?
– Sí, yo creo
que cualquier cosa. Machado escribía en formas tradicionales, y decía Paz que Machado
como ensayista había entrado a la modernidad, pero como poeta no; pero lo que pasa
es que no lo supo leer, porque lo leyó desde su propia educación retórica tradicional
y no entendió que, lo que pasaba en Machado con la rima, era equivalente a lo que
estaba pasando con Cesar Vallejo con el desmembramiento del lenguaje. Entonces yo
creo que puede haber una poesía moderna, actual, digamos, que parezca muy tradicional
y que sea absolutamente innovadora, y puede haber poesía en medios totalmente alternativos,
de distintas formas, desarmando el lenguaje, que sea tradicional.
“Esto lo decía
Cesar Vallejo, que yo creo que es uno de los grandes poetas en español, decía que
para que un poema sea moderno, no tiene que llevar hélices y motores y esas cosas,
y decía una frase: “Tiene que ser escrito con la lengua dobleancha de los hombres”,
y el término dobleancho también lo va usar en Trilce, pero aquí lo está usando en
un ensayo, y está diciendo justo lo que tiene que hacer un poema, que es decir algo
más de lo que se está diciendo; un poema tiene que activar en el espacio público,
y no va a ser un poema actual o importante porque use una métrica tradicional o
porque use las cosas más innovadoras que haya, sino porque, como las está usando
está siendo realmente necesario. Me parece que se puede hacer todo y no hay límites,
el chiste es atinarle”.
Pedro ha sido
colaborador de Anales de Literatura Hispanoamericana, Biblioteca de México, Casa
del Tiempo, Cartapacios, Diálogos, El Semanario Cultural, Fractal, La Gaceta del
FCE, La Jornada Semanal, Letras Libres, México en el Arte, Milenio, Periódico de
Poesía, Vuelta, ente otras publicaciones importantes.
– ¿Cómo has
visto a la 4T en cuanto a la administración de la cultura?
– A ver, yo
tengo que ir para atrás, creo que lo que pasaba atrás era espantoso. Cuando me dicen:
“es que estamos en el abismo”, bueno, pero abajo del abismo hay 200 mil muertos.
Yo creo que pueden estar cometiendo errores, pero no es mi papel estar calificándolos,
sino, más bien, donde lo estén haciendo bien, decir que lo están haciendo bien y
donde se estén equivocando, tratar de entender por qué se están equivocando, pero
no descalificar. Cuando la gente se rasga las vestiduras, empieza a parecerme sospechoso.
– ¿Y sobre
los fideicomisos de cultura?
– Ese es otro
ejemplo, yo en principio estoy en contra de que desaparezcan los fideicomisos que
funcionan; ahora, ¿cuál es la intención detrás de esa desaparición? Si es canalizar
los gastos de cultura, (porque estamos hablando de ese tema) de una mejor manera,
yo no voy a decir: “está mal lo que están haciendo”.
“Yo espero
que lo que están haciendo sea para el bien de todos. Y no sé, yo no te puedo decir,
no estoy en contacto, ni con los que están haciendo esos proyectos ni con los que
están en contra. Y si vas hacia atrás, lo que ha sucedido en este país tiene que
ver con privilegios; tu hablabas de una cultura elitista, yo no hablaría de elitismo,
sino de privilegios y de discrecionalidades, y toda la cultura estaba llena de eso,
y que eso lo desmantelen, me parece muy bien”.
– ¿A quiénes
ves como esos privilegiados?
– Bueno, con
todas las gentes que firmaron esa carta por la libertad de prensa… a mí me parece
que revistas como Nexos o Letras Libres se sostuvieron con el apoyo del Estado,
porque si no, no hubieran existido, lo que es una pena es que hayan necesitado el
apoyo del Estado para subsistir, yo lo que digo es: suscríbanse, ¿no?, suscríbanse
para que esas revistas funcionen de manera independiente.
Serrano fue
becario del Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1982; del British Council,
1987; de la UNAM, 1989; del Fideicomiso México-Estados Unidos y de la Fundación
Guggenheim, 2007.
– ¿Qué proyectos
tienes en puerta?
– Tengo dos
libros de poemas que estoy terminando. Tengo muchas cosas de ensayo que, según yo,
me iba a tomar este tiempo para organizar, pero todavía no lo hago. Tengo un libro
sobre traducción de poesía.
– Traduces
del inglés, ¿y qué otros idiomas?
– Francés
también, catalán, he traducido del italiano, y ya.
También es
traductor, editor y antólogo, ha publicado diversos libros de poesía y ensayo, entre
los que destacan: El miedo (1986), Ignorancia (1994), La construcción del poeta
moderno. T. S. Eliot y Octavio Paz (2013) y DefenßaS (2015).
“Mi espacio
es muy circular”, me platica Pedro sobre su casa, la que comparte con su pareja
y sus dos hijos. “Antes escribía en los cafés, obviamente en este tiempo no ha sido
posible, pero me gusta estar en mi casa”. Y terminamos con esta frase suya que me
gustó mucho: “Hay poemas que se desgastan muy rápido y hay otros que por alguna
cosa extraña van cargándose de energía. Esos son los poemas que importan”.
BARRENA
En un trompo enredado,
horadando la piedra o la madera, honradamente
sacando aserrín de las vísceras,
rebaba y virutas del trasroscadero.
Se adentra en su falta, tembleque,
se aquieta de temple, se tiende
en tentativa atenta, ácido
falsete.
Se hace bolita, rueda,
ocupando, sibilando, echando aire,
expuesta a todo en el afán de escape, puf, puf.
Respira húmeda en hosca oscuridad, en el roscal.
Verde de sorna inconmovible,
sus miles de patitas expuestas,
su aliento pululando filamentos
mil ventosas al aire, hurgando, huyendo.
Por la boca tragamos,
muere el pez, dice la boba, glop, glop, glop.
(Todo
debe
deten-
erse
en la ex-
pecta-
ción.)
Nada de grumos, nada
de grupa,
nada de lodo. Expulsada,
sale al aire la rosca.
Sale sin alma con lo que sabe al aire,
ronquido, rechinido.
Riente se vuelve o se revuelve,
escarabaja o cochinilla, bueno…
Savia en recorrido árbol abajo,
raíz vuelta de cajón,
hojas al viento en torcedero.
Déjate llevar, mécete
en rumba vegetal, animal,
haz de salir.
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§ Conexão Hispânica §
Curadoria & design: Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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