Óscar Oliva
nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en 1937. Fue miembro del ahora mítico grupo
La espiga amotinada. Algunos de sus libros más importantes son Estado de sitio (Premio
Aguascalientes 1972), Trabajo ilegal (1985), Escuchar el mundo (2000), Estratos
(2010) y Lascas (2017). En 1990 ganó el Premio Chiapas de Literatura, y, recientemente,
el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines / Gatien-Lapointe 2019 por Escucha
del mundo / Tendiendo el mundo.
– A estas
alturas de tu vida, ¿qué significa para ti la poesía?, ¿cuál es tu relación con
ella y cómo se ha modificado?
– Creo que
mi conocimiento de la poesía fue, al principio, como lo hacen los jóvenes que comienzan
a escribir, un impulso para conocerme a mí mismo y las cosas que me rodeaban. El
conocimiento de la poesía está integrado, no sólo a nuestra vida personal y a nuestra
vida cotidiana, sino también a una sociedad, a una historia, a una cultura, a la
diversidad de culturas, entonces es un proceso y un aprendizaje. Conforme uno va
teniendo más experiencias poéticas que están relacionadas con todos los conocimientos
habidos y por haber, la poesía se transforma y uno también se va transformando.
Pero aquel impulso de la primera juventud, de la adolescencia, (yo comencé a escribir
desde niño) no se pierde nunca, y como tú dices, a estas alturas de mi vida, que
no sé cuál es esa altura… (risas)…
– Perdón por
eso de las alturas…(risas)…
– No, no,
está bien, está bien. Son las mismas alturas en las que uno vive. Uno siempre vive
en el aquí y el ahora, hasta me atrevería a decir que no hay pasado ni futuro, que
en el presente están también imbuidos dentro de lo que habitamos en un momento dado;
con todo esto quiero decirte que la poesía se va desarrollando y se va a transformar
en todo.
“¿Qué es lo
que se gana con la experiencia, con los años?, se gana, tal vez, un conocimiento
más amplio de la poesía, porque se tienen muchas lecturas y muchas lecturas en distintos
idiomas, si quieres muchas lecturas de otras culturas y de otros idiomas que no
conocemos, pero con el avance y el desarrollo también de los traductores profesionales,
que ya los hay en la lengua española, vamos conociendo a poetas suecos, a poetas
en Dinamarca, a poetas africanos, chinos, japoneses y todo este cúmulo se desarrolla
en nosotros. En la poesía siempre debe de haber madurez e inmadurez, juventud y
experiencia, conocimiento”.
– Hablando
de traducciones, ¿qué tanto podemos confiar en una traducción poética?
– Bueno, aquí
hay un problema fuerte, porque hasta ahora puede haber espléndidas traducciones,
pero no se logra captar en otro idioma la musicalidad, el ritmo y la esencia de
lo que puede ser un poema, pero ha habido grandes traductores. Octavio Paz era un
magnifico traductor y lo mismo podemos decir de muchos poetas.
“Por ejemplo,
cuando yo leí por primera vez Anábasis de Saint-John Perse, realmente me emocionó
mucho porque era una traducción espléndida del poeta y traductor mexicano Octavio
G. Barreda. Entonces lo que tiene que hacer un traductor de poesía es tener un conocimiento
de muchas cuestiones, de filología, de la gramática que está traduciendo, esta gramática
tan especial que es la poesía, pero tiene que ser así y tiene que crear también
en un momento dado, tiene que sacrificar algunas cuestiones, no para cambiarlas,
sino, tal vez, para interpretarlas.
“El poeta
traductor muchas veces se convierte también en un escritor que está haciendo una
nueva versión. Por ejemplo, ¿por qué en el mundo y en cualquier idioma tenemos tantas
versiones de la Ilíada y la Odisea?, primero, porque son poemas fundacionales de
una cultura, pero conforme se traducen, primero al latín, después a las lenguas
romances, por hablar únicamente de nuestros idiomas romances, como el francés, el
italiano, el español, el portugués; cada época y cada siglo ha tenido su Ilíada
y su Odisea y ha llegado a los lectores de distintas maneras. Se le agrega también
el espíritu, el ethos, una época a las traducciones, pero… (risas)… esta plática
que hemos iniciado tú y yo, podría ser larguísima”.
– Sí, sí.
Y te quería comentar que Pedro Serrano me decía que un poema, para poder ser traducido,
tiene que ser un buen poema, en cambio, Mohsen Emadi, el poeta persa, me decía que
todo poema puede ser traducido y que el traductor puede crear otro poema, de ser
necesario.
– Ambos tienen
la razón. Lo que dice Pedro Serrano, ¿por qué se habría de traducir al español un
poeta menor ruso, por ejemplo?, ¿qué nos aportaría?, es muy poco, ya que tenemos
tantos poetas menores en México, ¿qué aportaría ese poeta a nuestra poesía mexicana?
Nada. Pero si traducimos un buen poema de Boris Pasternak, de Mayakovski o de cualquier
gran poeta ruso de cualquier tiempo, entonces sí fortalece nuestra poesía. Y siguiendo
con estos ejemplos, los grandes poetas griegos del siglo XX fueron traducidos o
han sido traducidos, los más grandes poetas como Odysséas Elýtis, Kazantzakis y
como tantos poetas más.
Óscar Oliva
dice que no sabe qué le falta a la poesía mexicana, pero que, como todo arte y como
en todas las cuestiones humanas, tendemos a sobrevalorar las cosas.
“Yo puedo
sobrevalorar la ciudad en que vivo en estos momentos y es una ciudad espantosa (risas),
para algunos, pero para otros no. Entonces no me gusta ser contundente en estas
cuestiones. La poesía mexicana tiene debilidades, pero también tiene grandes aportaciones
al sentimiento mexicano, a la sociedad misma, a la historia. E insisto, esta valoración
la tienen que hacer los lectores, y aquellos que analizan, que realizan trabajos
lingüísticos y trabajos de interpretación de ciertos movimientos y posiciones poéticas”.
– ¿Puedes
mencionar a cinco poetas mexicanos vivos imprescindibles para ti?
– Cómo no.
Bueno, pero si digo cinco se van a enojar los otros cinco conmigo (risas)… Pero
sí, a ver… Pondría en esta lista a Jaime Labastida, poeta profundo, muy reflexivo,
muy bien hecho, con muchas raíces filosóficas. Pondría a Marco Antonio Campos, que
ha sido un constante viajero en su vida y ha ahondado espléndidamente en otros idiomas,
como el alemán, el inglés, el portugués, el italiano y ha visitado muchos países.
Podría pensar también en Coral Bracho, porque es una estupenda poeta, es una poeta
que emerge y se sumerge en el lenguaje con una claridad extraordinaria. Me gustaría
mencionar también a la poeta Gloria Gervitz, que está haciendo una monumental obra,
porque ella maneja otras culturas, la española, la mexicana, las culturas prehispánicas,
la cultura judía, sefardí, y es una extraordinaria poeta que se compromete con el
lenguaje, con la violencia de esos pueblos.
“Me gustaría
mencionar también a Eduardo Lizalde, que es un poeta muy fuerte, ríspido en muchos
momentos, pero es un poeta que está dentro del orden de lo clásico, lo mismo que
denuesta contra la moralidad y la inmoralidad de la sociedad, al mismo tiempo hace
reflexiones históricas y filosóficas. Y claro, lo que decía yo un poco de broma,
creo que la poesía mexicana es una poesía bastante potente, con mucha fuerza, donde
están encontradas también otras voces de mujeres y de hombres jóvenes que escriben
poesía y que están también encontrando otros caminos que sus maestros les señalaron
en algún momento dado, pero la búsqueda me parece muy importante, siempre la búsqueda
es para que la poesía no termine y se continúe trabajando.
Sobre la crítica
poética y su utilidad, Oliva nos comenta: “Decía T. S. Eliot que cuando surge una
gran poesía, en un idioma, en una lengua, es cuando hay muchos lectores y cuando
hay grandes críticos; esto podría conjuntarse y desarrollar más el trabajo poético.
Yo creo que Eliot tiene razón y a pesar de que se dice que nadie lee poesía, yo
creo que sí se lee poesía, no grandes masas, porque hay muchos asuntos sociológicos,
económicos, políticos, de gusto, que impiden que la poesía sea leída por muchísimas
personas”.
– Margarito
Cuellar decía que nos leemos a nosotros mismos, que la poesía es de autoconsumo,
¿qué opinas de eso?
– Es posible
que así sea, pero no quiero ser, como te dije al principio, tan contundente. Yo
he visto aquí en mi pueblo a mucha gente, a muchos señores y señoras, que no tienen
nada que ver o tienen que ver muy poco con la poesía, que leen a Jaime Sabines,
Rosario Castellanos, Amado Nervo, Nicolás Guillen; y a los muchachos y muchachas
de educación básica los he visto con libros de poesía; entonces tampoco ha habido
en nuestro país estudiosos de lo que es la lectura de poesía, hay estudiosos de
la lectura en general, la lectura de ficción, pero un estudioso de la poesía, no;
aunque es posible que haya habido acercamientos. Por ejemplo, las antologías de
poesía yo creo que sí se leen bastante, y no por obligación en las escuelas, sino
por gusto. Pero también es un asunto de tipo sociológico que esperamos que próximamente,
dentro de unos quinientos años, se pueda trabajar seriamente en esto… (risas)…
– Eduardo
Milán me decía que ya mucha gente escribe poesía, por eso se han perdido los parámetros
críticos, ¿coincides con esa afirmación?
– Tiene razón
Eduardo, pero también no tiene razón. Tiene razón en el sentido… y esto también
lo he visto en varias partes del país, en distintas ciudades, yo viajo mucho o viajaba
porque ahorita es imposible viajar: si los jóvenes o los lectores que comienzan
a leer poesía, se dejan llevar por esos parámetros de poesías muy pequeñas, mal
trabajadas, sin experimentar nada, sin trabajo del lenguaje, únicamente con un realismo
copiado de la literatura norteamericana, un realismo sucio, diciendo palabrotas,
pues se van a quedar en lectores sin ser creadores; un lector de poesía tiene que
ser un creador también.
“Decía Emmanuel
Carballo que había lectores Eva y lectores Adán; no me gusta mucho la comparación
porque tanto Eva como Adán eran creadores, pero yo sí creo que el lector también
tiene que ser una persona especializada, no cualquiera toca bien la guitarra, debe
tener conocimientos exactos para tocar un violín o para tocar un instrumento musical,
entonces casi, casi, ser lector también es un oficio y es también un arte. ¿Podremos
llegar a eso? Está por verse y ojalá que así pudiera ser”.
– ¿Piensas
que el verso libre ya está sobre explotado, que ya dio lo que tenía que dar?, ¿o
se puede renovar?
– Todo conocimiento
humano o experimentación humana se basa en lo anterior, en la tradición. Nosotros
los poetas del 2021 no podemos estar fuera de esa tradición, ¿y cuál es nuestra
tradición fundamental?, la poesía de la lengua española; entonces tenemos que conocer
cómo se forma y se conforma y se expande esto que llamamos español o castellano,
como le queramos llamar. Cuál es su historia, cómo se genera esa lengua, ese hablar,
esos ritmos, esas aliteraciones, esas cacofonías, esas rimas, en nuestro desarrollo
de la poesía. Tenemos que conocer todo eso y montarnos sobre esos puntos para poder
hacer algo.
“Yo no creo
que el verso libre este abandonado. Si leemos a algunos poetas mexicanos, para no
salirnos de eso, están experimentando y están muy metidos en las traducciones y
en el conocimiento de la poesía norteamericana, lo cual me parece extraordinario,
y quieren tratar de encontrar otros ritmos, tal vez, abandonando la tradición, y
me parece correcto que lo hagan, me parece imprescindible que lo hagan, pero yo
creo que la gran poesía debe estar alimentada por la tradición, no podemos abandonar
de golpe la tradición, está en nosotros”.
Óscar explica
que la rima es un invento cultural. “Nezahualcóyotl no escribía con rima, los poetas
del Popol Vuh tampoco, ni los mesopotámicos. ¿Y quién nos dice que no vamos a volver
a la rima? Escuchamos hace unos días los ruidos de Marte y eso es maravilloso y
sensacional, es otro sonido, es otro ruido, yo creo que podemos encontrar otros
ruidos poéticos que suenen de distinta manera. Lo que sí es abominable es la rima
del son ni son, ni son ni ton…
– Sin son
ni ton…
– (Risas)…
sí, eso es espantoso, eso hay que abolirlo. Además, ya lo abolió hace más de 120
años Rubén Darío y todos los modernistas. Entonces, hay que encontrar otras cosas
y esas cosas están en nosotros, están en la propia poesía, la poesía viene de la
poesía, la poesía se hace de la poesía. Creo que en estos momentos y en los momentos
que vienen no va a ser desechada.
– Rememorando
un poco sobre tu trayectoria, ¿qué recuerdos tienes sobre los inicios de La espiga
amotinada?
– Bueno, ya
he hablado mucho de La espiga amotinada, pero lo que te puedo decir…
– O alguna
anécdota que tengas con alguno de esos escritores…
– No, son
anécdotas muy pícaras, mejor no (risas)…
– (Risas)…
Ok.
– Pero lo
que sí te podría decir es esto: mis maestros directos con los que conviví, el poeta
catalán Agustí Bartra, Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Efraín Huerta, en fin,
muchos otros, aprendí muchísimo de ellos, pero mis verdaderos maestros fueron Jaime
Labastida, Eraclio Zepeda, Juan Bañuelos y Jaime Augusto Shelley, porque trabajábamos
directamente, trabajábamos leyendo a gritos…
– ¿Fueron
los revolucionarios de la poesía social?
– Pues no
me gusta mucho eso, se han encajado mucho en eso. Si ves la poesía de cada uno de
nosotros, tiene muchas facetas, viste lo social cuando tenías que ver lo social,
y los que quedamos vivos seguimos trabajando en distintas cosas. Ahora se ha caído
en el panfleto, en la denuncia. Si esas denuncias que se quieren hacer con la poesía,
estos hechos terribles que están pasando en México, los feminicidios, los migrantes,
etc., etc., etc., si se toman así nada más y no se procesan, no queda nada. Es mejor
leer un artículo periodístico o un ensayo sobre eso. Es parte de una discusión muy
larga.
– Bueno, te
voy a hacer la penúltima pregunta…
– Qué niña
tan golpeadora… (risas)…
– Es que soy
de Sonora…
– ¡Ahhhh!…
(risas)… hombre, ahora me doy cuenta (risas)…
– No es grosería,
es que así hablo (risas)… Te pido una disculpa.
– No, no estaba
diciendo eso (risas)…
– Bueno. ¿Qué
es la poesía?
– Me la pones
muy difícil. La poesía para mí en estos momentos es la expresión más profunda de
lo que puedo tener como memoria, pero, ¿qué memoria?, no la memoria de voltear a
ver el pasado y recordar, sino de hacer explotar, hacer detonar la memoria de la
imaginación.
“Creo que
la imaginación es más poderosa de lo que realmente pudimos haber vivido ayer o anteayer
o hace cincuenta años; esa es mi necesidad de escribir poesía en estos momentos,
recuperar la memoria en la imaginación, la imaginación que también se transforma
y se desarrolla a cada segundo y a cada minuto.
“Pienso que
otro problema de la poesía que se llama mexicana, que no me gusta ese término, es
que la única patria de un poeta, como decía Pessoa o como decía Paz, es el idioma
que habita, el idioma con el que nace, con el que llega a amar y creer muchas cosas,
y cometer errores y cometer engaños, entonces, eso te quiero expresar.
“En muchos,
no en todos, la poesía, siento yo, es muy descarnada, no tiene carne, no tiene vitalidad,
muchas veces queda nada más en cierta retórica, en cierto hueco, pero la poesía
también es un juego, pero le falta, para decirlo con una palabra, tal vez un poco
cursi, le falta emotividad, le falta emoción (risas)… que surja… que surja no sé
de dónde, como le surgió a Rubén Darío con su Epístola a Madame Lugones, por ejemplo;
que surja esa emotividad como en toda la poesía de Cesar Vallejo, Poeta en Nueva
York de Lorca, los grandes desafíos lingüísticos de José Lezama Lima, ese barroquismo
impresionante; si alguna crítica pudiéramos hacer. Creo que estoy respondiendo a
tu última pregunta…
– Era la penúltima…
– (Risas)…
Eso. Por llegar a la concisión están llegando a la perdición. La poesía es barroca,
nuestra vida es barroca, los colores que vemos son barrocos, nuestra comida es barroca,
nuestro pensamiento también, hasta el desierto de Sonora es barroco (risas)… Ya
no digamos las montañas que estoy viendo ahorita desde mi ventana. Entonces, en
fin, yo creo que a grandes rasgos en esta plática podría decirte eso.
– La última,
ahora sí, para terminar, es una pregunta que les hacemos a todos los poetas: ¿Cómo
ves la administración de la cultura de la 4T con Andrés Manuel? ¿Cambiarías algo?
¿Estás satisfecho?
– Yo nunca
he estado satisfecho, en ningún momento, con los administradores de la cultura,
nunca, nunca. Yo creo que la fuerza de nuestra cultura está en nosotros mismos,
pero aquí entra un problema muy fuerte: la cultura no somos los escritores, no somos
los artistas visuales, los cineastas, somos parte de ella, pero la verdadera cultura
está en nuestros pueblos y en nuestros pueblos de Sonora, de Chihuahua, de Nuevo
León, de Chiapas, de Yucatán, esa es la fuerza y es una cultura que se hace a diario,
y no es por tratar de hacer una definición antropológica.
“Vemos cómo
se desarrolla el español, aquí en estas tierras llamadas México, se desarrolla verdaderamente
por la voz de los pueblos, quienes construyen, quienes edifican, poco a poco, lentamente,
quienes van haciendo surgir nuevas cosas y sin demagogia alguna, pues son ellos,
y somos nosotros, por supuesto; el escritor de poesía es parte de eso que llamamos
pueblo, que también es un asunto muy peliagudo. Hay muchos pueblos y ahí está nuestra
gran riqueza. Eso que me dijiste un poco en broma, “es que soy de Sonora”, ¡padrísimo!,
y si yo te hablo con sutileza (risas)… y con otra cadencia, es porque realmente
somos distintos y en lo distinto están implícitas nuestras propias preocupaciones.
Entonces, la administración, pues sí, tiene sus caídas, sus reflujos, tiene sus
posibilidades, pero eso no nos debe preocupar totalmente, los escritores de poesía
no se deben preocupar por eso (risas)… se deben de preocupar mejor por cuál es la
situación de nuestros pueblos indígenas, por ejemplo”.
– Eso me decía
también Rosina Conde, que no tenemos que estar esperando a ver qué hace la administración
en turno, sino nosotros ponernos a crear.
– Sí, crear
y echar a andar cosas. Yo no dejo, por ejemplo, mi taller de poesía y lo doy con
mucho gusto y se reúnen conmigo, dieciocho o veinte, veintidós muchachos y muchachas;
ahora lo hemos parado, pero hasta diciembre del año pasado lo hacíamos de manera
virtual. Ahora se ha parado un poco porque estoy reorganizándolo. Y esa es una manera
y hay muchas maneras.
– Pues bueno…
– ¿Tan tan?
– Se me acabaron
las preguntas (risas)… Un gusto platicar contigo.
Y nos despedimos
con la promesa de tomar un tequilita pronto, “cuando se pueda”.
Óscar Oliva
ha sido creador y coordinador de talleres de poesía en diversas ciudades del país.
Ha colaborado en publicaciones como Casa de las Américas, Cultura Sur, México en
la Cultura, Pájaro Cascabel, Prisma, Revista de Bellas Artes (segunda época), Revista
Mexicana de Literatura, Revista Universidad de México y Situaciones.
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