El que tengo
delante es un texto que su autora elaboró en forma paralela al testimonio sobre
la participación de las mujeres en la guerra civil de El Salvador, que Juana realizó
junto a Margarita Drago y se ha publicado por la editorial UCA bajo el título Tomamos la palabra. No puedo dejar de mencionarlo
porque este paralelismo me confirma una vez más la función de la poesía como el
conducto liberador que da curso a los procesos interiores, personales. Esos que
no pueden fluir con la intensidad que quisieran en la prosa descriptiva que dedicamos
a dar voz a los otros y cumplen con la función esencial de romper el silencio de
los olvidados.
Luego entonces,
esta poesía viene a completar aquel propósito y se une a él con la espontaneidad
con que se buscan las aristas ocultas; esas que han formado la biografía íntima
desde el arraigo original. Todo le pertenece, todo permanece vigente en el texto,
justamente porque la poesía lo admite todo: contar una historia, evocarla, sufrirla,
sanarla, pensar en ella, reflexionar acerca de su incidencia en nuestros días actuales,
finalmente aprehenderla y volverla parte integral del caudal emocional creciente.
Es lo que leo
en este poemario de Juana, quien se vale de los recursos del lenguaje para elaborar
una secuencia de temas diferentes, atados por un común denominador, que no es precisamente
aquel que los une con el mismo hilo, sino el que apela a ese estado de ánimo que
produce la lectura en el receptor, sin el cual la retroalimentación emotiva y verbal
sería imposible.
Parecería una
secuencia desordenada, desprovista de esas clasificaciones cuyas portadillas nos
guían hacia los conjuntos de amor, sociales, familiares, políticos, y nos hacen
saber de antemano que la expresión viaja de lo intimista a lo exteriorista, o al
revés, con mayor o menos hermetismo e intervención de la prosa.
En Juana no.
Juana es libre ante la poesía y en virtud de esta percepción el lector puede asumir
idéntica libertad frente a la palabra, porque su recorrido le permite volar desde
el pasado más remoto, infantil, acaso inocente, a un presente sugerido en el cerco
de la ciudad, no sólo en la que vive sino en esa urbe íntima que desafía el sitio
en que nacimos. Es ese común denominador elegido como hilo conductor por la autora,
el que propicia la identificación entre los anhelos compartidos. Y es ese justamente
el que hace posible el encuentro azaroso del texto desde cualquier poema, cualquier
parte que se abran sus páginas. Algo que permitiría a cada lector armar su propio
camino al abordar el libro, tal como debería ser siempre la lectura de la poesía.
Porque Juana
muestra una habilidad inusual para moldear la mezcla que permite al poema imaginar
al tiempo que interpreta; condenar al tiempo que perdona; recordar al tiempo que
olvida. Tal vez porque el ingrediente principal de la masa resultante es el secreto
revelado, como pide aquí con un acento imperioso que finalmente se aplica a la ironía
rayana en burla que contradice los cánones del dogma.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Cuéntame
algo
que
nadie sepa de ti
lo
que nadie sabe de ti
lo
que intuyo a leguas de ti
la
triste figura en tus ojos.
Cuéntame
eso
que
asoma en tu paso
cuando
de ceño fruncido
caminas
a solas.
Cuéntame
aquello
que
le has contado a tu dios,
quien
todo lo sabe.
Dilo
a mansalva,
a
borbotones,
con
la mano empuñada,
procaz
daga hambrienta,
si
tu dios lo sabe
que
lo sepa el mundo.
Tira el secreto al ruedo,
a la mordaz tarde,
escúpelo si es necesario,
lánzale más de una piedra,
sepúltalo en tus canteras,
arrepiéntete de él,
alega un momento de locura,
culpa a tu madre, a tu padre,
a su escasez y abandono,
a la niña temblorosa
que se abrió completa
sin bajar la guardia,
a los pasos puntiagudos
encaramados en el afilado
deseo de huir,
al examen de conciencia
que lacera el corazón,
pero por nada de este mundo
confieses en domingo
que has pecado.
Es
lo que sucede con este libro y está vigente en la mayoría de las composiciones que
lo integran, cuando se percibe en ellas la lucha entre lo que se es y lo que el
entorno pide que seas. Hay un combate de mujer en sus enunciados y hay una cruzada
que se libra sin descanso para obtener victorias efímeras, pero sobre todo derrotas
que nos den fuerzas para enfrentar lo que sigue.
UNA PALABRA
En la bañera,
desnuda con las piernas
y las manos apretadas
como resistiendo,
te lamen los recuerdos
y el pasado roe cada uno de tus huesos,
manosea desvergonzadamente
tus buenas intenciones,
te atraviesa un asco que te pudre
la existencia, que te enllaga.
Pides auxilio en un grito,
en un reproche, en un histérico
morirte de la risa. A mí,
en el umbral, no
me queda más
que ofrecerte una
palabra hiriente
para que des fin
a tu agonía
y en silencio te desangres.
Sólo en ese desangramiento
interior, presidido por el silencio, es posible que el pasado deje de ser parálisis
para volverse ingrediente actual, elemento dinámico en la materia que somos.
MINERVA SALADO (Cuba, 1944). Poeta, ensayista y periodista. Entre sus diez poemarios se incluyen Al cierre (1972, Premio David); Tema sobre un paseo (1978, Premio UNEAC) y Herejía bajo la lluvia (2000, Premio internacional Carmen Conde de la editorial Torremozas, Madrid). En su narrativa figuran el ensayo Censura de prensa en la Revolución cubana (Verbum, Madrid, 2016) y el testimonial Memoria de una Revolución, con prólogo de Elena Poniatowska, que tuvo en 2020 (Amazon) su segunda edición ampliada.
SÉRVULO ESMERALDO (Brasil, 1929-2017). Escultor, grabador y dibujante, Sérvulo Esmeraldo se inició profesionalmente en Fortaleza, a finales de los años 1940, en los talleres libres de SCAP – Sociedade Cearense de Artes Plásticas. Trasladado a São Paulo en 1951 para estudiar arquitectura, se sintió atraído por la efervescencia de la 1ª Bienal y su revolución artístico-cultural. Su exposición realizada en el MAM (SP), en 1957, le acreditó para un año de estudios en París, becado por el gobierno francés. Una temporada que se saldó con una estancia de más de veinte años. Y en el desarrollo de una obra plural y con muchas vertientes. En París, asistió a los talleres de Litografía de la École Nationale des Beaux-Arts y de Grabado en metal de Johnny Friedlaender, dedicándose en gran medida a este último, habiendo realizado incluso grabados a partir de gouaches y pinturas para Serge Poliakoff. Poseedor de una considerable obra grabada, editada y distribuida por importantes editoriales europeas, a mediados de los años 1960, Esmeraldo estaba decidido a no dedicarse exclusivamente al grabado. Estaba interesado en poner en práctica sus proyectos cinéticos. De la misma época datan las esculturas de plexiglás en blanco y negro, cuyo interés es la topología del volumen. Inició su regreso a Brasil en 1977, trabajando en proyectos de arte público que incluían esculturas monumentales en el paisaje urbano de Fortaleza, ciudad donde estableció su estudio en 1979. Fue creador y curador de la I y II Exposición Internacional de Arte Efímero. Esculturas (Fortaleza, 1986 y 1991). Con importantes exposiciones realizadas y participación en salones, bienales y otras exposiciones colectivas en Europa y América, su obra está representada en los principales museos del país y en colecciones públicas y privadas de Brasil y del exterior. Artista invitado en esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 249 | março de 2024
Artista convidado: Sérvulo Esmeraldo (Brasil, 1929-2017)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2024
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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