sábado, 23 de novembro de 2024

JULIA OTXOA | Los asombrados ojos de la poesía

 


Para hablar de mi poesía, mis relatos y mi obra gráfica he pensado comenzar con un breve autorretrato porque creo perfila de algún modo el equipaje del que parto y que todavía va conmigo a la hora de vivir y crear.

San Sebastián 1954, en la foto aparezco sonriente con una cucharilla en la mano en brazos de mi tía materna, Mercedes. Estamos en San Sebastián en la boda de una de mis primas y yo tengo cara de haber hecho una de las mías, y si he de creer a mi familia, así fue, aquel día armé en el restaurante una gordísima. Ocurrió durante la comida, de improviso y velozmente, como acostumbran a hacerlo los niños, agarré la botella de sifón que tenía cerca de mi mano y apreté con todas mis fuerzas apuntando el burbujeante chorro justo hacia el escote de una desconocida y enjoyada dama que comía frente a nosotros en la mesa. Por lo que cuentan el escándalo fue mayúsculo, los gritos de la aterrorizada dama, empapada de arriba abajo, mis carcajadas cada vez más fuertes y mis avergonzados padres sin conseguir quitarme de las manos el dichoso sifón que no cesaba de apretar.

A lo largo de los años he recordado como preciado talismán aquella escena, jamás he abandonado ese espíritu surrealista y anti solemne, tipo Hermanos Marx, ni siquiera cuando años más tarde conseguí una beca para estudiar en la Compañía de María , prestigioso colegio religioso de San Sebastián, más conocido como San Bartolomé, pero que, poco fiel a la doctrina evangélica, discriminaba en aquellos años cincuenta de mediada postguerra, con rigor extremo los espacios de las niñas de pago de los de las niñas de no pago, entre estas últimas me encontraba yo. Jamás nos mezclábamos, ni en el patio de juegos, ni en las clases, ni siquiera en los oficios religiosos, nuestras vidas se desarrollaban en ámbitos no compartidos. Dos partes bien diferenciadas del enorme edificio nos dividían, unas niñas entraban por una puerta y las otras por otra. Como una suerte de apartheid entre negros y blancos, es decir, una segregación clasista con todas las de la ley.

Nada de aquello logró traumatizarme, a pesar de que eran tiempos oscuros de postguerra con cachete libre por parte de las monjas. También recuerdo que incluso en aquellos años y viniendo yo del bando de los vencidos en la guerra civil, de una familia trágicamente diezmada por los matarifes franquistas, logré reírme de aquella historia de mentiras que nos contaban las religiosas y que hablaba de una España grande y libre portadora de valores eternos en lo universal.

Y más tarde, cuando gracias a una dura batalla de mi padre con la directora del colegio logré hacer el bachillerato en el otro lado de la luna, es decir, en la parte de las niñas de pago, también seguí riéndome de los prejuicios sociales, religiosos y políticos a los que tan habituado suele estar el ser humano. La alegría ha sido siempre mi escudo, por supuesto a menudo, también me río de mi misma. A estas alturas no tengo ninguna duda de que el humor, esa actitud poética y cuestionadora ante la existencia, es una poderosa arma contra el pensamiento único y la adversidad.

Y aunque frecuentemente tanto mis poemas como mis relatos hablan de la perplejidad, de esa edad de los bárbaros, en la que siempre me ha tocado vivir, no hay que olvidar que en mi caso, de la memoria de la crueldad contra mi familia en la guerra civil, y la posterior represión que duró demasiado tiempo, pasé directamente a nacer en el laberinto vasco, en consecuencia me tocó vivir aquellos años setenta y ochenta todavía marcados por la falta de libertad y frecuentes manifestaciones reivindicativas de libertad de expresión, legalización de la ikurriña, libertad para los partidos políticos, y para la enseñanza del Euskera etc., en suma, justas exigencias de mayor democracia que se negaba. No exentos también aquellos tiempos de arbitrariedades policiales, personas abatidas en controles de carretera o por torturas etc, Época determinada por una urgente necesidad de cambio político, clamor social de libertad, clamor todavía bajo el miedo de aquel constante ruido de sables que nos amenazaba, el intento de golpe de estado del 23 F se produce en 1981.

Luego tras la muerte de Franco en 1975 y una Transición Pactada entre derechas e izquierdas para dar paso a un tiempo democrático, fueron sucediéndose las elecciones y consolidándose un tiempo de mayor libertad para los partidos políticos. Si bien es cierto que aquel intento de hacer borrón y cuenta nueva por parte de cuantos pactaron la Constitución del 78, tanto del golpe de estado franquista de 1936 contra la República y su posterior barbarie de asesinados y desaparecidos en el bando de los vencidos durante la guerra civil, como de la dictadura franquista que sobrevino después, hoy pasa factura de memoria olvidada y heridas sin cerrar por parte de los familiares de asesinados y desparecidos que desconocen donde están enterrados sus seres queridos, desperdigados por los cientos de fosas comunes que lacran todo el territorio español, en una triste cartografía de la vergüenza que sin duda alguna la dignidad de las víctimas exige clarificar y recordar.

Y en medio de todo esto la violencia identitaria, el terror de ETA, el dolor causado en asesinados, y amenazados, con heridos, familias y entornos destrozados por las pérdidas de los seres queridos. Esta trágica circunstancia ha propiciado a menudo un ambiente de miedo y falta de libertad de expresión en la sociedad vasca. La violencia y sus consecuencias devienen frecuentemente en grave enfermedad que afecta a todos los niveles sociales. Las comunidades en las que el miedo y el crimen como herramienta de imposición política son algo sistemático, acaban por desarrollar mecanismos patológicos de comunicación que emergen y contaminan las relaciones culturales, sociales, laborales, educativas, y políticas.

Ese ha sido el entorno en el que se ha desarrollado mi obra, y que en ella se refleja. Por otro lado hablando una vez más de ese necesario “no mirar para otro lado” ante la barbarie, he regresado una y otra vez en mis lecturas a algunos de esos admirados autores que me han acompañado siempre, y que tanto en su literatura como en su existencia se implicaron en el tiempo que les tocó vivir: Albert Camus, Miguel de Cervantes, María Zambrano, Kafka, García Lorca, Bohumil Hrabal etc. Todos ellos, a su manera, incluso Kafka, utilizaron el humor, la ironía, como actitud vital e intelectual ante el hecho de existir.

Y es que la alegría, el amor a cuanto vive, en la literatura, en el pensamiento, en la acción, es dinámica, saludable para las ideas, para el camino como aventura, para la incesante curiosidad que hace avanzar el conocimiento, ahuyentando egolatrías y desestabilizando la grávida seriedad de soberbios y fanáticos. Sí, la alegría, amante siempre de la libertad, rompe los esquemas asnales del verdugo, en los que tan cómodamente pacen pureza y ortodoxia.

Tal vez, este boceto para la aproximación a un autorretrato haya resultado finalmente una defensa de la alegría, el recuerdo de esa niña sonriente que sostiene a modo de trofeo una minúscula cucharilla en la mano, y desafía con su poderosa alegría a las tinieblas.

 

Poesía

La defensa de la alegría me llevó inevitablemente a la poesía como pensamiento en libertad. Parto de entender la poesía como pensamiento encarnado en el tiempo, como percepción en sensibilidad que nos devuelve a la humildad, a la desposesión, a la incertidumbre en la limitación de nuestra condición humana. Esencial dinámica abriéndonos al sentimiento de lo fabuloso, de la asombrada mirada ante el universo.

Esa es la poesía que me interesa, la de la humildad que surge de nuestra fragilidad y que libra a la filosofía de la soberbia razón en la que parecía tan cómodamente instalada como gran diosa en su análisis del ser. Desde la naturaleza abierta de este vivir poético, concibo el ser en su inaprensible esencia de mutabilidad y discontinuidad en medio de los otros, desde la maravillosa indigencia de saberme nómada de mí misma, milenaria peregrina que balbucea en medio de espejismos. Metafísica poética asumiendo la luz y la noche que somos.

El pensador necesario sería, por lo tanto, aquel caminante que alejado de las rutas señalizadas por la costumbre, explora otras rutas marginadas, soñadas, sabiendo que todo puede ser cuestionable en su relatividad, ¿Porque qué es sino interpretación temporal cuanto pensamos y creemos como conocimiento? Todo relativo, excepto esa enamorada, misericordiosa mirada hacia cuanto existe. Así el ser camina cual andamio de huesos y sueños, como humilde cuenco de tierra desde el que pensar el cielo y el corazón de los volcanes.

Estoy hablando del ejercicio de la sensibilidad en el acercamiento a todo tipo de fenomenología, que debe ser la base del pensamiento y la acción, que pretenda ya no analizar, sino aproximarse al misterio de la vida en cualquiera de sus manifestaciones. Me he propuesto en este pequeño texto, hablar de mi trabajo en las distintas disciplinas en las que se desarrolla: poesía, poesía visual, relato, obra gráfica, ilustración infantil, literatura infantil etc.

Comenzaré con la poesía, entendiendo ésta como percepción y pensamiento, como escritura, como concepto en evolución interrelacionado con la vida y otras ramas del conocimiento, como la filosofía, la ciencia o el arte. Dinámica en la que avanzar a través de los interrogantes en la traducción simbólica del mundo. Hablo en definitiva del lenguaje como metamorfosis, de la poesía como proyecto experimental, acción esencial de investigación en la expresión vital y estética, indisoluble de esa estancia simultánea del ser en sus tiempos múltiples.

Mi obra, la percibo dentro de una poética que surge como consecuencia lógica de un pensamiento contemporáneo atónito ante una realidad que se escapa a su legibilidad, no solo en el campo literario, similares circunstancias se dan también en la filosofía, en el arte y la ciencia y la cultura en general etc. Poesía de la complejidad de nuestro tiempo, desde la perplejidad de la mirada para la que a veces la lectura del mundo tan solo es posible desde el balbuceo. El desierto entonces como morada, la identidad abierta como conciencia nómada, tránsito inmerso en la fragilidad, donde solo es posible el nombrar como nacimiento constante. El ser como metamorfosis poética, abierta ante lo ilegible de la narración. Respirar en la disidencia significará frecuentemente el exilio interior, exilio sí, pero también poderosa alegría para imaginar en libertad otras formas de mirar, para saltar como Alicia al otro lado del espejo y soñar otras realidades.

En medio del vértigo de los días de esta llamada modernidad, que no pocas veces recuerda a la barbarie, en medio de esta desmesurada prisa hacia ninguna parte, tan sólo puede darse lo poético desde el diálogo de nuestra existencia con la del resto de seres que pueblan el universo. El poeta es entonces el insomne, el párpado transparente, el que convive, sufre y goza con todos desenterrando el canto.

 

FRAGMENTOS PARA UNA POÉTICA

 


La vulgaridad goza de un gran imperio en este flamante siglo XXI profundamente reaccionario, extraño y decadente. Los fantasmas edifican los días con trozos de ruina y se recalientan viejos conceptos apolillados como canapés para la fiesta. Una repetición inaguantable este espectáculo circense en el que casi todo pervive en el simulacro.

Tan solo me reconozco en el fragmento, en la vida como proceso y revisión constante. Así que dadas las circunstancias aprovecho un descuido del domador de fieras, y busco mi nombre en la oscuridad debajo de las gradas, allí, en la oscuridad tal vez entre los desperdicios y el olor a sudor, hay destellos que sigo. Todo se torna claridad en la inquietud, la búsqueda a contra corriente me devuelve a mí misma, regreso a otras escritoras/es como quien abre tras un largo viaje la puerta de su casa: Virginia Woolf, Emily Dickinson, Alejandra Pizamik, Cervantes, Ambrose Bierce, Italo Calvino, Claudio Magris…

Poética del desasosiego, la experiencia del lenguaje es para mí ese lugar debajo de las gradas, donde debatirse y sobresaltarse en la indagación de las huellas, mientras se corre el riesgo de ser descubierta por la pétrea mirada del domador de fieras. Mi ser como imposibilidad para lo inmóvil. Los hijos del guarda me persiguen, mis ojos no distinguen las sombras del día o de la noche,/deambulo dentro de mí misma huyendo del camino. Mi hambre es de nomadismo.

 

Por otro lado, si la poesía no se encarna a través de nuestra acción en cada uno de los minutos que componen el día, la poesía será tan solo un fantasma de tinta sobre el vacío. Entiendo la vida como pasión, el tiempo como creación, no limitando éste a las horas de escritura en mi estudio, sino extendiéndolo al conjunto vital de mi existencia

En la concepción de ese tiempo entendido como creación es esencial la lentitud en la mirada sobre las cosas que propicia una mayor profundización en la observación sensible y minuciosa del universo, actitud que en mi caso se manifiesta en una poética híbrida en manifestaciones: poesía, narrativa, poesía visual, fotografía etc., un camino alimentado por interrogantes que huye de toda ortodoxia en las formas de pensamiento y en las formas de expresión estética.

Ligada al concepto de lentitud está la preocupación en toda mi obra por la experimentación del tiempo, y esto que puede parecer a simple vista una obviedad no lo es en absoluto, vivir no significa obligadamente ser conscientes del tiempo, vivirlo intensamente.

Encuentro la expresión a través de una poética inquieta, interrogante, poética que busca precisamente detener la mirada sobre las cosas, leer pausadamente el mundo, acercarse al conocimiento como aproximación a cuanto respira en el universo. Humildad apasionada sentimiento o danza entre un tiempo exterior y un tiempo interior, alumbrados ambos por la sensibilidad y la curiosidad ante el hecho de la vida como prodigio.

Lentitud que en mi significa curiosidad y asombro ante todas las manifestaciones de la vida, experimentación en las formas de expresión, preocupación por dotar al propio lenguaje de significado También sentimiento de extranjería, un permanente sentirme lejos del centro, del orden de la ortodoxia en la lectura de las cosas, sobre todo extranjería como lugar a la intemperie.

Y en este camino la poesía es para mí indagación, acto de traducción simbólica. imagen, abstracción del instante, síntesis. Lectura de la existencia: indagar por ejemplo, que se esconde detrás de un sencillo lapicero, para descubrir tal vez un ciruelo de cuya madera se hizo, y junto a él el valle donde creció, y los insectos que vivieron en ese ciruelo y no en otro, los pájaros que se alimentaron de esas ciruelas…..las multiplicadas formas del universo plasmadas como magistral ejemplo en los exquisitos y funcionales diseños de las semillas… Vuelvo una vez más a lo pequeño como reflejo del todo, quizás eso explique los géneros literarios que habitualmente trabajo; el poema breve, la microficción, la poesía visual… La vida es para mí una propuesta estética inseparable de la literatura o el universo de la creación, incompatible con toda forma de intolerancia o pensamiento único. Encuentro por otro lado que mi poesía no es en absoluto complaciente, todo lo contrario, encuentra su comodidad en una estética de la perturbación.

Por otro lado, dentro del universo simbólico presente en toda mi obra, ocupa un lugar preferente el diálogo con la Naturaleza, muy presente tanto en mi poesía como en mis relatos. De esa relación nace uno de mis libros de poemas al que tengo especial cariño, La Nieve en los manzanos (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000). Una mañana de invierno y nieve en San Sebastián, en la que paseábamos mi marido, el escultor Ricardo Ugarte y yo entre los manzanos, manzanos, que hace años nosotros mismos habíamos plantado, y que contemplábamos entonces en medio de aquel silencio blanco de sus ramas cubiertas de nieve; recordé en contraposición a aquel paisaje sin color, la extrema y delicada belleza de las flores del manzano al estallar la primavera. Dentro de mí sentí clara la metáfora de la larga noche de violencia en el País Vasco, que cual nieve invernal silenciaba las flores de los manzanos, y en ese preciso instante escribí el primer poema del libro.

Desde ese primer poema del libro

 

Tengo frío junto a los estandartes / el rumor de sus himnos/hiela mi corazón / como la negra memoria / de una guerra perpetua

 

comienza un viaje a través de imágenes de la naturaleza como círculo vital invencible contra la barbarie, la sinrazón, la concepción de lo patrio como dogma infalible que justifica la eliminación del que disiente, de lo diferente. Todo el libro parte de un dolor intenso ante el dolor de los otros, pero en sus páginas también aletea constante la esperanza en un horizonte abierto y humano capaz de poner fin al laberinto de la repetición infinita de las trampas del verdugo.

Con algunos poemas como el que transcribo a continuación, traigo el pulso de los asesinados por ETA hasta nuestros días para que su presencia niegue el olvido.

 

El pulso de los muertos retumba insoportable en los armarios, ya no sabemos dónde guardar nuestra comida hecha de relámpagos. Abrasados en llanto, el menor de los pájaros es más fuerte que nosotros.

 

La Naturaleza está presente en toda mi obra, haber nacido en el País Vasco, me ha proporcionado un rico bagaje cultural de comunicación simbólica con lo natural, entendiendo éste no solo como generador y sustento de múltiples formas de vida sino también como fuente inagotable de observación de su prodigiosa dinámica vital. También como universo de narraciones y leyendas a través del cual les fue posible a nuestros antepasados traducir el mundo en el que vivían.

 

Pensábamos de niños que las montañas estaban ahí para la eternidad, que aquellos hermosos gigantes no morirían nunca, luego supimos que estábamos equivocados, las montañas también mueren como el más frágil de los hombres.

 

A menudo he encontrado en esa memoria ancestral de ritos y costumbres de nuestros antepasados, un poderoso universo poético en el que cobijarme cuando la crueldad humana me hacía dudar seriamente de la identidad de homínido del llamado “Homo Sapiens”, en una de esas ocasiones escribí casi como conjuro contra el dolor que me producía la barbarie repetida, unas líneas basadas en una antigua costumbre rural vasca, que consistía en que cuando a los niños se les caía algún diente de leche, lo guardaban y la primera noche de luna llena, alejándose un poco del caserío, pensaban un deseo y arrojaban su caído diente hacia la luna.

 

EN MEDIO DE TODO ESTO

 

En medio de todo esto, los niños siguen arrojando sus caídos dientes a la luna, suplicando nuevos alfabetos de hueso para nombrar la vida.

 

La imagen me pareció tan bella e intensa que pensé en elaborarla como poema para simbolizar la necesaria esperanza ante la larga noche violenta en la que permanecíamos. Necesidad de infancia, nacer de nuevo a un tiempo ético, dibujando nuevos lenguajes para edificar un tiempo en libertad sin dolor.

En otras ocasiones parto de un instante vivido como motivo que da lugar a la escritura, otra vez en relación con la Naturaleza, mi marido Ricardo y yo llevamos muchos años plantando árboles, en una ocasión en la que acudimos en invierno a una feria de Tolosa para comprarlos, y ya de regreso nos dirigíamos hacia el coche cargando cada uno con unos cuantos árboles dormidos, tuve la hermosa visión de verle caminar con aquellos árboles dormidos sobre el hombro, y de inmediato vino a mi la imagen del poema.

 

EL TIEMPO DE LAS PLANTACIONES

 

En invierno, al llegar el tiempo de las plantaciones, me gusta contemplar ese desfile de jardineros desarmados cruzando la ciudad, llevando sobre sus hombros, en lugar de fusiles, árboles dormidos. Esa imagen es para mí tan hermosa que vence toda la sinrazón de la barbarie en la que estamos, algo así, como asistir a la poderosa fragilidad de las raíces de la menta levantando las piedras.

 

Por otro lado, el tema de la imaginación como herramienta esencial del pensamiento está presente en muchos de los poemas de La Nieve en los Manzanos. Lo simbólico como forma de pensar el presente, un tiempo vivido como creación.

 

DOS MARIPOSAS BLANCAS

 

Aquella noche la abuela trajo dos mariposas blancas y las colocó sobre los ojos del durmiente, más tarde, cuando tras la cabeza de la luna asomó frío el aullido del lobo, los sueños de aquel hombre que dormía bajo las mariposas nos ayudaron a crecer en la serenidad.

 


La imaginación está unida a la interrogación, me interesan las preguntas, creo firmemente en la curiosidad vital, intelectual como modo de avanzar en el conocimiento para no quedar estancados en la ignorancia de cegueras o certezas inamovibles, en ortodoxias rancias, que constantemente nos hablan de técnicas de momificación como catecismo a seguir. Por el contrario, el pensamiento entendido en sensibilidad, respira en la humilde conciencia de la fragilidad que somos, en el perenne asombro, asumiendo la relatividad de las interpretaciones, los límites de nuestra condición humana. Desde este tipo de percepción vital también la escritura es espejo de la escritura del universo. Todo forma parte de un sistema de analogías y semejanzas. Galaxias, océanos, desiertos…… En la tierra de la sensibilidad no crecen los héroes sanguinarios, aquellos para los que lo identitario es único dios, dios colérico al que ofrecer sacrificios, víctimas no creyentes, disidencia.

 

TODOS LOS TRAJES DE LA MUERTE

 

La vida es insoportable sobre las cenizas de las víctimas. No me hables de los héroes,

he visto todos los trajes de la muerte la sombra de la sangre derramada es siempre imborrable y única. Miro nuestra casa y solo veo fantasmas.

 

Quise finalizar el libro con un poema que en sí mismo tomando una vez más una imagen de la Naturaleza, plasmara ese camino equivocado de la imposición violenta de cualquier tipo de ideología.

 

NO DE ESTE MODO

 

No será desde luego hundiendo el tenedor en el corazón de las golondrinas como nos alimentaremos de libertad.

 

Encuentro en la trayectoria de mi poesía una búsqueda de esencialidad creciente que se plasma de un modo nítido a partir de este libro anteriormente citado “La Nieve en los manzanos” y más claramente aún en títulos posteriores como “Gunten Café” o Taxus Baccata.

“Taxus Baccata” (Editorial Hiperión, Madrid 2004) nombre botánico del Tejo. Acompaña a mis poemas en este libro la sutileza extrema de los dibujos de mi marido el escultor Ricardo Ugarte, dibujos expresamente creados para este libro y que parten de los perfiles de sus esculturas. El Tejo es un árbol de crecimiento lento, siempre me ha interesado el concepto de lentitud como forma de mirar, en contraposición a la prisa que embrutece nuestros ojos. La lentitud está para mí unida a la sensibilidad y a la profundidad en la relación con el otro, con los otros que no somos nosotros, pero con quienes habitamos –sean de nuestra misma especie o diferente– el universo conocido.

 

Porque también la libélula y la lagartija como el Quijote o Hamlet son páginas del libro prodigioso del universo

 

Ese ritmo lento en la traducción del mundo construye en mi caso una poética silente y breve en sus formas concisas, como caja de resonancia de universos invisibles a nuestros ojos tan acostumbrados a la normativa roma de lo cotidiano. Poética que busca precisamente eso, detener el tiempo, para poder leer lo que en él vive, para poder sentir lo que en él respira.

 

Lentitud también para leer, para leer con calma y releer, reflexionar sobre lo que leo en estos tiempos en los que impera la inmediatez. Releo a menudo la obra de aquellos autores a quienes les tocó vivir “tiempos inciertos”, Albert Camus, Hanna Arendt, María Zambrano, Lorca etc.” En su palabra me cobijo y nutro de ánimo y resistencia.

 

Asistiendo a la barbarie cotidiana, el instante tiene la turbulenta /inseguridad de la inestable y amenazador./En mi inexperiencia del horror futuro, me reconforta pensar que /también a mis antepasados les tocó vivir un tiempo semejante./ En su recuerdo me fortalezco. La Historia como ser circular,/el presente como resistencia poética en la repetición.

 

Como ya he dicho la brevedad rige todos los poemas de este libro, en el que a modo de diario se encuentran reflexiones metaliterarias y existenciales, sobre el propio yo narrador, y el tiempo exterior que le rodea.

 

La constante interrogación del desarraigo, del extrañamiento del ser en el mundo.

Sólo después de la fiebre y el dolor de las preguntas sin respuesta, se puede hallar la serenidad en el total desvalimiento. Desde la humildad de la ignorancia, el misterio del ser se convierte entonces en cobijo.

 

Como escritora me siento cosida, unida a mi tiempo y como tal narro el mundo a través de mi obra. Personalmente considero la literatura como espacio para la investigación estética y aportación a la sociedad, por tanto frente a aquellos que niegan a la literatura, a la poesía la capacidad de transformación del mundo, yo reivindico para éstas la posibilidad de ofrecer al lector herramientas para la interrogación y el análisis de cuanto le rodea, confirmando con ello la capacidad de la literatura y el arte de humanizar el tiempo mediante la única revolución que a estas alturas de la Historia interesa, la de la percepción en sensibilidad.

 

Experimentar el tiempo, todo tiempo, incluso el de la actividad alejada de la literatura, como meditación, como lectura reposada del mundo. Consciencia del ser desde un ritmo lento. El Tiempo como creación.

Un poema no es un trozo de madera, no tiene porqué plegarse a medir 7 x 3 centímetros sobre el folio. Hay magníficos poemas de una sola línea, de una sola palabra o de ninguna, como la imagen de un niño en medio de la tormenta junto a la orilla de un río embravecido arrojando pedacitos de pan bendito a las aguas para calmarlas.

 

Otro tema esencial en mi poesía es la conciencia de extranjería, extranjería como espacio extramuros donde germinan las preguntas a la intemperie, lugar sin límites alejado de la cerrada ortodoxia del centro.

 

El secreto de la poesía pertenece más al náufrago que al navegante.

 

Raíces aéreas de una identidad espiritual entendida como apertura de integración con lo diferente, la respiración de la creación ha de darse precisamente ahí, en la desposesión de certezas férreas que inmovilizan el pensamiento enterrando un horizonte de necesaria evolución y crítica. Ahí, fuera de la seguridad y el cobijo de las murallas de la costumbre, de lo codificado de antemano. Obviamente este tipo de interrogación poética unida a la libertad de pensamiento que me interesa, se encuentra a menudo en el descampado de los herejes, de los apestados.

 

Permanecer en la inquietud, permanecer en la inquietud, no quiero ser sorprendida. Apaciento mi sombra en los lugares más inseguros del pensamiento. Oigo crecer mi osamenta cada día, mi infancia no ha terminado.

 

Sin embargo, esos márgenes equivalentes en algunos casos a un exilio interior, son los únicos posibles para la investigación literaria, para una voluntad no solo estética también ética en la narración de las cosas. La poesía es también indagación en lo desconocido, acto de traducción, dinámica de imágenes, abstracción del instante, síntesis simbólica.

 

Ante el caótico ruido del mundo, siento la necesidad de centrarme en lo leve,

lo sutil, lo aparentemente insignificante, aquello que no brilla y no es voceado por lo vendedores al uso. La poesía de lo invisible.

 

De todo lo anteriormente expuesto cabría deducir que el sentido de toda existencia, de todo lenguaje, en este caso el del pensamiento poético no está en el cumplimiento de las reglas de una identidad inmóvil, si no en la imaginación de la búsqueda, en la incendiada pasión de las preguntas que renuevan las palabras como recién nacidas a los ojos del mundo. Porque mirar, escribir, leer, vivir es al cabo transcurrir, transformarse.

Somos el cuerpo cambiante de la palabra, generada por nuestra mirada, que a su vez es transformada por el tiempo. La metamorfosis es el lenguaje del universo. La creación se da en el tiempo como indagación y expresión de significado, en un intento ontológico de instauración de espacios estéticos de claridad frente a la opacidad del mundo. Las palabras dormidas en el silencio esperan su resurrección a través de nuestras interrogantes. La mágica fascinación de las palabras. Perder el lenguaje para hallarlo. La pasión por la interpretación, por la traducción de cuanto sucede a nuestro alrededor, está en el ir y venir del pasado al presente, y del presente al pasado, en constante tránsito, en el imaginario de la búsqueda. La poesía no busca la descripción exacta de las cosas, tan solo aproximarse a ellas, fundirse con ellas en su recreación, lectura múltiple del mundo desde la que surge como camino la creación, lejos de la ortodoxia, lejos de todo dogma que inmovilizaría el pensamiento acabando con la libertad.

Porque, en definitiva, humildemente la literatura, la escritura, no es otra cosa como dice Michel Leiris, “que hacer coincidir el mundo desnudo y escandaloso del pájaro caído del nido, con el mundo mágico de las aventuras del lenguaje”.

 

Relatos

Esta apertura del ser poético como dinámica de pensamiento, esa identidad móvil íntimamente ligada con el sentimiento de lo fabuloso es la que se respira también dentro de mis relatos, como un modo lúdico de concebirlo todo. Entendiendo el universo de lo fabuloso no sólo como universo de escritura sino también como percepción vital de la existencia, en esa consciencia de estar inmersos continuamente en lo maravilloso, en un mundo de prodigios y misterios. Ese respirar el enigma que nos coloca siempre en el camino cabalgando el asombro.


De este modo, el pensamiento poético forma parte para mí del universo de lo fabuloso, de lo mágico, de lo lúdico. Esta necesidad del juego y del asombro como camino de indagación y conocimiento ha estado siempre muy presente en el Arte y la Literatura.

Pensar poético que da lugar al juego como rito y ceremonia que encontramos en las raíces de la Humanidad y en el comienzo de toda cultura: en los mitos y filosofías babilónicas, hindúes, griegas, egipcias, chinas etc. Es esencial en cualquier tipo de pensamiento o actividad humanizadora y, por tanto, estoy convencida que excluir el juego en el análisis de las diferentes experiencias de la existencia, elimina la posibilidad de entender de un modo dinámico e integrador todos los niveles conscientes e inconscientes que forman la esencia del ser humano.

Yo he percibido siempre cuanto me rodeaba como un enigma, dentro del cual advertía fenómenos que las leyes de la lógica no eran capaces de explicar. Frecuentemente, la frontera entre la realidad y lo fantástico se diluye. Hay siempre una circunstancia misteriosa que escapa por las rendijas de lo cotidiano, rendijas a las que solo la imaginación puede asomarse desde el asombro para recrear una interpretación que siempre abrirá la puerta a otra interpretación.

Dentro de esas coordenadas de lo fabuloso, frecuentemente, mis relatos se sitúan dentro de la alegoría, del surrealismo, de lo simbólico etc. ya que, siendo la esencia de lo simbólico por su misma definición intemporal y universal, resulta una estructura válida para dar cuenta del presente, tiempo actual en el que se vuelven a repetir todas aquellas circunstancias que se han venido dando en nuestro planeta a lo largo de los siglos concernientes a nuestra condición humana.

Este modo no lineal de traducción del mundo es propio de la literatura fantástica dentro de la cual puede encontrarse gran parte de mi obra, como ejemplo explicativo de este tipo de escritura voy a emprender un pequeño viaje hacia la mitología griega de la mano de Italo Calvino y su libro “Seis propuestas para el próximo Milenio” en el que habla de esa dificultad de la escritura que tantas veces yo también he sentido para traducir la opacidad, la ilegibilidad del mundo.

Petrificada la realidad ante el escritor, acude en su ayuda la imagen de la escena mitológica de la Medusa y el héroe alado Perseo. En ella la Medusa petrifica a cuantos la miran directamente, así que Perseo no la mirará directamente, tan sólo lo hará a través del reflejo de su imagen cautiva en su escudo.

Esta estrategia de la imaginación dibuja claramente la identidad móvil, ágil de Perseo, que vuela con sus sandalias aladas y que será el único capaz de cortarle la cabeza a la Medusa. Encuentro en esa imagen mitológica la alegoría de la relación del poeta narrador con el mundo. En el origen de toda percepción fabulosa, la poesía, la traducción no directa de la realidad, el viaje de las imágenes hacia el significado.

Considero que la alegoría puede ser una magnífica alternativa de pensar la filosofía de nuestros días. Estética del fragmento que es capaz de conectar con la totalidad y la realidad de lo concreto. Filosofía de la imagen dialéctica, asociativa, en donde las circunstancias, la actualidad son el punto de partida para narrar y pensar el presente.

Por medio de la imaginación el hombre vuela sobre sí mismo y sus limitaciones, y esa imaginación origen de lo fabuloso, no es sólo un modo de conocimiento sino también la facultad de expresar ese conocimiento a través de los símbolos. Poesía y filosofía culminan en el mito, en el símbolo, la alegoría y la metáfora.

Pero lo fabuloso no se encuentra solo en los libros, sino que como ya he dicho anteriormente forma parte de lo que habitualmente conocemos como cotidiano. Habitualmente respiramos inmersos en el prodigio sin tener conciencia de ello. Tan sólo deteniendo nuestra atención en disciplinas tales como la botánica, la fisiología, la geología, la biología, o la astronomía, surgen antes nuestros ojos tal multiplicidad de impresionantes universos, que se diría somos extremadamente limitados al encerrar dentro de la literatura la existencia de lo fantástico, ignorando que para los ojos de la sensibilidad y el asombro, para los ojos del poeta, la vida con sus luces y sombras es la más fabulosa de las narraciones posibles.

Como autora de microrrelatos frecuentemente suelen preguntarme el motivo de mi elección del género breve como forma narrativa para mis relatos, en realidad no fue tanto elección sino hallazgo, un buen día descubrí que el poema iba transformándose en otro paisaje en el que aparecían figuras, voces que tenían historias que contar, el resultado fue que el poema dio paso a la narración, pero sin abandonar aquellas herramientas de concisión y brevedad propias de las imágenes poéticas.

Siempre me ha interesado la síntesis del lenguaje como herramienta esencial en la precisión de lo narrado, es algo que tiene mucho que ver con el concepto de intensidad expresiva muy cercano a la abstracción poética. Huyo de toda retórica, me preocupa potenciar al máximo la expresión mediante una austeridad de medios que eleve la tensión en el interior de la narración. Como creación, me apasiona toda forma de hiperbrevedad narrativa o discursiva en cualquier dimensión literaria: microrrelatos, aforismos, prosas poéticas mínimas etc encuentro en todas esas variantes una valiosa identidad literaria transfronteriza, abierta a infinitas posibilidades combinatorias.

Hay en toda mi obra una mirada perpleja ante el mundo, un profundo escepticismo a veces irónico, otras inquietante ante lo ilegible del acontecer humano. La escritura como respuesta simbólica al laberinto. Encuentro en este modo de narrar que algunos estudiosos denominan literatura surrealista o del absurdo, el mejor medio para traducir cuanto ocurre a mi alrededor.

Se encuentran siempre en mis relatos una serie de ingredientes fieles: el juego con las apariencias y el propio lenguaje, la inclusión de lo inquietante como parte de la normalidad, el factor sorpresa, la ironía, el humor como cuestionamiento del orden lineal con el que a veces aparece disecada la vida. Universo narrativo entre la melancolía y el humorismo, entendiendo la melancolía como tristeza que se aligera, y el humor como trasgresión y crítica a través de las distintas escenografías alegóricas.

Lo sugerido, lo entrevisto, es tan esencial en mis textos como aquello específicamente narrado en ellos. Me atrae especialmente esa otra lectura que atraviesa la aparente invisibilidad de las cosas, para percibirlas de un modo no marcado por la costumbre. Trato por ello en algunos de mis relatos de descontextualizar circunstancias, textos, unidades de significado, formulándolas de un modo diferente en el tiempo de la ficción, en contraposición al ámbito cerrado de los discursos habituales sobre lo real.

Me planteo el ejercicio de escribir como mirada múltiple sobre la propia escritura y lo narrado, la literatura como arte combinatoria de universos simbólicos abiertos a múltiples lecturas e interpretaciones. Como viaje a través de la ficción hacia el ámbito público o privado de nuestro tiempo, a la memoria, a la Historia, al Arte, a la propia realidad del lenguaje como equipaje heredado, susceptible de ser reimaginado y transformado en la narración, en definitiva, concibo la literatura como indagación en el conocimiento, como traducción simbólica a través de las interrogantes.

La línea discontinua de lo narrado, es la pasión de la construcción de lo que se ha vivido, sentido, percibido. La creación es esa imagen de la memoria dibujada en medio de la niebla. La creación ilumina la oscuridad.


Pero la luz que ha descubierto la creación tiene que iluminar nuevas indagaciones, nuevas dudas, nuevas interrogantes. Ante cada narración sucede una travesía nunca hecha hasta entonces, una exploración con un norte desconocido, la aventura de perderse para encontrar de nuevo el lenguaje. No hablo de caminos transitados, conocidos, hablo de un viaje hacia la incertidumbre, hacia la curiosidad, hacia la expresión, desde la humildad del asombro, desde la cabalgadura de la exploración y el pensamiento móvil, como una forma de respirar el enigma, en ese avanzar en el que las propias huellas son las que dibujan leve la senda que arropa, la senda sin nombre que nos concede su hospitalidad.

Ante cada hallazgo del nombrar, del narrar, sucede una batalla por volver a nacer al lenguaje, por descubrirlo, por hacer posible la lectura de una parte minúscula del mundo.

Y así surge la escritura como apertura hacia la comprensión, como proceso en constante realización, como ámbito de visión sin posible asentamiento en la satisfacción cerrada de lo acabado o único. La creación como posibilidad de relación con otros vínculos de lo real, estética dinámica conteniendo dentro de sí otros mundos, otras interpretaciones. El microrrelato, al fin, como ese charco de agua a la intemperie donde se refleja la bóveda del cielo, el universo.

La invisibilidad, la tensión por caminar y narrar, convoca la creación, la presencia del juego combinatorio de las asociaciones y las analogías, haciendo posible una manera de vivir más intensamente el tiempo, ralentizando el paso para que la mirada se empape de lentitud a la hora de dar cuenta de lo que se ve. La prisa por el contrario corre paralela al embrutecimiento que imanta la barbarie, esa percepción limitada y única del significado de las cosas. Esa prisa moderna, su vértigo, velocidad de los estresados ojos sobre el espacio que escapa, y que tan sólo nos permite ver la fugaz sombra de un árbol, la difusa forma de un pájaro cruzando el cielo, la realidad toda como un espectro en medio de la niebla.

Muy al contrario, la lentitud tras la que late la sensibilidad, permite percibir la identidad de ese árbol que vemos a la orilla del camino, el color de su tronco, la forma de sus hojas, el nido que sobre sus ramas ha hecho una malviz. Detenerse en el camino deletreando las cosas, hace posible la ensoñación, la lectura del mundo, la evocación, el respirar poético de las relaciones de analogía en el universo. Lo poético como forma de ser en el mundo, de ese ser en construcción constante que somos.

La escritura, la literatura, toda estética, toda existencia al fin, como lenguaje aproximativo del nombrar, como esa tensión máxima en el gozo o en la ceguera, en la que tanto se avanza como se retrocede y se borra y se regresa a escribir allí en lo borrado, las huellas de ese aliento que quema y precisa salir y amar, y narrar para seguir existiendo.

 

Poesía visual

Desde hace años mi trabajo como escritora ha ido paralelo al de mi obra gráfica, especialmente en el campo de la poesía visual y la fotografía. Frecuentemente, llego a la realización de cada obra con austeridad de medios, los ensamblajes poéticos parten de objetos cotidianos encontrados con facilidad en nuestro entorno: sacacorchos, cascanueces etc. Para mí resulta muy interesante trabajar con materiales sencillos, reciclados, mínimos en cuanto a su valoración comercial de uso en la sociedad. Esta es mi personal apuesta por esa poética de lo invisible, por esa belleza de las cosas aparentemente más insignificantes, que pasa desapercibida ante nuestros ojos tan llenos de prisa. Me interesa este tipo de creación como posibilidad estética al margen del desorbitado consumo extendido en nuestras sociedades modernas.

En mi trabajo, tanto el poema objeto como la fotografía, parten de la percepción poética de la realidad como universo susceptible de fabulación, como forma de narración múltiple del mundo, que persigue conferir a lo contemplado otra representación, otro significado ante nuestros ojos. Significado en mi caso, crítico con la barbarie y deshumanización de nuestro tiempo.

Cuantas veces me preguntan por la definición de mis poemas visuales, acostumbro a responder que el poema objeto es ese lenguaje visual de la brevedad, conciso y rotundo cual microrrelato visual, conseguido en mi caso por medios infográficos y fotográficos, que potencia al máximo la expresividad de significado, mediante una correspondencia lúdica e irónica de analogías y yuxtaposiciones inesperadas, que colocan al lector de las imágenes ante una nueva representación simbólica basada en un tipo de pensamiento asociativo e iconoclasta en la traducción del mundo.

Por otro lado en la panorámica del Arte Actual no hay una definición concreta para la poesía visual, experimental, ya que ésta puede participar a un mismo tiempo de múltiples disciplinas artísticas interrelacionadas, en un poema visual puede haber fotografía, pintura, letrismo, música etc., puede ser incluso una pequeña instalación, un video etc., la definición actual de poesía visual o experimental seria la “no definición”, un campo de investigación y expresión tranfronterizo, un laboratorio abierto a ilimitadas intervenciones y expresiones estéticas. Como creadora no creo demasiado en las definiciones cerradas de los géneros literarios o artísticos, me interesa esencialmente el proyecto experimental de la investigación, de la expresión estética. la calidad de su resultado final, las posibilidades combinatorias en sus estructuras formales, la diversidad de puntos de miras sobre las cosas abierta a todas las preguntas, a todas las investigaciones, a todos los caminos.

Desde que los egipcios comenzaron con sus epigramas, los primeros poemas experimentales de la Humanidad, ha evolucionado rápidamente, hoy se trata de que la realidad poética del siglo XXI responda a las inquietudes y a las interrogantes de los artistas contemporáneos. Considero que esa es la función de toda Estética, sea cual sea su herramienta de expresión formal, responder a las propias preguntas del autor y por ende a las interrogaciones y necesidades de su tiempo.

Y dentro de esa evolución, ya en el terreno de la poesía visual, del amplio universo de sus manifestaciones, me sigue interesando como línea de investigación y creación todo lo referente al constructivismo ruso en todas sus vertientes, al dadaísmo, al surrealismo, al expresionismo, al minimalismo como posibilidad dentro de una extensa multiplicidad de resoluciones conceptuales, las performances, las instalaciones, los poemas objetos, es decir, la poesía experimental en todas sus manifestaciones que en nuestros días son prácticamente ilimitadas como conjunto de disciplinas estéticas interrelacionadas.

Digamos por tanto que tanto mi obra literaria: poemas, relatos etc. como mi obra gráfica, participan de una misma raíz estética dentro de mi proyecto creativo. Sucede únicamente dentro de ese proceso formal y conceptual hay un tiempo en que la expresión precisa ser escrita y otro plasmarse mediante el color, la luz, la imagen o el objeto poético.

 

Relato e ilustración infantil

Finalmente hablaré de otra de mis líneas de trabajo, el cuento y la ilustración infantil. ¿Iniciarme en la literatura e ilustración infantil fue fruto del azar? No lo sé. En los años anteriores a 1997 jamás se me hubiera pasado por la imaginación escribir o ilustrar un cuento infantil ¿Fue determinante entonces que aquel atardecer de 1997 escuchara desde mi estudio el ulular del búho en el bosque que rodea nuestra casa, para que comenzara a escribir mi primer cuento infantil “Lucas y el búho?, sin duda alguna la respuesta es sí.


Recuerdo todavía aquella relajante sensación oyendo su ulular mientras escribía, oírlo despertó en mí una historia que posiblemente dormía en mi interior, la de un búho que transmite a un niño llamado Lucas que vive en una gran urbe los secretos del bosque. Escribí aquel cuento casi a modo de revelación, como si de algún modo mi escritura surgiera unida irremisiblemente a aquel ulular. Tras ello vino el reto de enfrentarme a la fase de las ilustraciones, y si bien antes ya había trabajado en obra gráfica, dibujo, collage etc. jamás lo había hecho en ilustración infantil.

Aquel fue mi primer libro infantil ilustrado, gustó, hasta el punto que tras él los editores me solicitaban que además de escribir los cuentos también los ilustrara. Se dio además con su publicación una circunstancia curiosa. Tras “Lucas y el Búho” vinieron luego otros siete libros más dentro del universo de literatura infantil, seis de cuentos y uno de poemas para niños. Todos ellos, con excepción de “Lucas y el búho” que fue publicado en Euskera y Castellano y “Poemas de un ratón” únicamente en Castellano, fueron publicados por primera vez en Euskera, estando a día de hoy todos ellos inéditos en su lengua original el Castellano. También todos ellos a excepción de “La canción de Mister Popoff”, “Cuentos de la abuela luna” y “El bosque de las zanahorias”, fueron ilustrados por mí.

En todos los cuentos utilizo el universo surrealista, la fantasía y la clave poética para contar una historia, por mi experiencia con el mundo infantil he observado que en el interior de los niños hay un gran potencial para generar y comprender contenidos creados por la imaginación, la clave poética y el universo surrealista. Desde esa actitud abierta y rica en combinatorias múltiples, logran enlazar imágenes y con ellas evocar nuevas historias y nuevos encadenamientos lúdicos, relaciones más creativas y complejas que les acercan al lenguaje, el dibujo y a la literatura a través de lo lúdico.

Ese es el tipo de literatura infantil que me interesa, la participativa, la que despierta en el lector el deseo de intervención mediante la creación propia, abriendo al mismo tiempo su pensamiento a nuevos horizontes en la lectura y en la vida. Y todo ello dentro de un concepto que me parece esencial: la alegría.

 Encuentro además que el concepto surrealista de juego no está contrapuesto con la transmisión en mis cuentos de problemáticas que me interesan: como la solidaridad, la no violencia, la pobreza, la emigración, la convivencia con lo diferente, sino que esa apuesta por la imaginación refuerza las ideas humanitarias que los sustentan con una dinámica lúdica entre palabra e imagen como binomio poético imprescindible no solo para la creación de historias también en el análisis del mundo.

En este libro trato a través del humor el tema de la no violencia por medio del relato de las vicisitudes de una disparatada familia en la que todos son calvos, excepto uno, el que se opondrá a la guerra que nace con una peculiar diferencia…

En otro libro posterior “La canción de Mister Popoff” me interesaba reflejar la problemática múltiple y muchas veces interrelacionada de la pobreza, el hambre en el mundo y el medio ambiente, todo ello mediante una narración en clave poética. Este ha sido uno de mis libros infantiles más leídos

Otro de mis libros infantiles “El mundo en una manzana” es una apuesta por la sensibilidad y la imaginación frente al consumismo e insatisfacción en los que a menudo se suelen debatir los niños, demasiado acostumbrados a un bienestar cual maná que siempre baja del cielo. En este cuento como en algunos otros infantiles me gusta enlazar varias pequeñas historias dentro de un mismo cuento, al modo de esas muñecas rusas que tanto me impactaron en mi infancia. Por otro lado, ese concepto circular del relato dentro del relato es algo frecuente también en mis libros de cuentos para adultos, encuentro en este lúdico procedimiento de escritura, una excelente herramienta narrativa combinatoria, a menudo basada en la evocación y la asociación simbólica.

En el libro Cuentos de la abuela luna, publicado en 1999 se reúnen tres cuentos “Lucas y el buho”, “Hansa” y “El general y la semilla”

Hansa trata de una gallina malabarista que sueña con convertirse en una gran estrella circense. En el “El General y la semilla”, escribo sobre lo absurdo de las guerras y la importancia de la sensibilidad en la convivencia con los otros.

En otro de mis libros, El sueño de Hakam, reflejo el tema de las pateras y la emigración desde la narración soñadora y sabia de un abuelo bereber a sus dos nietos que aspiran a otro mundo mejor.

Finalmente, Poemas de un ratón es mi primer libro de poemas surrealistas para niños, para el que realicé también sus dibujos.

 

Si tuviéramos una Fantástica como tenemos una Lógica,

 estaría descubierto el arte de inventar.

NOVALIS

 

Es este un libro sobre el poder evocador de los dibujos y también de las palabras, de la pasión por el lenguaje como representación del mundo y equipaje heredado, susceptible de ser reimaginado y transformado mediante la creación.

Un buen día la inspiración llamó a mi puerta y comencé a dibujar estos personajes de Poemas de un ratón que por aquel entonces eran anónimos para mí, nada sabía de ellos tan solo que como por arte de magia salían de mis manos hasta llegar a sumar mas de setenta, en este momento decidí parar el ratón de mi ordenador, dejar de dibujar, y dar por finalizada esta serie que de modo tan inesperado había llegado a mi vida. Introduje todos los dibujos en una de mis carpetas y los dejé reposar largo tiempo, pero al cabo de dos años llegó un día que también de un modo inesperado algo hizo que abriera aquella carpeta en la que dormían mis dibujos, los saqué y los fui extendiendo uno a uno sobre la mesa de mi estudio.

Tras observarlos con curiosidad, cada uno de ellos me fue sugiriendo su propio retrato, como si de algún modo se presentaran ante mí y me dijeran “ya no somos personajes anónimos, ahora tras este tiempo de estancia en la carpeta podemos presentarnos ante ti con nuestra propia identidad.”

Y verdaderamente así era, ante mi fueron desfilando la dama bosquimana, ricitos, el astrónomo gastrónomo, el hombre sin sombra, la emperatriz…

Basándome en el concepto surrealista de los llamados Limericks medievales irlandeses, género literario popularizado posteriormente en el siglo XVIII en Inglaterra por Edward Lear, pensé reunir a todos aquellos personajes ellos en un libro, cada uno iría acompañado de su pequeño retrato rimado en clave surrealista .Para ello, tuve bien presente algo que como escritora de literatura infantil amo sobre todas las cosas: el juego literario, y la importancia de la alegría y la imaginación en la relación con el lenguaje.

También vi la posibilidad de que el libro pudiera servir de pauta o humilde manual para que los propios niños realizaran sus dibujos que más tarde como los míos tras dormir algún tiempo en una carpeta despertaran con su flamante identidad.

Los niños podrían descubrir así la poderosa evocación que tienen todas las cosas cuando la mirada es poética y se cultivan la sensibilidad y la imaginación hasta conseguir que el mundo sea ese maravilloso paisaje de infinitas posibilidades lúdicas, que nos llevan a crecer en conocimiento y humanidad.

Pensamiento en libertad que transforma el tiempo en creación, utilizando la imaginación como gramática para leer el universo como maravillosa representación de todos los prodigios.

Finalmente, tan sólo quedaba ponerle título al libro, pensé que, ya que había dibujado todos aquellos personajes con el ratón del ordenador, podría llamarse “Poemas de un ratón”.

A lo largo de las páginas de este texto he hablado de mis líneas de trabajo tanto literarias como gráficas, cuentos para adultos y niños, poesía, poesía visual, fotografía e ilustración infantil. Hablar del proceso creativo resulta casi siempre enigmático, guiada por la pasión la creación sigue unos caminos de indagación estética que imagino paralela a una indagación vital que la nutre junto con la experiencia y el conocimiento o al menos aproximación a un cierto conocimiento como me gusta describir a mi ese largo recorrido por la existencia tejido de luces y sombras en el que las interrogaciones suelen determinar la saludable distancia entre el pensamiento inflexible y cerrado y ese otro por el que apuesto, móvil, abierto a la humildad de las propias equivocaciones y que desde la sensibilidad aspira más a la poesía y la belleza de los procesos de aproximación, al conocimiento de los múltiple fenómenos de la existencia, que al descubrimiento de verdades absolutas.

Si he de hacer una síntesis de esta pasión que alienta mi proceso creativo y no solo mi proceso creativo sino mi concepción de la vida en su totalidad, esa síntesis sería la de lo poético que encuentro en la base de todo mi trabajo, que respira en mi pensamiento y que encuentro esencial en mi concepción del mundo. Lo poético entendido en mi caso como indagación lúdica y sentido trascendente que tiene que ver una vez más con lo simbólico como espacio espiritual donde alfabetizarme en sensibilidad.

La huella humana, cultural que dejamos con nuestro tránsito vital y con nuestra creación puede ser cobijo para otros el día de mañana, cobijo que alivie sus temores, sus preguntas alentando sus sueños de conocimiento, del mismo modo igual que otros autores que nos precedieron: escritores, escultores, pintores, arquitectos, músicos etc. son para nosotros referencia y huella tras las que indagar. Dentro de esta hermosa herencia que otros nos legaron siempre recordaré –porque también es la que me interesa en mi camino vital y estético– aquella hermosa mentalidad renacentista que imaginó el universo interrelacionado de los saberes como un único camino por el que avanzar. Conocimientos que unían la capacidad especulativa y teórica del pensamiento con la imaginación, en un rico equipaje mental que integraba lo humano y lo cósmico, lo estético y lo físico, reuniendo las distintas disciplinas del conocimiento en un mismo anhelo de pensamiento. Actitud sabia para explicarse de modo espiritual y trascendente el universo.

Por otro lado, no son nuestros días demasiado propicios para este tipo de planteamientos espirituales, recuerdo ahora un magnífico libro imprescindible “De lo espiritual en el Arte” del gran pintor Vasili Kandinsky, padre del arte abstracto europeo dentro de la pintura. Es preciso recordar aquí y ahora su visión espiritual y trascendente del arte, con gran parte del mundo del Arte y la Cultura actual cómodamente asentado en aguas estancadas, en un espacio sin interrogantes ni inquietud intelectual, gran zoco de compra venta en el que priman intereses mercantiles y de éxito fácil. Feria de vanidades de la que huir.

Por otro lado, en estos días de ampliación de comunicaciones tecnológicas, Internet, móviles, redes sociales, blogs etc., todo parece indicar que los contenidos de los mensajes se han banalizado hasta extremos increíbles, haciendo gala de una vaciedad de contenidos que asusta. Sin duda alguna el crecimiento de la cultura tecnológica no ha ido paralelo a un lógico avance en la cultura intelectual, con lo cual si hoy viviera el genial pintor Francisco de Goya y Lucientes bien podría pintar nuestro tiempo con una nueva serie de grabados sobre la proliferación de asnos tecnológicos a nivel planetario.

En el polo opuesto, desde la cultura entendida como profundidad y trascendencia, también las nuevas tecnologías pueden ser una magnífica herramienta para la creación, también a partir de ellas el ser humano puede ayudarse en la expresión a través de los distintos lenguajes creativos reconstruyendo el mundo, naciendo a él de nuevo, atrapando el tiempo y venciendo a la muerte. Porque no es la herramienta sino los contenidos aportados lo que en definitiva definen como buena o banal una obra artística. Claro que para ese juicio como para otros se precisa de espíritus formados estéticamente y eso es ya tarea ardua habida cuenta del bajo nivel cultural de nuestras sociedades modernas, más preocupadas en un desbocado consumo que en el análisis del mundo cultural que les rodea. Larga labor de lecturas y educación en Humanidades en escuelas, colegios y universidades, solucionarían en parte este preocupante embrutecimiento ciudadano a nivel planetario. Pero ¡Ay! Las Humanidades parecen estar en decadencia dentro de las programaciones de educación. Con lo cual seguiremos asistiendo posiblemente al Arte y la Cultura como espectáculo porque las sociedades no formadas culturalmente y que lógicamente no tienen capacidad para discernir, son presa fácil para la manipulación cultural e informativa.

En las antípodas de todo esto, hablar de lenguajes desde la creación, es hablar desde la intensidad de los significados, a menudo de nuevos significados, la búsqueda constante del pensamiento de nuevas formas de expresión y conocimiento no está exento de esfuerzo y formación intelectual, también de etapas de niebla y largas trayectorias por caminos no señalizados. Concibo el viaje del pensamiento unido a la evolución vital como movimiento constante y equipaje del nómada. Cobijo de aire y bóveda del cielo, espacio en libertad también para la equivocación y la reflexión.

De este modo desde la transformación y la búsqueda poética se edifica una y otra vez la realidad, rehaciéndonos nosotros también y humanizando el tiempo. Realizando ese maravilloso prodigio de poder propiciar en el otro con nuestra obra, otra mirada sobre las cosas. Ya he anotado anteriormente que creo firmemente en el poder transformador, humanizador de la literatura, del arte de la cultura en general. De igual modo que para mí han sido esenciales en el mundo de mi pensamiento, la poesía, la pintura, la escultura, la cultura de mi tiempo, de la misma forma cuanto creamos influye también en otros inevitablemente y si influye en un solo lector o espectador, también la mirada de éste al ser transformada incidirá en su comportamiento vital.

Por otro lado, la creación es también un puente de comunicación universal, durante muchos años y aún hoy he podido leer a grandes escritores gracias a que alguien supo traducirlos. Hoy, saber mi propia obra traducida a otros idiomas como el inglés, el húngaro, el italiano, el árabe etc. me proporciona una gran alegría al imaginar mis poemas o cuentos leídos por esos lectores de otras culturas en sus correspondientes lenguas, pero que al mismo tiempo desde diferentes universos culturales se siguen identificando con aquello reflejado en mi escritura. El diálogo sostenido con ellos durante mis viajes a sus países para presentar mis libros ha sido siempre enriquecedor para ambas partes.

Para la construcción de ese necesario puente entre el autor y el lector, junto al valor innegable de una buena traducción es imprescindible la existencia de una crítica formada en un saber multidisciplinar. Hablo de la necesidad de una filosofía de la literatura en la concepción del estudio y crítica literaria que actúe como auténtica creación en la percepción del carácter radicalmente dinámico del texto literario. “El estudio de la literatura debe rebasar las fuentes de información estrictamente literarias” advertía hace ya muchos años el escritor Lezama Lima. Esto evitaría el habitual error de ejercer una metodología en exceso taxativa que, en su afán por categorizar y delimitar, detiene el tiempo en la fijeza de sus conceptos, alejándose de la posibilidad de comprensión e interpretación de las obras.

Esta filosofía de la literatura no debería relegar como inútil para el estudio, la actitud abierta y cuestionadora de la mirada poética sobre el paisaje formal y conceptual de toda obra sujeta a lectura y estudio, sino muy al contrario, tener muy en cuenta el pensamiento sensible e intercomunicado de conocimientos y disciplinas estéticas, como herramienta de observación y análisis abierta a la posibilidad de lo imprevisto, y a todo aquello que hace del universo algo inasible, enigmático y a la vez maravilloso.

En realidad, no estoy hablando sino del ejercicio de la sensibilidad en la indagación, de esa Razón poética de la que hablaba la filósofa María Zambrano, y que debería estar en la base de todo tipo de pensamiento y acción.

Se trataría en suma de la aceptación de algo incuestionable: toda disciplina intelectual que no tenga en cuenta la esencia de mutabilidad y discontinuidad del ser en todas sus manifestaciones, estará cada vez mas alejada de cualquier intento de ontología de las cosas.

Es necesario por tanto recurrir a un replanteamiento del estudio de la obra literaria, y de la escritura de la brevedad en particular, a un método más abierto que implique nuevos modos de lectura para la interpretación, para trascender el carácter analítico, simple y descriptivo que domina la consecución del saber dentro de un sistema en exceso positivista que a menudo ignora que el cambio, es la metáfora de la identidad temporal de la creación, y de la vida en su totalidad.

Se precisa, por tanto, una apasionada poética en nuestra búsqueda, en nuestra mirada humilde sobre cuanto existe, como imprescindible hermenéutica en la interrogación del sentido de la diversidad de fenómenos que suceden en el universo.

Actitud dinámica, estética del ser ante las cosas, que consciente de la limitación de sus herramientas de estudio, se asoma a su lectura desde combinatorias múltiples de referencia y aproximación.

Dentro del campo literario del relato breve y muy breve en el que trabajo, asistimos a una mayor complejidad en la expresión, en la narración contemporánea. Consecuencia lógica de un pensamiento perplejo ante una realidad que se nos escapa en su ilegibilidad, no solo en el campo literario, similares circunstancias se dan también en la filosofía, en el arte y la ciencia. Pondré algunos ejemplos.

Ya en 1927 el físico teórico de mecánica cuántica Heisenberg hablaba de la necesidad de abandonar toda pretensión de soberbia en el análisis del universo. Los resultados de su trabajo revolucionaron profundamente la física y la filosofía del siglo XX, su teoría del concepto de principio de incertidumbre basado en la existencia de partículas de indeterminación en la conformación del universo, puso en cuestión que la ciencia podría incluso estar equivocándose en la misma formulación de sus preguntas.

Una vez más la física como el pensamiento filosófico entendido como razón poética, nos hablan de humildad y relatividad en el estudio de cualquier materia, recuerdan con palabras del filósofo González Rey que “ontológicamente la epistemología de la complejidad, implica asumir la naturaleza múltiple y diversa del objeto estudiado, la integración de elementos diferentes y contradictorios de distintos tipos de unidad, de lo imprevisto como forma de expresión alternativa de un sistema ante hechos similares ocurridos en el tiempo, así como comprender formas irregulares de orden, rompiendo con el concepto de orden equivalente a secuencia regular.”

También la escritura humana es espejo de la escritura del Universo. Todo forma parte de un sistema de analogías y semejanzas. Galaxias, océanos, desiertos… Partiendo del principio de analogía universal, las hermosas páginas de la filosofía de la ciencia nos revelan cuanto existe como un gran encadenamiento de metáforas a través de las que fluye la vida.

Por tanto, ya que las ciencias, la filosofía y las artes en general han comenzado a desafiar la limitación de las explicaciones dogmáticas generales, demasiado predecibles y comprensibles basadas en un estancado racionalismo cartesiano, la literatura debe aceptar un gran reto: aprender a asociar los diferentes saberes y referencias culturales para la elaboración de una visión del mundo más abierta, rica y compleja, respondiendo a las nuevas interrogaciones de nuestro tiempo.

Finalmente, en referencia a mi propio proceso creativo me gustaría decir que la creación respondiendo a una búsqueda constante de expresión debe ser testigo de su tiempo. Creación como conocimiento e indagación siempre inacabada, ya que según se avanza con humildad en los distintos saberes más se afianza en nosotros la conciencia de nuestra ignorancia dentro del enigma, de lo prodigioso de nuestra existencia y del universo en su totalidad. Así estemos hablando de la filosofía, de la biología, de la sicología, de la fisiología, de la astronomía… Siempre tras cada puerta del saber habrá otra y tras ésta otra y otra. Pero siempre, siempre tras cada sombra, el aliento infinito de la creación y la poesía abrirán nuevos espacios para el mañana.

 


JULIA OTXOA (España, 1953) es una de esas creadoras con un altísimo grado de intensidad y, al mismo tiempo, dotada de una mirada múltiple que vislumbra diferentes formas de expresión. Trabaja incansablemente con poemas, prosa, cuentos, minicuentos, poesía visual y obra gráfica. Su narrativa, combinada con la poesía, cuenta con más de 30 libros publicados. Pues todo lo que quieras saber al respecto lo podrás encontrar aquí:
www.juliaotxoa.net.





SUZANNE VAN DAMME (Bélgica, 1901-1986). Pintora posimpresionista belga que evolucionó hacia el surrealismo en la década de 1940. Se formó en las Academias de Bruselas y Gante y en el Studio L’Effort de Bruselas. Durante su estancia en Ostende, recibió la influencia de James Ensor. A principios de la década de 1930, Van Damme se mudó a París, donde conoció al pintor y poeta italiano Bruno Capacci, quien se convirtió en su marido. Ella pasó mucho tiempo en París, el sur de Francia, Londres y Florencia. En 1941 entró en contacto con los surrealistas y participó en la Exposición Internacional Surrealista de 1947 en París, organizada por Breton y Duchamp. Sus obras de los años 1940 hacen claramente referencia a Picasso, De Chirico, Seligmann y también a Toyen. Expuso en la Bienal de Venecia en 1935, 1954 y 1962 y en la Bienal de São Paulo en 1953. Cuando más tarde se mudó a Florencia, comenzó a crear obras más abstractas antes de desarrollar un lenguaje muy personal lleno de signos y símbolos. Sus obras se convirtieron entonces en conjuntos de ideogramas compuestos por minipinturas con elementos abstractos y figurativos. Es de lamentar, sin embargo, que su obra surrealista de pinturas haya sido comprada por coleccionistas y rara vez aparezca en colecciones públicas. Suzanne van Damme es la artista invitada en esta edición de Agulha Revista de Cultura.



Agulha Revista de Cultura

Número 257 | novembro de 2024

Artista convidada: Suzanne van Damme (Bélgica, 1901-1986)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2024


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