Si tu cherches à plaire, dit Epictète, te voilà déchu”. J’ajoute ici: s’il te faut les autres, c’est que tu leur ressembles.
Gustave Flaubert, Correspondance (1852-1854)
Este definitivo enunciado –lapidario como axioma, clásico como un aforismo, conclusivo como un apotegma–, irrebatible desde su punto de vista contra la sociedad burguesa o mejor el burgués de su época, se encuentra a lo largo y ancho de su Correspondance (los más de veinte volúmenes publicados por Louis Conard, París, se leen con inquietud intelectual y vivo placer textual): cache ta vie, esconde tu vida.
Hablamos de la correspondencia del primer escritor narrador moderno, Gustave Flaubert, significativa, como lo muestra Mario Vargas Llosa en “La orgía perpetua – Flaubert y Madame Bovary” [1] –y en otros contextos culturales, los estudios y análisis discursivos y textuales sobre el autor francés [2] – en cuanto a una epistemología flaubertiana y una estética narrativa (S. Schiamo Bennis, 2004). Ello, en relación al trabajo del narrador (“Le public ne doit rien savoir de nous” (…). “Oui, c’est une étrange chose que la plume d’un côté et l’individu de l’autre” (…); “sujet, personnage, effet, etc., tout est hors de moi”: El público nada debe saber de nosotros; Sí, es cosa extraña que la pluma vaya de un lado y el individuo del otro; tema, personaje, efecto, etc., todo está fuera de mi); campo y estrategias discursivas (“Que ne peut-on vivre dans une tour d’ivoire! Et dire que le fond de tout cela, c’est malheureusement argent, ce bienhereux métal argent, maître du monde!” (…). “Réfléchis, réfléchis avant d’écrire. Tout dépend de la conception. C’est axiome du grand Goethe est le plus simple et le plus merveilleux résumé et precept de toutes les oeuvres d’art possibles”: Poder vivir en una torre de marfil! Y decir que en el fondo de todo esto se trata desafortunadamente de dinero, este feliz metal plata, dueño del mundo! Reflexiona, reflexiona antes de escribir. Todo depende de la concepción. Este axioma del gran Goethe es el más sencillo y el más maravilloso resumen y precepto de todas las obras de arte posibles): narrador, campo y estructuras narrativas, en ruptura con los de un Honoré de Balzac o un Víctor Hugo, mundos posibles y obras abiertas constitutivas precisamente de la novela y la escritura modernas. [3]
Asimismo en lo referente al saber del narrador a nivel del ‘relato’ en cada una de las novelas: Madame Bovary, no se escribe como Salammbô ni ésta como La tentation de Saint-Antoine ni tampoco como la inconclusa, a la muerte de Flaubert en 1880, Bouvard et Pécuchet: “L’épistémologie flaubertienne se situerait à mi-chemin des Dialogues philosophiques d’Ernest Renan et des chroniques d’Anatole France recueillies dans Le Jardin d’Épicure. Elle n’en dénote pas moins de la part de Flaubert une formidable lecon de choses, une mise en mouvement de l’ignorance relative du savoir, posant, au-delà du trouble ontologique, le drame moderne de la connaissance”. [4] Como también a la visión crítica de sus contemporáneos, inscritos histórica y socialmente en la Bêtise o Idiotez, con mayúscula: “La haine du Bourgeois est le commencement de la vertu” (El odio hacia o por el Burgués es el comienzo de la virtud), escribe Flaubert una y otra vez. La Bêtise o Idiotez en el mundo moderno industrial y capitalista o sociedad de los épiciers, tenderos y comerciantes (nuestro José Asunción Silva habría sido de manera paradójica uno de ellos, pero en permanente déficit y arrastrando deudas hasta su muerte). Nuestro escritor llegaría a firmar su correspondencia: Gustavus Flaubertus, Bourgeoisophobus.
Este esconde tu vida (y dicho de otra manera explícita: “Si tu cherches à plaire, te voilà déchu”: Si buscas gustar, te encontrarás decepcionado, reiterado por Gustave a Louise Colet en tanto poeta y amante) provenía de la edad griega tardía, en la voz de Epicteto: filósofo estoico nacido en la esclavitud hacia el 55 d. C. en Hierápolis, Frigia, en los extremos orientales del Imperio romano. A su esconde tu vida, Flaubert recordaba un segundo axioma de la misma cosecha:Abstente!
La invitación del siempre vigente pensador griego es una propuesta sugestiva, simbólica y radical sobre la vida interior:
“Lo que importa en realidad –afirma el estoico— es quiénes somos en nuestro interior y en qué tipo de persona nos estamos convirtiendo”. [5]
LA LIBERTAD INTERIOR | La existencia asumida en función de un afuera de apariencias y desconocimientos –buscando gustar, seducir y aún imponerse a los demás—sería un camino corto para perder la libertad personal. Escribe Gustave a Louise:
“Le public ne doit rien savoir de nous. Qu’il ne s’amuse pas de nos yeux, de nos cheveux, de nos amours (…). C’est assez de notre coeur que nous lui délayons dans l’encre sans qu’il s’en doute. Les prostitutions personnelles en art me révoltent”, 1852: El público no debe saber nada de nosotros. Que no se divierta de nuestros ojos, nuestros cabellos, nuestros amores. Es ya bastante de nuestro corazón desleído en tinta sin que caiga en cuenta, las prostituciones personales en arte me asquean). [6]
De manera complementaria señala:
“L’auteur, dans son oeuvre, doit être comme Dieu dans l’univers, présent par tout, et visible nulle part. L’art étant une seconde nature, le créateur de cette nature-là doit agir par des procédés analogues. Que l’on sente dans tous les atomes, à tous les aspects, une impassibilité cachée et infinite. L’effet pour le spectateur, doit être une espece d’ébahissement”: el autor, en su obra, debe ser como Dios en el universo, presente en todo lugar, pero no visible en ningún lugar. Siendo el arte una segunda naturaleza, el creador de esta naturaleza debe actuar por procedimientos análogos. Que se perciba en todos los átomos, en todos los aspectos, una impasibilidad escondida e infinita. El efecto para el espectador debe ser una especie de embeleso.
Con relación a Epicteto, releamos estas dos sentencias originales:
“La libertad es la única meta valiosa de la vida. Se obtiene cuando hacemos caso omiso de aquellas cosas que están más allá de nuestro control”.
Asimismo subraya:
“La felicidad auténtica siempre es independiente de las condiciones externas. Practiquemos con celo la indiferencia hacia las condiciones externas: la felicidad sólo se puede hallar en nuestro interior”.
Recuerda Vargas Llosa en “La orgía perpetua” algunas sentencias en este sentido de Flaubert:
“Je suis un homme – plume. Je sens par elle, à cause d’elle, par rapport à elle et beaucoup plus avec elle”, 1852: Soy un hombre – pluma. Siento por ella, a causa de ella, con relación a la misma y mucho más con ella.
“Un livre n’a jamais été pour moi qu’une manière de vivre dans un milieu quelconque”, 1858: un libro sólo ha sido siempre para mí una manera de vivir en un medio cualquiera.
Y más radicalmente:
“Le seul moyen de supporter l’existence, c’est de s’éturdir dans la littérature comme dans une orgie perpétuelle”, 1858: la única manera de soportar la existencia es la de aturdirse en la literatura como en una orgía perpetua.
Para Gustave Flaubert, esconde tu vida, y complementariamente, abstente, fueron determinantes en su forma de existencia en tanto “hombre – pluma”: en su paciente, laborioso y ‘Henorme’ (con H lúdica para sus amistades a quienes dirigía sus epístolas) trabajo de escritor de todas las horas y seis días de la semana (el domingo hacía una larga caminata de descanso con Louis Bouillet, su amigo y confidente), alejado en su casa de Etrêtat del tráfago burgués y comercial, productivo y rentable de Rouan.
Así, dice:
“J’ai rêvé des couvents, les ascétismes des brachmanes etc….”: soñé la vida de los conventos, los ascetismos de los brahamanes, 1852.
También sobre la sociedad de masas en gestación moderna:
“Moi, j’ai la haine de la foule, du troupeau. Il me semble toujours ou stupide ou infâme d’atrocité, 1852: odio la multitud, el rebaño. Me parece siempre o estúpida o infame de atrocidad.
Y por extensión:
“Dans quelle fange morale! Dans quel abîme de bêtise l’époque patauge! Il me semble que l’idiotisme de l’humanité arrive à son paroxysme”, 1853: en qué fango moral estamos! En qué abismo de estulticia se encharca la época! Me parece que la estupidez de la humanidad llega a su paroxismo.
“Seamos nosotros, y nada más que nosotros”, sentencia. “A la hora actual, creo que un pensador (¿y qué es el artista sino un triple pensador?) no debe tener ni religión, ni patria, ni siquiera una convicción social”: A l’heure qu’il est, je crois même qu’un penseur (et qu’est-ce que l’artiste si ce n’est un triple penseur?) ne doit avoir ni religión, ni patrie, ni même aucune conviction sociale, 1853.
Es sabido, las aventuras vitales del gigante y memorioso escritor francés (aún en el sentido literal del término gigante) se centraban en sus frases, su busca de infinito (en la forma: ver sobre el particular los artículos de Guy de Maupassant). Desde su cabinet o estudio, deconstruía el lenguaje literario y narrativo vigente, las tradiciones y modelos o cánones, y producía en su trabajo sobre las palabras –y el ritmo poético en la prosa, como una actividad de ruptura semiótico y simbólico— significaciones, sonoridades musicales y simbolizaciones desconocidas, renovadoras, polifónicas en la lengua francesa.
Al respecto formulaba, por ejemplo:
…”les très grand hommes écrivent souvent fort mal (…). Ce n’est pas là qu’il faut chercher l’art de la forme, mais chez les seconds (Horace, La Bruyère). Il faut savoir les maîtres par coeur, les idolâtrer, tâcher de penser comme eux, et puis s’en séparer pour toujours”: A menudo los grandes hombres escriben muy mal. No es allí donde debemos buscar el arte de la forma, cuanto en los segundos. Es necesario conocer a los maestros de memoria, idolatrarlos, intentar pensar como ellos, y luego separarse de los mismos para siempre.
Las formas:
“Nous avons trop de choses et pas assez de formes”: poseemos demasiadas cosas pero no suficientes formas.
Los procedimientos discursivo – novelescos:
“Les livres ne se font pas comme les enfants, mais comme les pyramides, avec un dessin prémédité, et en apportant des grands blocs l’un par-dessus l’autre, à force de reins, de temps et de sueur”, 1857: los libros no se hacen como a los niños, sino como se levantan las pirámides, con un diseño premeditado, y trayendo grandes bloques uno sobre el otro, a fuerza de riñones, de tiempo y de sudor.
Las palabras y su resignificación:
“Il faut retourner tous les mots, sous tous leurs côtés, et faire comme les pères Spartiates, jeter impitoyablement au néant ceux qui ont les pieds boîteux ou la poitrine étroite”, 1854: es necesario darle vuelta a todas las palabras, de todos los lados, y hacer como los viejos espartanos, arrojar sin lástima al vacío los que tienen pies torcidos o el pecho estrecho.
Los enunciados, secuenciados y musicalizados:
“Plus une idée est belle, plus la phrase est sonore; soyez-en sure. La précision de la pensée fait (et est elle même) celle du mot, 1857: entre más bella sea una idea, más sonora será la frase; téngalo por seguro. La precisión del pensamiento (y ella mismo lo es) hace la de la palabra. Y también: “Voilà ce que la prose a de diabolique, c’est qu’elle n’est jamais finie: He aquí lo que la prosa tiene de diabólico, ella no concluye nunca. Asimismo: “La forma est la chair même de la pensé”: La forma es la carne misma del pensamiento.
Finalmente:
“Il faut s’habituer à ne voir dans les gens qui nous entourent que des livres. L’homme de sens les étudie, les compare et fait de tout cela une synthèse à son visage. Le monde n’est qu’un clavecin pour le véritable artiste; à lui d’en tirer les sens qui ravissent ou qui glacent d’effroi”: hay que acostumbrarse a sólo ver libros en la gente que nos rodea. El hombre con criterio la estudia, la compara y hace de todo ello una síntesis según su propio rostro. El mundo sólo es un clavicímbalo para el verdadero artista; le corresponde producir los sentidos que entusiasman o que congelan de espanto.
Filosóficamente, Flaubert se centraba en la esencial propuesta del estoico Epicteto, su interior proceso creador:
“Realicemos nuestro propio trabajo útil sin prestar atención al respecto a la admiración que nuestros esfuerzos puedan despertar en los demás. El mérito indirecto no existe”. Esto, porque cada sujeto deberá ser creador de su propio mérito. De su propia libertad. De su propia felicidad. De su propio lenguaje y voz. De su propia narrativa, en el caso de Flaubert: “Il me faut penser qu’aux triomphes que l’on se décerne, être soi-même son public, son critique, sa propre récompense”: Sólo me es necesario pensar en los triunfos que uno se otorga, ser uno mismo su público, su crítico, su personal recompensa.
Este viaje (experiencia, diría Bataille) [7] hacia el interior o interioridad constituiría todo un Arte de Vivir, en el cual, de manera taxativa, razonaríamos y construiríamos nuestros propios límites del mal:
“La felicidad –vuelve a registrar el filósofo— y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas se encuentran bajo nuestro control y otras no. Sólo cuando enfrentamos esta regla fundamental y aprendemos a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que escapa a nuestro control, es posible la serenidad interior y la eficacia externa”.
Esto implicaría –por ejemplo— una cultura de límites o grado cero de la acción (explícita en Gustave Flaubert: “L’action m’a toujours dégoûté au suprême dégré. Elle me semble appartenir au côté animal de l’existence”: La acción me ha asqueado siempre en grado sumo. Me parece pertenecer al lado animal de la existencia). Dejar de lado la exacerbada voluntad de poder político o bien la compulsión acumulativa de riqueza material: fuentes de tristeza y decepción individuales y colectivas. Ello, refrenando los deseos de dominio y acumulación en la avaricia en nuestras sociedades colombiana, latinoamericanas y globales de siglo y milenio.
En fin, un Arte de Vivir, deseable pero quizás imposible. Y por esta razón, deseado.
NOTAS
1. Mario Vargas Llosa, La orgía perpetua, Edit, Seix Barral, Barcelona, 1981.
2. Ver por ejemplo, Flaubert, et après…, La revue des lettres modernes, Paris, 1984; La production du sens chez Flaubert, Coloque de Cerisy, Union générale d’éditions, Paris, 1975; Travail de Flaubert, Paris, Seuil, 1983; Jean Bruneau, Flaubert, l’autre, Presses Universitaires de Lyon, 1989…
3. Umberto Eco, L’oeuvre ouverte, Seuil, Paris, 1985.
4. Sandrine Schiano-Bennis, Portée et postérité épistémologique de Bouvard et Pécuchet à la fin du XIXe. siècle. Le trouble de la connaissance, Revue Flaubert N. 4, 2004
5. Epicteto, El Arte de Vivir – Manual de Vida, Norma, Bogotá, 1995.
6. Todas las citaciones, en Gustave Flaubert, Ob. Cit.
7. Georges Bataille, La experiencia interior, Taurus, Madrid, 1972.
Carlos Vásquez-Zawadzki (Colombia, 1946). Poeta, dramaturgo, ensayista. Fundador, director y editor de las revistas Poligramas, CaliArtes y Plumadas, así como del grupo Teatro Abierto. Entre sus libros de poesía: Diario para Beatriz (1989), La oreja erotica de Van Gogh (1999) y El placer de los tres (2000). Contacto: carlosvasquez-zawadzki@crear3000.com. Página ilustrada con obras de Silvia Westphalen (Perú), artista invitada de esta edición de ARC.
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