LO MENOS SOBRE TODO: EUGENIO GRANELL
“Lo menos sobre todo”. Así empieza la participación de Eugenio Granell (La Coruña, 1912-2001) en uno de los raros ejemplos de poesía colectiva del surrealismo en el continente americano. El texto, intitulado “Cielo del hombre eterno” –en su escritura estuvieron presentes, además de Eugenio Granell, Franklin Mieses Burgos, Carmen Natalia, Freddy Gatón Arce, Mariano Lebrón Saviñón, Alberto Baeza Flores y Manuel Llanes–, es un documento importante, que sigue al poema a tres voces realizado con anterioridad, Los triálogos, –en este caso con la participación de Domingo Moreno Jiménes, Mariano Lebrón Saviñón y Alberto Baeza Flores. Los dos primeros, poetas dominicanos; el tercero, colombiano de paso por Santo Domingo. Los dos textos están muy particularmente involucrados con el ambiente surrealista dominicano animado por el movimiento-grupo-revista que fue La Poesía Sorprendida.
Aunque firme poemas y la viñeta desde la edición inaugural de La Poesía Sorprendida, Granell integra su dirección solamente en los números 6 a 16 (1944-45). Hacía años –desde 1939– había salido de su país, exiliado, y su presencia en Santo Domingo fue tal vez la más importante contribución a la cultura del país antillano, llegada desde el exterior. También ha firmado las viñetas de portada y interiores de casi todos los libros editados por las colecciones de las ediciones “La Poesía Sorprendida”. Él mismo ha publicado allí su prosa poética: El hombre verde (1944).
La nota editorial de este libro ubica:
La Poesía Sorprendida quiere destacar como un orgullo muy legítimo y honroso que Eugenio Fernández Granell haya colaborado como elemento de entusiasmo y creación desde el inicio de sus actividades, mostrando en los hechos una de las virtudes mayores del espíritu español en América: que ha venido a crear junto a los americanos una luz de sensibilidad e inteligencia con un rango de hermano, de amigo y de compañero de siempre, por raíz y vocación. La Poesía Sorprendidano quiere dejar escapar esta ocasión sin reiterar su más profunda adhesión y admiración hacia todos los leales trabajadores intelectuales de la España eterna en América, que prolongan, de manera luminosa, las raíces de la España creadora de siempre, leal a sí misma y a su ejemplo constante.
En la misma edición, hay una nota biográfica acerca de Granell que me parece oportuno repetir:
Eugenio Fernández Granell nació en La Coruña, España, el 28 de noviembre de 1913, Estudió en Santiago de Compostela y en el Conservatorio de Música de Madrid. Colaboró en Nueva España, Leviatán, Hora de España etc. Vivió la lucha heroica del pueblo español. Llegó a la República Dominicana a comienzos de 1940. Su obra de magnífico creador en pintura –obra toda realizada en el Trópico– fue presentada en septiembre del año pasado [1943] por el Círculo de Bellas Artes en la Galería Nacional de Bellas Artes de nuestra capital, lo emparienta a lo mejor pictórico contemporáneo de España (Picasso, Miró, Dalí, Juan Gris) con resolución muy personal. Su obra de humor, y de crítica de arte y poesía está desparramada en La Nación, de Ciudad Trujillo, y reunida pudiera dar una nueva expresión creadora suya.
Estas son palabras casi suficientes para definir la importancia del creador que fue Granell, al mismo tiempo que señala unos trazos de su carácter, de aporte humano. Algo más acerca de su persona podemos confirmar en las palabras del poeta y ensayista cubano residente en Miami hace mucho, Carlos M. Luis, uno de los más reiterados colaboradores de la fase I de Agulha – Revista de Cultura (1999-2009), a través de estas palabras que ha escrito por solicitud nuestra:
Corría la década de los sesenta en New York, ciudad donde mi esposa Marta, nuestros hijos y yo elegimos a nuestra salida de Cuba. Allí tuve ocasión de conocer a Nicolás Calas y Lionel Abel ambos relacionados con los surrealistas que se habían establecido en esa ciudad a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Fue a través de Calas que trabamos Marta y yo conocimiento, e inmediata amistad con Claude y Gybsie Tarnaud. Claude había estado relacionado con el grupo de surrealistas que habían entrado en conflicto con André Breton con motivo de la ruptura de éste con Matta. A pesar de ello su cercanía a Eduard Jaguer lo mantenía al tanto de las actividades del grupo en París. Fue Claude quien me mencionó a Granell cuya obra ya conocía en La Habana. Un día fuimos invitados a cenar a su casa una de las famosas paellas que su esposa, Amparo, cocinaba con deleite. Pero no sólo eran sabores lo que prevalecía en el apartamento que poseían cerca de Riverside Drive. Los saberes que se destilaban, convirtían cada visita que hacíamos, en una verdadera fiesta de la imaginación. Eugenio Granell no sólo poseía un inagotable caudal de recuerdos de su militancia en el POUM, sino de su amistad con Breton o Péret y con otros surrealistas. Era un surrealista convencido y creyente en un socialismo que garantizara la verdadera democracia. En otras palabras, era un adversario del fascismo y del estalinismo, que conocía bien ya que había sido víctima de ambos. Las conversaciones con Eugenio estaban siempre salpicadas con un sentido del humor muy peculiar, nada rimbombante, sino como sumergido en frases y gestos agudos y pertinentes. Nunca salimos de su casa sin haber sentido la compañía de alguien que sabía comunicar una especie de garantía en un futuro mejor. Fueron posiblemente más de dos años que transcurrieron en plena armonía de ideales en medio de una década que debatía entre los jóvenes, un nuevo porvenir. Todo llegó a su fin una noche en que Claude Tarnaud, Robert Benayoun y George Goldfayn, que estaban de visita en New York, comenzaron a defender la tendencia “eurocomunista” que venía cocinándose por algunos viejos bonzos del partido. Quizás si bajo el influjo de la bebida y del ardor con el cual cada uno defendía su tesis, se produjo una ruptura entre los que estábamos en contra: Eugenio y yo, y los tres poetas franceses. Marta y yo continuamos visitando a Eugenio de vez en cuando, mientras que Claude se marchó para Francia. Un día Eugenio me regaló un gran cuadro que perdí junto con otras cosas en mi mudada a Miami. Después no supe directamente más de él. De Claude me enteré de su fallecimiento, que le causó mucho dolor a Eugenio según me contara su hija Natalia. Granell fue un gran artista y una de esas personalidades que graban en uno recuerdos que conducen a querer continuar viviendo… [“Recuerdos de Eugenio Granell”, correspondencia personal, 11/08/2011.]
La confirmación –aunque no más necesaria– de la grandeza de este hombre –inmenso artista de la palabra y la plástica, de la imagen en su sentido desbordado– la encontramos en otro recorte de memoria, de la artista Susana Wald, que firma –igualmente atendiendo a pedido nuestro– el artículo que pone a Eugenio Granell en la condición de artista invitado de esta edición de Agulha Hispânica. Recordemos que en 1995 él mismo ha logrado crear la Fundación Eugenio Granell (www.fundacion-granell.org), en su Galicia natal. Allí está el museo dedicado exclusivamente al surrealismo, con más de 600 obras de artistas del movimiento. La dirección de todo el proyecto está en manos de su hija Natalia Fernández Segarra, a quien se puede contactar a través de info@fundacion-granell.org.
Este es el penúltimo número de la revista Agulha Hispânica, que fue creada en enero de 2010, como vitrina de la ampliación que hicimos, en el mismo año, del Proyecto Editorial Banda Hispánica. Es un honor para nosotros tener la participación de Eugenio Granell, por su gesto perenne y desbordado de humanidad, por la singularidad de su obra como artista y poeta, por su carácter ejemplar, puente incuestionable entre las culturas de Europa y América. Y gracias, en particular, a su hija, Natalia, amiga de todos, que sigue los pasos de su padre.
Abraxas
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ÍNDICE
01. Aprehender poesía. Omar Castillo
02. David Cortés Cabán y los viajes de la poesía. Miguel Antonio Guevara
03. Del cometa, el árbol y la bruma: la poesía de Edmundo Camargo. Gabriel Chávez Casazola
04. Dimas Lidio Pitty a caballo entre el campo y la ciudad. Alfonso Peña
05. Distancia y proximidad del lenguaje y del prójimo en Diario de muerte, de Enrique Linh. Jelena Mihailovic
06. Dominique Fernández & o barroco. Betty Milan
07. Xavier Oquendo Troncoso y la poesía en el centro del mundo. Floriano Martins
08. La simbología de la mujer indígena en la literatura. Jennie Carrasco Molina
09. Las estaciones íntimas de Soledad Álvarez. José Alcántara Almánzar
10. Ricardo María Garibay, la fotografía y el desnudo. Ricardo Venegas
Artista convidado
EUGENIO GRANELL (La Coruña, España) Recuerdos de Eugenio Granell. Susana Wald
Setembro de 2011
Fortaleza, Ceará | Brasil
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domingo, 22 de março de 2015
Agulha Hispânica # 11 | Editorial
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