Centenário de André Breton comemorado em São
Paulo, recordo minha chegada ao local em que se preparava tudo, um embaralhado
sotaque em off dizendo: - quem é o poeta que
vem de Fortaleza? Um abraço surpreso diante daquele simpático e franzino
poeta, que logo soube se tratar de André Coyné. Sentamos, ele não queria saber
de mim ou de Fortaleza, mas antes de Milton Dias, único cronista que o Ceará
deveria impor em uma lista de grandes talentos do gênero no país. André me
confessou os mais adoráveis pecados de sua memória em relação a meados dos anos
1950, quando esteve em Fortaleza para ajudar na criação de uma sucursal da
Aliança Francesa. Precisamente 1957, segundo ele lembra, coincidente ano de meu
nascimento. E ano de uma paixão inesquecível que viveu com Milton Dias. Meu
encontro com Coyné propiciou outra agenda de interesse. Estávamos ali pela
pauta surrealista, ele falaria sobre sua memória de Breton, eu me reportaria à
presença do Surrealismo na poesia latino-americana. Os dias transcorreram
mediando nossas variadas razões de ser. Na despedida dos poucos dias já
havíamos traçado um carinho entre nós. Na troca de inúmeras cartas, em seu
manuscrito quase ilegível, recordo que falávamos, em especial de César Moro,
pela dupla razão de que coube a Coyné a guarda da obra completa (poética e
plástica) do surrealista peruano e de que surgira a possibilidade de uma edição
de sua obra poética pela coleção "Archivos" da UNESCO, para a qual
Coyné me havia solicitado um ensaio. Recordo que cheguei a receber em minha
casa uma caixa com a impressão de prévia (o que hoje se chama de pdf) desse
agigantado volume. Creio que todos os convidados autorizamos a impressão. O livro,
no entanto, jamais veio a ser publicado. Coyné não sabia explicar. Nossa
correspondência tomou outros cursos, me enviou vários de seus livros, porém o
acervo mais valioso de nossa correspondência diz respeito às fotocópias que me
enviou de ensaios seus sobre Vallejo, Moro, Pessoa, publicados em geral em
revistas acadêmicas, com inúmeras anotações manuscritas suas, seja de correção
a erros de edição, seja de dados que ele viria a contestar ou esclarecer
posteriormente à publicação de cada ensaio. Guardo comigo este material na
expectativa de que se possa um dia recuperá-lo. André Coyné morreu na França em
janeiro passado. Sua morte não foi anunciada em parte alguma. Se buscamos seu
nome no cúmplice virtual em que se converteu Mr. Google, encontraremos um
educador francês nascido em 1891 e morto em 1960. Se agregamos a seu nome, na
busca, o de César Moro, as referências desaparecem. Evidente que a injustiça
não é virtual. Podemos ler, isoladamente, uma nota muito simpática: "Coyné, um dos pesquisadores e difusores mais importantes da poesia peruana, atuaria como convidado para uma conferência magistral sobre a obra de César Moro no VII Congresso Internacional de Peruanistas no Estrangeiro, que terá lugar na Universidade de Poitiers entre os dias 7 e 9 de outubro de 2015". Este foi seu compromisso maior, o da difusão da obra de César Moro. O que não o impedia de ser um comentarista muito esclarecedor do Surrealismo. Sua obra de criação pendia entre a colagem de textos e a caracterização quase romanesca de alguns personagens reais, dentre eles o nicaraguense Ruben Darío. Eu poderia aqui reproduzir questionamentos valiosos que Coyne acertadamente fazia às leituras apressadas - para dizer o mínimo - da obra de alguns autores surrealistas. Este não é o ponto de minha dor desatada pela notícia de sua morte que me foi dada por um amigo comum, o peruano Hildebrando Pérez Grande. Interessa observar dois aspectos. De um lado, Coyné era a mais abalizada voz crítica a nos ajudar a compor um cenário o mais possivelmente aproximado da realidade no que diz respeito à relação de César Moro com o Surrealismo, que sabemos foi bastante tensa e apaixonada. De outro lado, ele próprio foi um crítico invejavelmente municiado no que diz respeito a temas que conformam o período de vanguardas tanto na Europa quanto na América. O desinteresse por sua morte se iguala ao desinteresse pelo próprio plano de sua existência. O raro material que em confiança André Coyné deixou em minhas mãos poderia clarear muita coisa acerca dos temas aqui referidos. Mas comecemos pela notícia de sua morte. No dia 15 de janeiro de 2015 morreu o poeta André Coyné. Nascido em 1927, foi um estudioso da obra de inúmeros autores ligados ao Surrealismo, ao Futurismo e à tradição hermética. Em 1999 a Fundação Lusíada, em Lisboa, publicou uma de suas mais argutas leituras sobre o esoterismo na cultura portuguesa, intitulado Portugal é um ente... Além de sua poesia e dos estudos críticos, ressalto a prosa poética incomum de Darío, raro (1967). Juntam-se aqui, nesta recordação de sua relevância, Rodolfo Ybarra, que publicou em fevereiro passado a última entrevista dada por Coyné, e Hildebrando Pérez Grande, este último diretor da revista peruana Martín, que tem uma edição especial dedicada à poesia de César Moro. Como ele mesmo disse de Darío, não há dúvida de que, sob diversos aspectos, também ele, André Coyné, era um raro. Abraxas
Hace unos años, el 2003, le hice una larga entrevista al peruanófilo André Coyné. Debido a mis constantes mudanzas, por razones de trabajo y asuntos personales, creí haber perdido la cinta magnetofónica. Nunca, debido a mi horror vacui, me resigné a perder el material y cada cierto tiempo, buscando, también, otros escritos, removía los cientos de libros, estantes, cachivaches y papelería sin fin, tratando de encontrar la entrevista. Para mi sorpresa, la cinta apareció (en otra mudanza) siete años después, aunque una parte estaba hongueada e irrecuperable, prueba de que el tiempo no pasa en vano. La parte que no aparece de la entrevista es la que se refiere a Haya de la Torre, a un encuentro que tuvo con él en el Ganges donde se bañaron desnudos, a su labor de docente en Camboya y su prueba sicodélica con peyote en la Argentina donde, literalmente, se sintió volar por las aires; y otros temas que el destino ha preferido obviar para siempre y alimentar alguna leyenda urbana. Esto es lo que queda de aquella entrevista que recuerdo muy bien fue en una tarde de otoño aunque con luz solar, en una casa cerca al Reducto en Miraflores, Lima. Luego de aquella conversa hicimos algunas bromas y hubo una pequeña sesión de fotos posadas y rostros gesticulantes y alguna declamación de poemas.
Como se entiende este es un homenaje y una celebración a André Coyné,
amigo y maestro, y, a través de él, a César Moro.
(Fallas técnicas) (…)
AC | …en su infancia tuvo problemas sicóticos, y eso duró hasta el
final porque fue encerrado durante años y allá en ese tiempo cuando estaba
lúcido tenía una aspiración hacía el “más allá”, “más arriba” que hizo que él
fuese el único surrealista que captara el pensamiento de Guenón. ¿Sabes quién
fue Guenón?
RY | Se refiere usted al estudioso, René Guenón?
AC | Si hubieras dicho “el filósofo” te hubiera dado una bofetada. No
era un filósofo. Era un transmisor de la sabiduría eterna. Fue predestinado
para eso ¿no? Para recordar a occidente que había perdido el sentido de la
tradición con “T” mayúscula. La tradición que rige lo suprahumano que se ha
manifestado según los tiempos, según las circunstancias en todas las
tradiciones que han ido en el mundo. Yo soy bastante Guenoniano.
RY | Mi pregunta era por qué Artaud en vez de ir al oriente, según la
búsqueda de su misticismo, viaja a México, un país que se había convertido en
receptáculo de disidentes, de expatriados y asilados?
AC | Bueno, porque Artaud era medium psicológicamente. Espiritualmente
hubiera podido “subir”, pero sicológicamente estaba medio desequilibrado y no
podría luchar contra eso totalmente.
Se imaginó que México, el México de la revolución, no tenía nada que ver
con las revoluciones de Europa que ya estaba totalmente pegado con los
surrealistas que se habían metido en el comunismo, con sus relaciones con los
comunistas. No sé porque se imaginó que la revolución mexicana era totalmente
diferente y que en México había posibilidad de renovar el contacto con la
tradición. Evidentemente se encontró con el PRI que no era lo que él pensaba.
AC | Moro se contactó con Alfonso Reyes, con Vidaurrutia a quien llegó
a conocer; pero Artaud fue antes. Antes que Moro fuese a México. Moro nunca
conoció a Artaud…pero el viaje de Artaud no me acuerdo cuándo fue.
Yo tengo un texto que voy a publicar sobre la posición de Artaud
cuando fue a México y también la posición de los surrealistas. Artaud dio unas
cuantas conferencias en territorio mexicano sobre lo que era para él la
revolución del espíritu. Los más desesperados eran los mejores. Artaud llegó a
dirigir la revista surrealista el año en que salieron todas esas cartas al
Dalai Lama, al Papá, etc., etc. Y Bretón se asustó. Bretón era muy prudente
dentro de su signalismo del espíritu. Se asustó de darse cuenta que había un
peligro para la integridad de las personas.
RY | Pero a Artaud por qué lo acusa de cobarde. Incluso en el segundo
Manifiesto hay muchas contradicciones. Parece que Artaud tuvo una agresión.
Alguien le pegó una bofetada y este gritó “mamá”, y aparece ese texto en el
Segundo Manifiesto Surrealista.
AC | De todos modos, Bretón tomó la dirección de la revista y explicó
a su manera, tendrían que tener todos esas revistas y documentos surrealistas
donde está también el texto de Artaud contra los surrealistas, donde no hay
censuras y donde sobre todo él quería hacer la revolución del espíritu.
Entonces en México dio algunas conferencias, recordó sus primeros
personalismos cuando él tenía la ilusión del surrealismo. Dijo que venía a
buscar a México las señales de la revolución del espíritu y que Europa era un
continente condenado; pero se tuvo que dar cuenta que México también estaba
condenado y que los dirigentes mexicanos querían occidentalizar hasta esas
“tribus” (entre comillas) que escapaban todavía a la influencia de la
civilización moderna.
RY | Usted habló en la conferencia de ayer que en México se hablaba el
francés como una lengua culta.
AC | Eso fue después y durante la
Segunda Guerra Mundial. Y que tenían como idioma común al francés.
Había gente que venía de Inglaterra, España, etc., pero eso dije para el grupo
que estuvo en México durante la Segunda Guerra Mundial.
RY | Y en México quienes apoyan a Artaud. ¿El creo que no tenía
amigos? Incluso para viajar…
AC | Finalmente, luego de sus conferencias en las universidades le
dieron algo de dinero para que fuera al país de los tarahumaras, pero fue una
pequeña suma. En realidad él andaba de un lugar a otro. Entonces el viaje a los
tarahumaras se convirtió en una cosa mítica de la cual se habló hasta el final
de su vida cuando él tenía momentos de lucidez, pero en realidad se quedó poco
tiempo y hay varias versiones. Si tú tienes las obras completas de Artaud te
das cuenta.
RY | Sí cómo no. Lo que es cierto es que ingirió peyote.
AC | pero no se sabe si realmente las tomó o no. Yo las tomé.
RY | Y qué tal.
AC | No quisiera contar de eso porque no acabaríamos nunca.
Sí, Artaud contó de varias maneras su viaje a los tarahumaras porque
cuando volvió de México. Su viaje, de todos modos (fue brevísimo), para
impregnarse de la tradición. Volvió a Europa y de ahí se fue a Irlanda y fue
cuando volvió a Irlanda con la cruz pastoral de san Patricio, el evangelizador
de Irlanda y cuando lo detuvieron, cuando llegó a Francia, y a partir de ahí
fue internado y como estalló la Primera Guerra Mundial entonces
el internamiento fue total.
AC | En Rodhesia que estaba en la zona no ocupada por los alemanes.
Los alemanes durante un tiempo ocuparon una mitad de Francia y la otra la
dejaron rodeada. Artaud tuvo la suerte de estar en un hospital del sur, después
los alemanes invadieron todo. Artaud salió del hospital, después de que terminó
la guerra dio una conferencia famosa en la que acudió todo París, pero ya
estaba moribundo, tuvieron que internarlo nuevamente en un hospicio cerca de
Vitec. Es ahí donde murió y algunas personas se aprovecharon de él.
RY | Antes de morir tuvo un programa de radio.
AC | Grabaron para la radio un programa que no llegó a emitirse, sino
que lo dieron en la noche de su muerte. Es ahí cuando escribí ese poema. Los
programas culturales eran muy tarde. Mis padres se acostaban y yo escuchaba los
días en que había programas, y ahí fue cuando me enteré de la muerte de Artaud;
y cuando escuché su voz por primera vez porque ese programa fue grabado.
Y escuché su voz que era impresionante, parecía de ultratumba y fue
cuando escribí ese poema que fue traducido por Moro en el número 6 de Las
Moradas que ha sido reeditado hace poco. Se llama la (…) y lo materno por un
poeta desconocido. Título completo del poema.
RY | Sobre su vida de actor, muy poco se habla de su vida dedicada a
la actuación cuando escribía guiones de teatro o guiones de cine.
AC | En aquél momento se dominaba, pero a partir de su viaje a Irlanda
yo ya había pasado, como dijo Bretón, al otro lado del espejo. A partir de ese
momento incitaba. Bueno, antes había tomado medicamentos también, drogas para…
pero, llegó a dominarse durante la época del Teatro de la
Crueldad. Ese teatro no tuvo éxito; pero dio varias conferencias en
que cita a Guenón, precisamente, y fue cuando decidió ir a México.
RY | Artaud recoge a Alfred Jarry y reclama como que Ubú Rey debería
ser reconocido…
AC | Pero a partir del momento en que va a México y que vuelve de
México, va a Irlanda ya es alguien que no se controla y el que tiene que vivir
bajo un control médico permanente y como estalla la guerra, las condiciones muy
especiales y muy duras de la ocupación, sufre más. Y en el último hospicio en
que fue hospitalizado antes de su muerte, ahí hubo gente que se aprovechó.
Sus obras completas cubren 20 volúmenes de la colección blanca. Y no
ha habido muchos pleitos alrededor de los últimos textos. Creo que el último
artículo que escribí en el suplemento de “El Comercio” el 57’
cuando, en aquél tiempo, era mejor que ahora. No sé si en la hemeroteca se
puede encontrar, se llama “sobre una cultura mágica” y es precisamente mi
último artículo que fue el último año que estuve aquí y es precisamente una
presentación de “Los Tarahumaras” de Artaud que nadie conocía.
RY | Han salido varias versiones del “País de los Tarahumaras”.
AC | Sí porque lo ha estado reescribiendo constantemente, y, por eso,
hay varias versiones también de su viaje. Debe salir exactamente ese artículo
mío que en la universidad Católica, la imprenta, no sé si han tomado cita. El
rector ha dado orden para que se reediten, reúnan mis artículos sobre,
alusivos, a Moro, Vallejo.
No sé si conoces mis artículos que los van a publicar.
RY | Sí, por supuesto.
AC | Pero el rector ha dado orden y no sé cuando se publicaran. Y hay
un artículo precisamente sobre Artaud, Moro y Pere en México donde distingo las
diferentes experiencias y especialmente lo de Artaud, trato de especificar
“cuál ha sido su viaje” y lo de Pere que es un punto de vista surrealista
ortodoxo que es totalmente diferente.
RY | En un número de la Revista Quimera aparece un
reportaje al viaje que hizo Moro al país de los Tarahumaras en México y habla
ahí un escritor mexicano que cuenta la historia.
AC | En Quimera, después de la muerte de Enrique Molina, se reproduce
la última carta que me escribió, eso sí ha sido reproducido por unos muchachos
de san Marcos, Walter Espinoza, y tienen una revista que se llama “El Sueño
Inexplicable”. Han reproducido mi artículo de Quimera del año 2000.
RY | Hablemos un poco de Moro. ¿Cómo era la vivencia de Moro con los
surrealistas, el trato que tenían ellos con Sopault, Aragón- ¿Había un trato
como amigos? O había mucho respeto literario, competitividad de camaradas, el
típico celo literario.
AC | Moro entró al grupo surrealista, no cuando llegó a Francia, sino
a fines del 28, los conoció por la línea de Silva, Alina Alestonap era prima
indirecta de Moro y crecieron un poco juntos y se consideraban como hermanas.
Alina llegó a casarse una sola vez, con Alfonso de Silva, pero cuando se casó
con Alfonso, ya tenía dos hijos con otros dos señores: uno vive y se acuerda,
él es Paco, Francisco Abril de Vivero, es sobrino también de Xavier Abril y
otro que era hijo de un señor que tuvo mucha importancia entre los pleitos de
Mariátegui y Haya de la Torre, el señor Cecada, y el hijo, también, se
llama Alberto Cecada. De modo que Alina cuando se casó con Alfonso ya tenía dos
hijos con dos padres diferentes y cuando Moro llegó a Paris se alojó en casa de
los Silva. Alfonso era músico, pero que murió relativamente joven. En Paris
conoció a Vallejo, que en “Poemas Humanos” le escribió un poema que es el único
poema sobre la muerte de un amigo (que aparece ahí). Vallejo cuando se enteró
de la muerte de Alfonso de Silva, porque murió bastante joven, escribió un
poema dedicado a la memoria de Alfonso.
Pero Moro conocía a Alfonso y a Alina desde mucho antes, en la
infancia, mientras que Vallejo conoció a Alfonso ya en Paris.
RY | ¿Conoce usted de alguna anécdota o hecho fortuito donde Moro y
Vallejo, que no son contemporáneos, se hallan encontrado o se vieran alguna
vez?
AC | No son de la misma generación. Se encontraron alguna vez en la
casa de los Silva. Uno entraba y el otro salía, y se saludaron. Moro no había
publicado nada y (más) se le conocía como pintor.
Entonces Vallejo en Perú había publicado dos libros, pero en Francia
no había publicado nada; y, pues, se saludaron. A Moro nunca le gustó mucho la
poesía de Vallejo, lo que más le gustaba era los poemas “Los Heraldos Negros”
porque la única cosa que traían en común los dos fue la admiración de toda la
vida por Rubén Darío.
RY | Hace poco tiempo en la Casa España de Lima se hizo
una exposición de las pinturas de Moro titulada “Con los anteojos de azufre.
César Moro artista plástico”.
AC | Sí, la mitad eran mías y yo estaba invitado para la conferencia,
pero no pude porque estaba enfermo.
RY | Lo que quería decirte es que ese día se repartió un panfleto de
un tal señor Iriarte que supuestamente había sido amante de Moro y que –según
el panfleto—conservaba poemas inéditos.
AC | Es el que puso en Internet ese poema con una explicación
totalmente idiota.
RY | Está incluso, otros textos…
C-Es un poema cuyos párrafos o versos empieza todo con cadáver. Es
falso. Ese nombre no existe en la vida de Moro. No sé si es un farsante que
tomó ese nombre, pero evidentemente el poema está hecho a base de cosas que
podrían ser de Moro, pero Moro nunca hubiera escrito un poema en que todos los
versos empezaran por cadáver. Creo que lo hice autentificar por el amigo
Ferrari. Y él me dijo “cómo te metes en eso. Es, evidentemente, falso”. Además
dice que lo conoció aquí y volvió Moro al Perú. Yo veía casi todos los días a
Moro. Nunca apareció un señor con ese nombre.
RY | Entonces es falso.
AC | Yo voy a poner una nota en mis archivos negando esto, yo no lo
había visto, fue alguien que me lo mandó.
RY | En el Periódico La Prensa aparece un poema dedicado a
Villaurrutia, el poema se llama “Si así fuera” y ha sido recopilado en una
revista nueva llamada Homúnculus (dirigido por la poeta Gladys Flores). Ese
poema no ha sido recogido.
AC | Yo no lo puse en la edición de la
Tortuga Ecuestre y otros poemas, un poco por olvido, porque cuando
murió Villaurrutia yo no estaba en Lima. Fue una de las pocas veces en que fui
a Francia y Moro me escribió, pero evidentemente me escribió mandándome la
página de homenaje que había publicado: “Si yo fuera” no sé qué; y al mismo
tiempo me escribió una carta anunciándome la muerte de Villaurrutia que
probablemente se suicidó en una noche de navidad. Era relativamente joven
porque Villlaurrutia era nacido el mismo año que Moro. Este año están
celebrando el centenario en México; y en otra carta antes que yo regresara me
dice que ha empezado a morir con la muerte de Villaurrutia.
RY | ¿Y cuál era la verdadera relación entre Villaurrutia y Moro?
FIN DE LA PRIMERA CINTA (…)
AC | …de la prosa chilena y eso no le gustaba mucho a Huidobro.
Además, Huidobro era tan egocéntrico como Neruda, era tan natural que chocaran
los dos.
El número siguiente lo dedicó a Moro en respuesta a ese pequeño aviso.
Moro de Calcomanía. Lo insultaba a Moro. Al mismo tiempo que afirmaba que cómo
iba a ser arribista él cuando había nacido y llega a jactarse… Efectivamente
Huidobro había nacido en una familia muy rica. Su padre poseía unos viñedos
enormes. Y su madre tenía una tertulia poética en su casa cada semana. Entonces
como había nacido ya arribado no tenía por qué ser arribista y entonces negaba
evidentemente, hasta negaba conocer ese número de la revista que en el
surrealismo se vio mucho. Cosa curiosa, cuando Huidobro había muerto hacía
años, uno de los surrealistas, de los llamados surrealistas chilenos, Arenas,
publicó la obra poética de Huidobro en dos tomos de editorial Zigzag.
Inmediatamente busqué ese “Árbol en Cuarentena” para averiguar qué parecido
podría tener con el texto de la revista surrealista. Ese Árbol en Cuarentena no
aparece en las obras completas. Esa sería más bien una cosa contra Huidobro.
Esa hoja que parece que han publicado en una reproducción es “El
Obispo Embotellado”, que es la respuesta que dieron al panfleto de vital contra
Moro que escribieron el propio Moro, que escribió de propósito un texto en
francés (…) porque Huidobro es censurado ante… de poner textos en francés a sus
obras cuando estaba en América, es decir que Huidobro había escrito poemas en
francés únicamente porque estaba en Francia y para descollar en Francia,
pero lo que no imaginaba era que en España un chiquillo podría publicar poemas
franceses, y él censuraba a Moro precisamente por haber puesto títulos
franceses en una exposición que se realizaba… Se publicaba en una hoja, en
cuatro páginas grandes. En tabloide, que se llama “El Obispo Embotellado”. Hay
un texto de Westphalen, Rafo Médez, Dolores de Lazarte. Y en la última página
están reproducidos los primeros poemas de Huidobro que es patriotiquero, etc.,
etc. Como Huidobro vivió desde que nació.
La poesía peruana
está de duelo, pues, uno de sus estudiosos más importantes, André Coyné, acaba
de morir, cuando se preparaba para participar en el próximo Congreso
Internacional de Peruanistas en el Extranjero, en la Université de Poitiers,
Francia.
La
escritura radical de César Vallejo y el vuelo onírico de César Moro, fueron
siempre su mayor atracción, desde que a mediados de 1949 empezara a
indagar sobre ellos en Lima y en los claustros de la universidad de San Marcos
y La Católica.
Cuando
el inigualable acento vallejiano aún no era descubierto en toda su real
dimensión y poco se sabía de sus orígenes y andares por el mundo, Coyné, con
las herramientas y técnicas de investigación de su tiempo, logró dialogar con
algunos sobrevivientes de esas épocas, consultar en bibliotecas, archivos,
incluso viajar –fue de los primeros- a Santiago de Chuco, un pequeño poblado en
los andes peruanos, lugar donde naciera, en 1892, César Vallejo. Coyné fue tras
las huellas de Vallejo para ofrecernos datos invalorables sobre la vida del
poeta que en 1922 había revolucionado el lenguaje poético con Trilce. A
Coyné le debemos la intrahistoria de muchos poemas, la cartografía vallejiana
que ilumina la comprensión de muchos textos suyos.
Justamente,
en 1992, al cumplirse el centenario del nacimiento de Vallejo, una delegación
internacional de vallejianos conformada por James Higgins, Roberto Paoli,
André Coyné, Claude Couffón y los poetas peruanos Pablo
Guevara, Irene Vegas Luna y quien redacta estas líneas fuimos invitados a
Santiago de Chuco. Por tanto puedo dar fe de la familiaridad con la que se
desplazaba Coyné en la casa donde naciera Vallejo y en aquella aldea andina:
saludando y recibiendo en las calles y los colegios el afecto de todo el
pueblo.
Si
Coyné no pudo compartir nunca algún amanecer parisino con Vallejo, pues éste
había muerto en París en 1938, sí logró fomentar una amistad entrañable con
César Moro, quien, a la sazón, había ya regresado de su periplo surrealista
tanto en Europa como en México. “La vida escandalosa de César Moro”
y su largo exilio europeo, hacían de él hasta cierto punto un poeta de
culto, de amigos. Coyné fue quien propició la edición de La tortuga ecuestre y
otros poemas en 1958. Así mismo logró editar Los anteojos de azufre, una
recopilación de textos de Moro publicados en revistas y diarios. Toda la
riqueza verbal de Moro, toda su magia y hechicería surrealista se hubiesen
perdido de no ser la encomiable labor de André Coyné, quien, amorosamente
–nunca tan bien empleada esta palabra, cuando se hable de los dos, creo yo- se
prodigó en publicar y difundir la poesía espléndida de César Moro.
Nosotros
conocimos a Coyné en la universidad de San Marcos, en los años 60’. Y siempre
hablamos de Vallejo, de Moro, de los poetas surrealistas de nuestra América.
Pero, a decir verdad, tan sólo compartimos poemas y secretos gracias a la
complicidad genial de Rosa Alarco, etnomusicóloga, íntima amiga de Moro. Entre
sonrisas que venían de recuerdos imborrables, Rosita Alarco me dijo un día: “Hildebrando,
dile a André que eres amigo mío, y que deje sus academicismos contigo, dile que
venga a mi casa”. Y así fue. Los íntimos amigos de Moro, para mi sorpresa y
deslumbramiento, desataron, “el humo de su cabellera nocturna”, quiero
decir sus recuerdos: las danzas y rituales en las playas de La Herradura
y Agua Dulce y el Barrio Chino que trastocaban el orden conventual y pacato de
la vieja Lima y creo que, sobre estas aventuras, mejor guardaré silencio
en homenaje a ellos.
Cuando
Rosita Alarco murió en 1981, a los pocos meses, ya de regreso a Lima, André me
buscó expresamente, para darnos el pésame. Acaso hoy los valiosos documentos
que él hiciera circular sobre la vida y obra de César Vallejo y César Moro no
sean aquilatados en toda sus resonancias porque hoy resplandecen otros
paradigmas, otras técnicas de lectura, otras metodologías de
investigación, pero lo cierto es que la poesía de Vallejo y de Moro seguirán
alcanzando más intensidad y altura gracias a sus puntuales trabajos literarios.
Digámoslo, pues, como Vallejo: murió André Coyné. Su cadáver estaba
lleno de mundo. Y como Moro: La vida es cierta. Uno da todo para no
tener nada.
Floriano Martins (Brasil, 1957). Um dos editores de ARC. | Rodolfo Ybarra (Perú). Poeta, novelista, ensayista. Ha editado un programa de televisión de contracultura, además de haber dirigido fanzines y revistas. Contacto: wwwrodolfoybarrablogspot.com. | Hildebrando Pérez Grande (Perú, 1941). Premio Casa de las Américas de Poesía, 1978. Premio Rafael
Alberti, 2013. Candidato a Profesor Emérito de la Universidad de San Marcos.
Director de la revista de artes & letras Martín. Autor de Aguardiente,
forever (cinco ediciones en La Habana, Lima y Grenoble). Contacto: hperezgrande@yahoo.es. Página ilustrada con obras de Fabio Rincones
(Venezuela), artista invitado de esta edición de ARC.
Excelente página, muchas gracias. Voy a intentar conseguir el texto de Coyné sobre Artaud.
ResponderExcluirGostaria de saber mais sobre as passagens do André Coyné pelo Brasil pelo Peru enfim, saber um pouco mais da sua história de vida...
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