segunda-feira, 8 de junho de 2015

ALFONSO PEÑA | Cristina Zeledón y los Seres de Conocimiento



Cristina Zeledón, es heredera de una antigua y vasta tradición cultural costarricense. Nieta de “Billo Zeledón”, el preclaro (Periodista y escritor anarquista), creador de la letra del Himno Nacional de Costa Rica e hija de María Maga Maestra; mujer encantadora, enlazada a la “Pacha mama”, al surco poético y al conocimiento ancestral mesoamericano. Desde finales de los setentas, por medio de algunos cofrades, en enardecidas conversaciones, tuve la oportunidad de “vislumbrar” y “adivinar”, su figura proverbial y emblemática. Tuvo que pasar un “puñado de años”, para que se diese, un acercamiento, amistoso y efectivo, con Cristina. Fue el “Profesor Tauro”, (Tomás Saraví), el que me abrió “claraboyas y tragaluces”, para que se diera esa proximidad. Recuerdo, que fiel a su estilo, con palabras concisas y fluidas, me puso al tanto, de los pormenores, en los diversos quehaceres de Cristina. Desde ese momento, tuvimos una conversa muy variada y heterogénea. Como en un guión penetrante, en diversas ocasiones, viajamos por la poesía, el arte, los antiguos toltecas, el magicismo y animismo latinoamericano, y, por supuesto, la saga de Carlos Castaneda. Pasemos, pues, a la conversación con la “Chamana de Puerto Viejo”. [AP]

AP | Cristina, creo que podemos coincidir que la obra de Carlos Castaneda, irrumpe en una época turbulenta y llena de enigmas: “Los hippies, Vietnam, Mayo 68…” De inmediato, es recibida con gran entusiasmo y toda aquella juventud sesentera (psicodélica y contracultural) es atrapada por las embrujadas descripciones sobre Juan Matus, viejo chamán indígena, depositario de una antigua tradición mágica de chamanes y guerreros toltecas… y su acoplamiento con un antropólogo sudamericano (¿Peruano?, ¿Brasileño?), arraigado en los Estados Unidos… ¿Vos que sos una especialista del tema como analizás esto?

CZ | Alfonso, como bien decís, la época de los sesenta marca una ruptura cultural en la humanidad: caen mitos, estructuras anquilosadas y la ciega obediencia al orden social establecido. Por eso, no es de extrañar que los libros de Carlos Castaneda, representaran para esos jóvenes rebeldes, una alternativa fascinante para sus múltiples conflictos existenciales. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, la sabiduría de los antiguos toltecas, no logró traspasar, los límites del atractivo, que representó la ingesta de plantas alucinógenas, como vehículo hacia un mundo mágico. De esta manera, se pervirtió, el verdadero objetivo de las plantas sagradas, de explorar las inmensas posibilidades de nuestra propia conciencia, aprisionada en los estrechos límites, de una única interpretación de la realidad.
Sin embargo, aunque esa juventud rebelde de los sesentas, terminó en gran parte, acomodándose, pasando de hippies a juppies, lo que importa es el hecho de que Castaneda, abrió el camino hacia una concepción diferente sobre la realidad y sobre el destino de los seres humanos. Apoyándose en la tradición tolteca, nos invita, a transformar vidas generalmente aburridas y rutinarias, en una aventura maravillosa, capaz de llevarnos a manejar con sabiduría, el gran potencial energético del cual estamos constituidos.

AP | No pasó mucho tiempo para que la obra de Castaneda, que está construida y edificada de un modo literario, contundente y preciso, fuese cuestionada por otros antropólogos y científicos, lo mismo que “autoridades” del chamanismo global. Entre otras cosas se argumenta que Juan Matus, no existió, que es un “ensamble” de varios chamanes que Castaneda conoció y que con su amplia cultura formó un puzzle muy encantador. Y dejan entrever que en su trama hay mucho de embuste, de una gran mitomanía… ¿Para vos es válido lo que se argumenta?

CZ | ¿Qué otra cosa se podría esperar de aquellas personas a quienes Castaneda, de golpe y porrazo, les amenaza el edificio cultural que por décadas han venido construyendo y con el cual se garantizan su posición social, académica y económica? Personalmente, creo que la existencia física de don Juan, no es lo más importante, aunque tuve la oportunidad de conversar con personas absolutamente confiables que dan testimonio de su existencia. Lo extraordinario y portentoso del legado de don Juan es el “sistema cognitivo” que a través de la genial pluma de Castaneda, hemos tenido oportunidad de conocer y experimentar.
Es importante, señalar, que ese mundo mágico y energético, en que se basa el conocimiento que don Juan le trasmite a Carlos, está en plena concordancia con la nueva física, al comprobarse, en el laboratorio, que la materia (corpúsculo) se puede transformar en energía (onda) y viceversa, de acuerdo a la intencionalidad del observador. Esto es precisamente el punto de partida de la tradición de los antiguos toltecas.

AP | Llama la atención que el universo literario de Castaneda, esté construido, como unas novelas de ficción muy bien logradas. Sus argumentos son novedosos, llenos de misterio, con un lenguaje plagado de embrujo, descripciones asombrosas… A veces nos parece que don Juan es una especie de Sócrates, y que todo lo demás está dotado de un manto mágico… ¿Literatura hechizante? ¿Brujería literaria?

CZ | La comparación de don Juan con Sócrates, no es para nada gratuita. Más que por los temas que abordan, es la novedad del estilo y el método nada convencional, que utilizan para “revolcar” la conciencia de los mortales con el propósito, de profundizar en el autoconocimiento, e ir dando a luz, retazos de la Verdad.
Considero, que el éxito del mensaje de Castaneda, se debe en gran parte, a la novedad de esa literatura hechizante, con la cual logró llevar al gran público, una enseñanza novedosa, profunda y desconcertante.
 Como bien sabemos, la brujería, era un tema proscrito, no solo en los círculos intelectuales –salvo algunas excepciones–, sino incluso, en la gran masa popular. La Inquisición había hecho muy bien su trabajo, condenando a la hoguera, no solo material, sino también en el ámbito mental, todo aquello que no se ajustara a los preceptos de una iglesia rígida, intransigente y poderosa.
Viene luego la ciencia clásica, que a pesar de que sus orígenes se remontan a los conocimientos de los antiguos alquimistas, los científicos de entonces, actúan como los nuevos ricos, desconociendo su origen pobre y oscuro y satanizando de ignorancia y superstición, todo aquello que no tenga una explicación lógica y racional.
Sin embargo, como ya indicamos, los años sesentas, marcan un antes y un después, en la historia reciente. Ya no sólo jóvenes, sino incluso científicos de avanzada y artistas reconocidos, empiezan a experimentar con plantas alucinógenas, que les revelan que hay mucho más que la realidad conocida. En ese nuevo caldo de cultivo, irrumpe nuestro Castaneda, con esas historias asombrosas, –como vos las llamás–, cuyo verdadero propósito, es hacernos caer en la cuenta, de lo alienados –mental y culturalmente–, que hemos vivido, e invitarnos a explorar otras realidades  y finalmente a seguir el camino del guerrero, que como él asegura, nos llevará a la libertad total.

AP | ¿Cuál fue el camino que recorriste, para iniciarte en los senderos y laberintos de los Seres de Conocimiento –como se les llama a los chamanes, en la saga de Carlos Castaneda–?

CZ | Desde muy joven, ese resquicio del conocimiento silencioso, que hay en cada uno de nosotros, combinado con mi temperamento un poco aventurero, me llevó a experimentar algunas prácticas novedosas. Empecé, con el Yoga, en tiempos en que en Costa Rica, no se tenía la menor idea de lo que era eso. Fui a México, en busca de gurús, donde encontré no sólo un Maestro Indú, sino un grupo que me acogió con simpatía. Por supuesto, me hice vegetariana, meditaba todos los días, practicaba los ejercicios, le rendía pleitesía al gurú, participaba de las ceremonias, vestida con “sari” y pulseras orientales; en fin…, una discípula devota y aplicada. Sin embargo, había algo que no me cuadraba…
En Brasil, donde cursé, una Maestría (1972-1973), tuve la oportunidad de leer los primeros libros de Carlos Castaneda, que inmediatamente, me hicieron clic. Descubrí, que en el Continente al cual pertenezco, había un Conocimiento, equiparable a las mejores tradiciones orientales. Un Conocimiento, adaptado a nuestras costumbres y estilo de vida. En el sistema que don Juan le había trasmitido a Carlos, no era necesario, pertenecer a una secta, ni venerar a ningún maestro, ni participar en exóticas ceremonias de iniciación. Para tener derecho a conocer y seguir esas enseñanzas, lo único necesario era ABRIRSE AL CONOCIMIENTO. Comprendí, que al igual, que cualquier latinoamericano –y todas las personas de cualquier nacionalidad–, yo también era heredera de esas enseñanzas. Empecé, a modificar muchas de mis costumbres, que constituían un verdadero desperdicio energético.

AP | Algunos amigos recuerdan que Carlos Castaneda vino a Costa Rica en los setentas y vos lo hospedaste en tu casa y desde ese momento te convertiste en seguidora de sus propuestas. Háblanos de tu relación con el creador de “Viaje a Ixtlán”.

CZ | Carlos Castaneda, me había atrapado con sus propuestas; no obstante, mi camino fue siempre solitario. Me limitaba a leer y maravillarme con esas novedosas enseñanzas, sin embargo, con frecuencia, tenía la oportunidad de compartir esas lecturas con algunos amigos. Fue en esa época, justamente, que con un pequeño grupo, estudiábamos en mi casa “Viaje a Ixtlán”, cuando a través de un amigo común, Byron De Ford (+), quien había sido compañero de apartamento de Carlos, cuando ambos estudiaban en la UCLA, que Castaneda, se enteró de nuestra existencia e interés por sus enseñanzas. Quizá, por “Indicación del Espíritu” –como él solía decir–, decidió conocernos, y sin previo aviso, un día de tantos, se apareció en Costa Rica.
 No tuve entonces, la dicha de hospedarlo en mi casa, pero sí, la oportunidad, de sostener, conversaciones intensas y apasionantes con él. Sin embargo, sospecho, que fue más el contacto energético con ese “brujazo”, lo que me impulsó, a sumergirme, de lleno en sus enseñanzas.
Comencé, por acechar, los resquicios, por donde se me escapaba la energía. Por supuesto, la defensa de mi ego se llevaba la palma. Cuando, decidí ser más condescendiente con las opiniones de los demás, a reírme de mis estupideces, a no tener tanto miedo de hacer el ridículo, noté de inmediato, un cambio, que de cierta manera, contribuía a hacerme sentir más auténtica, más libre y liviana. Confirmé, entonces, que ese era uno de los eslabones que Carlos, señalaba, para lograr la libertad total.
 Poco a poco (hasta la fecha), fui abriendo mi mente y todo mi ser a esas enseñanzas y –además–, sin dar cátedra, ni nada por el estilo, me atreví a compartirlas con los demás, tratando de animar a los miembros de mi familia y mis amigos, a seguir ese camino con corazón, que lejos de imponernos, sacrificios absurdos, ritos y veneraciones, a una lejana deidad, nos ayuda a descubrir con alegría y confianza que la “divinidad”, está en cada uno de nosotros.

AP | Eres su discípula y amplia conocedora; has estudiado sus preceptos y has continuado con su legado, cómo llegaste a escribir tu libro (muy apreciado en círculos herméticos y ocultistas) y no conocido del todo en otros círculos y ámbitos del Conocimiento, De Einstein a Castaneda. ¿Podrías hacer una síntesis?


CZ | En la Introducción De Einstein a Castaneda, expongo, que después de tres décadas, de haber dejado el mundo académico, para refugiarme en el mágico Puerto Viejo y perecear a mis anchas, en mi entrañable hamaca, decidí, participar en un Doctorado sobre Educación. Esta decisión, tuvo que ver con mi experiencia como educadora, ya que la propuesta del Doctorado, transitaba, en el sentido de buscar alternativas a partir de los nuevos paradigmas científicos, en contraposición, con una educación anquilosada, ineficiente y divorciada de la realidad, que siempre había criticado.
Entonces, no imaginaba, que esa decisión, me iba a llevar a comprobar, que el nagualismo, conocido también como magia o brujería, coincidía en mucho con esos nuevos paradigmas científicos, que comenzaba a estudiar. Me sorprendí, al verificar, que los físicos cuánticos habían “descubierto” lo que hacía milenios los antiguos toltecas conocían: que todo en el universo, es energía y consecuentemente todo está interrelacionado, incluyéndonos a los humanos.  Entonces, decidí, que el eje de mi tesis de graduación, que además, en este novedoso Doctorado se le llamaba “la chifladura”, sería, establecer, un paralelismo, entre esos evolucionados científicos y la (hasta ese momento menospreciada) sabiduría, de mis admirados chamanes.

AP | En el volumen De Einstein a Castaneda se hace referencia constante de los destellos, ¿podrías explicarnos de qué trata esto?

CZ | El principio del nagualismo, que coincide con las ciencias contemporáneas, (como acabo de señalar) y con todas las tradiciones espirituales, es que somos seres energéticos, seres de luz, por lo cual estamos llamados a brillar.
El conflicto es que fuerzas extrañas, del más allá y del más acá, nos han convencido e implantado valores, que a manera de cáscaras oscuras, opacan nuestra fuente de luz. Sin embargo, a través de una vida impecable, que es la intención de la tradición chamánica, tenemos el potencial, para recuperar nuestra naturaleza luminosa. Los destellos, que mencionás, son algo como las señales de ese proceso. Por esa razón, sustituí, el tradicional título de capítulos, por destellos, ya que también en el libro, son pasos del camino.

AP | Vayamos a La trenza de Teresa; es una novela bastante lineal y tradicional, que se desarrolla en Puerto Viejo de Limón, y sus ámbitos exuberantes y misteriosos. Da la impresión, que en ella se difunde y se despliega de un modo homogéneo las enseñanzas de Carlos Castaneda y el brujo Juan Matus. No es literatura naive; más bien se puede percibir que dentro de sus venas y conductos hay “una realidad paralela”.

CZ | Sí, al menos eso traté. Algunos comentarios que recibí sobre el libro De Einstein a Castaneda, iban en la dirección de que ya que en su mayoría, las nuevas generaciones, desconocen, el valiosísimo legado de los toltecas, sería oportuno, que me atreviera, a resumir de manera simple y digerible, algunos de los principios de esa enseñanza. Así nació la idea de una novela (la única que he escrito).
La mayoría de los protagonistas son muchachas y muchachos, lo que presumo, puede ayudar a entusiasmar, a los también jóvenes lectores, ya que son ellos, quienes tienen mayores posibilidades de esfumarse, de una sociedad , que nos esclaviza, a través de la fama, las modas y el consumismo.
La intención del libro, va en el sentido, de que tomen conciencia, de que no vale la pena desperdiciar su preciosa energía, en acciones y sueños que no los llevan a ninguna parte, teniendo la posibilidad, de seguir por un camino más simple, más auténtico, solidario y libre,
Lo de la trenza, tiene evidentemente que ver con aquello, de que todo en el mundo está interrelacionado. Interiorizar y apropiarnos de esta condición planetaria, nos lleva a identificarnos con nuestros semejantes y con toda la naturaleza, en vez de esa morbosa tendencia a la competitividad, que no es otra cosa, que una manera de exacerbar la importancia personal.

AP | Vayamos a la premisa de Carlos Castaneda: “todo lo que nos sucede, bueno o malo depende del nivel de nuestra energía”. ¿Podrías hacer un análisis?

CZ | Esto es sin duda, el meollo de esta enseñanza. Como ya había dicho, tanto el nagualismo, como la ciencia moderna, coinciden, en que la energía, es la fuerza primigenia, que generó el big-bang y por lo tanto, todo cuanto existe es energía, la cual dependiendo de su vibración y frecuencia, tiene diferentes manifestaciones.
 La energía de la que hablo en este texto, es imposible de describir, pues, por su alta vibración, no se puede medir, ni pesar, ni analizar, en un laboratorio. Pero en cambio, sí se puede experimentar; es algo así, como el combustible vital, que no solo nos permite pensar, hablar, sentir, expresarnos. Más aún, es lo que hace posible que SEAMOS. Por eso, Castaneda, insiste en que es el nivel de energía –que podemos incrementar, o disminuir, de acuerdo a nuestro comportamiento y valores–, de lo que depende, una buena o mala vida.
El guerrero impecable, según don Juan, es aquella persona (hombre o mujer), que ha aprendido a no desperdiciar su energía. La enseñanza, que nos trasmite, consiste básicamente en disminuir la importancia personal, controlar el diálogo interno, por lo cual, hace un símil conparar el mundo” y evitar las emociones desgastantes.

AP | En el libro De Einstein a Castaneda, vos ponés en práctica una licencia poética “Los metálogos”, que son diálogos imaginarios entre vos y CC, no obstante, ya habías sostenido diálogos “en tiempo real con él”, ¿lograste tu objetivo?

CZ | En los metálogos, (Tercer Destello, en el libro), trato de reproducir algunos de los diálogos que tuve la suerte de tener con Carlos, en “tiempo real”, como vos decís. Sin embargo, por los años transcurridos, no tenía la posibilidad de citarlos textualmente, así que adapté la esencia de los mismos, en esa licencia poética.
 Respecto a si logré, o no, el objetivo, ha sido la fidelidad, a la enseñanza, en la práctica diaria, además de las conversaciones maravillosas, y la lectura y relectura, completa de su obra y otros libros de personas y amigos que compartieron con Carlos, lo que me ayuda a reforzar y tener siempre presente, el uso o abuso, que hago de mi propia energía.
Como en esta enseñanza, nos movemos, en una realidad paralela, donde el conocimiento, no es mediatizado por la razón, yo estoy segura, que su energía, sigue nutriendo mis sueños y luchas y el propósito inflexible de lograr la impecabilidad del guerrero.

AP | Vos declarás, que vivís al “ritmo de la hamaca”; siempre lo exteriorizás y está escrito. Me imagino, que en tu hamaca, en Cocles, de Puerto Viejo, acompañada del rumor del mar, tenés unos viajes por el inconsciente sorprendentes, me imagino que en ese ámbito sui–generis, –que tengo la dicha de conocer–, se fraguan tus Utopías, ¿podemos conocer en que trabajás en la actualidad?

CZ | La hamaca, es el mejor sitio, –que conozco–, para recrear y endulzar, permanentemente, los buenos momentos, así como también darle vuelo a la imaginación, construyendo proyectos y diseñando estrategias, que ayuden a lograr nuestros propósitos. Mi actual intento, está dirigido, a tratar de salvar, con la participación de gente valiente, los pueblos del Caribe Sur Talamanqueño, condenados –absurdamente–, a desaparecer.
 Por disposiciones legales,  que prohíben, construcciones en la zona marítimo- terrestre, precisamente, donde se fundaron estos pueblos en el pasado, la Contraloría General de la República ha girado órdenes, a la Municipalidad de Talamanca, para que proceda, a ejecutar desahucios y demoliciones.
Irónicamente, fueron los abuelos de los actuales pobladores, quienes con sus propias manos, convirtieron en tierra firme, viejos pantanos, donde construyeron, sus viviendas.
Sumado, a esta amenaza, existen intereses económicos, que pretenden convertir la zona, en un destino turístico de gran escala, en lugar del acogedor y cálido turismo familiar, que constituye, parte del encanto de estos pueblitos y que garantiza, la preservación. de una cultura, con hondas raíces afrocaribeñas.
No hay duda, de que la tarea que nos corresponde, es extraordinaria. Sin embargo, en eso estamos con mucha energía y confianza, ya que se trata de un segmento de tierra, donde la belleza, la magia y el “bien común”, han hecho maravillas, para deleite y gozo, de quienes tenemos el privilegio de ser sus huéspedes.

AP | Algunos de tus congéneres te llaman –con respeto y admiración– “La chamana”, ¿concuerdas?

CZ | Ja, ja, ja. Ese “huipil”, me queda demasiado grande.


ALFONSO PEÑA (San José, Costa Rica). Narrador, editor y ensayista. En la actualidad, junto a la artista Amirah Gazel, organizan la muestra surrealista Las llaves del deseo (Octubre, 2015), primera en Centroamérica. Dirige la revista Matérika (www.arteandromeda.com). Contacto: manija05@yahoo.es. Página ilustrada con obras de J. Karl Bogartte (Estados Unidos), artista invitado de esta edición de ARC.
  

Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 11 | Junho de 2015
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