Desde sus comienzos André Breton le imprimió al Surrealismo una dirección
específica encaminada a superar los antagonismos que rompen la unidad del ser
humano. Era obvio que para este poeta, como para quienes lo siguieron en
distintas etapas de su aventura, el materialismo aunque fuese el dialéctico, no
llenaba todas sus aspiraciones. La intrincada madeja que fue tejiéndose de
aceptaciones y rechazos alrededor de ese tema, lo condujo necesariamente a
otros caminos. Si leemos los primeros textos de Breton, observaremos que a
partir de fecha temprana, el poeta dirigió su pensamiento hacia dos corrientes
coincidentes en muchos puntos: la hermética y la utópica. Esta última cobró
forma definitiva durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que la primera ya
se encontraba latente en su poesía y obra crítica. Las relaciones entre la
tradición hermética y el Surrealismo fueron acrecentándose pues, a medida que
este movimiento se encauzó dentro de la única vía que propiciaba la realización
de su poesía: la que el romanticismo había abierto en el siglo XIX.
El romanticismo brindó a los surrealistas todos
los ingredientes necesarios para continuar explorando el espacio de la
imaginación. Las tendencias sociales del romanticismo utópico francés, las
mágicas del alemán y en menor medida del inglés, con Novalis y William Blake a
la cabeza, más el idealismo de Hegel unido al hermetismo vía Jacobo Boheme,
contribuyeron a fortalecer la noción surrealista de la realidad. A esto habría
que añadirle la influencia de las teorías psicoanalíticas representadas por
Freud, y el interés por la etnología que tanto en Alemania como en Francia,
cobrara ímpetu a partir del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX. De
esa manera podemos completar el cuadro donde la “transformación del mundo y el
cambio de la vida” pudieran ser posibles. El campo de lo posible se abrió para
los surrealistas en direcciones inesperadas, direcciones que los habrían de
embarcar en la apasionante conquista de lo que Breton llamó “el oro del
tiempo”.
Una de esas direcciones, y sin duda la más
luminosa, fue la que les proporcionó el hermetismo. Ante todo quiero dejar
constancia que me inclino a privilegiar el término “hermetismo” en vez de otros
usuales como “esoterismo” y “ocultismo”, porque el primero alude a la ciencia
de Hermes, raíz y base de las corrientes llamadas ocultas y esotéricas. La
noción del “punto supremo” que Breton situó en el centro de su pensamiento,
establece en primer lugar un “campo magnético” de atracciones (que Fourier
llamó apasionadas) y en segundo lugar unos “vasos comunicantes” que hacen
posibles esas atracciones. Como verán me estoy refiriendo a dos títulos de
obras seminales de Breton. El primero que le abrió las puertas al automatismo,
y el segundo que intentó conciliar ciertos aspectos del materialismo histórico
con otros del psicoanálisis. El mundo de los sueños y el mundo real se
confabulan en esa obra. Tanto los sueños como la realidad entendida como la
depositaria de una surrealidad en potencia, comprometieron a los surrealistas
en la búsqueda del “Vellocino de Oro”, de acuerdo con la peti-ción de Breton.
Búsqueda que posee una faceta hermética y otra utópica.
De ahí entonces que en su ensayo “Ante el Telón”
(1) que sirve como introducción a la exposición surrealista de 1947, cuyo tema
fue el de la iniciación, Breton pusiera en una misma secuencia las “líneas que
unen el pensamiento poético y de anticipación social como Nerval, Hugo o
Fourier con la persistente vitalidad de una concepción esotérica del mundo:
Martines (de Pasqually), Saint Martin, Fabre D’Olivet y el Abate Constant” (1).
Partiendo de ese principio Breton añade: “Resulta así que los grandes
movimientos emocionales que aún nos sacuden, la construcción sensible que nos
rige, proceden, quiérase o no, de una tradición totalmente distinta de la que se
enseña: sobre esa tradición se ha guardado el más indigno, y el más vengativo
de los silencios”. Esas palabras suyas lo situaron en el proceso de
“ocultación” que había pedido para el Surrealismo desde la época del Segundo
Manifiesto.
¿Qué impulsó a Breton a situarse afuera? En los
momentos en que el existencialismo sartriano irrumpía en el pensamiento del
siglo XX, mientras que el marxismo parecía afincarse tras el triunfo de la
Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial, Breton escoge la vía del
hermetismo. En el centro de la cuestión se encuentra la necesidad, según él, de
la elaboración de un nuevo mito. Bajo esa necesidad pudo responder a una
entrevista que le hicieran, que “es obligatorio reconocer que el esoterismo se
burla del materialismo histórico erigido como sistema de conocimiento. A partir
del momento en que nos situamos frente al enigma de los mitos, debe reconocerse
que el que gana la partida es el esoterismo” (3) El mito aunque suponga una
evasión hacia el pasado, se convierte dentro del surrealismo, en la búsqueda
del Vellocino a que habíamos aludido antes. Lo que le confiere su actualidad es
su contenido latente que para Breton constituía la esencia de su poder de
imantación. El mito posee por lo demás una poesía alimentada por un saber
tradicional que el Surrealismo adopta al insertarlo dentro de su concepción de
lo maravilloso. El Mito reemplaza la razón por la magia cuyo causalismo obedece
a otro orden. El poeta de “Nadja” fue el autor de un libro sobre el Arte Mágico
donde se apoya en Novalis para expresar que para este poeta “la magia aún
despojada de su aparato ritual, conservaría en nuestra vida cotidiana toda su
eficacia” (5). Con anterioridad el pintor surrealista y especialista en las
ciencias herméticas Kurt Seligman, había publicado un libro “Miroir de La
Magie” cuya influencia fue decisiva para Breton. Es por ello que desde su
aproximación a la obra de Freud, la correspondencia entre los mitos y los
sueños, llevó a los surrealistas a enfrentarse con el dogma del materialismo
dialéctico, aunque vieran en el mismo un instrumento de lucha social efectivo.
Pero la red oculta que en definitiva une la poesía al mito y a una posible
acción social, es la magia. De ahí a aceptar las utopías, sobre todo la de
Fourier, saludado por Breton en su famosa Oda, sólo había que dar un paso.
Omitir este aspecto radical del Surrealismo,
como lo expresó Michael Carrouges sería desfigurarlo. Basta con recorrer los
escritos de Breton, para que salten a la vista los nombres de alquimistas y
autores herméticos como Nicolas Flamel, Abraham el Judío, Paracelso, Raimundo
Lulio, Lotus de Paini, el Maestro Eckhardt, Eliphas Levi, La Cabala, el Tarot,
y Hermes Trimegisto entre tantos. Dentro de ese amplio espacio, la magia ocupa
un sitio preponderante. No solamente porque se encuentra relacionada con el
mundo primitivo, al cual los surrealistas le rindieron culto, sino porque
constituye la esencia misma de una interpretación analógica del mundo. Para
Breton la analogía es la piedra angular donde descansa su visión poética. En su
ensayo “Signo Ascendente” (4) el poeta enfatizó que “nunca había experimentado
el placer intelectual, sino en el plano analógico… la única evidencia del mundo
es la regida por la relación espontánea, extra-lúcida que en determinadas
condiciones, se establece entre tal cosa y tal otra que el sentido común se
abstendría de confrontar”. La analogía se encuentra incubada dentro de una
antiquísima tradición hermética. Esa tradición por ejemplo, es recogida por
Swedenborg en su teoría de las correspondencias, la cual pasa por una parte al
romanticismo alemán sobre todo en Novalis, y por la otra a Fourier, a
Baudelaire y a William Blake. Con respecto a Fourier y enfatizando acerca de la
relación que existe entre los principios de la analogía y la utopía, Michel
Beajour en su post-scriptum a la edición del Arcane VII de Breton (6) nos dice
lo siguiente: “sabemos que lo que une a los poetas en su predilección por la
“armonía”, es la atracción sobre la cual se funda el socialismo de Fourier… la
importancia que para él posee la alta magia en toda la poesía auténtica, se
encuentra basada en la analogía”. En la misma se encuentran presentes las
sentencias de la Tabla de Esmeralda que nos dicen que el todo está en el todo,
idea que fue central en Nicolás de Cusa y en los cabalistas neo-platónicos del
Renacimiento. Los surrealistas buscaron en las consonancias analógicas ese
pasaje de una cosa a la otra (que a mediados de la década de los cincuenta
llevaron a cabo en su juego “Lo Uno en el Otro”), que les permitía las
incesantes transmutaciones que constituye su modus operandi. La etimología de
la palabra “analogía” indica que el prefijo “ana” significa “hacia lo alto”
impulso que se encuentra en la base de la aspiración bretoniana de trazar un
“signo ascendente” para alcanzar el “punto supremo”.
LOS GRANDES TRANSPARENTES | A manera de ilustración acerca de los Mitos,
vale la pena mencionar uno en especial que Breton desarrolló en sus
‘Prolegómenos a su Segundo Manifiesto: el de los “Grandes Transparentes”. En el
año 1942 aparece como conclusión a su segundo manifiesto la interrogante acerca
de la existencia de unos seres que podrían en duda el antropocentrismo inserto
en la conciencia occidental. Ese camino hacia una nueva Gnosis, fue
desarrollado por él en otro ensayo titulado “El Surrealismo en sus Obras Vivas”
donde inspirado en las doctrinas gnósticas, nos habla del conocimiento de una
realidad suprasensible “invisiblemente visible en el seno del eterno misterio”.
Ese mismo año además se abrió en New York, una importante exposición del
Surrealismo titulada “First Papers of Surrealism”, cuyo tema central era “La
Supervivencia de Ciertos Mitos y de Algunos Otros Mitos en Crecimiento o en
Formación”. En la muestra aparecen la “Edad de Oro”, la “Búsqueda del Graal”,
“El Andrógino”, “La Piedra Filosofal” y el de los “Grandes Transparentes”. O
sea algunos en crecimiento y otros en formación, como este último que Breton
introduce en sus “Prolegómenos”. Citemos lo que nos dice Breton acerca de él:
“Podemos llegar a pensar que por encima del hombre, en la escala animal,
existen unos seres cuyo comportamiento le parecen al hombre tan ajenos al suyo
pueden serlo al de la efímera o al de la ballena”. Breton acude a Novalis para
quien “en realidad vivimos en un animal del que somos parásitos; la
constitución de este animal determina la nuestra, y viceversa”. William James
quien se hizo la siguiente pregunta: ¿Quién sabe si en la naturaleza no
ocupamos un lugar tan insignificante, con respecto a unos seres cuya existencia
ni siquiera sospechamos? También le sirvió de punto de apoyo. Por otra parte en
la Pistis Sophia de Valentín el gnóstico del siglo II, que seguramente Breton
conocía, se hace mención de los “24 Grandes Invisibles”. De esa manera el poeta
concluye diciendo “¿Un nuevo mito? ¿Es preciso convencer a estos seres de que
son el resultado de un espejismo o bien de darles ocasión de manifestarse?”
El tema propició dentro de los surrealistas,
sobre todo en los pintores, un interés inmediato: desde Matta hasta Jacques
Herold la posible manifestación de esos seres, promovió la renovación de viejas
creencias que iban desde el Kha egipcio hasta la angiología de Swedenborg,
pasando por la cristiana. Uno de los aspectos importantes de este mito radica
en la atracción que lo “transparente” o cristalino ejerciera sobre Breton, en
oposición a la opacidad que siempre rechazó. De acuerdo con Juan Eduardo Cirlot
en su “Diccionario de Símbolos” (8) “El estado de transparencia se define como
una de las más efectivas y bellas conjunciones de contrarios: la materia
“existe” pero es como si no existiera, pues se puede ver a su través”. Esa
transparencia o estado cristalino exaltó a los místicos y a los filósofos
herméticos, al igual que a Breton.
EL TAROT | El Tarot constituye uno de los lenguajes “mudos”
que las corrientes herméticas adoptaron. Hacia finales de los 40 y principios
del 41, muchos surrealistas entre éstos Breton, se refugiaron en Marsella con
la esperanza de conseguir visa para salir del país. Mientras tanto y fieles a
sus costumbres lúdicas, crearon el llamado Tarot de Marsella, como
una especie de reflejo del Tarot que lleva ese mismo nombre. Los surrealistas
no estaban interesados en ese momento, en revivir los arcanos que el antiguo
juego de cartas proponía, sino más bien adaptarlos a una investigación que
respondiese a las inquietudes políticas y sociales que en ese momento los
afectaba. Eso no impidió que las láminas que salieran de las manos de los
pintores como Brauner, Max Ernst, Herold, Domínguez, Lam, Masson y Breton no
representasen algunos elementos relacionados con el hermetismo. Precisamente
durante ese mismo tiempo, Breton escribió dos de sus poemas más cercanos a esa
tendencia: “Fata Morgana” y “Pleno Margen”. Fue dentro de esa atmósfera cargada
de expectativas, que aparecieron temas y nombres que respondían al Amor que
tenía como emblema la llama, El Sueño con su correspondiente emblema La
Estrella Negra, la Revolución y su emblema la Rueda y el Conocimiento
representado por la Cerradura. A cada uno de esos cuatro temas se le asignaba
un personaje histórico o literario:
La Llama = Baudelaire, La Religiosa Portuguesa, Novalis.
La Estrella = Lautréamont, Alicia, Freud
La Rueda = Sade, Lamiel, Pancho Villa
La Cerradura = Hegel, Helen Smith, Paracelso
La Estrella = Lautréamont, Alicia, Freud
La Rueda = Sade, Lamiel, Pancho Villa
La Cerradura = Hegel, Helen Smith, Paracelso
Mientras que el Comodín le fue a asignado al Ubu
de Jarry.
Dentro de un ámbito lúdico los surrealistas
continuaron “barajando” los nombres y las ideas que le parecían centrales. Y es
así cómo aparecen las figuras de Pancho Villa junto a las de Hegel, Novalis,
Paracelso o la famosa médium Helen Smith.
Pero fue su obra más hermética y quizás la más
hermosa “Arcane 17”, la que utilizó el sentido oculto de las láminas del Tarot
además de numerosas alusiones a símbolos alquímicos. Frente a la naturaleza
agreste de las colonias de pájaros de la Rocher Percé en el Canada, y junto a
su compañera reciente Elisa, Breton escribe un canto a la esperanza. Ese canto
estaba inspirado en el mensaje secreto del Arcano 17 del Tarot que
representa el espíritu creador. En ese arcano podemos ver a una joven
arrodillada vertiendo agua de dos cántaros, uno de oro (la esencia activa) y el
otro de plata (la esencia pasiva). La primera vivificando el arroyo donde fluye
el agua heraclitiana principio del devenir constante, y la segunda impregnando
la tierra para asegurar su fecundidad. Siete son las estrellas que rodean a la
estrella mayor o a la Diosa Isthar, que siendo la diosa de la tarde y de la
mañana, nos trasmite las influencias espirituales. El siete es como se sabe, un
número mágico dentro de todas las tradiciones religiosas. La gran estrella fue,
por otra parte, identificada con Sirius estrella de la primera magnitud
asociada con el fuego, que para los filósofos herméticos es el cuarto elemento
el cual de acuerdo con el alquimista Thomas Vaughan, es “la sustancia más alta
en la escala de la naturaleza”. Sobre un pequeño arbusto se encuentra posada un
ave negra, símbolo de las partes volátiles del proceso de la Gran Obra de los
alquimistas. La negritud del ave pertenece al proceso alquímico llamado
“putrefactio”, al cual le suceden los colores del arcoiris de la resurrección o
la albedo que es la fase final de la Obra. Los cuatros elementos están por lo
tanto representados en esta lámina: El Fuego, el Aire, la Tierra y el Agua,
asegurando de ese modo un pacto entre el hombre y la naturaleza. La influencia
de la mujer en esta lámina, se traduce en el canto apasionado que hace Breton
acerca de la salvación por la mujer como mediadora. Recordemos de paso que tanto
La Alquimia como La Sabiduría pertenecen al género femenino.
LA ALQUIMIA | De todas las corrientes herméticas la que
penetró más a fondo en la conciencia surrealista fue la Alquimia. Es fácil
comprender por qué. A partir de la “alquimia del verbo” que Rimbaud enunciara,
se operó dentro del lenguaje tanto verbal como visual, una transformación
radical, cuyas consecuencias para la poesía fueron avistadas por los
surrealistas. El simbolismo alquímico apoyándose en los mitos y en los
misterios de la naturaleza, expone una concepción de los mundos imaginables que
surgen a medida que el proceso de la Obra va cobrando cuerpo. En cuanto a la
poesía escrita, el arte combinatoria que suponía actuar sobre la materia
verbal, creó una hermenéutica paralela al sistema epistemológico
practicado por el Occidente. Por su parte Michel Carrouges señaló que los
escritos de los alquimistas poseían un aliento netamente pre-surrealista. La
iconografía de los alquimistas como veremos, fue vista por Rene Alleau como una
prefiguración de la pintura surrealista. Para Breton, de acuerdo con J. Van
Lennep en su libro “Art et Alchimie” (10) la alquimia no era un juego erudito
sino que representaba su interés crucial por una gnosis que contiene en
fermento el espíritu del surrealismo.
La poesía entendida a la manera de los
surrealistas como espejo de lo maravilloso, es pues un sustento principal de la
relación entre los surrealistas y hermetismo alquímico. A partir de esa nueva
noción de la realidad todo cambió, llevando a los surrealistas a buscar en
otras fuentes, lo que el racionalismo no podía ofrecerles. Esas fuentes estaban
alimentadas por las corrientes herméticas, las visiones de los lunáticos y los
naives, y en la magia del arte y los mitos de los llamados primitivos. Con
respecto a la alquimia, Breton pidió en su Segundo Manifiesto (9) que “se
observen las notables analogías que, en cuanto a finalidad, presentan las
investigaciones surrealistas con las investigaciones de los alquimistas; la
piedra filosofal no es más que aquello que ha de permitir que la imaginación
del hombre se vengue aplastantemente de todo”. El fervor particular que Breton
demostraba por las relaciones que existen entre las transmutaciones alquímicas
y las poéticas, lo impulsó a buscar en el hermetismo una fuente de vivas
emociones. La poesía de los surrealistas, como la de Benjamín Péret (uno de sus
libros lleva el título de “Fuego Central” que de acuerdo con los alquimistas es
el azufre de la materia), es un buen ejemplo de un vocabulario asociacionista
que surge de esas transmutaciones. Los cadáveres exquisitos y los collages,
reinventan analógicamente la realidad, partiendo de una combinatoria de
imágenes que la razón sitúa en polos opuestos. Esa idea se encuentra en el
centro mismo de lo maravilloso que representa la piedra filosofal capaz de
transformar la vida y el mundo. Pasemos ahora dos de los tantos temas
herméticos centrales en el surrealismo: el Lenguaje de los Pájaros y
el mito del Andrógino Primordial.
EL LENGUAJE DE LOS PAJAROS | Los pájaros se encuentran íntimamente ligados a
la tradición hermética, religiosa y mitológica. Zeus encarnó al águila y al
cisne, Horus tenía la cabeza de un alcón y Thoth la del Ibis. El Espíritu Santo
descendió en forma de Paloma durante Pentecostés para darle a los apóstoles el
don de lenguas, siendo representado así en la iconografía cristiana. Tirersias
después de haber sido cegado por la diosa Atenas, le fue otorgado por la misma
Diosa la comprensión del lenguaje de los pájaros, además de haber sido
convertido durante siete años en un Andrógino. De acuerdo con el Zohar, el
paraíso terrestre fue llamado “nido de pájaros”. En el Koran se habla de los
chortilejos como los depositarios de los Misterios de Salomón. En el Levítico
aparece esa misma ave al lado de otras como el águila, el cuervo, el cisne, y
el pelícano aves poseedoras de un simbolismo alquímico. El chortilejo es
privilegiado porque posee la facultad de esconder su nido –es decir el secreto exitosamente.
Algunos autores afirman que fue Salomón quien inventó el Lenguaje de los
Pájaros. Por su parte Breton sitúa su “Arcane 17” dentro de un paisaje poblado
de aves, sobre todo marinas, profundizando aún más su sentido hermético.
En su estudio sobre Raymond Rousell, André
Breton acude a Fulcanelli autor del “Misterio de las Catedrales” y a Valentin
Andrae autor de “Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreuz”, para interpretar
los recursos lingüísticos que emplea Rousell en su obra. La elección que hizo
Breton no fue casual. En efecto si alguien nos ayuda a penetrar en el complejo
mundo rousseliano son los hermetistas. Llegamos a través de ellos, como nos
dice Breton “al corazón de lo que se llama la lengua de los pájaros,
idioma fonético basado exclusivamente en la asonancia… ” Haciendo un
paréntesis: recordemos que los egipcios consideraron al lenguaje como un eco
sonoro de la energía que suscita en el universo una fuerza cósmica. El sonido
pues era de esencia divina. La escritura que le precedió fue una simple
convención humana. De esa forma según nos dice Guy Beatrice (12) ‘nació la idea
de un lenguaje madre original que no debe encontrarse en la escritura sino en
la sonoridad y la asonancia, en la raíz de las palabras unidas por el aliento
original de significado divino. Es el Lenguaje de los Pájaros querido por los
discípulos de Hermes, que obrara bajo el amparo de la Cabala Fonética”.
Conviene recordar que el uso de esta lengua, prosiguiendo ahora con Breton, obedece
esencialmente a la necesidad cabalística… de enmascarar toda comunicación que
quiere hacerse llegar a ciertos seres privilegiados, confundiendo al resto de
los mortales… “Los recursos poéticos de esta lengua, subraya, son
inapreciables”.
El Surrealismo y el Hermetismo se dan aquí de la
mano para encontrar en un proto lenguaje, la clave que levante los velos que
cubren el “illo tempore” o el “oro del tiempo”. Si para los hermetistas ese
lenguaje es privilegio exclusivo de los iniciados, para los surrealistas es
necesario que una vez encarnado en la poesía, sea objeto de revelación para
todos. La práctica de la escritura automática representó en ese sentido, un
esfuerzo de expresarse en un idioma que según Breton los condujera al camino de
la Gnosis. Pero ¿qué era esa Gnosis para los surrealistas sino una iluminación
poética? La vuelta pues al “lenguaje de los pájaros” o como también se le llama
“el lenguaje verde”, constituyó una meta dentro del ideario surrealista. Esa
vuelta se encontraba viva en el romanticismo alemán imbuido de magia. De ahí
que los surrealistas continuaran dentro de la línea formulada por Friedrich
Schlegel: Poesía=Magia=Cabala+Alquimia. Marc Eigeldinger nos indica en su
ensayo titulado “Poesia y Lenguaje Alquímico en André Breton” (14) que “La
identificación casi permanente en la obra de Breton del acto poético con la
transmutación alquímica se inscribe dentro de la tradición romántica (donde) se
instaura una relación entre la escritura poética y la alquimia en el sentido
que ambos operan hacia el retorno a la materia original bajo la creencia de que
el verbo humano está dotado de un poder mágico”. Es por ello que tanto los
románticos como los surrealistas y Breton en especial, utilizaron la cabala
libremente transformándola en un medio de creación imaginaria. Gershom Scholem
quien ha señalado la relación entre la Alquimia y la Cabala, dijo que sus
grandes libros se abandonaban a las imágenes haciéndolas llegar hasta sus
extremos. No fue otra cosa lo que hicieron los surrealistas.
EL ANDROGINO PRIMORDIAL | En su ensayo “El Surrealismo en sus Obras Vivas”
(15) Breton designa la reconstrucción del mito del Andrógino Primordial del que
todas las tradiciones nos hablan como algo “necesario y deseable”. En la
exposición “First Papers of Surrealism” ese mito ocupó un sitio preponderante.
¿Siguió Breton la línea trazada por Platón en el Banquete, cuando el filósofo
nos dice que la decisión de Zeus de cortar al hombre en dos creando al hombre y
a la mujer, provocó el deseo de su reintegración mediante el amor? En ese mismo
ensayo Breton añade: “Desde ese punto de vista, cabía esperar que el deseo
sexual… resultará en último análisis, el cegador, vertiginoso e
inapreciable más acá sobre cuya ilimitada prolongación los
sueños humanos han construido todos los más allá (16). En el
“Arcane 17” de una manera explícita Breton insiste en lo mismo, hablando de la
pareja como de un “solo bloque de sol”. Tanto en la Cabala como en el Arcane
17, se insiste en que la “gran maldición” disociativa del sistema masculino y
femenino “será levantada”, para que el poder regenerativo del mundo y de la
humanidad vuelva a instaurarse. Sarane Alexandrian en su libro “Les Liberateurs
de L’Amour” (17) sostiene por su parte, que esa reunificación contenía más un
elemento alquímico que platónico. Esto nos conduce directamente a la intuición
del pensamiento hermético, según el cual el hombre tiende a trascender su
unidad perdida en una reconciliación o apokastasis. Reconciliación que se
produce en el ‘Punto Supremo” que Breton había soñado como meta del
Surrealismo.
La tradición hermética vaticina que el arquetipo
del mundo se encuentra en ese ser hermafrodita (de Hermes y Afrodita o hijo de
Mercurio y de Venus) que gravita sobre nuestro destino. En el “Corpus
Hermeticum” Asclepios pregunta “¿Qué dices que Dios posee los dos sexos?
respondiéndole Hermes: “Ciertamente Asclepios y no sólo Dios sino todos los
seres animados y vegetales”. En la India el dios Ardhanarishvara es
un compuesto entre Shiva y su esposo Shakti/Parvat. El león y el buey
simbolizan lo lunar y lo solar. En una obra alquímica del siglo XVI atribuída
a Ulmannus, se dice que el hombre fue creado “de un sol doble, el
sol interno y espiritual que encarna al divino hermafrodita”. En la página
introductora a la Aurora Consurgens, el águila reúne a
los dos opuestos. Las tres piernas del hermafrodita representan los tres
sostenes de la retorta expuesta al fuego”. Hervé Masson en su “Dictionnaire
Initiatique” (18) nos dice al respecto “La naturaleza humana sublimada hasta el
estadio de lo sobre-humano, será un Re-Bis o cosa doble. Es así como el
arquetipo del mundo es concebido, como un solo ser bisexuado… en tanto que
pueda reunir lo que se encuentra esparcido y acerque lo que está separado
establecerá lo que Jung llama la coincidentia oppositorum.” En
definitiva, ¿en qué consiste la poesía surrealista, tanto escrita como visual,
sino en crear el collage que atrae en un mismo plano esa coincidencia?
La bipolaridad sexual se encuentra presente en
los textos hebraicos que nos enseñan que Adam y Eva originalmente unidos entre
sí, fueron separados por Dios a golpe de hacha al igual que Zeus hiciera, según
el mito platónico. El primer Adam fue por lo tanto hermafrodita: hombre
a la derecha y mujer a la izquierda, hecho a la imagen del Adam Kadmon
celeste y andrógino. En uno de los Midrashim citado por Mircea Eliade en su
libro ‘Mephistophole et L’Androgyne (19), se dice lo siguiente: “El Señor
respondió al ser interrogado acerca de cuándo vendrá el Reino: cuando el dos
sea uno, lo de afuera como de adentro, y el macho como la hembra sean ni macho
ni hembra”… Lo mismo encontramos en el Evangelio Gnóstico de Santo Tomás
encontrado en Nag Hammadi, cuando Jesús le responde a sus apóstoles acerca de
su entrada en el Reino: “Cuando hagáis del dos un uno, cuando hagáis que lo de
adentro sea igual al de afuera y lo que está en lo alto igual a lo que se
encuentra en lo bajo y cuando el hombre y la mujer sean uno y los mismo, de
manera que el hombre no sea mujer, ni la mujer hombre, … entonces podrán entrar
en el Reino”. Como verán lo que Breton vislumbró en su Manifiesto como una
conciliación de los contrarios, forma parte de una vieja aspiración esotérica.
Para los alquimistas el Rebis es el matrimonio
místico del sulfuro y el mercurio. En el Rosarium las
figuras del Sol y la Luna coronados como el Rey y la Reina, son representados
por el baño alquímico fusionándose el uno con el otro. El cuervo expresa según
Fulcanelli la cocción del Rebis filosofal. Las nupcias alquímicas poseen por
otra parte una naturaleza incestuosa. Su prototipo es representado por el incesto
entre la hermano/hermana que constituye una alegoría de la unión entre
los opuestos, violando así uno de los tabúes más persistentes de la humanidad.
En las ilustraciones de Georgium Anrach del siglo 17, “Pretiossisimum Domun
Dei” la conjunción de los opuestos, entre hermano y hermana producen la
solución perfecta.
Ante la imposibilidad de hacer una revisión
completa de la vastísima colección de imágenes relacionadas con la alquimia,
vamos a detenernos en tres ellas, y en dos de las obras más emblemáticas de la
pintura Flamenca, que como se sabe estuvo altamente influida por la alquimia.
Muchos de los elementos visuales del Arte Hermético, se encuentran presentes en
estas obras, que constituyen el “mutus liber” o el “lenguaje mudo” con el cual
los alquimistas quisieron esconder sus secretos. En primer lugar los dos
gouaches (ambos de 48x48 cm.) que vamos a presentar a continuación, fueron
descubiertos y comentados por Philippe Audoin a quien le debemos una importante
obra sobre André Breton y un ensayo definitivo sobre el Surrealismo Lúdico. El
primer gouache que Audoin tituló “La Gruta” contiene una escena simbólica
central: un guerrero atravesando con su lanza a un dragón. De acuerdo con Don
Pernety, los filósofos alquimistas muestran la materia de la gran obra como dos
dragones que combaten entre sí. La palabra griega “drako” significa serpiente y
ya conocemos el rol que ésta jugó en el mito que provocó la expulsión de la
primera pareja del Paraíso. La iconografía cristiana presenta a San Jorge y a
San Miguel Arcángel combatiéndolo. Por otra parte el dragón alquímico es el
guardián del tesoro de la Obra, representando al Mercurio que engendra la
piedra filosofal. El dragón alado como el que vemos en esta imagen simboliza
pues al mercurio volátil. La gruta nos enseña según Audoin, que el dragón se
encuentra en “las entrañas de la tierra”. En los pilares laterales vemos unas
figuras (el sol y la luna o el principio activo y pasivo) bajo signos
zodiacales. Debajo y a cada lado dos toros cuyo significado en la alquimia se
encuentra relacionado con la materia de la Gran Obra. La fuente (cuyo
simbolismo es amplio, pero que significa en especial el centro de donde emana
la vida o la “fons vitae” de los alquimistas), produce un fino chorro de agua.
A la izquierda y a la derecha un cuervo (la materia en proceso de nigredo) y un
águila (consagrada en Júpiter y simbolizando el Mercurio de los filósofos) la
alimentan. En el ápice de la bóveda del triángulo, dentro de un cuadrado y éste
en un círculo, pende el Vellocino de Oro. A cada lado un hermita cuyo lema es
“Ora” y un maestro masón, cuyo lema es “Labora”. O sea dos de los principios
esenciales para llevar a cabo la Obra.
El segundo gouache se titula “La Fuente”. Los
arbustos que vemos expresan la virtud vegetativa implícita en la naturaleza. Un
niño surge de la fuente bajo un chorro de agua lustral diciendo: “Yo soy la
Puerta”, lo cual nos recuerda las palabras de Jesús acerca de convertirnos en
niños para entrar en el Reino de los Cielos. En los muros aparecen a la
izquierda el Caduceo. Las serpientes que lo entrelazan una roja y la otra verde
significan las naturalezas “contrarias que surgen del primer Sujeto”. En el
segundo ambas serpientes aparecen unidas por una tercera de color blanquecino
que “evoca la sal que preside al matrimonio entre la Luna y el Sol”. Las dos
serpientes sobre el niño se encuentran entrecruzadas de acuerdo con el signo
espagírico del Crisol, proclaman “Ellos serán dos en una sola carne”, o sea
serán en Andróginos. Sobre el arco se encuentran las diferentes divinidades. En
el centro el Rey de los metales, el oro. A su lado Mercurio en cuya corona
leemos la palabra SIMUL (juntos), Diana o la plata y Venus el cobre. Del otro
lado Marte el hierro, Júpiter el estaño y Saturno el plomo. Frente a cada
costado del arco la primera figura es Moisés que nos recuerda que nada es
posible sin la ayuda divina, y la otra una mujer vestida de rojo y de verde y a
sus pies un águila, llevando una inscripción que dice: en él mismo, por
él mismo y con él mismo son hechas todas las cosas y buscad
ante todo el reino de Dios.
Vayamos ahora a la tercera imagen alquímica
pintada por Jean Perreal quien vivió entre 1455-1530 en Francia. En su ensayo
sobre la misma, Charles Sterling nos comunica que “esta pintura representa a la
Naturaleza bajo la figura alegórica de una mujer desnuda y alada, llevando una
corona con los signos astrológicos de los siete planetas. La mujer se encuentra
sentada entre las ramas de un árbol simbólico que evoca la íntima relación de
los cuatro elementos, que constituyen la gran obra alquímica. Sobre el
embaldosado están trazadas dos letras mayúsculas M y B que son precisamente el
signo alquímico del “Baño de Maria” procedimiento que debe su nombre al más
antiguo alquimista del Occidente: Maria la Judía que vivió en el siglo IV.
Las dos pinturas flamencas la primera de Hugo
Van der Goes (1440-1482) y la otra de Hieronimus Bosch (1450-1531), poseen
obvias alusiones al arte de la alquimia. La lectura del “Adam y Eva” de Van Der
Goes, nos sugiere trazar una línea partiendo desde el brazo alzado de Adam
hasta el rabo de la figura que representa a la serpiente. Si hacemos un
diagrama de ese trazo, el signo de Mercurio saldrá a la vista, lo que nos da a
entender que muchos de los pintores flamencos, avezados en ese arte hermético,
“escondieron” su mensaje mediante veladuras y otros procedimientos para escapar
al ojo inquisidor de su tiempo.
En cuanto a Bosch no es necesario insistir: su
relación con la alquimia ha sido estudiada por numerosos exegetas de su obra,
mientras que su influencia sobre el Surrealismo fue decisiva como podremos ver
en la pintura de Leonora Carrington o Max Ernst. Cuadros como el “Jardín de las
Delicias” (donde vemos a la pareja del hermano y la hermana en actitud amorosa,
encerrados dentro de una gran burbuja), en o “Las Tentaciones de San Antonio”
fueron un motivo inagotable de inspiración para estos dos pintores como
veremos.
Pasemos ahora a mencionar a algunos de los
pintores surrealistas cuyas obras poseen un vínculo con el hermetismo.
VICTOR BRAUNER | La vida y la obra de este pintor estuvo
atravesada por acontecimientos de carácter mágico. En las pinturas que vamos a
mostrar el interés de este pintor por la Alquimia y el Tarot se encuentra
reflejado en imágenes que a su vez corresponden a la concepción surrealista de
lo maravilloso. En la primera titulada “La Piedra Filosofal” (1940) la alusión
alquímica es evidente. La atmósfera crepuscular que baña al cuadro le añade a
las figuras una presencia fantasmal.
Otros dos cuadros emblemáticos suyos “El
Nacimiento de la Materia” (1940) y “El Surrealista” (1947) aluden directamente
a la alquimia y al Tarot. El personaje andrógino (con cabeza de animal), del
primero sosteniendo en sus manos al sol y a la luna juega con el simbolismo que
ya hemos visto con relación a ese mito. En cuanto al segundo su identificación
con la lámina primera del Tarot: “El Mago”, nos indica el interés de este
pintor por las corrientes mágicas que desde Renacimiento hasta el Romanticismo
influyeron en él. Sus lecturas de Novalis y las pinturas que le dedicara,
atestiguan del vínculo entre el Surrealismo, el romanticismo y el hermetismo.
Su cuadro “Prelude a une civilization” pintado en 1954, reproduce lo expresado
por el poeta alemán, que Breton cita en sus Prolegómenos.
JORGE CAMACHO | De todos los pintores surrealistas quien se
dedicó asiduamente a la práctica de la alquimia fue este pintor. Ornitólogo y
coleccionista de las artes primitivas, en su obra se conjugan las diversas
corrientes que han alimentado al surrealismo. Camacho fue amigo y hasta cierto
punto discípulo de Eugene Canseliet y de René Alleau, además de Bernard Roger
autor de varios libros importantes sobre la Alquimia. En uno de sus libros
ilustrados “Arcanes de la Philosophie Naturelle”, Camacho utiliza el simbolismo
tradicional de la alquimia para expresarse libremente como decía el filósofo
hermético Jean D’Espagnet con figuras enigmáticas mejor que con palabras”.
Otras pinturas se encuentra relacionadas con las chamanes y los mitos
religiosos de los indios de oeste de los Estados Unidos.
LEONORA CARRINGTON | Como expresa Gloria Orenstein en su ensayo
Divina de la Mujer en la Obra de Leonora Carrington” (21), “Toda la obra de
Leonora Carrington es el ejemplo de un arte mágico que se vincula por su
iconografía… a la gran tradición esotérica”. Esa tradición le llega por
diferentes vías, entre ellas la de Hieronimus Bosch quien le brinda un
bestiario preñado de simbolismo hermético. En un cuadro como “Lepidopterus” los
cisnes negros (símbolo polisémico: el cisne blanco estuvo consagrado a Apolo,
ave de Venus siendo andrógino por su largo cuello fálico y su cuerpo
redondeado. Los alquimistas lo identificaban con el Mercurio Filosófico). En
éste óleo sin embargo, su pureza blanca se transforma en el color negro de la
muerte. Los cuatros cisnes reciben un alimento rojo (símbolo de la sangre y de
la resurrección) de manos de unos personajes Lepidópteros (o seres-mariposas,
también símbolos de la resurrección) asegurando su transformación de la nigredo
a la albedo. En otro cuadro titulado “Who Are Thou White Face?” aparece una
bestia fabulosa, especie de Quimera, viene a poner un huevo en un espacio que
sugiere el Paraíso. El simbolismo del huevo se encuentra ligado a la Alquimia.
La presencia de los caballos (sobre todo blancos) en la obra de esta pintora
alude constantemente a la mitología celta, pero también a la tradición
hermética que lo interpreta por su ligereza a las partes volátiles de la
materia.
MARCEL DUCHAMP | El pintor del cuadro más enigmático del siglo
XX, “El Gran Vidrio”, estuvo versado en los secretos de la cábala fonética y la
Alquimia. Diversos autores, entre ellos se encuentra Arturo Schwarz, quien le
ha consagrado importantes estudios para dilucidar la estrecha relación entre
Duchamp y la tradición hermética. Una exégesis completa sobre este tema es aquí
imposible. Pero señalemos a título de ilustración a los alambiques que devienen
los pistones de los “Moules malic” que los alquimistas utilizan para trasmitir
(pasando por los recipientes de la extrema izquierda), “la materia prima” que
se trasmuta en Piedra Filosofal. El vidrio como pueden observar se encuentra
dividido en dos mitades: la superior que pertenece a la Novia ocupado por una
formación nebulosa llamada La Vía Láctea. La inferior pertenece al soltero
quien según el propio Duchamp se encuentra parado en tierra firme, o sea está
identificado con la tierra, mientras la novia lo está con el cielo. Además del
alambique, el Molino de Chocolate constituye el elemento principal de la obra.
Ambos se encuentran relacionados con el proceso de transmutación. Por otra
parte la relación del chocolate con los excrementos (o el proceso de la
putrefactio) es evidente. Duchamp ve en el mismo “un objeto luminoso, una fuente
de luz”, lo cual nos da a entender que sigue el proceso que va de la
putrefactio a la albedo. En las obras de autores iniciados como Swift o
Rabelais, que ejercieron una fuerte influencia en el Surrealismo, los
excrementos ocupan un sitio importante. La obra escrita de Duchamp emplea
además, los juegos fonéticos que constituyeron las bases para un lenguaje que
proyectó confeccionar.
MAX ERNST | De acuerdo con sus escritos autobiográficos, Max
Ernst “tuvo contacto con el mundo sensible cuando salió de un huevo que su
madre había depositado en el nido de un águila y que el pájaro había empollado
durante siete años”. En este relato mítico vemos que dos elementos alquímicos
se encuentran presentes en su nacimiento: al águila y el huevo. Continuando con
su autobiografía nos dice que cuando tenía quince años la muerte de una cacatúa
de su posesión, coincidió exactamente con el nacimiento de su hermana. A partir
de entonces subsistió en su imaginación “una representación irracional donde
confundía los pájaros con los hombres” . El pájaro (o el elemento volátil de la
materia) se convirtió para él en un animal totémico pasando a formar parte de
sus collages y esculturas bajo el nombre de Loplop o el Superior de los
Pájaros. La importancia de los bestiarios en la imaginería de los surrealistas
y los alquimistas es conocida, y Max Ernst hace uso amplio de su carácter
hermético en cuadros donde aparecen grifos, dragones, pájaros etc. En uno de
sus pinturas más conocidas: “The Robbing of the Bride” (1940) (la novia era el nombre
que los alquimistas le daban a la piedra una vez tratada el horno), aparece una
figura femenina o posiblemente bisexual en la parte central del cuadro, estando
parcialmente vestida de rojo, color que los alquimistas le daban al azufre de
los filósofos. La figura se encuentra coronada con la cabeza de una lechuza,
animal nocturno asociada con Pallas Atenea diosa de la sabiduría. Dos seres
híbridos forman parte de la composición: el primero hacia la izquierda es un
cruce entre pájaro y hombre sujetando una lanza partida (símbolo fálico) que
apunta hacia los genitales de la figura central. Al pie hacia la izquierda, nos
encontramos a un humúnculo hermafrodita llorando. Este cuadro posee alusiones
directas al arte hermético a la vez que le debe a la tradición medieval que
pasa su teratología al Renacimiento sobre todo Flamenco, (como lo demuestra su
cuadro “Las Tentaciones de San Antonio”), cargada de simbolismo esotérico. En
1948 Max Ernst pintó “Las Bodas Alquímicas” o las nupcias entre el azufre y el mercurio,
refiriéndose a la obra escrita por Jean Valentin Andrae en 1616 que hemos
mencionado.
Los elementos desemejantes que aparecen en los
collages de Max Ernst, crea una iconografía no ajena a la unión de los
contrarios que los alquimistas soñaban y que formó parte del ideario de Breton.
En la práctica del collage definido por el propio Max Ernst como una alquimia
de la imagen visual, el pintor hace despliegue de una imaginación que ha
enriquecido a la poesía surrealista.
JACQUES HEROLD | El mundo cristalino de este pintor de origen
rumano, corresponde a las ideas de Breton. En uno de sus aforismos el pintor
nos dice que “Siendo la cristalización el resultado del devenir de la forma y
de la materia, la pintura debe llevar a cabo la cristalización del objeto”.
Esto puede percibirse en pinturas como “El Shaman” (1947) o el “Jugador
Solitario” (1973). En ese sentido Herold contribuye a profundizar las
conexiones entre el Surrealismo y el pensamiento hermético.
ROBERTO MATTA | Matta hace su entrada en el Surrealismo a
finales de la década de los 30 estableciendo su reputación de inmediato. A su
llegada a New York durante la Segunda Guerra Mundial, su poderosa personalidad
y sus conocimientos del esoterismo creó un gran impacto (La obra de Oupensky
“Tertium Organum” lo influyó y a través de él influyó en otros pintores
surrealistas y expresionistas por su concepción del espacio tridimensional).
Matta sirvió de puente entre el abstraccionismo naciente de la escuela de New
York y el Surrealismo. Las referencias que hace Breton al hermetismo en sus
ensayos sobre Matta atestiguan de lo que el poeta percibió como trasfondo en su
pintura. En su primer ensayo refiriéndose al ágata, piedra que aparece en sus
cuadros, Breton nos dice que “Matta es aquel que se lanzó al ágata”, designando
“todas las piedras que esconden esa agua exaltada, esa “alma del agua” que
disuelve los elementos y “da verdadero azufre o el verdadero fuego, según el
testimonio de los ocultistas. Breton se basa aquí en las palabras de Eliphas
Levi escritas en su libro “Historia de la Magia”. De esa gota de agua que hace
posible la formación de la piedra se pasa y cito a Breton “a la concepción
hermética del fuego vivo, al fuego filosofal”. Esta ágata la podemos ver en
numerosos cuadros como “El Vestigio de Eros” (1944). En otro cuadro suyo “Locus
Solus” (1942) (inspirado en la famosa obra de Raymond Rousell del mismo
título), la presencia de romboides flotando en el cielo apocalíptico traspasado
por rayos de luz, según lo describe Romy Golan, lo transformó en un laboratorio
alquímico. No olvidemos que Rousell practicó la cábala fonética, como Duchamp y
el mismo Matta. La alquimia pues acerca Breton a Matta siendo éste el designado
para ilustrar con dos cartas del Tarot su Arcane 17. En el “Onix de
Electra” (1944) con su alusión a la mitología griega, muy en boga entre los
pintores en ese momento, con su profusión de líneas negras que lo atraviesan
como un sistema nervioso, alude a un tema cercano a Breton: el Laberinto de
Minos, relacionando pues la mitología al Surrealismo.
WIFREDO LAM | La obra de Lam ofrece un componente entre su
mundo mítico y las influencias de las corrientes herméticas entre ellas la
demonología. En uno de sus composiciones más emblemáticas: “Belial” pintado en
1948, aparece ese demonio dando un paso de danza, como es siempre representado
de acuerdo con la leyenda, en diversos grabados. En un libro del siglo XVI “Das
Buch Belial” Belial ejecuta un paso frente al rey Salomón. En ese mismo cuadro
descubrimos otros dos elementos: el huevo y el cuadrado mágico, ambos
relacionados con las tradiciones herméticas. Para los alquimistas el huevo de
los filósofos es el vaso en el cual ellos encierran la materia para cocerla.
Dom Pernety nos dice que el huevo “significa comúnmente la materia misma del
magisterio que contiene el mercurio, el azufre y la sal”. El cuadrado Mágico
fue posiblemente tomado del famoso grabado ‘La Melancolia” de Durero, pintor
instruido en los secretos de la Alquimia y que Lam admiraba.
ALEJANDRO XUL SOLAR | Por
último este gran pintor y vidente nos ofrece una extensa obra llena
de simbolismos astrológicos y alquímicos. A partir del árbol de la vida
cabalístico, según nos dice Belen Gaché en sus palabras al catálogo de la
exposición de este pintor en el Museo Reina Sofía, Xul Solar “diseña sus cartas
del Tarot, inventando nuevos sistemas de escritura y nuevos lenguajes como la
panlengua. Lector de Swendenborg, este pintor adoptó las leyes de las
correspondencias, desarrolladas por el filósofo sueco, a su propio sistema
poético. Es de esa forma que su arte se puebla de seres angelicales o de otros
seres provenientes de sus mundos imaginados dentro de una concepción hermética
muy personal. La representación en sus cuadros de mástiles, troncos de árboles
etc. se encuentra relacionada con la creencia de un Axis Mundi similares a las
que encontramos en la Cabala o en la Alquimia. Aunque Xul Solar no perteneció
propiamente el movimiento surrealista, su obra le incorpora una dimensión que
lo enriquece.
He intentado dentro de la medida de lo posible y
aún a costa de haberme extendido más allá de los límites aconsejables, mostrar
un panorama somero de las intensas relaciones que existieron entre el
Surrealismo y la tradición hermética. A mi entender el Surrealismo actualiza
una corriente de pensamiento relegada a una especie de feria para
entretenimiento de los incautos e ignorantes. Por el contrario la riqueza
inherente en la tradición hermética y su incorporación al surrealismo,
demuestra que lejos de haberse agotado, ocupa y ocupará un sitio preponderante
en la historia de la imaginación. Referirnos a la imaginación significa entrar
de lleno en el dominio de la poesía, y con ello en la certeza de alcanzar “el
oro del tiempo”.
NOTAS
1. André Breton: “La Llave de
los Campos” (traducción de Ramón Cuesta y Ramón García Fernández) Libros
Hiparión, Madrid. Pag. 105
2. Ibid. Pag. 105
3. André Breton: “Puntos de
Vista y Manifestaciones”, Barral Editores, (Traducción de Jordí Marfá),
Barcelona 1970. Pag. 281-82.
4. “La Llave de los Campos”
pag. 125
5. “André Breton: “Magia
Cotidiana” Espiral Ensayo, (Traducción Consuelo Bernea) Caracas 1975. Pag. 133
6. Michel Beajour en
“Arcane 17” Editions 10/18, Jean Jacques Pauvert, 1965.
7. Manifiesto del Surrealismo.
Ediciones Guadarrama, 1962, (traducción Andrés Bosch), Pag. 324
8. Ibid. Pag. 160.
9. Ibid. Pag. 222
10. “Art et Alchimie”.
Editions Meddens, Bruxelles. Pag. 247.
11. Adam Biro et René Passeron “Dictionnaire Géneral du Surrealisme et
ses Environs”. Presses Universitaires de France, 1982. Pag. 15
12. “La Llave de los Campos. Pag. 215
13. Guy Beatrice et
Severine Batfroi “Terre du Dauphin et Grand Oeuvre Solaire” Devry Libres, Paris
1976. Pag. 43-44.
14. En “Melusine No.II
“Occulte-Occultation”, Editions L’Age d’Homme, Laussane. Pag. 51
15. ‘Manifiestos del
Surrealismo” ibid. pag. 334.
16. Ibid.
17. ‘Les Liberateurs de
l’amour” Editions du Seuil, Paris. Pag. 246-247.
18. Hervé Masson:
“Dictionnaire Initiatique”, Pierre Belfond, Paris 1970.
19. Mircea Eliade
“Mephistophole et L’Androgyne”, Gallimard, Paris Pag. 48.
20. “The Nag Hammadi
Library”, James M. Robinson General Editor, Harper-Collins, 1990. Pag. 129.
21. Melusine Ibid. Pag. 131.
***
Artista convidado: James Gleeson
(Austrália, 1915-2008). Agulha Revista de Cultura # 70. Agosto de 2009.
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