Después de un siglo
de subjetividad romántica, que había terminado por hacer del poema decoración,
con Carlos Drummond de Andrade (Itabira do Mato Dentro, 1902-1987), apareció en
Brasil una lírica que siendo de gran precisión, carecía de las melodías que la
tradición exigía a la armonía escrita. Su poesía no se sostenía, en exclusivo,
de imágenes, sino también en emite conceptos, que eludían la oscuridad mediante
la coexistencia de cierta ingenuidad y una vigorosa disciplina intelectual.
El exceso de crítica
que prevaleció en el periodo anterior a 1914 -escribió
en la primera edición de A Revista -condujo a una completa apatía e
indiferencia de parte de los artistas y escritores al confrontar los fenómenos
del mundo visible. Una plétora de doctrinas estéticas culminaron en Dadaísmo y
la confusión de la Torre de Babel se repitió. Ahora los artistas y escritores
se encontraron a si mismos evitando todas las teorías abstractas a fin de
alcanzar la realidad sin las manos manchadas.
Su
obra creció entonces por acumulación. Cada colectánea termina una fase e
introduce otra. Su primer libro se opuso a los clisés, la dicción estilizada y
las «apropiadas» convenciones literarias. Como los modernistas, lo universal y
lo íntimo y personal están ligados, sin permitirse nada rítmico, en la creencia
de que, a menos que las palabras concurran con una asociación de ideas, la rima
es inútil. En sus poemas parece como si el elemento lírico y algunos motivos
personales, estuvieran perdidos.
Drummond
de Andrade es reconocido como uno de los poetas que mejor hablaron un lenguaje
inmemorial como lengua del presente. Exitoso en su búsqueda de lo simple y
cotidiano, fue el intérprete del hombre común, que se siente integrado al
universo. Un testimonio de la radical transformación del individuo y la
sociedad brasileña durante el siglo XX. Hecha de un lirismo personal y de
preocupaciones sociales, su poesía es notable por la atención que dio a la
artesanía de su arte, creando para su uso exclusivo una técnica que se adapta a
las necesidades de su expresión y sus preocupaciones temáticas. Su núcleo es un
hecho cotidiano, probablemente leído en algún periódico: alguien cree que el
lechero que se acerca a su puerta es un ladrón y le da muerte; una mujer cuenta
a sus hijas cómo su marido la humilló y abandonó por otra mujer, y como la otra
mujer, años más tarde, abandonada a su vez, vino a pedirle perdón, dejando su
vestido como recuerdo, mientras los pasos del esposo que regresa se escuchan;
una víctima de un accidente de avión, revive el día anterior a la catástrofe el
trágico suceso.
Mucha
de su poesía tiene además como centro ideas obsesivas: la perfección es
improbable; el lenguaje es insuficiente para las necesidades de comunicación;
la vida es inefable; el orden social es injusto y por tanto irresoluble.
Incluso el amor, que poco a poco se hace inservible.
Alguma poesía (1930), anunció la segunda fase del Modernismo brasileño. La
ingenuidad de estos versos engaña, su simplicidad enmascara a medias una
profunda y sofisticada ironía, digna de Machado de Assis, que ofrece al lector
un inquietante sentido del absurdo de vivir. El libro incluye No meio do
caminho, un poema que causó violentas reacciones de parte de los puristas.
Es un resumen de uno de los aspectos dantescos de la vida moderna: todos los
caminos están obstruidos, debemos ir de un sitio a otro con la permanente
obsesión de que existe el obstáculo.
había una piedra en el medio del camino
había una piedra
en el medio del camino había una piedra
Nunca olvidaré ese suceso
en la vida de mi cansada retina
Nunca olvidaré que en el medio del camino
había una piedra
había una piedra en el medio del camino
en el medio del camino había una piedra.
Para
Drummond de Andrade, la vida es una idea «insostenible». Su preocupación con
los procedimientos de la escritura poética y su «imposibilidad» le llevaron, en
contraste con sus puntillosas investigaciones metafísicas y fenomenológicas, a
un lenguaje teñido de humor e sarcasmos donde descree incluso de sus propias
capacidades. En Brejo das almas obscuros poemas nada descriptivos son
ácidos comentarios sobre el aislamiento del mundo. En Sentimento do mundo, publicado
en plena Segunda Guerra Mundial los juegos de la niñez y los jardines de
provincia de sus primeros poemas parecen irrelevantes ante la catástrofe que se
vivía haciendo un amargo recuento de la estupidez y desorden del mundo, más la
indiferente debilidad de los políticos e industriales, encontrando apenas
esperanza en los ideales de solidaridad de la clase obrera. Textos similares a José,
uno de sus más populares, símbolo del Brasil y sus dolorosos problemas:
Llave en mano
quieres abrir la puerta
-pero no hay puerta;
quieres tirarte al mar,
pero el mar está seco.
Sus
poemas políticos fueron apareciendo después del fin da la contienda mundial con
A rosa do povo (1945) donde testimonia el dolor colectivo y la
miseria del mundo moderno, su mecanicismo y materialismo mediante el conflicto
de un rebelde que deseando permanecer al lado del pueblo, identificándose con
los problemas de la gente del común, no abandona su personalidad aristocrática
de artista. Los sentimientos revolucionarios de su poesía no se confunden con
la masa para ayudarla a conocer sus propias debilidades y necesidades, sino que
transfiguran la inconformidad y rebeldía para que la élite pueda compartirlos.
A diferencia de la poesía de Castro Alves, cuya inspiración nacía directamente
del pueblo para regresar hasta él en formas y asuntos populares, en Drummond de
Andrade la inspiración surge de si mismo, sin hacer concesiones al gusto o la
moda ideológica, gestando un estremecimiento como resultado del encuentro, en
el poema, de las actitudes refinadas del artista y su esfuerzo para comprender
a los Otros. Una poesía sobria y en no pocas ocasiones seca y ascética, que se
niega a «mancharse» con la pasión o los sentimientos.
Fue
quizás por esta actitud que Manuel Bandeira dijo que Drummond de Andrade
era «el representante más típico en la poesía del hombre de Minas Gerais»:
Caracteriza al
mineño la reflexión cautelosa, la desconfianza frente al entusiasmo fácil, el
gusto por las frases de doble sentido, la reserva pesimista, elementos todos
generadores del humor. Siempre que con esas características propias del mineiro
coincida una mayor sensibilidad y el donde la poesía, puede esperarse la
aparición de un humorista de gran estilo. Drummond es el primer caso de tan
feliz conjunción. Sensibilidad conmovida y conmovedora en cada línea que
escribe, el poeta no abandona casi nunca esa actitud de humor, ni aun en los
momentos de mayor ternura. De ordinario la ternura y la ironía actúan en su
lírica como un juego automático de palancas de estabilización: no hay falsas
maniobras en ese admirable aparato poético. En sus dos primeros libros el
pesimismo sarcástico es la nota dominante. El poeta no espera gran cosa de esta
humanidad.
Esta fase enriqueció su naturaleza lírica y emocional. A través de su conciencia artística, obtuvo plenitud y humanización. Lo que vino después fue poesía «pura», en un intento por reconciliar las formas tradicionales con las libertades introducidas por el Modernismo. Pero ya desde 1945 había mostrado su hondura y la perfección de su instrumento poético.
Con
la publicación de Poesía até agora (1948) y Claro enigma
(1951) alcanzó la maestría absoluta de sus recursos técnicos y estilo personal.
En estas colecciones -y en los libros que les siguieron durante los años
cincuentas- las angustias derivadas de la guerra cedieron ante una nueva
serenidad de su espíritu ofreciendo la impresión de que el poeta había llegado
a un momento donde se encontraba a gusto consigo mismo y el mundo. Las convicciones
sociales aparecen todavía en Fazendeiro do ar (1954), pero su
tono es menos enfático, el socialista de antes ha desaparecido y no cree que
las injusticias y el sufrimiento del hombre puedan ser redimidos mediante los
activismos políticos. En A distribuição do tempo, dice:
Un minuto, un minuto de esperanza
entonces todo acaba. Y todas las creencias
en los problemas han desaparecido. Lo que queda es la tranquila
decisión que revolotea entre la muerte y la indiferencia.
Al
estilo «anecdótico» debe Drummond de Andrade buena parte de su fama, así el
término no sea adecuado para describir ese delgado, a menudo torcido, seco y
nada sentimental humor, que permanece bien reconocible en su obra. Un humor
hecho de inesperadas combinaciones de palabras, deliciosas imágenes cómicas
usadas para presentar un pensamiento trágico y estados de melancolía. Aun
cuando no hay un gran gozo de vivir en su obra, tampoco hay desesperación; el
poeta mira la vida, sin esperanza de felicidad, pero al mismo tiempo encuentra
en ella inmenso interés y valor. Su nativa Itibara asume un papel mítico en su
poesía buscando en sus paisajes, gentes y antepasados, con un amplio
sentimiento de fraternidad, los trabajos del mundo, la angustia de su tiempo y
raíces del hombre contemporáneo.
Al
final de su vida hubo otro tour de force. El púdico poeta que había
atravesado un siglo sin Dios, alimentado apenas con los cadáveres de tantas e
inútiles guerras, decidió desnudarse ante sus lectores y revelar sus pasiones y
veleidades eróticas. Publicó entonces numerosos poemas [O amor natural,
1988] referidos a la vida erótica y la Bunda, el popular sustantivo que
en portugués hace referencia a las nalgas y el culo, como en Budamel Budalis
Bundacor Bundamor, que traducido significaría Culomiel Culorolis
Culocolor Culoamor haciendo el elogio del Giráculo cósmico. Copio y
traduzco un par de ellos.
Allí en el cuerpo
femenino
En el cuerpo femenino, ese lugar
el dulce culo todavía prefiero.
Para él, mi más íntimo suspiro,
pues cuanto más lo palpo más lo miro.
Y cuanto más lo deseo, más me hiero
con estas uñas que cosquillean, y suspiro
en ese giro lento y violento
de los dos planetas donde salgo y entro.
La mano en pompa, sabio papiro
iluminando como luciérnaga el placer
donde con o sin sed me acuesto
me restauro, pienso y reviso
este sentir de la agonía cuando
siendo el culo paloma es mi vampiro.
Sin que te lo
pidiera hiciste la gracia
Sin que te lo pidiera hiciste
la gracia de magnificarlo.
Sin que lo esperara, caíste de rodillas
en posición devota.
Lo que pasó no es pasado muerto.
Para siempre y un día
él aun recoge la piedad osculadora de tu boca.
Hoy no estás, ni te veo ni escucho ni te estrecho
pero tu boca presente está, adorando.
Nunca pensé tener un dios entre mis muslos.
Textos
donde Drummond de Andrade celebra a plenitud el sentido del placer que instauró
la llamada postmodernidad, cuando los jeans y leggins han hecho
del culo el principal objeto del deseo tanto femenino como masculino, el
símbolo danzante de todos los carnavales, objeto privilegiado de la moda y la
fotografía, el out-doors por excelencia del presente.
Escribió
también numerosas crónicas, ensayos, cuentos y prosas, de gran interés en si
mismas porque muestran los caminos que el poeta siguió en su desarrollo. Sus
cuentos combinan un ligero toque de humor y unos penetrantes sentimientos de
desencanto con las cosas de la vida, en un estilo que también recuerda a
Guimarães Rosa: Extraordinaria conversa com uma senhora de minhas relaçoes, primero
de los Contos do Aprendiz (1954), es un diálogo en un autobús con
una dama a la que el narrador responde con versos de Mallarmé y Valéry, pero
gracias a la mirada constante a sus senos, la comunicación existe. Otro de
ellos, A Doida, trata sobre un niño que apedrea la casa de una loca y
poco a poco se va adentrando en su mundo para, al descubrir un laberinto de
soledades, quedarse con ella hasta la muerte, sentado en la inmunda cama.
***
Harold Alvarado Tenorio (Colombia, 1945). Poeta, ensayista y crítico literario. Director de la revista Arquitrave. Para conocer más recomendamos: www.haroldalvaradotenorio.com/. Página ilustrada con obras de Zuca Sardan (Brasil), artista invitado de esta edición de ARC.
MUCHAS GRACIAS QUERIDO FLORIANO POR PUBLICAR MI NOTICA SOBRE DRUMMOND VA UN SALUDO
ResponderExcluirMUCHAS GRACIAS QUERIDO FLORIANO POR PUBLICAR MI NOTICA SOBRE DRUMMOND VA UN SALUDO
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