Omar Castillo es la palabra disuelta que rezuma nuevos
vigores y resemantiza conceptos ya manidos, ya vueltos frases de cajón, como:
“y no todo lo que brilla se hace
realidad
sobre una valla que arenga la
costumbre,
como tampoco es verdad que no hay
nada nuevo bajo una lámpara o el sol”
Él nos devuelve a la tradición, pero
con la clara intención de romper con ella, y de decirnos que hay otra manera de
ver y de decir aquello que el tiempo ha conservado en teoría y práctica.
Cada línea de Omar Castillo es bisturí
que rasga, es decir, corta y destruye los esquemas psicosociales, rasga las
costumbres y la piel de las “criaturas hospedadas en las vallas /
consumiendo el eslogan de sus días y noches”. Su poesía, que obliga a una
nueva lectura tanto en la forma como en el contenido, requiere un lector
pausado y cuidadoso, e intertextual, capaz de captar y copar la música y los
sentidos que colman su decir.
En cada poema suyo las actualizaciones
y las contextualizaciones aparecen, parecen, fáciles: “tanto va el botón al
ojal / hasta que se rompe la camisa”. Sabemos que ya hemos escuchado eso o
algo parecido en otro momento, y, sin embargo, nos toca quedarnos allí un
momento, para dilucidar sus nuevos significados.
La poesía de Omar Castillo no es
azarosa. Es la visión vuelta pensamiento, es la transmutación a la que obliga,
a la que lleva, una observación penetrante y lúcida del diario vivir, del común
acontecer que es: “no sumiso, no entregado a la costumbre”. Siempre
atento.
Omar Castillo, como el viento en su
poesía: “in daga el vi en to las perforaciones”, los resquicios, los
lugares comunes que se nos pasan por alto. Su mirada es daga penetrante, sutil,
oportuna, actualizadora.
Con Omar Castillo nos damos cuenta que
estamos: “óptimos para el consumo laboral”, que caminamos por esta
ciudad y por la vida como autómatas, como si contáramos los pasos y siempre
preguntándonos: “¿Será que algún día será el siguiente?” La búsqueda
rutinaria del pan de cada día no se detiene y la poesía de Omar Castillo nos
muestra que lo hace a pasos dantescos: “trabaja para trabaja para trabaja
para”, y no se para, y nos separa, ¡y no!, separa.
Ciegos continuamos la marcha, seguimos
el juego que muele segundos, minutos, horas, días, meses, años, sueños, vidas,
y aunque Omar Castillo retorne a ese otro juego de la infancia para
preguntarnos: “¿Es verdad que tú te quieres salir / es verdad que tú te
quieres salir de aquí?”, nada detiene esta máquina despiadada: ni los vivos
ni los muertos, que pasan con pena y con gloria, ¿Gloria?, al inevitable lugar
de encuentro, de encierro, de condena. Algunos no queremos dejar la vida, pero
sí su malestar.
Escapar no es fácil: “Quisiera
cerrar esta ventana pero la ciudad /ociosamente me reclama y vomita”. Nos
envuelven necesidades que no son tales y vanos e inútiles espejismos nos
arrastran por el deterioro del sin sentido, dejándonos llenos de ambiciones
hueras, sin un por qué ni un para qué.
Omar Castillo sabe que en el retorno al
origen está la esencia; y que la palabra primera es a la vez reveladora y
encubridora del ser: “porque al fin, una palabra no es propiedad y, / lo es
tanto”. A veces uno lamenta que no le hubieran alertado sobre la conciencia
y los riesgos de las palabras, de su poder evocador y creador, de las
implicaciones de su uso o no; y para colmo de lucidez, llega Omar Castillo con
su estilete y nos ajusta, nos pasa la cuenta:
“cuando se ha pagado el costo de la
educación
impartida como una marca candente en la
palabra primera
que memorizamos,
palabra que va creciendo en obediencia
y que es visible
en nuestra piel, sin importar cuantas
prendas llevemos encima;
Palabra que nos sacrifica en la
conversación,
cuando penetra con sus significados
hasta la empuñadura
del habla
y hace posible la cicatriz del sentido
o su ausencia”
Y en otro de sus poemas nos dice: “Inclusive
las palabras con que nos pronunciamos, nos exigen hacer saber de quién son
propiedad y fuente”.
Es doloroso sentirse como uno de: “los
pollos dando vueltas en el asador”, presa confusa y difusa: rutino-rodante.
Incluso los poderosos: “cumplen su rol / de pollitos en el asador de los
acontecimientos, desde donde entonan pío pío pío, / pidiendo de la masa el maíz
y el cuido”, nadie se escapa, todos estamos atrapados en la misma máquina,
en el mismo espacio tiempo, con más o con menos.
De allí que, con versos sacados de
algunos de sus poemas, nos diga: “Juego una frase, cambio una frase, de
todos / modos me sobran y me faltan frases”; “¿Quién de estos caminos
conserva la primera imagen? / ¿Qué huidizos pasos nos dejan quedamente en el
aire fisuras de adiós? / ¿Cómo saber si las moras arrojadas pudieron haber sido
más saboreadas por mí?”, vemos como el exceso y la escasez nos afectan por
igual: decirlo o hacerlo todo, decirlo o hacerlo a medias o no hacer, o callar.
Luego la reflexión: “Que conste, no existen palabras soeces, / y en el caldo
del habla los gritos, los quejidos / o las bellas formas se cuecen por igual”,
claro, clarísimo, pero después de leerlo la vida es una sola, con sus
variantes: “La totalidad en el fragmento / dios va dios viene / ¿quién lo
tiene?”.
Y sigue el poeta con sus palabras
auscultando los filos de la realidad:
“Aquella noche pensaba
(digo, era un taladro en mi cuerpo),
Que todo no es más que una erizada
tarántula en la inmensa mano del
tiempo,
Ajena a nuestros intentos y
sufrimientos”.
Auscultando márgenes del tiempo
establecido como una huella sumisa:
“Se alejan cruzando ventanas
que ningún viento reintegra
la mano de las cosas da
su insinuación final
vieja flauta que el viento desecha
arruga en la frente del hombre
se alejan cruzando ventanas
los años”.
Y este otro intertexto que nos trae de
manera exquisita a Heráclito: “No se imprime en el mismo sitio dos veces la
huella”; y para un cierre perfecto: “No siempre los cabos están atados o
sueltos como es usual, como es normal”.
Y en medio de todo el escenario de la
vida, aparecen los juegos de la infancia sonando como una canción que no
termina: “Sana que sana culito de rana / si no sana hoy sanará mañana”; “Una
cabrita ética pelética peluda tuvo tres hijitos / éticos peléticos peludos,
verdad que sí, verdad que no”; “Cuando marucha se fue a darle vuelta al
yucal / me dijo que eran pa’ mí todas las que iba arrancar // oye marucha dame
conejo yo te lo cojo y ahí te lo dejo”; “Es verdad que tú te quieres
salir de aquí”, sí, de allí, de la infancia, también nos quisimos salir,
porque no siempre fue placentera, como sucede con la vida.
La poesía de Omar Castillo también es
un curso de lectura intensivo y a profundidad: “La memoria en cualquier
instante / Revienta y nos deja leer”, si tenemos los sentidos abiertos:
“Olores a comidas
Avisos fijados en las paredes
Buzones de correo
Señales de tráfico
Bolsas de basura
Escombros todos hacen señas e indican
Un sentido o su ausencia”
El poeta no deja escapar ningún
instante, todos le dicen, y él nos lo transmite:
“Ella lleva el café a las mesas
acompañado por un vaso de agua,
mientras, los usuarios aglutinan
primeras frases que, en la mañana,
acomodan y desacomodan la realidad,
el principio o el fin de la existencia,
y otros catan silencio;
los poetas suelen ostentar el misterio,
los intersticios del asombro,
ella solo lleva el café a las mesas”.
En sus poemas también hay tiempo para
la sátira:
“Por aquella época el mundo
se encontraba sumido
en la más aberrante de sus mañanas;
Es cuando Europa y Estados Unidos
deciden tecnificar su repartición
colonial,
momento en el que incrementan
y amparan las normas
para los derechos humanos;
Es así como establecen un primer
un segundo y un tercer mundo;
Desde entonces todos somos felices”.
Y tiempo para la resistencia:
“Y es propia nuestra región natal
No podrán hacernos daño;
Sólo poseen la fuerza;
No podrán dañarnos;
Sólo consumen la pulpa
No a la semilla
De la cual poco o nada saben;
No podrán hacernos
Con sus luces Nada distinto
Aun se esfuercen a una explosión
O sus ecos;
Lo único que pueden es matarnos;
Y eso no significa;
Un cuerpo se desintegra
En el universo
Y no es de dios su esfinge
Es nuestra región natal”.
Y tiempo para el afecto:
“He sido amado
He vivido instantes suficientes
Para contrarrestar las malas pasadas
He sido amado
Las imágenes que moviliza
Mi vida son testimonio de ello
He sido amado
Hoja de la cual el viento es simple
azar
Y el árbol circunstancia
He sido amado
Avenida infranqueable
Raptada por el sol mediodía
Astilla incrustada al ojo
He sido amado
Y viceversa”.
Y para finalizar, nada mejor que la
mordacidad de estos versos tomados de su poema Not in service:
“Señor, le habrán hecho notar
Que para los trajines de hoy
Los versos son innecesarios”
Algunos se lo tomarán muy en serio,
pero les aclaro que no solo son necesarios sino indispensables. Los versos de
Omar Castillo tocan la vida entera y ayudan a que nos volvamos más sensibles:
más humanos. De ahí que cuando lo nombro poeta hiperestésico no pretenda otra
cosa que recordar la sensibilidad excesiva y dolorosa desde donde es creada
toda poesía.
*****
Carlos
Alberto Álvarez Muñetón (Colombia,
1964). Licenciado en Educación Español y Literatura. Especialista en Edición de
Publicaciones. Magíster en Literatura Colombiana. Director editorial de
Ambrosía Editores. Ha publicado los libros: Las
mil y una historias, temas y variaciones literarias (2012) y Taller de escritores I-ITM, Taller de
escritores II-ITM, Taller de escritores III-ITM. Poemas, ensayos y
artículos suyos son publicados en revistas y periódicos de Colombia.
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Organização
a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista
convidado | Guillermo Wiedemann (Colômbia, 1905-1969)
Imagens
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Esta
edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
1
PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2
VIAGENS DO SURREALISMO, I
3
O RIO DA MEMÓRIA, I
4
VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5
VOZES POÉTICAS
6
PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7
VIAGENS DO SURREALISMO, II
8
O RIO DA MEMÓRIA, II
9
SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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