ADRIANO CORRALES ARIAS |
ADRIANO CORRALES ARIAS | Es difícil señalar el punto inicial de la vanguardia en mi país, si
entendemos vanguardia por la antonomasia europea. Incluso es difícil hablar
"strictu sensu" de vanguardia en Costa Rica, dado que no hubo
manifiestos ni grupos específicos que se autoproclamaran como vanguardistas,
tampoco líderes o jefes de grupos o movimientos, ni hubo escándalos,
lanzamientos imprevistos o poses orquestadas; por eso la historiografía
tradicional no reconoce la existencia de una vanguardia costarricense. Hubo,
eso sí, una serie de artistas y escritores que percibían la necesidad de
realizar cambios drásticos en la forma de hacer arte y de escribir, pero sus
esfuerzos no fueron mancomunados, sino individuales, salvo algunos grupos pero
en las artes visuales, especialmente de escultores. Tal vez el artista que
rompe primero con el modernismo tardío y con el poder cultural de los
intelectuales liberales, conocidos como el "Olimpo", sea Max Jiménez,
auténtico representante de la vanguardia dado que fue un creador integral y polifuncional:
pintor, escultor, dibujante, grabador, poeta, narrador y ensayista. Fue él
quien trajo las primeras evidencias de las vanguardias europeas y escribió y
produjo arte de vanguardia.
El
ambiente cultural de entonces era muy tolerante en términos de que convivían o
coexistían varias tendencias artístico culturales: los criollistas, los
modernistas y posmodernistas y un grupo de jóvenes que pujaban por realizar un
"arte moderno" (que no modernista) y que podríamos interpretar como
vanguardista. Ese ambiente cultural lo recoge muy bien la revista más
importante de la época, el Repertorio
Americano (1919-1958) dirigida por Joaquín García Monge (narrador,
ensayista, educador, periodista y editor) donde publicaban todas las tendencias
dado que García Monge creía en un panamericanismo ecuménico y abierto a la
discusión de ideas, con una visión un tanto ácrata. Probablemente esa revista,
por su influencia y permanencia, opacó la posibilidad de verdaderas
publicaciones vanguardistas lo que, a su vez, impidió el surgimiento de grupos.
Aunque debe detallarse que hubo otras revistas como Pandemonium, Páginas
Ilustradas y Renovación, que
publicaron reseñas y comentarios sobre la producción literaria europea e
hispanoamericana.
CARLOS FRANCISCO MONGE | En el caso de Costa Rica, no se podría hablar, en
sentido estricto, de un "punto inicial", puesto que no hubo un
despliegue sistemático y unitario de los movimientos de vanguardia. Pero sí es
muy llamativo que en una revista literaria costarricense, denominada Páginas Ilustradas apareció en mayo de
1909 el que quizá sea uno de los primeros artículos referidos al tema; se
refería con total claridad y precisión al Futurismo de Marinetti y a sus
polémicos manifiestos.
CARLOS FRANCISCO MONGE |
Costa Rica era, pese a su notable y relativamente alto desarrollo
educativo, e incluso editorial, un país muy apegado a la tradición académica,
en materia de arte y literatura. El conservadurismo era apabullante, y los
jóvenes poetas y novelistas (además de pintores y escultores) apenas podían
moverse con sus nuevas obras en el ambiente nacional.
FLORIANO MARTINS | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
ADRIANO CORRALES ARIAS | En general los movimientos locales acarrean lo que provenía de Europa
pero bajo una "nueva sensibilidad". Es decir, lo distinto sería una
búsqueda, en el caso de las artes visuales, especialmente de la pintura y la
escultura, del mundo precolombino o indígena (Francisco Zúñiga, Juan Manuel
"Indio" Sánchez y Néstor Zeledón Varela, escultores) o de la
tradición afroamericana y de lo rural primitivo, caso de Max Jiménez. Lo otro
sería una suerte de interés por confrontar y cuestionar el mundo idílico del
arte y la literatura liberales costarricenses ofreciendo una realidad distinta,
más telúrica, ambigua y de diferenciación social, es decir, sometiendo a juicio
los valores establecidos, y por otra parte poniendo en entredicho el poder
cultural de los grupos artísticos y literarios representantes del poder
político y económico, oligárquico en general. En otras palabras, se tomaba
conciencia de la vinculación de las letras y el arte con la realidad social e
histórica a sabiendas de que aquellas correspondían a esas realidades.
CARLOS FRANCISCO MONGE | En términos generales, se había generado mucha
simpatía con los principales movimientos europeos de los que se tenía noticia,
sobre todo con el Futurismo, el Cubismo y los experimentos surrealistas. Pero
además, flotaba la conciencia de que toda innovación debía contar con un
componente propio; es decir, original, que diese cuenta de las representaciones
de la historia y la cultura propias. En el caso de los países Centroaméricanos,
las culturas autóctonas de raíz precolombina, resultaron esenciales para esta
revolución artística moderna. Así, leyendas, mitos y figuras de la cultura
mesoamericana (maya quiché y chibcha) fueron una especie de
"ingredientes" a ese peculiar plato del arte moderno. En esto también
tuvieron mucho que ver los contactos de nuestros escritores y artistas con los
vanguardistas de la región; por ejemplo, con los movimientos de Cuba, Puerto
Rico, República Dominicana, Venezuela o Colombia.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
ADRIANO CORRALES ARIAS | No se puede hablar de relaciones estrictas pues como dijimos no hubo
grupos ni publicaciones propiamente vanguardistas. Hubo sí artistas y
escritores como Max Jiménez que mantuvieron una relación personal y epistolar
con los artistas más representativos de las vanguardias latinoamericanas. O
algunos que estudiaron en otros países, caso del poeta Isaac Felipe Azofeifa en
Chile, o Francisco Amiguetti (artista y poeta) en Argentina, lo que les
permitió cierta relación con las vanguardias de esos países. Por otra parte, el
Repertorio Americano y otras revistas
de la época dieron a conocer la obra de algunos de esos vanguardistas
publicando artículos, poemas, gráfica, traducciones y referencias sobre los
principales movimientos europeos e hispanoamericanos.
CARLOS FRANCISCO MONGE | En vista de que en Costa Rica no se dio una actividad
vanguardista asociada a un grupo particular (como sí ocurrió en la vecina
Nicaragua, por ejemplo), los vínculos con otros movimientos o escuelas se dio
de manera aislada o individual. Como lo indiqué antes, esos vínculos se dieron
gracias a los contactos directos o por correspondencia que entablaron artistas
y escritores costarricenses con las amistades que trabaron estando en el
exterior. Por ejemplo, Amighetti vivió algunas temporadas en Perú y en
Argentina, donde se nutrió de las experiencias vividas con grupos de vanguardia
y sus revistas; Azofeifa fue a Santiago de Chile en viaje de estudios y allí
conoció autores y grupos, con los que convivió intensamente; el poeta Fernando
Centeno Güell y el novelista José Marín Cañas pasaron temporadas en España, lo
mismo que el polifacético Max Jiménez (poeta, pintor y escultor), quien además
fue un persistente viajero, que lo encontramos lo mismo en París o en Roma, que
en Barcelona, La Habana, Nueva York o Buenos Aires.
Esos vínculos, inevitablemente, ayudaron a conformar esa especie de
"vanguardismo acéfalo" y de media voz que fue el costarricense.
Aparte de ello, se sabe que circulaban en Costa Rica algunas de las revistas de
vanguardia más notables de la época, como Amauta,
de Perú, la cubana Revista de Avance,
Contemporáneos, de México, entre
otras. Además, en el país se publicó una revista de aspiraciones
panamericanistas que consiguió con los años un notable reconocimiento
continental: Repertorio Americano,
que editó durante cuatro decenios el profesor y escritor Joaquín García Monge.
En ella aparecieron publicadas muchas obras vanguardistas hispanoamericanas y
españolas, así como la de aquellos entusiastas escritores costarricenses que
hoy día tenemos que denominar los vanguardistas costarricenses.
FLORIANO MARTINS | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
ADRIANO CORRALES ARIAS | Lo primero que se debe decir es que fue una generación de escritores y
artistas quienes hicieron posible la vanguardia costarricense y no un grupo con
su respectivo líder. Esta generación tomó conciencia, en primer lugar, del
papel y la condición de la cultura hispanoamericana en el entorno occidental
moderno, y en segundo lugar, la afirmación y elaboración de una cultura propia,
es decir, americana, autóctona, popular. En esa perspectiva la poesía
costarricense ha sido un campo de batalla entre nacionalistas y cosmopolitas,
entre tradicionalistas y rupturistas, entre los canónicos y los
experimentadores; los segundos siempre fueron los vanguardistas.
La
vanguardia lo que hizo fue quitarle la etiqueta a la poesía para desmitificar
un país ideal creado por modernistas y posmodernistas. Así creó un nuevo
lenguaje directo y anclado en el presente, lenguaje que se suponía medio de
indagación y de conocimiento de la realidad. Ese nuevo lenguaje pasó por fases
nativistas, expresionistas y surrealistas, entroncando con las rutas de la
poesía vanguardista hispanoamericana (como el Creacionismo de Huidobro) con
altibajos y hallazgos. Para el poeta de vanguardia costarricense lo fundamental
fue inventariar un país y una realidad desde la perspectiva directa del ciudadano
con una visión simultánea donde pasado y futuro son siempre un efímero
presente, pero teniendo conciencia de su originalidad y con una fe absoluta en
la fuerza renovadora de la palabra.
Pero también el vanguardismo dejó una buena lección: que el conformismo
no cabe en el arte. El verdadero poeta es un inconformista y su rebeldía no es
un asunto de temperamento o de personalidad individual; es una condición
indispensable, un atributo de quien de veras crea.
Me parece que, en los mejores casos, esa fue la contribución de la
experiencia vanguardista a la lírica costarricense, hasta hoy.
FLORIANO MARTINS | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
ADRIANO CORRALES ARIAS | Como ya se dijo la vanguardia en Costa Rica no produjo manifiestos ni publicaciones propias o exclusivas. Por tanto no hay
documentos a mano sobre su actividad. En cambio sí se ha recuperado e
inventariado lo publicado en diversas publicaciones de la época (artículos,
reseñas, comentarios, etc.), así como las polémicas que se desarrollaron en
torno al vanguardismo o al "arte moderno" o "nuevo". Igual
hay una buena presencia de la poesía y narrativa publicadas. También se tiene
acceso a muchos ensayos que aportaron a la
vanguardia en términos de lucha ideológica, estética, social y política como
sustrato de la actividad propiamente literaria y artística y, en algunos casos,
estrechamente vinculadas.
CARLOS FRANCISCO MONGE | El talón de Aquiles del vanguardismo costarricense es
su carencia de manifiestos; tal vez porque no se conformaron grupos o
fraternidades, o bien porque no hubo una ruptura radical entre la tradición
literaria y los procesos de innovaciones estéticas. No obstante, en los diarios
y revistas de la época se pueden encontrar artículos y comentarios que bien
pueden suplir esa carencia. En sus mejores momentos, las polémicas sobre las
artes de vanguardia aparecen aquí y allá, fuese a propósito de alguna obra en
particular (por ejemplo, una escultura inesperadamente novedosa, ganadora de
algún certamen), sobre la cual tirios y troyanos emitían juicios a favor o en
contra. También es posible recopilar ensayos, prólogos, pequeños estudios, y
alguna ocasional declaración pública sobre la estética "moderna" (que
así, a veces, la llamaban entonces). Por lo general, los autores de esos
escritos eran, cómo no evitarlo, los propios artistas y escritores. Sí, todavía
hace falta una recopilación antológica que demuestre lo que durante muchos años
se negó: que en Costa Rica sí hubo un movimiento de vanguardia, como en los
demás países hispanoamericanos, y que éstos también formaron parte de un
movimiento mucho más amplio que surgió, según se sabe, en Europa. Más o menos
intenso, qué más da. Los vanguardismos fueron un fenómeno histórico y artístico
caudaloso, y tocó todas las tierras literarias hispanoamericanas.
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Adriano Corrales Arias (Costa Rica, 1958) | Carlos Francisco Monge (Costa Rica, 1951)
Capítulo V do livro Espelho Inacabado – Imaginário das
vanguardas na América Hispânica, de Floriano Martins © 2016 ARC Edições.
Artista convidado: Francisco Amighetti (Costa Rica, 1907-1998)
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Organização
a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Imagens
© Acervo Resto do Mundo
Esta
edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 O RIO DA MEMÓRIA
A Agulha
Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial
de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
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Me gustó mucho el análisis del tema y confirma mi percepción de la idiosincracia costarricense.
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