FM Blas Coll declara que “mejor
llegaría a expresarse lo que se guiase por el lenguaje de los pájaros, y fuese
del sonido a la idea, y no de la idea al sonido siguiendo las volteretas
trapaceras de la lógica”, mientras que Américo Ferrari, en un ensayo sobre tu poesía, afirma que “el poema
construye su forma en sus significados a medida que se va haciendo”. ¿Cómo te
toca la poesía?
EM Mi acercamiento al poema
ocurre por la vía de las imágenes, que es el lenguaje natural de lo afectivo,
de lo anterior al raciocinio. Los sentidos siempre nos hablan por imágenes. A
partir de un breve núcleo se desarrolla la forma del poema. Todo cuanto en él
pueda desplegarse más tarde en ritmo, tono, significados etc., parte de una
imagen primera que no siempre se nos muestra nítidamente. No comparto la
inclinación que lleva a privilegiar el lado puramente intelectual del arte, la
frialdad de una combinatoria silogística. La destreza técnica del oficio es sin
duda indispensable, pero a fin de cuentas sólo “lo afectivo es lo efectivo”.
FM Según el poeta chileno Hernán
Lavín Cerda, la escritura poética sería una “infinita red de intertextualidad.
Nuestros textos, todos los textos del mundo, establecen coordenadas y dialogan
entre sí”. En medio de este diálogo de esencialidades, ¿podríamos destacar en
tu poesía algunos autores con los cuales ella estaría más intensamente
relacionada?
EM Creo que un poema en verdad
dialogo en muy diversos sentidos, no sólo con otros poemas que gravitan en
nuestra memoria, sino además con diferentes estados de habla que también nos
determinan, aunque éstos últimos puedan o no estar respaldados por el prestigio
literario. En vez de “redes de intertextualidades”, preferiría hablar más
simplemente de “familias verbales”, con las cuales imagino que ocurre lo mismo
que con los grupos sanguíneos en el campo biológico. Es decir, existen muchas
obras que con sinceridad admiramos pero que pertenecen, por decirlo así, a una
sangre distinta. No podríamos asimilarlas sin riesgo. Algo de la mía se
emparenta con los clásicos castellanos, en especial Fray Luis y Quevedo. En mis
inicios está Vallejo, o más precisamente lo que hay de Quevedo en Vallejo. Más
tarde la búsqueda del tono americano tal como creo percibirlo, entre otros, en
el primer Pellicer, en Bandeira, Murilo, junto a obras afines como la de
Supervielle, por ejemplo. Hay poetas que sólo conozco a través de traducciones
y sin embargo los siento próximos; el sueco Ekelöff, el checo Holand, el rumano
Blaga. Claro está que la aproximación ocurre no tanto con poetas sino con
algunos poemas, con familias verbales de hacernos vislumbrar algo de nuestra
identidad, o de lo que creamos que ella sea.
FM En un ensayo datado en 1981,
Francisco Rivera te sitúa
como “un poeta de lo actual que viene de tiempos muy remotos y que a esos
tiempos quiere regresar”, y caracteriza tu
poesía como una “poesía cósmica”. ¿Estás de acuerdo? ¿Aceptas como
válido ese tipo de caracterizaciones de la poesía? (Pienso en la poesía como
resurrección del tiempo y fuente inagotable de cosmogonías y epifanías.)
EM La búsqueda del tono
americano a que me referí antes se relaciona con la formulación mítica del
pensamiento poético. La magia del mito como historia verdadera constituye un
elemento fundamental del arte de nuestro continente. A la misión atribuida al
poeta por Mallarmé de purificar las palabras de la tribu, misión honrosa y
noble por sí misma, hemos de añadir otra, menos divulgada pero muy nuestra
puesto que proviene de los precolombinos. Ellos definían al poeta como aquél
que, al hablar, hace que las cosas se pongan de pie. Esto último es imposible
sin la fuerza mítica de la palabra. Por lo demás, creo que el legado de
símbolos y presencias arcaicas que junto con otros forman las raíces de nuestra
tradición, para conservar su perenne vigencia han de ser reformulados a partir
de la experiencia concreta de cada creador y de las relaciones con los datos de
su tiempo.
FM Si, como nos dice Octavio Paz, “las palabras del poeta son una trasgresión del
habla de su tiempo y de su gente”, ¿podríamos entonces concebir la creación
poética como ligada a la idea de restauración?
EM Admiro la reflexión
esclarecedora de Paz sobre el fenómeno poético. Es a menudo una visión de la
poesía desde dentro, capaz de poner
en relación las ideas sobre el hecho lírico con su propia experiencia creadora.
La palabra poética cumple en verdad una trasgresión, procura ser “arena y no
aceite en el mecanismo del mundo”, como dice Gunter Eich. Ante el uso de un
habla devaluada, tal como la imponen en nuestra hora los códigos publicitarios,
la trivialidad periodística etc., su poder trasgresor concreta una vigilancia
ética del lenguaje. La idea de restauración a que Ud. se refiere estaría así
vinculada al intento de devolverle a la palabra su lugar preeminente. En este
sentido puede hablarse de la poesía como la última religión que nos queda.
FM ¿Cuáles son los reflejos de
la escritura de Blas Coll (ese doble tuyo que defiende aquello que José Balza
llama “carnalidad idiomática”) en tu poesía?
EM En El cuaderno de Blas Coll aparece una serie de opiniones acerca del
lenguaje en general y de nuestra lengua en particular que forman parte de la
invención del personaje. Se trata de un viejo tipógrafo, políglota algo loco,
cuyas ideas extravagantes no coinciden por supuesto con las mías. Como
personaje, Coll se halla tan distante de mí como pueden estar de un novelista o
de un dramaturgo sus propios caracteres. La obsesión principal de Blas Coll
consiste en suponer que nuestra lengua, por el influjo del Cristianismo durante
su consolidación, encarna cierta propensión a la penitencia. Según él, su
sistema procura abolir en todo trance el espíritu libre de las lenguas paganas,
por ello reproduce una inconsciente búsqueda de castigo, que él cree
identificar en la extensión de las palabras y en la poca ligereza de algunas
estructuras. De este supuesto nacen las demás divagaciones del personaje. En el
libro me valgo del humor para tomar distancia del heterónimo. En cuanto a los
reflejos de sus cavilaciones en mi poesía, solo podría suponerlos en el plano
artesanal de la escritura, es decir, en la búsqueda de una precisión lo más
leve posible que nos permita obviar las fórmulas rígidas del idioma. Pero esta
preocupación tiene larga antecedencia en castellano. Entre otros, la
encontramos en Góngora, y modernamente en Borges e en nuestro Ramos Sucre.
FM Has escrito algunos libros de
ensayos. Recuerdo aquí algo que dijo otro poeta venezolano, Rafael Cadenas,
respecto a que las formas literarias reducen el peso de las palabras, “entonces
hay que salir de ellas -esclarece Cadenas- y escribir para decir lo que se
tiene que decir, limitándose a emplear con respeto el lenguaje, sin pretender
hacer obras de arte; o sea, solamente la humildad puede salvar la expresión del
equívoco que acompaña, desgraciadamente, a la pobre literatura, el equívoco de
ser seria y al mismo tiempo no serlo, porque algo inherente a ella la
invalida…”. Al pasar de la poesía al ensayo, ¿lo haces movido por esas
preocupaciones de Cadenas?
EM No he escrito ensayos en el
sentido cabal de la palabra. De tanto en tanto suelo escribir comentarios a
propósito de algunas obras, tratando de esclarecer lo que encuentro en ellas de
sugestivo en términos de simpatía o de desacuerdo. Mi aproximación a la
escritura ensayística, en todo caso, no obedece a una neutralidad profesional
ni cuenta con un mismo motivo para todas las ocasiones. En fin, para
emprenderla necesito sentirme atraído por los datos humanos y literarios que
perciba en una obra, y sobre todo por lo que me parezca vigente y poco
resaltado de su tentativa.
FM ¿Se debe buscar la explicación
de una obra en quien la produjo, o no crees que sea posible una analogía
convergente entre autor y obra? La escritura, al tener su verdadero lugar en la
lectura, ¿solamente se definiría entonces al suprimir la figura del autor?
EM La supresión de la figura del
autor corresponde a un credo deshumanizado que no es de mi simpatía. Creo en la
proyección de la vida en la obra y viceversa. Por supuesto, los modos como
opera esta proyección suelen variar de un creador a otro, y a veces en un mismo
creador a lo largo de su existencia, pero la palabra siempre ha de respaldarse
con la vida. El título puesto por Ungaretti al conjunto de su obra lírica dice
mucho al respecto: Vita d’un uomo.
Por lo demás conviene tomar en cuenta que la poesía es anterior a la era
alfabética y seguramente la sobrevivirá. No es por tanto la lectura su verdadero lugar sino la memoria
colectiva. Y la memoria en todo tiempo sólo privilegia la esperanza de la vida.
EM Ante todo, su calificación
del grupo de poetas donde me incluye es generosa, pero sería inmodesto
admitirla. Además, no es asunto de falsa o verdadera modestia, sino que siempre
he pensado que las valoraciones en el campo artístico corresponden a quienes
puedan evaluar al cabo de los años lo que un autor haya logrado. Es la
posteridad -si queda posteridad- la que tiene los hilos que nos mueven, y lo
más atractivo de la posteridad es que no se deja predecir. Se trabaja siempre,
como decía Apollinaire, “en la frontera de lo desconocido y del porvenir”.
Volviendo a su pregunta, diría que la difusión de nuestra poesía está por
debajo de sus méritos, sobre todo de cuanto ha conquistado a partir de la
generación de 1918 hasta el presente. Ello puede explicarse por razones
históricas y sociales. Dentro y fuera de nuestro territorio ha prevalecido la
idea de un país capaz de dar grandes estrategas militares y políticos
visionarios sin que les supongamos correspondencia en el plano literario. Ese
concepto, junto con otros factores nefastos como las largas décadas las cosas
comienzan a variar. El descubrimiento entusiasta de la obra de Ramos Sucre por
parte de los españoles es un signo de ese cambio. Queda sin embargo mucho por
hacer, obras como las de Gerbasi y Sánchez Peláez, para citar apenas dos
nombres de los que Ud. menciona, aguardan una difusión a la altura de sus
merecimientos.
FM ¿Hay un gran abismo entre
aquello que escribiste y lo que desearías escribir?
EM En el arte resulta siempre
difícil sentirse satisfecho con lo que se ha realizado, pero tal insatisfacción
pertenece a la esencia misma del impulso creador. “El poeta -dice René Char- no
tiene sino satisfacciones adoptivas”. Con los años se aprende, sin embargo, a
convivir con el abismo del deseo. Ello naturalmente no lo hace menos grande a
nuestros ojos ni proporciona resignación definitiva, pero nos ayuda a encararlo
sin perder demasiado la cordialidad con nosotros mismos.
FM ¿Qué te ha dado la poesía?
EM La poesía es un melodioso
ajedrez que jugamos con Dios en solitario. ¿Qué puede darnos? Las ganancias y
las pérdidas no le conciernen. Por mi parte tal vez le debo algún relámpago de
armonía para hablar a los otros como se habla con uno mismo.
*****
[1989]
Organização a cargo de
Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidado | Oswaldo Vigas
(Venezuela, 1926-2014)
Imagens © Acervo Resto
do Mundo
Esta edição integra
o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim
estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC
FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO
SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO
XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA
HISPÂNICA
7 VIAGENS DO
SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC
FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA
(2010-2011)
A Agulha Revista
de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de
Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de
Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua
espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas
de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a
coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.
Visite a nossa loja
Nenhum comentário:
Postar um comentário