Es cierto, como lo anota Octavio Paz en
la nota preliminar respectiva, que el libro de poemas que Blanca Varela acaba
de publicar en México (Ese puerto existe. Xalapa: Universidad
Veracruzana, 1959) tiene en su estilo, en su concepción, en sus
logros, una deuda con el surrealismo. Se podría decir que, en especial la
segunda parte —los últimos poemas, ya que el volumen reúne
páginas escritas entre 1947 y 1958— es una colección de sueños, pero de
sueños conscientes, inventados, ficticios, ya que no versiones documentales de
verdaderos sucesos subconscientes. Y ello no sólo porque en la formación de la
escritora haya obrado la poderosa influencia de ese gran movimiento liberador
del arte, sino porque su temperamento y hasta su actitud se deciden por una
reducción —o ampliación— de la realidad mediante deformaciones, quiebras,
rupturas, comparaciones y evocaciones de deliberado carácter onírico.
He ahí, en esencia, lo valioso y lo débil del
libro. El propio Octavio Paz no alude en su prólogo a los poemas en su
integridad. Dice que, como otros poetas de esta promoción, Blanca Varela no
aspira a fracturar el muro de la realidad sino recorrerlo, explorarlo y
conocerlo, y cita para ilustrar el poder expresivo de la autora versos sueltos,
verdaderos hallazgos, en verdad, de belleza misteriosa y, sin embargo,
conectada con el mundo inmediato. Si es así, como parece, cada pieza se ofrece
como una preparación de la fantasía a la operación de encontrar, tras la
persecución, una imagen luminosa, una deslumbradora definición poética de
alguna evidencia indefinible de otro modo.
El poema, entonces, es tal en esa instancia, en
esa sima, mas todo él se resiente por falta de unidad. Eso especialmente —como
queda anotado— en las creaciones más recientes, desde «Divertimento» hasta
«Destiempo». Tal vez esto se deba a un método de concepción que se adivina:
Blanca Varela yuxtapone una serie de versos, una serie de revelaciones, que se
producen en un semejante estado creativo, pero que no surgen de inmediato ni
bajo el imperio de una uniforme emoción. Indispensable es señalar, no obstante,
que esa discontinuidad de la inspiración es interna. La fluencia exterior del
poema está dada por la fluencia de un estilo.
Para quien conoce a Blanca Varela y sabe con
cuánta modestia y austeridad ha guardado sus poemas, no es un secreto que ella
misma sabe bien que su obra intenta abrir una ventana hacia un espacio
diferente, hacia un espacio que yace oculto tras la propia persona que es ella.
El amor no es para Blanca, como en las escritoras que no han superado su
adolescencia —entre las cuales hay muchas cuya edad así podría hacerlo suponer—
un mero destino, sino, antes que otra cosa, una redención y, por tanto, una
pasión con sus castigos y sus exaltaciones. Una forma, en suma, de conocimiento
íntimo, de salvación de sí mismo en sí mismo pese a la presencia ajena. Y, de
idéntica forma, eso acontece con otros temas. De todos modos, en el libro
comentado, se desprende un afán ritual de compenetrarse con la persona humana y
angelical que cada cual guarda en sí. Internación y no entrega, tal vez sea la
norma que preside esta poesía.
Convengamos, pues, que ESE PUERTO EXISTE es el
mejor libro de mano femenina con que contamos porque, no empiece sus
contradictorios aciertos y endebleces, manifiesta la personalidad rotunda de
una artista que crea su obra como una parte de su intransferible universo, y
eso con una palabra que sólo puede ser de ella, que la identifica en la
pluralidad como original y solitaria. Es lo que siempre pedimos de un libro y
su autor: que sirva a propósitos propios, que se cierre como un ámbito
autónomo, que perdure en la memoria con precisos trazos de claror y opacidad.
La realidad está aquí deformada, quebrada,
evocada. Son sueños de vigilia, visiones no extraídas de éxtasis irracional
alguno. «La vida —dice Blanca Varela— es una noticia conmovedora.» Y añade:
«Atravieso el desierto, / la terrible fiesta en el centro de un cielo
derribado. / Estoy casi olvidando». Llegar a ese punto de libertad, aunque la
existencia tiente nuestro corazón, es la aspiración de esa poesía que se quiere
como reemplazo y superación de todo.
Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidado | Fernando de Szyszlo (Peru,
1925)
Agradecimentos: Hildebrando Perez Grande
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha
Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)
A Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a
coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido
hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu
ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a
coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto
original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio
Simões.
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